AVISOS IMPORTANTES:* Es muy probable que la tercera y la cuarta escena tengan cosas que chirríen porque no los he revisado tanto como la segunda y la primera(aún así es muy probable de que en esas partes también chirríen cosas, nunca me salvo) trataré de corregirlos lo antes posible, pero no quería hacerles esperar más dije que lo tendría para el 3 de agosto y ya es 12, así que siento mucho por tanta tardanza.

*La escena del tren y el poema pueden tener alguna que otra frase sacada de los libros de J.K. Rowling.

Sof77: Por fin se vino uno de los esperados rencuentros, espero haber cumplido con las expectativas. Muchas gracias por tu comentario, me hizo sonreír durante varios días. Siento la tardanza.

Rebe Marauder: Muchas gracias por tus comentarios,concuerdo completamente fue por culpa de Draco. Con lo que respecta a la pregunta de ¿Greyback? Algo habrá de él en todo esto.

Moonlight9: Muchas gracias por tu comentario,me alegra mucho que te este gustando la historia y sobretodo la relación que mantienen Severus, Remus y Teddy, la dinámica que mantienen ellos tres es algo que me encanta escribir. Siento que me haya demorado tanto en la actualización.

Luana: Estoy segura de que no es culpa tuya, sino más bien mía porque no me estoy expresando bien o no lo estoy introduciendo correctamente, por el momento en los capítulos anteriores y en este he tratado de solucionarlo cambiando los tiempos verbales. Muchas gracias por haberte tomado la molestia de hacermelo saber, de verdad te lo agradezco mucho. Con lo que respecta al momento en el que Snape se enamoró de Lupin todavía no he hablado de él, pero fue algo paulatino a medida que lo ha ido conociendo a diferencia de Lupin que desde un primer momento Snape le llamó la atención.

Sobre los que conocen Severus es padre, realmente muy pocos, no es algo a lo que se le quiera dar publicidad realmente, en Hogwarts solo lo saben Albus Dumbledore, Minerva Mcgonagall y ahora Hagrid. (Y Peeves me olvidaba de Peeves)

De nuevo muchas gracias por tu comentario, me hizo muy feliz y me alegró mucho la crítica constructiva.

Guest: Por fin publique el esperado capítulo, siento mucho la espera. El próximo espero traerlo en dos semanas y media o por ahí. Muchas gracias por no haber perdido la esperanza.


N.A: No soy dueña de Harry Potter, toda su autoría a J.K. Rowling.


La selección:

Treinta minutos antes de que dieran las once atravesó la barrera de la estación de King's Cross para llegar al andén nueve y tres cuartos. Había ya varias familias y un creciente bullicio ocasionado por diversos adultos que conversaban entre sí y por grupos de alumnos que se estaban reuniendo después de un largo verano casi sin verse. En aquel ambiente de agrupación destacó un chico solitario y escuálido que se encontraba apoyado contra una de las columnas de la plataforma con una mirada lúgubre sobre su libro de pociones de tercer curso, no estaba realmente leyéndolo, solo mantenía la vista fija en las páginas.

Remus cruzó el andén a paso rápido y se subió en el último vagón del tren, quería hacer todo lo posible por llamar lo menos posible la atención, los guardias de la plataforma ya estaban alertados de su presencia así que no había necesidad de pararse a hablar con ellos.

Nada más entrar en uno de los compartimentos, cerró la puerta, corrió las cortinas de la puerta y las de la ventana dejando en estás últimas solo un pequeño espacio por el que entraba un poco de luz. Sacó velozmente de su viejo maletín desgastado, al que le había realizado un hechizo extensible, una túnica sencilla de color pardo que se había comprado el mes pasado y que se cambió a prisa por la ropa muggle que llevaba puesta.

También del viejo maletín sacó dos tabletas de chocolate, que decidió guardar en uno de los bolsillos interiores de su túnica junto a su varita, y un libro que pensaba hojear durante el viaje sobre las mejores defensas contra las distintas maldiciones.

Descorrió completamente las cortinas de la puerta y tan solo un poco más las cortinas de la ventana lo suficiente para que no tuviera que forzar demasiado la vista para leer .Cometió el error de dar una breve visual alrededor del compartimento ocasionando que un sentimiento agridulce comenzará a formarse en sus entrañas.

Era la primera vez en casi dieciséis años que volvía a estar sentado en aquel tren, todavía recordaba con cariño su última ida a Hogwarts en el Expreso, James Potter había estado hablándole con una sonrisa risueña como se había pasado todo el verano mandándose cartas por lechuza con Lily Evans. Mientras que por su parte, Peter Pettigrew había estado contándole varios chistes a Sirius Black con el fin de animarlo, pues este se encontraba en frente de Peter con cara de pocos amigos, sentado con apenas la parte superior de la espada tocando el respaldo y el culo al final del asiento.

La vuelta había sido sin duda mucho más tensa, los cuatro habían aceptado tan solo unas pocas horas antes de subirse al tren formar parte de una Orden que había formado Dumbledore con el fin de luchar y derrotar a Lord Voldemort. Todos habían sido conscientes de que no era una decisión para tomarse a la ligera y más en aquello tiempos oscuros donde todos los días aparecían magos muertos por haber tratado de desafiar al Señor Tenebroso, los muggles eran asesinados o atacados por diversión y los hombres lobos habían comenzado a participar en la guerra infectando y matando con el único propósito de demostrarle a Lord Voldemort que merecían lugar y poder en la nueva sociedad que crearía.

Su línea de pensamientos fue interrumpida repentinamente por un fuerte silbido, en breves momentos el tren comenzaría a moverse.

El bullicio en el exterior había crecido significativamente y parecía crecer a cada segundo que pasaba, Lupin dirigió su atención hacia la puerta y observó el ajetreo de alumnos que había en el pasillo del expreso.

Se reprendió a sí mismo, aquel no era el momento para recordar sus tiempos en Hogwarts , pues siempre que lo hacía terminaba por deprimirse, dos de sus mejores amigos habían muerto y el tercero había sido el culpable.

El tren empezó a moverse, esperó un par de minutos antes de descorrer la cortina de la ventana completamente y el compartimento por fin quedó plenamente iluminado.

Iba a ser un viaje largo, tardaría cerca de ocho en llegar a Hogwarts, así que decidió entonces abrir el libro y tratar de concentrarse en él.

Solo llevaba a penas dos líneas de la Introducción cuando tres chicos se detuvieron ante el umbral de su puerta y comenzaron a cuchichear.

Lupin levantó la vista del libro y el corazón comenzó a latirle con fuerza en cuanto vio un cabello negro sumamente despeinado que le era indudablemente familiar.

Remus los observó con suma atención, el hijo de James, Harry, estaba de espaldas a él acompañado por una chica de cabello castaño enmarañado y un chico pelirrojo con pecas, seguramente un Weasley, que de vez en cuando daba miradas en su dirección.

...

Harry caminó con rapidez por el pasillo del tren buscando un compartimento vacío junto a sus dos mejores amigos: Ron Weasley y Hermione Granger. Necesitaba contarles sobre la conversación que habían mantenido los padres de Ron, la cual había escuchado a escondidas, el día anterior en El caldero Chorreante sobre que Sirius Black había escapado de Azkaban con el único propósito de matarlo y sobre la extraña charla que había mantenido con el señor Weasley en el andén tan solo unos minutos antes donde Arthur Weasley le había hecho prometer que pasará lo que pasará, escuchará lo que escuchará no perseguiría a Sirius Black, a pesar de que sabía que quería matarlo.
Para gran decepción de Harry todos los compartimentos del tren estaban ocupados, incluido el último por un hombre adulto lo que extrañó a los tres chicos, en el Expreso a Hogwarts no solían viajar adultos a excepción del maquinista y de la bruja con el carrito de la comida.

— ¡Por las calzas de Merlín! — Ron bufó. — Están todos ocupados... Harry, ¿No podrías contárnoslo aquí?

Harry recorrió el pasillo con la mirada y finalmente negó con la cabeza, podían correr el riesgo de ser escuchados por cualquiera y aquella era una conversación que necesitaba mantener en privado, no necesitaba que toda la escuela se enterase de que Sirius Black se había escapado de Azkaban con el único fin de asesinarlo.

Ron volvió de nuevo la vista hacia el compartimento ocupado por aquel único hombre y que había desplazado su importante conversación hasta después de la cena cuando por fin reinase el silencio en la sala común de Gryffindor.

— ¿Y ese quién será? — preguntó Ron de mala forma.

— Debe de ser el nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras. — respondió Hermione mientras acariciaba el pelaje de su gato Croockshankspara intentar calmarlo, pues estaba ansioso por saltar hacia Ron y atrapar de un zarpazo a su rata mascota, Scabbers, que se encontraba escondida en los bolsillos de su pantalón.

— ¿Y eso cómo lo sabes?

— Por el libro que está leyendo: El arte de las maldiciones oscuras.

— ¿Y qué hace aquí? Los profesores no viajan nunca en el expreso, tienen sus propias formas de llegar a Hogwarts.

— Tal vez temen un ataque de Sirius Black. — murmuró Hermione más para ella que para sus dos amigos.

Harry se tensó al escuchar las palabras de Hermione , su mente comenzó a recordarle que Black había matado a trece personas con un solo hechizo a plena luz del día y en una calle muggle con múltiples testigos, desde luego no le importaría para nada asaltar el tren y enfrentarse a un montón de magos inexpertos que podría quitarse sin demasiada dificultad de encima.
Una imagen mental de la escena se formó en su cabeza, podía ver perfectamente a Black deambulando por el pasillo con cara de loco psicópata mientras buscaba su cara entre los distintos alumnos que ocupaban los compartimentos y en cuanto lo encontrará, lanzaría un devastador hechizo capaz de acabar con su vida y con las de todos a su alrededor.

Harry sacó su varita mágica del pantalón y la agarró con fuerza, sorprendiendo a Hermione y Ron que habían continuado hablando sobre cómo daría clases aquel misterioso profesor.
— Deberíamos entrar. — dijo bajando la varita y mirando a su alrededor con suma desconfianza.

— ¿Por qué? — preguntó Ron extrañado.

— No hay mucho sitio en el resto de compartimentos y tendremos que apretujarnos. — mintió. Se dio la vuelta, llamó a la puerta y la abrió. — ¿ Se puede?

Los ojos del hombre se iluminaron y una débil sonrisa se formó en sus labios.

— Sí, por supuesto, Harry. — respondió haciendo que el corazón de Harry Potter diera un fuerte latido y se llevase instintivamente la mano hacia la cicatriz que estaba parcialmente tapada por su cabello y tirase del pelo hacia abajo para cubrirla completamente.

Harry se sentó cerca de la puerta donde podía tener una fácil visibilidad del largo pasillo y apretó un poco más el agarre sobre su varita, Ron se sentó a su lado y Hermione al lado de este. Croockshanksse acomodó en su regazo, movía la cola inquieto de un lado a otro mientras observaba el regazo de Ron.

El hombre los observó en silencio con ojos cautelosos. Un silencio incómodo se cernió sobre la habitación hasta que Hermione decidió hablar.

— ¿Será usted nuestro nuevo profesor de Defensa contra las artes oscuras? — preguntó la chica señalando hacia el libro que el hombre mantenía entreabierto entre sus manos.

— Sí. — el hombre sonrió de forma amable. —Soy el profesor Remus Lupin ... Profesor Lupin podéis llamarme, ¿Y vosotros sois?

— Hermione Granger.

— Ron Weasley.

Harry dudó por un segundo en sí presentarse o no, pues el profesor Lupin ya sabía su nombre, pero finalmente decidió decirlo aunque fuera por pura formalidad.

— Harry Potter. — dijo todavía mirando hacia el pasillo.

Ron y Hermione intercambiaron una rápida mirada al ver lo tensó que se había puesto su amigo en los últimos minutos.

— Profesor Lupin, es extraño que un profesor viaje con nosotros en el tren... — comentó Hermione. Lupin asintió mientras observaba a Harry con visible preocupación en su rostro. — ¿Es por qué Sirius Black podría atacar el Expreso?

— En realidad por los dementores. — respondió Lupin con total sinceridad.

Harry se relajó casi al instante y miró hacia el profesor completamente confundido.

— Por los demen... ¿Qué? — preguntó Harry extrañado.

— Dementores, son los guardianes de Azkaban, seres muy peligrosos, sobre todo si no se están alimentando bien. Sería casi imposible que Black entrase en el tren sin ayuda y aunque lo consiguiese Madame Lindsay — dijo refiriéndose a la bruja que pasaba a la hora de la comida con el carrito. — es toda una experta en deshacerse de los intrusos.

Harry sintió un gran alivio al descubrir que por lo menos él ni ninguno de sus compañeros corrían peligro en el Expreso, sin embargo fue Ron quién esta vez tragó saliva y miró con preocupación al profesor.

— Ron, — dijo Hermione. — los guardianes de Azkaban se alimentan de la felicidad y de los recuerdos felices, dejando solo la tristeza y la desesperación, así es como consiguen controlar a los presos. — comentó como si le hubiera leído la mente a su amigo y supiera que se estaba imaginando que se iban a alimentar físicamente de él.

Lupin tocó involuntariamente con el pulgar el anillo de plata que tenía en el dedo corazón.

— Es una verdadera lástima que sea demasiado temprano para comenzar a dar puntos a... Gryffindor, ¿Verdad? — Hermione Granger se sonrojó y asintió levemente, mientras una sonrisa tímida se formaba en la comisura de sus labios. — Pero se los guardaré, señorita Granger, este año tenemos que hacer todo lo posible para ganar a Slytherin, tanto en la Copa de las casas como en el Quidditch.

El último comentario logró sacarles una sonrisa a los tres chicos.

...

A medida que avanzaban hacia el norte el cielo se iba volviendo cada vez más oscuro, el paisaje era cada vez más difícil de ver debido a la densa niebla que se estaba formando y la lluvia había ido golpeando los cristales de las ventanas con más y más fuerza a medida que avanzaban.

Croockshanksse había acomodado encogido en una bola, todavía observando con sus penetrantes ojos amarillos a la rata de Ron, Scabbers, que se mantenía quieta en el bolsillo del pantalón de Ron.

Durante el viaje Hermione había aprovechado para hacerle a Lupin diversas preguntas sobre el libro que había mandado, Criaturas oscuras y cómo defenderse de ellas mientras que Harry y Ron habían aprovechado para hablar sobre quidditch.

La conversación se puso incómoda para Harry en el momento en el que Ron comenzó a hablar de Hogsmeade hilado a que uno de los mejores jugadores que estaban aquel año en la selección irlandesa había nacido allí y se había mudado a Irlanda con sus padres con tan solo seis años de edad.

Ron había hablado con tanta emoción y excitación sobre el único pueblo en todo Reino Unido formado enteramente por magos que había logrado que Hermione interrumpiera el relato que le estaba haciendo a Lupin sobre lo que habían dado los cursos anteriores con sus antiguos profesores de defensa contra las artes oscuras, lo que había puesto a Lupin sumamente preocupado sobre todo en cuanto había comenzado a hablar de Gilderoy Lockhart.

Ron hizo una lista de todas las tiendas interesantes que debían de visitar y se detuvo extensamente en Honeydukes recitando todas las chucherías que quería probar.

Mientras que Hermione decidió interrumpirle para recordarle que Hogsmeade también poseía gran importancia histórica.

— Harry, ¿Tú no estás ansioso por ir a Hogsmeade? — preguntó Lupin haciendo que sus dos amigos se quedaran en silencio y lo miraran repentinamente.

— Sí que lo estoy, pero no puedo ir. — Harry miró hacia sus zapatos, no quería ver las miradas de pena y lástima en el rostro de Hermione y Ron.—Mis tíos no firmaron la autorización y Fudge tampoco quiso hacerlo.

— Tal vez sea lo mejor para ti este año, con Black suelto y con los dementores vagando en los alrededores. No te preocupes, hasta que te gradúes te queda tiempo suficiente para disfrutar de Hogsmeade, te vas a cansar y todo de él. — trató de animarlo Remus.

Pero las palabras de Lupin no consolaron en nada a Harry, Lupin no conocía a sus tíos los Dursley y después de haber inflado a su tía Marge y haberse ido de casa como lo había hecho dudaba siquiera que lo volvieran a acoger de buenas maneras el próximo verano y sería solo un sueño pensar que en sus años como estudiante podría pisar alguna vez Hogsmeade.

Un frío gélido cubrió de pronto el ambiente, la lluvia y el viento golpeaban con fuerza contra las ventanas y era incapaz de verse nada a través de las ventanas salvo la oscuridad.

El tren comenzó a desacelerar considerablemente hasta detenerse por completo con una fuerte sacudida.

— ¿Ya hemos llegado? — preguntó Harry levantándose de su asiento.

— No deberíamos. — dijo Hermione consultando su reloj. — Todavía faltan por lo menos veinte minutos.

Las luces se apagaron de pronto dejando a todos los pasajeros del tren en absoluta oscuridad. Se oyeron varios chillidos de sorpresa y pánico. Croockshanksaprovechó la oportunidad para saltar del regazo de Hermione al de Ron ocasionando que este gritase, se levantase con brusquedad tirando al gato y le diera un puntapié al gato en el trasero haciéndole pegar un fuerte maullido.

— ¡Ron! — se quejó Hermione. — ¡No lo lastimes!

— ¡Lleva desde que lo compraste tratando de comerse a Scabbers! ¡Es lo menos que se merece!

La puerta de su compartimento se abrió y rápidamente tanto Harry como el profesor Lupin apuntaron con su varita hacia la puerta.

Lupin metió rápidamente la mano en uno de los bolsillos interiores de su túnica y cogió un puñado de polvos entre el dedo anular y el pulgar que al chasquearlos hicieron aparecer una llama que iluminó el compartimento, dejando ver en el umbral de la puerta a un chico de cara regordeta y a una chica pelirroja con pecas que posiblemente fuese hermana de Ron Weasley.

— Neville, Ginny. — dijo Harry guardando su varita. — ¿Qué hacéis aquí?

— Buscaba a Ron. — contestó Ginny mientras Neville y ella entraron en el compartimento.
—Yo solo quería preguntaros si sabíais lo que estaba pasando.— dijo Neville.
Lupin sintió como el frío se le asentaba en el corazón y como muy lentamente un sentimiento de desasosiego comenzaba a invadirlo por dentro. Ginny comenzó a temblar violentamente y Harry parecía ponerse más pálido a cada segundo que pasaba.

No le cabía ninguna duda de que alguno de los dementores no había podido resistir la tentación de atacar el expreso para alimentarse de las emociones positivas de los alumnos.

Volvió a meter la mano en el interior de su túnica y volvió a coger otro puñado de polvos que al chasquear los dedos hizo aparecer otra llama que esta vez iluminó el pasillo donde al final se encontraba una figura encapuchada que se les acercaba lentamente mientras parecía aspirar algo en el aire, volviéndolo cada vez más gélido.

Hubo un ruido brusco en el compartimento y rápidamente Lupin dirigió su mirada de vuelta al interior para encontrarse con que Harry se había desmayado.

— ¡Fuera de aquí!—dijo con enojo volviéndose hacia el dementor. — Ninguno de nosotros esconde a Sirius Black.

Remus le apuntó con su varita, pensó por un momento en Teddy y en Severus y mediante un hechizo no verbal hizo salir de su varita unos haces plateados que lograron espantar al ser. Más tarde, estaba seguro, Snape le recriminaría por haberse librado de un dementor utilizando un patronus incorpóreo, no habría sido suficiente en el caso de haberse enfrentado a más de uno.

Las luces del tren volvieron a encenderse y las llamas se esfumaron en el aire.

Lupin volvió a entrar en el compartimento para ver como se encontraba Harry, a la vez que un chico escuálido salía a prisa de otro, llevaba una bufanda de Slytherin alrededor del cuello, estaba bastante pálido, respiraba de forma irregular y temblaba ligeramente.

...

Lupin se alegró inmensamente al entrar en el Gran Comedor y descubrir que en la mesa de profesores había un sitio libre al lado de Snape, el cual se veía terriblemente cansado y exhausto. Estaba claro que pasar el día entero con Teddy no le había sentado para nada bien.

—Por favor, no digas nada.— le pidió Snape nada más ocupó el asiento vacío a su lado.— Siento como si de un momento a otro me fuera a reventar la cabeza.

—El día con Teddy ha debido de ser aterrador.— le susurró Lupin tratando de no aumentar la dolencia de su pareja.— Deberías haberte quedado en casa, no creo que el mejor remedio para el dolor de cabeza sea ir a una cena con cientos de niños y adolescentes.

Snape se pellizco el puente de la nariz con el fin de aminorar el palpitante dolor que parecía crecer a medida que entraban los nuevos alumnos de primero empapados desde la cabeza hasta los pies, una débil sonrisa se formó en los labios de Snape, parecía que Peeves había estado acarreando globos de agua para nada.

— Sobreviviré.— le murmuró. — Y no ha sido tan aterrador, tal vez durante unos meses lo único que vea de Hogwarts sean las cuatro paredes de nuestra habitación, pero no se ha portado nada mal.
Lupin estaba a punto de preguntarle el motivo de aquella decisión cuando Flitwick apareció con el Sombrero Seleccionador y un pequeño taburete.

Todo el comedor quedó en silencio y el Sombrero Seleccionador comenzó a hablar:

Otro curso más ha comenzado,

y como todos los años con la gran selección ha iniciado

pues todos los nuevos deben ser clasificados.

Este colegio no solo fue fundado

con la intención de que los jóvenes magos

aprendieran a usar la magia,

sino que para que ciertos valores adquiriesen

como que la ignorancia y el falso conocimiento

las peores compañías son.

Pues los cuatro fundadores habían estado de acuerdo

que descubrir la verdad y actuar conforme a lo que pensáis

es lo más correcto con aciertos y errores, pero sin manipulaciones.

Como no eran inmortales hace ya varios siglos que me crearon

y una parte de sus conocimientos en mi conservaron:

De Gryffindor lealtad y valentía,

de Slytherin ambición y astucia,

de Hufflepuff nobleza y paciencia

y de Ravenclaw creatividad e inteligencia.

De estas bases partiré,

sobra decir que en cualquiera de estas cuatro casas grandes amigos conoceréis.

Y ahora sin más demora, ponedme sobre vuestras cabezas

y dejadme entrar en vuestra mente para ver a que casa pertenecéis.

Nada más terminar de hablar Flitwick desenrolló el pergamino que tenía entre las manos y comenzó a decir los nombres de los nuevos alumnos por orden alfabética, lo que hizo empeorar el dolor de cabeza de Snape cada vez que el sombrero Seleccionador gritaba por fin el nombre de la casa a la que pertenecían y había una ovación de aplausos de la mesa pertinente.

Cuando la selección terminó Flitwick volvió a enrollar el pergamino y salió del Gran Comedor con el taburete en una mano y el Sombrero Seleccionador en la otra.

Hermione Granger y Harry Potter entraron justo después de que Flitwick saliera y Minerva McGonagall entró un par de minutos después y ocupó su habitual lugar a la derecha de Albus Dumbledore.

— Dumbledore tenía razón, uno de los dementores no resistió la tentación de atacar el expreso.

— Dumbledore rara vez se equivoca. — murmuró Snape entre dientes. —Aunque a veces toma decisiones peculiares como la de contratar a Lockhart.

—Ya— estuvo de acuerdo Lupin mientras se servía pollo asado con patatas. — La señorita Granger me ha contado un poco de lo que hacían en sus clases.

— ¿La señorita Granger? ¿Has conocido por fin a Potter? Es el vivo retrato de su padre. — comentó con desprecio.

— También tiene características de su madre. — le rebatió Lupin al que no le había gustado el tono de su última afirmación.

— ¿Cómo cuáles? Lo único que he visto que tiene de su madre son sus ojos y llevo dos años dándole clases.

Después de aquella conversación los dos comieron en silencio, a pesar de que a su alrededor había un ambiente muy bullicioso proveniente de las mesas de los alumnos y de los profesores que hablaban entre ellos lo que solo ayudaba a empeorar el dolor de cabeza de Snape.

Al final de la cena Severus a penas fue consciente del discurso que dio Dumbledore, sabía que estaba hablando, pero no entendía lo que estaba diciendo, a penas se enteró de que estaba presentando a los nuevos profesores porque Hagrid y Remus se levantaron y recibieron unos breves aplausos.

El dolor por fin disminuyó un poco cuando los prefectos se llevaron a los nuevos alumnos a las salas comunes y el resto fueron abandonando el comedor poco a poco.

— ¿Quieres ayuda para llegar a la habitación o solo me la pedirás cuando estés a punto de desmayarte?

Snape le respondió con un gruñido al tiempo que se incorporaba.

— Puedo solo, no te preocupes. — dijo a pesar de que estaba temblando.

— Tomaré eso como la segunda opción.

— Remus. — la voz de Albus Dumbledore los interrumpió haciendo que por unas milésimas de segundos una mirada de enojo cruzará el rostro de Snape. — Hay algo que necesito comentarte, ¿Podías reunirte conmigo en mi despacho en diez minutos? La contraseña es Paletas ácidas.

— Sí, por supuesto.

Snape fue por delante de él hacia las mazmorras, Remus lo dejó ir hasta casi la mitad de las escaleras que descendían hacia ellas, pues cuando por fin dejaron de oír el murmullo de los alumnos lo alcanzó, le agarró la cadera con la mano izquierda y pasó el brazo derecho de Snape sobre sus hombros.

— Aunque no los escuches, podría haber alumnos en el pasillo. También sabes perfectamente que Argus Filch, el conserje no hace ningún ruido durante sus rondas de vigilancia por el castillo.

— ¿No es un poco tarde para que te avergüences de que me vean conmigo? Por lo menos doce años, un niño y un anillo en mi dedo corazón que no voy a negar que me ha dado mi pareja.

— Serían séis años y medio.

— Sí contamos desde que comenzamos a salir.

No tardaron en llegar a la habitación de Snape, Lupin sacó su varita de uno de los bolsillos de su túnica, pero Severus lo detuvo, sacó la suya propia e hizo varios hechizos no verbales para abrir la puerta.

Teddy ya estaba durmiendo en su cama, el pasadizo del cuarto de baño se mantenía abierto y había sobre la mesa un bol con dos cucharas de colacao en polvo, una cuchara, una caja de cereales y un cartón de leche.

— Tal vez se levante sobre las siete de la mañana con hambre. Quedó rendido antes de que viniese a Hogwarts para la cena así que ya me lo traje. — comentó mientras se deshacía del agarre de Remus en su cadera.

Snape se dirigió rápidamente hacia la mesilla de noche y sacó de ella un tintero y un pergamino donde comenzó a anotar los hechizos para abrir y cerrar la puerta.

Remus se acercó a la cama del pequeño que dormía abrazado a Gris y le dio dos besos uno en la frente y otro en la mejilla.

— Remus. — Lo llamó Severus. — Albus te está esperando. — dijo entregándole la nota.

— Será solo sobre el protocolo que debo seguir por trabajar en el colegio: Mantenerme alejado durante la luna llena, tener cuidado con las uñas y los dientes y en caso de cualquier infección a cualquier alumno por mi culpa Bones me hará desaparecer... Nada nuevo, pero tiene que asegurarse de que todavía lo recuerdo perfectamente.

Compartieron un rápido beso.

— Remus, una última cosa.— le comentó Snape cuando estaba a punto de salir por la puerta.— No le digas nada a Dumbledore sobre Teddy y todo lo que te dije.

— ¿Te refieres a toda esa teoría conspirativa tuya de que hay un hombre lobo infectando niños extranjeros a propósito y trayéndolos aquí?

Severus lo miró como si de un momento a otro fuera a abalanzarse sobre él y arrancarle las entrañas a mordiscos.

—Exacto, no tiene porque saberlo. Teddy es nuestra responsabilidad. Solo nuestra y nada suya. — dijo con desprecio. — La escasa responsabilidad que tenía sobre él se esfumó en el momento que rechazó amablemente ser su padrino porque se consideraba demasiado mayor para cuidar de un niño. Este tema no le concierne en nada.

Lupin abrió un segundo la boca para contestar, pero inmediatamente la volvió a cerrar, ese no era el momento para iniciar una discusión por algo que tenían que hablar con más calma y sobretodo cuando Snape no estuviera ardiendo de rabia.

— Está bien, no le diré nada por ahora, pero en el caso de que haya por ahí suelto un hombre lobo infectando niños a propósito creo que es algo que deberíamos informarle a Albus Dumbledore.