Fijando sus ojos en la vacía mirada de Hypnos, Satoru bufaba con fuerza, a la vez que, en su cabeza, inevitablemente se iban formándose en el interior de su cabeza, alimentadas por las desdeñosas palabras del dios.
Un incesante y descontrolado fuego se iba avivando con avidez, y hacía que su sangre comenzara a arder. Imaginar a Poseidón mirando su sonrojado rostro, al a vez que el cuerpo de Hades era acariciado con sus manos impunemente, adentrándose en el cálido interior, así como escuchar los gemidos eróticos de sus sensuales labios.
—¡Mientes! —Contestando con un gruñido que iba acaparando su voz, el joven dios cerraba sus puños fuertemente dejando sus nudillos completamente blancos, y con la tensión de los bazos de sus músculos, en un intento por no descargar toda su ira sobre el dios—. ¡Esa titánide no puede ser mi madre! ¡Y mi padre no estaría dispuesto a permitir que un omega fuera tratado de esa manera!
El dios del sueño comenzaba a moverse, un par de pasos acortando el espacio entre ambos, manteniendo su despreocupada figura.
—Recuerda que siglos antes de tu nacimiento, comencé a estar al servicio de tu padre —La ligereza de su voz lo impactaba, dejando que su cuerpo reaccionara, alimentando el fuego de su ira que ya comenzaba a intentar salirse impulsivamente—. Estabas al tanto de nuestras presencias siguiendo a Zeus en cada rincón del Olimpo. ¿Crees qué no sabíamos de la desaparición de Metis, así como al asalto a Hades?
Profundizando aún más el ceño, la serenidad de su rostro se arrugaba en una inusual mueca, al igual que sus delgados labios que se entreabrían para mostrar sus dientes blanquecinos, al mismo instante en que sus dientes rechinaban con fuerza.
Sin embargo, el resentimiento empezaba a emerger deliberadamente, del mismo modo en que la misma furia que iba cegándolo, alimentando sin piedad ese rencor, que consumía cada gota de razonamiento, con el sencillo motivo de admitir que él tenía razón.
Dentro la descendencia directa de Cronos, su padre era alfa puro dominante, a diferencia de Deméter y Poseidón, que, aunque alfas puros eran recesivos, Hestia la única diosa beta, que siempre se mantenía alejada de todo y todos, y finalmente, siendo así Hera una omega recesiva y Hades un omega dominante.
Con sus conocimientos dados por los humanos, sabía que los alfas puros reaccionaban con más violencia ante un omega en celo.
Por su lado, él únicamente tenía que tolerar cada uno de sus celos periódicamente en soledad, y así mismo jamás había estado cerca de un omega en periodo de celo, y que este le provocara esa misma reacción; no obstante, podía revivir la neblina de su mente tras olfatear la intensidad de las feromonas de Hades, que había logrado un potente efecto con tan atrevido acercamiento.
—¿Ahora puedes creer que es posible? —Podía notar como el tono malicioso del dios lo arrastraba nuevamente a la realidad
—De ser así —Satoru respondía con una de las comisuras de su boca levantándose, sin dejar de mantener la mirada exactamente sobre la del otro dios—, ¿qué ganas tú con decirme esto, Hypnos?
La perfecta máscara indiferente del dios parecía agrietarse, observando en sus fríos ojos dorados se entrecerraban al escuchar sus palabras tan directas.
—Nada, aunque atreviéndome a cuestionarte, Atheno —después de un ligero titubeo el dios respondía con firmeza—, acaso ¿descubriste que mi señor es un omega, y como alfa deseaste poseerlo?
—Diría que realmente no es de tu incumbencia, Hypnos —participando en el fuego cruzado, el dios de la guerra erguía su espalda, aumentando unos centímetros de su tamaño—, pero si tanto quieres saber, lo diré; hasta hace poco descubrí la verdad.
—Y te has aprovechado de eso, ¿no es así?
—No, aun así, siempre me sentí atraído hacia él —entrecerrando sus ojos, perdiendo por un momento su mirada—, y no dejaré que intentes alejarlo, ¿entendiste, Hypnos?
El silencio por parte de Hypnos es hacía cada vez más profundo, sellando las palabras en sus labios, Satoru volvía su cuerpo en un lento y grácil, quedando mirando a la espaciosa puerta de los aposentos. Sin dudas, comenzando el movimiento de sus fuertes pies, paso a paso iba alejándose cada vez del dios.
En pocas zancadas iba atravesando la entrada, ingresando al oscuro pasillo, caminando rápidamente.
—Dices eso —la voz de Hypnos se escuchaba a sus espaldas, al mismo momento en que sus ojos se ponían en blanco—, pero ¿realmente él desea lo mismo?
El insignificante, y trivial cuestionamiento retumbaba en su mente, frenando su cuerpo de golpe. Lentamente cada recuerdo de los besos dados, cada caricia que le estremecía y cada mirada furtiva mientras lo hacía suyo, y a pesar de ello, sentir que siempre era él quien corría detrás de él.
Fuera en batalla o en la fortuita relación que habían comenzado juntos, parecía ser algo completamente unilateral.
Con sus pensamientos revoloteando en su mente, un ligero calor iba adueñándose de su cuerpo con voracidad, cada imagen que le proyectaba falta de vergüenza, el descaro de su cuerpo desnudo exhibido abiertamente en el confortante estanque de aguas termales.
Sus parpados tranquilamente se mantenían cerrados con su cabeza recarga en la loza de piedra, así como sus delgados labios de entreabrían dejando escapar un casi inaudible ronquido; así mismo como las tenues sombras bajo de sus cansados ojos.
El cálido vapor humeante ocasionaba un ligero rubor sonrosado en los encorvados y anchos hombros del joven dios. A pesar de ese suave bronceado, apenas alcanzaba a notarse en su inmaculada piel, resaltando de una manera atractiva la figura de su cuerpo; las líneas fuertes de sus pectorales salpicados por pequeñas gotas que se deslizaban perezosamente mostrando una imagen deliciosamente atractiva.
No sabía en qué momento sus latidos habían comenzado a acelerarse, ni siquiera cuando sus pasos acortaban la distancia, internándose en la húmeda superficie con su mirada perdida en el rostro dormido.
Podía sentir como algo en su interior se movía su cuerpo, su juicio parecía que había sido sustituido con un extraño impulso. Y repentinamente, se encontrándose con su mano extendida hacia el durmiente dios, acariciando la tersa textura de sus delgados labios.
De la misma forma en que ese objeto caliente, se frotaba en su interior...
Un sonido estridente de pasos acercándose, lo arrastraba con violencia al presente, a la fría soledad de su estancia, con la piel erizada se enfocaba en los sonoros pasos que se acercaban con una molesta calma, en medio de la sala, las largas y negras túnicas de Thanatos ondeaban disminuyendo el trecho entre él y los escalones.
Semi oculto por estas oscuras telas una brillante y de un azul tan limpio como el mismo cielo, y su tez con ese tenue tono canela.
En sus recuerdos, la imagen de un ángel beta aguardando celosamente a un costado de Artemisa, coincidía a la perfección con aquel ser que aproximaba con una inusual elegancia, con cierto toque de salvajismo, arrodillándose con gracia acompañado del ruido metálico de su armadura.
—Mi señor —rasgando la lúgubre serenidad del sitio el dios de la muerte inclinaba ligeramente quedando a unos cuantos centímetros enfrente del ángel—, le han traído un mensaje del Olimpo.
Sin dejar de mirar al entrometido ángel permitía descansar su barbilla en el dorso de su mano, inclinando despaciosamente su amado cuerpo inmortal levemente hacia el frente, observando cada movimiento de la entrometida visita.
—¿Estas al servicio de Artemisa, no es así? —Interrogando con el sarcasmo disfrazado astutamente entre sus palabras, el dios del Inframundo recostaba disimuladamente su cuerpo en su trono—. Supongo que ella es quien te ha enviado, sin embargo, no creo que puedas realmente decirme algo que me interese.
—Dios Hades —la voz ahogada de Ícaro preservando la cabeza agachada, luego de una fracción de un segundo, alzando la cabeza favoreciendo que el rostro semi cubierto con esa rara máscara—, le imploro que consienta entregar el comunicado de mi señora.
—¿Y qué es eso tan importante que tienes que decirme? —una esquina de los labios de Hades se levantaba, mirando esa graciosa expresión de súplica en la cara del ángel—, o acaso, ¿solo vienes a hacer que pierda mi tiempo con estupideces?
—No es mi intención, dios Hades —Levantando la mirada apresuradamente, él mensajero respondía con la voz contenida—. La diosa Artemisa le pide que libere al dios Atheno, así como tomará por completo la responsabilidad en su lugar.
Sus ojos no paraban de observarlo a través del delicado dosel, así como las osadas palabras que provenían de su boca, y de las absurdas ideas que la diosa de la luna, creyendo que aceptaría de sin ninguna objeción.
Cada rasgo de su cincelado rostro permanecía inmóvil a excepción de sus delgadas cejas que se iban juntando en el entrecejo. En cambio, en su interior, la peculiar opresión en su pecho se manifestaba incomodándolo.
El bello y elegante rostro de la diosa mencionando tan duras palabras, le incitaban a dejar sus ojos tan abiertos como platos. Una diosa omega que le había demostrado fuerza y un ímpetu que exclusivamente podía admirar en los descendientes de Zeus, sin embargo, no podía comprarse con la vitalidad en la mirada de Atheno.
Ese engreído dios alfa, en el que en todo momento veía un brillo tan lleno de vitalidad, mirarlo como si intentara devorarlo con la intensidad de su mirada. Y por un misero segundo, la imagen de esa belleza siendo mirada con la misma pasión con la que él lo miraba, y que siendo ella quien era acariciada y besada de la misma manera en que él lo tocaba, le provocaba un fuego que crecía en su interior, para alimentar la repentina rabia que crecía en su ser.
Sus latidos comenzaban a acelerarse que junto con la creciente opresión en el pecho sentía como la incomodidad acrecentándose rápidamente.
Aspirando aire hasta llegar a lo más hondo de sus pulmones, donde sus dientes se mostraban ligeramente entre la mueca. Enfocaba su mirada en el emisario, con un movimiento elegante y ágil, lograba levantarse de su estrado.
En medio del profundo silencio, un retumbante sonido de pasos se estrellaba en las tétricas paredes de la cámara.
—. Vienes audazmente a pedir que libere a un prisionero que se entregó voluntariamente, ¡¿así es como ella quiere "cobrarse el favor" de liberarme de ese inmundo sitio?!
—No fue mi intención ofenderlo...
—¡Claro que nunca fue tu intención hacerlo! —Con una voz clara y sonora, en un tono aparentemente tranquilo, el dios del Inframundo interrumpía abruptamente al ángel; entretanto el ángel encogía aún más su figura con un tenue escalofrío hacía temblar su cuerpo armado, para luego los ojos turquesa del dios, iban tornándose con un macabro brillo rojizo, descendiendo sin dejar pasar cada movimiento de los dos seres en el espacioso lugar—. Seré indulgente con una escoria como tú y permitiré que te largues de mi reino.
—La diosa Artemisa, me pidió esperar y escoltar al dios Atheno a salvo...
Atravesando el delicado dosel, la figura de Hades se erguía mirando con una mueca distorsionando su bello rostro, como si mirara un pedazo de mierda mal oliente pegado a él.
—Si realmente quieres esperar es tu problema —Un humeante cosmos negruzco comenzaba a emanar del cuerpo de Hades, moviéndose como humareda impregnada hasta el centro de oscuridad pura; que alimentado por la ira que crecía peligrosamente en sus entrañas—. ¡No obstante, Atheno no saldrá del Inframundo, hasta que pague! ¡Thanatos, desaparécelo de mi vista!
—Como ordene mi señor...
Con lentitud el consejero girándose con dirección al ángel, incorporándose con cierto entumecimiento para volverse con desgana hacia la puerta, avanzando con largos pasos hacia la pesada entrada. Hades persiguiéndolos con la mirada, inhalaba y exhalaba aire con un ruidoso bufido, con las manos pálidas se encontraban trémulas ante la contenida furia, ahogando a su vez la necesidad de enredar esos delgados dedos alrededor del cuello del beta.
No podía permitir que él se saliera con la suya.
"¡Maldita sea!"
Maldiciendo una y otra vez sentía como la sangre corría por sus venas apresurada sintiendo el incesantes palpitar en interior.
La jerarquía de los géneros siempre había sido simple.
Alfas, aquel género que gobernaba la cima, las peleas alfa contra alfa sin problema alguno para alcanzar dicho poder eran bastante frecuentes. Superiores en inteligencia, fuerza, habilidad, personalidad y estatus en cada maldito sentido y campo.
Omegas, considerados frágiles, estúpidos, obedientes, delicadas criaturas que entrando en celo provocaban una violenta sed de lujuria en cualquier alfa cerca cegando por completo el sano juicio de estos salvajes seres; un celo cuya utilidad era superar con creces superar las expectativas adictivas como juguetes sexuales de los alfas degenerados, menospreciados al punto que les consideraba un deshecho de la creación misma, y un montón de basura.
Betas, seres que simplemente habían quedado atascados en medios de los géneros, considerados ciegamente como los mediadores de los géneros, incapaces de entrar en celo ni ser afectado por el celo de los omegas, tampoco podían ser atraídos por las feromonas que los alfas despedían para atraer a su potencial compañero.
Ellos eran libres de las ataduras que contraía ser omega, y lo odiaba.
No sufrían con que imbécil alfa los marcaran para su servicio propio, a su vez que ellos tomaban una pareja cada vez que se les antojara.
Dioses, ninfas, espectros, y, sobre todo, mortales siempre era el caso, un alfa imponiendo su superioridad sobre los débiles.
Cronos menospreciándolo, Poseidón intentando violarlo, Deméter evadiéndolo, Hestia mostrando una compasión que nunca había pedido, Zeus humillándolo al salvarlo del ataque de su padre, así como arrebatándole al único ser que le entendía con honestidad, Hera; para demostrar más tarde que no era más que un alfa, que aumentaba su descendencia a costa de la impotencia e ira de la propia diosa, que no podía hacer nada, incapaz de cobrar las infidelidades de su compañero alfa.
Cada uno de ellos no era diferente, era la misma escoria que tanto repudiaba, y ahora en sus manos tenía a un alfa; que tratando de olvidar el apasionado encuentro donde por fin casi había cedido ciegamente.
Pero de algo estaba completamente seguro, con la cabeza de Atheno pondría las cosas claras, aunque eso significaría romper todo lazo con el Olimpo para toda la eternidad.
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Holis (*-*)
*¡¡¡¡¡Volví!!!!!
*Bueno un poco tarde pero aquí estáel capítulo; pero¿qué les pareció?
De verdad espero que sí les estágustando
cómoestáyendoesta historia, así como siempre espero que puedan comentar las teorías de lo que pasara y de lo que les pareció.
*Artemisa ya moviósus piezas, y se vendrá lo realmentefuerte ahora.
*Lamento la demora, me tardé un poco en la edición
pero estálisto.
*Sería todo por hoy, asíque nos vemos en el siguiente capitulo.
Bye, bye (‿)
