LXXXVII

El nudo en su garganta le impide disfrutar del almuerzo.

—Chris, ¿sucede algo? —le pregunta Jason de pronto—. Tu comida se está enfriando.

—Oh, estoy a dieta —murmura Chrissy forzando una sonrisa.

Su novio le devuelve la sonrisa, completamente ajeno a sus preocupaciones.

—¿Sí? Qué bueno, pienso que es genial que cuides tu figura. Seguro si sigues así y dejas de cenar, puedas bajar incluso un par de talles más.

Chrissy asiente, ausente. Normalmente, el comentario de Jason le habría dolido…, mas no es como que él sepa lo que le sucede, ¿no es así? Ella ha elegido no contárselo, después de todo. Y no es momento de lamentarse por malas decisiones suyas que la afecten, cuando obviamente hay malas decisiones suyas que afectan a los demás.

Al pensar en esto último, Chrissy dirige la vista hacia la mesa donde suele ver a Jane…

… y solo ve a sus amigos comiendo en silencio, con expresión sombría.

Cuando escucha a Angela soltar una tonta risita por quincuagésima cuarta vez ante uno de los chistes de básquetbol de Jason, sencillamente ya no puede contenerse.

—Angela…, ¿por qué hiciste eso?

Ni siquiera alguien tan pusilánime como ella puede callar ante lo evidente.

—¿Perdón?

—¿Chris?

Chrissy inhala profundamente y levanta, al fin, la vista de su plato.

—Tú… destrozaste el cuaderno de Jane. Uno de los que te encargué que devolvieras.

Angela guarda silencio, su sonrisa congelada en el rostro. Jason frunce el ceño y suelta un débil «¿quién es Jane?» que Chrissy opta por ignorar.

La muchacha, no obstante, se cuelga de su pregunta:

—Es mi compañera, una chica increíblemente torpe.

—¿Torpe cómo?

—Bueno, la otra vez, por ejemplo, nos pidieron exponer en clase de Ciencias, y ¿puedes creer que ni leer bien puede esta ton…?

Chrissy aprieta los labios y espeta:

Angela. Te estoy hablando.

—Oh. —Su expresión de sorpresa es completamente fabricada—. Disculpa, solo le respondía a Jason… Sí, bueno, fue una broma. —Como para dejar en claro su punto, suelta una risita (la quincuagésima quinta). Su novio ríe con ella, aunque no entienda el chiste.

Ay, ¿vas a comerte ese pedazo de pastel, Chrissy? Cuidado, no sea que Jason se busque otra si engordas demasiado… Pero no te pongas así, dulzura: ¡fue solo una broma!

—No es una broma… si lastimas a la otra persona.

Jason y Angela dejan de reír ante sus palabras.

—Uh, no es para tanto. En serio —replica Angela.

—Bebé —la llama Jason con voz suave—, no te pongas así: Angela ya ha explicado que solo fue una broma…

Notando que los compañeros de equipo de su novio la observan con extrañeza —como si fuese ella la que está equivocada—, Chrissy tan solo asiente y vuelve la mirada a su plato.


No obstante, no se da por vencida. Cuando se acerca su siguiente clase de Matemáticas, Chrissy se planta al lado de la sala de la sala de profesores, esperando…

—¿Señorita Cunningham? ¿No deberías estar ya en el aula? Estoy yendo para allá…

La muchacha se apresura a dibujar una sonrisa en sus labios.

—Oh, sí; de hecho, profesor, quería hablarle sobre algo, mas espero que lo mantenga entre nosotros…

Las espesas cejas del profesor se juntan en una expresión consternada.

—Por supuesto, señorita Cunningham. Cuéntamelo.