Sus pasos pausados divagaban por la espaciosa suite, al mismo tiempo que sus manos se movían frenéticamente sobre sus largos cabellos cubiertos por la esponjosa toalla. Mirando absorto la belleza de las flamas ardientes de fuego, que bailoteaban en una seductora danza; calentando poco a poco la espaciosa habitación, que rodeadas por la chimenea de piedra complicadamente ornamentada, en un tallada perfectamente hermoso.
Vestido con un ligero pijama azul claro de seda, deambulaba sin sentido por la salita de la suite. Las paredes color marfil permitían que las pequeñas lámparas en las mesitas iluminaran notablemente la habitación, mientras las cortinas se balanceaban delicadas con la cálida brisa nocturna.
"¡Mierda... tengo frío!"
Apartando la toalla de su cabeza, Satoru la arrojaba dejándola caer en silencio en el suelo pulcramente alfombrado, cuando lentamente se acercaba a la acolchada cama donde una tela negra se mantenía pulcramente doblada enfrente de él.
Cada fibra de su cuerpo se estremecía con un temblor helado, sintiendo como de un solo golpe, alguien le había abofeteado la cara nuevamente. No se había dado cuenta que entre sus cosas había metido aquella prenda, con la que forzosamente., había cubierto su desnudez en el templo de... Hades.
Trémulamente, extendiendo su mano hacia el lienzo, entre sus dedos deslizándose con suavidad, sintiendo como la delicada textura mientras se enredaba maliciosamente entre sus falanges. Inconscientemente la otra mano se acercaba solapadamente para enmarañarse dejando que su piel se deleitara con la delicadeza del paño.
Repentinamente la figura erguida de Hades lo miraba con un par de ojos inyectado con una innegable y sanguinolenta sed de sangre, repudio, y la infinita furia y anhelo de cortar su cabeza de un solo tajo, con aquella mortífera arma.
Tomándola entre ambas palmas, estrujando y amasándola sin detenerse; con sus pasos aletargados acortaba la distancia hacia la caliente chimenea. Sintiendo como la intensidad de su calor aumentaba, con sus alargadas pestañas temblando, pegando sus fosas nasales a la tela.
Y en una profunda aspiración, podía al fin, percibirlo.
Su aroma a olivo, fuertemente impregnado que intensamente, en la delgada tela, que, a su vez en ella, se mantenía al igual que el excepcional olor a tierra mojada, entremezclados en un aroma casi imperceptible.
Inhalando con tranquilidad esa fragancia que lo hipnotizaba, podía percibir como rincón de su agotado cuerpo, reaccionando, dejando a su rastro un evidente camino de piel erizada, una mente nublada y un corazón agitado; el último registro de un inolvidable sueño.
Sin que otra esencia se mezclara con la de ambos, casi podía sentir la sensación de su piel, debajo de sus dedos, como si sus ojos vidriosos lo miraran fijamente sin odio.
Entreabriendo sus ojos, la luz de las deslumbrantes lenguas de fuego reflejándose en los turbios ojos azules, de Satoru. Las ruinas de la mansión Kido, su sed de sangre, así como sus simples palabras donde negaba ser su destinado...
"No puedo seguir así..."
Apartando el rostro de la prenda lentamente, soltando una de sus manos descendía pesadamente acercando cada vez a las llamas. Le pesada tela caía en medio del fuego, soltando refulgentes chispas carmesí, a la vez que soltaban un sonido chispeante, mirando como devoraba el paño, avivando con furia las llamas.
Con la inseparable sensación de la soledad y amargura revoloteando en cada rincón de su pecho agudizando el dolor de su intolerable vacío. Así como sus ojos mirando a la nada en medio las infernales llamas vivas.
Alzando su mano, sostenía con cuidado una copa de vino tinto, que acercaba a sus pálidos labios, al mismo tiempo que agachaba su cuerpo sentándose. Acercando el cristal de la copa, Satoru sorbía, sintiendo el caliente y amargo liquido resbalar libremente por su garganta, calentando efímeramente su cuerpo.
Repentinamente un sonido chirriante acompañándolo, veía como el cristal se agrietaba se agrietaba.
Satoru fruncía el ceño, sin saber, porque la imagen de Hades aparecía nuevamente en su cabeza.
Únicamente podía distinguir como su cuerpo, sin fuerza alguna, parecía ir cayendo eternamente en una interminable oscuridad que era lo que llenaba ese problemático vacío.
Después de un agotador celo, el ataque traicionero de Hypnos lo había dejado divagando, sin rumbo fijo en aquel mundo donde se consideraba la prisión más impenetrable, jamás construida.
"Abriendo los ojos con una notoria lentitud, podía mirar con claridad la penumbra de la espaciosa cámara. El rostro de Atheno mirando hacia un lado, al mismo momento en que, con lentitud, descendía la blanquizca mano, en la cual en su palma podía sentir como una sensación palpitante le escocía desagradablemente.
"Su corazón se encontraba acelerado, al igual que las inhalaciones y exhalaciones superficiales que subían y bajaban su pecho.
"'¡Esas idioteces del amor y las parejas destinadas, no son más que excusas baratas para que los alfas engañen a los omegas!'"
"'¡Y de ser real, ¿por qué querría ser el destinado del ser que más desprecio en el universo?!'"
"Con los labios ligeramente abiertos, el pecho de Atheno parecía subir y bajar rápidamente, de pies a cabeza, un ligero temblor lo sacudía evidentemente.
"De repente una ligera neblina comenzaba a enturbiar sus ojos, y con un engañoso movimiento, una lágrima se deslizaba cuesta abajo, siguiendo el suntuoso camino de la pálida piel del dios.
"En su pecho, sentía como esa sensación de opresión comenzaba a emerger en un ritmo rápido y despiadado, podía sentir como su alma se agitaba, a la vez que el dolor naciendo y expandiéndose en cada rincón de su pecho.
"Pasos sonoros se escuchaban, y en un movimiento completamente falto de gracia y brusco, Atheno giraba su cuerpo hasta que solo podía mirar la ancha espalda cubierta por los largos cabellos violáceos balancearse desordenadamente.
"Cada fibra de su cuerpo se mantenía rígido en su lugar, sintiendo como el malestar de su pecho aumentaba sintiendo como este, ardiendo con fuerza comenzaba a doler desmesuradamente. Que parecía un montón de animalejos royendo cada milímetro de su alma, mordisqueando y tragando tortuosamente lento.
"Sin previo aviso, un intenso temblor en cada parte de sus delgadas piernas, iban apoderándose con un vehemente esfuerzo. Intentando dar un paso hacia al frente,podía sentir como su débil resistencia, que se desvanecía en un solo suspiro. Casi de inmediato, un golpe sordo, el cuerpo de Hades se derrumbaba como una casa de naipes, golpeada por una ligera brisa.
"Las delgadas manos se sostenían en el frío del piso, al mismo tiempo que poco a poco la fina capa de agua se deslizaba con velocidad inminente.
"Una cruel y despiadada frialdad se ensañaba en su pecho, sentía como lentamente iba quemándose, cada orilla de la evidente herida que sádicamente le dejaba una memorable huella, dejándole a su vez, sentir el claro vacío que, dejaba una clara marca ardiendo continuamente, que se mantenía con una fuerza de voluntad impresionante a su adolorido corazón, asegurando un desgarramiento completamente intolerable, llenando únicamente de una amargura, como un misero remplazo de su ser.
"... ¿Por qué... duele?"
"La penumbra de la cámara iba dispersándose, rasgándose sin control para ser arrastradas con furia, moviéndose a su alrededor como un remolino de oscuridad, para cambiar salvajemente a un espacio completamente inhóspito.
"Las gélidas ventiscas soplaban con fuerza, a la vez que una figura vestida de negro se acercaba con lentitud. Sus miembros rígidos apenas podían moverse a la par de las ráfagas de viento, sus largos cabellos violáceos que, aunque volando al compás del viento, enmarcaban un rostro completamente sombrío. Un par de ojos adornaban con unas sombras debajo de ellos, resaltando la sangre de los mismo.
"No obstante, la opresión en su pecho no desaparecía, sintiendo como esa misma presión aumentaba a cada segundo; haciendo que su respiración iba convirtiéndose en notables jadeos, observando como algo faltaba en ellos.
"El hermoso brillo, había sido suplantado por una bruma desgarradora. El ímpetu seguía intacto, al igual que la fiereza intensamente grabada en sus oscuras pupilas; sin embargo, aquel vigorizante y electrizante brillo en sus ojos, el mismo que siempre hacía su aparición cada vez que esos mismos ojos miraban su rostro, el miso que se intensificaba en las ocasiones que su rostro se acercaba, para esconderse debajo de sus parpados ante de besarlo, el mismo que se brillaban tan intensos como las estrellas refulgiendo con fuerza en cada una de las estrellas dispersas en la oscuridad de la noche, aquél que más de una vez le había hecho perderse en ellos, el mismo que ahora en ese momento, ya no estaba.
"Dolor, ira, y otra extraña emoción que no conseguía descifrar habían usurpado ese lugar, feamente adornado con unos bordes hinchado y enrojecidos.
"Por esta vez te daré la razón, Hades, el destino nos unirá únicamente como enemigos; y así será."
"Cada palabra se clavaba despiadadamente en su corazón, agudizando el dolor haciendo... insoportable...
"Un puro y etéreo brillo comenzaba a hacerse presente, en lenguas danzantes de cosmos que rápidamente lo rodeaban; mientras tanto Atheno cerraba lastimosamente sus ojos, con una traicionera lágrima escapando de las comisuras de sus ojos.
"Y sin darse cuenta, sólo podía mirar como el dios de la guerra desaparecía junto con la calidez de su cuerpo, de su cosmos y de su amor, dejándolo inmerso en la soledad y el hielo, que no era más que un reflejo de su corazón."
Abruptamente sus ojos se abrían con fuerza, la escasa luz de sus aposentos nublaba con fuerza a sus irritados ojos. Intentando mover sus brazos marcadamente entumecidos sobre su vientre; la inflexibilidad de sus extremidades dificultaba severamente sus movimientos, intentando acercar sus pálidas manos.
Con un ligero temblor de sus manos, el dios acortaba el espacio entre sus delgados dedos y su rostro. Con un ligero roce, las yemas de sus dedos tocaban con suavidad su rostro, en la piel, fría y tersa, los delgados torrentes de cálidas lágrimas rodando por sus ojos, cayendo sin detenerse. Moviéndose sus párpados rápidamente, dejando caer aún más del lastimoso líquido.
Los jadeos sonoros que salían de sus labios, al mismo tiempo, sus ojos miraban con cautela, rondando por cada centímetro de la habitación.
El silencio manteniéndose anclado a cada parte de la estancia, irrumpido únicamente por el rugido de las ventiscas gélidas del desierto helado.
"¡Maldición!"
Los oscuros pasillos del solitario templo, únicamente lograba profundizar los sonoros y resonantes pasos en medio de la lamentable soledad, que poco a poco comenzaba a pesar con una fuerza abrumadora.
Sus largos caballos negros se movían delicadamente a cada paso, que al igual que las túnicas lúgubres, cubrían el dolor que aún se anidaba en su pecho.
La fachada del Emperador del Inframundo seguía de pie, al mismo tiempo que con el pasar de los últimos diez años desde su escape de Morphia, nada había logrado cambiar en lo absoluto, a pesar de la notable ausencia de sus ex consejeros, que habían huido como ratas tras el artero ataque de Hypnos, durante el vulnerable estado que lo había estado sometiendo su celo.
Cada palabra dentro del bochornoso episodio aún permanecía borroso, confuso, inclusive caótico.
"... confiaste tu alma y vida a un delta como yo."
Con los brazos colocados a los costados de su cuerpo, Hades únicamente podía fruncir el ceño, recordando una y otra vez las extrañas palabras que ese traidor había mencionado, y logrado grabar en un leve momento de lucidez.
"¡¿Qué mierda...?!"
Repentinamente una jodidamente molesta y familiar presencia se manifestaba no muy lejos de su posición, volviendo sus pasos con rapidez, agitando sus largos y alborotados cabellos para mirar con furia al dios que osaba entrar en su territorio.
—Ha pasado tiempo, Hades —la voz profunda del dios enfrente de él, rompía el silencio sepulcral que inundaba el lugar—. ¿Cuántos siglos han pasado?
Comenzando a arrugar el ceño, y los delicados labios que comenzaban a deformarse, borrándose cada señal de serenidad en su rostro. Hades tensando cada rincón de su cuerpo, al mismo tiempo que poco a poco sus manos se cerraban en un puño, aumentando con notable fuerza, sintiendo como sus nudillos se tensaban y crujían.
—¡¿Qué haces aquí maldito, Poseidón?! —Vociferando con un tono evidentemente hostil, hacia el dios de cabellos azulados alborotados, mirando la extraña mirada de sus ojos azules enmarcados por una piel hermosamente blanca.
—¿Esa es la manera de recibir a tu hermano? —Dando uno lentos pasos, el dios reducía la distancia entre ambos, Hades, únicamente se podía limitar a mirar al dios delante de él.
—No estoy para tolerar tus tonterías —contestando abruptamente, Hades levantaba abruptamente su cabeza, aspirando con calma el aire a sus pulmones, que simplemente hacían más notorio el vacío en su pecho—, di a que has venido, o lárgate.
Las seductoras esquinas de los labios de su hermano se elevaban, al mismo tiempo que lentamente cruzaba sus brazos sobre su pecho.
—¿Sigues guardándome rencor, Hades? Deberías olvidarlo, han pasado siglos desde ese incidente.
—Si no tienes más que decir, lárgate...
—Está bien... —respondía soltando sus brazos, levantaba las manos mostrando sus palmas con cautela, notando que el dios no dejaba de mirarlo en ningún momento—, tú ganas. Quería verte, imaginaba que ya estabas poniendo en marcha tus planes para la Guerra Santa; aunque, es extraño no ver a tus consejeros cerca... o ¿acaso decidiste desistir de la idea de arrebatarle la Tierra a Atheno?
—Únicamente viniste a decir idioteces... —con un movimiento grácil su cuerpo giraba con facilidad, dándole completamente la espalda al dios del mar, comenzando a mover sus pies avanzando por el tenebroso túnel; escuchando a su vez los pasos de su hermano de cerca—, mis planes siguen en pie, además, faltan casi dos siglos para que mi ejército se libere. Cuando eso suceda estaré listo.
Los pasos detrás de su persona, dejaron de escucharse por completo, sin esperarlo, un escalofrío traspasaba su cuerpo crudamente, dejando una evidente molestia en él.
—¿Estas bromeando, Hades? —la voz de su hermano lo desconcertaba, empero, su avance no se detenía, solamente disminuyendo su velocidad poco a poco, sin dejar de prestar sus oídos a las palabras de Poseidón—, han pasado ciento cuarenta tres años desde que terminó la Guerra Santa, sobre todo, del escándalo de tu rapto, ¿qué has estado haciendo todo este tiempo?
Volviéndose violentamente podía mirar nuevamente el rostro de su hermano. Hades tenía los ojos casi salidos de sus cuencas, mirando como la blanquizca cara del dios, parecía intensificar su palidez.
—¡¿Qué has dicho?! —Casi en un grito ahogado, las palabras se escurrían como venenosas espinas, al mismo tiempo que la rabia iba subiendo a los ojos que lentamente iban perdiéndose en un color escarlata.
Arrugando el entrecejo, mirando fijamente el rostro de su hermano, como lentamente clavando su mirada a la nada, Poseidón solapadamente ascendía una comisura de sus delgados labios.
—No tengo idea que es lo haya sucedido en este tiempo —cruzando sus brazos nuevamente sobre su pecho, manteniendo con dificultad un rostro sereno ante su hermano, repentinamente cambiándola por una completamente sombría—; en cambio han sucedido muchas cosas.
—… Explícate.
—Después de tu... reaparición, comenzaron a oírse rumores de que Atheno había cometido una falta grave... —girando ligeramente sus ojos hacia el dios del Inframundo, que clavando su mirada hacia la nada, seguía observando cada reacción de su hermano—, se sabe que él fue exiliado a la Tierra, nadie, a excepción de Zeus, ha tenido contacto con él.
Hades se mantenía absorto a cada palabra que decía, Poseidón fruncía los labios con fuerza en un intento por no sonreír. Inhalando suavemente, intentaba relajar los músculos de su rostro.
—… ¿Qué sucedió? —La voz de Hades parecía mantenerse contenida, como si una expresión congelada parecía quebrarse, lentamente—. ¿Sabes el motivo que causó su exilio?
—No... intenté convencer a Zeus de decirme, pero se negó rotundamente —entrecerrando sus ojos el dios dejaba caer pesadamente sus brazos, para luego mover una de las extremidades, elevándola hacia sus largos cabellos—; sólo sé que estuvo unas décadas en la Tierra, y al parecer tras su regreso al Olimpo, nadie le ha visto fuera de su templo. ¿Por qué tanto interés? Durante tu desaparición, ¿sucedió algo que no sepamos?
—Él no es más que mi enemigo —el dios del Inframundo viraba sobre sus pies, mostrándole su espalda nuevamente.
—De acuerdo, me alegro de que sea así —suspirando el dios abría sus ojos para mirar fijamente a su hermano—. De otra forma no sería capaz de mostrarle mis intenciones, directamente.
—…
—Sabes, a pesar de pelear por lo mismo, siempre he tenido cierto... interés por él —las comisuras de sus labios se levantaban en una juguetona sonrisa, desviando el campo de visión del rostro de Hades, para acto seguido, iba deslizando su mirada hacia el piso—, puedes llamarlo curiosidad si quieres, pero he deseado en tenerlo... aunque sea una noche.
—…
—No me importaría si él está arriba... después de todo, ambos somos alfas, eso no resultaría ningún pro...
Poseidón levantaba la mirada para mirar como su hermano mayor comenzaba a agrandar el espacio entre ambos.
—Oye, ¿adónde vas...? ¡Hades!
—No te inmiscuyas en mis asuntos —contestando sin dejar de avanzar su camino, Hades comenzaba a desvanecerse sin señales de detenerse—, espero que cuando regrese ya te hayas largado...
La figura de Hades junto con su presencia se había desvanecido por completo, dejando el aterrador pasadizo lleno del vacío y el ruido de las ventiscas del Cocitos.
Una risilla escapaba de los labios del dios, llevando su mano a su delgada barbilla para que son su dedo índice la rozara repetidamente.
—Fue más fácil de lo que imaginé... —suspiraba casi silenciosamente, al mismo tiempo que recostaba su espalda en la friolenta piedra.
"Entre las espesas hierbas y árboles del bosque que rodeaba la casi invisible barrera que con un inconfundible tono dorado creaba un domo casi invisible e impenetrable.
"Mirando con detenimiento la perfecta curvatura de la barrera, con un movimiento de su cabeza, dejando que sus gruesos mechones de cabello azulinos mecerse con suavidad, sin dejar de observar embelesado, la prisión que se situaba justamente sobre Hades, que, sin pudor, se encontraba debajo del cuerpo desnudo de Atheno.
"Cada gemido lujurioso saliendo de los labios de su hermano, mientras tanto el otro dios restregaba su piel ardiente, al mismo tiempo que Hades se retorcía a compas de las manos de Atheno.
"Una presencia que había pasado desapercibida, se encontraba no muy lejos de su posición, cautelosa, reservada inclusive avergonzada por la erótica escena que ambas deidades creaban sin vergüenza alguna, con la única diferencia que no había dejado que lo percibiera, como él, había descubierto a la joven diosa."
—Me pregunto... —rompiendo el silencio del oscuro camino, a la vez que enderezaba su espalda y comenzaba a caminar hacia el lado contrario de donde Hades había desaparecido lentamente—, ¿qué haría Atheno si se enterara de esto?
Otra risilla salía de sus labios, recuperando la compostura, y poco a poco, recuperando su andar, por el mismo lado donde había llegado.
"¡No me odies hermano, pero la pelea por la Tierra, sólo nos incumbe a Atheno y a mí."
。oo。..。oo。..。oo。..oo。..。oo
Holis (*-*)
*¿Qué les pareció?
*Bueno, sigo más que emocionada al ver que
la historia ya va a concluir, ㄟ()ㄏ
*Por otro lado, he estado leyendomanwhuas
de relaciones tóxicas,
para empezar con la trama del siguiente fic,
aunque me hagan morirme de rabia... ヽ()ノ
*Lamento demorar, pero pasó algunas cosas que me absorben
un poco y dejar casi abandonado esta historia, pero aún así
me organizaré para no dejarlas
*¡¡¡Penúltimo capítulo!!!! que emoción...
*Ok, les tendré un aviso, para el capitulo final
les tengo una sorpresa, y de verdad espero les guste.
*Es todo por hoy,
*Nos vemos en el próximocapitulo.
Bye, bye (*)
