Aquellos que se han deleitado con Slam Dunk, obra de Inoue Takehiko, espero que se deleiten con este simple fic.


En el espejo de su armario podía verse vestida con una blusa grande y rosa y una falda azul oscura que llegaba hasta casi sus tobillos. No era noticia que usara ese tipo de vestimenta, pero la llenaba de nervios que esta fuera la primera vez que sus compañeros de clase la vieran sin su uniforme escolar.

—Akira-kun también me verá —susurró y sintió los escalofríos correr por su espalda. Se fijó en sus botas oscuras y volvió a verse en el espejo. La falda era demasiado larga, pero no podía ponerse más decorativos debajo de la cintura —. Tal vez pueda llevar un sombrero.

Ella tenía lindos sombreros con distintos ornamentos floreales. No había nada de malo en verse más bonita aunque sea de la cintura para arriba. En la zona más alta de su armario guardaba accesorios así. Rezongó cuando recordó lo bajita que era. Solo a una persona bajita como ella se le ocurría unirse al club de basquetbol. Abrió un cajón y se subió en este. Encontró un lindo sombrero con una cinta azul y una flor amarilla, se preguntó si sería necesario usarlo. Antes de bajar con el accesorio, atisbó una cajita. Allí dormía Tony. Tal vez él le daría un pequeño consejo acerca de su vestimenta.

Sacó la caja con cuidado a la vez que sujetaba el sombrero. Ambos los dejó en su cama y abrió la caja, dentro yacía el muñeco dummy que no usaba desde hacía más de un año. Lo sujetó por su espalda como había aprendido y lo puso delante del espejo del armario.

Hoy estás bonita, Akira —habló el muñeco a través de los labios de ella. Nunca aprendió muy bien hablar sin mover mucho sus labios, pero tenía una práctica decente.

—Gracias, Tony ¿Crees que necesito usar el sombrero?

—¿Por qué te lo pondrías? Estás bien así, además hoy el sol no está muy fuerte.

—Es que nunca resalto en nada y pensé que estaría bien resaltar en algo así hoy.

No siempre es bueno resaltar tanto cuando no se tiene mucho talento.

En eso tenía razón.

Al menos, claro, —continuó el muñeco con su voz—, que quieras resaltar para alguien.

—¿A qué te refieres?

Solo digo ¿Hoy será un día muy especial?

—Si, jugará Akira-kun.

Es un buen amigo ¿No?

El mejor amigo masculino que he tenido.

—Es raro que seas amiga de un chico.

—Lo sé, pero él es increíble. Puedo hablar con él sin preocuparme por algo y también no me avergüenza comer a su lado.

—¿Él ya sabe lo de tus piernas? ¿Mmm?

La boca de Higashi quedó semiabierta, pensando en lo que acababa de decir a través de Tony.

—No, no lo sabe.

Pues algún día tendrás que decírselo, niña. Si es tan buen amigo como dices, no te molestará por ello.

Ella permaneció en silencio mientras se miraba con el muñeco y bajó su vista a sus botas de nuevo.

—Tarde o temprano, se dará cuenta —dijo sin saber si era con su voz o la que hacía de Tony.

Guardó el muñeco junto a su sombrero. Estaba bien tal y como estaba. Fue hasta su colegio, donde sería el juego de práctica. A las afueras del gimnasio algunas personas ya estaban reunidas, entre ellas, distinguió a Miko y Yuzuki, las dos tampoco usaban sus uniformes, sino ropas civiles. Les hizo un cálido saludo, aunque notó a la última amiga un poco nerviosa.

—¿Sucede algo, Yuzuki?

—Estaba hablando de eso con Miko-san ¿Recuerdas a Fancy?

Claro que la recordaba, era su ovejita de peluche que usaba como llavero en un cierre de su mochila. Se la presentó el día que se hicieron amigas.

—Si ¿Qué pasa con ella?

—Desde la tormenta que no la veo. Dime, ¿A caso la viste? ¡Por favor, dime que la viste! —rogó agarrando sus brazos y sacudiéndola.

—Tranquilízate, Yuzu-chan —la detuvo Miko antes que los anteojos de Akira se cayeran—. Es solo un peluche, de seguro hay más como ese en las tiendas.

—¡No, Miko-san! Fancy es única para mi. Lo peor de todo es que la perdí justo en un día de lluvia ¿Qué tal si se mojó y se ensució? ¿Quién va a limpiarla y acicalarla como lo hago yo? ¿La viste Akira-san?

La susodicha negó.

—No lo recuerdo. En todo caso, tal vez algún maestro o uno de los últimos alumnos en irse pudo haberla visto, podríamos preguntar a… —antes que Higashi diera un paso para dirigirse a los jóvenes de basquetbol recién llegados, Yuzuki tomó su brazo y negó.

—No lo hagas por favor, Akira-san.

—¿Qué pasa, Yuzuki?

—Es que… bueno —la chica tomó la punta de su cola de caballo y empezó a jugar con ella con un aire de timidez—. Es que se burlarán de mi si pregunto por un peluche perdido. A los chicos les causa gracia la gente que tiene ese gusto infantil.

—No todos son así —intentó soltarse del brazo de su amiga, pero ella no la dejaba.

—Pero no quiero que los demás se enteren —murmuró con el rostro agachado y rojo. Akira pudo entender la timidez que le provocaba el tema a su amiga, era como ella con sus piernas.

—De acuerdo. Lo buscaremos después del partido —dijo para indignación de Miko y alegría de Yuzuki.

—¿Qué? ¿Más tiempo en la escuela un sábado?

—Gracias, Akira-san —Yuzuki hizo una reverencia.

—Podemos preguntar a alguien de mantenimiento si la vio —sugirió para así evitar preguntar a sus compañeros.

—Es buena idea —estuvo de acuerdo Yuzuki mientras Miko asentía.

—En todo caso, la tendrán guardada si se perdió dentro de las instalaciones del colegio. Lo peor sería si se te cayó afuera, podría estar en alguna alcantarilla después de ser arrastrada por...

—Ya entendimos, Miko-chan, ya no hables —la calló Akira al ver la mirada desesperada que se empezaba a formar en su otra amiga.

—Mi Fancy-chan… sucia y maltratada —susurró llevándose las manos a la cara y con sus pupilas contraídas.

—Es solo una suposición, Yuzuki, solo una suposición —trató de tranquilizarla Higashi—. Tratemos de hacer ejercicios de respiración. Inhala, exhala… inhala, exhala…

—Oigan, ustedes no jugaran, así que no es necesario ese ejercicio de respiración —alguien dijo a lo lejos.

Las tres amigas voltearon a sus senpais que estaban con iguales ropas de civiles; entre ellas distinguieron a Hanazono, Yamada y Aoi, quien fue la que habló.

—¡Aoi-senpai! —gritaron Yuzuki y Akira al mismo tiempo, ambas hicieron una reverencia.

—También estamos nosotras —bromeó Yamada.

—¿Dónde están Hyuga-senpai y Shiro-senpai? —notó Higashi. No preguntó por Chiba porque ya pudo asumir que estaría durmiendo.

—Hyuga decidió quedarse en casa a seguir entrenando —comunicó Hanazono.

—En cuanto a Shiro, ella está hablando con su hermano —informó Yamada.

—Vayamos a buscar algún lugar para ver el partido, ya abrieron las puertas. Las gradas de arriba se ven cómodas —sugirió Aoi señalando a la puerta del gimnasio femenino siendo abierta por el entrenador del equipo masculino.

Algunos miembros del equipo masculino ya esperaban en la entrada. Higashi notó a Shiro hablando con uno de los muchachos, era muy alto y tenía un rostro tan serio como ella. Asumió que se trataba de su hermano, no esperaba que también formara parte del equipo.

Aoi se separó del grupo y Hanazono se quedó detrás de ella. Más atrás estaban las tres amigas con Yamada. Akira se acercó a preguntarle lo que suponía.

—Yamada-senpai.

—¿Qué pasa, Higashi?

—¿El hermano se Shiro-senpai era ese muchacho alto? ¿También es miembro del club de basquetbol?

La muchacha hizo una risa.

—Es más que miembro del equipo, es el capitán actual.

—¡¿Qué?! —preguntaron las tres al mismo tiempo.

—¿Es en serio? ¿Su hermano es capitán? —preguntó esta vez Yuzuki. Hace rato había olvidado el tema de su oveja de peluche y ahora estaba más expectante por el partido.

—Así es. Shiro-san ha sido jugadora desde secundaria baja, pero parece haber practicado desde que era niña con su hermano o eso me dijo Aoi. Ambas fueron miembros del equipo de básquet de su secundaria.

—Eso explica porque en los entrenamientos tienen tanta familiaridad —comentó Miko que desde lejos podía presenciar mejor las interacciones de la cancha.

—Admira tanto a su hermano que también quiere ser la siguiente capitana —siguió relatando Yamada.

Las tres tragaron saliva. Se les erizaron los pelos con la imagen en mente de Shiro como capitana marchando con una fusta en mano y traje de militar comandando a todos como el más estricto capitán de la marina japonesa.

—Sin embargo, ese puesto está siendo debatido entre ella y Aoi.

Las chicas sintieron un poco de esperanzas con Aoi como capitana, ella sería menos estricta.

—Creo que la prefiero a ella como nuestra capitán —susurró Higashi y Yuzuki asintió.

—Ella es como una hermana mayor y es más amable y nunca nos critica con dureza, siempre lo hace con una forma amable —secundó Arai—. Por favor, Yamada-Senpai, no le diga a Shiro-senpai que dijimos nuestra preferencia a Aoi-senpai sobre ella.

—No te preocupes, tal vez ya lo sabe.

—¿Cómo es que sabes todo esto? —preguntó Miko.

—Se le llama ser la informante —dijo la chica levantando su índice con una sonrisa petulante—. Todo equipo necesita alguien que tenga la información de todos, en especial de sus contrincantes.

—Hablando de información ¿Esos son periodistas? —preguntó señalando Higashi a unos adultos con cámaras y libretas.

—Son eso o están en el club de fotografía —dijo Yuzuki.

—¿Tú hermana no vino? —recordó Akira a Yukari.

—Le agarró algo en la piel y no quiso venir. Estaba muy angustiada porque no vería a Sendoh-kun, pero tampoco quería que Sendoh-kun la viera con su erupción.

—Hablando de él ¿Dónde está? —preguntó su tocaya. Ella miró a su alrededor, pero solo encontraba a alumnos de su escuela, de la escuela rival y periodistas. Entre los miembros del equipo, no atisbó a su amigo.

—Seguro llegará tarde —respondió Yamada—. Él siempre llega tarde. Me sorprende que siendo su amiga no sepas de eso.

—Es que nunca fui alguna de sus prácticas —en ese momento, Higashi se percató con precisión de las palabras de su senpai y se ruborizó—. ¿C-cómo sabes que somos amigos?

—Ya te lo dije, siempre me informo de todo —sonrió y de uno de sus ojos se emitió un pequeño brillo—. Además, los vi entrenando juntos una mañana y hablando en el recreo.

—Creí que habíamos sido más discretos —susurró para si misma. Miko soltó una carcajada después de escuchar su susurro, por otro lado, Yuzuki no pudo escuchar nada, volvió a pensar en su ovejita.

—Yamada-senpai, si sabes de todo, por casualidad ¿No habrás visto una pequeña oveja de peluche en el gimnasio? Llevo desde ayer buscándola.

La senpai hizo una pose pensativa y luego de varios segundos, negó.

—No, lo siento Arai. Deberías buscar en los objetos perdidos.

—¡Chicas! —las llamó Aoi—. Vengan, arriba se ve muy bien.

Las chicas subieron en las gradas al lugar más elevado, eso le causó un poco de nauseas a Higashi. Miko lo notó al instante.

—¿Te sientes bien, Aki-chan?

—Si, solo un poco mareada.

—¿Por qué no vas a tomar algo de agua? —sugirió Yuzuki—. ¿Sabes dónde está el bebedero?

Ella asintió y bajó de las gradas. Salió del gimnasio y buscó las fuentes. No se dio cuenta, pero a medida que pasaban las horas, el calor aumentaba, tal vez si debió haber traído su sombrero. Tomó del agua, se quitó los anteojos y mojó su coronilla. Cuando levantó su cabeza, vislumbró la espalda de uno de sus compañeros en uniforme escolar.

—¿Akira-kun? —se preguntó en voz alta.

El muchacho caminaba hacia el vestuario del gimnasio. Akira corrió hacia él, sujetó su mano antes que él cruzara la puerta.

—Hola, Akira-kun, quería desearte buena suerte —se sentía tan nerviosa que habló muy rápido sin darse cuenta—. También quería preguntarte algo ¿Recuerdas a Yuzuki? Ella tiene un peluche con forma de ovejita que perdió en el gimnasio el día de la tormenta. Si lo ves, avísame, pero no se lo digas a nadie, por favor. A ella le da vergüenza mencionarlo.

—¿Yuzuki?

—Si, es Arai.

En ese momento el chico se dio la vuelta y Akira entrecerró los ojos para aumentar su visión. Se dio cuenta que no era su tocayo.

—¡Di-disculpa! —gritó alejándose para luego hacer una reverencia—. Lo-lo confundí con alguien más, ya que es tan alto como él, pero sin mis anteojos no veo bien —se reprendió a si misma por darle explicaciones a un extraño—. En verdad, lo siento —hizo otra reverencia y se alejó corriendo con el rostro rojo.

No podía creerlo, confundió a un desconocido con Sendoh y lo peor es que le había dicho un secreto de su amiga, si le dice a alguien más sobre la oveja de Yuzuki, puede imaginar la vergüenza que pasará ella. Rezó en su interior que no le dijera a nadie sobre el asunto del peluche, necesitaba sus anteojos ahora mismo ¿Pero dónde estaban? Tocó su cabeza, pensando que tal vez los dejó allí, pero no había rastro de ellos. Recordó el bebedero. Trató de moverse con cuidado, no quería tropezar y lastimarse antes de su debut. En cuanto llegó a la fuente, logró encontrarlos rápido. Regresó con la esperanza de que nadie se enterara lo que le dijo al muchacho desconocido.

—¡Aki-chan! —llamó Miko en lo alto de las gradas. Ella caminó hasta allí y confirmó que solo fue un mareo producto del calor.

Mientras esperaban a que comenzara el partido, Akira se fijó como el otro equipo también llegó pronto. Eran todos jóvenes de altura promedio y su profesor los dirigía de forma menos estricta que el entrenador Taoka. Hablando de él, empezó a sudar frío cuando llegó el equipo contrario y no había señal de su jugador estrella. Aun así, se levantó para saludar al entrenador de Tsukubu, un hombre muy joven con anteojos de nombre Kawasaki.

—Oye ¿No va venir tu amiguito? —preguntó Miko.

—Creo que él avisaría si no vendría.

Mientras ambos equipos iban a los vestidores, los asientos se llenaban de más gente.

—Por aquí, Nakamura, escuché que hoy jugará ese novato estrella.

Los oídos de Akira temblaron, por alguna razón, sentía que hablaban de Sendoh.

—Creo que aún no llegó, senpai.

—Pensé que era una exageración eso que dijeron sobre que siempre llegaba tarde, ahora veo que es cierto.

Higashi miró por el rabillo del ojo a dos periodistas, un hombre y una mujer. Ambos tenían cámaras y se pasaban un cuaderno con notas.

—Creo que esos periodistas están hablando de Sendoh-kun —musitó Yuzuki a sus amigas.

Al poco tiempo, llegó el tan mencionado jugador a la cancha. Taoka le gritó y Sendoh solo se reverenció como disculpa, con su amable sonrisa, después, fue a los cambiadores. En cuanto salieron hicieron un calentamiento rápido y empezó el juego. Higashi sintió todo su cuerpo temblar, era la primera vez que lo veía a su amigo jugar y lo hacía tan bien, mucho mejor que cuando entrenaban. Ella sonrió y no se percató como sus ojos empezaron a brillar en cada momento que él pasaba la pelota. No siempre anotaba, no siempre se lucía, era tan inteligente y capaz de leer como un genio la cancha.

—Es mucho más guapo en persona —escuchó como la periodista dijo.

Ella se ruborizó y de pronto negó con la cabeza, no era posible tener esos sentimientos, ellos eran amigos y era mejor seguir siéndolo.

—¡Ryonan! ¡Ryonan! —cantaban los estudiantes por un lado.

—¡Tsukubu! ¡Tsukubu! —gritaban los estudiantes del otro lado de la cancha con palmadas.

—¡Tú puedes Godai! —escuchó como el entrenador de Tsukubu le gritó a uno de los jugadores, que tomó la pelota y logró encestar un triple. Los ojos de Higashi se dilataron, era la primera vez que veía algo así.

—Nada mal, Tsukubu —comentó Hanazono.

—Se nota que este año el nuevo entrenador los hizo esforzarse hasta su límite —dijo Aoi que también aplaudía y hacía porras.

—Nunca vi a nadie en directo encestar un triple —susurró Higashi.

—¿Ryonan masculino no tiene un jugador así? —preguntó su amiga.

—No que sepa —respondió Yamada que oyó la conversación.

Yuzuki estaba en silencio, disfrutando del partido. Se veía muy profesional para ser uno de práctica. Fijó sus ojos abajo y atisbó a Fukuda sentado, sin uniforme de titular.

—Qué raro —dijo Yamada.

—¿Qué cosa, senpai? —preguntó Akira.

—Nada importante, es que me parece raro que Fukuda no juegue —ante su comentario, Yuzuki sintió su espalda temblar, como si alguien le hubiese leído el pensamiento.

—Bueno, él es de primero, muy rara vez los de primero toman el puesto de titular, Sendoh es un caso aparte —respondió Hanazono.

—Ya lo sé, pero tuve la oportunidad de espiarlo a él, a Sendoh y a Uozumi-san entrenar una vez en privado con el entrenador. Sabía cómo hacerle frente a Sendoh y dribleaba muy bien. Sin embargo, Taoka-sensei siempre lo está regañando.

Yuzuki se sintió extraña a ese comentario y no sabía que pensar de su compañero que le desagradaba pero al mismo tiempo, no tanto. De todas formas, seguro no es tan buen jugador como Sendoh-kun, pensó.

Terminaron los primeros dos cuartos, es decir, el primer tiempo y ambos equipos estaban muy parejos, el Ryonan iba a la cabeza, pero solo por tres puntos.

—Escuché que Godai-san no era tan buen jugador, pero parece que mejoró —continuó hablando Yamada sobre algunos de sus datos, mientras las chicas daban ánimos a Sendoh y otros jugadores como Ikegami y Uozumi.

—Él es bien altote —dijo Higashi señalando a uno de sus compañeros.

—Él es Uozumi Jun, también lo apodan Big Jun. Tienes razón, Higashi-san, es el más alto de todos, dos metros y un poco más.

—¡¿Dos metros?! ¿En serio es estudiante de preparatoria? ¡Parece como si transitara por su tercer divorcio! —exclamó Miko cuyo comentario hizo reír a sus compañeros alrededor, incluso algunos del Tsukubu que escucharon.

Mientras tanto, el hermano de Shiro, iba muy rápido en la cancha, atrapando los rebotes y haciendo volcadas increíbles. Higashi encontró a su senpai en medio de la multitud y vio como observaba el partido sin gritar porras o cantos, solo con una expresión seria posada en su hermano mayor.

—Shiro-senpai es muy rara, no ha dicho nada desde que comenzó el partido.

—Típico de ella —dijo esta vez Aoi—. Siempre fue así, no le gusta llamar la atención y gritar. Desde que nos conocemos solo algunas veces la he oído alentar a su hermano en voz alta y siempre ha sido en situaciones desesperantes.

—¡Oh, no! Tsukubu le dio vuelta al partido —exclamó Yuzuki—. ¡Si! ¡Sendoh-kun tú puedes!

Sendoh tomó la pelota y se la pasó a Ikegami que logró encestarla rápido. Uozumi se quedó frente al área para protegerla. El capitán dribleaba con tanta rapidez que hizo otra anotación en poco tiempo.

El partido terminó y Ryonan cantaba victoria, aunque ganaron con pocos puntos de diferencia. Taoka y Kawasaki se felicitaron y el primero reconoció al segundo como un buen entrenador en ascenso. También los jugadores se dieron la mano. Higashi aplaudió junto a los demás estudiantes, pensando que era la primera vez que veía jugar a su amigo. Estaba admirada por lo maravilloso y bien que jugaba, es decir, sabía que era un buen jugador, pero no esperaba que fuera tan bueno. Quería a toda costa felicitarlo en la entrada, pero mucha gente se le adelantó. Se encogió de hombros y fue hasta la salida.

—¡Espera, Akira-san! ¿No quieres felicitar a Sendoh-kun? —la llamó Yuzuki.

—Lo haré en la salida. Ahora hay mucha gente.

Caminó hacia abajo y fue por otra salida menos concurrida, observó en la cancha a varios jugadores ser felicitados por sus kohais o chicas que gustaban de ellos o que eran sus novias, Shiro también hablaba con su hermano mayor, el capitán.

Cuando llegó a la salida, cerca de los vestidores, se quedó en silencio, recostada contra la pared, recordando todos aquellos pases que su tocayo había hecho. Bajó su cabeza preguntándose si algún día llegaría a jugar con la misma astucia, velocidad y precisión que él empleaba.

—Debe ser por aquí —escuchó a alguien que murmuraba por el pasillo. Desvió su vista a la persona que llegaba caminando y respiraba agotada—. Disculpa, jovencita ¿Has visto a Sendoh Akira?

Ella frunció el ceño, esa chica se veía muy mayor para ser estudiante de preparatoria (Aunque lo mismo podía aplicarse a Uozumi-senapai). Entonces, la reconoció como la periodista que hablaba con el otro muchacho.

—No lo he visto.

—Espero que venga pronto, me gustaría hacerle algunas preguntas ¿Eres estudiante de Ryonan? —ella asintió—. Entonces lo has visto más de cerca muchas veces, asumo.

—Pues si, de hecho, él es mi amigo.

—Con que amigos ¿Eh? Entonces lo conoces muy bien —dijo con suspicacia.

Higashi se arrepintió de su afirmación, había olvidado las sabias palabras que su padre, un hombre que trabajó en una revista de deportes como editor, le dijo una vez: "Ten cuidado con los periodistas, trataran de sacarte información de las formas más astutas posibles". Decidió quedarse en silencio.

—Dime ¿Él siempre juega así?

—No lo sé. Fue la primera vez que lo vi jugar. No lo conozco desde hace tanto tiempo.

—Vaya, no me he presentado. Me llamo Aida Yayoi, un gusto —sonrió y extendió su mano.

—Un gusto también, Aida-san —devolvió el saludo.

—¿Por qué no fuiste a recibirlo? Pensé que eran amigos.

Higashi se encogió de hombros y volvió a recostarse contra la pared.

—Prefiero no molestarlo cuando está rodeado de mucha gente —dijo con su mirada en otro lado, esperando así cortar la conversación.

Al parecer, eso animó más a la periodista hablar.

—Yo vine con mi compañero, Nakamura, es mi kohai. Como su senpai, trato de enseñarle lo mejor que puedo.

—Bien por ustedes.

—Sendoh-kun parece un chico muy amigable ¿Verdad?

—Lo es —afirmó sin darse cuenta que esbozó una sonrisa.

—Además es muy atractivo.

Aquel comentario hizo elevar las cejas de Akira y mirar de frente a la periodista. Notó que la mujer mayor tenía una sonrisa soñadora.

—Es decir, ya lo había visto antes en fotos como un gran jugador de Tokio, pero en persona es mucho más lindo.

—Se-se-señora...

—Señorita —la corrigió—. Todavía no me he casado, pero puedes llamarme Yayoi si quieres.

—Ya-Yayoi-san no quisiera ofenderla, pero Akira-kun es un estudiante de preparatoria y, bueno, pues, usted…

La periodista se rio.

—Si, se a lo que te refieres. No te preocupes, estoy consciente que él es un menor y nunca trataría de hacerle algo indebido. Pero eso no quita que no pueda admirarlo de lejos, ya sea como basquetbolista y como muchacho.

Aquel comentario hizo que las tripas de Higashi, que se apretaron en cuanto vieron la sonrisa de la periodista, se tranquilizaran otra vez. En ese momento, le estaba empezando a caer bien esa mujer, tanto que olvidó por un momento las palabras de su padre.

—Además, ya lo llamas por su nombre. Incluso si se conocen desde hace poco, parecen ya muy cercanos ¿No?

Ella se sonrojó y desvió la vista.

—¿Cómo te llamas, pequeña? —la pregunta de Yayoi la hizo fruncir el ceño ¿Por qué siempre le decían "pequeña"?

—Higashi Akira.

—¿Akira también? Te llamas igual que él ¿Es por eso que son muy cercanos?

—No en realidad, él es muy reservado. Pero puedo afirmar que es una buena persona, un gran jugador y un muy buen amigo —dijo otra vez sonriendo.

Yayoi acarició su cabeza y se acercó a su cara sonriendo con la punta de su dedo índice en sus labios.

—No te preocupes, Akira-chan, no te robaré a Sendoh-kun y guardaré el secreto.

Otra vez volvió a sonrojarse.

—¿Qu-qué quiere decir con eso, Yayoi-san?

—¡Senpai, ahí estás! —gritó Nakamura corriendo hasta Yayoi.

—¡Ah, Nakamura! ¡Hasta que me encuentras!

—Sendoh-san se dirige aquí —le informó.

Ella sonrió muy animosa y dio una vuelta a la vez que pegaba un grito de alegría. Luego tomó su cámara y se acercó a Higashi.

—Akira-chan, normalmente no me permito hacer esto pero… tomamos algunas fotos y si quieres… puedo darte algunas —le guiñó un ojo pero la muchacha negó ruborizada.

—¡N-no, gracias, Yayoi-san!

—¿Estas segura?

Los pasos del basquetbolista resonaron en el pasillo, ahora estaba solo. Mientras se limpiaba con una toalla el sudor de su cara, pudo distinguir a su tocaya a lo lejos y sonrió.

—Hola, Akira-chan —los tres presentes voltearon a verlo al mismo tiempo.

Yayoi pudo percatarse como ella era la única a la que el muchacho saludó y lo feliz que estaba por verla. Supo que las palabras de Higashi eran reales. Dio un paso al frente y extendió su mano para saludarlo.

—Mucho gusto, Sendoh-kun, me llamo Aida Yayoi, él es Nakamura y somos periodistas. Me gustaría hacerte algunas preguntas.

—Mucho gusto también —respondió estrechando su mano—. Quisiera responderle ahora, pero debo ir a cambiarme y me siento un poco agotado, creo que lo mejor sería en otra ocasión, si no es mucha molestia ¿Cómo has estado, Akira-chan? —preguntó dirigiéndose a su bajita amiga.

—Muy bien, Akira-kun, jugaste excelente —devolvió sus palabras con la misma mirada amena y cálida que ambos compartían.

—Muchas gracias, estoy impaciente por verte también algún día jugar —el llevó su mano a la nuca y se rio apenado. Higashi apretó los dientes, todavía no olvidaba su miedo, pero la hacía feliz que él tuviera fe en ella.

Yayoi y Nakamura enfocaron sus ojos entre ambos estudiantes y la mujer dio una pequeña risa.

—Está bien, será en otra ocasión —ella agarró a su compañero y lo arrastró afuera para dejarles un momento a solas.

—¿Senpai? ¿Qué hace? —preguntó el joven sin entender por qué su superiora perdería una gran oportunidad de reportaje.

—Nakamura, me apena mucho admitirlo… pero tengo mis debilidades, en especial con el amor joven —suspiró Yayoi mientras posaba su mano libre en sus mejillas ruborizadas.

En cuanto se quedaron solos, Sendoh suspiró

—Qué alivio —dijo él. Su amiga emitió un sonido que denotaba desentendimiento—. No me gusta responder preguntas, se me hacen muy invasivas.

—Pero Yayoi-san es muy amable, estoy segura que ella será respetuosa.

—Y no lo dudo, pero…

—¿Pero?

El chico se encogió de hombros.

—Nada, supongo que es parte de mi personalidad. Si no te molesta, debo ir a tomar una ducha y cambiarme.

—Si, Akira-kun.

Ella se sintió un poco triste, a penas lo veía y ya se tenía que devuelta irse. Mientras el muchacho continuaba su camino, ella daba la vuelta de mala gana, dispuesta a irse.

—Me alegró mucho verte, Akira-chan.

La susodicha volteó con una poco discreta mirada de asombro. Él volvía a sonreír de la misma forma que lo hacía cuando entrenaban juntos. Ella dejó salir una exhalación que contenía mucha de su pena trasformada en alegría.

—A mi también me alegró venir —antes que él volteara para irse otra vez, Higashi recordó algo—. ¡Akira-kun! Antes de que te vayas, quería hacerte una pregunta.

—¿Si? ¿Qué es?

—Es sobre Yuzuki, Arai.

El chico hizo memoria y pensó por varios segundos antes de acordarse a quien se refería.

—¡Cierto! Ella es la que tiene la gemela fotógrafa.

—A ella se le perdió algo pero no quiere que nadie lo sepa, así que no le digas a nadie lo que te contaré —él asintió con una mirada seria—. Ella tenía un peluche con forma de oveja, pequeño y lo usaba como adorno en su mochila. En el día de la tormenta se le perdió y está angustiada porque aún no lo ha encontrado, si la viste avísame.

—Creo haberla visto… —respondió con la mano en su mentón, tratando de recordar aquel juguete que le sonaba.

—¿En serio? ¿Dónde? —preguntó con sus ojos brillando.

A varios metros de allí, Yuzuki buscaba desesperada en las esquinas del gimnasio masculino, ahora vacío.

—Creo que deberíamos primero preguntar en la zona de objetos perdidos —sugirió Miko.

—Fui tan pronto terminó el partido y estaba cerrado.

—Tendremos que esperar hasta el lunes —suspiró ella derrotada pero Yuzuki se negaba abandonar la búsqueda.

En un momento, alguien entró al gimnasio.

—¡Ustedes! ¡El partido terminó hace rato! ¡Deben retirarse!

Las dos chicas voltearon a ver al entrenador Taoka.

—Estaba buscando algo que perdí —protestó la muchacha.

—Puedes preguntar el lunes en objetos perdidos.

La chica hizo un mohín y agradecía tener a Okabe como su entrenadora que era más comprensiva.

—Está bien, vamos Miko-san.

Resignada, ambas amigas salieron del gimnasio, pero Yuzuki todavía tenía a su muñeco dando vueltas en su mente.

—¿Dónde estará Aki-chan? —preguntó Miko.

—Me dijo que planeaba ver a Sendoh-kun. Yo apenas pude felicitarlo —dijo tan desanimada como si tuviera una nube negra flotando en su cabeza—. Debe estar en el pasillo que va hacia el cambiador.

Cuando las dos se pusieron de acuerdo en ir hacia el pasillo en busca de su amiga, otra vez el entrenador Taoka apareció.

—Disculpen —llamó con un tono más amable que antes desde la puerta del gimnasio. Parecía un poco avergonzado, seguro era por gritarles antes—. ¿Podrían entregar esto en la oficina de maestros?—, pidió mientras extendía una carpeta a Yuzuki.

—¿Eh…? Claro —dijo la chica en un tono dudoso.

Taoka hizo una reverencia y se marchó sin percatarse las miradas atónitas de las dos muchachas.

—Eso fue raro —dijo Miko—. Primero nos grita y luego nos pide un favor ¡Maestros! ¿Y qué vas hacer, Yuzu-chan?

—¿Eh?

—Me refiero a si vas a dejar la carpeta en la oficina de maestros.

—Ahora mismo lo haré, Miko-san puedes adelantarte e ir por Akira-san. Esperaré hasta el lunes para preguntar por Fancy-chan.

—Si tú lo dices —Miko pudo percatarse de la sonrisa forzada que hacía su amiga por postergar la búsqueda de su querido peluche—. Te esperaré con Aki-chan.

Ambas amigas se separaron, Miko buscó el pasillo que guiaba a los cambiadores masculinos mientras Yuzuki subió las escaleras al primer piso de su escuela. No tardó en encontrar la sala de maestros y tocó la puerta, esperó algunos segundos pero nadie respondió. Abrió la puerta despacio, con intenciones de no llamar la atención si se encontraba alguien.

—Disculpe… —aun así, pidió permiso.

La oficina estaba vacía, la joven suspiró aliviada y en un escritorio a la vista, dejó la carpeta. Luego, volvió abajo pero en vez de ir por el pasillo que desapareció Miko, prefirió volver al gimnasio. Aunque dijo que esperaría hasta el lunes, en su interior ardía la desesperación por encontrar su amiguita lo más pronto posible. Ya había estado dos días sin ella y no aguantaba más.

La puerta del gimnasio estaba cerrada con llave para su frustración, sin nada más que poder hacer, optó por ir hacia el pasillo. Al darse la vuelta notó a un compañero suyo a la distancia.

—¿Fukuda-kun? —pudo reconocerlo.

¿Cuándo había llegado? ¿O la estuvo siguiendo? Sea como sea, el joven empezó a caminar en su dirección. Yuzuki empezó a sentirse nerviosa. Buscó con su mirada un lugar para escabullirse, pero él ya estaba a menos de dos metros de distancia.

—¿Hola, Fukuda-kun? —saludó nerviosa. Él la miró con sus pequeños ojos que siempre le inspiraban pavor. Ella posó su mirada en otro lado para relajar sus temblores

—Arai —solo dijo como saludo.

—Si no te molesta, debo irme a encontrarme con alguien —forzó una sonrisa con la vista en sus manos y se reverenció, quiso desviarse de su camino, pero sintió la mano fuerte de Fukuda apretando su brazo—. Di-disculpa, Fukuda-kun, pe-pero debo irme.

Trató de soltarse de su agarre, pero cuando más trataba de liberarse, parecía que él la apretaba. El sudor empezó a caer de la cabeza de Yuzuki, podía sentir el rostro del muchacho inclinarse a ella, demasiado cerca.

—¡Fukuda-kun, es enserio! ¡Debo irme! —alzó el tono de su voz para parecer más amenazante, pero no funcionó. Cerró los ojos, esperando lo peor, sin percatarse como la mano libre de él se dirigía a su bolsillo.

—¿Esto es tuyo?

Abrió un ojo y luego el otro, de pronto, un brillo de lágrimas adornaban sus orbes.

—F-Fancy-chan — la pequeña ovejita agarrada de la mano del jugador se posicionaba frente a su cara, desprendía un olor agradable y su lana estaba mucho más blanca de lo habitual—. ¡Fancy-chan! —gritó soltándose del agarre de Fukuda sin darse cuenta y tomando el peluche para estrujarlo contra su cara— ¡Mi pequeña y adorada Fancy-chan! ¿Dónde estuviste? Te extrañé tanto, hueles muy bien, como a rosas silvestres.

Tan abstraída estaba con su pequeña que no notó cuando el chico volteó para irse.

—¡Espera, Fukuda-kun! —lo llamó con esperanzas que él pudiera oírla aún a la distancia que estaba. Para su suerte, se dio la vuelta a encararla—. ¿Dónde la encontraste?

—Estaba en tirada en el patio.

Yuzuki sintió escalofríos pero el olor de Fancy la relajaba.

—¿La bañaste? —él asintió.

—Planeaba dársela a mi hermanita —otra vez se dio la vuelta para irse, pero la chica volvió a llamarlo.

—¡Espera! Fukuda-kun ¿Cómo supiste que era mía?

—Alguien me lo dijo —solo respondió y cuando estaba por irse, Yuzuki volvió a gritarle.

—¡Fu-Fukuda-kun! —ella permaneció en silencio, sonrojada viendo como el muchacho esperaba a que hablara—. Gracias —hizo una reverencia—, de parte mía y de Fancy-chan.

Él asintió como respuesta y se fue sin decir nada más. Yuzuki por su parte saltaba de alegría y sintió que su corazón se ablandaba con respecto a sus sentimientos por Fukuda Kicchou.


Siempre me gustó el nombre Akira. Desde que leí el manga After Rain (Koi wa Ameagari no You ni), me fascinaba la idea de hacer un personaje femenino con ese nombre (que aunque es nombre unisex lo usan más personajes masculinos), también que sea atlética y misteriosa, como es Akira Tachibana.