Hola de nuevo, chicas!

Lo prometido es deuda, aquí estoy de nuevo. Y lo primero, daros las gracias, tanto por los comentarios como por los mensajes privados que me habéis enviado, saludándome de nuevo. Ha sido emocionante volver a leer nombres que, os prometo, no había olvidado.

No me ha dado tiempo a responder a todos, ya podéis perdonar. Aprovecho para responder a una pregunta que se repite en muchos privados, acerca de las otras historias que están en proceso. De momento, nos vamos a centrar en el divo y la calabacita. Luego, ya veremos.

Bueno, vamos a ver qué pasa con Sam y esa bomba de humo que ha hecho… espero que lo disfrutéis.

Nos leemos abajo ;)

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DISCLAIMER: los personajes son propiedad de la estimada señora Meyer, yo sólo juego con ellos. Personajes que no pertenecen a la saga, cosecha propia.

Excepto Forks, lugares y localizaciones reales.

Canción del capítulo: "Real love" de Bon Jovi.

www. youtube/WBq8L55VSAs

*Os dejó el enlace de la canción del capítulo anterior, que se me había olvidado, por si queréis escucharla.

www. youtube/yVRFmqoo2lY

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Capítulo 30: Al borde del abismo

"A continuación, vamos a contaros el último suceso acaecido en el concierto de nuestros chicos rockeros, los Slave Heart, en Helsinki. Al parecer, las malas lenguas dicen que Sam, el bajista, abandonó el show de forma repentina, dejando plantados a sus compañeros y a las casi treinta mil personas que se encontraban en el Estadio Olímpico de dicha ciudad, disfrutando del espectáculo".

Nessie, Bella y Alice miraban atentas a la enorme televisión de plasma, en el salón de la casa de los Whitlock, y el programa de cotilleos que tenían puesto en el canal E!. La noticia de la espantada de Sam había corrido como la pólvora, lo que, junto a las dichosas fotografías de Emily y su misterioso acompañante, hacía que el asunto, para fastidio y cabreo de todos, estuviera en primera plana todos los santos días.

Habían regresado el miércoles de madrugada a Los Ángeles, y hasta ese mismo momento, viernes al mediodía, ningún miembro de la banda y de las chicas sabía absolutamente nada del bajista. Cuando terminó a duras penas el concierto de Helsinki, con Sam debidamente sustituido de nuevo por un Paul tenso y hecho un manojo de nervios, llegaron al hotel y se encontraron con que el bajista había hecho las maletas, y estaba esperando un coche para dirigirse al aeropuerto.

Edward y su primo intentaron pararle los pies, pero obcecado como estaba, no quiso ni oír hablar del tema, apartando incluso a Emmett de malas maneras de su camino. Lo único que les dijo es que no le esperaran ni en Rotterdam ni Basilea, y que regresaba a casa. A partir de ese momento, todos los intentos de los integrantes de la banda y de Alice por ponerse en contacto con él, no dieron resultado alguno.

En ambas ciudades europeas salieron del paso como pudieron, y los conciertos se desarrollaron con una cierta normalidad, con Paul al bajo, y poniendo la excusa de que Sam estaba enfermo cuando les preguntaban por él. Ayer mismo, jueves, en una reunión que tanto las chicas como el grupo mantuvieron en el estudio, Jake les puso al corriente de la situación. Sam sólo se había puesto en contacto con su tío Billy, padre de Jake, para decirle que se iba unos días fuera de la ciudad, y que no se preocuparan por él.

"-Desde luego, la cosa está que arde-" uno de los comentaristas del programa exclamó -"mis fuentes me confirman que, ni siquiera, se encuentra en el estado de California".

"Esas fotos de su mujer… o ya ex mujer, porque aunque mandaron un comunicado, no tenemos aún confirmación oficial de su actual estado civil, han debido sentarle como un jarro de agua fría"- tomó la palabra ahora otra de las tertulianas, recordando el anuncio de la separación temporal que mandó Alice -"y mis fuentes me cuentan, incluso, que es muy probable que no se reincorpore a la gira".

-"Tampoco es probable que vaya estar en la rueda de prensa del próximo lunes"- habló de nuevo el primero.

-¿Pero de qué fuentes están hablando?- bufaba Alice una y otra vez, pasándose una mano por su ya nada invisible vientre de embarazada.

-Parecen que saben más que nosotros mismos- musitó Bella -y todo el mundillo rosa sabe que tiene que acudir a ti para ese tipo de cuestiones, o a Nessie.

-Toda esta gente tiene compinches y topos esparcidos por todos los lados- negó la pelirroja con la cabeza -muchos, previo paso por caja. En lo único que han acertado es en el punto de que no se encuentra en Los Ángeles.

-¿Y eso, de quién habrá salido?- exclamó Alice, conteniendo una mueca de enfado -supuestamente, sólo llamó a Billy- les recordó.

-Eso, el chivatazo acerca de Cayo Van Harden a nuestro querido jefe, las fotos de Emily…- enumeró la castaña -¿no os parece mucha casualidad?- lo del concierto de Helsinki se iba saber, obviamente, pero lo otro…- dejó la frase inconclusa.

-Demasiada- le dio la razón Nessie -creo que se acumula el trabajo- replicó, frotándose las manos -por el momento, el lunes he quedado con una chica que conozco, que trabaja en la redacción de "People"; a ver si consigo sonsacarle de dónde, o a quién, compraron las fotos de Emily y el señor misterioso.

-A ver si tienes suerte. Cuando salió la noticia de Emily en este mismo canal, les llamé para preguntar y nadie supo decirme nada- añadió Alice. El lunes tenían la rueda de prensa en la sede de la discográfica, y a lo largo de toda la semana varias entrevistas para medios escritos, radio y televisión, y tenían que encarar todos estos compromisos sin la presencia de Sam.

La promoción del recopilatorio comenzaba de manera oficial. El contenido del disco ya se había mandado a las principales emisoras de radio, plataformas digitales y canales musicales. "Bed of roses" y "Lie to me "empezarían a sonar en la radio a partir del lunes a las tres del mediodía, unas horas después de la rueda de prensa. El repertorio entero, junto con los CD físicos, estaría disponible en tiendas y plataformas para descargar y escuchar el martes, a las ocho en punto de la mañana.

Dados los últimos acontecimientos, Alice y Reneesme quedaron en que la pelirroja indagaría las últimas polémicas, mientras que Alice y Bella irían a las ruedas de prensa y al periplo de platós en las semanas que tenían por delante. La castaña estaba agradecida de no tener que salir del continente en más de un mes; era increíble todas las ciudades que estaba conociendo, pero los viajes pasaban factura; en verdad, todos se merecían dormir en la misma cama quince días seguidos, por así decirlo.

Decidieron apagar el televisor; estaban hartas del tema, y de escuchar a la gente dar palos de ciego. El teléfono del estudio no dejaba de sonar, pero los chicos y, sobre todo Alice, preferían no pronunciarse acerca del tema hasta que no supieran algo con certeza, así que, de momento, no iba a ver declaración alguna. Y dentro de exactamente, siete días, se reunían con un bastante enfadado Aro. Si las relaciones ya estaban tensas por la renovación del contrato, los últimos acontecimientos no ayudaban en absoluto. Justo en ese momento, entraron los chicos por la puerta; habían estado reunidos en el cubículo de grabación, coloquialmente conocido como la cueva, intentando encontrar una solución.

-¿Qué tal, chicas?- Jasper tomó asiento al lado de su mujer, que apoyó su cabeza en su hombro, suspirando cansada.

-Agotada- suspiró la morena -por primera vez en muchos años, admito que no sé qué hacer; nunca nos habíamos enfrentado a una situación así.

-¿Pero qué mosca le ha picado?- masculló Edward, sentado al lado de su novia -es que, por más que lo intento, no lo entiendo. Sam es uno de los más cabales de todos nosotros.

-Todos hemos pasado situaciones personales jodidas y complicadas- añadió el batería, sentado en un sillón individual frente al resto -pero nunca se nos ha pasado por la cabeza a ninguno largarnos sin más, y mucho menos, en pleno concierto.

-Aro va a fusilarnos, ¿no?- interrogó Jasper de manera general.

-Por supuesto, no le ha hecho ni pizca de gracia- habló ahora Nessie.

-No os podéis hacer una idea del discurso que nos ha dado por video conferencia- siguió contando Bella, ya que el magnate musical se encontraba de viaje, con su última conquista, en las playas de Barbados, y ni siquiera iba a aparecer por la rueda de prensa del lunes -dice que su discográfica no puede tolerar que la gente vaya a ver a uno de sus grupos estrella a un concierto, y que a uno de sus miembros le dé por hacer lo que le salga de las pelotas, repito palabras textuales- aclaró, alzando las manos.

-Y, en parte, tiene razón- ahora el que habló fue el guitarrista -la gente paga por ver a los que supone son sus ídolos; para simplemente escuchar las canciones, te sale más económico quedarte en tu casa, sentado y cómodo en tu sofá- Bella afirmó para sus adentros; había varios rangos de precios, por supuesto, pero sacar localidades preferentes costaba una suma ya considerable -es como si, de repente un día, a Edward no le apetece ir, y ponemos a un sustituto a cantar. La gente se quedaría chafada.

-Obviamente, hay excepciones; no es lo mismo ponerte un día enfermo, o que haya una emergencia familiar; pero normalmente, son situaciones que se saben de antemano. Se reprograma el concierto, en el caso de que fuera Edward; o si es alguno de nosotros- explicaba Jasper a Nessie y la castaña -ya sabéis que están los chicos.

-Soy insustituible- bromeó el cobrizo, con una mueca sugerente, y ganándose un manotazo suave en el hombro por parte de su chica.

-¿Ha ocurrido eso, alguna vez?- le preguntó a su novio.

-Una única vez- le sacó de dudas.

-Fue en una de nuestras primeras giras- siguió el batería -pillaste una laringitis que te dejó afónico varios días- le recordó.

-Cierto; hubo que posponer la fecha de un concierto- recordó Edward -pero aparte de esa vez, nunca.

-¿Os habéis puesto en la situación, de que Sam no quiera retomar la gira?- habló ahora Alice, de forma precavida.

-No quiero ni pensarlo- siseó su primo -pero todo puede ocurrir.

-Si eso llegara a pasar…- Bella meditó la frase unos segundos -¿se quedaría Paul en el puesto?

-Es la mejor opción, cariño- contestó su novio, acariciando levemente el dorso de su mano con el dedo pulgar -es cierto que tiene poca experiencia para encadenar tantos conciertos seguidos; pero la ventaja es que se sabe perfectamente los arreglos de nuestras canciones.

-Eso si Aro lo aprueba- añadió Jasper -y creo que, en estos momentos, estamos en su lista de personas non gratas; imaginaos que nos dice que él prefiere un bajista profesional, con más experiencias en giras y en directos.

-¿Creéis que la cosa llegará a ese extremo?- preguntó en general Jake, cruzándose de brazos.

-El viernes saldremos de dudas- tomó ahora la palabra Alice -si en estos días no sabemos nada de Sam, habrá que empezar a considerar opciones para ofrecerle a Aro.

Bella escuchaba en silencio, cómodamente apoyada en su novio. Rezaba para sus adentros que la propuesta económica en la que Alice y ella habían estado trabajando, ablandara un poco a su excéntrico jefe. Todo estaba ya redactado, y la rueda de prensa del lunes perfectamente preparada; en verdad, necesitaban el fin de semana libre, para relajarse y descansar. Bella esperaba que estos estos días fueran tranquilos y sin sobresaltos, con Edward y la niña. Su maleta ya estaba en casa del cantante, de modo que, en principio, hasta el lunes por la tarde no regresaba a su apartamento.

-¿A qué hora habéis quedado con Rosalie?- preguntó Edward; las chicas se iban a almorzar con la modelo, para después hacer una visita a la peluquería e ir a hacerse la manicura. Cuando terminaran, Edward pasaría a buscarla para, sobre la siete de la tarde, ir a recoger a Amy a casa de su exmujer. Su calabacita al principio tenía sus reservas, pero el cantante le insistió en que no pasaba nada porque fuera ella también.

-En una media hora, más o menos- le dijo, mirando la hora en su teléfono móvil -deberíamos irnos- avisó a Alice y Nessie -¿qué vais a hacer vosotros?- indagó, mirando a su novio.

-Quedarnos a comer aquí; alguien tiene que ocuparse de nosotros- bromeó.

-Haré unas suculentas costillas texanas para comer- respondió Jasper, ignorando la sonrisa triunfal del guitarrista -y luego ya veremos.

-Yo acudiré con Edward, para recoger a Rosie, y de allí nos iremos a casa. Ella lleva su coche, así que me viene bien.

-Yo te puedo acercar luego- le ofreció Nessie a Alice, ya que las tres se iban en el coche de la pelirroja.

-Te lo agradezco- respondió la pequeña duende -así Jasper puede quedarse en casa con los niños; María ya los habrá traído del colegio a esas horas.

Las chicas se levantaron, cogiendo sus bolsos y despidiéndose de los chicos, para pasar una sobremesa femenina y relajarse un poco.

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Sobre las cinco y media de la tarde, las cuatro jóvenes salían del salón de manicura. Rosalie las esperó en un céntrico bistró, muy cerca de Rodeo Drive y otras calles comerciales. Disfrutaron de un almuerzo tranquilo, aunque era muy complicado no sacar a la palestra el tema de Emily, y por supuesto hablaron de ello. La modelo no podía creer el rumbo que habían tomado los acontecimientos, y junto con el resto, estaba inquieta por la situación y el añadido asunto de la fuga del bajista.

Una vez se despidieron de Nessie y Alice; Bella sacó tu teléfono, para avisar a Edward y Emmett. Quedaron en una cafetería, muy cerca de dónde se encontraban, en unos minutos. Cómodamente instaladas en las mesas exteriores, apenas les sirvieron los cafés cuando aparecieron los chicos.

-¿Cómo ha ido el día?- interrogó el cantante a su novia, después de dar un pequeño abrazo a Rosalie y de besarla a ella -veo que bien; estás muy guapa- le dijo con una sonrisa. Bella había decidido ponerse un poco decente para el periplo periodístico que tenían por delante -¿te lo has cortado un poco, no?- sondeó éste, pasando sus dedos por su característica melena castaña. Aunque el color seguía siendo el mismo, su melena había encogido ligeramente; ahora lo llevaba un palmo por debajo de sus hombros, y cortado a capas, ya que los mechones que rodeaban su cara eran un poco más cortos, aunque los suaves rizos finales seguían en el mismo sitio.

-Lo necesitaba, ya lo tenía muy largo y estropeado- suspiró su novia. El cobrizo sonrió, a la vez que le tomaba de la mano y observaba sus dedos; la sesión de manicura también había ido bien, ya que habían respetado sus deseos. Las seguía llevando cortas, llegando justo al final de la yema de los dedos, aunque limadas y pulidas.

-No te las has pintado- objetó, jugando con el anillo de plata que le había comprado meses atrás en los puestos de Santa Mónica.

-Sí que las lleva pintadas- le explicó ahora la modelo, revolviendo su café -solo que, es un color natural, con un poco de brillo.

-Pues vaya, para eso te las podían hacer dejado cómo estaban- replicó el batería, mirando las uñas rojo pasión que llevaba su novia.

-A mí me gustan así- rebatió la castaña, antes de dar un sorbo a su delicioso cappuccino, y ahogando una carcajada por la cara que la modelo le dedicó a Emmett.

-Ni caso- rodó los ojos Edward -con lo que tú estés cómoda- musitó en voz baja, dejando un pequeño beso en el dorso de su mano -¿desde cuándo entiendes tanto de moda femenina?- le picó malicioso, sacando el paquete de tabaco.

-Cuando tienes un estupendo y gay cuñado, algo se pega- replicó satisfecho éste, imitando la acción de su compañero.

-Al menos, él se ha dado cuenta de su cambio de look- refutó Rosalie, negando con la cabeza, a la vez que le robaba un cigarrillo a su novio; Edward y su chica ahogaron la carcajada, ante el divertido reproche.

-Por supuesto que estás muy guapa, cielito- tragó saliva Emmett, ante la mirada mosqueada de la modelo -aunque no distingo nada de nada- se excusó, mirando a su novia de arriba abajo.

-Por esta vez, te lo perdono- suspiró Rosalie, dando una pequeña calada -simplemente me he retocado las mechas- le explicó -el martes tengo sesión de fotos, y ya sabes que no me lo puedo cortar demasiado, previa autorización de mi agente.

-¿No puedes?- arrugó el ceño Bella.

-Mi melena rubia es una de mis señas de identidad. Y si quiero un cambio radical, antes tengo que ver los próximos contratos que tengo por delante. Para los desfiles, las firmas de moda piden modelos con unas características específicas, según la colección que saquen ese año.

-Entiendo- contestó Bella. Al igual que antes no podía imaginar todo lo que conllevaba el mundo de la música, tampoco se imaginaba las miles de exigencias del mundo de la moda y de la alta costura -¿qué vais a hacer este fin de semana?- cambió radicalmente de tema.

-Mañana nos reunimos con mi hermano; tenemos que ir a ver los posibles lugares para la boda, y empezar a tomar decisiones- la pareja los escuchaba con atención; el primer sábado de junio se iba acercando en el calendario. Emmett suspiró con paciencia, ante la cara divertida de Edward.

-Flores, cátering, color de las servilletas…- enumeró el batería -no sé por qué tenemos que ir; ya sabes que a Demetri se le dan muy bien estas cosas; está en su salsa- se encogió de hombros, a la vez que exhalaba el humo del tabaco por la nariz.

-Parece mentira que no le conozcas- siseó Rosalie -si le damos carta blanca, es capaz de plantarnos un estanque con cisnes blancos- Edward y Bella se reían de lo lindo, divertidos ante la cara de circunstancias del batería.

-Vale, te compro el argumento- exclamó, rodando los ojos -¿y vosotros, chicos?- les tocó ahora el turno al cantante y su novia.

-Casa y relax con Amy- les aclaró Edward.

-¿Cómo está mi pequeña sobrina postiza?- sonrió la modelo mientras preguntaba.

-Bien- contestó Edward, dando un sorbo a su café -deseando vernos- sonrió, acordándose de su hija en su mente.

-Lógico- contestó Emmett -¿cómo se presentan las vacaciones de primavera?; Jasper ya nos ha contado en el estudio que se van con los pequeños samuráis al rancho de Dallas- Edward fijó la vista en su novia, que le dio una pequeña sonrisa, antes de contestar ella misma.

-Nos vamos a Forks, con la niña. Y Baxter.

-Genial- exclamó la modelo, pero Emmett no pudo contener la carcajada -nosotros nos quedamos aquí, necesitamos aprovechar estos días que no tenéis conciertos.

-¿Vas a conocer al suegro, verdad Eddie?

-No me llames Eddie- siseó molesto, para después seguir hablando -pero sí, voy a conocer a sus padres- miró a Bella, para después seguir hablando, pero su compañero lo cortó.

-Puede que debáis pedir cita con Demetri, una vez se le acabe la diversión de nuestra boda- la cara de Bella no tenía precio, ni la de Edward, mientras que su novia lo miraba con fastidio -Rosie, te apuesto doscientos pavos a que, en un año, están casados… máximo año y medio- refutó, pagado de sí mismo.

-Y yo te recuerdo, cariño- el tono de su novia era de seria advertencia -primero, que nunca apuesto contra ti; y segundo, creo que es una decisión en la que no debemos opinar.

-Gracias, amiga- arqueó una ceja Bella, mirando de hito en hito al batería -todo a su tiempo, Em.

-Exacto- le dio la razón el cantante.

-Eh- levantó las manos, en un gesto por apaciguar los ánimos -yo estaría feliz con la noticia, y con la celebración- les aclaró -suelo alegrarme por mis amigos; no te enfades, chica Rock.

-Lo sé- apretó su hombro Edward -pero como dice mi chica- miró a su calabacita -todo a su tiempo- volvió a repetir.

-Sé que es una broma, Em, tranquilo- negó Bella con la cabeza; en el fondo, era muy difícil enfadarse con Emmett, era uno de los más bromistas y alegres del grupo.

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Continuaron en la cafetería un rato más, hasta que llegó la hora de ir a buscar a Amy. Después de despedirse y de que cada pareja fuera a buscar sus respectivos coches, Edward y Bella pusieron rumbo a Bel-Air, zona residencial en la que vivían Tanya y su actual marido, para recoger a la pequeña.

Edward miraba de reojo a su calabacita, que observaba con atención las pocas mansiones que no estaban escondidas por muros y frondosos setos. Sabía que Bella necesitaba una tarde de chicas, y estaba contento de verla relajada. Se llevaba muy bien con Alice y Nessie, pero Rosalie se había convertido en su mejor confidente aquí. Aunque no dejaba de hablar con Ángela, por supuesto, no era lo mismo desahogarse vía telefónica que en persona; y en el fondo, se alegraba de que Bella tuviera un apoyo como Rose.

-¿Impresionada?- llamó el cantante su atención; ésta volvió sus ojos hacía él, admitía que el nuevo look le quedaba muy bien.

-Vaya casoplones- exclamó de manera divertida -muchas me recuerdan a las típicas casas sureñas; blancas, con columnas…- enumeró.

-El estilo es más clásico que dónde vivo yo- le dio la razón Edward -aunque aquí hay casas que son una maravilla, con muchos años de historia...- hizo una pequeña pausa -la pega es que no es zona costera.

-Es verdad- respondió Bella -me encanta tomarme el café en esa terraza que tienes, con el océano de fondo- Edward sonreía mientras la escuchaba hablar. Tomó su mano, helada como siempre, entrelazando sus dedos de manera suave -¿estás seguro de que a Tanya no le importa que venga contigo a buscarla?

-Para nada- contestó con seguridad -de hecho, ella me lo pidió.

-¿De verdad?- preguntó de vuelta la castaña, sorprendida por esa revelación.

-En el fondo, yo me lo esperaba, tarde o temprano- se encogió de hombros Edward -quiero decir, pasas mucho tiempo con Amy. Y está bastante claro que nuestra relación es seria- la castaña sonrió -veo lógico que quiera conocerte, ya que formas parte de la vida de su hija. Puede que sea su particular manera de examinarte- la picó, guiñándole un ojo.

-Espero pasar el examen- musitó ahora una nerviosa Bella.

-Era una broma, cariño- la tranquilizó su chico -sabes que el aprobado más importante ya lo tienes- le guiñó un ojo -el de Amy y el mío.

-Eso ya lo sé- respondió, menos inquieta; aunque en su fuero interno, todavía le daba vueltas a la cuestión.

Apenas cinco minutos después, llegaron a la que fue la residencia de Edward durante su matrimonio con Tanya. Después de llamar al interfono, la verja se abrió, dando paso a una casa enorme, con un inmenso jardín delantero y una fuente redonda en medio. La imponente casa de fachada blanca y ostentosas columnas blancas, siguiendo la estética de la zona, se alzó ante los ojos de la castaña. El cobrizo paró el coche a pocos pasos de la pequeña escalinata, también blanca, que desembocaba en la puerta principal.

-Wow- exclamó Bella, mientras que se desabrochaba el cinturón.

-Demasiado pija y recargada- negó con la cabeza Edward, mirando al que, alguna vez fue su hogar -por eso compré la casa en la que ahora vivo.

-Admito que te pega más- le dio la razón.

-¿Preparada?- sondeó.

-Vamos.

Salieron del coche, para subir las pequeñas escaleras. A Edward no le dio tiempo a tocar el timbre, ya que la puerta principal se abrió de golpe, saliendo la niña corriendo y echándose en sus brazos.

-¡Papá, papá!- el cobrizo la alzó, y la niña se abrazó a él con fuerza.

-Pues sí que me has echado de menos- rio encantado su padre, para después llenarla de besos -¿cómo estás, cariño?

-Muy bien- respondió la niña, sonriendo -llevo esperándote un buen rato.

-Había quedado con mamá en que pasaría a las siete; mejor dicho, pasaríamos- la niña giró la cabeza, sin dejar de sonreír.

-¡Bella!- exclamó contenta. Edward la posó en el suelo, y la niña se abrazó a la cintura de su novia, que tuvo que agacharse para poder darle un beso en la mejilla -¡no sabía que ibas a venir tú también!

-¿Cómo estás, cielo?- la saludó; la niña la tomó de ambas manos, mientras no dejaba de parlotear.

-Muy bien- respondió de nuevo, sonriendo -¿recuerdas todo lo que te dije que teníamos que hacer?- la castaña asintió -pues además, me gustaría que fuéramos de compras, y también...

-Amy, déjala que respire un poco, acaba de llegar- la voz de Tanya hizo que la castaña elevara sus ojos. La ex mujer de su novio se había acercado también a la puerta, y las miraba con los brazos cruzados, pero con una expresión afable -hola, Bella. Creo que ya nos habíamos visto una vez- Tanya le tendió una mano, que Bella aceptó amablemente.

-Si, en casa de Jake, justo cuando empecé a trabajar para la discográfica- recordó ésta -es un placer verte de nuevo- contestó, de forma educada.

-Lo mismo digo; espero que mi hija no te vuelva loca- respondió; Bella pudo relajarse, ya que su tono era amable y cordial.

-En absoluto- se apresuró a aclarar la castaña -es un amor, y me encanta ayudarle con los deberes de matemáticas- recordó, con una pequeña sonrisa.

-Te lo agradezco; la verdad es que yo soy un desastre para esas cosas- admitió -¿por qué no vas a por la mochila con los libros?- se dirigió ahora a la niña, que no había soltado una de las manos de Bella. La pequeña asintió, para volver al interior de la casa.

-¿Tres maletas de ropa?- interrogó el cantante a su exmujer, con el ceño fruncido, mirando el equipaje posado en un lateral del recibidor -sabes que en mi casa tiene también.

-Eso quería comentarte- repuso Tanya.

-Si queréis hablar tranquilos, puedo esperar en el coche- sugirió Bella, pero la misma Tanya la contradijo.

-Tranquila, no es necesario- hizo una pequeña pausa, dirigiéndose ahora a Edward -sé que teníamos estipulado que la niña pase estas dos semanas en tu casa, y que la semana antes de las vacaciones la trajeras, ya que este año las pasa contigo.

-Sí- confirmó éste -¿por qué?

-Esa semana me ha surgido un viaje personal; y dado que la niña va a pasar, supongo que con los dos, las vacaciones de primavera, he pensado que podía quedarse esa semana también con vosotros- se explicó -y cuando volváis de las vacaciones, volvemos a los turnos normales.

-No hay ningún problema por eso- le confirmó Edward, rodeando la cintura de su novia, y feliz por tener a su hija una semana más.

-¿Seguro?- le preguntó su exmujer -sé que no tenéis conciertos hasta abril, pero no sé si os he chafado algún plan…- enumeró

-En absoluto- habló ahora Bella -estas dos siguientes semanas no salimos de Los Ángeles- le aclaró, repasando mentalmente la agenda del grupo. Los viajes a Nueva York y Chicago, para la promoción, eran la primera semana de abril, pasadas ya las vacaciones, justo antes de retomar la gira.

-El único viaje que tenemos programado antes de las vacaciones es la semana anterior, para grabar un programa de televisión en San Francisco; esa noche que pasaremos fuera, la niña se quedará con mis padres- siguió el relato Edward -si quieres hablar con ella, puedes llamar a su casa sin problemas.

-¿Y en las vacaciones, a dónde vais?- siguió interrogando Tanya -lo pregunto, simplemente, por la niña; por saber dónde va a estar.

-Vamos a Forks- la actriz arrugó el ceño -es el pueblo donde nací y crecí, cerca de Seattle. Vamos a visitar a mis padres.

-¿En serio?- ahora la que preguntó fue Amy, que ya estaba parada en el marco de la puerta, con la mochila del colegio a la espalda.

-Así es- le dijo su padre -¿qué te parece?

-Guay- respondió simplemente -¿y qué vamos a hacer con Baxter?

-Se viene con nosotros- le sacó de dudas la castaña -vamos a ir en coche- la pequeña sonrió, encantada con la idea -¿por qué no vamos acomodando la mochila?- Tanya estaba callada, procesando la información, y eso no le daba buena espina.

-Vale- respondió simplemente, encogiéndose de hombros.

Edward miraba a su exmujer, que observaba en silencio como su novia e hija iban charlando hacia el coche; el silencio de Tanya no le estaba gustando nada, pero podía hacer o decir lo que quisiera. Las vacaciones, ese año, eran suyas; y mientras su exmujer supiera donde estaba la niña, no podía prohibirle llevársela donde él decidiera. Solo necesitaba la autorización firmada de Tanya en el caso de que salieran al extranjero.

-¿Te parece bien?- sondeó con precaución. Cada mes, a través de sus abogados, se pasaban las agendas de trabajo, de modo que podían compaginar los turnos para estar con Amy. Le parecía raro esa semana extra que le había dado, pero si eso implicaba poder pasar más tiempo con su hija, no iba a decir nada.

-Por supuesto- le sacó de dudas, haciendo un gesto con las manos, quitándole importancia -simplemente me ha sorprendido que vayáis a ver a su familia.

-Bella extraña a sus padres; y creo que es lógico que quiera conocer a la familia de mi novia.

-Lo vuestro es muy serio, ¿verdad?

-Mucho- admitió el cantante- ella es muy importante para mí. Ya ves que se lleva muy bien con Amy.

-No deja de hablar de vosotros a todas horas- le dio la razón su exmujer -mientras la niña esté bien, el resto es cosa vuestra. En verdad, le agradezco a Bella que se porte tan bien con ella.

-La quiere mucho- sonrió el cantante, mirando como charlaban al lado del coche -bien; nos vamos. Llámala cuando quieras, tanto a mi móvil como a casa- tomando el resto del equipaje, Edward se dirigió al maletero, terminando de ordenar las bolsas. La niña se acercó a su madre, que se despidió de ella, pero entró de nuevo un momento a la casa, para salir dos minutos después.

-¿Te has dejado algo?- le preguntó su padre, mientras le abría la puerta y la niña pasaba al interior, acomodándose en el asiento elevador que todavía tenía que llevar.

-He ido a hacer pis- le explicó su pequeña, con una pequeña mueca.

Una vez montados los tres en el coche, y tras haberse despedido de Tanya con un movimiento de manos, pusieron rumbo hacia la casa del cantante, preparados para disfrutar del fin de semana.

-¿Hay algún problema?- inquirió Bella, nerviosa.

-Ninguno- le tranquilizó su novio, tomando su mano -no ha puesto pegas a las vacaciones, ni nada por el estilo; simplemente se ha sorprendido de que vayamos a ver a tu familia.

-¿Contento de tenerla una semana más?- interrogó con una pequeñe sonrisa.

-Feliz de estar con mis chicas juntas casi un mes seguido- le confirmó, sonriéndola de vuelta.

-¿Vas a quedarte con nosotros todos los días?- la pregunta de la niña hizo que la castaña se girara -porfi, Bella…- suplicó, con un pequeño puchero.

-Porfi, Bella…- imitó su padre, mirando a su novia con una de sus sonrisas inocentes.

-Me lo pensaré- les dijo a ambos, negando divertida con la cabeza -¿qué queréis cenar?- les preguntó, cambiando de tema.

-No sé lo que habrá dejado Carmen en la nevera- musitó el cantante.

-Pues yo tengo hambre- protestó la niña de forma graciosa.

-Y nadie ha dicho que no vayas a cenar, hija- rodó levemente los ojos su padre.

-¿Y si vamos directamente al local de Bob, y adelantamos la hamburguesa a esta noche, en vez de ir mañana?- sugirió la castaña -ya son casi las ocho, así ya vamos cenados a casa, y no hay que liarse a preparar nada.

-Me parece buena idea- aprobó Edward -¿te apetece?- miró por el espejo la reacción de Amy, que afirmó enérgicamente con la cabeza.

-Hamburguesas para todos- exclamó la castaña.

-¿Y mañana, que haremos?- siguió la pequeña con el interrogatorio.

-Por la mañana podríamos ir a la playa, pero a la de la urbanización- sugirió Edward -era una de las cosas que querías hacer.

-¿Y no podemos ir de compras?- rebatió la niña.

-¿Más ropa?- arqueó una ceja el cantante, mirando por el retrovisor -tienes mucha- negó con la cabeza.

-Papá…- puso un lastimoso puchero, que hizo que el cobrizo rodara ligeramente los ojos.

-Tenemos muchos días para eso, cielo- habló ahora Bella, girándose y mirándola -además, si vamos a ir a Forks, habrá que comprarte al menos, un gorro, bufanda y guantes- exclamó divertida -allí hace mucho frío.

-¡Sí!- chilló alborozada Amy, para después dirigirse a su padre -¿ves cómo tenemos que ir de compras?- se cruzó de brazos, sonriendo de manera triunfal -quiero un gorro azul claro, con un pompón blanco- les dijo -aquí nunca me puedo poner nada de eso- le explicó a su padre, poniendo una graciosa mueca de obviedad.

-¿Os habéis compinchado las dos contra mí?- respondió éste, fingiendo enojo.

-Puede- le picó su novia, sacándole la lengua, de forma divertida, cosa que hizo reír a la pequeña -pero otro fin de semana- ahora se puso seria -mañana, a la playa- negoció con Amy, que pareció conformarse con el trato.

El cantante sonrió divertido escuchando la conversación de sus chicas. Complacido, cambió de dirección y puso rumbo hacia el Local de Bob… él también estaba hambriento.

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Después de disfrutar los cuatro de una suculenta cena, ya que Bob se unió a ellos para cenar, llegaron a la casa del cantante pasadas las diez de la noche. Ordenar la ropa de la niña les llevó un buen rato. La castaña ya estaba en la cama, ojeando su móvil, cuando su novio entró en la habitación, cerrando la puerta tras de sí; ella ya había estado con Amy y le había deseado buenas noches.

-¿Se ha dormido?- interrogó ésta, dejando el teléfono en la mesilla, mientras el cantante se desvestía.

-Ha caído fulminada- respondió, dejando los pantalones encima de la banqueta, a los pies de la cama -hoy ha madrugado para ir al colegio, así que es normal. Y si cuentas el atracón que se ha dado- aludió a la cena -en verdad, tenía hambre.

-¿Has hablado con ella?- siguió preguntando la castaña, mientras que Edward se ponía un pantalón de pijama, para luego acomodarse en su lado de la cama. A la pareja no se le olvidada la conversación telefónica, y ambos estaban un poco preocupados.

-Le he preguntado- confirmó el cantante, a la vez que se acomodaba, y su novia se refugiaba entre sus brazos -simplemente me ha dicho que cada vez, nos echa más de menos, a ambos- le recalcó.

-Es comprensible- suspiró la castaña -quizá, antes fuera demasiado pequeña, para darse cuenta.

-Eso creo yo también- fue la respuesta de Edward, acariciando su brazo -¿estás más tranquila?; lo digo por la pequeña conversación con Tanya.

-Parece que, de momento, me han dado el aprobado- sonrió suavemente.

-¿Cómo no iba a dártelo?- Bella alzó la cabeza, para mirarle -me ha dicho que te agradeciera que te portes tan bien con ella.

-Es tan buena- suspiró, para volver a acomodar la cabeza en su pecho -es muy fácil encariñarse con ella.

-¿Y conmigo?- bromeó su novio, intentando poner un tono de niño bueno -de tal padre, tal hija.

-Te gusta demasiado hacerme rabiar- le medio reprendió, en bromas, y negando divertida con la cabeza -voy a tener que castigarte.

-¿Ah, sí?- la castaña dejó que Edward la moviera, hasta que quedó atrapada bajo su cuerpo -¿y de qué métodos estamos hablando, exactamente?- susurró contra su cuello, dejando unos pequeños besos en él.

-Tendría que pensarlo- acertó a decir, mientras sentía que su corazón se aceleraba, como siempre le pasaba cuando le hacía eso -pero así, no puedo pensar con claridad.

-Pues no pienses ahora- fue la simple respuesta del cantante.

Juntando sus labios con los de su novia, lo que empezó siendo un pequeño beso pronto se convirtió en algo mucho más profundo y excitante. Nunca tenía suficiente de su calabacita, y nunca podría explicar la manera en la que le afectaba la preciosa mujer que tenía justo debajo de él. Sabía que, todavía, Bella tenía reparos en hacer el amor cuando la niña estaba en casa, pero una vez más lo dejó fuera de juego, ya que sintió sus heladas manos en la cinturilla de su pantalón.

-Edward- susurró, jadeante y entre besos.

-¿Estás segura?- quiso cerciorarse su novio -no quiero que te sientas incómoda, cariño.

-¿Crees que podremos ser sigilosos?- jadeó ella, acariciando su nuca y jugando con su pendiente.

-Tú sueles ser más ruidosa que yo- objetó, esbozando una de sus sonrisas torcidas -pero puedo ocuparme de esa cuestión.

Sin darle opción de réplica alguna, ya que volvió a sus labios, la ropa pronto dejó de ser un obstáculo entre ellos. El cuerpo de su calabacita se amoldó a él de manera casi automática, ya que en un segundo estaba posicionado entre sus piernas, besándose ambos de manera profunda, y disfrutando del roce de las pieles de ambos. Los labios del cantante abandonaron la pequeña boca, para dejar un camino de besos a lo largo de su cuello, de su escote, del nacimiento de sus pechos.

-Edward- jadeó al sentir sus labios en su pezón, besándolo con suavidad, raspándolo con sus dientes; ese pequeño gesto siempre mandaba deliciosos escalofríos que recorrían su cuerpo, haciendo que, incluso, los dedos de sus pies se curvaran de placer.

-Disfruta- susurró el cantante, en voz muy baja, justo para ella lo oyera; sintió las pequeñas manos de su calabacita en su pelo, agarrándolo a veces con fuerza, pero a la vez intentado presionarse más contra él. Dejando su pecho, sus labios y su lengua trazaron un sinuoso recorrido por su cuerpo, disfrutando de su sabor, y rozando sus dientes justo en el hueso de su cadera, sabiendo que era un punto que a ella le volvía loca -¿justo ahí, verdad?- musitó, de manera sugerente.

-¡Sí!- la castaña no se dio cuenta de que había alzado ligeramente la voz, pero los labios de Edward la silenciaron a la vez que su miembro entraba en ella, recibiéndolo de forma gustosa.

-Siempre tan preparada para mí- murmuró contra sus labios un momento; su cálido aliento hizo que la boca de su chica se entreabriera ligeramente.

-Siempre- fue la jadeante respuesta de Bella, llevando su mano al final de su espalda, a la vez que la otra pasaba con cuidado por el pecho del cantante, justo el sitio dónde su nombre estaba tatuado. Los pequeños dedos de su novia fueron bajando, y sintiendo una excitante sensación cuando uno de ellos rozó, de manera juguetona, su pezón.

-Chica mala- mordió suavemente el lóbulo de su oreja -sabes que hacer eso tiene sus consecuencias.

-Puede que quiera ser mala- le sondeó ella, sin detener el camino de sus dedos, los cuales se iban acercando peligrosamente a su bajo vientre. Sintió los labios de ella dejar pequeños besos en su cuello.

Esa combinación hizo que sus labios tomaran de nuevo la pequeña boca de su calabacita, besándola con desenfreno y aumentando el ritmo de sus embestidas; elevó una de sus piernas, anclándola firmemente en su cadera, para luego unir su mano a la de ella. Bella hacía un agónico esfuerzo por contener su voz, ayudada por los besos de Edward. Casi a la vez, un intenso orgasmo los recorrió.

Todavía unidos y jadeantes, el cantante apoyó su frente contra la de ella, mirándola con detenimiento. Bella tenía los ojos cerrados y la respiración entrecortada, e intentaba tomar una bocanada de aire. Con cuidado salió de ella, para tumbarse a su lado; ella, de forma automática, posó su cabeza en su pecho, y rodeó con su brazo su torso.

-¿Así qué querías ser mala?- sondeó su novio, acariciando su espalda -te estás convirtiendo en una calabacita muy traviesa- sonrió malicioso.

-Lo sé, pero te encanta- refutó Bella, levantando su vista y sonriendo cuando Edward ahogó una carcajada.

-No puedo resistirme a ti, y lo sabes- habló Edward, besando con delicadeza su frente -¿qué ha cambiado?- la castaña lo miró, frunciendo el ceño -quiero decir- el cobrizo pensó un minuto sus palabras -cuando la niña está en casa, nunca lo hacemos; y no significa que me esté quejando, que eso conste en acta- aclaró rápidamente. Bella se mordía el labio inferior, luchando por que una sonrisa divertida no se asomara en su cara.

-Bueno...- suspiró Bella -creo que, poco a poco, voy superando mis miedos y mis reservas- le explicó.

-Me alegra oír eso, cariño- contestó Edward -debo estar haciendo algo bien- su novia lo escuchaba atentamente.

-Ser paciente, cuidarme, quererme…- enumeró ella, bajando su vista, ligeramente avergonzada; su barbilla fue alzada por el dedo de su novio. Sus ojos verdes la miraban con atención, y con muchos sentimientos arremolinados en ellos -decirme, o mejor dicho, cantarme cosas preciosas…- dejó la frase sin terminar, a la vez que volvió a apoyar su cabeza en su pecho. Desde que escuchó la canción que Edward le compuso, algo se había removido dentro de ella.

-Te mereces todo eso, y más- fue la contestación del cobrizo -tú también me soportas y aguantas demasiado- le contaba- sobre todo, cuando, según tú, saco mi lado divo a la palestra.

-Se puede lidiar con ello- objetó ella, con una mueca divertida; ambos estallaron en unas suaves risas, pero un bostezo de la castaña hizo que Edward se diera cuenta de la hora.

-Deberíamos dormir, cariño- susurró, frotándose los ojos también -mañana nos espera día de playa.

El cantante apagó la luz, para volver a rodear a su chica con sus brazos, y cayendo ambos en un reparador sueño.

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Apenas eran las nueve de la mañana, y Bella ya se encontraba en la cocina, tomándose su segundo café de la mañana y preparando tostadas para el desayuno. El primero, como era su costumbre, se lo había bebido en la terraza del salón, disfrutando del murmullo del océano como única compañía. Edward se estaba duchando, y ella estaba vestida ya para la playa, con unos shorts vaqueros y una camiseta de tirantes blanca por encima del bañador color azul oscuro que llevaba.

Mientras vigilaba el pan en la tostadora buscó en su móvil una emisora de música, hasta que dio con una decente, que solía poner buena música rock. Mientras estaba sacando las tostadas y ponía otra tanda, Baxter apareció como un rayo en la cocina, parando a su lado y apoyando las patas delanteras en sus rodillas.

-Buenos días, Baxter- acarició con cuidado su cabeza, ganándose un pequeño lametazo en una mano -anda, toma- le dio una loncha de pavo, que el animal aceptó contento. Abrió la puerta de la terraza, para que el animal saliera al jardín a estirar las piernas. Justo se estaba lavando las manos, cuando la niña apareció por la cocina, luchando con los tirantes del bikini color violeta que ella misma le compró en Río de Janeiro.

-Buenos días, cielo- saludó la castaña -¿necesitas ayuda?

-Buenos días Bella- dijo la niña de vuelta -se me caen, ¿puedes ayudarme?

-Claro, ven aquí- la castaña la alzó en brazos, para que se sentara en la isla central de la cocina -se habrá desajustado- murmuró para sí misma, aunque parecía incluso que, de cuerpo, le quedaba holgado -juraría que te quedaba más ajustado- recordó, extrañada. La niña se encogió de hombros -listo- exclamó un minuto después de luchar con los tirantes.

-Gracias- la pequeña le dio un pequeño beso -¿qué hay para desayunar?

-He hecho tostadas; o si prefieres, Carmen hizo la compra ayer, y trajo tus cereales- le ofreció Bella.

-Tostadas, estoy hambrienta- exclamó -¿mañana podemos hacer tortitas?

-Trato hecho- ambas chocaron sus manos de manera graciosa -toma, lleva esto a la mesa- la ayudó a bajar de la isla la vez que sacaba cucharillas de un cajón. Justo en ese momento, una melodía conocida empezó a sonar en la radio, apaciguada por la voz del locutor.

"Buenos días, amigos. Hace un estupendo día de sábado en nuestra querida costa californiana. Día de sol, olas y playa. Y que mejor manera de empezar el día que con una canción de nuestros rockeros patrios. Los Slave Heart están de pura actualidad; después de ese triunfo en la última edición de los premios Grammy, estamos a sólo, atención al dato, a sólo tres días de que el misterio quede desvelado, de esos seis temas inéditos que van a acompañar a su recopilatorio. Sólo os puedo adelantar que Cullen y compañía están de un romántico subido. Agarraos a dónde podáis con lo que vais a oír en los próximos días… pero mientras llega el momento, os dejamos con otra balada muy conocida del grupo".

Bella sonreía escuchando a Alec Evans, famoso locutor de radio y crítico musical, sobre todo en rock y heavy metal, a la vez que empezaba a seguir la melodía de la canción.

-¡Es papá!- exclamó la pequeña, poniéndose a su lado.

-Sí- sonrió Bella -¿te la sabes?- estaba sonando "Real love", canción que formaba parte del repertorio de la gira, de su penúltimo álbum de estudio.

-Sí que me la sé- confirmó la niña, poniéndose a cantar mientras iba de un lado a otro de la mesa, colocando tazas y cubiertos.

"Están alzando las sillas para cerrar,

ella me deja pagar la cuenta.

Le dije que su botón de arriba está frío,

no estoy demasiado borracho

como para llamar a un taxi"

Bella tarareaba en voz baja, a la vez que la niña, y se animó a seguirla en voz alta.

"Podemos tomar una taza de café,

a menos que tengas que volver a casa…

Sentada al otro lado de la mesa,

una gitana no podía leer su mente…"

La canción fue avanzando mientras ellas seguían cantando; pero ninguna se dio cuenta de que Edward estaba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y mirándolas con una pequeña sonrisa. Con paso sigiloso se acercó a Bella, haciéndole una seña a su hija con el dedo para que se callara, ya que Amy se había girado y le había visto.

Justo al llegar al estribillo, sus brazos rodearon a su novia, haciendo que girara. Bella se puso roja como la grana, pero Edward tomó su mano, haciendo que ambos se mecieran, y cantando él mismo la canción.

¿Alguna vez has conocido

a un verdadero amor?

¿El tipo de amor

que te hace sentir amado?

No, no es una obligación, amor...

Hace que un ángel de sus alas.

Te hace sentir culpable

porque quieres más,

si es un beso por el que morirías…"

La cara de Bella estaba escondida en su cuello, a la vez que ambos bailaban, y su novio cantaba muy bajito. Era increíble, Nessie tenía razón; de cualquier manera, estuvieran donde estuvieran, siempre cantaba para ella. Amy sonreía mientras los veía, cantando la canción en voz alta.

Cuando la canción entonó sus notas finales, la pequeña aplaudió la espontánea actuación, a la vez que el cantante agachaba la mirada, para ver la cara de su calabacita.

-Buenos días- murmuró sonriendo, dejando un pequeño beso en sus labios.

-¿Sabes que puedes darme los buenos días siempre así?- fue lo primero que salió de los labios de su chica, un poco azorada todavía.

-Siempre que quieras, calabacita; nunca os había visto cantar a las dos juntas- exclamó mientras sonreía, a la vez que la niña se acercaba a ellos -aunque tenemos que practicar- negó malicioso con la cabeza -desafináis bastante, las dos- refutó con una sonrisa resuelta, para después besar a su hija en la cabeza, y volverse hacia la cafetera.

-¡Hey!- exclamó la niña, frunciendo el ceño, a la vez que Bella rodaba los ojos, pero sonriendo divertida.

Pese a las divertidas protestas de la pequeña, acerca de, según ella, su perfecto timbre de voz, consiguieron acabar el desayuno y salir de casa con Baxter, para pasar, como bien dijo el locutor de radio, un día de sol, olas y playa.

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Gracias a todas las chicas que seguís en este maravilloso mundo que es Fanfiction; a las que retomáis la historia, a las que os sumáis a ella, a las que leen, a las que habéis opinado y las que opináis ahora…

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Sara, Cris… lo prometido es deuda.

Os deseo a todas unas muy felices Navidades; un beso enorme, y nos vemos en el siguiente!