Muchas gracias por leer, no soy dueña de Harry Potter.
Comienzo (II)
Su corazón comenzó a latir con fuerza en cuanto vio a Severus Snape sentado en una de las esquinas de la biblioteca, solo, la mesa de seis asientos estaba ocupada por él y dos chicas más que se habían sentado en la otra esquina una frente a la otra.
Rápidamente visualizó a su alrededor buscando algún otro sitio libre en el que sentarse,lo más lejos posibles del Slytherin si podía ser y suspiró en el instante en el que vio a un grupo de tres personas levantarse de una de las mesas próximas, tendría que conformarse, era mejor que sentarse a su lado. Se dirigió hacia ella y una vez que se sentó hizo lo posible por no intentar mirarlo, aunque en las clases que compartían era incapaz de hacerlo cada vez que tenía un rato libre.
Se escondió la cabeza en el libro de transformaciones, ¿Cuándo diablos había comenzado a estar enamorado del chico? Tal vez hubiese sido en el momento en el que se dio cuenta de que tenía unos hermosos ojos negros si miraba más allá de su nariz aguileña o en el hecho de lo bien que le quedaba el corte de su cabello a pesar de tener las raíces grasientas o tal vez fuera por lo astuto que era y el carácter que podía demostrar tener.
Se mordió el labio al recordar que la semana pasada James Potter había despertado con la piel llena de verrugas, Sirius Black había despertado con una cola y orejas de perro y a la mitad del día Peter Pettigrew había estado escupiendo babosas por la boca.
—No debisteis dejarlo indefenso contra los duendecillos de Cornualles en clase de defensa contra las artes oscuras.—les había recriminado a los chicos en la enfermería.
Tanto James Potter como Sirius Black se habían mirado y al instante se habían reído al rememorar aquel momento mientras Peter Pettigrew había vuelto a devolver una cantidad considerable de babosas en la palangana que le había dado Madame Pomfrey.
—Como si no hubiera sido divertido verlo siendo arrastrado por ellos por las orejas y verlo colgado de la lámpara del techo por los calzoncillos.— dijo Sirius apoyándose contra la pared.
James se revolvió el cabello, desorganizandolo aún más.
—Se lo tenía merecido, Remus.
Remus rodó los ojos.
—No nos mires así, esa cosa sabe más maleficios oscuros que los de último año, apuesto a que no tardará en conseguir la asquerosa marca oscura y cumplir las órdenes de quién-vosotros-sabéis.—dijo Sirius Black mirándolo con gran preocupación, a diferencia de los otros dos merodeadores estaba seguro de que Sirius era el único consciente del pequeño enamoramiento que tenía por el Slytherin a juzgar por las patadas que le daba bajo la mesa cuando lo pillaba observándolo.
—Dudo de que hasta quien-tú-sabes lo quiera en sus filas.— había comentado James riéndose.— Ni tan siquiera sus padres lo quieren en casa, ¿Por que si no pasaría todas sus vacaciones en Hogwarts?
...
El ruido de un vaso rompiéndose lo despertó de forma abrupta de su sueño, la sensación que experimentó fue como estar sumergido completamente en el agua y sacar de golpe la cabeza.
En seguida sintió náuseas y unas fuertes ganas de vomitar se apoderaron de él a causa de la proximidad de la luna llena. No tenía intención de levantarse hasta que escuchó los gritos de Teddy.
—Pero, estoy bem, ya estoy curado.
—La licantropia es una enfermedad que de momento no tiene cura.— escuchó a Snape contestarle con tono enfadado.
—¿Entonces por qué tengo que me beber eso?
—Porque alivia los síntomas.
Salió apresuradamente de la habitación para encontrarse al niño flotando en el aire a pocos centímetros de su habitación, el vaso roto había sido reparado y Snape se encontraba limpiando los restos de la poción con un paño.
—Papá, di que le estoy bem.
Remus suspiró cansado, no era la primera vez que mantenían aquella conversación con el pequeño.
— Teddy, la licantropía es una enfermedad que no tiene cura. Puede que ahora no tengas los mismos síntomas nauseabundos que papá porque aún eres muy pequeño, pero debes de tomarte la poción por muy repugnante que sea su sabor, es mucho peor no hacerlo, podrías hacerle daño a alguien o incluso podrías hacértelo a ti mismo. — comentó Remus señalándose las cicatrices de su rostro.
Teddy trató de hacer una pataleta, pero en el aire fue incapaz de lograrlo. Remus suspiró cansado, sacó su varita de la túnica y bajó con cuidado a Teddy que nada más poner los pies en el suelo corrió a esconderse en su habitación.
—¿Cómo te encuentras?—le preguntó Snape mientras trataba de quitar la mancha de Wolfsbane de la moqueta, lo que parecía resultar en una acción imposible.
— Igual que antes de acostarme, me alegra que hayas terminado la poción porque necesito urgentemente esa dosis.
Snape abandonó el paño sobre la mesa, cogió el vaso que había reparado y se dirigió hacia su sala de trabajo. Lupin lo siguió mientras se hacia círculos en el estómago con el fin de calmar un poco las nauseas.
— ¿Qué es lo que quiere está vez por tomarse la poción? — preguntó Lupin mientras veía a Severus rellenar medio vaso con el contenido de un caldero que humeaba un humo de color azul. — ¿Más ranas de chocolate? ¿Probar algún otro dulce de Honeydukes? ¿Dar un paseo por Hogsmeade?
— Ver Hogwarts. — murmuró Snape mientras apoyaba el vaso sobre su escritorio y tomaba de uno de sus estantes una copa.
— ¿Eso es todo? —Lupin no pudo evitar sonreír.
—No voy a llevarlo a Hogwarts, por lo menos este año no.— la voz de Snape sonó fría haciendo que la sonrisa desapareciera del rostro de Lupin.
—¿Otra vez está sucediendo algo?
—En Hogwarts siempre están sucediendo cosas.
—¿Es por el Señor Tenebroso otra vez?— Snape no contestó mientras se centraba en llenar la copa con el contenido azulado del caldero que previamente había utilizado para rellenar el vaso.—Severus, ¿Tengo que volver a hablar con Dumbledore?
Snape le lanzó una mirada asesina.
—Este año dudo que tenga mucho tiempo para tus tonterías. — dijo entregándole la copa con enojo.
—¿Crees que es una tontería que me preocupe por ti?
—Más bien creo que es una pérdida de tiempo. — siseó Snape. — ¿Qué diablos harás cuando tenga que volver a ser un espía para Dumbledore? Eres un completo idiota.
Lupin tomó rápidamente un gran sorbo de la poción con el fin de que el sabor asqueroso hiciera disminuir el dolor que empezaba a golpear su corazón.
—Lo soy.—dijo tras tragar.— Es muy estúpido querer protegernos de la guerra en está casa bajo el encantamiento Fidelio.
Aquella confesión logró disipar parte del enfado de Snape, pero no pudo evitar que una sonrisa triste se formará en sus labios.
—Claro, como a James Potter y Lily Evans les fue tan bien...
—Eso fue porque tenían al jodido traidor de Sirius Black.—todavía le costaba creer que con todo lo que Sirius había intentado demostrar que era diferente a su familia acabará por convertirse en uno de ellos.— Tú serías mi guardián y yo sería el tuyo y el de Teddy.
Snape soltó una risa triste.
—Lupin, ellos podían permitírselo, nosotros no, nuestros padres no eran precisamente ricos y de lo que tenemos ahorrado tendría que salir una parte fijo bastante importante de dinero para seguir preparando el Wolfsbane.
Lupin terminó la poción con otro gran trago, puso cara de asco.
—Déjame ser feliz por lo menos en mis sueños.—Snape se acercó a él y le dio un beso en la mejilla, Remus agarró sus caderas, tiró de él en un abrazo y estaba a punto de darle un beso en los labios cuando Snape lo detuvo.
—Primero lávate la boca, no quiero probar esa horrible poción.
—Oh, muy tarde, mi amor.— dijo plantándole un beso en los labios y profundizándolo con la lengua, hubo un pequeño gruñido por parte de Snape, pero se alegró cuando comenzó a devolverle el beso él también.
...
Aquella misma noche le estaba siendo imposible conciliar el sueño, al final Teddy por fin había cedido a tomar con gran disgusto la poción tras fastidiar el segundo vaso al deslizar en ella una rana de chocolate volviendo el fluido azul y el humo del mismo color que salían de él, blanco.
Snape lo había observado en silencio beber aquella extraña combinación bajo la confusa mirada de Lupin, era incapaz de que no hubiese notado lo que había hecho y por el conocimiento que tenía el azúcar anulaba completamente los efectos de la poción.
Teddy al terminar hizo una mueca de asco, al parecer el azúcar de la rana no había podido quitarle todo el reguste amargo.
Lupin tuvo que evitar reírse mientras Snape se cruzaba de brazos y reprendía al pequeño por su acción.
—Estupendo, ahora harás lo mismo con la original.
—Pero ya está.—dijo Teddy entregándole el vaso vacío.
—Esa no es válida, el azúcar anula los efectos.
—No era azúcar, era chocolate.
Snape frunció el ceño.
—Va a ir con el biberón, estoy perdiendo la paciencia y ahora solo me quedan las dosis justas para está luna.
Teddy lo había mirado en busca de apoyo, pero sus esperanzas habían caído al suelo cuando Remus había terminado por afirmar que se lo daría él mismo si no se lo tomaba por voluntad.
Cambió de postura y continuó tratando de conciliar el sueño. Finalmente se tumbó de lado mirando la espalda de Snape, se acercó hacia él y terminó por abrazarlo.
—Lupin, no seas pesado.— murmuró Severus en un tono adormilado, pero no hizo ningún intento por volver a liberarse.
Lupin apoyó la cabeza en el hueco del cuello de Snape e intentó dejarse llevar por los recuerdos, pero un codazo de Snape en sus costillas lo hizo alejarse un poco hacia atrás.
—Qué poco cariñoso eres aveces.
—Me das calor.
—Estamos en octubre.
—No pongas dos mantas gruesas en la cama si buscas calor corporal.
Lupin trató de levantarse, pero Snape se giró para enfrentarlo.
—Ahora déjalo estar.— colocó la mano derecha sobre la cara de Lupin y comenzó a frotar con el pulgar sus cicatrices.
Se miraron por un largo rato a los ojos, hasta que Snape suspiró y confesó:
—La cámara de los secretos ha sido abierta, eso es lo que ha ocurrido.— dijo en un tono adormilado. — Así que solo los enemigos del heredero están en peligro: traidores a la sangre, squibs, sangres sucia...
—Hijos de muggles.— corrigió Lupin arrugando la nariz con disgusto.
—Hijos de muggles.—repitió Snape.—Por eso no quiero que este año vaya a Hogwarts.
Por un breve momento Lupin no pudo evitar pensar en las últimas consecuencias que había traído la primera apertura de la cámara cincuenta años atrás: la petrificación de varios alumnos hasta la muerte de uno de ellos siendo Rubeus Hagrid (el actual guardián de las llaves y de los terrenos de Hogwarts) culpado de aquellos ataques.
—¡Merlín, pobre Hagrid!— exclamó sabiendo que muy probablemente volverían a culparlo.
Snape no pudo evitar una sonrisa.
—¿Y ahora que pasa?— preguntó visiblemente molesto por su reacción.
—Siempre tienes que preocuparte por alguien.
—Por lo menos este año no tendré que preocuparme porque el nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras traiga escondido al señor Tenebroso.
Snape hizo una mueca al pensar en el profesor.
—Gilderoy Lockhart es un imbécil, tendría que estar muy desesperado, solo consiguió ese puesto porque fue el único que se presentó a parte de mí, pero como siempre quede fuera de la decisión.
Lupin se mordió ligeramente el labio.
—De hecho, no fuiste el único al que rechazaron.—tanteo un instante la reacción de Snape y suspiró al ver que una de las comisuras de sus labios se movía formando el intentó fallido de una sonrisa.
—Después soy yo el que oculta cosas.
Lupin cerró los ojos y se concentró en el persistente toque de Snape sobre su cara que cada vez se iba haciendo más débil.
—Ya sabía lo que había, soy un hombre lobo y al no ser elegido expresamente por Dumbledore, el ministerio finge que no existo.
—Es una pena, fuiste un gran profesor en la asignatura sobre muggles.—el tono en su voz se estaba apagando
—Les da exactamente igual, para ellos siempre seré una bestia.—abrió los ojos,y miró con cariño a Snape que ya tenía los ojos cerrados, en breve se quedaría dormido y dejaría de sentir el leve roce de su pulgar.
De nuevo los recuerdos volvieron a arrastrarlo.
—Deberías aceptar sus disculpas.— le estaba diciendo a Lily.
—Ya he tenido mucha paciencia con él.— respondió ella.
—Fue la presión del momento, seguro que no quería llamarte "sangre sucia". Eres su amiga.—una punzada de culpabilidad lo atravesó, debería haber utilizado su puesto como prefecto para detener aquello e impedir que las cosas llegaran tan lejos, pero no podía hacerlo, su amistad con James y Sirius había sido más importante que aquella estúpida y ridícula atracción que sentía por Snape, dudaba que el nunca hiciera lo que ellos hicieron por él: aceptar su lobo y ser animagos para acompañarlo.
—Lo "era" —recalcó ella. — Y deja de disculparlo, no lo conoces, se merece todo lo que le hacen James Potter y Sirius Black.
—No creo que lo haga.— susurró.
—No lo conoces, Lupin.
El estómago se le revolvió ante el recuerdo, poco después había seguido el incidente en la casa de los gritos donde Snape había contemplado su transformación en hombre lobo al final del pasadizo y desde aquel momento el chico cambió con él, después de todo sus temores habían sido ciertos.
Dumbledore le había amenazado con la expulsión si llegaba a difundir su secreto por Hogwarts, pero eso no le había impedido los malos comentarios por parte del chico acerca de su condición, los maleficios que tras alguna broma de Peter, James y Sirius hacia Severus terminaba por recaer en él, que en cierto modo en aquel momento había sentido que se lo merecía por no hacer nada.
«No lo conoces, Lupin.»—la voz de Lily se había repetido en su cabeza el día en que encontró a Snape llorando sobre su tumba.
Es cierto que como siempre había sido desagradable con él hasta que Remus decidió pisar esa línea que lo había hecho vulnerable por una vez en su vida.
Sinceramente habría esperado una maldición, concretamente la maldición asesina, pero en su lugar Snape se había girado y le había dado un puñetazo haciéndolo casi perder el equilibrio y caer al suelo sino llega a abrazarse a él.
—Suéltame, imbécil, suéltame.— Snape estaba comenzando a dar pequeños golpes en la espalda con el puño con el que acaba de golpearlo, y realmente había estado a punto de soltarlo. — No he hecho tonterías, ¡Ojala hubiera hecho solo tonterías! Lo que he hecho son cosas horribles.
Y algo se rompió en Snape, algo que lo hizo completamente vulnerable durante un instante, lo abrazó más fuerte.
«No lo conoces, Lupin.»— volvió a escuchar la voz de Lily.
"¿Y no crees que va siendo hora de intentarlo?"—escuchó la voz del lobo, la de sus instintos.
