La historia pertenece a Sablesilverrain en AO3. Los personajes son de JK (excepto Ruby). La traducción es mía.
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Capítulo VII: Una sorpresa de cumpleaños
—Yo, I'll tell you what I want, what I really, really want! —Harry cantó.
—So, tell me what you want, what you really, really want! —Ruby respondió desde el salón donde vestía a Nigel.
Harry se detuvo en seco y corrió hacia la puerta.
—¿También escuchas música muggle? —preguntó con curiosidad.
Ruby se rió.
—Bueno, con lo fuerte que la pones la mayor parte del día, no tengo otra opción. Sin embargo, la música que escuchas no es horrible, así que no tengo quejas —le dijo.
Harry sonrió.
—Te gustan las Spice Girls.
—¿Es quién canta? Son bastante buenas —Ruby respondió—. ¿Tienes un reproductor de casetes? —preguntó.
Harry asintió.
—Hay uno en mi radio, el que el Sr. Weasley tiene para ejecutar con magia. Sin embargo, no tengo casetes.
Ruby sonrió.
—Se acerca un cumpleaños; eso puede cambiar —comentó. Harry sonrió.
—Realmente me gustaría eso.
—Hay una tienda de música no muy lejos de la casa; supongo que Nigel y yo podemos ir hoy —murmuró—. Hazle saber a Sirius dónde estoy cuando finalmente salga de su estudio, ¿quieres? —Ruby preguntó, levantando a Nigel y agarrando su bolso—. Regresaré en unas horas. Sé bueno —pidió, dirigiéndose a la puerta.
—Sí —Harry prometió, luego se dirigió a la chimenea. Iba a llamar a Ron y ver si podía pasar el día.
SS x HP
Harry tragó su última dosis de Heart's Desire y se acurrucó en la cama, esperando que la poción fuera efectiva aun después de dos años.
Cerró los ojos y se durmió fácilmente, volviendo a la cama de Severus. Lanzó una mano para buscar al hombre, solo para encontrarse con las frías sábanas de la cama. Se sentó y parpadeó adormilado, preguntándose dónde estaba su pareja. Escuchó un suave canto proveniente del exterior de la habitación, así que se deslizó fuera de la cama y agarró la bata de repuesto de Severus, poniéndosela mientras salía de la habitación. Vio a Severus de pie en la puerta de su antigua habitación, sosteniendo…
Harry sonrió ampliamente mientras veía al hombre cantarle a lo que solo podía ser su hijo. Se acercó más y apoyó la cabeza en el hombro de Severus, sonriéndole al bebé. Luchaba valientemente contra el sueño, pero tenía los párpados caídos y estaba claro que el sueño era inminente.
Severus cantó hasta que el bebé se durmió, luego se acercó a la cuna que estaba en la habitación y lo acostó, lanzándole un hechizo.
—Tendremos las manos llenas con él, creo. Si así es como va a ser cuando sea mayor, veo muchas noches de insomnio en nuestro futuro —dijo con ironía. Harry le sonrió.
—Aunque es hermoso —murmuró suavemente.
Severus sonrió y cerró la puerta.
—Buenas noches, Ian —dijo en voz baja mientras se alejaba de la puerta y regresaba a la cama. Harry se metió en la cama y se abrazó a su pareja.
—Estaba tratando de dejarte dormir un poco más —Severus le dijo antes de darse la vuelta para aparecer sobre él—. Necesitarás estar bien descansado para tu prueba de Aparición de mañana. —Se inclinó y besó a Harry—. Duérmete —ordenó, sentándose junto a Harry.
Harry tarareó, envolviendo sus piernas alrededor de una de las de Severus.
—Sí, Alfa —dijo feliz, volviéndose a acostar.
Severus envolvió un brazo alrededor de él y lo atrajo hacia sí, y Harry fácilmente se volvió a dormir.
Harry se despertó con Hedwig ululando locamente desde su jaula, y se levantó de la cama para ver qué pasaba. Vio que ella había dejado los huevos, que ciertamente estaban tomando su tiempo para eclosionar, y uno estaba roto.
Estaba a punto de entrar en pánico cuando el huevo se movió y la grieta se ensanchó.
—¡Oh! ¡Están eclosionando! —djo emocionado y estaba mirando absorto cuando alguien golpeó la ventana. Dejó entrar tanto a Vinculum como a Errol y rápidamente regresó a la jaula mientras Errol recuperaba el aliento.
Vinculum voló y miró los huevos con Harry, extendiendo una carta hasta que Harry la tomó.
Lo leyó y sonrió. Severus vendría por su cumpleaños, pero solo por un rato, y lo estaba haciendo bajo protesta. Envió un Patronus para hacerle saber a Severus que su preocupación había sido, como sugirió el hombre, infundada, y que los huevos simplemente habían estado incubando bastante tiempo.
Los tres pares de ojos vieron como el huevo terminaba de abrirse para revelar un pequeño búho gris. Hedwig lo acarició e inmediatamente se puso a alimentar al pequeño mientras los otros dos huevos se movían y aparecían pequeñas grietas.
Hubo un golpe en la puerta y Harry gritó:
—¡Entra! ¡Los bebés de Hedwig están saliendo del cascarón!
Ruby abrió la puerta y entró.
—Sirius tiene a Nigel ahora mismo, me envió para asegurarse de que estuvieras despierto ya, porque es casi la hora del desayuno. ¿Alguno de ellos ya ha salido del todo?
Harry sonrió y señaló el gris que estaba siendo alimentado y apartó a Vinculum del camino. El gran búho negro ululó indignado, pero se apartó para que Ruby pudiera mirar hacia adentro.
Vinculum le dio a Ruby una mirada lúgubre y volvió a mirar los huevos eclosionar.
—¿Cuánto tiempo hace que se enteró de ellos? Tardaron bastante en eclosionar, ¿no? —preguntó Ruby.
El segundo huevo se rompió y derramó una lechuza negra como el carbón cuando Harry respondió.
—Sí, han pasado casi tres meses. Eso es inusual, ¿no? —preguntó.
Ruby tarareó.
—Podría deberse a que son un mestizos —teorizó—. No son búhos nevados puros, y Vinculum es un búho real, ¿no es así? —preguntó, mirando por encima del hosco pájaro. Ella iba a acariciarlo, pero él se abalanzó sobre su mano y chasqueó el pico, y ella rápidamente se echó hacia atrás—. Mal genio. ¿Es de tu pareja? —preguntó, habiendo escuchado numerosas historias de Sirius sobre el hombre.
Harry rió entre dientes.
—Sí, le gusto, pero nadie más puede acercarse realmente, excepto Severus. Es bastante particular —él explicó.
Ruby apretó los labios y tarareó.
—Siéntete libre de que se quede con los mochuelos todo el tiempo que quiera, pero no lo dejes salir de tu habitación al resto de la casa. Nigel ha comenzado a llevarse cosas a la boca, y dudo que le agrade convertirse en el juguete para la dentición de un bebé —dijo ella severamente. Entonces ella sonrió—. Pero felicitaciones por convertirte en abuelo. Apuesto a que el último será blanco como su madre —le dio un beso en el cabello a Harry y se dirigió hacia la puerta—. Baja en veinte minutos para el desayuno.
Harry asintió.
—Puedes hacerle saber a Siri que tengo noticias, pero no le digas cuáles son. Es mi noticia para dar.
Ruby abrió la puerta y sonrió.
—Me quedaré callada —prometió, luego se fue.
Harry vio como el último huevo eclosionaba —una ave blanca como la nieve, tal como Ruby había predicho— y se dirigió escaleras abajo.
—¡Sirius! ¡Adivina qué! —le dijo al hombre, emocionado.
Sirius estaba sentado a la mesa leyendo el periódico.
—Llegas casi tarde, pero el cumpleañero obtiene un pase gratis, así que ¿cuál es la noticia emocionante que Ruby dijo que tenías?
Harry sonrió.
—¡Soy abuelo! —declaró, sentándose en su asiento a la izquierda de Sirius.
Sirius frunció el ceño.
—¿Eres qué? —preguntó sin comprender.
—¡Los bebés de Hedwig nacieron! —Harry explicó.
—Oh. —Sirius sonrió—. ¿Los tres ya? —preguntó.
Harry asintió mientras Ruby tomaba asiento y Mispy servía el desayuno.
—Hay uno blanco como la nieve, uno gris y uno negro. ¿Puede Severus venir y verlos? —preguntó emocionado.
Sirius lo miró con recelo.
—La puerta permanece abierta —ordenó. Harry se sonrojó.
—¡No haríamos nada! ¡Merlín, eso es demasiado vergonzoso para siquiera contemplarlo! —dijo, y luego agregó—: dudo que siquiera pueda levantarse sabiendo que está en tu casa —dijo en un murmullo.
Ruby rió y Sirius apuñaló su salchicha.
—Bueno —el hombre gruñó.
Harry negó con la cabeza y siguió comiendo.
Hubo un golpe en la puerta y Harry se levantó de un salto para buscarlo. Dejó entrar a Severus y tomó su mano.
—Vamos, están en mi habitación. Vinculum los está mirando mientras Hedwig caza.
Sirius gritó: «¡No asuntos divertidos!» cuando pasaron por el salón.
—Dios nos libre. —Severus respondió, mientras Harry lo conducía escaleras arriba.
Harry lo llevó a la jaula y Severus miró a los mochuelos, considerándolos.
—Un buen parlamento para el primero.
Harry frunció el ceño.
—¿Un qué?
—Un grupo de búhos se llama 'parlamento' —aclaró—. ¿No lo sabías? —Severus preguntó con curiosidad.
Harry le dio una mirada irónica.
—De alguna manera, nunca surgió —le dijo al hombre con sarcasmo.
Severus se rió entre dientes y se puso de pie, empujando a Harry hacia su cama hasta que el adolescente se vio obligado a sentarse a un lado.
—No creo que me guste tu tono —ronroneó en advertencia.
La respiración de Harry se aceleró.
—Sirius dijo que no-
—No vivo según los edictos de Black, y ya no eres su Omega. Eres mío, y si quiero comer tu boca, será mejor que lo consideres hecho —el alfa le dijo en voz baja, antes de inclinarse y reclamar la boca de Harry, presionando al adolescente contra sus almohadas mientras Harry accedía con un suave maullido de placer.
—Harry, ¿puedo pedir prestado…? —la voz se le cortó—. Oh. Lo siento, no quise interrumpir —Ruby dijo, luchando contra la risa—. ¿Te importa si tomo prestado a Severus por un tiempo? Tenía una pregunta que hacerme, pero tenía que hacerla en persona, y ahora sería un buen momento para eso. —Sonrió cuando un Harry con la cara roja la miró por debajo del brazo de Severus—. Además, necesitas pasarte un cepillo por el cabello y desaparecer lo hinchado de tus labios antes de enfrentarte a Sirius de nuevo —aconsejó—. Lo que encontré aquí será nuestro pequeño secreto, ¿de acuerdo?
Harry asintió.
—Gracias —murmuró mientras veía como ella llevaba a Severus abajo.
—¿Tienes los anillos? —Ruby susurró mientras bajaban las escaleras.
Severus asintió.
—Traje el anillo de compromiso de la familia Prince y uno que le compré que hacía juego con sus ojos. Ambos me gustan, pero no tengo idea de cuál preferirá.
Ruby sonrió.
—Muéstramelos —aconsejó, conduciendo a Severus al salón formal—. Nadie entra aquí.
Severus sacó las dos cajas y las abrió, mostrándole el contenido a Ruby. Ruby dejó escapar un suspiro lento.
—Ambos son encantadores —susurró.
Severus sonrió, mirando los anillos.
—Él vale cualquier precio. Quiero que lo sepa.
Ruby sonrió.
—Ve con ese —dijo, señalando su elección—. Le encantará.
