Debería comenzar este capítulo disculpandome con el despropósito del capítulo anterior, aún tarde bastante en arreglarlo porque en el momento en el que Snape dejaba Hogwarts hasta que volvía no dejaban de chirriarme los dientes. Lo lamento.
Por fin logre terminar el capítulo 12 y con este si que estoy satisfecha. Me gustaría poder decir que cada mes voy a poder actualizar otro capítulo, pero ahora mismo tengo eso un poco complicado. Trataré de hacerlo en un mes y medio (menos en mayo y junio que me vienen todos los exámenes).
Como siempre no tengan reparo en dejarme saber lo que piensan de la historia, de errores que tenga o de faltas de ortografía.
Me gustaría dar unos avisos importantes:
* Si reconocen alguna frase al final de la segunda escena, es porque está inspirada en una escena de Harry Potter y El prisionero de Azkaban.
*Está historia cumple con el canon de los dos libros anteriores (o por lo menos espero que sea así).
* No lo he dejado claro en ningún momento: mi mente estaba segura de que sí, revisando fue un claro no, pero fuera del círculo de Los Lupin Y Snape el único que sabe que Teddy es un hombre lobo es Albus Dumbledore (ahora esto está corregido y se ve en el capítulo anterior, disculpen las molestias)
No soy dueña de Harry Potter toda su autoría a J.K. Rowling.
AnaM1707: No hay de que, disculpa la tardanza por la subida del capítulo.
Moonlight89: Hola, muchas gracias por tu comentario. A mí también me encantaría que se deshiciesen de Dolores Umbridge, más que nada por todo lo que se viene. Disculpa la tardanza
Fio Gonzlez: ¡Ai, que lindo! No hay de que y muchas gracias por tu comentario.
sof77: Hola! Muchas gracias por tu comentario, me alegra mucho que te haya gustado la perspectiva de Teddy, espero tenerla de vuelta pronto.
Luana: Hola!. No tienes porque disculparte por no comentar, es algo opcional, aunque mentiría si dijera que no te extrañaba. Adoro tus comentarios.
A lo que me refería en el capítulo diez que no se le comentase a Albus Dumbledore es toda aquella "teoría conspirativa" que había montado Severus, la culpa fue mía por andar con tanto secretísmo. Albus Dumbledore sí debe saber que Teddy es un hombre lobo, es importante para la historia, pero estuve releyéndola y en ningún momento lo menciono (ese si es un gran error), había jurado comentarlo en el capítulo 2, así que fue una desagradable sorpresa descubrir que no lo había hecho, por lo menos ahora ya está corregido y se menciona en el capítulo anterior. Muchas gracias por hacérmelo saber porque de verdad es un dato importante.
Estuve pensando mucho en las acciones que tomaría el ministerio si se llegase a enterar de que Teddy es un hombre lobo, Remus si tendría muchos problemas, pero siempre había pensado que a Severus si le dejarían quedarse con Teddy básicamente porque nadie querría hacerse cargo de un niño que es un hombre lobo y porque el coste y la dificultad de preparar el Wolfsbane es bastante elevado... Eso fue hasta que me acorde de Dolores Umbridge , estoy segura de que con ella los tres acabarían mal.
A lo que respecta al contenido de la caja de zapatos realmente no mencione lo que había en ella en el capítulo anterior, en verdad no tenía mayor relevancia en la historia cuando lo escribí, solo eran cosas de niños, pero al final termine por darle ese nombre ha este capítulo por la conversación que acontece al final y también porque en Wattpad hubo gente preocupada por su contenido (Eso me dio algo de risa).
Agradezco mucho tu consejo, gracias a él pude dejar algunas partes de las escenas realizadas como la ya mencionada conversación del final o la escena de Hagrid.
Un saludo y espero volver a leerte pronto.
La caja:
Severus Snape llegó quince minutos tarde a su última clase del día, que fue con el reducido grupo de sexto año conformado por los alumnos que habían obtenido su máxima nota en el examen TIMO de pociones y que habían decidido continuar con su asignatura.
Durante el transcurso de la clase se había sentido tentado de salir del aula varias veces para comprobar cómo estaba Teddy, pues de la habitación a su clase a penas había una distancia de quince metros.
No se estaba sintiendo seguro dejándolo solo, a pesar de haber hechizado la chimenea para que Teddy se mantuviese a dos metros de ella como mínimo y de que Lupin hubiese cubierto todo el suelo de la habitación con alfombras encantadas de diferentes colores para amortiguar cualquier caída en el caso de que a Teddy se le ocurriese ponerse a saltar en la cama o trepar por las estanterías.
Terminó la clase cinco minutos antes y afortunadamente para él como siempre ninguno de sus alumnos se demoró demasiado en recoger sus cosas y salir de su aula para que pudiera cerrarla.
Después de eso a penas tardó unos segundos en llegar a su habitación y abrir la puerta para encontrarse un caótico escenario: había varias hojas esparcidas por el suelo en las que Teddy había estado dibujando, había cinco de sus libros encantados volando alrededor de la lámpara del techo y habían vaciado en tres de sus estanterías los estantes más bajos dejando la gran mayoría de sus libros tirados por el suelo.
Apretó los dientes y buscó rápidamente con la mirada al artífice de aquel desastre que se encontraba encajando libros en uno de los estantes como si de un juego de tetris se tratase.
— ¿Qué estás haciendo? — preguntó.
Teddy dio un ligero sobresaltó al escucharlo y dejó caer el libro que tenía entre sus manos al suelo.
— Pruebo cuantos libros pueden entrar. — dijo señalando hacia el estante de arriba del que estaba cubriendo, donde el hueco entero estaba cubierto de libros y entre ellos estaba claro que sería imposible meter ni una fina hoja de papel.
— Y luego, ¿Cómo piensas sacarlos?
Teddy miró al estante completo, levantó la mano y agarró como pudo uno de los libros más gruesos. Tiró de él, pero el libro no se movió de donde estaba encajado.
— Oh.
— Déjalo, ¿Hiciste las páginas de caligrafía que te marqué?
Ni siquiera necesitaba oír su respuesta para saberla.
— Casi.
Snape se dirigió hacia la mesa y tomó el pequeño cuadernillo de ella, tan solo había hecho una carilla y media de las ocho que le había marcado y en las vacías solo se había dedicado a colorear los dibujos.
Con un movimiento de varita borró delante del pequeño lo único que estaba escrito haciendo que Teddy inflase las mejillas.
— ¡Eso no es justo! — chilló el pequeño. Estuvo a punto de sacarle la lengua, pero se contuvo, pues la última vez que había realizado aquella acción había acabado con ella pegada al paladar. — ¡No es justo! — volvió a chillar.
— ¿No es justo? — preguntó Snape con voz tranquila, pero peligrosa. — ¿Cuántas veces te hemos dicho que las letras deben estar dentro de los renglones? Por no hablar de que no se entiende nada de lo que has escrito.
— ¡Eso es mentira!
— No seas insolente. — le reprendió. — Está noche en lugar de que tu padre te lea un cuento harás lo que no has hecho de caligrafía. Y espero que sea bien está vez. — Los ojos de Teddy brillaban con puro enojo.
— ¡No lo haré!
— No lo hagas, pero te quitaré el postre y le diré a tus abuelos que no te dejen salir de casa a jugar hasta que aprendas a hacer lo que se te manda y a comportarte, pequeño animal salvaje.
Teddy volvió a inflar las mejillas.
— ¡No es justo! — ya estaba comenzando a temblar, pronto tendría un berrinche de los fuertes. —¡A papá le vale así!
— Papá te ha dicho cientos de veces igual que yo que no te salgas de las líneas, solo es menos estricto con la letra que haces y lo sabes.
Teddy estaba temblando cada vez más fuerte, pero paró en seco en cuanto vio a Lupin entrar por la puerta.
— ¡Papá! — gritó Teddy corriendo hacia él.
Una desagradable mueca se formó en el rostro de Snape, mientras escuchaba al pequeño gimotear sus quejas sobre él a Remus.
Cuando Teddy terminó, Snape y Lupin compartieron una mirada.
— Ocho carillas siempre me pareció demasiado, conque haga la mitad le llega. Eres demasiado estricto.
— Y tú demasiado blando, por eso todavía no sabe ni leer ni escribir.
— ¡Eh! Algo "sepo". — protestó el pequeño.
— Sé, es: "Algo sé". No es de extrañar que no sepa ni leer ni escribir cuando no sabe ni hablar.
Teddy volvió a hinchar sus mejillas.
— Severus. — continuó Lupin. — Tiene cuatro años, a esta edad lo que tiene que hacer es sobretodo jugar. Yo no aprendí a escribir hasta casi los seis y lo que se dice "buena letra y presentación" hasta los ocho o nueve. Tienes que tener paciencia y tratar de ponerte con él si quieres que lo haga y lo haga bien.
Snape clavó su mirada en los ojos de Lupin y para debatir su comentario trató de recordar cuando había aprendido él a escribir, algo que resultó ser bastante desagradable, pues a diferencia de Lupin, que había aprendido en casa, él había sido mandado a una escuela muggle a la corta edad de tres años y de lo primero que se acordó fue de su padre amenazándolo con darle una paliza como se le ocurriese demostrar que era un fenómeno.
Después habían seguido algunas burlas de sus compañeros de clase porque su ropa estaba vieja, no era nunca de su talla y olía francamente mal.
—Está bien, trataré de tener paciencia. — dijo finalmente, aunque estaba seguro de que por lo menos con cinco años ya sabía escribir.
— Genial. Si quieres me pondré ahora con él para que haga bien esas cuatro carillas.
— No, eso lo hará de noche. Ahora nos pondremos con pociones.
— ¿Pociones? — Lupin frunció el ceño.
— Es lo que le dije a tus padres que haríamos en Hogwarts, así que será mejor que le enseñe algo antes de la cena si no quieres que sospechen que ninguno de los dos tenemos la tarde libre.
— Habíamos acordado que les dirías que ibais a pasar la tarde en Hogsmeade, además también habíamos quedado en que no le enseñaríamos nada de magia hasta los ocho...
— Y seguramente por eso la mayoría de mis estudiantes llegan como unos completos ineptos. Pociones es algo que debe controlar, tiene que aprender a saberse hacer el Wolfsbane cuando sea mayor. Y no es una poción fácil, cualquier mínimo error en ella podría matar a la persona que la bebe o en el mejor de los casos no surtir efecto y ser una bestia sin control.
— Vale, tienes razón.—fue el turno de Lupin de ceder.— Pero recuerda que como tú dices todavía no sabe ni leer ni escribir.
— Pero eso no lo priva de no saber qué es un bezoar y para que sirve, las diferencias entre el acónito azul y el lila, los usos del tejo, los peligros de elaborar mal el Wolfsbane ... — Lupin dejó de escucharlo para centrarse en el hermoso brillo que tenían los ojos de Snape mientras hablaba y que hicieron que Lupin se sintiera algo mejor en aquel funesto primer día de clases que había tenido.
...
Hagrid no dejaba de temblar y las lágrimas no paraban de resbalarle por sus mejillas ruborizadas por el alcohol hasta desaparecer por completo en el espesor de su barba.
Albus Dumbledore no se había equivocado, habría sido un hecho excepcional de ser así. Para aquella misma tarde Hagrid había sido citado y había tenido que presentarse ante el Consejo Escolar por el accidente ocurrido en su clase con Draco Malfoy.
Se sentía tan triste, tan miserable y tan estúpido.
Bebió otro trago de la gran jarra que tenía delante de él llena de la última botella de whisky de fuego que había guardada en la despensa. Era la cuarta aquella noche.
Arrugó el gesto mientras el licor le quemaba la faringe y el esófago al descender, pero una vez se asentó en el estómago produjo un calor muy reconfortante que se extendió rápidamente por todo el cuerpo haciéndolo sentirse un poco mejor.
La reunión con el Consejo Escolar fue mala y habría sido nefasta de no ser porque seguía conservando el puesto de profesor de Cuidado de criaturas mágicas. Eso sí, otro incidente de aquella magnitud y estaría fuera del cargo.
Más lágrimas brotaron de sus ojos, los cuales estaban comenzando a enrojecerse.
El Consejo había estado presidido por cuatro magos y tres brujas. Los Malfoy habían venido acompañados por un mago bastante alto y robusto, que tendría algo más de sesenta años. Tenía el pelo blanco, cubierto totalmente por las canas y sus ojos eran de un frío color azul.
Más tarde descubriría que se trataba del actual jefe del departamento de regulación y control de las criaturas mágicas, Corban Yaxley.
A él lo había acompañado Dumbledore.
El "juicio" había comenzado con Draco Malfoy relatando entre quejidos de dolor como había sucedido el ataque del hipogrifo.
" — Todos nos asustamos al ver las criaturas a las que quería que nos acercáramos. Era nuestra primera clase de esa materia y apenas sabíamos nada. — comenzó Draco. — Solo dio un par de instrucciones por encima de lo que teníamos que hacer y las dijo en un tono bajo y a penas vocalizando. Fueron más un gruñido que unas indicaciones, trate de seguirlas, pero aún así aquella bestia se abalanzo sobre mí. Tuve suerte de tener buenos reflejos y de detener el golpe con el brazo."
Al finalizar la declaración Draco se había tocado el vendaje con, apenas, las puntas de los dedos de la mano izquierda que rápidamente había apartado emitiendo un gesto de dolor.
" — Creo que hasta ha tenido que romperme el hueso. En cuanto acabe este juicio mis padres me llevaran a un verdadero especialista para que se cerciore de que el parte de la enfermera de Hogwarts es correcto."
Albus Dumbledore se había mantenido impertérrico mientras Hagrid había tenido que evitar pasarse el dorso de las manos por los ojos que se habían comenzado a humedecer.
" — Joven Malfoy. — dijo Albus tranquilamente. — Confió plenamente en el diagnóstico
de Mademe Pomfrey, me echaría antes a mí de Hogwarts que poner en peligro la vida de uno de sus alumnos, pero si quiere comprobarlo, hágalo. Y con lo que respecta a mi nuevo profesor, Rubeus Hagrid, tuvo exactamente dos clases antes con las mismas criaturas y ningún alumno tuvo problemas con ellas."
" — ¿En que curso estaban esos alumnos, Dumbledore? — preguntó el hombre que había acompañado a los Malfoy. — Supongo que habrían pasado por los TIMO."
"— Cuarto... y séptimo... año" — había dicho Hagrid.
" — Entonces podemos considerar un milagro que no haya pasado nada con los de cuarto año." — había comentado Yaxley con desprecio.
Después le había tocado a Hagrid dar su versión de lo acontecido, le habían temblado violentamente las manos y parecía haber desarrollado un tic nervioso en una de las piernas.
Había comenzado asegurando que había dejado bien claro desde el primer momento en la clase que los hipogrifos eran criaturas que se ofendían con facilidad, que tuvieran cuidado de no ofenderlos porque podría ser lo último que hicieran. Luego había procedido a relatar las instrucciones que les había dado a seguir a todos los alumnos: Siempre debían esperar a que el hipogrifo hiciera el primer movimiento, una vez que ocurriera, los alumnos podían acercarse a él, se inclinarían y esperarían a que el hipogrifo hiciese lo mismo. De no ser así, debían huir rápidamente porque sus garras podían hacer mucho daño.
Había relatado también que Draco Malfoy no había seguido sus indicaciones, que se había burlado del hipogrifo causando que el animal se enfadará y lo atacará.
Tres de los magos del Consejo ya estuvieron a favor de Malfoy nada más terminó su declaración y la balanza no fue a mejor cuando Corban Yaxley comenzó a presentar documentos y casos de accidentes con hipogrifos.
Había dos donde los magos habían muerto prácticamente en el acto y tres donde los magos habían acabado con alguna invalidez: uno había perdido la vista en uno de sus ojos, otro había quedado con cojera de por vida por herida en el nervio ciático y una bruja había perdido por completo la movilidad de los dedos en una de las manos.
" — Por todos los casos graves expuestos anteriormente — terminó Yaxley con frialdad. — y muchos accidentes leves donde afortunadamente el ataque se ha quedado tan solo como un susto para el mago el Departamento de regulación y control de criaturas mágicas decidió asignarles la clasificación de criatura manejable para magos competentes, considerándose mago competente toda aquel que ha aprobado los TIMO. "
Para aquel momento Hagrid no había podido apartar la mirada del suelo.
" — Señor Yaxley, puestos a pensar así. — había hablado Albus Dumbledore. — En el colegio solo podríamos enseñar hasta el quinto año criaturas calificadas como aburridas e inofensivas y, como espero que sepa, el listado de esas criaturas es muy limitado, por no mencionar que a un colegio se va a aprender para formar a esos magos competentes y aunque a los estudiantes se les expone a ciertos peligros siempre es bajo controlada vigilancia. El personal está preparado para responder en caso de un incidente como fue en este caso donde el profesor Hagrid no tardó ni un segundo en trasladar al joven Draco Malfoy a la enfermería."
Finalmente el Consejo Escolar dio su veredicto: No sería expulsado de su puesto como profesor, pero sí entraría en un período de prueba donde cualquier accidente más si lo expulsaría y habían considerado al hipogrifo que había atacado a Malfoy una amenaza, lo que significaba que debería ser sacrificado.
Le había roto el corazón escuchar que iban a matar a Buckbeak, el hipogrifo. Aquello fue sin duda lo que más le había dolido de todo el juicio.
Quería protestar contra aquella decisión,pero Albus Dumbledore le había agarro del brazo antes de que dijese nada.
" — Hagrid, lo recurriremos, pero ahora no es el momento."
Hagrid se había pasado el dorso de la mano por los ojos mientras las primeras lágrimas comenzaban a resbalarle por las mejillas.
" — Vaya, Dumbledore, y este es uno de tus nuevos profesores. — había escuchado decir a Yaxley. — Ni siquiera quiero imaginarme entonces como será la alimaña. Estás perdiendo facultades, Dumbledore."
" — Corban, ¿De qué estás hablando? — le había preguntado Lucius frunciendo el ceño."
" — Lucius, realmente no me permiten hablar de ello, a no ser que no me importe perder mi puesto en el ministerio, pero si tanto lo quieres saber, solo preguntarle a tu hijo cuál es el nombre de su nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras."
Alguien llamó con bastante fuerza a la puerta de su cabaña, Hagrid se frotó de nuevo los ojos con las manos y bebió otro gran sorbo de whisky de fuego.
— Adelante, entrad.
La puerta se abrió y entraron Harry, Ron y Hermione. Los tres chicos se quedaron callados, no necesitaban preguntarle nada, ya su aspecto lo decía todo.
— Debe de ser un récord... — murmuró Hagrid contra la jarra. — El primer día y ya... — no fue capaz de terminar la frase.
— ¿Te han despedido? — preguntó Hermione en tono dolorido mientras se llevaba ambas manos a la boca.
— No... todavía no. — añadió con pesimismo y sus ojos se volvieron aún más vidriosos. — Pero el Consejo Escolar cree que debería haber comenzado con criaturas mucho más inofensivas como los gusarajos o summat y dejar a los hipogrifos para más tarde...
— ¡Hagrid, no ha sido culpa tuya! — habló Hermione.
— Fuiste muy claro con lo que había y no había que hacer, fue Malfoy quien no hizo caso de tus instrucciones, nosotros se lo haremos saber al Consejo. — le dijo Harry con frustración.
— Exacto, somos testigos. — afirmó Ron.
— No tiene caso, será vuestra palabra contra la de Malfoy. Debería haber escuchado al profesor Snape cuando me aconsejó que comenzar con hipogrifos no era lo mejor.
— No te culpo, yo tampoco hubiera seguido ningún consejo viniendo de Snape. — dijo Ron tratando de animarlo.
Harry estuvo internamente de acuerdo con él, pero a pesar de no manifestar su opinión en alto Hermione le soltó un codazo.
— Si mal no recuerdo, el hechizo "Expelliarmus" os lo enseñó él y fue el que utilizastéis contra Lockhart. — les susurró Hermione.
Ron abrió la boca y la volvió a cerrar. Hagrid se enjugó de nuevo las lágrimas y pasó a acariciarle la cabeza a Fang que lo miraba desde su regazo con ojos tristones.
— A su hijo parecieron encantarle. — comentó mirando hacia Fang.
El comentario los pilló desprevenidos.
— ¿Al hijo de quién? — preguntó Harry.
— Al hijo del profesor Snape.
Los tres lo miraron atónitos por un momento hasta que Ron comentó:
— Hagrid, creo que has bebido demasiado.
Hermione asintió, estando como pocas veces sucedía de acuerdo con Ron, mientras que Harry hizo un esfuerzo por recordar sus últimas clases con Snape el curso pasado.
— Pero, ¿Snape está casado? No recuerdo que llevase alianza...
— No lo está. — confirmó Hagrid.
— Pero, ¿Cuántos años tiene su hijo? — siguió tratando de quitarle información Harry anonado por la situación. — ¿Se parece a él? — Nariz ganchuda, cabello negro grasiento y desagradable carácter.
— Cuatro años. La verdad es que no se parece en nada a él. — comentó Hagrid recordando brevemente la curiosa escena que había presenciado el día anterior.
— Pobre niño, hay que darle el pésame. — comentó Ron.
...
No estaba de humor para cenar con sus padres aquella misma noche, había tratado de persuadir a Severus de que fuera él solo con Teddy, de que había tenía un día muy largo y necesitaba descansar (lo cual no era mentira), pero Teddy se había encaprichado en que debía ir y no había forma de persuadirlo de lo contrario.
— Papá, tienes que venir. Tienes que ver lo que escondí en la caja. — le había comentado en un susurro mientras Severus estaba en el baño lavándose el cabello.
Ni siquiera quería saber que clase de monstruosidad era la que había escondido en la dichosa caja, pero tenía que convencerlo de que se deshiciese de ella, antes de que fuera Snape quién descubriese que había en ella.
Conociendo un poco a Teddy seguro que se había dedicado a guardar un montón de semillas de diente de león en ella. Desde que su madre le había contado la estúpida pamplina de que cualquier deseo se le cumpliría si lograba de un solo soplo hacer volar todos los vilanos de la planta, se había pasado la última semana buscando dientes de león hasta alejarse incluso a una distancia poco prudencial de la casa.
Había tenido que hechizar los alrededores de la casa para que no pudiera alejarse más de quince metros de ella.
Para la cena su madre había hecho su plato favorito: chuleta de ternera con patatas fritas y setas.
— ¿Cómo te fue el día? — le preguntó su padre.
— Bien. Hoy he tenido clase con los dos grupos de quinto año, con uno de primero, otro de segundo y otro de tercero. — por segunda vez en ese día se sorprendió de lo cargada de emoción que sonaba su voz, aunque realmente no se sintiese así. La primera vez había ocurrido con Severus cuando le había preguntado por las clases. — Y ha aparecido un boggart en el armario de la sala de profesores.
Hope y Lyall intercambiaron rápidamente una divertida mirada, mientras que Teddy levantó la vista de su plato dónde se había dedicado a separar las setas de las patatas.
— ¡Oh! Los abuelos se conocieron por culpa de un boggart.
— ¿Y sabes que es? — preguntó Remus tratando de alejar la atención de él.
— Es una criatura que se transforma en lo que más miedo te da.
— ¿Y sabes que clase de criatura es?
— Umm...Eso no.
— Es un no-ser
— ¿Un "no ser"?
— En realidad no están ni vivos ni muertos. Aparecen de la nada y se alimentan de las emociones humanas.
— Ah. — Teddy bajó brevemente la vista de nuevo hacia su plato, pero casi al momento volvió a levantarla. — ¿Cómo os conocisteis pai y tú?
Hope sonrió ante la inesperada pregunta, mientras que Remus y Severus compartieron un rápida mirada.
— En Hogwarts, como estudiantes. — decidió contestar Remus.
— Puff, hace mucho tiempo entonces, como los abuelos.
— Pero nosotros no empezamos a salir tan pronto. — dijo Snape.
— Vamos a cambiar de tema antes de que la conversación aspire a uno no apto para niños. — optó Lyall por cortar. — Edward, ¿Aprendiste mucho hoy sobre pociones?
— Sí, aprendí que aunque un bezoar parezca un caramelo en realidad es una piedra que no sabe a nada.
— Sí, sin duda eso es lo más importante que debes saber sobre un bezoar. — masculló Snape, mientras Remus se reía por lo bajo.
El resto de la cena transcurrió tranquila y Remus agradeció que no hubiera más preguntas hacía él sobre las clases, principalmente porque se había pasado una buena parte de ellas hablando sobre los hombres lobo.
Ni siquiera sabía de dónde había reunido el coraje para hacerlo, antes de comenzar el curso había tenido más que claro que no tocaría el tema, salvo para los de quinto año y séptimo por si caían en los exámenes TIMO o en los EXTASIS, que Albus Dumbledore le comunicará ayer que el protocolo estaba cambiando, le sentó como si le echaran un jarro de agua fría por encima.
En unas pocas semanas tendría que lidiar con un desagradable supervisor, que no disimularía nada su odio ni su inquina hacia él. Estaba seguro de que en cuanto entrase por la puerta de su clase lo primero que haría sería preguntarle a sus estudiantes si su inútil profesor de defensa contra las artes oscuras les había enseñado a cómo matar a un hombre lobo.
Debería tratar de adelantarse a él en todo lo que pudiera, para cuando el supervisor apareciese los alumnos debían saber todo lo posible sobre los hombres lobo.
Una vez acabada la cena, Lyall hizo volar todos los platos sucios y los cubiertos hacia la cocina. Severus se levantó de su lado, pero Remus volvió a hacer que se sentase.
— No te preocupes, esta noche yo me hago cargo de lavar los platos.
Necesitaba algo de tiempo con sus propios pensamientos. Mañana de nuevo tendría que volver a repetir la misma charla ante las nuevas clases y estaba comenzar a dudar de que pudiera volver a reunir el coraje para hacerlo.
Tampoco había podido evitar sentirse melancólico a lo largo del día: en el comedor, en los pasillos y en las clases. En cuanto la gente se enterase de que era un hombre lobo huirían de él asustados y lo tratarían o con miedo o con desprecio.
Los únicos que continuarían comportándose como siempre con él serían las cuatro personas en Hogwarts que conocían su secreto: Albus Dumbledore, Mademe Pomfrey, Minerva McGonagall y Severus.
Lo único bueno que de momento había logrado encontrar en toda aquella situación era que por lo menos los alumnos estarían verdaderamente bien informados sobre los hombres lobo.
— El abuelo lo hace con magia.
La voz aguda de Teddy lo sacó de su espiral de pensamientos.
— Sería extraño que tu abuelo hiciera algo sin magia... ¿Quieres algo, cachorro?
— Pai envió-me a ayudarte a secar los platos.
— Querrá sacarles a tus abuelos que es lo que tanto tienes escondido. — dijo secándose las manos en la túnica.
Levantó a Teddy del suelo y lo sentó en la encimera cerca de él. Le dio un beso en cada una de las mejillas y le tendió un trapo.
— No eran semillas lo que escondí en la caja de zapatos. — confesó Teddy tras unos momentos en silencio.
— ¿No? ¿Entonces que era? — preguntó Remus mientras continuaba fregando en los platos con el estropajo.
Teddy miró muy serio hacia la puerta.
— Prometes que no se lo dirás a pai.
— Lo prometo.
— Era un caracol.
— ¿Un caracol?
— Sí, uno... Bueno primero cogí como diez, pero los abuelos descubrieron-me y solo me dejaron quedar con uno.
— ¿Diez? — Lupin parpadeó sorprendido ante el dato. — ¿Qué ibas a hacer con tantos? ¿Fundar una granja?
— No, iban ser mis mascotas y iba alimentarlos con mis verduras.
— ¿Y por qué no quieres que se entere pai?
— Porque me haría deshacerme de él. — dijo el pequeño haciendo un puchero.
— Entiendo...¿Y ya le has puesto nombre?
— Sí, se llama Jaime.
— ¿Jaime?
— Sí, tiene cara de Jaime, así que se llama Jaime.
— Teddy, no le puedes poner a una mascota un nombre de una persona.
— ¿Por qué no?
— Si conocieras a una persona llamada Jaime podría sentirse ofendida de que le hayas puesto su nombre a un caracol.
— Aah... Es como cuando el abuelo dice que dejéis de llamarme Teddy porque le suena a nombre de perro.
— No exactamente, Teddy es un apodo cariñoso de Edward.
— Ah. — comentó el pequeño mientras continuaba secando los platos. Se mantuvo pensativo por un momento y finalmente dijo. — Entonces lo llamaré Jai, con cariño Jaime.
— Creo que no lo has terminado de entender.
