Sumario: Levi y Hanji son abogados penalistas y están a cargo del divorcio de Mikasa y Eren. Tienen experiencia en ello, después de todo, así comenzó el final de su propia historia.


Capítulo 10: Secretos dichos en voz alta

Uno de los pocos detalles que Levi no ha podido recuperarse desde que empezó a buscar a su madre fue que empezó a sufrir de insomnio y dormía poco.

Rara vez pasaba las cinco horas de sueño, excepto por la ocasión en que pasó más de 24 horas sin dormir y pudo reconciliarse con su esposa.

De ahí solía despertar, acostumbrarse a la luz escasa de la habitación y observar a Hanji durmiendo a un lado.

En esta ocasión ella le daba la espalda. Y la noche anterior fue calurosa así que solo lleva una sábana encima. Y aún así no está del todo cubierta.

Levi deslizó sutilmente los dedos por la desnuda espalda de Hanji, siempre fascinado con aquellas sombras en su piel canela.

En la época universitaria, y después de sus primeras relaciones, habían pasado horas tumbados en la cama, revisando los apuntes de clases y hablando de cualquier cosa, por lo cual, inevitablemente las manchas en la piel de ella ocuparon algunas pláticas. Levi solía decir que parecían dos alas porque ella era un ángel que cayó del cielo. Y sí, recordó perfectamente que los demonios habían sido ángeles caídos. Hanji no le refutó aquello, sabía bien que en sus momentos de rabia podía volver el mismo paraíso en un verdadero infierno.

Levi continuó con sus sutiles caricias, realmente no buscaba despertarla y ella solía tener el sueño profundo pero en esos días ella estaba tan susceptible que se removió , girándose hacia Levi, provocando que los dedos de él ahora estuvieran en su pecho.

Ella notó cómo los ojos se oscurecían pero Levi no hacía algún movimiento, quizá creyéndola más dormida que despierta, así que deslizó una mano por el pecho de él, precisamente a la altura de su corazón. A Hanji le encantan sentir bajo su palma cómo se aceleraban los latidos conforme se intensificaba las emociones en él.

Tener sexo en la mañana definitivamente era una excelente manera de iniciar el día.

De ahí Levi le dio un breve beso mientras le murmuraban que iba a ver a su madre. Hanji asintió indicando que ella iría luego de la oficina. Levi se alistó en pocos minutos, teniendo esa costumbre extraña de dejar extendida la cortina de baño para que no se acumulara humedad.

Al salir notó que Hanji estaba nuevamente durmiendo. Observó el reloj, aún era temprano así que la llamaría cuando llegara al departamento de Kenny.

Un frío aire lo golpeó al salir del departamento y Levi tenía la extraña necesidad de regresar por un abrigo pero consideró que en el auto encenderá la calefacción. Partió rumbo al departamento de Kenny y en un semáforo en rojo buscó su celular y le pidió al asistente de voz que enviara un mensaje de texto a Hanji.

Podía aún recordarla como si la estuviera viendo, recostada en la cama, sus hermosos ojos castaños abriéndose ante el sonido del celular, leyendo el mensaje y refunfuñando de pereza.

Hanji se levantó, antes de volver a quedarse dormida, Con el celular en la mano iba a darse un baño refrescante hasta que notó que las cortinas estaban recogidas aunque aún podía percibirse en el aire la humedad y la loción de Levi.

Un golpe en el pecho puso en alerta a Hanji. Levi siempre deja extendida la cortina luego de usar la ducha. Intentó controlarse y miró el celular, notando que aún no había contestado el mensaje de texto de Levi, así que se puso a recriminar en voz alta, aún siendo consciente que Levi no la escucharía.

— Claro, ahora tienes otras prioridades y te vas sin un "hasta luego". — refutaba perfectamente audible y en voz alta mientras buscaba ropa y empezaba a vestirse aceleradamente. —Pero esto no va a quedarse así.

Hanji dejó unos instantes el celular en la mesa de noche mientras sus manos temblorosas terminaban de cerrar la cremallera de su pantalón y se colocaba un abrigo grueso.

Tomó el celular con ansiedad y timbró de inmediato a Levi mientras se calzaba. Una vez que logró colocarse los zapatos usó su mano libre para tomar la perilla de la puerta al mismo instante en que Levi atendía la llamada.

—No quiero que te vayas. Regresa de inmediato. — dijo ella en voz baja cruzando la sala, sin importarle dónde estaban las llaves. Ya faltaba pocos pasos para salir del departamento. Luego levantó más la voz para reclamarle. — Sabes cómo detesto que te marches sin despedirte.

Hanji tomó la perilla de la puerta principal mientras Levi le preguntaba qué estaba ocurriendo.

Entonces la puerta fue bloqueada.

Y ella sentía una tensa respiración a sus espaldas. Hanji sintió cómo las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos.

—Hanji...Hey — seguía insistiendo Levi, llamándola, haciendo que cada segundo en silencio sea una eterna agonía.

Hanji, mientras tanto, hizo todo lo que estaba a su alcance para tragarse su angustia.

—Si tenías prisa por irte... está bien. Solo que la próxima vez me avisas.

Levi notó el temblor en la voz de ella. Y no tuvo que esperar más para saber lo que ocurría porque escuchó en la llamada una risa burlesca.

—No te atrevas a colgar ahora, señora Ackerman. — con mofa y sin ánimos de ocultarse más, la voz de Sanes bajó lo suficiente para causar náuseas. —No cuando me has facilitado el trabajo. Estaba tan ansioso por comunicarme con Levi.

Levi por su parte manejaba de regreso y acelerando, esquivando y rebasando peligrosamente autos cuyos conductores empezaron a recriminar a gritos su osado manejo. Aquello provocó otra risa burlesca en Sanes quien siguió mofándose de su desesperación.

—Por más que te apresures, no nos vas a alcanzar.— Levi se negó a pensar en ello. Hanji no era indefensa, se decía a sí mismo. Ella resistirá hasta que él llegue. —Esto es lo que tú has provocado por desafiarme, Ackerman Levi. Querías a tu madre, ahí la tienes. Igual iba a desecharla. Pero ahora me llevo a esta preciosidad. Algo que sí les respeto es el exquisito gusto que tienen los Ackerman para escoger mujeres que no son de la familia.

Levi no escuchaba hablar a Hanji y aquello lo ponía más enfermo de dolor. No sabía si la tenía aprisionada o estaba asfixiándola y ella estaba resistiendo. Sintió cómo por su rostro se deslizaban lágrimas de impotencia y rabia.

Más adentro en su mente, creía escucharla llamarlo en un lejano eco, incentivándolo a mantener la calma, incluso suplicándole.

«Por favor, Levi... Respira, Levi.»

—¡Voy a matarte!— sentenció Levi con la voz irritada de dolor. Entró de golpe al edificio, ignorando al guardia de seguridad, rompiendo con el auto la barrera de estacionamiento.

El guardia gritó que llamaría a la policía y a Levi eso le importó un comino.

«Levi, por favor. Vuelve. Levi...» En eco escuchaba la voz de Hanji y él en su mente le respondía que estaba cerca.

«Resiste, Hanji.»

Agarró el celular y aceleradamente salió rumbo a la entrada de acceso a residentes. Desde el piso del estacionamiento hacia el departamento podía accederse a través de las escaleras o del ascensor, siendo un solo piso para subir. Tenso como estaba y no queriendo tropezar en una acelerada carrera, Levi tomó el ascensor pero hasta subir el piso se le hizo una jodida eternidad, en especial porque desde que juró matarlo Sanes se había mantenido en un mortal silencio.

Buscó la llave magnética del departamento y con la mano temblorosa abrió la puerta, encontrándose con Hanji amordazada, desnuda y atada, lanzando un grito de terror amortiguado por la tela en la boca.

Levi notó el brillo del arma que lo apuntaba y el sonido de la bala descargándose en su contra. Lo último que vio Levi fue el rostro adolorido y lloroso de Hanji antes que la obscuridad lo absorbiera.

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—¡Levi! ¡Respira! ¡RESPIRA!— Hanji sacudió con más fuerza a su esposo, logrando que al fin él aspirara una profunda bocanada de aire que llenó sus pulmones y elevó su pecho.

Los ojos azul gris notaron la desnudez de Hanji en la oscuridad de la habitación, ella sobre él, angustiada, tensa y temblorosa. Los ojos castaños estaban brillantes por lágrimas a punto de escaparse y deslizarse por las mejillas de la fémina.

—Hanji.— susurró su nombre, con voz ronca y baja, raspando su garganta.

—Estabas agitado en medio de una pesadilla y luego parecías no respirar.— respondió Hanji aún estremeciéndose. —Te llamaba y no lograba que reaccionarias... Levi ¿Qué te pasó?

La imagen de ella, amordazada y adolorida, aún estaba muy fresca y vívida en la mente de Levi, como si hubiera ocurrido. O fuera una maldita premonición.

Levi prometió entre dientes que no permitirá que suceda mientras tomaba de la nuca y con ansiedad devoraba la boca de Hanji, quizá así borre esa expresión de tristeza y miedo que la invadió por culpa de su maldita pesadilla.

En el sueño que tuvo, Levi recordaba que había hecho el amor con Hanji y todo había sido apacible, tranquilo, acariciándola con suavidad mientras ella le brindaba suaves besos.

En contraste con su actual realidad, Levi sentía la sangre hirviendo de ansiedad y lujuria y la besaba hasta que le faltara el aire.

Hanji se acompló a la intensidad de su necesidad y se deshizo de la sábana, que cayó al piso, para sentirlo libremente piel contra piel. Besó, chupó y mordió la pálida piel de Levi, sus manos aún temblorosas, pero ahora por culpa de la excitación, se deslizaron por los duros músculos hasta encontrar la otra dureza que en esos instantes necesitaba más que respirar.

Así, encima de él, Hanji deslizó sus propias manos a su centro y empezó a masturbarse sobre él para prepararse lo más posible ante lo duro que en esos instantes ambos necesitan.

Levi se sentó, arrastrando a Hanji con él, y arrimó su espalda contra la cabecera de la cama, su boca absorbiendo los pezones de Hanji, sin querer despegarse de aquellas colinas ni un sólo segundo. Su diestra tanteó su pene ya preparado para deslizarse en el único cuerpo que lo satisface a plenitud.

Hanji acomodó sus piernas alrededor del cuerpo de Levi y lo envolvió mientras ansiosamente su sexo se abría para dar paso al de él y albegarlo en su húmedo y ardiente interior. Gimió inevitablemente al sentirlo tan profundo y se mantuvo en esa posición saboreando la intensidad del momento. También sintió los dientes de Levi en sus pechos y en ese momento no sintió más que un oscuro orgullo de verlo tan necesitado de su cuerpo. Y ella se lo entregó, sin reservas.

Levi lamía, mordía y chupaba su piel sin control ni orden alguno, lo único constante era el sonido obsceno de sus sexos al chocarse una y otra vez. Sus cuerpos temblando y sudando, las manos recorriendo la piel del otro. Besos más intensos, suspiros más profundos, gemidos más constantes. Y el latir de sus corazones incrementándose con cada golpeteo de caderas.

Levi resistió hasta lo inhumano, deseando verla acabar sobre él, lográndolo a escasos segundos de su propia liberación y dejar su pene en lo profundo del sexo de Hanji. Si había algo cercano al paraíso, para Levi era ese momento preciso en el cual veía a Hanji disfrutar de su orgasmo.

La recostó contra él, sintiendo cómo ella hacía figuras sin sentido en su pecho mientras recuperaba el aliento. Los corazones seguían latiendo sin control alguno. Levi pasó una mano por el sudado y agitado rostro de Hanji y la besó despacio, en claro contraste a la agitación inicial.

Hanji notó que los ojos de Levi habían vuelto a su habitual color, más azul que grises, y correspondió a la suavidad de la boca sobre la de ella.

—Estamos sudados.— murmuró Levi, mordiendo suavemente el labio inferior de Hanji.

Ella asintió mientras se levantaba, sus piernas resintiéndose y recordándole la fogosa actividad, sin embargo siguió moviéndose como si nada, tan desnuda como el día en el que nació. Se dirigió al cuarto de baño y fue a preparar la bañera.

Levi sabía que había algo oscuro y morboso dentro de él al admirar cómo se deslizaba entre las piernas de Hanji sus esencias mezcladas.

Hanji era de él.

Y ni muerto permitiría que otro la tocase, menos aún en contra de su voluntad,

Se levantó y comenzó a cambiar las sábanas. La que los cubría al dormir se salvó del desenfreno sexual porque cayó al piso, aún así la puso a lavar con las demás sábanas. Una vez que estuviera lista la cama fue directo al cuarto de baño, notando que Hanji estaba comprobando la temperatura.

Ella se ubicó en la bañera y extendió los brazos, invitándolo a unirse. Levi no lo pensó ni un segundo y fue hacia Hanji, su cabeza besando la clavícula de la fémina, escuchándola suspirar de satisfacción. Luego él se acomodó, sintiendo en su espalda los senos de Hanji mientras ella accedía al jabón líquido y lo deslizaba por los brazos de Levi, haciendo un poco de espuma a la vez que lo tocaba y besaba la piel a su alcance.

Levi se dejó hacer, disfrutando de la sensación de paz y saborando esta felicidad que sentía tan perfecta. Aún así, al cerrar los ojos, podía ver fácilmente la terrible imagen de Hanji desnuda y amordazada.

Aquello lo volvió a inquietar y ella lo abrazó, haciendo sentir su presencia. Ese gesto era un punto débil en él y curiosamente no se incomodaba porque ella se diera cuenta de eso. Entre los brazos de Hanji Levi parecía encontrar una inusual paz y sensación de estar en su lugar.

Levi buscó las manos de Hanji, observándolas a detalle. Uñas pequeñas y con esmalte transparente, cuidadas y sin adornos. Su boda fue totalmente al estilo oriental así que no usaron anillos pero Levi sintió en ese instante la necesidad de que ella llevara uno así como él colocarse también en su mano izquierda el anillo. Aunque el divorcio nunca se ejecutó gracias a Marie, Levi deseó volver a casarse con Hanji, solo por el placer de volver a declarar su profundo amor hacia ella y que el mundo lo sepa.

Sintió los labios de Hanji en su cabeza y volvió a relajarse mientras llevaba las manos de ella hacia sus labios.

—¿Sigues teniendo un buen gancho de derecha?— le preguntó, haciendo que Hanji frunciera el entrecejo extrañada de cómo él supiera de aquello.

—¿Cómo supiste...?

Debido a que las manos de Hanji estaban en los labios de él, ella pudo sentir cómo Levi sonrió.

—Después que me reclamaras por fumar en la biblioteca, fue imposible no notarte.— comentó él recordándola con sus pesados libros. —En una ocasión estabas extendiendo un mapa en el escritorio. Vi cuando Dok se acercó por detrás y te nalgueó, respondiste con un buen puño en su estúpida sonrisa.

Hanji se sonrojó ante aquello, recordando ese acontecimiento. No imaginaba que Levi estuviera ahí, presenciando todo.

—Mike quería cortarle las manos.— comentó Hanji, aún cohibida con su osado actuar. No quería que su amigo estuviera en problemas pero no imaginaba que en ese entonces seguramente hubiera tenido la ayuda de Levi. —No te vi...

—No me hubieras visto ni aunque estuviera frente a ti.— notó Levi, aún perdido en sus recuerdos. —Estabas irritada, eufórica, con los ojos brillando de rabia... Y yo hubiera deseado en ese momento colocarte contra el escritorio y hacerte el amor, pero era más seguro que a punta de golpes me hubieras sacado un pulmón.

Hanji sonrió, admitiendo para sí misma que posiblemente lo hubiera hecho. En aquel momento Levi le atraía pero no lo amaba. Ahora él fácilmente podía colocarla contra el primer escritorio que encontraran y...

—Un momento... por eso en la oficina de Erwin...

Levi acarició la piel de las piernas de Hanji.

—Te cumpliré cualquier fantasía que quieras.— le dijo en respuesta, sin pizca de remordimiento por sus confesiones.

Hanji disfrutó de las manos de Levi deslizándose por su piel.

—Lo pensaré muy bien.— dijo ella al oído de hombre.

Se mantuvieron unos instantes más en silencio, Hanji permitiendo que Levi ordenara sus ideas, porque ella estaba segura que Levi no había sacado lo del puñete que le dio a Nile de la nada.

—Le pediré a Kenny que me entrene.— dijo Levi luego de analizarlo bastante. —Y de ahí quiero enseñarte a defenderte.

Le contó de la pesadilla que acababa de tener, admitiendo que no era la primera que tenía, puesto que ya había soñado con anterioridad que Sanes se llevaba a su madre fuera del país y él no había podido evitarlo.

—Pero no sucedió, Levi.— Hanji razonó, creyendo que él estaba pasando esas pesadillas a causa de sus miedos. —Aunque sabemos que mientras ese bastardo esté libre no estaremos ni seguros ni en paz, así que estoy de acuerdo que Kenny te entrene y luego me enseñes lo que has aprendido. —Ella acarició el rostro angustiado de su esposo. —No está de más que sepa cómo defenderme y pueda ayudarte. Y recuerda bien que no estás solo.

Levi se volvió hacia ella y la besó, despacio.

Si Marie hubiera procesado el divorcio, definitivamente él no la hubiera arrastrado a ese maldito infierno. Y quizá él mismo no hubiera podido soportarlo y hubiera buscado al bastardo de Sanes hasta debajo de las piedras y lo hubiera asesinado lenta y dolorosamente.

Hanji deslizaba sus manos por la piel de Levi, y a pesar que el agua estaba práctica fría, ella aún se sentía muy caliente.

Ámame, Levi suspiró ella entre besos.

Los ojos azul gris brillaron y una suave sonrisa se formó en el rostro del hombre.

Ya lo hago.— respondió, tomándola del rostro y volviéndola a besar.

Ella deslizó la mano por la columna vertebral de su hombre.

Hazme sentir tu amor.— pidió ella. —Una y otra vez.

Aquel momento de placer físico fue más calmado pero no por ello menos importante que el que vivieron en la cama.

Y aún posterior al encuentro sexual Levi siguió demostrando cuánto la amaba al llevarla a la cama, tomar una secadora de cabello y con paciencia secaba cada mechón del cabello castaño.

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Hanji pasó el resto del día en su trabajo y tenía programada una audiencia cerca del mediodía, así que no se comprometió a almorzar con Levi y le prometió informarle cada vez que ella se movilizara.

Levi, por su parte, solo tomó de manera particular un caso sencillo de robo realizado por un joven de diecinueve años en una tienda tecnológica. El muchacho tenía serios problemas de adicción pero no era causa para que sea procesado como un delincuente de los bajos mundos.

En esos momentos Levi deseaba que la legislación japonesa se hubiera mantenido en veintiún años para la mayoría de edad para que aquel muchacho no enfrentara esta responsabilidad penal, no cuando se notaba que la mentalidad de aquel joven estaba en los quince años.

Aceptó el caso porque veía que aún tenía tiempo de enderezar ese camino pero debía salir de su madre controladora y alcahuete que no había consentido comprarle el videojuego pero sí permitía que pasara más de quince horas jugando.

También Levi habló con Kenny para que le enseñara técnicas de defensa.

Levi, perspicaz en demasía, notó que su tío efectivamente le estaba enseñando sus mejores ataques que buscaban ser mortales. Lo permitió porque estaba dispuesto a mancharse las manos de sangre y mandar al infierno a Sanes.

Casi al anochecer de aquel día Hanji llegó con la merienda y la novedad que Armin le había mostrado las fotos del departamento de Eren, afortunadamente las imágenes que él había conseguido no se parecía a las grabaciones que ella había visto. Al menos entre tanta tensión una buena noticia.

Aquello se lo dijo solo a Levi y Kenny, mientras Kuchel insistía en al menos servir ella los platos porque no era una inútil.

Era alentador verla empezar a moverse en el mundo actual, habiendo conseguido por hora una tableta la cual empezaba a aprender a manejar.

En los días siguientes Armin se había reunido con los Ackerman para plantear las estrategias y ofrecerle a Zeke un acuerdo fuera de los juzgados, que brindara todas las facilidades para procesar penalmente a Sanes (y en lo posible buscar la pena capital) y se rebajaría la condena a Kusavā Tom, quien era el que había sido cómplice directo en el secuestro de Kuchel.

Levi miró a su madre, aún nerviosa y afligida ante la idea de volver a revivir de alguna manera aquellos amargos recuerdos, así que autorizó a Armin que hiciera todo lo posible para evitar cualquier acercamiento de su madre hacia aquellos tipos.

El rubio asintió, teniendo clara su misión, para lo cual ya tenía planteada su estrategia.

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Tom rara vez visitaba el Hospital Kusavā desde que dejó a su hijo adoptivo a cargo, porque confiaba ciegamente en él. Prefería pasar los días en campos de golfs, viajando y disfrutando su vida en plena libertad. Deseaba enormemente seguir así y no pasar tras las rejas.

Fue hacia la oficina de Zeke, ubicado en el último piso de la sección gold y notó a la fría Yelena organizando los documentos del día en absoluto silencio.

Ella lo saludó con una reverencia y no lo detuvo.

El hombre entró a la oficina y prácticamente se encerró en la misma con Zeke.

Al poco tiempo se abrió la puerta del ascensor y salió una mujer de cabellos oscuros, de apariencia desaliñada y aún así se veía muy hermosa, seguido de un hombre de expresión tensa quien habló entre dientes.

—... venimos a ver al hijo de...

—Kusavā Tom— completó ella con una sonrisa dulce. —Su nombre es Kusavā Zeke.

El otro no ocultaba su irritación, haciendo pensar a Yelena que posiblemente sea algún esposo o novio ofendido por una propuesta indecente por parte de su jefe.

—En este momento se encuentra en una reunión gerencial, sin embargo, me encuentro facultada para tratar los asuntos legales y personales de Zeke-sama.

Yelena rara vez se sentía intimidada por las personas, pero curiosamente no era aquel hombre irritado quien lo conseguía sino la mujer de dulces sonrisas.

—Comprendo.— dijo ella y Yelena tuvo la impresión que no se trataba de un problema de una paciente y su irritable pareja.

—Bueno... por algo será.— replicó el hombre. —Dile a ese perro de mierda que vaya a meterse sus propuestas por el cu...

—...cuando Zeke se desocupe, puedes por favor decirle que si quiere conservar la frágil amistad que mantenemos, se abstenga de hacer propuestas absurdas.— interrumpió ella mientras se acercaba al hombre y se recostaba sobre él.

Yelena anotó todo de manera diligente y sin hacer preguntas adicionales.

—¿Puedo preguntar cuál es el nombre del remitente... o Zeke-sama podría deducir con facilidad...?

—Depende a cuántas ex les hace sus propuestas de mierda.— soltó el hombre antes que la fémina lo volviera a interrumpir.

—Galliard.— le regañó ella, llamándolo por su apellido. Luego, se volvió hacia la mujer del escritorio. —Finger Pieck ha venido, y no tendré más tiempo para dedicarle a Zeke. Solo dele el mensaje que le indiqué, por favor. E ignore los comentarios de mi pareja.— Aquellas dos últimas palabras parecieron acariciar el ego del hombre, quien no pudo evitar la sonrisa.

Yelena asintió mientras colocaba el mensaje en la parte superior de los documentos que tenía. Seguramente serán los pendientes del día de Zeke. No pudo evitar sentir la mirada analítica de la mujer de cabellos oscuros y, nuevamente Yelena se sintió intimidada.

—¿Algo más en que pueda ayudarle?

Pieck pareció analizarlo unos segundos.

—Uh... precisamente para mí no.— respondió Pieck, llevándose un dedo a la barbilla. —De ahí puede servirte un buen consejo... A Zeke le hace falta una mujer que lo... domine en todo sentido. Y yo no tuve ni la paciencia ni las ganas para desempeñar ese papel.

Yelena se sonrojó inevitablemente.

—No entiendo el por qué...

—Esa actitud dócil no le atraerá en absoluto.— siguió diciendo Pieck. —Y me parece que él cree que mi indiferencia es un incentivo adicional porque no tiene quién lo amarre, y también me refiero a la intimidad.— Se escuchó un bufido por parte de aquel que ella llamó Galliard, haciéndola sonreír. —Tengo otros intereses que llenan mi vida y me satisfacen a plenitud. Si logro que Zeke definitivamente se olvide de mí, todos seríamos mucho más felices.

De ahí tomó la mano del hombre y se dirigieron nuevamente hacia los ascensores.

—Espero que no volvamos a vernos.— dijo en modo de despedida Galliard.

—¡Éxitos!— agregó Pieck mientras se despedía con la mano libre.

Yelena se quedó estupefacta ante todo lo dicho por la pareja, precisamente más por lo dicho por Pieck. Se aterró ante la idea que alguien haya descubierto sus sentimientos no correspondidos por su jefe.

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Dentro de la oficina de Zeke, e ignorante de la visita de Pieck, el ginecólogo estaba abriendo una tableta para directamente tomar de la misma sin siquiera servirse un poco de agua.

Su padre adoptivo ni siquiera preguntó por sus vendas y heridas, sino que pasó a lanzar la solicitud de conciliación del Bufete de Abogados Zacharius, viéndose obligado a confesar lo acontecido con Ackerman Kuchel y la maldita habitación VIP del Hospital Kusavā. ¿A eso se había referido su antigua Jefe de Admisión cuando puso en la carta de renuncia sobre la incompatibilidad de inmoralidad?

Zeke entendió a más profundidad el cabreo del hijo, Ackerman Levi, y hasta se consideró afortunado por aún poder respirar.

—No tenía como negarme.— seguía justificándose Tom, con la voz rota del miedo. —Apenas estaba levantando el Hospital y Djel estaba dispuesto a pagar una fortuna... Logré con ello equipar los quirófanos, ampliar las habitaciones, hacer de este sitio el lujoso centro hospitalario que es.

A costo de la vida de una pobre mujer.

Zeke sentía, por primera vez en mucho tiempo, náuseas. Él no era ningún santo, pero jamás obligó a ninguna mujer ni abusó de ellas, prefería todo con el debido consentimiento. Ya no sabía ni cómo mirar a aquel hombre que le dio todo, desde su apellido hasta educación.

El rubio volvió a observar la hoja de notificación, notando que la firmaba Arlet Armin como abogado. No sabía si aquello era una maldición o una bendición.

No podía engañar al amigo de Eren porque estuvo presente en el momento en que él mismo dio la autorización de traslado de Kuchel, y con la amenaza de Levi, Zeke había lanzado al olvido aquel asunto, sin esperar más consecuencias.

—Djel es muy peligroso...— siguió hablando Tom. —No me atrevería jamás a hacer algo en su contra, así que tendrás que reforzar la seguridad de la paciente de la sala VIP y buscar la forma en que no salga afectado de esto.

¿Estaba hablando en serio?

Zeke agarró otra pastilla y la tomó nuevamente sin agua. Luego, presionó el intercomunicador y le ordenó a Yelena que se acercara de inmediato.

La mujer llegó a los pocos instantes, con muchos documentos a los cuales Zeke ignoró con un ademán y le ordenó que se sentara.

—Padre...— dijo Zeke con voz tensa. —Por favor, repite todo lo que me has dicho. Yelena es abogada y quiero su asesoramiento legal.

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Armin no esperaba que Zeke se comunicara de inmediato, menos aún para solicitar reunirse ese mismo día en un restaurante discreto.

Igual el rubio no pensaba arriesgarse y tenía una estrategia. Estaba sentado en el lugar de encuentro, a quince minutos antes de la hora acordada y envió un mensaje a su plan de respaldo. No tuvo tiempo de verificar la respuesta porque de inmediato se sentaron frente a él Zeke y una mujer de mirada intimidante.

Esto último Armin no se lo esperaba. ¿Será su abogada? ¿O una matona? Armin no acostumbraba a usar la violencia, menos lo haría con una mujer, pero deseaba no ser obligado a ello porque tampoco podía poner en riesgo su propia integridad.

—Soy Yelena, en representación legal de Kusavā Tom.— se presentó ella, con una leve reverencia.

—Arlet Armin, representando a la familia Ackerman.— el rubio hizo una reverencia junto a sus palabras.

—Necesito escuchar tu versión... o más bien, la de tus clientes.— dijo Yelena sin rodeo. —Y cuáles son sus pretensiones.

El rubio estuvo de acuerdo y le contó a rasgos generales lo que conocía del caso. Del secuestro y aparente desaparición de Ackerman Kuchel, el asesinato del esposo, su primo y esposa, la acusación contra Kenny, el desamparo de dos menores. La voz de Armin se quebró ante esto último, pues considera a Mikasa como una hermana muy querida. Notó cómo Yelena lo miraba con intensidad, como si quisiera detectar alguna mentira o error en la historia.

—Lo lamento tanto...— se interrumpió Armin, tomando un poco de agua. —Es que todo esto es tan impactante y abrumador... no sé qué es más terrible, el abuso que sufrió Kuchel-san por tantos años, la injusta sentencia de Kenny-san, la prematura y violenta muerte de tres integrantes de la familia... o esos pobres niños desamparados. Si usted fuera alguno de los afectados...

La boca de Yelena tembló unos instantes y luego soltó un doloroso suspiro de asentimiento. Zeke, por su parte, arqueó una ceja en irritación ante el teatro del amigo de su hermano.

¿Le creyó? pensó unos instantes Armin, leyendo las emociones de Yelena. Trató de no pensar más en aquello y buscó en su portafolio un documento sin logotipo, impreso a computadora.

—Este es el resumen de los movimientos bancarios de Sanes, consolidado año a año... aquí lastimosamente involucra a su representado al haber recibido todo ese dinero a cambio de... no permitir que Kuchel sea rescatada. Y además, están los reportes de los abusos sexuales sufridos, evidenciado en los informes de los abortos...

Zeke sintió una inmensa rabia recorrer por sus venas. Alguien dentro de su hospital había dado información que afectaba e involucraba gravemente a su padre.

—Comprendo.— asintió Yelena, creyendo que la historia que Tom había contado horas atrás ocultaba estos graves delitos, y si Kuchel iba a juicio, el padre de Zeke podía ser incluso sentenciado a muerte.

—No sé cómo accediste a eso, pero...

—¡Silencio, Zeke!— le reprochó Yelena, con un ligero golpe en la mesa. —La única que va a hablar aquí soy yo.

Armin parpadeó repetidamente por la impresión, pero de inmediato trató de concentrarse en la reunión.

—Aquí en esta segunda página están las peticiones de mis representados. Además, la colaboración efectiva permitirá que Tom-san acceda a una reducción de pena.

Yelena tomó la nueva hoja e hizo una rápida lectura.

—¿Puedes facilitarme esta información para preparar el documento de confidencialidad y aceptación?.— Yelena preguntó y Armin asintió. —Bien... me pondré en contacto al número que estaba en la notificación para pasarte el borrador y luego coordinamos de la reunión y firma de los acuerdos. — Zeke parecía dispuesto a protestar pero Yelena lo jaló de la camisa, haciéndole recordar el dolor de sus malestares. —Lamentamos no quedarnos a almorzar pero tengo mucho que hablar con el hijo de mi representado. No te preocupes, el acuerdo será firmado.

—No hay problema.— dijo Armin, viéndolos partir hacia los baños del restaurante. Volvió a tomar su celular para escribirle a Eren y confirmarle que, al final de cuentas, no va a ser necesaria su presencia, pero nuevamente no tuvo tiempo de nada porque de inmediato se sentó Jean en el sitio que Zeke había dejado.

—¡Hey, Armin! ¡Es una fortuna encontrarte!

Armin lo miró con odio.

—Yo no diría lo mismo en tu lugar, maldito depravado.

Jean se sonrojó aunque no se sabía si era por enojo o vergüenza.

—No fui yo quien estuvo grabando a Mikasa y su bastardo marido teniendo sexo, fue el infeliz de Sanes.— Jean reprochó entre dientes. —Deberían agradecerme que encontré la información y se las entregué, sin hacer duplicados ni beneficiarme de ello. Es más aún, Kenny me rompió la cara y aún me duelen las costillas por su maldita paliza.

—Agradece que Levi y Eren no se unieran para sacarte los ojos y romperte cada hueso. —afirmó Armin, aún enojado por la violación a la vida íntima de sus mejores amigos.

El rubio notó cómo el otro palideció repentinamente, quizá porque imaginó su muerte a mano de aquel trío de psicópatas que primero actuarán y luego preguntarán.

—En otra ocasión hablaremos.— replicó Jean saliendo abruptamente, haciendo incluso caer la silla y no molestándose en arreglarla.

Armin se extrañó de la actitud y en el fondo tuvo temor que Jean hubiera visto a Sanes, así que intentó no parecer tenso o culpable y volvió a revisar su celular encontrando un mensaje de Eren.

«Estoy detrás de ti. El poste me cubre, nadie me verá.»

Armin se volvió hacia atrás y efectivamente, Eren había estado en la mesa cercana que el gran poste tapaba. Ahora estaba de frente y sin ocultarse.

—¡Carajo, Eren! ¡No me asustes así!— reprochó Armin, tratando de verse indignado y queriendo ignorar esa mirada sombría que mostraba su amigo. —¿Mikasa no está contigo?

—No.— respondió fríamente Eren mientras iba a la silla caída y la levantaba, para sentarse frente a su mejor amigo. —Entonces... Armin... ¿qué tal tu trabajo?

El rubio ni siquiera tuvo que preguntar qué tanto había escuchado Eren. Parecía haberse enterado de absolutamente T-O-D-O. Y eso seguramente cabrearía a Kenny, quien quería evitarle cualquier dolor a Mikasa, queriendo dar solo noticias felices.

—No vayas a actuar imprudentemente.— le pidió Armin. —Ya es demasiado con Levi-san conteniendo a Kenny-san, y a Hanji-san calmando a Levi-san. Nadie necesita que tengamos que defenderte de homicidio.

—Entonces dame armas.— refutó Eren. —Dame información y déjame ser de ayuda para detener al maldito enfermo que mató a mis suegros y ha estado vigilando a mi esposa.

—Kenny-san no estará de acuerdo...

—El tío Kenny no tiene por qué enterarse.— replicó Eren. —Así como él pretendía que yo no me enterara.

Armin pensó en cuán grave sería que Eren se involucrara en este turbio asunto.

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Zeke colocó seguro a la puerta del baño y al diablo si algún hombre tenía urgencias, que vayan a orinar a la calle.

—Pensé que estabas de mi parte.— empezó a recriminar el rubio, mirando con rabia indisimulada a Yelena. —Pero no has servido ni una mierda, así que estás despedida.

Para asombro de Zeke, Yelena soltó una sarcástica risa y lo miró, por primera vez, como si fuera un niño estúpido.

—Zeke.— respondió ella, dejando los honoríficos y cualquier signo de sumisión que había mostrado. —¿Realmente no te das cuenta de lo que está sucediendo? Los Ackerman pueden quitarte todo. Según tu padre, Sanes es solo un ex-policía obsesionado por una mujer con la que se casó por culpa de esa obsesión. ¿Crees que con el dinero del gobierno iba a poder pagar todo lo que pagó? Y si ya tenía secuestrada a esa mujer... ¿para qué casarse?

Zeke entonces entendió a lo que Yelena se refería. Djel Sanes le robó una parte de la fortuna a los Ackerman, pudiendo acceder a la misma a través del matrimonio forzado, lo cual era ilegal y anulaba todas las acciones de Sanes.

Yelena le enseñó el resumen del extracto bancario.

—Mira el primer movimiento bancario... De tener unos yenes para apenas comprar ramen pasó a tener una fortuna para prácticamente armar un hospital, pagar guardias y sabrá el infierno qué turbios negocios más. Si los Ackerman entienden esto y vamos a juicio, no solo tu padre podrá ser sentenciado a morir, también podrán quitarte el Hospital y dejarte en la absoluta miseria.— Yelena habló más firme mientras estampaba la hoja de peticiones en el pecho de Zeke —Así que vas a convencer a tu padre de firmar el acuerdo, y si los Ackerman lo quieren un par de años en prisión, que se sienta agradecido. Y al final incluso tendrás la capacidad económica de pagarle una suite para hacer más placentero su encierro.

Yelena sintió cómo el corazón de Zeke se aceleraba ante aquel último golpe. Y fue inevitable recordar las palabras de Pieck. Así que, aprovechando la adrenalina inundando en su sistema, deslizó la mano por la nuca de Zeke y lo agarró con cierta fuerza mientras lo colocaba a su altura.

—Ahora... sobre mi supuesto despido... No sucederá, Zeke.— siguió diciendo ella en voz baja y maliciosa. —Es más, tendrás que esforzarte mucho para que yo decida no irme.

Ella vio cómo él respiraba profundamente.

—¿Cómo...— Zeke tragó saliva. —... cómo podría hacerlo?

Ella mostró una sonrisa que provocó que él se endureciera.

—Antes que nada, nos vamos de aquí. — dijo como quien no quiere la cosa. —Me daría mucha lástima que alguien entre y llegue a verte tan sometido como deseo hacerlo.

Cuando Zeke la tomó de la mano y se la llevó casi a rastras, Yelena pensó en que debía averiguar la dirección de Pieck y enviarle un regalo de agradecimiento.

Quizá también la invite a la boda.

Continuará...