Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de Lily Jill, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from Lily Jill, I'm just translating with the permission of the author.
Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic
―Edward, ¿estás dormido? ―La voz de Bella susurra en la habitación semi iluminada, y puedo sentirla estirarse a mi lado y las sábanas aflojarse a nuestro alrededor. Con los ojos todavía cerrados, estiro la mano para acercar su cuerpo al mío.
―Sí.
Ella se ríe y logra sentarse para apoyarse sobre mi pecho. Me da un codazo y, de mala gana, abro un ojo y la veo mirándome, con su barbilla apoyada en mi pecho y su cabello flotando entre nosotros. Ella susurra de nuevo, esta vez plantando pequeños besos hasta que aterrizan en mi boca.
―Quédate despierto. Mira el amanecer conmigo. ―Su voz es baja y llena de cansancio, pero aun así es un sonido que me deja enganchado.
Gimo y nos doy la vuelta para que ella quede boca arriba y yo quede sobre ella, con mi brazo rodeando su cintura.
―Nos fuimos a dormir hace una hora.
―Sólo unos minutos. Luego podremos volver a dormir.
Suspiro fuertemente, actuando como si no hubiera aceptado sus deseos de todos modos, y ella alegremente nos saca de la cama, enredados en las sábanas y mantas. Afortunadamente, nuestro balcón ha sido limpiado de la nieve y el hielo de los últimos días porque, por supuesto, es allí donde ella quiere sentarse, el aire frío me pica los ojos y me hace desear haber intentado un poco más convencer a Bella de permanecer en los cálidos confines de nuestra cama.
No es que Bella y yo hayamos estado juntos por mucho tiempo, pero ya sé y soy muy consciente de que ella es posiblemente la persona más terca que he conocido y que mis protestas habrían caído en oídos sordos. Hacemos un buen trabajo protegiéndonos del frío, colocándonos en la silla del patio de modo que ella está en mi regazo y ambos estamos acurrucados bajo las mantas, nuestra piel proporciona el calor más esencial y necesario. Después de la noche que pasamos ayer, esta es una posición a la que no somos ajenos.
Si no hubiera dormido solo una hora, podría ser ese tipo, Joseph Gordon Levitt, ya sabes, en esa película cuando, después de pasar la noche con su novia por primera vez, él y un grupo de extraños se ponen a cantar y bailar porque todo es genial en el mundo.
Ese es el tipo que soy esta mañana mientras espero que salga el sol con Bella en mis brazos, temblando suavemente, y no sé si es por la temperatura o por la electricidad entre nosotros. Me he acostumbrado a ella en las últimas horas, conociendo todos sus secretos que solo yo podré escuchar desde ahora hasta el fin de los tiempos, si de mí depende. Estamos en silencio mientras nos sentamos envueltos juntos, mis dedos recorren su cuerpo en un esfuerzo por mantenerla lo más caliente posible, a pesar de que, en primer lugar, es su loca idea estar aquí afuera. Estamos callados y reflexivos, cansados de la mejor manera posible, nuestros ojos y cuerpos se ponen al día, en sincronía. Puedo sentir que empiezo a quedarme dormido de nuevo, pero escucho su voz y me despierto.
―¿Has estado alguna vez en los Cayos de Florida? ―pregunta Bella, su voz apagada debajo de las mantas.
Sacudo la cabeza.
―No.
―Los atardeceres y amaneceres allí son bastante sorprendentes. ―Se mueve, posicionándose de manera que pueda ver el sol frente a nosotros, apenas comenzando su salida diaria en su escenario terrenal. La rodeo con mis brazos con fuerza, besando la parte superior de su cabeza mientras el mundo que nos rodea lentamente adquiere tonos de rosas y naranjas.
―Este no es tan malo, si me preguntas.
―No, es hermoso ―acepta y se acomoda contra mi pecho nuevamente.
Suspiro y la respiro a ella y el aire de la mañana profundamente en mis pulmones.
―Tendremos que ir allí alguna vez. A los Cayos.
―Iré a cualquier parte contigo ―me dice Bella, y la mirada en sus ojos me hace creerle. Nos inclinamos para cerrar el trato, nuestros labios se juntan lenta y lánguidamente, hinchados por horas de uso. Su voz suena pesada por el sueño mientras se acurruca contra mí de nuevo―. Háblame de Chicago.
Sus ojos están cerrados de nuevo, así que me hundo más en nuestra silla y cierro los ojos también. Suspiro.
―Estoy seguro de que el amanecer allí es igual de agradable, aunque nunca me he quedado despierto toda la noche para verlo. Especialmente en circunstancias como estas. ―Ella se ríe suavemente en algún lugar debajo de las mantas y me rodea con sus brazos―. Hay un pequeño restaurante en la calle de mi oficina que hace el mejor tiramisú. Estoy seguro de que tu tiramisú los avergonzaría, por supuesto.
Esto la levanta, pero todavía está sentada en mi regazo cuando me señala con el dedo.
―Ni siquiera has probado algunos de mis mejores postres.
Me río a carcajadas.
―Estoy bastante seguro de que lo hice anoche. Varias veces, en realidad.
Joder, sí, lo hice. El mejor postre de todos los tiempos. En definitiva.
―De todos modos. Continúa ―pide, sonriendo pero dándome un codazo en el costado al mismo tiempo. La atraigo hacia mí y paso mis dedos por su cabello.
―Está bien, veamos. Es una ciudad; siempre hay algo que encontrar que se adapta a tu estado de ánimo, y si quieres alejarte un poco del ajetreo, siempre hay a dónde escaparse. Oh, hay un bar al que voy a veces después del trabajo, entre mi oficina y mi apartamento.
―¿Como Kline's?
Me encojo de hombros.
―Solo el típico bar deportivo. Aunque tienen muy buenas tartas para un bar.
―Todo lo que has mencionado tiene que ver con comida de alguna manera.
―No soy exactamente el mejor en la cocina, así que no cocino mucho para mí. Quiero decir, viste mis galletas navideñas.
―Sí, les faltaba mucho.
Nos reímos a mi costa por unos minutos, ambos recordamos mi intento de hacer un muñeco de nieve con un pañuelo verde alrededor del cuello, pero en lugar de ponérselo en el cuello, accidentalmente se lo puse en la cabeza haciéndolo parecer una bandana. Mi galleta Willie Nelson, como todos la llamaron maravillosamente, llegó al Salón de la Fama de los desastres de galletas y no se le permitió ser comida.
Permanece congelada en el tiempo dentro del congelador de mis padres. Te garantizo que ese cabrón aparecerá durante todas las Navidades que me quedan de vida.
―¿Eso es un factor decisivo para ti? ¿Mis habilidades para hornear? ―bromeo, ambos nos reímos mientras el sol sale frente a nosotros y calienta el aire a nuestro alrededor.
Todavía se ríe de mi galleta Willie Nelson, pero lo hace más despacio por la bondad de su corazón y se limpia el rabillo del ojo.
―Creo que algunas de tus otras habilidades ayudarán a equilibrar esa área.
Un comentario como ese nos distrae a ambos por unos minutos, el calor del sol ni siquiera se acerca a lo que se cuece debajo de nuestras mantas. De nuevo.
―¿Entonces me conservarás por un tiempo? ―Mis labios recorren su mejilla, bajan por su mandíbula y llegan a mi pequeño lugar favorito que encontré debajo de su oreja. Descubrí que también es uno de sus lugares favoritos, y el sonido que hace confirma mis teorías.
―Estoy pensando que sí.
Me detengo y hago que me mire, sosteniendo su rostro entre mis manos.
―No tienes otra opción. Honestamente, no creo que sepa vivir sin ti ―confieso esto con toda seriedad, las últimas dos semanas que pasamos juntos y las tres semanas anteriores a eso aparecen en mi mente.
―Chicago suena muy bien, Edward.
Paso mis dedos arriba abajo por su espalda, creando rítmicamente un patrón que lentamente nos lleva hasta el borde del sueño.
―Es casi perfecto. ―Dejo de hablar allí, sabiendo que Bella tiene la única pieza que falta para hacer de Chicago mi propio paraíso en la tierra. No lo digo porque ahora mismo este es nuestro cielo, y temo que si no escucho la respuesta que quiero escuchar, entonces este pequeño mundo de sueños que hemos creado de la noche a la mañana se hará añicos y sé que no estoy preparado para afrontar las consecuencias.
Estamos a punto de quedarnos dormidos nuevamente cuando ella habla de nuevo.
―¿Quieres escuchar una historia?
―Siempre.
Cerramos los ojos de nuevo y nos acomodamos el uno en el otro.
―No fue hace mucho, apenas en septiembre pasado. Era temprano y estaba remojando mis pies en el río detrás de nuestra pequeña cabaña en Islamorada. Acababa de regresar de mi carrera… ―comienza Bella.
―¿Qué tan temprano?
―Hay que ir muy temprano para combatir el calor. De todos modos, estaba refrescándome en el río, sin pensar en nada, en realidad, y entonces el sol empezó a salir. Mis amigos estaban dentro todavía durmiendo, nuestros vecinos al otro lado del río probablemente acababan de irse a dormir, así que estaba sola.
―Eso suena pacífico.
―Lo era. Solitario también. Allí estaba yo, contemplando lo que sin duda fue el amanecer más hermoso que jamás haya visto, y no había nadie allí para disfrutarlo conmigo. Claro, podría haber corrido dentro y decirles a todos que se despertaran, pero me hubiera perdido el momento.
―¿Es por eso que decidiste volver a casa?
Ella asiente.
―En parte. Me encantaba estar lejos de casa, lejos de las sombras de Forks. Amaba mi libertad y poder hacer las cosas en mis propios términos, pero supongo que inconscientemente sabía que era el momento.
―En realidad, te tengo envidia. ―Me río suavemente y ella se gira en mis brazos para mirarme.
―¿Envidia? ¿De qué?
Me siento derecho en la silla y la cubro con la manta desde los hombros hasta el cuello.
―Me fui de aquí cuando tenía dieciocho años y me he estado rompiendo el trasero desde entonces. Cuatro años de licenciatura, dos años de maestría, otros dos años de construir una clientela, y eso fue antes de que siquiera pensara en comenzar mi propio negocio. Si pensaba que había trabajado duro antes de eso, no tenía idea de lo que me esperaba.
―Pero mírate ahora.
―Sí, mírame ahora. Todos esos años y ni una sola vez me detuve a disfrutar de un atardecer o un amanecer. Antes de ayer, honestamente no habría podido decirte la última vez que fui a patinar sobre hielo u horneé galletas navideñas o ayudé a mis padres y a mi hermana a envolver regalos para otras personas. Pero tú lo hiciste, Bella. Fuiste capaz de ralentizar el mundo por un tiempo, y Dios sabe que a todos nos vendría bien un poco de eso en el mundo en el que vivimos hoy.
Ella se queda pensativa por un segundo.
―Sí, nunca me arrepentiré de mis experiencias y siempre estaré agradecida por tener gente que me apoya en mi vida, pero no hagas que parezca que lo que has hecho en los últimos años tampoco es admirable. Tienes treinta años y has logrado crear un negocio exitoso desde cero sin la ayuda de nadie más que de ti mismo.
―No necesariamente yo. Creo que me estaría ahogando si no fuera por Shelly.
―¿Tu secretaria?
―Sí, pero es más que eso. Shelly asumió un papel que ni siquiera sabía que necesitaba. Es mi animadora número uno allá. Fue ella quien me dijo que me arriesgara contigo.
Ella sonríe ampliamente antes de asentir lentamente con la cabeza en agradecimiento.
―Se lo debo. A lo grande.
―Los dos se lo debemos. No sé cómo me aguantó en las semanas entre Acción de Gracias y Navidad. Fui insoportable. Todo es culpa tuya.
Reímos.
―Pero míranos ahora. La trotamundos y el adicto al trabajo. No cambiaría nada.
―Yo lo haría. Pero sólo una cosa. ―Ella me mira con curiosidad.
―Volvamos a la cama antes de que nos congelemos aquí.
Por mucho que intentamos retrasar lo inevitable, terminamos dejando nuestro perfecto y feliz santuario un poco después del mediodía, deteniéndonos para almorzar en la ciudad antes de regresar a casa. Probablemente todos nos darán mierda por no haber regresado anoche, pero cuando llegamos al camino de entrada, no nos importa nada ni nadie fuera de nuestra pequeña burbuja.
Odio dejarla, aunque sea por un segundo, pero supongo que un cambio de ropa es una necesidad, considerando que no habíamos planeado pasar la noche y no tuvimos más remedio que volver a ponernos la ropa de la noche anterior. Nos despedimos sabiendo que volveremos a estar juntos tan pronto como el mundo real lo permita.
La casa está vacía cuando entro, mis padres están en el trabajo y Alice en su casa. No pasa mucho tiempo antes de que me ponga una sudadera, me deslice en mi cama y me duerma profundamente.
xxxx
― ¿Todavía volverás el martes? ―Tengo el teléfono apoyado contra mi oreja mientras doblo lo último de mi ropa sucia y la coloco en mi maleta. Asiento como si Shelly pudiera verme.
―Sí. Estaré de vuelta en la oficina temprano el miércoles por la mañana.
―Eso me hace muy feliz. ―Puedo escuchar su emoción goteando a través del teléfono.
Me río y alcanzo otro montón de ropa.
―Oh, vamos. Has tenido dos semanas libres. Estoy seguro de que ya estás aburrida.
―¿Aburrida? ¿Llamas aburrido descansar en una silla de playa en un clima de veinticinco grados?
Sacudo la cabeza.
―Supongo que no. Aunque no lo sé; hemos estado cubiertos de nieve aquí durante más de una semana.
La oigo silbar al otro lado de la línea.
―Mejor tú que yo, cariño. Estoy segura de que también hay un montón de nieve esperándonos en casa. ―Como si hacer mi maleta no fuera lo suficientemente deprimente, la realidad me golpea más profundamente con cada segundo mientras imagino las calles de la ciudad cubiertas de lodo gris.
―Lo más probable. Era una tormenta bastante fuerte la que se estaba abriendo paso por todo el país.
Shelly se ríe.
―Apuesto a que sé cómo ocupaste tu tiempo.
Y como siempre, Shelly Cope tendría razón. Bella y yo encontramos muchas maneras de ocupar nuestro tiempo durante la semana pasada desde nuestra primera cita, y no estaba dispuesto a compartir ninguna con Shelly. Creo que incluso ella se sonrojaría por la forma en que pasamos ese tiempo.
En algún momento durante los últimos días, Bella incluso se preguntó si siempre sería así, siempre tan consumidor y a veces abrumador. Todo lo que pude decir, mientras ella yacía debajo de mí en la oscuridad con solo la luz de la luna guiando nuestro camino, fue que esperaba que sí.
―Todo gracias a ti, Shelly. ―Me río y miro alrededor de mi habitación, asegurándome de no haber olvidado nada. Mañana es mi último día aquí en Forks antes de partir temprano a la mañana siguiente para tomar mi vuelo de regreso a casa. Ya he decidido cómo quiero pasar mi último día aquí y no es empacando, así que lo haré ahora para poder empaparme de todo Forks mañana.
―¿Yo? ¿Qué hice? ―Shelly pregunta sorprendida.
―Me diste un empujón cuando dudaba de mí mismo. Nunca hubo un momento en mi vida en el que no pudiera acudir a mis padres o mi hermana o Emmett para pedir consejo, hasta hace unas semanas, y viste lo que eso me estaba haciendo. ―Me giro ante el sonido de mi puerta abriéndose y Bella me da una pequeña sonrisa cuando me ve hablando por teléfono. Una ola de emoción me inunda y hago una pausa antes de cerrar los ojos y terminar mi discurso para Shelly―. Lo aprecio más de lo que crees ―le digo y veo a Bella bajar las mantas y buscar el control remoto. Apuesto a que ya está decidiendo qué veremos en Netflix esta noche.
―Oh, querido Dios. ¡Esta chica te ha ablandado! Necesito conocerla.
Me río.
―A ella también le encantaría conocerte.
―Aunque Bella tendría que venir aquí. No voy a dejar un lugar frío para ir a otro lugar más frío.
―Creo que podemos hacer que eso suceda. ―Sé que podemos.
―Me gusta este nuevo Edward. Y siendo la víspera de Año Nuevo, el momento no podría ser más perfecto.
―Sí, sí. Feliz Año Nuevo, Shelly. Y gracias.
―De nada, Edward. Feliz Año Nuevo.
Colgamos y tiro mi teléfono sobre mi mesa de noche, cerrando la cremallera de mi maleta antes de unirme a Bella bajo las sábanas. Nuestros padres no dijeron nada, o tal vez lo hicieron, pero estábamos demasiado distraídos para darnos cuenta, cuando Bella comenzó a quedarse conmigo hace unas noches. Supongo que tener una base familiar de veinticinco años realmente ayuda mucho.
―¿Era Shelly? ―Bella pregunta una vez que finalmente alejo mis labios de los de ella.
Asiento.
―Sí, solo estoy poniendo las cosas en orden para el trabajo. No puedo creer que sea casi hora de empezar a trabajar de nuevo.
―Estas dos semanas han pasado muy rápido ―gime.
―Y las semanas previas a mi regreso a casa transcurrieron tan lentamente que pensé que estábamos retrocediendo.
―Tenemos que acostumbrarnos, supongo. Estar yo aquí y tú allá.
―Lo sé. Pero no hablemos de eso ahora, ¿está bien? Sólo tenemos unas pocas horas hasta que Emmett comience a encender sus fuegos artificiales y quiero que cada momento cuente.
La noche es joven y todos se están preparando para salir al patio trasero alrededor de la hoguera. Es otra tradición que comenzó mucho antes de que yo pudiera recordar, pero cada año Emmett enciende su arsenal de fuegos artificiales tan pronto como llega el baile de Año Nuevo. Lo único en lo que puedo pensar mientras tengo a Bella en mis brazos es en cómo el próximo año se perfila como el mejor año hasta ahora.
Y en este momento no tengo detalles. O respuestas. No sé si ella estará conmigo en Chicago o si estaré aquí con ella en Forks, pero una cosa es segura, y es que nada, ni siquiera la distancia, me mantendrá alejado de ella.
Hay un golpe en la puerta una hora antes de la medianoche y sé por lo desagradable del golpe en sí que sólo puede ser Emmett.
―¿Están decentes? Voy a entrar.
Para suerte de Emmett, lo estamos, y unos segundos después entra bailando a mi habitación con un par de anteojos dorados con los números del nuevo año en la cara y un sombrero que es aproximadamente dos tallas más grande en su cabeza.
―Aquí ―dice, y nos arroja un par de matracas y petardos sobre la cama―. Casi es la hora.
―Ya bajamos ―Bella se ríe y se estira una vez más antes de deslizarse fuera de mis mantas. A pesar de que el fuego arde debajo de nosotros, todavía hace frío, así que nos vestimos con varias capas y tomamos una manta del pasillo de abajo antes de salir. Las bebidas fluyen y el ambiente es esperanzador y animado. Miro a todos a mi alrededor: mis padres y los Swan riéndose desde sus sillas frente al fuego, Emmett ocupado preparando su espectáculo de fuegos artificiales con Rose detrás de él gritando por su estupidez, Alice en una silla al otro lado del fuego. Hablando con un chico con cabello rubio corto y rizado, creo que dijo que se llama Jasper. No estoy seguro, pero sonrío porque reconozco la expresión de sus rostros, una mirada que nunca habría conocido si no fuera por la Noche de Tarta. Ahora la mirada nunca abandona mi cara, ni la de ella; es un rostro que muestra comodidad. Confianza. Lealtad.
Amor.
Acercamos algunas sillas y nos reunimos con todos junto al fuego, todos juntos para brindar por el año que viene. Emmett y Rose han fijado una fecha de boda para julio, y Renee y mi madre ya están discutiendo cosas como invitaciones, etiqueta y vestidos y, en algún momento, lo dejo todo y me concentro en el mejor regalo que la magia navideña, diablos, este año, podría alguna vez haberme dado.
Mi Bella.
Como si pudiera leer mis pensamientos, se gira hacia mí y el reflejo de las llamas danza en su rostro. Ella también encontró un par de esos lentes, y se ve tan ridícula, feliz y real, así que tal vez esa sea la razón por la que lo digo.
―Sabes que te amo, ¿verdad?
No es la forma en que pensé que le diría esto ―pero debajo de las gafas, y Emmett y Rose discutiendo de nuevo sobre Emmett disparándose en un ojo como ese tipo de nuestra liga de billar, y Alice y Jasper hablando allí en esa silla de jardín como si no hubiera un mañana― veo toda mi vida y veo a toda esta gente loca y estúpida a la que llamo familia también.
Ella asiente y se ríe, sacudiendo la cabeza lentamente.
―Sólo porque te amo igual, o más.
No le doy la oportunidad de decir nada más porque estoy demasiado ocupado besando sus labios y su cara, y ni siquiera me importa que toda nuestra familia esté aquí para verlo. Ella chilla y se ríe a carcajadas y me detengo para recuperar el aliento, presionando mi frente contra la de ella.
―Realmente no creo que eso sea posible.
―¡Dick Clarke acaba de comenzar la cuenta regresiva! ―Emmett grita, todos detenemos nuestras conversaciones para levantarnos y unirnos a él alrededor de su exhibición.
―Dick Clarke ha estado muerto durante años, hombre ―informa el chico que creo que es Jasper, y me lanza una mirada que automáticamente lo convierte en mi nuevo mejor amigo.
―Está bien, Ryan Seacrest, lo que sea. ¡10! ¡9! ¡8…!
No recuerdo cuando Bella y yo dejamos de contar con el resto de ellos, pero sí sé que es a ella a quien beso a medianoche. Por siempre ella será mi beso de medianoche, mi vaso de agua en el desierto, mi amanecer.
―Sabes que dicen que con quién recibes el Año Nuevo es con quién lo pasarás ―comenta Bella una vez que nos separamos. Sus brazos todavía están alrededor de mi cuello y mis brazos están alrededor de su cintura―. Por eso he decidido ir a Chicago contigo.
―¿Es en serio? ―Apenas puedo contener mi felicidad, mi voz amenaza con dar paso a pura emoción. Estoy a punto de elevarme hacia el cielo, mucho más alto y más fuerte que los malditos fuegos artificiales de Emmett.
Bella asiente.
―Me temo que sí. Cuando te dije que estabas atrapado conmigo, lo decía en serio.
―Bueno, hay algunas cosas que considerar primero ―respondo.
―¿Como cuáles? ―Puedo escuchar la sonrisa en su voz.
―Primero. Me han dicho que ronco. ―Empiezo a marcar las razones con los dedos. Ella sacude la cabeza y se burla ruidosamente, descartándolo con un gesto de la mano.
―Jugué fútbol durante años cuando era niña. Así que cuando te patee porque tus ronquidos me mantienen despierta, será una patada feroz. ¿Cuál es la segunda?
―Segundo. Vas a tener que llenar una cuota mensual horneándome algunas tartas de queso y calabaza. Y definitivamente implicará que uses uno de esos sexis delantales y nada más.
Después de una pequeña pausa, Bella exhala ruidosamente y me mira.
―Está bien, lo he considerado ―dice.
La miro inquisitivamente, con una ceja levantada en lo alto de mi frente.
―¿Y? ¿Cuál es el consenso final?
―Compré uno de esos delantales para nosotros la mañana después de la Noche de Tarta.
Y con los fuegos artificiales de Emmett en lo alto del cielo y ruidosos en la noche, la atraigo hacia mí y la hago girar en el aire, nuestros besos son ligeros y llenos de amor y, muy probablemente, un poco de magia.
FIN.
Bueno, llegamos al final de esta dulce historia navideña, espero que les haya gustado tanto como a mí.
Por favor, no olviden dejar su review en la historia original, agradeciéndole a la autora por autorizar la traducción. El enlace está en mi perfil, y hay más opciones de review en el grupo, aquí les dejo una:
"Thank you so much for allowing Sarai the translation of this sweet and magic story. It's perfect for this magic season. Greetings from (su país de origen)"
