- ¡Inuyasha! - gritó, mordiendo la almohada, mientras sus manos apretaban los externos de esta y su cuerpo se bamboleaba al ritmo de sus estocadas.
Lo miró por sobre su hombro en el mismo momento en el que él extendía su cabeza hacia atrás, gruñendo. Cayó a su lado, observándola, emitiendo una sonrisa.
- ¿Estas seguro de que eres un chico normal? - preguntó, sonriendo.
- Es tu culpa - desvió la mirada a su miembro, el cual poseía un pequeño brillo, producto de la liberación de su compañera - Eres jodidamente deliciosa.
- ¿Si? ¿Tanto me deseabas?
- Te deseo justo en este momento.
Ella extendió su mano, acariciando su torso con las yemas de sus dedos, provocando que él desviara la mirada.
Maldición... un leve rose de su mano ya es suficiente para que quiera lanzarme sobre ella nuevamente.
Abrió ligeramente sus ojos en el momento en el que comenzó a acariciar su miembro, haciendo un suave vaivén, arriba y abajo. Giró, encontrándose con su rostro e inevitablemente besó sus labios, mordiéndolos levemente mientras su entrepierna se endurecía entre las manos de ella.
- Eso fue rápido.
- Ya te dije... - la beso - Eres la culpable - volvió a besarla.
- ¿Y que esperas? - susurró contra su oído.
- ¿Qué deseas? - sus labios se rozaban, mientras las caricias de ella aumentaban.
- Te quiero dentro.
- ¿De nuevo? - sonrió.
- Penétrame - murmuró contra su piel.
- Demonios, Kagome.
Se elevó, besándola apasionadamente, mientras la tomaba en sus brazos, y la colocaba contra la pared, volteándola, elevando sus brazos y jalando su cabello con su mano derecha, provocando que su cabeza chocara con su hombro y, con su mano izquierda, acomodaba su pene en su entrada, rozándolo contra ella.
- Con una condición - gruñó contra su oído
- Dime - gimió.
- Qué seas sólo mía.
- Te escucho.
- Yo, debo ser el único que pueda besarte - mordió el lóbulo de su oreja - Yo, debo ser el único que pueda tocarte - masajeó sus pechos con su mano izquierda - Yo, debo ser el único que pueda penetrarte - introdujo la punta de su miembro, emanando un suspiro de deseo - Yo debo ser el único, que pueda provocar tus gemidos.
- Acepto tus condiciones, sólo si tú, aceptas las mías - volteó, colocando sus manos en su torso.
- ¿Ah si? - sonrió, arqueando una ceja - Te escucho, pequeña.
- Yo debo ser la única que pueda probar tus labios - se elevó un poco, mordiendo su labio inferior, mientras avanzaba y él retrocedía - Mis pechos deben ser los únicos que puedan entrar en contacto con tu torso - se pegó a su cuerpo, aumentando el deseo de él - Yo debo ser la única que pueda sentarse sobre ti - lo empujó, lanzándolo a la cama mientras se subía, comenzando un vaivén sobre el tronco de su miembro, mientras él mordía sus labios, pasando sus orbes dorados por su cuerpo desnudo y sus manos apretaban las sabanas - Sólo mi calor puede abrazarte.
Colocó sus manos sobre la cadera de ella, elevándola sutilmente y volviendo a penetrarla de una sola estocada, generando un leve grito de su parte.
- No necesito a nadie más... ni deseo a nadie más, como te deseo a ti.
Se inclinó, apoyando sus dos manos sobre su pecho y acercando su boca a su oído.
- ¿Lo prometes?
Volteó, dejándola debajo de él, abriendo lo más posible sus piernas e ingresando completamente, mirándola fijamente a los ojos.
- Lo prometo.
Inuyasha
Me encantaría decirle que, de ser por mi, me casaría mañana mismo con ella, sin embargo, sé que me miraría como si fuera un idiota. No hay nadie más, no existirá nadie más, estoy seguro.
Demonios... su humedad me abraza completamente y aún así no es suficiente para calmar la sed de su cuerpo. Puedo ver como muerde sus labios, sin apartar la mirada de nuestros sexos, los cuales continúan unidos sin ganas de separarse, y eso provoca que mi miembro se hinche más, amenazando con terminar pronto. No es mi deseo, no aún.
Afuera, la música de la fiesta continua en un tono más bajo. No tengo idea de cuantas horas pasaron y la verdad, no me interesa, le dije que, cuando tuviera la oportunidad, la haría mía toda la noche, sin embargo, no contaba con que no me alcanzaría el tiempo para sentirme satisfecho, aunque, a juzgar por nuestros encuentros, tengo el presentimiento de que no habrá momento en el que deje de desearla, aun si acabo de tenerla segundos atrás
Dejo caer mi cuerpo sobre el de ella, besando profundamente sus pechos. Sus paredes me aprietan, puedo notar que esta por venirse de nuevo y estoy preparado para recibir aquel hermoso calor. Mi nombre en sus labios es exquisitamente delicioso, más aún cuando viene acompañado de aquel sonoro gemido y sus uñas clavándose en mi espalda. Ya no me contengo y me vengo con ella, escalando a sus labios, besándolos con todo el fuego que sigo sintiendo aún después de mi liberación.
Kagome Higurashi, si ya estaba loco por ti, después de esta noche, me has atrapado para siempre.
Kagome
No puedo dejar de mirarlo y, en mi defensa, es hipnotizante. La manera en la que su miembro se pierde en mi interior, la dureza que siento en mi cavidad, la suavidad y rudeza con la que se desliza en ella. Parece un sueño y, aunque suene tonto, el hecho de saber que está en este estado por mi, porque le gusto, porque me desea, es un golpe enorme para mi autoestima, en en buen sentido.
Sus ojos dorados me miran fijamente, pero no logro encontrarme con ellos, estoy cautivada con el acto que estamos realizando y todas las sensaciones que genera en mi. Perdí la cuenta de las veces que lo hicimos o de las horas que llevamos encerrados y, a pesar de eso, el fuego en mi interior no se apaga y, a juzgar por sus reacciones, él siente lo mismo.
Su torso me cubre completamente, mientras sus movimientos aumentan y y sus labios se aferran a mis pechos, aumentando el fuego que pide a gritos salir. Me aferro a su espalda sin miedo, sin vergüenza, sin restricciones, a sabiendas de que, muy probablemente, deje las marcas de mis uñas sobre su piel, pero sé que a él no le importara.
No puedo más, el delicioso acto me consume y grito su nombre, mezclado con un agudo gemido que no logro contener, segundos después, siento su liberación llenándome por completo y su boca abraza la mía, concluyendo que no hay vuelta atrás: Inuyasha Taisho, soy oficialmente tuya.
Entre mutuos jadeos, trataban de recuperar el aliento y ella comenzó a acariciar su espalda.
- Lo siento - murmuró, mientras él elevaba su cabeza, apoyando su frente en la suya.
- Deberás curarme las heridas - bromeó - Ya que eres la causante.
Una leve risa emanó de los labios de la castaña.
- Deberíamos regresar, ¿no crees? - pronunció.
- ¿Estas bromeando? - entrecerró sus ojos.
- Bueno... estamos en su cumpleaños, ¿no crees que se molestara?
- Es Miroku... te aseguro que no le importa, además, ¿Qué crees que diré si me das a elegir entre estar aquí contigo o ir a verlo?
- Supongo... que como buen amigo, querrías ir con él - respondió irónicamente.
- Cállate - la beso - O te follaré de nuevo - murmuró contra sus labios.
- Con gusto - respondió en el mismo tono
- Maldición - mordió sutilmente su cuello - ¿Qué me has hecho?
Una nueva risa emergió de sus labios, mientras comprendía el porque de sus palabras.
- Ni siquiera has salido - lo miró.
- Y, al parecer, no lo haré.
- Lo confirmo jajaja no eres un chico normal.
Se quedaron en silencio unos momento, mirándose a los ojos.
- ¿Qué ocurre? - preguntó Kagome, al notar que su miraba se modificaba, mientras acariciaba su mejilla.
Él cerró sus ojos cuando la palma de su mano, entró en contacto con su rostro.
- ¿Qué piensas... de nosotros?
- ¿He? - la sorprendió - ¿En que sentido?
- ¿Ves... un futuro... conmigo?
- Inuyasha... - murmuró, sonriendo y asintiendo - Por supuesto que lo veo...
Pudo notar como su pecho se relajaba, al mismo tiempo en que soltaba el aire contenido.
- Seré sincero - sus ojos comenzaron a temblar - Yo... sufrí mucho en el pasado, creo que pudiste darte cuenta - ella asintió - Sin embargo... cuando te conocí... algo cambió y, como te dije en la fiesta... desde ese día, no pude dejar de pensar en ti...
- Inuyasha...
- Cuando estoy contigo, me siento bien, me siento... feliz - hizo una pausa - Estando a tu lado, me siento completo, es como si, al pensar en mi vida, no necesitara más, es decir... mi familia, mis amigos, mi carrera y... tú - los ojos de ella se llenaron de lágrimas - Además de que... dios, el cuerpo que tienes y como te mueves en la cama...
- Inuyasha - sonrió, golpeando sutilmente su hombro para volver a abrazarlo.
- Eres todo lo que siempre soñé, Kagome - su tono se volvió serio - Y... te quiero a mi lado, para siempre - pasó su mano por el contorno de su rostro - ¿Quieres ser mi pareja?
Lo besó, suave y tiernamente, mientras acariciaba su nuca. Se apartaron unos centímetros, besando su frente.
- Claro que quiero - sonrió - Inuyasha, tú... me encantas... jamás, me había sentido de esta manera, ni me había atraído tanto alguien, como lo haces tú... pensé que era la única que se imaginaba un futuro juntos, pero... me alegra mucho, saber que tú quieres lo mismo.
- Kagome - murmuró, besándola nuevamente.
Rápidamente, sus manos descendieron, acariciando sus pechos durante un momento y finalizaron su recorrido en sus muslos, apretándolos sutilmente.
- Se siente grande, ahí abajo - sonrió.
- Será la primera... como pareja oficial - mordió sutilmente sus labios - La primera, de muchas.
Extra: Espía
- Jamás me dijo esas cosas... maldito bastardo - gruñó, con sus auriculares colocados, mientras escuchaba lo que sucedía en la habitación de aquella mansión.
Volteó rápidamente, al sentir aquella mano sobre su hombro.
- Abi - se quitó los audífonos.
- Yura - la miró, preocupada - ¿Qué haces? ya es muy tarde.
- No es nada...
Tomó el aparato, colocándoselo en sus oídos, mirando a su hermana con una expresión de sorpresa absoluta.
- Esa es la voz de Inuyasha...
- ¡Dámelos! - se los arrebató - Déjame en paz.
- ¡¿Qué demonios estas haciendo?! ¡Tu estas comprometida!
- ¡Argh! Ya me cansé de fingir ese maldito compromiso - lanzó las cosas sobre el escritorio de su habitación
- ¿Fingir? - entrecerró sus ojos - Yura, ¿Qué tienes en el rostro? Parece...
- ¿Un golpe? - sonrió - Pues, ¿Qué crees? a veces las cosas si son lo que parecen.
- ¿Tu novio te golpeó?
- ¡Él no es mi pareja! - gritó - ¡Maldita sea!
- Oye... espera, ¿de que demonios estas hablando? En la fiesta...
- ¡Mentira! ¡Todo fue una simple mentira! ¡¿De acuerdo?! - bufó, sentándose en su lugar - Bankotsu y yo sólo estamos trabajando juntos.
- ¿Trabajando?
- Abi, esta información podría costarte la vida, por lo que, es mejor que no la sepas.
- Yura... ¿en que te has metido?
- En nada que te incumba - volvió a colocarse los audífonos, sin embrago, rápidamente los lanzó - Maldición, están follando de nuevo...
Ya me harté de oír a esa zorra gritar el nombre de MI hombre.
- ¿Por qué espías a Inuyasha? O lo que es peor, ¡¿Cómo demonios llegaste a espiarlo?! - trataba de salir de su asombro - Por dios, tú lo abandonaste hace años
- Abi - la miró con furia en su mirada - Me estorbas, vete.
- Pero...
- ¡LARGO! - gritó, apuntando con el dedo la salida.
Su hermana apretó su mandíbula, entrecerrando sus ojos, al mismo tiempo en que volteaba y salía del cuarto.
La morena volvió a colocarse los audífonos, apretando los puños sobre su escritorio.
- Kagome - murmuró - Tienes suerte de que el joven Kyokotsu no logró instalar la cámara, de lo contrario, estaría en esa fiesta, asesinándote con mis propias manos...
Prefiero eso, antes que ver a Inuyasha dentro de otra mujer.
Extra: Enfermera del corazón
- Vaya, no duraron ni un segundo - sonrió la morena, observando a su amiga y al peliplata, subir por las escaleras.
- ¿Quieres hacer lo mismo? - preguntó su acompañante.
- Claro, si primero puedes probar que realmente me deseas - respondió, pícaramente.
El moreno acarició suavemente su muslo, al mismo tiempo en que clavaba suavemente sus uñas en su espalda.
- Yo deseo más que tu cuerpo, Kikyo - pronunció seriamente.
- ¿A que te refieres? - su sonrisa se desvaneció.
La miró fijamente a los ojos, al mismo tiempo en que acariciaba suavemente su mejilla, acomodando su cabello detrás de su oreja.
- Quiero... tu cariño.
- ¿Mi cariño?
Él colocó su mano en su pecho, sintiendo los latidos de su corazón, sin apartar su mirada.
- Yo te veo, Kikyo... tú, ¿puedes verme? - tomó la mano de ella, poniéndola sobre su pecho.
- Naraku - murmuró.
Acercó lentamente sus labios, rozando los de ella, quién rápidamente sujetó su cabello, manteniendo la corta distancia que los separaba.
- Dime la verdad - él sonrió, arqueando una ceja - ¿De verdad me quieres?
- Hm - rio levemente, acariciando su espalda, al mismo tiempo en que la besaba profundamente.
- No me respondiste - pronunció en mitad del beso.
- Lo haré... pero cuando sea mi deseo - sonrió, maliciosamente.
- No me agrada tu tono.
- Deberás acostumbrarte.
- Bien - se puso de pie, mirándolo - Entonces, tú deberás acostumbrarte a otras cosas también.
- ¿Debo preocuparme? - ladeo su cabeza.
- Tú eliges - sonrió.
Comenzó a caminar en dirección a la barra, mientras aquellos ojos fuego se encendían aún más al recorrer su cuerpo y la manera en la que aquel pequeño vestido, se ajustaba a su figura. Sentía el deseo de quitárselo, sin embargo ,quería saber cuál era el juego que la morena le estaba planteando.
Llegó a su destino, pidiendo un trago y sentándose en una de las altas sillas, girando en la dirección de él, fijando su vista en su mirada, mientras sonreía.
- Comprendo - susurró, pasando sus dedos por su barbilla.
Recibió el pequeño vaso, regalándole una sonrisa al barman, algo que no fue muy del agrado del joven. Supo de inmediato que quería que le demostrara que tan profundo era su interés en ella, además de cuanto podía soportar de la cercanía de otra persona.
Rápidamente un joven, vestido de superhéroe, se acercó, chocando su trago con el de ella y sentándose a su lado, con la intención de mantener una charla. El rostro de Naraku se ensombreció de inmediato, al mismo tiempo en que apretaba, ligeramente, sus puños sobre sus rodillas, pero se mantuvo en su lugar.
Los ojos castaños de la joven viajaban, de momentos, al rostro de él y sonreía internamente al notar su seria expresión. Pudo captar claramente las intenciones del joven a su lado, sin embargo, en ningún momento le dio alguna señal de que ella pensaba igual. Su charla terminó cuando pudo ver como éste miraba por sobre su hombro.
- No me interesa quien eres - murmuró el moreno - Pero te daré 10 segundos para que te alejes de la señorita.
- Pues a mi si me interesa, amigo, ¿Quién te crees?
- Su pareja.
- ¿Qué? - miró a la morena, quien sonrió ante su comentario.
- Disculpa, no tenía idea.
Se puso de pie, alejándose, al mismo tiempo en que Naraku se sentaba en su lugar.
- ¿Esto querías?
- Bueno... no era lo que esperaba, pero me agrada - bebió un sorbo - Dijiste que podías verme - tomó su mano, colocándola a la altura de su corazón - ¿Qué ves? - se quedaron en silencio unos momentos - ¿Me ves como una mujer?
- ¿Eres algo más que una mujer? - bromeó.
- Tú me entiendes - sonrió.
- Veo una mujer... frágil... una mujer segura - acarició su mejilla - Que puede ser destruida en un segundo y es por eso... que deseo protegerte.
- Si sabes que no lo necesito, ¿verdad? - arqueó una ceja.
- Sólo sé - se acercó, murmurando en su oído - Que quiero hacerte mi mujer.
- ¿En que sentido?
- En todo - besó suavemente sus labios - Viste como Inuyasha y Kagome fueron a la segunda planta... - sacó la pequeña llave de su pantalón - Tú eliges.
Ella tomó su mano, caminando hacia las escaleras, con la intención de recordar lo vivido en la fiesta de abogados.
Extra: Sólo amigos
- No sabia que te agravan este tipo de fiestas - pronunció Kohaku, bebiendo un sorbo de cerveza.
- No lo hacen - rio - Pero... cuando Kag me invitó y dijo que Sango vendría... no lo sé, pensé que seria buena idea, necesitaba divertirme.
- Bueno... para ser sincero, Sango fue quién me invitó y no podía no asistir, creo que Miroku será mi futuro cuñado - sonrió, mirando a los jóvenes, del otro lado de la pileta, saludando a más personas - Pero, cuando me dijo que tú vendrías... me sentí más seguro.
- Oh... - se sonrojó, desviando su mirada - ¿Por qué lo dices?
- No lo sé - rio - Pero, tengo más confianza contigo, además de que no conozco a nadie aquí.
Pasaron la mirada por todo la extensión del patio trasero, en donde, diferentes parejas y grupos de personas, bailaban al compas de la música, la cual pasaba de alocadas melodías a sensuales tonos que invitaban a las parejas a juguetear un poco.
- Y por suerte tú no eres como ellos - ambos rieron - Yo... no podría exponerme de esa manera.
- Comprendo, siento lo mismo... esto es demasiado extrovertido para mi.
Permanecieron en silencio durante unos momentos, bebiendo sus cervezas.
- Rin... ¿puedo hacerte una pregunta?
- Claro, dime.
- Tú... ¿tienes pareja?
La respiración de la castaña se detuvo en ese momento, al mismo tiempo en que sus manos mostraron un leve temblequeo. Podía notar el porque de su pregunta, sin embargo, le daba miedo lastimarlo o hacerlo sentir mal.
- No... no, no tengo, ¿tú?
- Tampoco - sonrió - No he... encontrado a la indicada... ¿Hay... alguien que te interese?
El peliplata, de ojos dorados, pasó por su mente en ese instante, pero, rápidamente lo quitó de sus pensamientos.
- No - suspiró - Y... a decir verdad... - pronunció sin respirar - No estoy interesada en tener una relación en este momento, es decir, hace poco que tengo este trabajo y... quiero disfrutar un poco de esta nueva vida, antes de pensar en compartirla con alguien.
- Es una pena - respondió, mirándola fijamente - Porque eres una chica muy linda.
- Gracias - sonrió, sin mirarlo e intentando disimular el calor de sus mejillas.
- Entonces, ¿te gusta trabajar con Kagura?
- Si - pronunció con sinceridad - Es... tan cálida y... hace que todo se vea tan fácil - elevó sus brazos - Tan diferente al último lugar en el que trabaje...
- Si, es verdad, ella sabe generar un gran ambiente de trabajo - bebió otro sorbo - Es por eso, que no comprendo porque contrató a Ayame... esa chica, es muy malhumorada.
Ambos rieron ante ese comentario.
- Es agradable cuando la conoces... además, sus habilidades con los documentos son muy necesarios, más en una firma de abogados.
- ¿Y Sesshomaru? - el cuerpo de la joven se tensó de inmediato - Da miedo, ¿verdad?
- Bu... bueno, si... es, intimidante, a veces - elevó su cerveza, para tomar un trago.
- Ustedes se llevan bien...
Escupió la bebida, mientras comenzaba a toser, tratando de recuperar el aliento.
- ¿Estas bien?
- Si... si, pero... me sorprendiste... ¿por qué preguntaste eso?
- Bueno...
Se encontraba ultimando detalles, asegurándose de que el auto llegara a tiempo, cuando en la pantalla de su celular apareció una llamada entrante, de un número de identidad reservada.
- ¿Hola?
- Kohaku.
- ¿Señor Sesshomaru? - se puso de pie, notablemente sorprendido.
- Kagura te envió uno de los autos de la empresa...
- S...si, bueno, eso creo... ¿sucedió algo?
- ¿Rin irá contigo?
- Si.
- No te apartes de ella.
- De... de acuerdo... pero, señor Sesshomaru, ¿está todo bien?
- Sólo protégela.
Cortó antes de que el joven pudiera realizar más preguntas.
- ¿Kohaku?
- ¿Qué? - la voz de la joven la regresó a la realidad.
- ¿Por qué preguntaste eso?
- Por... por nada, es decir, la señora me comentó, que el señor le había dicho que eras muy eficaz - mintió.
- ¿De verdad? - una sonrisa se formó en sus labios.
¿El señor Sesshomaru dijo eso de mi?
Pensó, tratando de disimular la alegría que le habían provocado aquellas palabras.
- Así es, por eso... supuse que tenían buena relación.
- Bueno... no hemos tenido mucho trato que digamos... pero, me alegra saber que realmente cree que soy útil.
- Es que lo eres... puedo notarlo, Rin - elevó su cerveza - ¿Un brindis por la eficiencia?
- Un brindis por la eficiencia - río, chocando su botella contra la de él.
Extra: Juego peligroso
Los ojos azules del moreno viajaban por el cuerpo de la pelirroja, quién bailaba como si fuera la única persona en la fiesta y, la realidad era, que ante sus ojos, lo era.
- ¿Vas a bailar así toda la noche? - sonrió.
- ¿Qué? - se acercó, tratando de escuchar mejor.
- Qué te ves bien bailando.
- Ajá - regresó a su mundo.
- Puedes bailarme, si lo deseas.
- No lo deseo - bebió un trago.
- Entonces, debiste venir con alguien más.
- Puedo buscarlo ahora, si lo deseas - sonrió, bebiendo otro sorbo.
- ¿Quieres jugar ese juego? - sonrió, arqueando una ceja - Yo también puedo buscar a alguien más.
- Suerte con eso...
- De acuerdo - se encogió de hombros, pasando por su lado - Veremos quién aguanta más.
La joven lo siguió atentamente, mientras él se acercaba a un pequeño grupo de chicas, susurrándole al oído a una joven rubia, quien rápidamente volteó, sonriéndole.
- Comprendo - apretó sus dientes - Si es lo que deseas...
Se dirigió a la barra, encontrándose con su mirada en el camino. Se sentó, observando fijamente en su dirección.
Koga hacía uso de todas sus habilidades de seducción y, a juzgar por la secuencia frente a sus ojos, le estaba resultando bastante bien, o eso demostraban sus sonrisas.
Ayame apretó sus puños al notar como él la rodeaba con sus brazos, acariciando la unión entre su cintura y su cadera, acercando sus labios a su cuerpo, el cual rápidamente fue rodeado por la joven.
- ¿Qué sucede preciosa? - preguntó un joven vestido de Batman - Tienes una cara fatal.
Perfecto.
Sonrió, girando su cuerpo en su dirección, mientras él se sentaba a su lado.
- Mi novio me abandonó - suspiró - Pero... dicen que no hay que por bien no venga...
- Quizás soy ese bien que necesitas.
- Quizás...
Desvió su mirada al moreno, quien estaba besando apasionadamente a la joven, mientras acariciaba sutilmente su trasero y ella apretaba fuertemente su cabello.
- Maldito bastardo - gruñó.
- ¿Cómo?
- Oh... no no, que es un maldito imbécil - sonrió - Pero ya no me interesa... puede irse al diablo.
- Vaya... pareces molesta de verdad - rio.
- Iré al grano - elevó sus manos - Estoy molesta y sólo quiero desquitarme, ¿subimos a uno de los cuartos?
- No creo que sea necesario.
- ¿Qué? - ambos giraron.
Koga...
- Lamento arruinar tu fiesta amigo, pero soy el "maldito imbécil" y vine a hablar con mi chica.
El joven pasó la mirada por ambos y, sin responder, se puso de pie, alejándose.
- No soy tu chica - frunció el ceño - Tu chica está por allá.
- No te preocupes por ella, sólo me preparó para ti.
- ¡Eres un imbécil! - gritó, poniéndose de pie, al mismo tiempo en que él la tomaba, sentándola sobre su regazo.
- Sólo te demostré... que si juegas con fuego, vas a quemarte... y tú te quemaste - sonrió, victorioso.
- No sé de que me hablas.
- ¿Eso es una lágrima? - pasó su dedo por su mejilla - Tranquila, ya estoy contigo.
- Definitivamente eres un idiota.
Intentó irse, sin embargo él la abrazó, aferrándose fuertemente a su cuerpo.
- Oye - murmuró - Lamento si realmente te dolió... pero, en mi defensa, estabas por ir a follarte a ese imbécil, sólo porque estabas enojada.
- ¿Y tú que pensabas hacer? - gruñó - Vi como la tocabas...
- Esperaba que fueras a golpearme.
- Confirmo, eres un idiota.
- Un idiota con el que te debes una charla - se alejó, mirándola a los ojos - Quiero saber el porque de esa lágrima.
- Pues, no tendrás suerte esta noche.
- Tal vez para hablar no - apoyó sutilmente sus labios sobre los de ella, mientras acariciaba su espalda - Ya que te enojarás si me llevo a otra chica a la habitación, acompáñame tú.
- Deberás hacer más que eso para compensarlo.
La besó, aferrándose a su cabello, profundizando aún más aquella acción, mientras abría sus piernas, sentándola completamente sobre él. Rápidamente el calor escaló por el cuerpo de la pelirroja, mientras por su mente rondaban las escenas de los encuentros anteriores.
- Puedo compensar lo demás en el cuarto - mordió su cuello, arrancándole un gemido.
- Te castigaré por lo que hiciste esta noche - pasó su lengua por sus labios - Lo prometo.
- Me lo merezco - sonrió.
Ella se puso de pie, tomando sus manos y caminando en dirección a la segunda planta, en dónde darían rienda suelta al deseo que los unía, sin embargo, los problemas se avecinarían más adelante para los dos.
Extra: Sólo ella
- ¿No le parece que hay demasiadas personas? - preguntó Sango, sentándose en una de las sillas, de las zonas más alejadas.
- Eso es lo que sucede cuando haces la fiesta con alguien tan popular - sonrió, sentándose a su lado.
- Es... un poco exagerado - pronunció mirando a la distancia como los demás bailaban y gritaban al ritmo de la música - ¿No debería estar con ellos?
- Prefiero estar aquí, contigo.
- ¿He? - desvió la mirada, sonrojada - ¿Prefiere estar conmigo que con todas esas hermosas mujeres?
- Eres diferente a ellas, Sango.
- ¿De verdad? ¿Por qué lo dice?
- Sólo lo siento - se recostó sobre la silla - Y, a juzgar por tu pregunta, quisiera saber el concepto que tienes de mi.
- Bueno... parece ser, una persona que... admira demasiado a las mujeres.
- Creo que sería demasiado hipócrita de mi parte negarte eso, sin embargo, tengo corazón - hizo una pausa - Y puedo diferenciar... el deseo de lo demás.
- ¿Puedo hacerle una pregunta?
- Claro.
- ¿Alguna vez se enamoró?
- Hm - sonrió ante su pregunta - La verdad... sólo fue una ilusión.
Entonces si sintió algo por alguien.
- ¿Y que sucedió?
- Nada - la miró, cerrando sus ojos, sin perder la sonrisa - Ese... fue el problema.
- ¿Su amor no era correspondido?
- Creo, que no es el tema esencial para una fiesta.
- Oh... tiene razón... lo lamento, no quería incomodarlo.
- Sango - tomó su mano - Nada que venga de ti puede ser incómodo - sus miradas se cruzaron - Yo lo lamento, si alguna vez te incomodé con mis actitudes.
Pero... contigo siento cosas que... no sé si quiero volver a sentir.
Pensó, sin decir nada al respecto.
- No... no tiene que disculpase... ¿quiere regresar a...?
- Sango - se elevó, arrodillándose frente a ella - Deseo quedarme contigo en este lugar, pero... si sientes que no es el momento de charlar, lo entenderé.
- ¡No! No, no... de hecho, me... siento bien, aquí.
- Eres la mujer más hermosa de la fiesta - besó su mano - Y me alegra, que me hayas elegido como tu compañero.
- ¿Qué cosas dice? - desvió la mirada, completamente roja.
Mi vida, la pongo nerviosa
Regresó a su lugar, dispuesto a charlar, toda la noche si era necesario, con la mujer que, sin aceptarlo, estaba cautivando su corazón.
