Capítulo 56
Rust contempló como Carson caía al suelo tras su disparo, y sin pensarlo corrió hacia la entrada de la cabaña, abriendo la desgastada puerta de una patada.
Bajó el arma cuando vio que el hombre apenas se movía, ahogándose en su propia sangre, guardando finalmente su pistola al lanzar de una patada la de Jeff lejos de su posición. Fue entonces cuando corrió a arrodillarse junto a la camarera.
-Tranquila, Sally; estoy aquí. La policía y los médicos están de camino. -Susurró con calma, apretando la propia mano de la morena contra su herida.
-Rust… me cuesta respirar.
Sus débiles palabras se vieron cortadas por un acceso de tos con sangre, haciendo que el rubio hablara de nuevo, apartándole el pelo de la cara.
-No hables, sólo intenta respirar despacio y profundo. Voy a sacarte de aquí.
El expolicía tomó en brazos a la mujer cuidadosamente, ayudándola a que pasara su brazo en torno a su cuello para tratar de sujetarse un mínimo antes de comenzar a correr.
La camioneta parecía estar lejísimos en aquel trayecto de apenas 70 metros, máxime cuando la oscuridad ralentizaba sus pasos. No obstante, su ánimo se vio renovado cuando el leve viento trajo el sonido de las sirenas en la distancia.
Rust colocó a la mujer en la parte trasera de su coche, apresurándose a arrancar y salir de allí todo lo rápido que pudo, tratando de no dar giros muy bruscos.
-Quédate conmigo, Sally. Intenta no dormirte y presionar la herida. -Dijo con vehemencia, contemplándola por el espejo retrovisor.
-No puedo… Estoy muy mareada.
El rubio no dijo nada, apretando la mandíbula mientras volvía a observarla y pisaba más el acelerador, consiguiendo salir del tortuoso camino de tierra. Enseguida la luz comenzó a aflorar de las farolas de la cercana autopista.
Antes de salir incluso del recinto del lago, Cohle vislumbró los coches patrulla y la ambulancia en la lejanía. En cuanto llegó a la salida, entrando en el arcén de la autopista, detuvo la camioneta y salió veloz para parar a los médicos.
La ambulancia frenó con un gran estrépito ante Rust, quien cargaba a la mujer, haciendo que dos hombres salieran de su parte posterior, portando una camilla plegable.
-Tiene la bala dentro. Decía que le costaba respirar. -Comentó mientras los sanitarios se ocupaban de Sally velozmente, metiéndola en la ambulancia.
-¿Usted está bien? ¿Necesita un médico?
-Sólo ella, no pierdan tiempo. El tipo que hizo esto está muerto. ¿A qué hospital la llevan? -Agregó antes de que los sanitarios pudieran marcharse.
-Al Specialists, en Line con la calle Jordan.
Rust observó cómo la ambulancia cerraba sus puertas, emprendiendo la marcha a toda velocidad mientras los coches patrullas llegaban. Uno de ellos se detuvo, haciendo que el copiloto bajara la ventanilla para hablar.
-¿Es usted Rust Cohle?
-Sí.
-Soy el inspector Lock. El inspector Papania me ha puesto al tanto. Tiene que venir conmigo a prestar declaración y contarme qué ha pasado, señor.
-Claro. Le sigo.
El agente asintió con la cabeza, subiendo la ventanilla mientras Rust volvía a su camioneta.
-¡Rust!
El mentado se dio la vuelta en aquel vacío pasillo del hospital, contemplando a Hart llegar con paso veloz. Había tardado algo menos de lo normal en hacer el largo trayecto desde su casa.
-Joder… -Susurró ante su fatiga, tomando aire antes de hablar de nuevo. -Acabo de hablar con Papania. Me ha puesto al día sobre lo que ha dicho el que lleva el caso aquí. Él está viniendo para acá también, no quería esperar a mañana. ¿Cómo está Sally?
-No lo sé, Marty. Llevan 4 horas ahí metidos operándola y nadie dice nada. Estaba jodida, no podía apenas respirar; la bala debió tocarle el pulmón, o algo así.
-Bueno, seguro que lo consigue. Fuiste muy rápido, los médicos pudieron atenderla enseguida. -Comentó con firmeza, intentando que el temor que sentía no se notara. Cohle intervino de nuevo, tras un leve suspiro.
-No sé si llegué a tiempo, no lo suficiente, Marty. Cuando pude ver la cabaña donde la tenía, dejé la camioneta para que no me oyera llegar, y escuché que estaban peleándose. No sé qué pudo llegar a hacerle ese hijo de puta.
El detective no fue capaz de responder nada, tragando para deshacer aquel nudo de su garganta mientras caminaba unos pasos por aquel largo pasillo, volviéndose para fijar la vista en su amigo. Había vuelto al mismo estado de quietud con el cual lo encontró al llegar, sumido en sus pensamientos.
Ambos se distrajeron cuando las amplias puertas de una de las salas se abrieron, dando paso a una mujer de mediana edad ataviada aún con la ropa quirúrgica. Se acercó a la pareja mientras hablaba.
-¿Son ustedes familia de la mujer del disparo?
-Sally Pinkman; somos amigos. -Respondió Marty rápido, observando el rostro impasible de aquella mujer.
-Debemos hablar siempre con familiares directos, señor.
-Oiga, esa mujer no tiene familia directa. Nosotros somos lo más cercano que tiene. Este hombre es su novio. -Comentó con un deje de indignación, señalando a Rust, quien simplemente agregó un por favor tras el comentario de Hart. La doctora asintió con un leve suspiro.
-Hemos terminado de operar ahora mismo. Está estable dentro de la gravedad. La bala fracturó una de las costillas y eso le causó un neumotórax grave. Ha tenido mucha suerte de que consiguieran atenderla tan rápido, eso le ha salvado la vida. Vamos a tenerla unos días en cuidados intensivos con respiración asistida hasta que su pronóstico cambie, entonces la subiremos a planta y podrán verla. Márchense a casa y descansen hasta ese entonces, no pueden hacer nada aquí. Los llamarán en cuanto puedan verla.
Ambos hombres dieron las gracias a la par, haciendo que la doctora asintiera antes de marcharse por donde había venido.
-Llegaste a tiempo, Rust, llegaste a tiempo. Se va a poner bien. -Rompió el silencio Marty, esta vez con jovialidad, palmeando el hombro de su compañero, quien asintió a la vez que dibujaba una leve sonrisa.
Sally abrió los ojos despacio al sentir que la puerta de la habitación se abría, ya que no estaba dormida completamente. No pudo evitar que sus labios se curvaran en una tenue sonrisa al ver a Cohle entrar.
-Rust…
-Hola, Sally. ¿Cómo lo llevas? -Preguntó con suavidad, sentándose cerca de la mujer, quien parecía luchar enormemente para hablar.
-Me han dicho que bien, aunque me siento horrible. Supongo que habrá que creerles, a pesar de que no hayan contemplado la peor parte: estar sin fumar tanto tiempo.
El hombre le devolvió la sonrisa de forma breve, asintiendo para darle la razón. Un instante después la camarera mudó la expresión, poniéndose seria al volver a hablar.
-Dime que ha pasado, Rust. Dime que de verdad se ha terminado, por favor.
-Sí, Sally, así es. Lo lograste por fin. Carson está muerto, se desangró para cuando la poli llegó a la cabaña. Después fueron a por Billy, está en prisión preventiva hasta el juicio. Hablé con la policía de Shreveport y les dije lo que había pasado.
-¿Cómo pudiste saberlo? Ni siquiera pude hablarte.
-Encontré el teléfono en el restaurante. Ricardo no podía haber sido, y supe que Billy tenía algo que ver cuando trató de entretenerme toda la noche, inventándose un trabajo para mí por orden de Ricardo. Fui a buscarlo entonces y le hice hablar. Estuvo compinchado con Carson bastante tiempo, por lo que he podido saber.
-El hombre de Ricardo lo reconoció, ¿sabes? Estuvo siempre tan cerca…
-Ya se ha terminado, y lo has hecho tú, Sally. Lo demás es historia. ¿Qué pasa? -Preguntó al observar que la morena lloraba, esperando pacientemente hasta que pudo hablar.
-Me dijo que iba a por mí, no a por Jessica. El azar hizo que ella ocupara mi lugar esa noche.
-No puedes culparte por eso, Sally. Sé que es jodido no pensar en esas cosas, pero no tiene sentido. Debes centrarte en que lo has conseguido. Ahora empieza otra vida para ti. Superarás esa culpa, podrás vivir con lo que quede de todo esto porque has cumplido tu objetivo y eres fuerte. Sabes que lo digo porque lo pienso.
La camarera sonrió ante su última frase, volviendo a cruzar su mirada con la de él. Se sorprendió cuando sintió que acariciaba su mano, tomándola con lentitud entre la suya. No obstante, sólo pudo devolverle el gesto unos segundos antes de que llamaran a la puerta y deshicieran la postura.
-¿Se puede?
-Claro, Marty. -Respondió la mujer, respondiendo a la sonrisa el recién llegado, quien volvió a hablar al estar cerca de su cama.
-Cuánto me alegro de que estés bien. Verás cómo te recuperas antes de lo que crees, no te agobies por verte ahora así, es muy pronto.
-Sí, lo sé. Intentaré ser paciente.
-Y no te preocupes por nada; nosotros nos ocupamos de todo. Te traeremos lo que necesites y cuidaremos de ti, ¿vale? He hablado con tu jefe y dice que estés tranquila; que ya hablaréis cuando venga a verte.
-Muchas gracias, pero no quiero molestaros más, Marty. -Susurró con esfuerzo, haciendo que Hart la cortara rápido.
-Eh, ¿de qué estás hablando? ¿No pensarás que ahora que se ha terminado todo vamos a desaparecer sin más, ¿no? Somos amigos, Sally, y esto es lo que hacen los amigos. ¿Verdad, Rust?
-Claro, Marty.
-Vale. -Murmuró Sally tras una inspiración, pasando a hablar de forma solemne tras soltar el aire. -No sé cómo agradeceros todo lo que habéis hecho por mí. Si no hubierais accedido a ayudarme jamás habría podido encontrar a ese tío. Los dos sois buenas personas, y conoceros ha sido de lo poco bueno que me ha pasado en mucho tiempo. Gracias, de verdad.
Marty sonrió de forma tierna, acercándose para agarrar su mano mientras las lágrimas de la mujer resbalaron por sus mejillas.
Rust abrió la puerta del pequeño piso de Sally, pasando con la camarera detrás siguiéndolo tras haber conseguido el alta médica después de dos semanas.
El expolicía dejó la mochila con las cosas de la mujer sobre la pequeña mesa de la cocina americana, girándose para encararla.
-¿Estás bien?
-Sí, tranquilo. No pasa nada, aún es normal algo de dolor. Gracias por traerme.
-No hay de qué. He limpiado un poco para que no tuvieras que hacerlo, y te he comprado algunas cosas en el super, está todo en la nevera. Tú avísame si necesitas algo; aunque iremos viniendo de vez en cuando, porque te conocemos bien.
-Gracias. -Agregó la morena tras un quejido a modo de risa.
Sally cambió de expresión ante el nuevo silencio, y los pensamientos que la embargaban con violencia mientras contemplaba a Rust encenderse un cigarro. Sintió un gran miedo de perderlo, pero siempre le había sido claro, con lo que no podía más que resignarse a olvidarse de él de modo romántico, por mucho que le costara.
-Voy a deshacerte la maleta, tú siéntate.
Las palabras del rubio la distrajeron momentáneamente, pero volvió a sus quimeras mientras lo contemplaba caminar por la casa. Finalmente se decidió a hablar, siguiéndolo hasta el dormitorio, donde él guardaba su ropa en el armario.
-Oye… gracias por todo esto, en serio, pero no quiero quitaros más tiempo del necesario. Estoy suficientemente bien para valerme por mí misma y… bueno, ahora que nuestro trabajo juntos ha terminado y no vamos a vernos tan a menudo, he estado pensando en ti y en mí…
La mujer calló súbitamente cuando él se giró para encararla, soltando el humo del cigarro antes de hablar.
-Vamos, Sally. Habla claro.
Ella inspiró con discreción, relajando aquel punto de exasperación que se avivó al conocer que él, claramente, sabía qué le pasaba en realidad. Utilizó aquel sentimiento para hablar con fluidez, sin dudar como antes.
-Lo que siento por ti no ha cambiado, Rust, y no va a hacerlo si todo sigue igual. Pero tampoco quiero alejarme de ti, y eso me está volviendo loca. Mira, siempre he tenido claro lo que me has dicho. No te reprocho nada, y ni voy siquiera a insinuarte que algo cambie, porque son tus sentimientos y tu forma de ser… pero no puedo estar así. Si no puedo estar contigo tengo que alejarme, por mucho que eso vaya a matarme.
La camarera tragó saliva, reteniendo las lágrimas en sus ojos mientras aguantaba con dignidad la mirada de Cohle, quien apagó el cigarro tras la última calada antes de hablar.
-Yo también he estado pensando en ello, Sally. En lo que hablamos, en lo que ha pasado y en lo que siento. No puedo engañarte, las cosas que pensaban no han cambiado mucho, ya no tengo remedio. Pero iba en serio con lo de salir de mi bucle, y tú has sido muy importante en eso. Me siento diferente cuando estoy contigo, Sally, y eso es algo tan real que no puedo controlarlo, surge solo: es una buena señal como para que lo intentemos en serio. No quiero que te vayas.
Sin decir nada, sobrecogida por la alegría de que aquello fuera real, la morena avanzó hasta romper la distancia y poder abrazarlo con fuerza. Automáticamente él la correspondió, liberándose de la rigidez que solía dominarlo inconscientemente. Iba a quitar el freno de una vez por todas e intentar ser feliz.
Rust separó a la chica levemente para buscar sus labios, besándola despacio, sintiendo lo que hacía con total consciencia, pensando que aquella vez lo intentaría de verdad. La luz había ganado a la oscuridad.
FIN
¡Muchas gracias si has llegado hasta aquí!
