Dos parejas inesperadas
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Atenas, costa oeste de Grecia
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Shaina y Radamanthys salieron poco antes del mediodía rumbo hacia Agios en un auto que ella pidio prestado a la fundación Graude, había tomado lecciones de conduccion en los pasados años y ya se sentía una experta al volante. El espectro respiro profundo tomando el asiento del copiloto no queriendo desanimarla sin embargo, lo cierto era que, Shaina era ligeramente peor que Minos al volante.
Tras abrochar todos los cinturones de seguridad a su alcance y sujetarse fuertemente de donde pudo, se pusieron en marcha. En resumen, la amazona era algo así como una amenaza en cuatro ruedas agradeciendo no ser un mortal, aunque eso no lo hacia sentir menos tenso. No se acostumbraba a que ella condujera tan mal como lo hacía.
—¿Estás listo? —pregunto entusiasmada arrancando el vehículo.
—Si, eso creo —respondió el juez lo más normal que pudo cerrando los ojos sintiendo como el automóvil se jaloneaba ligeramente mientras ella se aproximaba a la avenida.
Por fortuna no chocaron con otros automovilistas sorteando exitosamente el tráfico hasta incorporarse al camino tras escuchar las bocinas de los autos a su alrededor así como los insultos que les llegaban de un lado y el otro. El espectro pudo respirar apenas salieron a la carretera dejando a los conductores hostiles atrás reacomodandose en el asiento mientras bajaba la ventana para dejar entrar aire fresco.
—Vamos con muy buen tiempo —la joven mantuvo la velocidad sonriendo alegremente colocandose un par de gafas oscuras—. Ya puedes dejar de estar tan nervioso —comentó socarrona.
—No estaba nervioso —mintió ligeramente.
Discutiendo un poco sobre eso es que mantuvieron la velocidad los siguientes cincuenta minutos sobre la desolada carretera, cuyo panorama estaba poblado de árboles y pequeñas ciudades, hasta llegar a su destino aprovechando que hacía un día estupendo y todo pintaba para salir bien ese fin de semana en visitando el hogar de sus amigos.
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Agios, costa este de Grecia
Tethys abrió la puerta trasera de la casa, la que daba a su gran jardín con vista al mar, para dejar entrar el aire fresco de la mañana. Ese día esperaba a Shaina y su acompañante para una parrillada de fin de semana observando como Kanon se encontraba más allá preparando todo con ahínco para la reunión.
La rubia lo observó con ternura y curiosidad pues estaba muy metido en la faena de acomodar todo lo necesario en la mesa auxiliar: la carne, verduras para asar, un poco de carbón bajo la mesa y todos los condimentos y salsas necesarios; Kanon analizó triunfante que todo estaba listo para la tarde.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó la joven sonriente aproximándose con calma.
—Creo que esta todo bien por ahora —Kanon la miró de frente devolviéndole una sonrisa mientras ambos tomaban asiento en las sillas de jardín de la bonita terraza de su hogar.
Tethys de inmediato se sintió como en casa apenas se mudo con él meses atrás, no había querido vivir sola en ese país pues estaba algo temerosa, así que la propuesta de Kanon de convivir bajo el mismo techo le vino de maravilla.
A veces esa convivencia la transportaba al pasado, muchos años atrás, cuando la chica lo ayudaba a planear una guerra santa viviendo en una casita destartalada al norte de Noruega. Ahora cohabitaban como una pareja con planes sólidos a futuro que iban cumpliendo poco a poco con el pasar de las semanas; mudarse juntos, trabajar en un hogar en común y ya, dentro de un par de años, dar otro paso que consolidara formalmente su unión y ver qué otras sorpresas les deparaba la vida a partir de ese momento.
—¿En que piensas? —preguntó Kanon pasando un brazo alrededor de su compañera.
—Me hace feliz la vida que llevamos, las cosas que hemos hecho estos meses y ahora, tenemos dos amigos que nos visitarán.
Se recargó en su hombro mientras él dejaba un beso en su frente.
—Es una agradable coincidencia que mi colega salga con una chica a quien conociste en el pasado y eso haya dado lugar a este reencuentro.
—Ambos necesitamos amigos, sé que conviviste con otros chicos en Atenas hace varios años y me sorprende que nadie haya aceptado tu invitación a visitarnos.
—Lo sé, son unos malos amigos —comentó Kanon refiriéndose a los pocos colegas dorados con quienes mantenía algún trato: Milo en primer lugar o Shura a quien se topó en alguna ocasión cerca de la zona del Partenón; Afrodita se dejó ver por Atenas una sola vez, no obstante no consiguió hablar con él e Ikki también llegó a hacer acto de aparición siendo esa visita más una salida a tomar unos tragos.
El chiquillo oriental del cabello negro se motrsó algo reacio a aceptar una invitacion a pasar el fin de semana. Kanon no entendió el por qué tomandolo como mejor podía. Claro que, Kanon los recordaba a todos en otro contexto, pero eran ellos a fin de cuentas, los mismos rostros que estaban grabados en su cabeza.
Fuera de eso, el hombre reconocía que tampoco tenía amistades o trato allegado con otro que no fuera Radamanthys. A esas alturas, si echaba de menos su presencia por lo que agradeció que las casualidades de la vida los volvieran a poner en el mismo camino esperando que no fuera a ser la última vez.
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Shaina y el juez lograron llegar en una sola pieza a la ciudad de Agios notando el tráfico que había en el camino para intranquilidad de Radamanthys, quien se aferró al asiento lo más fuerte que pudo cerrando los ojos, trataba de no mirar como su acompañante maniobraba el carro como si estuviera combatiendo con los demás conductores, además de proliferar insultos a diestra y siniestra lo más alto que le daba la voz.
—¡¿Quienes se han creído?! —vociferaba molesta— ¡No nos permiten el paso y ya vamos tarde!
El rubio miró el reloj notando que iban con muy buen tiempo sin embargo, no contradijo a Shaina dejándola maldecir a sus anchas ya que, de interferir, le tocaría también alguna muestra de furia. Ella continuó por la avenida hasta que el tráfico comenzó a desahogarse indicador de que se aproximaban a la zona este a las afueras de la ciudad.
Apenas llegaron Radamanthys se sintió ansioso por besar el suelo que tocaban sus pies pues esos viajes en auto eran una auténtica prueba de vida o muerte.
—¡Llegamos vivos! —anunció Shaina triunfante sacándose las gafas victoriosa.
—Si, gracias a los dioses… —susurró su acompañante deseoso de elevar una plegaria a la Divina Providencia.
La casa que compartían Tethys y Kanon estaba ubicada muy cerca de las bonitas costas de una playa privada. De hecho, la ubicación de la casa estaba en una zona alejada de otros vecinos; Shaina la observó maravillada ya que, desde afuera, se veía linda y acogedora. Tan solo tenía un piso alargado con lo que parecía ser una pieza independiente de huéspedes construida más allá, también estaba rodeaba por un bonito jardín y la zona alrededor lucía muy agradable además de silenciosa.
—Este lugar luce increíble —comentó Shaina mientras ambos iban con paso lento a la puerta—, como quisiera vivir en un sitio como este —finalizó en actitud soñadora mientras el juez llamaba a la puerta.
Antes de que Radamanthys pudiera agregar que le parecía buena idea la de vivir en un lugar por el estilo, la puerta se abrió siendo una joven rubia quien los recibiera amistosa y con efusividad.
—¡Qué alegría verlos!
A Shaina le sorprendió tan agradable bienvenida de quien fuera su enemiga en el pasado, que no pudo más que sonreír presentando a su acompañante a quien Tethys observó con curiosidad.
—El oponente de Kanon durante la guerra santa no es un hombre ordinario, ni un guerrero como los demás. Tiene algo que lo hace muy diferente, pero no sé qué es… —pensó rápidamente saludando e invitando a ambos a entrar— ¡Bienvenidos! Pasen, Kanon vendrá en un momento.
La pareja de recién llegados atravesó la puerta topándose con un interior igualmente acogedor en tonos cálidos donde se sentía el calor de hogar y la presencia de sus habitantes en cada habitación que Tethys les mostraba. Radamanthys conocía a Kanon de atrás tiempo, de los años en los que lo invitaba al apartamento que compartía con su hermano, notando su presencia en cada rincón. Había algunas chaquetas ligeras colocadas en un par de sillas aquí y allá, eso era muy característico de él sintiendo una especie de nostalgia.
Su hogar no parecía un frio museo si no un hogar cálido habitado por dos personas que se amaban.
Kanon apareció un momento después de que ambos tomaran asiento en las bonitas sillas de jardín mientras Tethys les ofrecía algo de beber. Este los saludó efusivamente dedicando al rubio uno un poco más alegre de lo normal; se notaba a leguas que estaba realmente feliz y sorprendido de verlo dedicándose a charlar un poco más con él.
—Tethys —dijo Shaina en cuanto la joven se sentó a su lado—, este lugar es increíble y tan hogareño. Me resulta increíble lo que ambos han logrado aquí.
—Viví tanto tiempo en casa de Julián Solo que, terminé odiando tanta opulencia y estar rodeada de objetos costosos que pudieran caerse o romperse que, sugerí a Kanon, adquirir cosas más significativas aunque no costaran lo mismo que Julián tenia en casa.
—Ya veo, aún así todo aqui destila buen gusto.
—Te agradezco.
Shaina no estaba segura de cómo formular la pregunta: en qué punto Kanon, el sujeto maquiavélico, se había convertido en el novio atento que Tethys describía conforme avanzaba la charla. No lo imaginaba en lo absoluto.
—Tenemos mucho tiempo de conocernos —comenzó a decir la rubia adoptando una actitud nostálgica—, aparecí en Atlantis y él estaba ahí. No solo fue la primera persona que me recibió y me explicó todo, también fue el primero que me dio un hogar donde vivir, no me dejó desamparada y a mi suerte. Desde aquel entonces quedé muy agradecida por eso.
—No tienes familia, por lo que veo.
—No lo sé… una de las maldiciones de la escama de la sirena fue el borrarme la memoria. No sé mi identidad y menos si tengo familia.
—¿De verdad? Oh… lo lamento.
La chica le narro brevemente cómo sucedieron las cosas: llegó a la casa de Kanon, le ayudó con su hogar sin que este se lo pidiera, luego lo apoyó con la guerra santa dentro de sus posibilidades y, posteriormente, tras conocer la verdad sobre sus intenciones con la guerra, pudo perdonarlo aceptando el apoyo que este le proporcionó por aquellos días.
—Intentó ayudarme a encontrar mis raíces —añadió esbozando una sonrisa—, recorrió conmigo las calles de Copenhague sin encontrar nada. Finalmente, me llevó a Grecia dejándome al cuidado del Señor Solo.
—Ya…
—Tiempo después nos encontramos por casualidad acordando un reencuentro unos años después. Desde que nos reencontramos no nos hemos alejado el uno del otro y nos mudamos juntos. Esa es la historia. ¿Y tú, Shaina? —la chica la observó con picardía por un instante— ¿Cómo es que terminaste con el oponente de Kanon?
—Pues, nos conocimos poco antes de su audiencia. La diosa Atena nos dio ciertas indicaciones para los allegados de los caballeros dorados y él entraba en esa categoría.
—Ya veo. También se nos dieron directivas muy estrictas en su momento sin embargo, no he querido aceptar nada de eso —indicó resuelta.
Poseidón también había indicado que el contacto con los antiguos santos de Atena debía ser restringido o evitado a toda cosa. No obstante Tethys se brincó la regla cuando le robo un beso a Kanon y acordó un reencuentro con él. Poco le había importado la instrucción o las consecuencias, ya nada debía al huésped del dios viviendo feliz desde entonces al lado del antiguo marino traidor.
—Me hace sentir mejor saber que no soy la única que hace la vista gorda a las reglas —añadió Shaina notando como Radamanthys asistía a Kanon con los alimentos mientras este charlaba amenamente de temas que no alcanzaba a escuchar—. Salir con ese hombre, me podría costar muy caro y sé que no debería estar aqui tampoco, pero no puedo evitarlo y no quiero alejarme de él.
—Él no es una persona ordinaria, ¿correcto?
—Es un espectro de Hades. Alguien con quien tendría prohibido simpatizar siquiera.
—Pero lo amas, ¿no es así?
Shaina dio un respingo sonrojándose sin responder la pregunta, Tethys lo captó todo riendo discretamente.
—Te entiendo perfectamente bien, ambas hemos "traicionado" a nuestros dioses y no lo lamentamos. Me alegra haberte encontrado Shaina, poder charlar contigo sobre el pasado que no debo mencionar a Kanon es reconfortante.
—Podríamos continuar frecuentandonos los cuatro lejos de Atenas y de los ojos del antiguo Santuario, del templo de Cabo Sounion y los ojos de Julian —Shainaa lo dijo con culpa visible aunque sin intenciones de cambiar sus intenciones.
—Me agrada la idea. Me gustaría que tuviéramos dos nuevos amigos.
Ambas sonrieron pasando a la mesa un momento después.
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La tarde transcurrió tranquila en medio de la charla, la carne asada, las bebidas y el buen humor de los anfitriones evitando el pasado a toda costa. Radamanthys observó a las dos mujeres y su amigo agradándole el ambiente que se había hecho entre los cuatro. Deseo poder pasar sus días en medio de personas de confianza, de amigos y de la gente en general de ahí en adelante. Se mantuvo en silencio dejándolos charlar mientras bebía una cerveza fría y deliciosa.
El sol de Grecia, sus playas bonitas, el mar y el cielo azul. Nada de eso lo había en el Inframundo y ahora que sabía lo que debía hacer para volver a ver la luz del sol, pondría manos a la obra apenas pudiera o apenas comprendiera el proceso.
Antes de que cayera la tarde, los cuatro bajaron a la playa a recorrer un poco el terreno virgen que tenían por delante. La zona comercial estaba ubicada mucho más allá, lejos de donde se encontraban y nadie tenía acceso allá ni viceversa. Kanon se aseguro de que su parte de playa se mantuviera lejos de los turistas y los vendedores.
—Deberías hacerte de un lugar como este —le decía a su buen amigo señalando todo a su alrededor—, sé que te gusta la ciudad costosa donde vives, pero podrías considerar un hogar lejos del bullicio, los autos y los edificios.
—Lo sé, lo sé. Me gusta este lugar. Esta ciudad es muy tranquila en general. El tráfico que nos topamos por el camino fue poco en realidad.
—Agios no es un sitio tan turístico, cosa que agradezco. Tampoco está lejos de Atenas aunque, personas como mi hermano no lo vean de ese modo —Kanon lanzó un largo suspiro tras decir esto.
—¿No has sabido de Saga desde que se marchó a Suecia?
—Poco en realidad, se encontró con un amigo en común y, tal parece, que ahora lo frecuenta más que a mi.
Kanon no podía culpar a su hermano por buscarse compañía más agradable que la suya y, a esas alturas, ya debía estar acostumbrado a sus desaires. Se había cansado de invitarlo a su casa dejando el tema por la paz desde hacia un tiempo.
—Me dedico a la reparacion de botes en los muelles más cercanos, un empleo muy simple y sin gran pretensión. Tengo un hogar y una compañera de vida. Estoy satisfecho con eso.
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La tarde cayo y tras charlar un poco más, Shaina y Radamanthys bajaron a la playa a caminar un rato sin importarles la marea ni la hora que era. La luna brillaba hermosa sobre sus cabezas alumbrando su camino.
—¿Qué impresiones tienes del día de hoy? —preguntó la joven entusiasmada.
—No puedo negar que el ambiente entre amigos es algo que me causa un poco de envidia.
—Podrías tener todo esto y más —añadió ella deteniéndose por un momento—. Ese panfleto extraño ya te dio los primeros pasos, es cosa de que te decidas y pierdas el miedo.
—No tengo miedo… es solo que… —el rubio se detuvo dudoso— No entiendo bien que sucederá apenas inicie ese proceso, creí que me había quedado claro, pero no es así.
—Bien, pues pregunta una y otra vez hasta que todo esté resuelto.
—¿Y si toma demasiado tiempo? —volvio a inquirir con más duda en la voz.
—Esperaré —dijo la chica resuelta—, no tengo prisa alguna así que esperaré.
Radamanthys la observó sorprendido. No era la primera que le afirmaba lo mismo, pero si no deseaba que el tiempo corriera, debía darse prisa. Perder el miedo a ser entrevistado por un especialista de esa extraña oficina que ayudaba a "inmortales sin nombre" así como él.
—Vamos de regreso —Shaina lo tomó de la mano brindándole confianza en sus siguientes pasos—. Por cierto, creo que deberías notificarle esto a tu jefe.
—Nah, se lo diré al último —ambos rieron un poco andando por la bonita playa regresando a la casa.
Sus anfitriones les asignaron la casa de huéspedes, la cual encontraron impecable como el resto de la propiedad hablando un poco apenas pues estaban realmente cansados en esa primera visita a sus nuevos amigos.
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FIN
*Notas: Si, se que esta historia es muy corta, pero más que una saga como tal, estoy tanteando el terreno para historias con estos ships. Esta es una secuela directa de "El último viaje" aunque más en un universo alterno que acontece un poco después.
El asunto del panfleto que se menciona en ese relato, lo pretendo abarcar en un texto dedicado exclusivamente a eso.
Y bien, pues con este fic breve termino el año 2023. Muchas gracias por sus lecturas y reviews. ¡Pasen felices fiestas, nos vemos en el 2024!
