Ok. Reviviendo de entre los muertos, después de... ¿cuatro años? aquí estoy (? Terminé de ver Shingeki y bueno, emociones encontradas. Espero disfruten.
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SnK no me pertence.
The Dreams are real
¿Qué?
¿Cómo?
¿Quién?
¿Por qué?
¿Qué?
¿Cómo?
¿Qué era lo que exactamente lo había llevado hasta ese punto? Su vida. La respuesta a sus problemas era su caótica y triste historia de vida. Nacido en la miseria, criado en la miseria… Pero aún recordaba las cálidas manos de su madre, la sonrisa verdadera que ella solo le dedicaba a él… Y todavía, a pesar de esas brillantes memorias, en ciertas noches era capaz de percibir a frialdad de ese ente al que había llamado "mamá", porque claramente en el burdel tenía prohibido llamarla de esa manera. Oh, pero faltaba algo. ¿Qué exactamente? El "tío" Kenny. Ese era el nombre del hombre que le había enseñado todo lo que sabía y era el factor principal de que estuviera donde en esos momentos estaba.
¿Cómo era posible que un niño de ocho años sobreviviera en la miseria? Realizando cosas aún más miserables. Kenny decía que si la vida te golpeaba, entonces debías devolvérsela con una puñalada en el corazón, asegurándote de que la vida no volviera a levantarse para atormentarte. Entonces, si las paredes de su corazón se habían congelado para no sentir cosas como la calidez del sol con la finalidad de no inmutarse ante actos atroces, ¿cómo era posible que aún añorara las cálidas manos de una mujer? Tal vez, solo tal vez, su madre le había dejado una fuerte impresión en su infancia que llegaba hasta su presente. Porque si debía atravesar su corazón con la sinceridad, entonces diría que no podía olvidarla.
¿Quién, entonces, abrumaba su mente en tiempo presente? ¿Quién era la persona que atormentaba sus pensamientos sin esfuerzo alguno? Mikasa. ¿Quién? Sólo Mikasa. Sin apellido. Sin nada más que un rostro bonito, juvenil y exótico. Y no era como si recordara por completo la noche de pasión que habían pasado juntos. De hecho, no lo hacía. Luego de un mes de aquella fiesta organizada por Hanji, había regresado al bar con la esperanza de encontrarse a la extraña con la que había pasado aquella noche de pasión olvidada por los efectos del alcohol. Maldito alcohol. Aun cuando no podía recordar nada preciso de aquella noche, eso no cambiaba el hecho de que no podía olvidarla. Pero Mikasa nunca había aparecido. Ni siquiera en su ausencia; lo sabía porque siempre preguntaba si una mujer con sus características había pasado por allí, tal vez con la esperanza de que ella estuviera haciendo lo mismo que él. La respuesta siempre había sido negativa.
No me dejes ahora que te encontré.
¿Me buscabas?
Sin embargo, esa noche no tenía tiempo para pensar en ella. Tenia un trabajo. Cuando levantó la vista, Kenny estaba entrando al bar, causando que por un instante el bullicio del lugar se apagara. Cuando lo vieron dirigirse con tranquilidad a su mesa, el sonido reapareció y ocultó perfectamente la conversación que mantendrían.
"Tanto tiempo, Levi" Dijo Kenny, quitándose el sombrero que llevaba y dejándolo sobre la mesa. Levi no respondió. "Ya veo que sin muchas palabras, como siempre. En fin, así no pierdo el tiempo. Tengo un trabajo"
"Tus trabajos siempre son sucios"
"Vamos, ¿otra vez me vas a hablar de los gérmenes y la limpieza?"
"Sabes a lo que me refiero"
"Es un trabajo simple. No debería llevarte más de unos minutos"
"¿Y qué te hace pensar que voy a aceptar?"
"Porque este trabajito es un poco más personal. Alguien esta preguntando por ti. Y solo hay dos tipos de personas que preguntas por alguien como tu: otros criminales o la ley. Y tiene pinta de ser la segunda opción" Levi frunció el ceño y entrecerró los ojos.
"Hora y lugar"
"Ese es mi muchacho" Y Kenny sonrió.
¿Por qué se seguía ensuciando las manos? No le gustaba estar sucio. No le gustaba el polvo. Y aun así seguía haciendo esos trabajos. ¿Por qué, entonces, aun cuando usaba guantes no era suficiente para mantenerlo pulcro?, se preguntaba a veces, cuando se distraía lo suficiente para dejar vagar su mente con otras opciones. Sin embargo, la sangre ya estaba manchando su ropa y parte de su rostro. ¿Por qué? Porque le había pegado un tiro a alguien. Porque le había puesto un silenciador a la pistola, pero, aunque disminuyera el ruido de la bala, esta seguía salpicando sangre por todos lados. Porque, por si no había quedado claro, había matado a la persona que si, había resultado ser un oficial de policía encubierto: Jean Kirchtein decía su credencial de identidad. El nombre no le sonaba de nada, pero era extraño que hubiera un oficial en esa parte de la ciudad. ¿Qué hacía allí? ¿Y preguntando por él? Pero no tenía tiempo de hacerse más preguntas, alguien podría venir, alguien podría… Tarde recordó que los policías no trabajan solos. Pueden tener compañeros. Justo en el último segundo esquivó la puñalada que iban a asestarle. Intentó contratacar, pero su enemigo era ágil, demasiado veloz y así como la oscuridad lo ayudaba a efectuar asesinatos, también favorecía a su adversario. Sin embargo, contaba con un arma, tenía ventaja, solo tenía que apuntar y—
¿Qué era eso frío que cortaba su mejilla? Ah, sí. El filo de un puñal. Pero solo lo había rozado, y le había dado la distancia necesaria para disparar. Apretó el gatillo. El humo salió de la pistola y el ruido fue apagado por el silenciador. Las nubes de repente dejaron expuesta a la luna y en la habitación ingresó la suficiente luz para que pudiera ver el rostro de su contrincante.
"Mikasa" Su nombre se escapó de sus labios, involuntariamente. En seguida se quedó sin aliento y petrificado en su lugar, mientras ella lo miraba, soltaba el cuchillo y caía de rodillas, llevando sus manos a su costado. Maldición, tenia buena puntería y le había dado.
¿Cómo habían llegado a esa situación? Su dedo sobre el gatillo de la pistola. La mano de ella, antes sobre el mango del cuchillo y ahora sobre su costado, llenándose de sangre. ¿En qué momento había pasado todo aquello? Al fin la tenía cerca. Luego de haberla esperado, allí estaba ante él otra vez. Y los ojos que habían querido matarlo solo lo reflejaban a él. Porque era su objetivo, la razón de la que ella estuviera ahí y ya no estaba seguro de sí también era la razón de la que él estuviera también en ese lugar. La pistola tembló bajo su tacto y se obligó a no dejarla caer. Tenia que sostenerla, así como tenia que aferrarse a su cordura. No tenía tiempo. La sangre seguía saliendo de la herida.
Concéntrate en mi voz. Para seguir con vida hasta que la ayuda llegue.
"Necesitas un médico" Dijo, sin siquiera pensar en las consecuencias de la propuesta "Pero hay que parar la hemorragia" Ella lo miró confundida.
"¿Qué?"
"Lo que escuchaste" Ella llevaba una bufanda y sin pensarlo la tomó para cubrir la herida.
"¿Por qué?" Mikasa no pudo resistirse, la sangre que la abandonaba le quitaba las fuerzas.
"No creo que sea momento de que me estés interrogando, oficial"
¿A dónde la llevaría? Se preguntó mientras la tomaba entre sus brazos y la obligaba a ponerse de pie. Notó que era alta, más que él, que no pasarían desapercibidos, que no podía llevarla a cualquier lugar. ¿Dónde estaría a salvo? ¿A quién podría decirle una mentira y lo ayudaría sin dudarlo? Hanji. Ni bien la persona cruzó su mente, se puso en marcha para ejecutar su plan a la perfección. Ya trazaba el plano de cómo llegaría a su casa evitando multitudes y ser vistos por ojos indebidos. Rápido. Tenia que ser rápido.
"No te atrevas a rendirte" Le dijo, sintiendo lentamente como cada vez ella se volvía mas pesada, perdiendo fuerza, perdiendo vida.
"¿Y quién te dijo que me estaba rindiendo?" Devolvió ella con aspereza, con dificultad.
"Te lo advierto. Si llegas a dejar esta vida, te prometo que te buscaré en la siguiente y allí me encargaré de matarte"
"Ya sos la razón de que me esté muriendo"
Tenía razón. ¿Entonces, por qué estaba ayudándola? Cerró los ojos por un instante y entre el olor a sudor y sangre, recordó. Las puertas de su memoria se abrieron y recordó aquello que había olvido de la noche en el bar.
Continuará...
Bueno, espero que les haya gustado. Feliz regalo de Navidad inesperado.
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Cambio y fuera.
