Lily cerró la puerta de la pequeña casa en la que había crecido. Dejó la mochila con los libros en el perchero del recibidor y avanzó por el pasillo, llamando a Ginny.
— ¿Mamá?
— En la cocina.
Encontró a su madre sentada frente a la mesa de la cocina, con una carta entre las manos.
— Ey, ¿qué pasa? —preguntó, después de besarle la mejilla, sentándose junto a ella.
Ginny no le contestó, le tendió la carta. Era un sobre de color crema, muy fino, cerrado con lacre verde, con el sello de armas de los Malfoy.
— Vaya, no imaginaba a papá haciendo algo tan…
— ¿Pijo? ni siquiera es propio de Draco, así que imagino que es cosa de Narcissa.
— ¿No quieres abrirla?
La trenza pelirroja se movió al negar la cabeza y ponerse de pie para dirigirse al fogón.
— Tu padre llamó anoche, la fecha es para dentro de tres meses.
Observó a su madre moviéndose por la cocina, con los hombros ligeramente encorvados hacia delante.
— Mamá, ¿estás bien?
Sus padres llevaban separados desde que ella era pequeña, de hecho apenas tenía recuerdos de vivir los cinco en Grimmauld Place. Su madre había seguido con su vida, sin pronunciar jamás una palabra en contra de su padre. Pero tampoco les habían explicado nunca qué había pasado.
— No tienes que ir, si es demasiado incómodo…
Ginny se sentó de nuevo junto a su hija, con un gesto de determinación muy propio de ella. Tomó el sobre, que se había quedado sobre la mesa, y lo abrió. Extrajo la invitación con cuidado y la puso sobre la mesa.
— Estaré ahí, ya le dije a tu padre que iría.
Lily apoyó la mano en el antebrazo de su madre, para llamar su atención y que despegara los ojos de la invitación.
— Cualquiera entendería que no fueras, no sé como papá te ha puesto en esta situación.
— Lily…
— Es genial que ellos sean felices, pero no entiendo que te hagan sentir obligada a participar.
— Lily…
— Me parece fatal, voy a llamar a papá y le voy a decir que se relaje…
— ¡Lily Luna!
El uso de su nombre completo cortó la verborrea indignada de Lily lo suficiente para que su madre pudiera intervenir.
— Me alegro por tu padre y por Draco, y me enorgullece que después de tantos años me consideren su amiga y me inviten a su boda. ¿Acaso te he dicho alguna vez algo contra su relación?
Se echó hacia atrás en la silla y miró a su madre con los brazos cruzados sobre el pecho.
— No lo has hecho, pero tampoco nos has dicho nunca que pasó. Siempre he pensado que tanta cordialidad era por nosotros.
Ginny rio, una de esas carcajadas profundas tan propias de ella.
— Hija, si tu padre se hubiera comportado mal, créeme que yo no le habría protegido —le dijo, estirando el brazo para tomar una de las manos de Lily—. No pasó nada en concreto, simplemente no funcionaba, éramos más amigos que pareja. Y cuando le ofrecieron el puesto en Hogwarts lo vimos claro. Pero sigo considerándolo mi amigo.
— ¿Qué pasa entonces con la boda?
Por primera vez en sus diecinueve años, Lily vio a su madre ruborizarse avergonzada.
— Que tengo que encontrar una pareja.
