¿Habían visto alguna vez una lluvia de ropa? ¿Sí? ¿No? Tan solo imagínenlo por unos instantes. Cierra tus ojos y contempla como por arte de magia, lo que siempre quisiste cae del alto cielo, sin pagar un solo centavo. Y vamos, que no es ropa de cualquier estilo que podría adquirir un simple mortal, en alguna liquidación de remate. Claro que no. Hablo de ropa exclusiva. Prendas de vestir diseñadas por los más altos modistas que alguna vez, pisaron la pasarela de lo fino y elegante. Marcas de renombre como: Hermès, Chanel, Gucci, Dior, Versace, Prada, Louis Vuitton, Yves Saint Laurent, Armani. ¡Oh! Y hablando de este último. Justo en este preciso momento, tengo entre mis deditos un polo Armani de la línea Navy color azul marino, que casualmente…es uno de sus favoritos.
—¡Marinette, por lo que más quieras ya no sigas con esta locura!
Sip. El que acaba de gritar es mi marido. O bueno, lo que va quedando de él. Está aleteando y chillando a mocos como novia dejada en el altar, luego de sufrir una inesperada lluvia de su precisada ropa. No me jacto de tener una puntería militar, pero la mayoría de sus cosas cayeron a la piscina del patio trasero y juraría que más de alguna, no volverá a ser la misma luego de su incursión marina.
—¡Debiste haberlo pensado antes de cagarme, Fathom!
La que está berreando desde el balcón como urraca en celo, indiscutiblemente soy yo. Dios. Parezco molesta ¿No? ¿Me veo muy enojada? Yo espero que estén captando mi mejor ángulo. Adoro ver como mis ojos inyectados de sangre, saltan coléricos en lo que tiro todo su armario por la ventana; en un arranque de berrinchudo ataque de celos. Y es que verán…no me vayan a juzgar tan prematuramente, por favor. No es que yo no ame a mi esposo. Por el contrario. Lo adoro con mi vida. Félix es el hombre más maravilloso de todo el mundo mundial. Es guapo de los pies a cabeza, como si los mismos dioses del olimpo lo hubieran tallado a cincel en mano. Dotado de una inteligencia que lastimaría al más erudito y con un sentido del humor tan negro como el alma de satán, que, si no tomas precauciones de él, podrías quemarte de placer en el infierno. Pero incluso los sujetos con la perfección adónica como el, ostentan defectos a la ensoñadora belleza que les precede. Lamentablemente a Félix le faltó una sola cosa. Una sola, para ser el Apolo del siglo XXI.
Controlar su verga.
—¡Esto es demasiado, mujer! —lloriquea el rubio, en lo que salva alguna que otra prenda— ¡¿Qué van a pensar los vecinos?!
—¡Ni si quiera tenemos vecinos, idiota! —vocifera Marinette, tirándole el ultimo calzoncillo en la cara— ¡Ahora vete con tu amante y a mi déjame en paz!
—¡Ya te lo dije! ¡Kagami no es mi amante! —profesa, derrotado el británico— ¡So-Solo fue un desliz! ¡Una tontería de adolescente! ¡Te prometo que no volverá a pasar!
—¡¿Una tontería, dices?! —Dupain-Cheng casi que se jala de las greñas en el proceso— ¡Los pille en mi cama, cabrón!
—Nuestra cama, querrás decir —le corrige el varón, malogrado.
—MI cama a partir de ahora —sentencia la peliazul— Prefiero dormir con Argos que pasar una noche más a tu lado. ¡Te vas a la alberca!
—Dios…—Félix se sienta sobre la hierba, a duras penas intentando apaciguar sus pensamientos— En que lio me metí. ¿Realmente merezco esto? No sé qué podría ser peor…
Se activan los regaderos de pasto. El chorro le da directo en un costado de la cara.
—Ok…retiro lo dicho —exhala, frustrado.
Es verdad. ¿Ustedes realmente creen que merezca esto? ¿Tal vez fui muy dura con él? Vamos a ver. Tal vez si no me hubieran arruinado la velada de esta manera, quizás en este mismo instante yo estaría dándome un exquisito baño de espumas aromáticas, luego de un ajetreado día de trabajo en el set. Doy mi teta izquierda en juramento, que lo último que se me transitaría por la cabeza sería encontrarme con esta sorpresa. Es más, yo había pasado a la gasolinera a limpiar los vidrios y hasta me entretuve hablando con uno de mis fans, sobre el último papel protagónico en el que estuve. Luego compré algunos víveres en el supermercado, pasta de dientes y conduje a casa con la naturaleza de un sereno día lunes por la noche; en lo que cantaba Red de Taylor Swift.
Cuando llegué a la morada que compartimos, noté que el Porsche convertible rojo de Félix estaba estacionado en la entrada, como de costumbre. Por lo que asumí que había llegado más temprano. Las luces de la mansión estaban encendidas y al ingresar, no noté nada fuera de lo distinto. Es de conocimiento casi rutinario, que, si uno de los dos llega primero a casa, debe desactivar la alarma, darle de comer a Argos, sacar la basura y apagar el filtro de agua de la piscina.
Por cierto, Argos es nuestra mascota. Yo quería tener gatos. Félix quería tener perros. Y como nadie se ponía de acuerdo porque somos una cosa, pero bárbara en terquedad, consultamos con una tarotista con poderes psíquicos de renombre, llamada: LaSithMiraculer. Si, bueno. Ya sé que ese no es su nombre real. Solo puse el apodo de su canal de Tiktok. En fin, al final nos decidimos por adoptar un Guacamayo tricolor de sexo indefinido y ponerle un alias relativamente no binario.
Hasta ese punto, todo iba de maravillas. Estaba lista para subir las escaleras e ir por mi esposo a la recamara, cuando una sutil acotación voladora, llegó hilarante a mis oídos. Una, que desentrañaría, el fatídico final de este relato.
—¡Croac! ¡Manager en casa! —berreó el pájaro— ¡Chico malo!
Si tuviera que darle un título a esta escena en particular de mi vida, yo la nombraría: El día en que tu loro te funó. Soy actriz de profesión. Y al igual que mi cónyuge, comparto el gusto idílico por el teatro y el dramatismo sobre el escenario. No obstante, ser parte del elenco de mi vida jamás me convirtió en director de ella. No llevo el control del guion. Ni si quiera lo escribí yo. Y temo que ahora mismo…mi evento más canónico me hará pasar de héroe a villana en un abrir y cerrar de ojos.
No hice un escándalo. Después de todo, soy muy profesional y templada a la hora de interpretar un rol. Así que cuando tomé la decisión de entrar al cuarto, lo había hecho con la sangre fría y la cabeza bien puesta. Vislumbré la imagen en mi mente, segundos antes de que mis ojos la captaran. Sabía con qué me iba a topar. La palabra "manager" y "chico malo" son una combinación decidera. Y para cuando mi pie cruzó el umbral del marco, ya no había nada que decir. No emití ni una sola palabra. Sería el criminal del delictual hecho, quien hablara por mí.
Félix Fathom, mi esposo. Con su manager y representante legal, Kagami Tsurugi. Ambos, completamente desnudos y en mi cama. Consideré que era demasiado temprano para ver una porno, así que más cadavérica que otra cosa, salí del cuarto en completo silencio. En el interior de la pieza, escuché como se retorcían de la vergüenza, en susurros alertados. Me regresé al pasillo.
—Mierda —masculle Graham de Vanily, raudo a vestirse— ¡Con un demonio, Marinette nos vio!
—¿No dijiste que llegaría más tarde? —chista Kagami, saltando de la cama— ¡Esto es tu culpa!
—¡Si! ¡¿Pero eso que más da?! —Fathom corre al armario y coge una bata— ¡Ya vístete rápido y vete de una vez!
Estando yo en el primer piso, suspiré. Abrí la puerta izquierda del refrigerador y cogí una botella de zumo de naranja. En cuanto la cerré, lo hallé de frente a mi con la palabra: Culpable, tallada en su rostro. Descompuesto, ligeramente despeinado y con un olor a semen que juraría se olía a kilómetros. Quería decirme algo, pero movía los labios con el mentón temblándole y no lograba exclamar nada. Kagami bajó las escaleras como si se encontrara de spa por mi casa. Se acomodó el cabello, se paseó por la cocina con nosotros presente y se sirvió un vaso de agua. Luego dijo.
—Mañana en la oficina a las 9:00, Fathom. Buenas noches.
Y pasó de mi como si no hubiera provocado el divorcio del año. No había visto su auto en la entrada, por lo que asumí, Félix la había traído. No pasaron ni 5 minutos que un tercer vehículo de ventanas polarizadas la recogió. Un Uber, seguramente. Me crucé de brazos, aun esperando su veredicto, pero este parecía más tieso que turrón vencido.
—Di algo, infiel —demanda Marinette, con el ceño fruncido.
—¡Croac! ¡Infiel! —repite Argos.
—¿Q-que es lo que quieres que te diga? —Félix se frota la nuca, compungido— Me has pillado en la escena. No te puedo negar algo que es obvio, jeje. Creo…que me pasé de caliente, es todo.
—¿Eso es todo? ¿Ese es tu argumento? —protesta Dupain-Cheng, más enervada que antes— ¿Qué lo hiciste porque estabas caliente?
—¡Caliente! —repite Argos.
—Ya cállate, pájaro de mierda —Graham de Vanily lo fulmina con la mirada.
—¡Cállate manager! —añade el ave
—Un momento —el ojiverde hace una pausa, en lo que cae en cuenta— ¿Cómo sabías que estaba con Kagami? —mira al pájaro y zarandea la jaula— ¡¿Tú me delataste?! ¡Te voy a desplumar, cara de nugget!
—¡Ayuda! ¡Croac! —salta el loro, de un lado a otro aleteando— ¡Chico caliente me ataca!
—¡Félix no seas infantil y suelta a Argos! —Marinette le lanza una chancleta— ¡El único responsable de esto eres tú! ¡Y no creas que me voy a olvidar de esto tan fácil! ¡¿Me escuchaste?! —acto seguido sube las escaleras— ¡Te vas a enterar ahora mismo de las consecuencias!
—¡Es-espera, cariño! ¡¿Qué vas a hacer?! —la persigue detrás— ¡Marinette!
—¡Kiik! ¡Coc! ¡Coc! —se burla el Guacamayo— ¡Drama! —y se rasca el pico.
Bueno, el resto de la historia ya la conocen. Aunque déjenme decirle, que no piensen ni por un segundo que esto se acabó. Oh, no señoritas. Esto es solo el comienzo. Me las vas a pagar, Fathom. Nadie se burla de la gran Marinette Dupain-Cheng.
[…]
—¡Kyagh! ¡Pero si son los de la telenovela, Félix y Marinette! —aúlla una histérica fan en medio de la multitud— ¡Muchachos, vengan acá!
Opera sinfónica De-Luil. 21:30PM.
Un tumulto de hambrientos paparazis los rodean.
—¡Por favor, una foto para el periódico The Sun! —pide un fotógrafo, captando su mejor desplante. Un flash— ¡Se ven increíbles, chicos! ¿Disfrutaron la obra?
—Estuvo bien —murmura la fémina, posando para los relámpagos filmográficos— Este año los muchachos del coro navideño se lucieron sin duda. Esperemos que estas sean unas fiestas de final de año agradables para todos.
—¿Pretenden pasarla juntos en Paris o se irán a Londres nuevamente? —consulta un reportero.
—Bueno, somos marido y mujer —revela Félix, con altivez— Como de costumbre sin duda la pasaremos juntos. Aunque el destino aún está por definirse —una sonrisa blanca. Otro flash.
—¿Algún adelanto del final de temporada que puedan darnos? —demanda otra periodista.
—Lo siento mucho, chiques —niega Marinette, grácil— Pero saben que "nada de spoilers". Tendrán que sintonizarla como de costumbre.
—Lo único que les puedo adelantar, es que está de morirse —Graham de Vanily guiñe un ojo. Su cónyuge casi se lo come con la mirada, como quien comete un crimen— Jejeje…
—Tras el final de la serie. ¿Tienen planeado un proyecto más grande? —cuestiona un columnista— Ahora que el director Wang está en Francia.
—¿Wang Fu? —parpadea Dupain-Cheng, anonadada con la noticia— ¿Te refieres al legendario Fu? ¿El mejor director de cine arte de todos los tiempos? —recula— ¿Y por qué chucha nadie me lo dijo?
—Creo que tendré que hablar con Kagami —carraspea Félix, jalando del brazo a su mujer— ¡Bueno amigos, fue un placer verlos! ¡Nuestro auto ya llegó así que nos vamos! ¡Bye!
—¡Esperen, por favor! ¡Mas declaraciones! —la ola de gentío los sigue.
—¡Marinette te ves caliente en ese vestido! —vocifera un otaku— ¡La paja de hoy te la dedico a ti!
—¡Te adoro Félix! —retoza una hormonal fan libertina— ¡Búscame en Instagram! ¡Me dicen Linxy_bienhot2000!
En el auto.
—"Para morirse" —redunda Marinette, hastiada; en lo que se quita los tacones— Eres un imbécil. Literal, les diste el final.
—¡Vamos! No seas así —farfulle Félix, soltándose el corbatín— Todo el mundo piensa que el verdadero villano está muerto y ni sospechan de que Eliès lo sea —hace referencia a su papel en la serie— Además, las encuestas lo avalan. Bridgette se queda con Émile.
—¿Encuestas de qué, genio? —arquea una ceja.
—De Twitter, obvio —le muestra la pantalla de su móvil— Es más, hasta hicieron un bingo y rifaron números para ver quien ganaba.
—Dios, la gente ya no sabe en que gastar su dinero —resopla la actriz, sacando su teléfono.
—¿Y tú sí? —cuestiona su compañero.
—Obvio ¿Me quieres dar ideas? —le increpa— Porque últimamente estoy pensando seriamente en invertir en un abogado experto en desuniones.
—Tu no me puedes dar el divorcio —sentencia Fathom.
—¿Y por qué no?
—Porque me amas y yo a ti.
—Ah, mira —carcajea Marinette, irónica— Ahora me saliste poeta. ¿Pensabas en eso mientras se lo hacías a ella?
—¿Qué tonterías dices, mujer? —Graham de Vanily se encoge de hombros— Por supuesto que no.
—Cierto —exhala, frustrada— Tu nunca piensas cuando coges.
—Exacto —le da la razón— Pero de igual forma sé que aún me amas o de lo contrario no me hubieras perdonado. Porque…lo hiciste ¿Verdad? ¿S-si me perdonaste…?
—Está bien que seas rubio, pero no abuses —se mofa Dupain-Cheng, obviando su respuesta.
—Ok —comenta cabizbajo— La idea era responderme, no matarme.
—Félix, si quisiera matarte, créeme…—le clava una mirada, inquietante— Ya lo hubiera hecho.
—Vale, ya me está dando miedo —el británico se encoge en su lugar, temeroso— ¿Por qué de pronto suenas como uno de esos haters que publican hilos de: "50 razones por las que Félix Fathom es el peor actor de Francia y debió ser abortado"?
—¿Qué te hace pensar que no me uní al club? —carcajea, pueril.
—Cariño, de verdad considero innecesario tener que seguir en este camino de sedienta venganza conmigo —suplica el ojiverde, malogrado— Ser mi hater no te hará feliz.
—Este mundo no se hizo para que la felicidad fuera una opción, Fathom —explica Marinette, serena— De lo contrario, los orgasmos femeninos durarían 30 minutos cada uno y los hombres menstruarían.
—¿Esa es…tu definición de felicidad? —no entendió mucho. Está confundido.
—Es mi definición de justicia —sentencia la mujer— Y es precisamente lo que estoy haciendo ahora —le marca a su representante— Necesito respuestas y saber, por qué nadie me dijo que Wang Fu estaba en territorio nacional.
—Cierto. Creo que necesito saber lo mismo —Félix por su parte le escribe a Tsurugi— Le preguntaré a Kagami.
—Yo que tu voy pensando en cambiar de manager —propone Dupain-Cheng, incomoda— No me agrada la idea de saber que está enamorada de ti.
—Por favor, Kagami no está enamorada de mí —se excusa el rubio, mosqueado— Solo le gusta jugar a ser jinete en campeonato ecuestre.
—¿Sí? Pues que se busque otro corcel porque compartir no es una de mis virtudes —rezonga, chasqueando los dedos— ¡Tsk! ¿Y esta loca por qué rayos no me contesta? Justo cuando más la necesito. Es la cuarta vez que la llamo y no me-…—toman la línea del otro lado— ¡Al fin, mujer! ¿En dónde rayos te habías metido? No me digas que en otro viaje astral.
—No, no. Nada de eso. Ya dejé los hongos —suspira Zoé Lee al teléfono— Mi terapeuta me los prohibió y ya no quiero problemas con nadie.
—¿Qué terapeuta? ¿El policía que te metió palo-terapia la otra noche? —exclama con dejo de sarcasmo— Te pasa por conducir drogada.
—Oye no es fácil ser yo ¿Ok? —se defiende la rubia, bostezando en el proceso— Últimamente tengo mucho estrés y sueño…
—Me imagino que entonces por eso, no estás haciendo el trabajo por el cual precisamente te pago para que hagas —la increpa, molesta— ¿O me equivoco?
—Disculpa —despabila— ¿Dijiste algo?
—Zoé —sisea, fastidiada— ¿Por qué mierda no me dijiste que Wang Fu venía a Francia?
—Eh. ¿No te lo dije? ¿Cómo qué no? —Lee sobrepiensa, remembrando— Juraría que si te lo dije.
—¿Y eso cuando fue, exactamente? —Marinette se mira las uñas.
—Te lo dejé anotado en una de tus toallas higiénicas —se encoge de hombros.
—¿Y se puede saber por qué carajos anotarías algo tan importante como eso, en una jodida toalla higiénica? —se golpea la frente.
—Es que no tenía post it a la mano y cuando me enteré, fue lo único que encontré —murmura, derrotada del otro lado— Discúlpame, Marinette. No volverá a ocurrir. Esto de la rehabilitación no es fácil.
—De acuerdo, de acuerdo. Ve ya a descansar. Nos vemos mañana a las 10:00 en el set de grabaciones —corta. Exhala, frustrada— Dios…la única razón por la cual no la despido es porque la conozco de la escuela. Pero nunca creí que terminaría cayendo en las drogas.
—Es tu manager, mi amor —Félix le besa la manito, rayando en la irónica burla de su petulante humor— No hay ficha clínica que se salve.
—Te recuerdo que hoy duermes en el sofá —la peliazul le quita la mano, con cara de asco.
—Es un avance —comenta triunfal el británico— Partí en el garaje, luego en el pórtico, después el pasillo, la cocina. Ya voy en el living. Y muy pronto…estaré durmiendo en esas cómodas y sensuales escaleras que llevan al paraíso de nuestro hermoso lecho matrimonia~
—Que imaginación la tuya —ríe, cual niña pequeña— Al único lugar que conducen esas escaleras, es al entretecho.
[…]
Todo artista tiene una meta que alcanzar. Por lo regular, basando el talento natural se piensa que el íntegro potencial debe ser descubierto y explotado al máximo para un estrellato sin precedentes. Y lo que en mi caso resume una exitosa carrera como actriz de series nocturnas, oculta ese desesperado sentimiento de grandeza. Ese salto de fe a ciegas de pasar, de la televisión abierta a la pantalla grande. El cine. No necesariamente Hollywood pero si algo que permita compra y venta de entradas, selección de butacas y un cartel con mi fotografía ahí.
Mi sueño de toda la vida: Ser la protagonista de una película. Y que mejor oportunidad que esta, sobre la inesperada visita de mi director de cine favorito de todos los tiempos. El excelentísimo y eminente Wang Fu. Famoso por sus efectos especiales de la china antigua, artes marciales y mucho romanticismo empalagoso. No tenía la menor idea de cómo acercarme a él. Pero si debía venderle mi alma al diablo, lo haría.
Lo que no estaba en mis planes, era el hecho de que no era la única buscando un contrato jugoso con dicho productor. Kagami ya se había puesto en marcha para concretar una cita con los abogados de dicho varón y por supuesto que también mi archi enemiga de todos los multiversos. La petulante, esquizoide cara de porcina: Lila Rossi. Apodada por todos como la "fragmentada francesa". Famosa por sus papeles de villana y sus icónicas escenas en centros psiquiátricos como "Irma, la venganza vol. 2" o "El regreso de la multicuentas 4". Esa última es una remasterización por si acaso.
En fin. Si quería ganarme un papel en sus filas, debía hablar con Zoé. Pero últimamente las cosas andan de cabeza en mi vida. Primero la infidelidad de mi esposo y ahora los retoques finales de la serie en la cual soy estrella. Actualmente nos encontramos grabando los dos últimos episodios de: "Hijos del plumaje", una telenovela nocturna realizada por el director Anaximandre Bourgeois. Que trata sobre dos gemelos, uno malvado y otro bueno, en disputa por el amor de la hermosa pero muy cola suelta, Bridgette Bouché. Yo, soy Bridgette, obvio. Félix el gemelo bueno y Adrien Agreste, el gemelo malo. Lo cual es chistoso, porque se supone debería ser al revés ¿No? Bueno, les presento el poder del guion. Y no se crean que Adrien es menos popular que su primo hermano. El también tiene su sequito de fans hormonales que lo siguen a todas partes. De hecho, sagradamente una bataola de ellas se para a las afueras del set para tirarle piropos o pedirle autógrafos.
—¿Qué tal, chicas? ¿Cómo amanecieron hoy? —un inocente Adrien Agreste, con carita angelical y aura de apóstol José las saluda— ¿Ya desayunaron?
—¡Me encantas, Adrien! ¡Por favor! —demanda una chica con peluca de animé— ¿Me firmarías esta cajita de leche con tu retrato de "se busca" edición frutilla limitada?
—Si claro, amiga —el joven Agreste coge plumón y raya— ¿A nombre de quién?
—Bueno, me llamo Francisca —explica con naturalidad— Me puse "Fransyzk" en mis redes sociales y ahora todos me dicen Frank porque son disléxicos. Pero tú puedes llamarme "mi amorcito bello hermoso muñi muñi" —le hace ojitos.
—Eh…—Adrien, tentado a reír, solo se limita a soltar una ligera risotada y firma— Con amor de tu buen amigo, Adrien para "Fran".
—¡Ihhh! ¡Lo amo! ¡Gracias! —brinca como niña de prekínder.
—Bueno chicas, me voy. ¡No se pierdan los últimos dos capítulos de la telenovela! —les lanza un beso a todas.
—¡Te amo Adrien! —retoza Frank— ¡Dame como pájaro carpintero! ¡Con el pico y bien traladrao! —era un fan chileno¿?
Centro de producciones y grabación. 10:03AM.
—¡Muy bien muchachos! ¡Todos a sus posiciones! —enuncia André, con un megáfono en mano— Necesito máxima concentración, ahora que vienen las escenas de la explosión, el salto de la cuerda y el escape en moto.
—Dios, que estrés —suspira Félix, agobiado— No sé cómo mi primo puede grabar escenas de alto riesgo. A mí no me da el vértigo.
—Es por eso que solo eres un rostro bonito —comenta su manager, Kagami— Me siento orgullosa de trabajar contigo.
—Si, ya me lo suponía —musita Fathom, con garboso aire de altivez— Al principio creí que era solo por diversión, pero ahora me doy cuenta que si me admiras. Aunque Marinette diga que no me amas.
—Pero no te amo, Félix —Tsurugi arquea una ceja, suspicaz— Solo me gusta coger contigo.
—Bueno…ejem —carraspea el inglés, fingiendo amago de que no le dolió eso— Si…que sepas que, tu no me gustas ni un poquito tampoco, eh. Estoy enamorado de Marinette.
—El amor es una cuestión de contratos, Fathom —la representante le entrega en las manos, un documento— Y creo tener uno muy bueno para ti justo ahora.
—¿Eh? —parpadea, releyéndolo— ¿Qué es esto?
—Los abogados del director Fu dieron luz verde. Está en Paris buscando a los protagonistas de su nueva película —propone insinuante la japonesa— Y ¿Qué crees? Logré una audiencia con él. Si todo sale bien y logras impresionarlo, te irás directo a la pantalla grande.
—¿Qué? ¡¿De-De verdad?! —abre los ojos, estupefacto— ¡¿Seré un actor de cine?!
—Así es. Siempre y cuando, claro…—musita en su oído— Termines tu contrato con el patético de Bourgeois.
—Eh…pero, espera —Graham de Vanily hace una pausa, dándole una vuelta al asunto que le plantea— Tú sabes que no puedo hacer eso. Es un contrato conyugal el que tengo con André. Marinette también está metida en esto y ambos nos llevamos la mitad de las ganancias. Siempre es así.
—Félix, estamos hablando del cine internacional —Tsurugi lo encamina hacia un costado del set— Ya no puedes seguir estancado en el minúsculo mundo de la tv abierta. Mírate. Eres un diamante en bruto. Una joya esperando ser descubierta —le soba el pecho, provocativa— Tu mereces soñar en grande. Y si eso significa batir alas y volar del nido, bueno…son los pequeños sacrificios que hay que hacer.
—Mhm…—desvía la mirada, embrollado.
—De todas formas, dale unas vueltas ¿Sí? El futuro te espera —le cierra un ojito, con picardía— Por cierto, aprovecha de echarle una miradita a tu reporte de redes sociales.
—¿Cómo amanecieron mis fans esta mañana? —exhala, mirando la tableta— Oh, vaya. El Hashtag del final es trending.
—Todo normal en Instagram y Facebook. Pero hay una situación en particular en Twitter —Kagami le enseña un perfil— Al parecer hay una usuaria llamada YokonetteVT que está causando molestia entre los usuarios. Hace fanarts tuyos.
—¿Y que tiene eso de malo? —Félix les echa una ojeada rápida a las ilustraciones— ¡¿Qué?! ¡¿Cómo se atreve a dibujarme sin nariz?! Ok, ya vi suficiente —le regresa la tablet— Demándala por favor.
—Eh ¿Estás seguro de esa decisión? —Tsurugi añade, con otra página en particular— Porque según veo también hace dibujos para adultos y…yo diría que…la muchacha tiene talento.
—Espera. ¿Este soy yo? —Fathom se ruboriza, jocoso con lo que ve— Oh, bueno, vaya, caray. Mira ese tamaño. ¿Te parece fiel al original?
—En realidad pareces más bien un cachalote, la verdad —ironiza la nipona.
—Mhm…nada mal. Retiro lo dicho, no la demandes —exige— A cambio mándale un pack de nudes de mi colección only fans 2015 para que haga uno de esos unboxing calzones o algo así.
—En realidad es fan de Marinette —agrega la manager.
—Bueno, de Marinette entonces, yo que se —se encoge de hombros, regresando al set— ¡Ya estoy listo!
—¡Muy bien! ¡A sus posiciones! —corrige Bourgeois— ¡Toma número 203, escena del escape! Eliès revivió, no estaba muerto. Vino por Bridgette y la secuestra tirándose por la ventana del hospital donde estaba. En eso, llega Émile con la brigada de detectives a detenerlo. E intercambian disparos.
—¡Luz, cámara…acción!
«Dentro de la telenovela»
—¡Detente, hermano! —berrea Félix, en el papel de Émile; en lo que apunta con un arma— ¡Ya no puedes seguir escapando! ¡Bridgette no te ama, date cuenta!
—¡Ya es demasiado tarde, hermanito! —carcajea Adrien, en el papel de Eliès, amarrando una cuerda a su cintura, dispuesto a saltar— ¡Ahora te harás cargo de los problemas que has causado! ¡Si tu no hubieras aparecido, ella y yo estaríamos casados ahora mismo!
—¡Por favor, no lo hagas Eliès! —advierte Bridgette, en total despojo de pánico— ¡Vas a lastimar a alguien!
—No te preocupes, cariño. Vine con lo necesario —el villano saca un arma y apunta a su rival— ¡Ni un paso más o disparo!
—¡Suelta el arma, Eliès! —Fathom lanza una última advertencia— ¡No me obligues a usar la fuerza! ¡Tú eres mi hermano y te amo!
—¡Si realmente me hubieras amado, dejarías que fuera feliz con la chica! —el Agreste apunta— ¡Se acabo el juego!
Abren fuego. El tiroteo comienza con las enfermeras, doctores y pocos visitantes del hospital, corriendo despavoridos de un lado a otro. Algunas personas caen abatidas durante el proceso, lo que causa impacto en la pobre fémina que ahora, llora desconsolada entre la batalla campal que tanto su ex amor como el nuevo, disputan. Eliès va a saltar.
—¡Corten! —André detiene la escena— ¡Estupendo trabajo, muchachos! Preparen la toma dos del desenlace. 5 minutos de descanso y retomamos —gira los dedos.
—Fiuf…salió bien ¿Eh? —ríe Adrien, animado— ¿Me veo malvado?
—Convincentemente horrible —le halaga Marinette— Buen trabajo.
—¡Agua, por favor! —aulla Félix, más sudado que la mierda.
Uno de los extras que estaba tieso en el suelo, se levanta, camina hacia el dispensador de agua y corre torpemente a dárselo a Félix. Este último acepta. Bebe de un solo tranco y nota, que la chica no movía ni un solo musculo.
—Eh, disculpa —interrumpe Graham de Vanily, confundido— ¿Y tú eres?
—Soy su masajista, señor. Leah —se presenta.
—¿Tengo masajista? —que.
—De hecho, hace 3 años que trabajo con usted —Leah no entiende nada— Le quité la contractura del pie derecho, la semana pasada.
—¿Y qué haces en la escena del tiroteo? —pasmado.
—Soy un extra —se encoge de hombros, con naturalidad— Me gusta fingir mi muerte. Espero algún día poder hacerlo realidad.
—Eres bien esquizo. Me agradas —Félix le hace patpat en el hombro— Pues volver a tu puesto y que te suban el sueldo.
Un poco más allá.
—Como si no fuera suficiente, primero coquetea con Kagami y ahora con una random —farfulle Marinette, celosa. Pues ha visto como su esposo interactuaba melosamente según ella, con la chica— Me tiene podrida.
—¿Una random? —cuestiona Luka, su estilista. Le da unos retoques de maquillaje— ¿Te refieres a la chica de los masajes?
—¿Es su masajista? —ni enterada.
—¿Necesitas anteojos, cariño? —el peliazul, le arregla el cabello.
—Tsk, de seguro le masajea más que solo las patas —gruñe nervuda, Dupain-Cheng.
—Amiga ¿Estas con la regla? Te noto muy rabiosa esta mañana —suspira Couffaine, de manera afeminada— Y tienes el pelo más opaco de lo normal.
—Sigo molesta con lo que me hizo. No puedo evitarlo —refuta enfurruñada la ojiazul— A diario le recuerdo su infidelidad, pero pareciera que no le afecta en lo más mínimo.
—Hombres —Luka rueda los ojos, sarcástico— Son todos iguales, querida. Te lo digo yo que mi ex me dejó con deudas que sigo pagando. Espero se extingan todos.
—No sé si sea necesario que se extingan todos, pero…—la joven actriz divisa a Adrien, platicando con Félix a lo lejos. Una idea se le ha venido a la mente— Hay uno en particular que necesito le quede en claro, que conmigo no se juega. Y ya sé que hacer…
—Qué bueno que soy gay —murmura el peluquero, figurando amago a su venganza— Eres terrible.
—¡Regresamos a la escena, chicos! —exclama el director— ¡Todos a sus posiciones!
Ok. A ver. Solo para aclarar, yo no me considero una muchacha rencorosa. No es que de cierto modo me esté vengando (lo está haciendo) pero Félix se lo buscó. Si tan solo hubiese tenido un mínimo de responsabilidad afectiva yo no me hubiera visto forzada a sabotear la siguiente escena y provocar el accidente. Pero no me dejó de otra. Quiero que sufra. Por lo que, dado que el universo escucha mis plegarias y yo para nada esa, la resentida actué. Mágicamente, la cuerda que sujetaba la cintura de Adrien para caer sobre la colchoneta, se soltó. Y como dijo Britney: ¡Ups! I did it again. Inesperadamente tras el salto, ambos caímos muy mal sin ser rebotados por el lazo. Lo que finalmente acabó en una fractura de brazo derecho, dejando lesionado sin marcha atrás al pobre primo. Perdón, Adrien. Me caes muy bien, pero la vida continua.
—¡Arg! ¡Dios santo! —soltó quejumbroso el rubio— ¡Mi brazo! ¡Creo que me lo fracturé!
—¡Por todos los guiones! ¡¿Qué fue eso?! —André se levanta, alarmado— ¡Corten, corten! ¡Traigan a los paramédicos!
—Mierda, primo —Félix se abalanza a socorrerlo— ¿Qué demonios pasó?
—¡Cuidado, no lo muevan mucho! —indicó Rose, una de las enfermeras en el set— Es una lesión nivel 4. Hay que llevarlo a la clínica.
—No me jodan —berrea Bourgeois, con las manos en la cabeza— ¡Y justo en la mejor escena! ¡No me pueden dejar así! ¡¿Me oyen?! ¡Tenemos que grabar si o si o los contratistas se irán!
—¡Si me permite, director! —propone una maquiavélica Marinette, en son de fastidiar— Creo que aun podemos grabar la parte que nos falta. Después de todo, Félix es idéntico a Adrien.
—¡¿Qué?! —Fathom salta, espantado— ¡Ah, no! ¡No, no, no! Me rehúso. Mi contrato especifica claramente que yo no haré ninguna escena de alto impacto. ¡No puedo hacerlo! ¡Sufro de vértigo!
—Me parece una excelente idea, Marinette —indica el productor— ¡Félix, a la soga!
—¡¿Acaso están sordos?! —chilla el británico, más pálido que otra cosa— ¡Ya les dije que no lo haré!
—Vamos, cariño —sonríe sínicamente su cónyuge— Es solo un par de escenas. No es el fin del mundo. No vas a saltar de un rascacielos.
—Mi amor, tu mejor que nadie sabe que no puedo hacerlo —señala Graham de Vanily, en shock— ¿Acaso olvidas la escena del barco en Marsella? ¡Estuve vomitando 3 días!
—Si, lo sé tesoro —finge demencia— Pero eso fue hace 5 años. Y eras solo un muchachito inexperto. Ahora eres un adulto con más vigor y coraje que nunca. Puedes hacerlo.
—¡Eso no lo sabes! —insiste en su negativa.
—Tu tampoco lo sabrás, si no lo intentas —insinúa, arqueando una ceja— ¿O sí?
—Pe-pero…
Lo hubieran visto. Todas las miradas cayeron sobre él, como si estuviera siendo acusado en un juicio mediático, en pleno tribunal. Incluso los extras, lo miraban de formas tan despectivas, que ni si quiera el más incrédulo hubiera hecho caso omiso al ataque visual que perenne se instauró en el set. Félix comenzó a sudar helado. El destino de la telenovela estaba en sus manos. Y acobardado de ser funado más público que privado, finalmente accedió; constipado. A regañadientes, subió al segundo piso de la estructura para reanudar la toma del salto. Vistiendo ropas del villano y peinado a su semejanza, me tomó de la cintura y trémulo, se lanzó a la colchoneta. La cinta fue todo un éxito y logramos avanzar esta tarde, en una seguidilla de escenografías en donde mi infiel marido, se montó sobre una moto, brincó contra explosiones, fingió salir volando y alcanzó el clímax con un hilarante gimoteo de dolor tras ser atravesado por un fierro de contención.
Para eso de las 22:30AM, Félix Fathom era una maraña de nauseas, diarrea y desmayos constantes. Exigía con urgencia una colonoscopia anal, porque ya no daba más del vahído. Pero esto, mi amoroso maridito, es solo el comienzo…
23:13PM. Mansión del matrimonio.
—Félix, tienes que comer algo —plantea Marinette, sentada frente a el— Te ves fatal.
—N-no puedo…apenas veo algo, me dan ganas nuevamente —sisea con expresión agria en el rostro— Uhg…dios.
—Aun así, debes intentar probar bocado —insiste Dupain-Cheng, acercándole la sopa— ¿Y si te tomas solo esto?
—¡Croac! ¡Come, infiel! —cacarea Argos, dentro de su jaula.
—Y encima este pajarraco del orto lleva semanas llamándome infiel —exhala, frustrado— ¿Por qué tanto hate?
—Es que lo eres, corazón —y ella no duda en recordárselo.
—¡Lo eres! —chilla el ave— ¡Caliente!
—¡Merezco algo de respeto, cara de buitre! —Fathom le lanza una servilleta al animal— ¡Yo te crie desde polluelo!
—¡Kkkk! ¡Mentiroso! —berrea el pájaro— ¡Manager!
—Me llama mentiroso el que tiene complejo de perro —Graham de Vanily rueda los ojos, sarcástico— Loro traumado.
—¡Sácame! —exige el Guacamayo, picoteando una correa— ¡Argos quiere paseo!
—Si, si, si ya voy —Félix se levanta de la mesa y le abre la jaula, acomodándole la correa al pescuezo— ¡Pero no te cagues en los muebles!
—¡Cruac! ¡No cago infieles! —vuela hacia la alacena.
—Bueno, ya está —Fathom gesticula una mueca repugnante— Menos mal que tengo estas pastillas para el mareo o no sé qué sería de mi vida —toma una, pasándola con ayuda de un vaso de agua.
—Mierda —Marinette recibe un mensaje de texto a su celular— Carajo. No te la puedo creer. La idiota de Lila consiguió una audiencia con Fu. ¿Cómo mierdas lo hicieron? Bueno, viniendo de ella, seguro se acostó con alguno de sus representantes.
—Cariño, no todos usan esas estrategias para conseguir cosas —murmura el rubio, mosqueado— Tu rivalidad con Lila me parece algo toxica.
—¿Lo dice el que se acostó con su manager? —arquea una ceja, recelosa.
—Yo no estoy buscando conseguir nada —protesta, frustrado— ¿Puedes parar con eso?
—Tal vez tu no, pero de Kagami no sabemos —refuta dubitativa, la actriz— Apégate a tu papel y continua como estaba planeado.
—A veces siento que mis haters tienen razón —revela, cabizbajo— No soy tan buen actor como piensan. Quizás si debieron haberme abortado.
—Mejor vete a dormir. Estás de melodramático como de costumbre —formula Dupain-Cheng, tecleando en su teléfono— Hoy te toca el cuarto de invitados.
—Genial, hurra —finge falsa modestia, levantándose de la mesa— Me daré una ducha primero. ¿Vienes?
—¿Y bañarme contigo? —carcajea sarcástica— Sigue soñando, Fathom.
—Bueno, al menos se intentó —sube las escaleras— Lo di todo, señores.
Si. Claro que lo estas dando todo, Félix. Pero sería una lástima que para mí no sea suficiente. Y debiste haberte llevado tus pastillas para el mareo contigo. Porque dejarlas a mi alcance, solo empeora las cosas. Lo primero que hice, fue cambiarlas por una caja de píldoras que, a juzgar por su coloración azul, a nadie le quedará duda de que es viagra y no otra cosa, lo que tomas. Le hago una foto y la envío anónimamente a un medio de prensa. Ahora todo el mundo sabrá, que eres un impotente de primera.
—¡Croac! ¡Chica mala! —reverbera Argos, rascándose las plumas— ¡Haces cosas malas!
—Shhh…—Marinette bufa en respuesta, más entretenida que otra cosa— Bueno, tal vez si me esté pasando un poquito de vergas…pero créeme, al final…todo habrá valido la pena —otro mensaje de texto, llega a su móvil. Lo lee— Y hablando de valer la pena…el pez picó el anzuelo, jeje. Hora de salir un rato —se levanta.
[…]
—¡Directora nos ha llegado una fotografía anónima! —alerta un periodista— ¡Es importante!
—¡¿De quién es?! —berrea Chloé— Si no es de mi hermana involucrada en alguna redada de narcóticos o una infidelidad de mi papi no me importa ¿Ok?
—Por el contrario —advierte, ansioso el hombre— Es de un famoso de la farándula.
—Vaya, vaya —salta de su asiento, ansiosa— ¿Un personaje conocido?
—Es del actor Félix Fathom —confiesa, seguro de sus intenciones— Y sin duda, le va a importar mucho…creo que mañana será portada nacional, me atrevería a decir.
—¿A ver? Dame eso inútil —rezonga Bourgeois, examinando la fotografía— Uy…sí. Sin duda esto será muy controversial. Mándalo a edición y que se publique mañana mismo ¿Me oyes? ¡Es una orden!
—¡Como usted diga, directora! —obedece.
[…]
—¿Qué carajos significa esto? —Félix escupe todo el café, estupefacto— ¿Qué demo…? —y relee la portada— ¡Vergüenza! ¡Problemas en la plomería! ¿Félix Fathom un galán sin manguera? "una pastillita al día, luz, cámara y disfunción"
—¡Sin manguera! ¡Croac! —repite Argos— ¡Pito flácido!
—¿Pero quien mierda les dijo que yo consumo viagra? —chilla el ingles, ofendido— ¡Esto es falso!
—Buenos días, escandaloso —le saluda Dupain-Cheng, pegando un bostezo en el proceso— Veo que amaneciste con el Oscar bajo la manga.
—¡Esto es falso, mujer! —Graham de Vanily le enseña el artículo que leía, en el iPad— ¡¿De dónde sacaron semejante calumnia?!
—¿Mhm? —Marinette finge demencia y examina la fotografía— Pues yo la veo bastante real. ¿Acaso ese de ahí no eres tú o es tu hermano gemelo malvado?
—¡Si! ¡Obvio que ese soy yo! —berrea, abochornado— Pero la captura está claramente trucada. Yo no recuerdo haber ido a esa cafetería ni haber tomado una pastilla de color azul. El fondo es falso.
—¿Y como piensas desacreditar esto? —arque una ceja, con audacia— ¿Haciéndote una paja en público para demostrar que se te para naturalmente?
—Bueno…tu podrías ayudarme ¿No? —sugiere turbado, el actor— Si dieras una cuña o alguna entrevista breve en donde les digas que…respondo muy bien en la intimidad, yo-…
—Claro que si campeón —carcajea, bebiendo un sorbo de café— ¿Por qué no se lo pides a la zorra tu manager? Después de todo, con ella igual lo hacías.
—¡Pito muerto! ¡Croac! —redunda el ave.
—¡Pu-Pues! ¡Porque yo…! ¡Eh! —Félix se enreda todo, tratando de hilar una respuesta coherente. Pero finalmente confiesa la cruda realidad de los hechos— No puedo hacer eso. Eso…si sería mentir.
—¿Qué me estás contando, Fathom? —la lozana actriz se va a la chucha— ¿Acaso tu…?
—Usé viagra con ella —admite, ruborizado e indiscutiblemente derrotado— Tenía miedo de que no rindiera o que pensara que soy un fiasco. Así que esa noche yo…tomé la píldora.
—¡Ah! ¡Genial! ¡Tomas viagra con tu amante, pero con tu esposa no! —la fémina le lanza el paño de cocina por la cabeza. Menos mal alcanza a esquivarlo a tiempo— ¡¿Quieres un premio ahora, tarado?!
—¡Vamos, mi amor! ¡Tu sabes que contigo no necesito recurrir a esos métodos tan burdos! —explica, febril. Apelando al sentimentalismo que profesa, añade— T-tu…me la pones mas dura que empanada de cemento, jeje.
—Romántico —rueda los ojos irónicamente, volteándose— Pero no me convencerás. Eres una farsa, Félix. Ahora tendrás que vivir con el peso del papel miserable que te tocó interpretar. Buena suerte con la paraplejia de pichula más controversial de la farándula parisina —sube las escaleras, soltando graznidos de risas.
—¡Arg! —Fathom se jala de las greñas, vencido— ¡Carajo! Dios… ¿Por qué me hacen esto justo ahora? Encima, yo…—su móvil repica. Es Kagami— Ah, genial. Lo que me faltaba —contesta, apretándose los ojos por el puente de la nariz— Kagami, ahora no es un buen momento ¿Sí? Estoy teniendo una mañana del asco y no necesito mas problemas.
—Estoy al tanto, Félix. Al igual que los 2.161 habitantes más —masculle, serena— Pero el motivo de mi llamada no es precisamente hablar de tu desempeño sexual. En realidad, es para recordarte que hoy tienes la cita con el abogado de Fu.
—Ah…eso —Félix desvía la mirada, caminando hacia la terraza para no ser oído— Escucha, respecto a lo que me comentaste. En verdad, no creo poder hacerlo. Se que suena tentadora la oferta, pero con Marinette tenemos mas que solo un acuerdo conyugal.
—Estas mezclando peras con manzanas, Félix —retoza su representante— Yo hablo de un negocio comercial.
—Marinette no es solo mi pareja. También es mi socia comercial.
—Comprendo —rueda los ojos, hastiada— Y crees que ella piensa lo mismo que tú en estos momentos ¿No?
—Pues… ¿Sí? ¿Por qué pensaría distinto? Seguimos casados —asegura, confiado— Nos amamos. Y además fue un pacto que hicimos.
—Pero le fuiste infiel, Félix —masculle la fémina— Y como tú manager, mi trabajo es recordarte que aún está dolida contigo y parece más tú hater que tu esposa.
—¿Que insinúas? —arquea una ceja, suspicaz— ¿Que mi propia mujer me va a cagar?
—Ya lo hizo, de hecho —sentencia Tsurugi— Zoé Lee fue astuta y también aprovechó la ocasión de la visita de Fu. Ayer por la tarde Marinette se reunión con él y sus representantes. Y no solo ella. Lila Rossi también está interesada en hacer un film con él.
—¿Pero que carajos? ¿Por qué me haría eso? ¡Ni si quiera lo consulto conmigo! —brama, colérico el actor inglés— ¡No puede hacerme esto! ¡Tenemos un contrato!
—Normal, Félix. No te exaltes mucho. Marinette es una mujer lista y vela por sus intereses —relata templada la nipona— Ya no debería ser ninguna sorpresa para ti, que ella quiera saltar a la pantalla grande. Siempre lo repite. Y todos sabemos que Wang es su director favorito.
—Creo que…—suspira derrotado, el rubio— Iré a la bendita reunión con los representantes de Fu.
—Genial —murmura indiferente, en lo que se pinta las uñas— Por cierto. No te preocupes por mí. No me molesta que hayas tomado viagra conmigo.
—Eh. ¿Que? Es-espera…no. ¿De dónde sacaste eso? —refuta Fathom, ruborizado— La noticia es falsa. Jamás usaría viagra contigo.
—Te ves muy tierno cuando intentas hacerme ver como tonta, pero yo me veo mejor haciéndote creer que lo logras —ríe.
—Está bien, está bien —confiesa Félix— Si usé. Pero solo esa vez. Las demás, juro que no lo hice.
—Y agradece que Marinette solo se enteró de aquella ocasión —la ejecutiva se sopla el esmalte— No abuses de tu libertad o me harás perder a mi mejor cliente.
—La situación está bajo control por acá. Ni lo sospecha —sisea, galante— Y hablando de eso… ¿Que harás hoy en la noche?
—Adiós, Félix. No olvides la reunión —corta.
—Tsk…bah. Bueno —chasquea la lengua, desmarañado— Pero Marinette tenia razón. Debo…apegarme a mi "papel" y continuar con el show. Iré a la bendita reunión.
[…]
—Yo soy Ligny —se presenta una.
—Y yo Linxy —se presenta la otra.
—Y somos hermanas gemelas separadas al nacer —anuncian, al mismo tiempo.
Miraculous Film. Oficinas del director Wang.
—Eh…—Marinette parpadea, un poquito liada— Mucho gusto, hermanas gemelas separadas al nacer…—les da la mano— ¿Cómo pasó eso? Bueno, si puedo preguntar. Me parece curioso su caso.
—Bueno. Técnicamente ella, fue la separada al nacer —expone Linxy— Por esos años nuestra madre estaba involucrada en una secta satánica y uno de los rituales demandaba donar a tu hijo a una familia afrodescendiente de la selva amazónica.
—Oh…ya veo —murmura Dupain-Cheng, sorprendida— ¿Entonces…Ligny fue adoptada por negros?
—Suricatas de cuello negro, para ser exactos —revela Ligny— Que luego de un extenso estudio de marketing, determiné tenían un alto valor monetario en el mercado negro. Así que decidí invertir en la bolsa de animales exóticos y venderlos en una subasta.
—¿Ve-Vendiste a tus…padres? —pestañea, en shock.
—Les salvé la vida —agrega— El mono aullador que compartía celda con ellos acabó en el menú de un restaurante de mi barrio. Fue horrible. Me lo agradecerán.
—Eh…bueno, y-yo…—ya no sabe que chucha más decir.
—Un placer conocerlas, señoritas —expone Zoé, briosa— Pero necesitamos reunirnos con el señor Fu. Nos citó para un importante mitin.
—Oh, claro que sí, pequeñas estrellitas estelares de dios —Linxy las hace pasar— Pueden esperarlo aquí dentro, mientras llega el segundo pobre desgraciado que firmará un contrato explotador y lleno de letras chicas —sonríe— Ay…en fin ¿Alguien gusta un café cargado de amargura y desolación en lo que aguardan la estafa del siglo?
—¿Segunda persona…? —masculle Marinette, alzando la ceja— ¿Quién es?
Claro. Casi como si hubiese sido convocado por las 7 trompetas del alto apocalipsis. La puerta principal se abre de par en par, dejando entrar una brisa aromática de problemas y divina infidelidad, hecha varón. Félix Fathom en persona. Seguido mas atrás de una atareada Kagami que discutía con alguien por manos libres. No, más bien lo humillaba sin tapujos.
—Escúchame con atención, pedazo de mono neuronal. Llevo toda la mañana intentando contactarme con tu supervisor —protesta Tsurugi, altanera— Quedó de devolverme el llamado y no lo ha hecho. Yo creo que no están entendiendo la gravedad del asunto. Mi cliente es alguien muy importante y está terriblemente insatisfecho con el producto despachado. El envase venia pintado de rojo y el exigió explícitamente que fuese negro, porque es un ser oscuro de maldad. Así que te pediré que anotes mi numero y me contacten a la brevedad o me asegurare de que un cartel mexicano toque tu puerta mañana —cuelga, regresando la visual a los asistentes— Vaya. Que coincidencia. ¿Reunión de traidores?
—Lo supuse —berrea Dupain-Cheng, ofuscada— Pero ¿Por qué no me sorprende? Eres realmente todo lo que imaginé y peor.
—Marinette, no te permito que le hables así a mi representante —reclama Félix, increpándola— Después de todo, no deberías estar aquí. Creí que teníamos un trato.
—Lo siento, Félix. Pero yo ya no hago trato con adúlteros —sonríe, morbosa— Aunque claro, Kagami ya te lo debe de haber advertido.
—Admito que en un comienzo estaba ciego al no querer ver la realidad —manifiesta Graham de Vanily, hastiado— Pero gracias a tu increíble capacidad de venganza y la nula compasión que me tienes, no te tembló la mano en romper nuestro trato.
—Cariño, nuestro contrato quedó revocado —expresa la peliazul, con altivez— Es hora de velar por mis propios intereses.
—¡Eres una egoísta! ¡Si tan solo yo-…!
—¡Se callan todos, idiotas! —aúlla Ligny, pasando de la rabia a la sensibilidad de un segundo a otro— El maestro Fu, está aquí.
Su eminencia, el gran director Fu; hace ingreso a la escena. De porte galante, honorable, indiscutiblemente senil, se quita las gafas de sol y hace un paneo rápido de lo acontecido. Sereno, toma asiento frente a su escritorio y con total letrada voz, murmura.
—Sin duda los rumores eran verídicos, ahora que los veo a ambos —carraspea, el anciano— Agradezco el tiempo y el entusiasmo que muestran por ser parte de mi película. He de admitir que me ha costado mucho trabajo encontrar a mis protagonistas. Ya que como se habrán dado cuenta, soy un viejo quisquilloso rondando la casi jubilación y mis problemas de urticaria me producen reflujos muy difíciles de tolerar. Pero bueno —exhala, calmoso— No vinimos aquí a hablar sobre mis achaques. Seré breve en mis requerimientos.
—Antes que continue con algo más, gran maestro Fu —interviene una maravillada Marinette— Sepa usted que soy su admiradora desde que tengo memoria. Dicen que nunca hay que conocer a tus héroes porque te decepcionarán. Pero no cae en la vulgaridad de aquel dicho. Es todo y mucho más, de lo que imaginé.
—Me halaga, Marinette Dupain-Cheng —asiente, complacido— Y también sepa usted que estoy muy al tanto de su carrera. He seguido su trayectoria, desde que decidí filmar mi última película aquí, en parís.
—¿Realmente…me ha notado?
—A ambos —Wang observa al británico ahora— No solo son un matrimonio maravilloso si no que también congenian muy bien dentro del set. Promesas como esas no se ven todos los días.
—¿Eso quiere decir, que nos va a tomar para el papel? —pregunta Fathom, ansioso.
—No —declara el mayor— En realidad, ando tanteando primero el terreno. Actualmente hay otra chica interesada en el protagónico que también estimula mi curiosidad. Lila Rossi. Imagino la conocen.
—Ah…—sisea la actriz— Esa arpía…
—Perdón. Soy sordo del oído derecho y me estaba acomodando el audífono —relata el octogenario— ¿Decía? Esta cosa se tapa de cerumen a diario.
—¡N-no! ¡No dije nada realmente, señor! —ríe nervuda, desviando la mirada.
—Había citado a los tres para esta reunión, pero la representante legal de Rossi me comentó que andaba de gira por África —explica Fu— Así que ella vendrá mañana.
—¿La representante legal de Lila? —la joven actriz duda, unos instantes— ¿Y ya la ha visto en persona?
—Solo hemos hablado por teléfono, pero confió plenamente en su juicio —asiente— Fue muy criteriosa y me recomienda firmar con ella.
—Estoy dispuesto a hacer la audición o lo que pida, señor Fu —apela Félix, cordial— Tengo entendido que no tiene a mas candidatos para el varón del film. Soy muy profesional en lo que hago.
—Dejando de lado los escándalos burdos que envuelven su desempeño masculino, señor Fathom —le endosa el productor— Estoy de acuerdo. Será un placer trabajar con usted.
—Mierda…—Marinette fulmina a su marido, con la envidia grabada en su rostro— No creas que te la haré fácil, cabroncito. Este papel será mío y te guste o no, harás esta jodida película conmigo.
—Muy bien, niños —Wang Fu se levanta, entregándoles en sus manos los requisitos por escrito— Lean con atención el guion. Empápense de él. Estudien la película. Y nos veremos aquí en dos horas más para los ensayos.
Baño de mujeres. Miraculous Film. 14:20PM.
—No puedo creer que estés avalando esto —Marinette masculle entre dientes, totalmente enfurruñada— Creí que habías dicho que solo querías lo mejor para Félix.
—Se lo que dije. Y es exactamente lo que hago ahora mismo —señala Kagami, lavándose las manos en el proceso— Félix es mi representado y tiene talento. Merece alcanzar el estrellato. Lo cual, sigue siendo la mejor opción para él.
—¿Sí? Pues eso mismo dijiste de mí, la otra noche —le ataca, de vuelta— Comienzo a pensar que solo piensas en tu porvenir.
—Por favor, no vamos a leernos la suerte entre gitanos ahora ¿O sí? —Tsurugi coge algo de papel y se seca las manos— Llevo años trabajando con tu marido y ya me conoces. No voy a escatimar en oportunidades. Y eso, va para ambos.
—Félix te ha hecho ganar una porrada de dinero, Kagami. Y todo a costa de su talento —Dupain-Cheng frunce el ceño, fulminándola con la mirada— ¿Qué más quieres?
—Lo sé. El chico tiene talento —suspira— ¿Qué más, quiero? —repite, sarcástica. A lo que se voltea. Se para frente a ella, clavándole una mirada insidiosa— Lo quiero todo, Marinette. Este contrato no solo catapultará la carrera de Félix. Si no también la mía.
—¿No te da vergüenza? —berrea incomoda, la peliazul— Dices trabajar para el y llenarte la boca de gloriosos logros a su favor. Pero olvidas que también juraste proteger mi matrimonio, cuando te contrató.
—¿Qué pasa? —ríe jocosa, en son de maldad. Le toma el mentón, de forma seductora— ¿Acaso estás celosa, ahora?
—¿Debería? —ojiazul aparta su mano, recelosa— Te acuestas con mi marido delante de mi y no te importa nada.
—No creo que estés en posición de reclamar nada ¿Sabes? —revela la japonesa, atosigada de egolatría— ¿O es que acaso ya no tienes memoria? Porque si es así, finges muy bien.
—Soy actriz —sentencia— Cometes un error en subestimarme.
—Y sin duda una de las mejores —gruñe, turbada con su comentario. La suelta— Pero negocios son negocios. Y cuando trabajas en ese rubro, pierdes toda decencia de lo moral.
—Entonces lo admites ¿No? —la reprende, Marinette— ¿Admites que estás haciendo esto solo por ti?
—Hago esto por los fans, Dupain-Cheng —Kagami camina hacia la salida del baño, fastidiada— Y el rating, lo es todo.
—¿Para quién demonios trabajas realmente, Kagami? —reclama la joven actriz, derrotada— ¿Quién es tu némesis? Porque claramente, no lo haces por Félix. Ni por mí. Ni si quiera por los fans, como tanto dices.
—Trabajo para mí, Marinette —la nipona gira la manilla, saliendo por la puerta— Por nadie más. Adiós y buena suerte en tu audición.
—Si, claro…perra —Marinette saca del interior de su chaqueta una grabadora de video. Empequeñece los ojos, suspicaz— A ver si le va a gustar esto, a tu verdadero jefe.
[…]
—Toma 3. Escena del tren. ¡Luces, cámara…acción! —baja la claqueta.
«Marinette en el papel de Claudine: ¿Tu sabias de esto, verdad? ¡No te hagas el desentendido! —berrea, acongojada y entre lágrimas— Lo ocultaste por tanto tiempo…que me parece absurdo ahora negarlo.
«Félix en el papel de Eric: No tengo palabras para describir lo mal que me hace sentir —profesa, melancólico— Pero te juro, que no era mi intención. Me vi preso de la soledad y la angustia de no saber si realmente me amabas…
«Claudine: ¡Yo te amaba! —chilla en llanto, la muchacha— ¡Te juré mis votos con devoción y tu eras de las ultimas personas, que pensé podría traicionarme!
«Eric: ¡Mi amor! ¡Mírame a los ojos cuanto te lo digo! —Fathom coge su mentón, en una escena dramáticamente amorosa. Hay explosiones de fondo y el tren se sale del riel— Te amo. Te amo como nunca antes amé. Y si tengo que morir por ti para demostrarte cuanto valgo…—mira al vació— Lo haré.
«Claudine: ¡Eric! ¡Ni se te ocurra! —niega, absorta frente a su drástica decisión.
«Eric: No me dejas mas opción, "mi dulce mariposa" —sisea, atolondrado— ¿No era esta la prueba de amor máxima que pedias?
«Claudine: Si tu mueres…—revela Dupain-Cheng, tentada a saltar con el— Moriremos los dos…
«Eric: Claudine…—suspira su nombre, aferrado a ella— Entonces…nos volveremos a ver en la otra vida.
«Claudine: Te estaré esperando, mi príncipe coronado —revela entregada a su regazo— Si tu saltas…yo también.
«Eric: Juntos…hasta que la muerte infame nos separe —brinca al vació infinito.
—¡Corte! —vocifera Wang Fu, conmocionado hasta las lágrimas— ¡Que escena tan sublime! ¡Era justo lo que buscaba! ¡Es…perfecta! Ustedes dos, encarnan en vida los papeles de un par de amantes desaforados de amor, dispuestos a todo. Incluso a la muerte misma. ¿Qué tanta complicidad puedo encontrar en una pareja como esta? ¡Es maravilloso! ¡Les sale casi natural!
—Bueno…—Marinette suelta a Félix, rehuyendo hosca ante su mirada— Es un poco complicado…—Ah…carajo. No tienes la menor idea de cuánto te amo, tonto…
—¡Están contratados! —lauda Wang Fu, enérgico— ¡Ustedes serán mis protagonistas en mi siguiente película!
—¡Bueno, ya llegué! —anuncia Lila Rossi, entrando al set como si fuese parte de la convocatoria— ¿Me perdí de algo?
—¿Lila? —pestañea el anciano, pasmado— ¿Tu no estabas en África salvando animales en peligro de extinción, por parte de la ONU?
—Si, bueno —exclama altanera la morena, despojándose la chaqueta claramente de piel animal— La gira se canceló. En cuanto mi representante me contactó para audicionar a esta sublime película, no lo pensé dos veces. Ya estoy. ¿Hay una escena para mí?
Silencio sepulcral en el ambiente. Ni una mosca vuela.
—¿Qué pasa ahora? —desentona la trigueña— ¿Acaso se quedaron mudos por mi belleza?
—En realidad, Lila —explica Zoé, detrás de escena— Wang Fu acaba de elegir a sus protagonistas.
—¡¿Cómo?! —chilla la morena, pasmada— ¿Cómo que ya eligió, señor Fu? ¡Pe-Pero si usted prometió darme un papel estelar!
—Si. Se lo que dije —asiente el mayor, sobándose la grisácea barbilla de vello— Tal y como le comenté a tu representante al teléfono. Y yo soy un hombre de palabra. Cumpliré con ello —añade— Pero debes comprender que un rol estelar no necesariamente significa ser la protagonista. Casualmente me falta un antagonista con tu perfil. Y se con total profesionalismo que no necesito adicionarte para dártelo. El papel es tuyo.
—Ah… ¿Y ese cual sería? —Rossi se cruza de brazos, para nada convencida— Porque fui explicita en pedir escenas exclusivas al lado de Fathom.
—Es justamente lo que estaba planteándote, joven Rossi —sisea Wang, esbozando una mueca grácil— Serás la amante del joven Eric.
—Ah ¿Sí? —arquea una ceja, suspicaz. En lo que fulmina a Marinette en el proceso— Bueno, supongo que ese es por lejos el mejor papel de todos. Quiero decir, la amante es siempre la que goza de todos los privilegios y sin pecado concedido.
—Me parece un papel sobrio, Lila —comenta al aire, Kagami.
—A mi me parece de la mierda —refuta Marinette, ofuscada— Pero bueno, supongo que abemos algunos en el rubro del cine que no tenemos escrúpulos a la hora de aceptar un papel. Después de todo…—añade, soberbia— Algunas criaturitas de dios solo se proyectan en quienes son realmente. Y sin duda, este rol protagónico te viene como anillo en el dedo.
—¿Qué insinúas, Dupain-Cheng? —berrea Rossi, recelosa.
—¡Está decidido entonces! —vocifera el asiático señor— Aproxímense a mi despacho. Hora de firmar contratos.
—Tsk…—Lila chasquea la lengua, importunada.
Ok. No olviden que soy yo quien viene contando esta historia. Yo, Marinette. La hater. Por lo que no escatimaré en detalles sobre lo que acabo de presenciar. Solo para aclarar, siempre fui devota a ser actriz. Incluso desde pequeña. Mis primeros inicios en este campo, fueron en una obra escolar que interpreté con tan solo 8 pueriles años. Y déjenme decirles que lo hice increíble, casi como un don arcano que ni yo misma tenia tal conocimiento que profesaba. Me apasionaba el drama, lo admito. Pero no pensé que tendría que remembrarlo en carne propia, cuando vi a Kagami y Lila hablando detrás del set con una complicidad que me robó el aliento. ¿Será que no solo mi intuición o mi falta de profesionalismo me daba la razón? Porque…ahora mismo…voy a acabar con esto que yo considero, el mejor papel jamás interpretado en mi vida.
Esa noche, alrededor de las 22:10PM; concreté una reunión clandestina con la que se decía glorificarse ser, la representante legal del próximo Brad Pitt. La más audaz. La de mi marido, en persona. Tsurugi estaba ya familiarizada con estos encuentros secretos, medio nocturnos. No era nuestra primera vez, entablando una relación relativamente fuera de lo "natural", dado que siempre apeló a mi profesionalismo y yo, a su ansia por llegar al poder de maneras criminales. Recuerdo haber dejado a Félix durmiendo en el cuarto de invitados, por su calidad de infiel. Sin embargo, no contaba con la peor arma de todas. Sus dones de manipuladora habitual. Pues ella, había venido mas que armada para la concurrencia de mi humanidad. Antes de iniciar cualquier negociación carnal, me depositó un contrato de 4 hojas bien subrayadas en la mesilla de centro, de aquel cuarto de hotel.
—¿Qué es esto? —cuestiona Marinette, confundida.
—Tu renuncia, sin más —determina la japonesa, sirviendo 2 vasos de champaña— ¿No es eso lo que querías?
—Disculpa, me he perdido —rezonga Dupain-Cheng, liada— ¿Eso era?
—Vamos, no te hagas la loca ahora —Kagami brinda con ella, chocando su copa contra la suya— Dijiste que deseabas tener el papel protagónico en una película de Fu. Y es lo que he conseguido.
—Si…—sisea la peliazul, bebiendo un sorbo despreocupado— Pero ¿De que forma pretendes hacer esto? Quiero decir, Lila Rossi ahora será la antagonista ahora. Está claro que se llevará todo el crédito.
—No es nada —se encoge de hombros, tomado de golpe todo el liquido efervescente— En realidad, es una cláusula en negro.
—¿En negro?
—En el mundo del cine, es llamado así porque no tiene términos en letras chicas ni reparaciones en torno al despido por un trabajo mal hecho —sentencia Kagami, tomándola de la cintura con potestad— Ahora debes firmar y todo será resuelto por la mañana.
—Dis-Disculpa…—la peliazul hace una pausa, compungida— ¿Qué va a pasar si firmo? Se mas clara, porque estos términos legales no son lo mío.
—Vamos, Marinette. Es lo que me confesaste la otra noche —propone sugerente, la manager— En cuanto tu apruebes este anexo, se acabó la carrera de Lila. Y la tuya…remontará como avión.
—¿En que sentido lo dices? —se retrae, tímida frente a su toque— Me dijiste que querías que Félix fuera el protagonista.
—Y lo será, sin duda —revela Tsurugi, repartiendo besos por su cuello de manera grácil. Susurra contra su oído— Félix será el hombre mas codiciado de todo Paris y tú, su linda esposa actriz dispuesta al estrellato.
—¿Y eso en que me deja?
—Bueno —resopla la directiva, soltándola hastiada— Como lo que eres en el fondo. Su albacea.
—Un momento —espeta la ojiazul, arqueando una ceja— ¿Cómo que su albacea? ¿Me quieres dejar solo como una benefactora que administre sus cuentas bancarias e ingresos?
—Tu no, tontita —carcajea, divertida con tal ocurrencia— La representante soy yo. Me haré cargo de lo legal. Tu solo, de disfrutar los frutos. Vamos…no me hagas esperar más. Estoy ansiosa por terminar esto —se quita la camisa— ¿Lo vamos a hacer o no? Porque si me dices que no te gustó lo de la otra vez, mínimo me pagues el Uber de regreso a casa.
—S-si…lo siento. Solo…—se hace la desentendida, dejando de lado el contrato para despojarse de sus pantalones— Estaba calentando…
—Así me gusta…—murmura Kagami, jocosa— Anda, ven a la cama. Te voy a mostrar por qué soy la mejor en es-…
La puerta del cuarto se abre de golpe casi de par en par. Félix Fathom Graham de Vanily les ha pillado semi desnudas, en la cama.
—¡¿Qué demonios significa esto?! —chilla el rubio, pasmado.
—Mierda. No puede ser —exclama furibunda Tsurugi, vistiéndose audaz— ¿Cómo carajos dejaste que este idiota te siguiera?
—¿Disculpa? —protesta Félix, colérico— ¿Ahora soy el "idiota"? —fulmina a su esposa— ¡¿Marinette?!
—Ok. Espera…esto no es lo que parece —se excusa la actriz, afrentada— Cariño, yo no-…
—¡Cállate! —crítica Fathom, colérico— ¡Marinette! ¡¿Con que puta cara me viniste a hacer la vida imposible durante meses?! ¡Tu también te acostabas con Kagami!
—B-Bueno…—Marinette desvía la mirada, abochornada— Eso no es…
—Uhg…genial —Kagami se levanta, apelando magistralmente a su posición legal— Bueno. No me voy a meter en sus problemas maritales. Solo quiero decirles, que lo tendrán que resolver en una corte o algo así. Porque no me siento dispuesta a vivir bochornos como estos —camina hacia la puerta— Nos vemos, tortolos.
—Un momento, Kagami —farfulle Marinette, observándola amenazadoramente por sobre el hombro— ¿A dónde mierda crees que vas?
—A mi casa —Kagami rueda los ojos, cansada.
—¿No olvidas algo? —Dupain-Cheng menea el contrato sobre la mesilla. El mismo que ahora tiene entre sus dedos— ¿Esto no es tuyo? No lo he firmado aún.
—Cierto. Que torpe —recula la representante, regresando a buscarlo. Su contrincante se lo arranca de las manos— ¿Qué haces, Marinette?
—Ah…bueno…es que…—sugiere la actriz, paseándose disimuladamente por el cuarto— Ya me parecía medio raro que te preocuparas "tanto" de esto y no de tu carrera como tal. Quiero decir…yo me acostaba contigo, mucho antes de que Félix lo hiciera. ¿No es cierto, tesoro?
—¿Qué demo-…? —Kagami parpadea, estupefacta.
—Cierto, mi amor —ríe Graham de Vanily, relajando el semblante de golpe— Uff…vamos, fue bueno mientras duró. Pero digamos que ya me metí demasiado en el papel. Casi me lo creo.
—Ustedes dos…—gruñe Tsurugi, rabiosa— ¡¿Qué pretenden?!
—¿Nosotros? —Marinette se une a su esposo, bosquejando una mueca orgullosa— Nada, Kagami. ¿No te enteras? Solo somos actores neófitos intentando salir del amateurismo.
—¿Disculpa? —la fémina cae en cuenta de una realidad, que poco vio venir. Ahora todo, calza— Ah…ya veo. Ja…—se lanza a reír, nervuda— ¡Jajaja! ¡AH YA! ¡YA! Ya entendí la tetra ¿No? Par de imbéciles. Se creen que esto es una comedia familiar ¿O algo así?
—Te lo advertí, Kagami —sentencia Marinette, sagaz— Me subestimaste. No por algo soy la próxima protagonista en una película de Fu. Te creíste muy lista ¿Verdad?
—Ustedes…enfermos de mierda —reniega Kagami, riendo para sus adentros en una mueca enclenque— ¿Todo esto fue parte de su plan? ¿Es eso? El papel de la mujer dolida, siendo victima de la infidelidad de su inocente maridito caucásico. Y el show mediático pobre…—agrega, soberbia— Déjame decirte, que casi, casi te lo creí.
—De hecho, caíste redondita tanto como los medios —bufa Marinette, divertida— Ay, Kagami. ¿Recuerdas lo que me dijiste esa noche en el cuarto de hotel?
—No sé de qué hablas, Marinette —retoza la japonesa, sarcástica— Solo recuerdo cosas de mis mejores clientes. No de una actriz mediocre.
—Uy, que curioso porque tengo prueba de ello —Dupain-Cheng saca una grabadora y la reproduce— "Tu serás la hater #1 de tu marido. Pero no te detengas. Sigue así. Félix quedará en la quiebra y tú, en la cima" —se mofa, entretenida— ¿No es esa tu voz?
—Así que…de eso se trataba todo esto ¿No? —les increpa a ambos, rabiosa— ¿Se acostarían conmigo para sacarme información?
—Bueno, tan tonta no eras después de todo —acota Félix, abrazando por sobre el hombro a su mujer— Si realmente me conocieras como decías hacerlo, Kagami. Sabrías que jamás le sería infiel a mi esposa. Marinette es la mujer de mi vida —adiciona, regalándole una mueca cariñosa a su cónyuge— En realidad, este plan fue de ella.
—¿Tú me traicionaste? —le amonesta su manager.
—De hecho…—recula Fathom, perpetuando en pasado una escena en particular— Lo hiciste tu primero. Solo que yo no lo quería ver. Pero Marinette…bueno, ella me abrió los ojos. Soy actor, pero la ingenuidad no es parte de mi papel…
—Racconto—
—Estas cuentas no están bien, cariño —exclama Marinette, releyendo los recibos— Tienes muchas perdidas. Y no hablo de los condones que gastamos semanalmente o el delivery de los domingos.
—¿Qué dices? —refuta Graham de Vanily, con un café en la mano— ¿Cómo que están mal? Se supone que Kagami las lleva por mí. Por algo le pago a ella para que administre mi dinero.
—Si. Pero mira esto —expone su esposa, esparciendo los documentos por la mesa— 12 contratos por €70.000. No calzan con tu cuenta bancaria. Solo este año recibiste en ganancias e intereses de €40.000. ¿A dónde se fue el resto?
—No lo sé. Perdón. Pero no se me la tabla del 8 —se encoge de hombros el varón— No entiendo.
—¡Croac! ¡No sabe contar! —chilla el guacamayo— ¡Inútil!
—¡VALE! ¡GRACIAS, ARGOS! ¡AGRADECIDO POR EL RECORDARTODIO PAJARO DE MIERDA! —vocifera Fathom, liado. Se gira a su esposa— Mi amor ¿Qué está pasando?
—Nada malo realmente. Pero creo…—Dupain-Cheng lo fulmina con la mirada— Que te están robando. De lo contrario. ¿A dónde se va el dinero que falta?
—Bueno, cielo. Kagami me asegura que se van en utilidades de abogados y cosas legales —argumenta el británico, confundido— ¿No te pasa lo mismo con Zoé?
—Nunca —niega la francesa— Y si así fuera, me informa de todo movimiento. Aquí pasa algo raro…
—¿Crees que Kagami me esté…estafando? —parpadea, atónito.
—No estoy segura, mi amor —frunce el ceño, enmarañada— Pero lo averiguaré. Hace poco me enteré de que la zorra de Lila tiene un nuevo representante legal y nadie ha querido decir quién es.
—¿Sospechas de Kagami? —Félix alza una ceja, desconfiado.
—Lo hago. Pero antes de entrar en cualquier duda, haremos algo —propone Marinette, tomando su rostro— ¿Estás conmigo? Solo promete, ayudarme.
—Todo, mi vida. Daría mi alma por ti —sentencia Félix, seguro— ¿Qué propones…?
—La tragi-comedia de nuestras vidas —ríe, divertida. Marca un numero— ¿Apañas?
—Apaño —asiente, presumido.
—¿Alo? Si…—murmura Marinette— Necesito agendar una hora con "Lady Sith" por favor —asiente— Claro. Eh, de hecho. Tengo un cupón por haber visto su ultimo live llamado "24 horas durmiendo en vivo para alinear los retrógrados" y corresponde a un 40% de descuento —relee la imagen— De acuerdo. El cupón dice: #SagitarioDevorandoYLaQueso —es agendada— ¡Super! Nos vemos ahí entonces.
—Fin del Racconto—
—Bueno…mierda. Así que todo esto, sacado del ano de una tiktoker fan de los astros —Kagami da dos pasos hacia atrás, retraída— En fin. Ya vino mi Uber. ¿Quién de ustedes me lo pidió, taraditos?
—¿Qué Uber, loca? —carcajea Félix, ocurrente— Es una patrulla de policía.
—Vale. Pensé que era una ambulancia. Ya saben, por las balizas —chista Tsurugi, mirando la ventana del cuarto— Se equivocaron de número.
—¿Por qué? —ni Félix ni Marinette entienden nada. Se miran entre sí.
—Porque me retiro. CHAU —Kagami salta por la ventana.
—¡¿KAGAMI?! —chillan al unísono.
Nop. No se ha logrado fugar ni mucho menos desaparecer. Pero de que cayó muy mal, encima de unos arbustos, claro que lo hizo. Ese sonido de huesos tronado no se escuchó muy sano que digamos. Apenas un quejido endeble por parte de la japonesa. Y un dedo pulgar hacia arriba en signo de aprobación.
—¡Estoy bien! Pero creo que me fracturé el peroné —exhala— Espero mi seguro medico me cubra esto…
—¡Por cierto! —brama Fathom, desde la ventana del segundo piso— ¡Estás despedida!
—Y ahí va mi seguro~
[…]
Nuestra primera película resultó ser todo un éxito de taquilla mundial. Nunca había visto llover tantos 0 en mi cuenta bancaria. Ni si quiera con el asombroso rating que alcanzó la telenovela que filmábamos antes. El día del estreno, decidimos asistir con Félix con el afán de vivir en primera persona la experiencia, proyectándonos en la pantalla grande. Era como hacerse una auto felación. Genial ¿No? Cuanto placer visual. Al salir del teatro, miles de flashes y cámaras de reporteros chismosos nos abordaron. Tanta primicia en parte se la debíamos a la avidez de apetito económico de Kagami. Ya que, si no hubiera sido por sus planes retorcidos, Fu no nos hubiera contratado en primer lugar. No nos costó mucho trabajo enterarnos, de que también era la representante legal de Lila. Y en cierto punto buscaba dejarme a mí, fuera de juego.
Es una lastima que me haya subestimado tanto. Porque para hacer de un papel como el mío, ni un óscar o un globo de chicle te da.
—¡La película fue todo un éxito, Marinette! —exclama un reportero— "Mi hater, mi esposa" sin duda promete un galardón de oro. ¿Qué tal alguna impresión sobre trabajar con el gran director Fu?
—Con Félix estamos conscientes de que aun somos jóvenes y tenemos todo un futuro brillante por delante —declara la actriz, besando la mejilla de su cónyuge— Pero es un pequeño paso para una gran trayectoria. Nadie podría haber interpretado a los protagonistas, como nosotros. Y claro, el gran director Wang supo aprovechar ese talento. Esperamos renovar contrato por varios años mas —sonríe.
—¡¿Ya se decidieron entonces a donde pasarán las fiestas de final de año?! —consulta una periodista.
—Estaba pensando que sería buena idea, cambiar de aires un poco y visitar Norte America —revela Félix, bosquejando una mueca grácil entre fotografías— Nos vamos a tomar un breve descanso para…—y desliza su mano hasta el vientre de la joven— Gozar de esta gloriosa noticia…
—¡¿Marinette está embarazada?! —el publico enardece en histeria— ¡Háblenos de su futuro bebé!
—¡Dupain-Cheng está en cinta! —chilla otro.
—¡¿Seguirá la carrera de la actuación también?!
Es chistoso ver el como la rueda de la vida saltó y giró en dirección contraria. Se supone que debería haber sido una tragedia o una pseudo tortura griega. Pero solo se trataba de otra comedia mal contada, con un pésimo remate. Algo así como la vida de la que escribió esta wea porque si bien el chiste no era tanto fingir una historia que no pasó, las risas no faltaron en ningún momento.
Este fic está dedicado a mis amigas. Como un regalo de final de año para ellas. Con él, deseo plasmar que no importa los problemas que tengamos. No hay nada que una buena comedia Felinette, no solucione. Y espero sigamos juntas, muchos años más.
¡Feliz Navidad! Las amo 3
Con amor: Emi.
