RACING SPONSOR
-Riesgo-
…
Soltó un suspiro, y miró a la mujer frente a ella.
Fijó sus plateados en los celestes ajenos.
Y se preparó para decirlo, para acabar con esa farsa de una vez por todas, porque no iba a aceptar ayuda de nadie, no iba a venderse para ser una marioneta de los privilegiados.
Entonces la mujer sonrió, como si le leyese la mente, o su determinación estuviese inquebrantable en su rostro.
Así que soltó la artillería pesada.
Lo notó en su rostro, como si hubiese tenido una carta bajo la manga desde el comienzo, y por lo mismo se vio callándose.
"Tenemos diferentes autos para ofrecerte, e incluso podrás probarlos todos para elegir el que más te guste para competir."
¿Qué?
Se quedó inerte, con la boca entreabierta, las palabras muriéndose en su garganta.
"¿Autos?"
Se vio preguntando, absorta, a lo que la expresión de la mujer se tornó divertida.
Se estaba divirtiendo a su costa, ¡Como le desagradaba esa gente rica!
"Hicimos una colaboración con una marca de autos de carreras, y sacamos modelos nuevos que no están aún a la venta, y sería bueno que salga a la luz cuando lo conduzcas, cuando tengas tu debut."
¿Iba a poder manejar un auto? ¿Un auto nuevo? ¿Escoger entre varios y quedarse con el que más le gustase?
Oh no, eso no podía ser verdad.
Si, iba a decir que no, por supuesto, pero ya le parecía ridículo.
La compañía le estaba ofreciendo a un don nadie tantas cosas, un equipo, un auto, cosas que no habría podido conseguir con esa facilidad, no, que solo años de esfuerzo le darían, y que tal vez lograría cuando estuviese mayor para competir.
No podía ser tan fácil, ¿No?
Apretó los dientes de nuevo, parándose erguida.
Se estaban burlando, y no iba a aceptarlo.
"Lo que me ofreces es ridículo."
"¡Ruby!"
Escuchó a su madre regañarla, pero no le prestó atención, ni la mujer lo hizo. Si, era su manager, pero al final, el trato era con ella, y ella debía decidir si aceptar o no, al final, en un año tendría el total control de su propia vida, y no necesitaría que su mamá se pusiese la máscara profesional a su lado, nunca más.
La mujer ladeó el rostro, curiosa, haciéndose la que no entendía, y se vio apretando aún más los dientes.
"¿Un auto? ¿Un equipo? ¿Me ofreces a tu propia hija? ¿Es en serio?"
Dio un paso adelante, pero la mujer ni siquiera se removió, debía estar acostumbrada a esas situaciones, no le veía otra razón para tener esa calma. Hacer negocios era su trabajo, eso lo tenía claro, pero le molestaba que mantuviese esa parsimonia, la hacía lucir a ella como que perdió los cabales.
Y de cierta forma los perdió
"¿Qué es lo que esperas de mí? Tu compañía es exclusiva, es elegante, bla bla, y pretendes marcar con tu logo a alguien que no cumple con los estándares y valores que pretendes mostrarle al mundo, y esa sin duda es una pésima decisión, e invertir tanto en mi hace lucir como que todo este trato es una estúpida broma."
Sentía que estaba en un mundo de locos, donde la única cuerda era ella.
¿Como una niña como ella podría pensar en eso, y no esas personas? Era estúpido. Iba a tirar toda la reputación que tenían en una niña malcriada. Eso era incluso peor que el trato que hicieron con Yang, mil veces peor, donde la compañía no perdía tanto, y, aun así, no pudieron soportar el comportamiento de su hermana, ¿Y eso? Era realmente ridículo.
Iban a tirar todo por la borda.
Entendía que quería que su hija empezara desde abajo, que administrase un equipo novato, pero había mejores candidatos. Y si, con su madre eran amigas, sí, sí, pero había un límite de lo que se podía hacer por amistad, de los favores que se podían hacer.
No lo entendía.
Ni lo que sucedía ahí, ni la amistad, enloquecía a las personas, no tenía duda.
Sintió la mano de su madre en su hombro, forzándola a retroceder, a detener su ímpetu, y odiaba cuando la alejaba de la pelea. No es que estuviese peleando, o sea, si, de alguna forma sí, pero es que no entendía lo que estaba pasando, no podía simplemente mantenerse al margen, y esa mujer rica parecía estar maquinando quien sabe qué plan.
"Ruby, al menos podrías intentar comportarte."
Su madre la miraba con cierta desesperación. Estaba bien pelear con un par de personas, con gente de un nivel más similar al suyo, pero no con su amiga, lo entendía, o sea, no lo entendía, porque nunca había tenido una cercanía así con nadie, para hacer algo por el otro, para tragarse su orgullo.
Y no quería hacerlo nunca.
Jamás iba a rebajarse de esa forma por alguien que no valía la pena.
"No puedo quedarme callada, nada de esto tiene sentido."
Su madre le iba a decir algo, pero escuchó una risa.
Ambas levantaron la mirada, la matriarca Schnee siendo la culpable, y se veía cordial y todo, pero no parecía lucir como una persona que se reiría así. Parecía haberse quitado la máscara de la jefa.
"Summer, te recuerdo que también tenías un pésimo comportamiento cuando eras más joven."
Oh.
Por primera vez en mucho tiempo, notó el rostro de su madre tornarse rojo, y rojo de vergüenza, de pura vergüenza.
Y verla así, le hizo soltar una carcajada.
Al fin alguien hacía callar a su madre.
De acuerdo, hacer eso le había hecho ganar un punto a su favor, ya no le caía tan mal esa mujer.
Los celestes de la mujer volvieron a los de ella, y volvió a ponerse tensa, pero rápidamente se fueron a los de su hija, quien se alertó, poniéndose firme, sus ojos determinados tras los anteojos.
"¿Qué es lo que queremos de Ruby?"
La mujer le preguntó a la chica, quien asintió.
Miró a la chica a los ojos, estos iguales a los de la madre, así como los propios eran iguales a los de su madre. Esta le dio una sonrisa algo tímida, sus celestes brillando, para luego pararse recta, luciendo un poco más como la mujer, su viva imagen, diferente, por supuesto, pero había algo en su aura, o como sea que se dijese, ¿La máscara de jefa?
Se vio tragando pesado, esperando a que la chica hablase.
Se tomaba demasiado su tiempo en hablar, la ponía histérica.
"Que ganes. Te vamos a proveer de todo lo que necesites, y lo único que te pedimos a cambio es que cada vez que entres a una pista, llegues en primer lugar."
Frunció el ceño.
No, no podía ser tan fácil.
Era rápida, muy rápida, y tenía el talento innato para mantener la velocidad incluso en las curvas, incluso en las peores situaciones, y cuando no había ganado, había sido porque el motor de su auto no era suficiente, no aguantaba su ímpetu, su euforia, su intrepidez.
Jamás llegaba en último lugar, nunca.
Pero debía haber algo más.
Algo que no estaba viendo.
"No pueden estar pidiendo solo eso. Están arriesgando demasiado para solo pedirme ganar, y no es que no tenga confianza en eso, porque soy rápida y tengo la habilidad necesaria para sobrepasar cualquier circuito, soy mucho mejor que muchos de esos vejestorios que están en las ligas mayores, pero, aun así, me sigue sonando extraño."
La mujer asintió, levemente.
"Si, es un riesgo, por supuesto. Eres joven, eres impulsiva, tienes un carácter muy fuerte, esa es la perdición de cualquier sponsor. Pero, a nuestra familia nos gusta los retos, nos gusta la dificultad."
Realmente estaban cometiendo un error.
Pero estaban determinadas, lo veía en sus ojos, como se lo estaban tomando realmente en serio, se estaban tomando en serio una locura semejante, y honestamente, también solía tomarse en serio las más grandes locuras que hacía con la intención de ganar, así que si, iba a estar igual de determinada.
Se vio sonriendo, sintiéndose emocionada, impaciente incluso.
Ya quería ver cuanto esa familia rica estaba dispuesta a perder, y cuanto ella misma estaba dispuesta a ganar.
"Si eso es lo único que esperan de mí, y estará solo eso en el contrato, entonces yo sería la estúpida por no aceptar. Si quieren tenerme, me van a tener con mis falencias, con mi actitud, y me van a odiar, se los aseguro, pero, no importa donde sea, siempre procuro llegar a la meta antes que todos los demás."
La chica se movió, llamando su atención, esta parándose firme, una sonrisa en su rostro, confiada, tranquila, tal y como su madre. Esta le ofreció la mano, ofreciéndole un apretón para cerrar el trato.
Y al final, iba a trabajar con esta de ahora en adelante, no con la madre, y de nuevo sentía que esa familia se estaba poniendo la soga al cuello. Los adultos no podían con ella, con su actitud, dudaba que esa chica pudiese.
Nadie podría controlarla, nunca.
Soltó un bufido, y se acercó, notando los centímetros que las separaban, esta siendo más alta que ella, y ahí acercó la mano a la de la chica, la cual era suave en comparación con la suya, y le dio un apretón, usando más fuerza de la que necesitaba, la chica notándose sorprendida, pero no retrocedió, calmada, su sonrisa sin vacilar en lo más mínimo.
Esa familia no era para nada como la suya.
Esa chica no se parecía en nada a ella.
Pero si sacaría tanto provecho, no podía quejarse tanto.
"Será un placer trabajar contigo de ahora en adelante."
La chica habló, su voz profesional, en calma, cordial, pronunciando cada palabra con cuidado, con lentitud, y de nuevo se sintió estresada, queriendo oírla hablar más rápido. Como sea, se vio soltando una carcajada, sin poder ocultar su emoción.
No tenía idea de cómo iba a terminar todo eso, y la idea de lo impredecible siempre la hacía sentir impaciente.
"Veremos por cuanto tiempo te dura esa calma."
Sonaba a amenaza, y si, quizás lo era.
No perdía nada, solo ganaba, y una parte de sí misma le daba ganas de presenciar el momento donde esa familia se arrepentía de tratar con ella. Y esa chica, sobre todo, que iba a trabajar con ella, debía ser la primera en dudar.
Se iba a aprovechar de esa familia.
Se iba aprovechar de esa compañía.
Y así, llegaría a la meta, como siempre.
…
Sentía que se le iba a salir la oreja.
Su madre estaba en un punto medio entre enfurecida y avergonzada, avergonzada de ella por supuesto, pero así eran sus hijas, tan impredecibles e impulsivas como sus padres. Habían heredado el peor comportamiento de ellos, aunque a su madre le molestase aceptarlo.
La miró de reojo mientras esta conducía de vuelta a casa, esta a las afueras de la ciudad, y podía notar en su rostro como quería quejarse más pero no podía, porque al final, había aceptado el trato. Si ahora tenía un sponsor, uno que le iba a dar todo lo que necesitaba para entrar a las grandes ligas, un auto nuevo, un equipo, y el respaldo de una compañía de renombre.
Dudaba que los autos que tuviesen fuesen realmente de calidad, considerando que era algo nuevo, que podría no haberse probado lo suficiente, sin embargo, estaba dispuesta a correr el riesgo.
Siempre corría el riesgo.
En algunos días tendría la oportunidad de ponerlos a prueba, buenos o no, esperaba que tuviesen un motor más potente que el propio, que claramente no estaba hecho para carreras, solo era un auto de ciudad común que empezó a arreglar hace ya años.
Solía saltarse la escuela o huir de eventos sociales para quedarse arreglándolo, o desarmándolo, o lo que sea que hacía a tan poca edad, sin saber demasiado, solía romper antes de arreglar, pero era una buena forma de aprender. Antes ni siquiera podía conducirlo, pero ahí estaba, con la mitad del cuerpo metido en el capó, llena de aceite y mugre, pero podía quedarse todo el día viendo esas piezas unidas, y más de una vez se llevó un regaño por que llamaban de la escuela para decirles que no había ido, y no podía fingir cuando estaba así de sucia, claramente haciendo notorio lo que estaba haciendo.
Pero le fascinaba.
Y esperó mucho para poder manejar, para poder subirse y acelerar a fondo, y para cuando llegó el día, ya había convertido la chatarra aquella de auto en uno decente, uno que la ayudaría a iniciarse en ese mundo.
Se sentía errado el cambiarlo, pero si quería que este estuviese listo para grandes carreras, necesitaría mucho dinero para hacerle los cambios necesarios, y en primera instancia, deshacerse de ese motor viejo. No lo iba a abandonar, al fin y al cabo, era su proyecto de vida, y había trabajado mucho para echar a la borda todo ese esfuerzo.
Le iba a dar una segunda vida, pero para eso, debía ganar, ganarse una reputación, debutar y ser reconocida, y así podría seguir adelante.
Esa chica Weiss la iba a llamar para reunirse y hacer una prueba con los autos, y ya quería hacerlo, ya quería que llegase el día, estaba impaciente.
Iba a patearle el trasero a todos.
Se los iba a demostrar.
