LENGUAJE DE AMOR

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Historia sin fines de lucro

• Advertencia de Rango de Edad •

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Akane dejó salir un último sonido gutural involuntario tras los largos momentos de sensaciones físicas, tuvo tiempo de abrir los ojos y acariciar la cara del hombre sobre ella, luego, tras un ronco gruñido por parte de él, sintió el peso de su esposo al desplomarse sobre su cuerpo.

Tenerlo sobre ella, no le parecía incómodo a pesar de los kilos de musculo que era él, dibujando una melancólica sonrisa le acarició la cabeza que descansaba sobre su pecho repetidamente, ordenando el despeinado cabello y despejándole el apuesto rostro hasta que él se apoyó en sus brazos, le dio un beso suave y se tiró a un lado para no aplastarla, la tomó de la cintura y la atrajo a su cuerpo reteniéndola con posesión piel con piel, ambos listos para descansar después de aquel encuentro apasionado que casi alcanza al amanecer.

- Ranma... - Lo llamó ella con la intención de decir algo, sin embargo, se contuvo, hace meses que no lo decía, le incomodada hacerlo a pesar de que su instinto le reclamaba expresar aquellas palabras.

- Mmm… - Respondió él haciéndole saber que la escuchaba aún. Akane tragó en seco aquel nudo de emociones que se formaban en su garganta y tras morderse la lengua para no hablar de más, respondió.

- Eh... buenas noches.

Ranma por un momento sintió una minúscula punzada de que "algo" faltaba, pero como estaba inmerso en las recientes situaciones y en su esposa en sí, casi instantáneamente lo olvidó, no contestó, pero en su lugar le dio un beso en la cabeza y en menos de un minuto su respiración profunda le hizo saber a Akane que estaba profundamente dormido. Aprovechando eso, la mujer fue poco a poco alejándose de él, si lo hacía rápido Ranma se daría cuenta e incluso en su inconciencia volvería a aferrarla a su cuerpo (aunque ciertamente en algún punto de la noche él volvería a rodearla como si la vida se le fuera en ello). Tras largos minutos, logró poner una almohada de por medio y darle la espalda; suspirando, cerró los ojos intentando no sentirse vacía y procedió a dormir.

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- Te has estado levantando más temprano de lo usual. - Acusó Ranma a su esposa cuando ella entró en la cocina aquella mañana. Mientras él aún permanecía con un pantalón de pijama dispuesto a comenzar a preparar el desayuno, ella llevaba un conjunto deportivo y estaba sudada, producto de la rutina del trote mañanero.

- Ehh... si... algo así. - Contestó buscando un vaso y sirviéndose agua.

- ¿Algo así? - El hombre volteó a mirarla dejando de lado su búsqueda en el refrigerador y se acercó a ella. - Al menos en la última semana, para las cinco de la mañana ya estás yendo a correr. - Había cierto reclamo en sus palabras, pero Akane sabía que si le preguntaba qué era lo que le irritaba de aquella acción, Ranma no le explicaría, solo esquivaría el tema o le terminaría diciendo algún comentario irritante, así que se ahorró la pregunta y solo excusó.

- He tenido algo de estrés, sabes que no puedo dormir demasiado, así que me levanto a trotar más temprano. - Sintió como la mano del hombre comenzaba a posarse en su cadera e inmediatamente esquivó el movimiento como si no se diera cuenta, fue hasta el lavabo y enjuagó el vaso antes de decir. - Hoy hay otra reunión con la asociación de dojos, se está decidiendo donde será la sede del próximo torneo juvenil regional, sería bueno que estuvieras presente. Al dojo le vendría bien que el evento fuese aquí.

- Akane, no deberías preocuparte por algo como eso, nos van a elegir, te estás sobre esforzando sin razón.

- ¿Pero si irás? - Volteó a verlo entrecerrando los ojos.

- ¡Si! ¡Si voy a ir! - Dijo a propósito en un tono odioso con una sonrisa de burla en la cara, de pronto se movió rápido hacia ella y casi la tacleó, la cargó en uno de sus hombros mientras ella se quejaba a gritos. - Se de una mejor manera de quitarte el estrés… mucho mejor que ir a correr. - Habló presuntuoso llevándola escaleras arriba.

- ¡No! ¡Ranma bájame! ¡tengo muchas cosas que hacer! - Se removió sin lograr nada, él hizo caso omiso a todo metiéndolos a los dos en la habitación que hasta hace seis meses había sido solo la alcoba de ella y ahora era de ambos. - ¡Ranma hablo en serio!

- Yo también... - dijo bajándola al suelo, la tomó de la cintura y comenzó a besarla apenas cerrar la puerta con el pie.

Akane se resistió al principio, luego cedió, él sonrió y comenzó a besarle el cuello acariciando todo lo que encontraba a mano del cuerpo femenino.

- Yo... - Reconsideró ella al verse conducida a la cama. - No... no puedo... será después. - Dijo intentando alejarse. - Ranma, ya... después... - Pero él no le hacía caso. - ¡Ya! - Le gritó y empujó cuando quiso despojarla de su suéter con todo y blusa en su desespero por continuar.

- Pero... ¿qué te pasa? - No sonaba enojado, más bien confundido. Dejó de intentar jalar la ropa y ella inmediatamente se alejó.

- ¿A mí? - Ella si estaba molesta y caminó arreglándose la ropa. - ¿Qué te pasa a ti? Te estoy diciendo que tengo cosas que hacer. Además, debes llamar a tus padres para saber si regresan hoy o tardarán más, si no lo haces temprano no te contestarán. - Se movió por la habitación tomando un cambio de ropa y salió directo a ducharse.

Ranma se quedó congelado durante unos segundos preguntándose que había hecho mal, esta era la tercera vez en la semana que su esposa le negaba intimidad, de hecho, la noche anterior le había costado varios intentos para que accediera; sabía que estaba estresada, pues desde que Nabiki se había ido a vivir a USA por trabajo hace tres meses, toda la carga del dojo estaba sobre Akane, ni hablar de Soun, él hace mucho que no ayudaba en nada, hace varios años le habían diagnosticado una condición cardiaca, nada grave, pero no podía tener ningún tipo de presión y lo habían deslindado de cualquier responsabilidad del dojo, incluso por lo mismo Kasumi se lo llevaba a su casa cuando sabía que habían temas importantes que discutir, para que no se preocupara; respecto a Genma y a Nodoka, quienes se habían involucrado en el funcionamiento del salón de entrenamiento moderadamente, ambos estaban de viaje y no tenían fecha de regreso; y propiamente hablando, él no era un apoyo para el salón de entrenamiento en nada que no fuera operativo.

Sin embargo, Ranma no creía que aquello fuese un impedimento para que Akane no quisiera estar con él, peores cosas habían sucedido y su vida de pareja no se había visto afectada, al menos hasta hace unos meses atrás; ella primero había estado menos receptiva a sus intentos, luego buscaba excusas que al final Ranma podía esquivar para convencerla, pero ahora, ella cada vez más seguido se irritaba con facilidad y declinaba directamente la petición amorosa... anoche, había sido la primera vez de la semana cuando en otros tiempos ese tipo de actividades las hacían a diario, e incluso aún más (por iniciativa de él sin impedimentos de ella)

Se dejó caer rendido sobre el colchón pensando que debía hablar con ella seriamente, pero si era sincero, le daba un poco de pudor enfrentar directamente estos temas, no se veía llegando a preguntar directamente "Oye Akane, ¿por qué últimamente pareciera como si no quisieras tener sexo? ¿ya no te gusta? ¿o solo es que estás empezando a perder el interés en mí?" Sacudió la cabeza intentando deshacerse de ese último horrible pensamiento.

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Dentro del baño, Akane se hundió en la bañera intentando no llorar, pero sin poder evitarlo más, sumergió la cabeza en el agua para no ser oída.

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- Akane, ¿está todo bien? - Le preguntó Tofu luego de recoger y lavar los platos de la cena y aparecer en el cuarto de su hijo, ella llevaba media hora meciendo al bebé sin percatarse que se había dormido casi de inmediato.

- ¿Qué? - Despabiló observándolo confundida.

- ¿Que si estás bien? - Repitió quitándole al bebé de dos años de los brazos.

- Si, todo bien... - Intentó sonreír, pero se notaba que mentía.

- Y si puedo saber, no pienses que te estoy corriendo ni nada, pero ¿por qué no te has ido? Ranma debe de estar esperándote en el dojo. - Habló curioso, desde la llegada de la joven hace algunas horas, había esquivado las preguntas.

- Bah... - dijo como restándole importancia. - Él salió a cenar con unos amigos suyos y no creo que regrese hasta tarde, por eso me auto invité aquí, no me apetecía cenar sola. - Explicó a medias.

- ¿Amigos eh? ¿ex compañeros de la escuela? - Dejó a su hijo en la cuna y se recargó contra una pared mientras Akane seguía sentada en la mecedora.

- No... salió con Ukyo y su esposo.

- ¿Y ellos no eran tus amigos también?

- ¡Que va! Al hombre lo conocí en su boda y Ukyo no me habla más que para lo necesario, después de que Ranma rompiera el compromiso con ella pareció perder interés en ser mi amiga.

- Seguro pensarás que soy un entrometido, pero tengo curiosidad, ¿no te invitaron o no quisiste ir?

- ¿Ambas? - Dijo con un poco de gracia. - No me invitaron, al menos no Ukyo, Ranma mencionó algo sobre la cena hace varios días, pero casi de inmediato me auto excluí diciendo que se divirtiera y que me trajera un postre si iban a otro lugar después del restaurante. La verdad me pareció algo incómodo, no tenía ganas de pasar por eso.

- Entiendo... - Asistió cruzándose de brazos. - Aun así, se me hace un poco extraño, no me lo tomes a mal Akane, pero... - Dudó.

- Adelante, di lo que tengas que decir, entre nosotros nunca ha habido tapujos. - Lo incitó, y era cierto, así como la mejor amiga de Ranma era Ukyo, su cuñado era su mejor amigo.

- Tu matrimonio con Ranma tiene apenas medio año, aún deberían estar en la fase de "luna de miel" en cambio... - Dijo con cuidado. - A mí me parece notar que poco a poco están más alejados, más bien... - Corrigió. - Es como si tú te estuvieras alejando, por ejemplo, en otro tiempo, incluso todavía de recién casada, era impensable que permitieras ir a Ranma con alguna de sus ex prometidas sin que hubiese un problema... incluso aunque Ranma rompió los compromisos hace más de un año, todas esas chicas hicieron lo que pudieron contra tu relación y contra ti; como tu cuñado, aun a riesgo de no mostrarme agradable, esas chicas, especialmente Ukyo, no me cae bien, te hizo pasar por muchos problemas.

- Pues... agradezco tu lealtad, pero ya pasó un tiempo y no creo que sea para tanto. - Habló sin más levantándose de la silla. Tofu la observó salir del cuarto, no le creía, su expresión no era sincera, estaba seguro de que el estómago de Akane aún ardía de solo recordar cómo Ukyo había acudido a la boda con un vestido entallado en color blanco y sin su (en ese entonces) novio alegando que estaba de viaje de negocios.

Tofu sonrió recordando como su dulce y tierna esposa se había tropezado justo antes de la ceremonia tirando "lamentablemente" la papilla de su bebé sobre el satinado blanco de la invitada, luego, Nabiki se había encargado de comunicarles que misteriosamente Ukyo se había perdido camino a la recepción.

Salió del cuarto de su hijo y encontró a Akane recogiendo sus cosas en la sala, Soun ya se había retirado a dormir y Kasumi había ido a ducharse mientras Akane se encargaba del bebé, que entrando en los terribles dos era casi incontenible, su pobre esposa seguro se habría quedado dormida en la tina.

- Akane, sé que algo no anda bien, si no quieres hablarlo conmigo está bien, pero deberías hablarlo con Ranma, todos los matrimonios pasan por altibajos y es importante aprender a hablarlo y resolverlo en pareja.

- No es nada Tofu. - Le aclaró sin mirarlo. - Ya sabes que Ranma y yo en lugar de altibajos tenemos colinas y pozos. - Comentó en chiste. - Pero estamos bien. - Luego salió de la casa, una construcción que aún seguían expandiendo en la parte trasera de la clínica.

- Permíteme llevarte. - Pidió el hombre. - Solo déjame ver si Kasumi...

- No, está bien, iré andando, ni que estuviera tan lejos. ¡Nos vemos! - Gritó saliendo rápidamente de la propiedad mientras se despedía con la mano.

- Tal vez la presioné de más... - Pensó en voz alta rascándose la nuca. El médico y su esposa estaban preocupados por el nuevo matrimonio Saotome, especialmente por Akane que cada día lucía más apagada.

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En lugar de caminar, Akane corrió hasta el dojo como si eso fuese su forma de desahogo, las últimas palabras de Tofu era lo último que necesitaba cuando solo quería olvidar sus problemas por un rato. Eran pasadas las diez de la noche e internamente deseaba que Ranma la estuviese esperando despierto, que le armara una escena por preocuparlo o algo parecido ya que no le había avisado que saldría, que la abrazara después de decirle que la... Sus pensamientos quedaron interrumpidos cuando notó un taxi estacionado en la propiedad. Primero bajó Ranma y amablemente ayudó a bajar a Ukyo, pagó el taxi y ambos entraron a la casa.

El estómago de la mujer se revolvió ante la horrible perspectiva, avanzó rápidamente hasta el portón que había quedado entreabierto y pasó su cuerpo con cuidado de no mover la pesada madera para evitar el ruido. Llegó hasta la casa y se recargó contra la pared sin importarle el frío de la época; dentro, cerca del genkan oyó a Ukyo.

- Eres tan amable Ranma. - La voz sonaba a sus oídos terriblemente empalagosa.

- No es nada Ukyo.

- ¡Claro que lo es! - Declaró con fervor. Suspiró antes de seguir hablando. - Dios sabe lo que haría si no te tuviera apoyándome, Ranchan... me siento tan mal... tan terriblemente sola... desde que papá falleció he sentido un gran vacío y Goro ha sido tan insensible. Ahora mismo siento que eres el único que me apoya y quiere. - Lloriqueó.

- Ehh... - Comenzó dudoso. - Tra... tranquila Ukyo. - Dijo suave.

- Porque si lo haces ¿cierto? ¿me quieres?, tu cariño es lo único que me sostiene en este momento.

- Si, claro... si, te quiero. - Agregó al final al notar como aferraba su mano y no podía zafarse. - Ya, ya, todo se arreglará. - Ella en lugar de soltarlo se abrazó al torso masculino llorando.

Akane abrió lentamente la puerta corrediza sin soportar más aquello, su carácter fuerte a punto de salir en un vómito verbal, sin embargo, se quedó muda al ver que estaban abrazados.

- Buenas noches, con permiso. - Los esquivó, intentando no llorar ahí mismo, su orgullo sosteniéndola de puro milagro.

- A-Akane... - Intentó llamarla Ranma, ella no se detuvo y siguió su camino hasta la habitación, cuando pudo soltarse de Ukyo, la siguió.

Intentó entrar, pero la puerta estaba trabada.

- Akane, abre por favor, no es lo que crees. - No hubo respuesta. - Akane. - Nada. - Maldición... - Dijo por lo bajo, reconociendo que había sido su maldita culpa al dejar que Ukyo lo abrazara. - Akane.

- No estoy dispuesta a hablar contigo hoy. - Se oyó desde dentro, no gritaba, pero Ranma la conocía, estaba furiosa.

- Espera, yo... - Intentó decir detrás de la puerta.

- No Ranma, si esperabas que este tipo de cosas siguieran sucediendo sin consecuencias después de casados, te equivocaste, vete e intenta madurar un poco, porque en esta ocasión, vamos a hablar cuando a mí me dé la gana.

Saotome sintió como se le cortaba la respiración, ella tenía toda la razón.

- Lamento causarte tantas molestias. - Ukyo estaba parada en el inicio de las escaleras y Ranma mentiría si dijera que no le dieron ganas de descargar su furia con ella, sin embargo, asumía la culpa y decidió solo continuar, no podía echar a su amiga a la calle a esa hora de la noche, así que...

- Te prepararé la habitación de invitados de la planta baja.

- ¿Planta baja? - preguntó confundida.

- ¿Algún problema?

- No, no, claro que no, pero no sabía que abajo tuvieran habitación de invitados.

- Hicimos algunas remodelaciones después de que el maestro dijera que no regresaría. Vamos. - Ranma se encaminó y ella tuvo que seguirlo, apenas llegar a la puerta corrediza de la habitación correspondiente, dijo. - En el armario encontrarás futones y mantas. Buenas noches. - Y se retiró sin más, sin ofrecerle algo para dormir ni ninguna otra cosa.

Ranma se encerró en la habitación de sus padres, se dejó caer en la cama que habían comprado luego de que él se mudara de habitación. Desde hace tiempo su esposa había estado más esquiva de lo normal y en últimos días más alejada, callada y al mismo tiempo irritable, las cosas habían estado tensas y ahora sentía que todo se había ido al garete, necesitaba desesperadamente hablar con Akane, pero no sabía cómo hacerlo, cada que habían tenido una situación difícil o mal entendido, Saotome se había dedicado a pedir una que otra tenue disculpa que era la única forma verbal que había aprendido a externar desde su llegada al dojo, dar alguna vaga explicación "técnica", y luego, sus acciones siempre habían sido suficientes para convencerla de seguir adelante.

Durante su adolescencia había sido así, cuando sus padres los comprometieron oficialmente y pusieron fecha a la boda también le había funcionado; incluso en su noche de bodas luego de ciertos incidentes, ese había sido su "modus operandi" con Akane y hasta ahora parecía haberle servido; ahora que sentía que su mujer se alejaba de a poco, sabía que necesitaba respuestas que no sabía si iba a poder conseguir con la técnica que hasta ahora le había funcionado, la verdad lo dudaba mucho.

- Mierda... - Masculló antes de enterrar su cara en la almohada.

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-. Ukyo tuvo una gran pelea con su marido en la cena… él le gritó que ni se molestara en regresar a su casa y que enviaría sus cosas por paquetería con tal de no verla… no podía dejarla en la calle… ella solo buscaba ayuda… - Había dicho Ranma al día siguiente de la desastrosa escena mientras Akane intentaba caminar al baño.

La mujer solo había asistido con la cabeza y su esposo había insistido que no era nada, ella no había respondido y había seguido su camino. Ranma por su lado, que esperaba una respuesta agresiva conforme a su estado de furia, pensó que era una ligeramente buena señal y había sonreído hablando sin parar de los planes que tenía para ese día, lo cual, la chica sabía perfectamente, era una forma de compensación; todo comenzó por un gran desayuno suministrado de variedad de alimentos; Akane ni siquiera había bajado a desayunar y Saotome supo que había arruinado todo de nuevo al permitir que Ukyo desayunara antes de marcharse.

- Puedes por favor abrir la puerta. - Insistió recargando la frente en la pared contigua a la puerta esa noche, tan desesperado como siempre había terminado insistiendo de nuevo sin esperar a que ella quisiera hablar. - Akane... - La llamó en un tono casi suplicante. - ¡Maldición Akane! - Perdiendo la paciencia, estrellando en el piso una bufanda que su esposa había visto en una tienda americana hace unos días y se había quedado deseosa de obtenerla, Ranma había ido a comprarla a medio día.

Ranma volvió a recargarse contra la pared sin preocuparse de levantar el accesorio rojo del suelo; la casa aún estaba inundada del olor a tonkatsu del restaurante favorito de Akane que había comprado hace casi dos horas y se preguntó si los panecillos de crema que había adquirido exclusivamente para ella ya estarían correosos después de la espera dentro de la caja plástica.

De pronto la puerta se abrió lentamente y por un momento pensó que ella lo disculparía, que se le había ablandado el corazón al verlo tan insistente y notar los detalles que había hecho por ella, incluso aunque le había prometido a Ukyo acogerla hasta que estuviera en condiciones, le había pedido disculpas y la había llevado a un buen alojamiento donde quedarse por el momento.

Rápidamente levantó la bufanda del suelo en un acto de arrepentimiento y se plantó frente a la puerta con una sonrisa apenada que se apagó al ver el rostro de ella que estaba completamente vacío de emociones.

- Akane... yo...

- He estado pensando mucho... - Lo interrumpió. - Creo que debemos separarnos.

- Pe... pero, ¿de qué estás hablando? - Casi por instinto, sin mirar lo que hacía, la bufanda cayó de sus manos cuando intentó tomar las femeninas, como si con tocarla pudiera salir de ese absurdo sueño donde Akane lo estaba dejando. Lamentablemente para él, ella se echó un paso atrás evitando el contacto. - No-no puedes estar hablando en serio... sobre Ukyo, te juro que... - Intentó decir apresuradamente.

- Ukyo solo es la gota que derramó el vaso Ranma.

- ¿Qué? - Sus ojos desorbitaron por algunos segundos pensando en lo dicho. - ¿Y me lo dices hasta ahora? - Susurró en un jadeo, pensando en todas las veces que se había planteado hablar con ella cuando notó pequeños detalles de su comportamiento. - Explícame. - Dijo firme.

- Ese es el problema. - Bajó la vista al suelo suspirando.

- ¡No estoy para tus juegos Akane! - Finalmente, sin más calma y sin importarle la constante huida de ella a su tacto, la tomó bruscamente de los hombros y la metió en el cuarto. - ¡Explícame que es lo que está mal! - No solo frustrado con ella, también enojado consigo mismo, si hubiera tenido valor para hablar con su esposa antes de que todo estuviera tan mal, esto no estaría pasando...

- ¡¿Por qué siempre tengo que ser yo?! - Gritó liberándose de él. - ¡Yo tengo que poner todo en palabras mientras tú esperas sentado que nuestro matrimonio "fluya" y se base en algo físico! - Explotó por fin.

- ¿Qué sig...

- ¡Nunca puedes comunicarte como un adulto! ¡nunca puedes decirme textual y literalmente que es lo que te molesta o lo que te agobia! ¡Todo lo tengo que adivinar de tu comportamiento!

- Yo no... - Intentó hablar para defenderse un poco, pero ella no lo dejó.

- ¡Ni siquiera sé si me amas! - Vociferó lo peor de la situación, después de tanto tiempo dándole vueltas al asunto, por fin lo había dicho.

Por un momento Ranma se quedó pasmado, y cuando por fin pudo procesar aquello, contestó con furia.

- ¡Eso es estúpido! - Le tomó de la muñeca y la jaló a su cuerpo, abrazándola con angustia. - Lo sabes muy bien, yo... - Intentó hablar con más calma. Entonces la oyó llorar contra su pecho. - Porqué lo sabes, ¿verdad? - Insistió aferrando su mano entre los cortos cabellos azules.

- No... - se oyó quedamente y eso le partió el alma a Ranma, ¿acaso no se había esforzado lo suficiente para hacérselo notar? - Cuando éramos adolescentes lo justifiqué pensando que eras muy tímido para expresar tus sentimientos, que el miedo te ganaba al pensar no ser correspondido, como yo... intenté ver el lado bueno de las cosas, exaltando todas las veces que te preocupabas por mí, todas esas veces que me salvaste... - Se comenzó a alejar de él de poco a poco y Ranma estaba tan concentrado tratando de entender aquello que sus brazos habían perdido casi completamente la fuerza, cayendo laxos a sus costados.

Akane caminó a la cama y se sentó en ella, no pudo contenerse más y lloró, lloró todo lo que no había llorado en la noche pensando en que hacer. Se tapó la cara con las manos y Ranma caminó hasta sentarse a su lado, ahora sin confianza para abrazarla.

- Pero cuando lo pienso ahora... - Siguió hablando aun llorando. - Solo puedo ver a un muchacho obligado por sus padres que se volvió amigo de su prometida más débil. Porque yo era a la que más atacaban las demás, por eso tenías que salvarme más... pero nunca tuviste reparo para ir detrás de quien lo necesitara, así que eso no me hace diferente a las demás... - A este punto ella hablaba como si lo hiciera consigo misma, recitando todos esos pensamientos que había tenido y aumentado a lo largo de esos meses de matrimonio y había sido muy cobarde para expresar, muy cobarde para perder a su marido... hasta ahora.

- No... yo... - Dijo él y ella le dio la oportunidad de hablar, aún con la esperanza de que él admitiera algo que le hiciera confiar nuevamente en ese supuesto amor. - Siempre fue diferente entre ellas y tú, entre cualquiera y tú... tú lo sabes Akane. - Remarcó.

- ¡No lo sé! ¡Te estoy diciendo que no sé! - Perdió los estribos, se levantó y abanicó sus brazos con frustración. - ¡Aun ahora, ni estando en esta situación, cuando nuestro matrimonio se está yendo al diablo puedes decirme que me amas!

- No-no soy de palabras... eso...

- ¡Eso lo he sabido siempre! - Recriminó. - ¡Y no te estoy pidiendo que me des una gran declaración de amor como otros cientos lo han hecho! - Atacó al orgullo masculino con esa frase. - ¡Solo necesitaba oír al menos una vez que me amabas para saber que lo que sentías por mí no era responsabilidad, ni amistad, ni lástima o interés! ¡UNA SOLA VEZ! - Lloró más fuerte mientras gritaba. - Algo que... - Hipó entre palabras bajando cada vez más el tono. - No pudiste hacer ni siquiera cuando la boda era inminente, ni ante el altar o en la fiesta de bodas... ni siquiera en nuestra primera vez, cuando yo me pase prácticamente toda la noche recitando como idiota que te amaba... al menos hubiera esperado un "yo también", pero no hubo nada... tampoco en estos meses que he estado intentando convencerme de que hacemos el amor... tu no dices nada... ni siquiera notaste que dejé de decírtelo... - Su voz se apagó definitivamente mientras sus lágrimas seguían cayendo.

Ranma retuvo la respiración, si, si lo había notado, no de forma realmente consciente, pero si lo había notado, cuando el silencio de ella se volvía mayor, cuando él la besaba y Akane se mordía los labios antes de seguir con sus actividades, cuando hacían el amor y ella prefería taparse la boca y al terminar contenía sus palabras, ahora sabía que era lo que faltaba en esos silencios, y lo más increíble y a la vez estúpido según su forma de pensar, lo extrañaba, extrañaba que ella dijera que lo amaba.

Agitó la cabeza sin decirle lo que pensaba, ¿qué caso tenía aclararle aquello ahora?, entonces contestó.

- Pensé que te lo demostraba cada día... con mis acciones. - Dijo lentamente después de un considerable tiempo en silencio. - Pensé que la intimidad entre los dos hablaba por si sola... para mí lo hace... - Se levantó lento queriendo abrazarla y demostrar su punto. Todo su cuerpo temblaba de miedo a perderla, ni siquiera podía decir "hacer el amor" sin sentir cierta incomodidad ante las palabras "cursis", y rogaba porque ella no lo notara, pero Akane a estas alturas todo percibía, se le había plantado en su cabeza la idea de que si Ranma no lo había dicho al menos una vez hasta ahora era porque todo constaba de una mentira bien armada.

- Para mí solo significa que tienes necesidades físicas que no satisfaces en otro lado porque diste tu palabra, no porque me ames; así que básicamente eso me convierte en tu pu...

Ranma la besó con furia, no podía creer que ella pensara semejante barbaridad, ella accedió a mover sus labios, le permitió ser besada incluso profundamente, y cuando él la cargó hasta la cama, ella se dio el lujo de abrazarse a su esposo con ansias, como cuando todavía tenía esperanza, cuando aún creía que todo era por amor.

- Me... me cuesta mucho... - Le aseguró de nuevo con la respiración entrecortada mientras le sacaba la ropa. - Akane... - Suspiró al contacto de los besos de ella sobre su cuello. - Decirlo... no soy esa clase de hombre... pero...

Akane paró lo que hacía regresando a la realidad.

- Pero a ella si se lo dijiste. - Sentenció, no solo para hacerle ver ese punto que la había hecho reventar, sino sentenciando con ello el fin de todo, notando que él ni siquiera hacía el esfuerzo de decírselo, a sus oídos solo estaba intentando justificarlo.

- ¿Qué? - Dijo desorientado, separándose para verla a los ojos.

- A mí, a tu esposa, no puedes decirle lo que "sientes" en palabras. - Lo atacó duramente con sarcasmo. - Pero a ella, que se supone que solo es tu amiga, le dijiste que la querías.

- ¡Es diferente! ¡Ella me presionó! - Comprendió al instante de lo que hablaba y gritó. - ¡Solo era para que dejara de insistir! ¡Ni siquiera lo dije realmente en serio!

- Yo llevo... llevo meses esperando... tratando de entenderte... pero tú no me entiendes a mi...

- Akane, ¡yo te... - Su valor había llegado demasiado tarde.

- Se acabó. - Lo empujó interrumpiéndolo, se levantó de la cama y comenzó a acomodarse la ropa que le quedaba sobre el cuerpo, se volvió a poner la blusa y los jeans, se echó un bolso mediano al hombro que al parecer había preparado antes y salió de la habitación.

- ¡Akane! - Le gritó cuando salió de su estupor al oír la puerta de la entrada de la casa cerrarse.

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- ¿Akane...? - La llamó Nodoka al abrir lentamente la puerta. Hace tres días ella y su esposo habían llegado justo en el momento cumbre de los gritos de Ranma y Akane, se habían quedado callados para no generar incomodidad e incluso la mujer había arrastrado a su marido a dormir a un hospedaje cercano para darles privacidad. Sin embargo, al regresar a la mañana siguiente, se habían enterado de que su nuera había huido.

- Mamá... regresaron... - Al llamarla de esa manera se sintió un poco incómoda dadas las actuales circunstancias. Nodoka terminó por empujar la puerta de la habitación y entró.

- ¡Oh querida! ¡Hemos estado tan preocupados por ti! - La abrazó. - ¡Ranma está vuelto loco! De hecho, ahora mismo está en casa de Kasumi intentando rastrearte, ellos tienen la sospecha de que te fuiste con Nabiki. - Se separó y le frotó los brazos.

- ¿En Estados Unidos? ¡qué va! - Intentó sonreír. - Solo tenía unos pendientes con la asociación de peleadores y fui a Osaka. - No era del todo mentira, pero el viaje solo era de entrada por salida, no de tres días, sin embargo, no estaba dispuesta a revelarle a su suegra la verdad de su huida.

- ¿Osaka eh? - La observó notando las prominentes ojeras de la chica y la condujo a sentarse. La cama estaba tendida con apenas unas sábanas en color blanco y una sola almohada, desde la partida de Nabiki nadie se había dado tiempo de convertir la ahora vacía alcoba en algo más acogedor. Al rededor, por aquí y por allá, había pertenencias de Akane, como si se estuviera mudando de habitación. - ¿Piensas quedarte aquí?

- Yo... han sucedido algunas cosas... - Dijo mirando alrededor, no tenía planeado que nadie interrumpiera su cambio de alcoba, no quería dormir en la misma habitación que Ranma, había pensado en la idea de sacarlo a él, pero tampoco tenía el valor de manipular las cosas de su esposo sin ponerse a llorar, menos aún quería confrontarlo de nuevo, por ahora lo evitaría todo lo que pudiera, aunque estuvieran en la misma casa. - Pensé... que no había nadie en casa... - Trató de cambiar de tema. - ¿Fuiste al mercado? ¿Y el tío Genma?

Nodoka viendo que no tenía más opción habló sincera.

- Yo... espero no vayas a molestarte... no fue adrede... escuchamos parte de la pelea que tuviste con Ranma...

- Oh... - Fue la única expresión oral que tuvo de la chica. - No te ofendas, pero... no quiero hablar de ello.

- Solo quisiera...

- Por favor... esto ya es lo suficientemente difícil para mí como para... - la voz se le atoró en la garganta y tuvo que respirar profundo para no llorar.

Nodoka la abrazó por los hombros y la muchacha no resistió más. Ciertamente no lloró desesperadamente como lo había hecho en la soledad del hotel en Osaka, pero los brazos de la mujer que la envolvían tenían cierto confort que no encontraba en ningún otro lugar.

- Cariño... - La llamó después de un tiempo prudente, cuando se había tranquilizado al menos lo suficiente para dejar de sorber por la nariz.

- De verdad, no quiero hablar del tema. - Habló de inmediato.

- Yo... - pensó en como abordaría el tema sin ser tan evidente y que Akane bajara la guardia lo suficiente, realmente inmiscuirse en asuntos de pareja podía resultar infructífero, pero de no hacerlo el cargo de conciencia no la dejaría en paz, al final de cuentas, esto era en parte su culpa.

Nodoka meció un poco más a la chica solo acariciando su cabeza, y cuando la notó más calmada, habló de nuevo.

- Recibí una gran suma de dinero y algunas propiedades... - Comenzó la señora. Akane contuvo la respiración cuando la culpa la golpeó, el asunto de Ranma la tenía tan absorta que había olvidado completamente preguntarle a su suegra como le había ido en su viaje.

- Yo... lo siento mamá... - Dijo separándose de ella y tomando su mano, no solo por haber olvidado preguntar, sino también porque si Nodoka había recibido su herencia, significaba que el padre de ella había fallecido.

- Lo aprecio. - Dijo con una sonrisa nostálgica palmeando la mano de su hija política. - Sabes... mi padre era un hombre muy duro, no mostraba sus emociones bajo ningún concepto, sus únicos gestos visibles eran los que hacía al afrontar algún negocio o cuando yo o mis hermanas hacíamos algo mal y a veces, solo a veces cuando blandía su katana.

- ¿Él era malo contigo? - Preguntó preocupada.

- Pudo ser peor... era muy estricto y creía fervientemente que una mujer no debía ser marcada corporalmente o su esposo no la querría, así que, en lugar de castigos físicos, nos aislaba en nuestras habitaciones por varios días. - Ella miró a la nada como si recordara aquel tiempo. - No podía salir bajo ninguna circunstancia, no me daban comida y solo me llevaban un vaso de agua al día.

- Que horrible... - Habló sin pensar de solo imaginarse aquello.

Hubo un silencio algo largo, Nodoka perdida en sus memorias y Akane esperando consideradamente que ella hablara sin presiones.

- Mi padre siempre quiso tener un heredero varón, por eso se unió en más de 9 ocasiones a diferentes mujeres, al menos hasta donde yo pude ver, sin contar las anteriores a mi nacimiento y las posteriores a mi retirada, pero de ninguna unión obtuvo ninguno, alguna vez una de sus mujeres mencionó que era un karma, y debió serlo para haber concebido 18 hijas que fue a las que pude contar estando en su casa estos días.

- Pero... ¿y las mujeres de las que se separó? ¿ellas se iban? ¿qué pasó con tu madre? ¿y tus hermanas? - Cuestionó sus dudas sin comprender muchas de las cosas.

- Bueno... yo fui la sexta hija, a mi madre la recuerdo muy poco, mi padre se separó de ella cuando nació mi siguiente hermana, cuando le dijeron que era otra niña y decidió que mi madre era infructífera como sus anteriores parejas que también le habían dado solo niñas; cuando eso sucedió, yo tendría unos dos años... luego de eso, él permitió que siguiera visitándonos ya que no la dejó llevarnos, pero un día ella no apareció, yo tendría unos cinco años; cuando era joven solía pensar que probablemente ella se había cansado de ser tratada como una sirvienta que visitaba la casa y ver a las nuevas mujeres de papá, pero ahora... ya no estoy tan segura... supongo que nunca lo sabré.

- ¿Nunca la buscaste?

- No... estaba tan ocupada sintiendo miedo de mi padre que incluso cuando hui me concentré en esconderme de él, era impensable para mi querer regresar a buscar pistas sobre mi madre si eso significaba volver a estar "apresada".

- ¿Entonces él no quería que te casaras con el tío Genma?

- ¡Lo odiaba Akane! - Dijo casi con gracia. - Genma llegó al pueblo a hacer diabluras, tenía a los lideres de la comunidad tras él y en venganza destruía cada vez más cosas. - Akane negó con la cabeza, típico de su tío.

- ¿Cómo terminaste casada con él entonces?

- Me secuestró. - Dijo con simpleza.

- ¡¿Qué?!

- La marabunta de hombres que lo querían muerto lo acorralaron y se metió a las tierras de mi padre, se escabulló en la casa y buscando un escondrijo dio con mi cuarto; yo estaba en un sueño muy profundo, él pudo incluso haberme hecho daño, pero en su lugar, pensó que era algo así como una cautiva política, ¿y cómo no iba a hacerlo? llevaba días sin comer, estaba muy débil y no despertaba, además llevaba ropa vieja porque todos los lujos me habían sido retirados. Cuando desperté estaba en sus fuertes brazos mientras corría a los límites de la propiedad.

- Pero... ¿le explicaste y no te dejó regresar?

- Más o menos... es decir, cuando le dije quién era y qué era lo que me pasaba, él se lo pensó y me retuvo durante tres días con la excusa de alimentarme debidamente. - La señora hablaba de manera soñadora como si aquello fuese una película romántica.

- ¿No estabas al menos asustada o algo así?

- Al principio... después no tanto, Genma fue muy considerado.

- ¿Qué pasó después? - Preguntó interesada Akane.

- Me regresó a casa por la noche, pensé que no volvería a verlo, pero regresó cada día a llevarme comida a escondidas.

- ¿Y tu padre? ¿no se enteró?

- No hasta que fue demasiado tarde. Yo tenía casi diez y seis años, sabía que mi padre había concretado un matrimonio para mí como con mis otras hermanas que ya estaban casadas, sabía que era un hombre que al menos me doblaba la edad y eso sí que me atemorizaba, así que cuando un día apareció Genma diciendo que se iría del pueblo y que si quería podía irme con él, no lo pensé mucho.

- Así que solo lo hiciste para escapar.

- No en realidad, tú tío me hacía sentir cosas que no entendía, en ese entonces no sabía nada del amor, la única referencia que tenía sobre ello eran las uniones fallidas de papá, y papá nunca fue muy amable con sus esposas... ni con sus hijas. Genma por su lado me mostraba tanta amabilidad, era muy atento y su preocupación por mí se notaba que era real. No sé si en ese momento era amor, pero definitivamente se convirtió en ello en los dos años siguientes que viajé con él, nunca intentó nada conmigo hasta que yo le di la señal de querer avanzar un poco.

- ¿Tú padre no te buscó?

- Supongo que sí, pero estábamos muy lejos de él. Después de irnos nunca volví. Solo en una ocasión intenté comunicarme por carta con una de mis hermanas, la que también era hija de mi madre, pero ella me respondió que papá me había repudiado y que era mejor que no volviera a contactarla o le ocasionaría problemas. Me entristeció un poco, pero preferí concentrarme en mi embarazo, para ese entonces tenía diez y nueve años y era mucho más feliz de lo que había sido en toda mi vida.

- ¿Nunca supiste nada más de ellos?

- No hasta ahora que sorprendentemente me citaron, ni siquiera sé cómo me encontraron; mi padre quería verme por última vez, eso sí me sorprendió, incluso más que mi mención en su testamento.

- ¿Qué te dijo?

- No mucho, si en el pasado no decía demasiado, menos aún ahora siendo un anciano de más de cien años. En realidad, yo esperaba que me reprochara haberme ido, pero solo me pidió que me sentara junto a la cama y le contara mi vida. ¿Sabes de que me enteré? Ranma es su único nieto varón, mis demás hermanas solo tienen mujeres.

- Vaya...

- ¿Sabes por qué te cuento esto? - Akane la miró algo desorientada, pensaba que su suegra quería platicar de aquello, no que hubiese una razón, así que negó lentamente con la cabeza. - Mi padre nunca mostró sentimiento alguno por mí, respecto a mi madre, tengo solo la sensación de que me amaba, pero no más que eso; por obvias razones las parejas de mi padre en el mejor de los casos fueron corteses con las hijas que ya existíamos, pero la mayoría siempre fueron groseras y hasta maliciosas, así que cuando digo que no sabía que era el amor, lo digo en serio, no hasta que conocí a Genma, su manera de tratarme me hacía sentir especial y protegida, yo no esperaba más que eso, pero aun así, siguió sorprendiéndome al convertirme en su esposa legalmente, cosa que no esperaba porque pensaba ser una cónyuge, eso lo aprendí de las relaciones de mi padre. ¿Y sabes cual fue el momento cumbre de nuestro amor? - Preguntó tocándole la cara. - Mi bendecido hijo.

Akane sonrió conmovida, nunca le había querido preguntar demasiado a Nodoka sobre su vida para no incomodarla, y Nodoka tampoco había hecho el intento de decírselo ni siquiera a Ranma, simplemente desde su regreso a la vida de su hijo, ambos se habían comportado como si todo comenzara desde ese rencuentro, como si todos los años perdidos no hubiesen existido y eso había funcionado para su relación madre-hijo, porque no había explicaciones confusas, no había incomodidades ni preguntas extrañas, solo dejaban las cosas "correr".

- Mi relación con Genma funcionó porque yo no sabía amar, y él a su torpe manera me enseñó lo que él sabía y eso para mí fue más de lo que alguna vez soñé; y mi hijo... es tan parecido a nosotros, eso fue lo que le enseñó Genma e incluso la forma en la que yo me muestro con él, y lamento tanto que tengas que sufrir por ello. - Confesó.

- Ma-mamá... yo... yo no... - intentó decir algo que no terminaba de comprender, pero que poco a poco iba analizando.

- Yo puedo expresarme con palabras en este momento de mi vida, por ejemplo, podría decirle a Ranma que lo amo, pero no creo que él necesite oírlo, él siente mi amor a través de cada comida, de cada vez que me ocupo de alguna necesidad de la casa con esmero para él e incluso para ti, cuando le compro alguna golosina o cuando en alguna ocasión acaricio el fleco de su frente. - Habló haciendo lo dicho como si lo estuviera haciendo con el chico. - No necesito palabra alguna para hacerlo, pero también entiendo... - Cortó su frase pensando en las palabras correctas, luego suspiró continuando. - Cuando Genma decidió llevárselo de mi lado, aunque me dolía mucho, ambos queríamos lo mejor para él... y para ambos fue un acto de amor esa decisión.

Akane la miró un poco confusa en este punto, de pronto aquellas últimas palabras no terminaban de ensamblarse en su cabeza.

- Lo entiendes, ¿cierto? Lo veo en tu cara, comprendes mi punto, pero apuesto a que nuestras decisiones no van contigo... y con Ranma tampoco, ya no.

- ¡No te juzgo de nada! - Aclaró de inmediato Akane y ella asistió con una sonrisa comprensiva. - Pero... yo no podría...

- Algunas veces me pregunto cómo hubiese sido mi vida si no hubiera conocido a Genma. - Continuó levantándose y yendo hacia la ventana, observando como caía lentamente la nieve. Akane no la interrumpió, pero se preguntaba porque ella iba de un tema a otro sin más. - Te imaginas... que mi vida hubiera sido como las de mis hermanas mayores, sus maridos eran ya señores, algunos ya de la edad de nuestro padre... - La mujer sacudió la cabeza espantando esas ideas. - Yo me habría conformado con ser una esposa trofeo en el mejor de los casos... Genma me enseñó tanto... así como supongo que tú le has enseñado a mi Ranma otras tantas cosas, ¿o me equivoco?

- Pero yo... yo no he hecho... nada... - La frase que comenzó sin entendimiento, terminó por ser derrotista, la verdad no consideraba haberle enseñado nada a su esposo.

- ¿Sabes cuando aprendí a poner mis sentimientos en palabras? - La sorprendió de nuevo con una cuestión. Akane negó. - Cuando Genma me dijo que se llevaría a mi bebé, incluso me atreví a golpearlo. En aquella ocasión mi esposo me convenció y los dejé ir, pero después... entré en una profunda depresión hasta el punto de casi dejarme morir, lo único que me mantenía con vida era el recuerdo de mi Ranma, de pensar que estaba haciendo lo mejor para él y aunque suene descabellado, nunca me he arrepentido de mi decisión.

Akane no dijo nada, sentía tanta tristeza al imaginar lo que tuvo que pasar Nodoka.

- Cuando se fueron, cuando me dejaron sola... comencé a externar mis sentimientos escribiendo, llené decenas y decenas de diarios describiendo como me sentía, incluso llegando a maldecir a Genma en el dolor del momento... - Confesó. - Luego de todos esos años hablando conmigo misma mi visión sobre muchas cosas cambió. - Volteó a verla y le dedicó una sonrisa. - Y descubrí que decir esas cosas en voz alta no era imposible, si ya había aprendido a amar... decirlo en voz alta no era la gran cosa.

La mujer de cabello azul observó detenidamente a su suegra, desde el momento en el que la conoció había asumido que Nodoka era de fácil trato, muy cariñosa y siempre tenía algo que decir según el momento. De parte de ella siempre había palabras de aliento, apoyo, cariño e incluso palabras duras cuando lo había necesitado, nunca se había puesto a pensar que la forma tan nítida de expresarse de su suegra había tenido un largo proceso de evolución.

- El otro día... - Soltó una risita. - Se me ocurrió decirle a Genma "Sabes que te amo, ¿verdad cariño?" ¿Sabes qué pasó? - Akane negó. - Se cayó por las escaleras.

- ¡¿Fue por eso?!

- Luego tuve una semana muy interesante... - Dijo con una mirada que Akane prefirió no descifrar. - Fue la forma de ese hombre de expresar su amor. - Le dedicó una última sonrisa enigmática antes de retirarse y dejarla sola con sus pensamientos.

.-.-.-.

- Maldición. - Ranma entró esa noche furioso a su habitación, no podía creer que nadie pudiera darle información sobre su esposa. Abrió con brusquedad el closet dispuesto a hacer una valija e ir el mismo hasta Estados Unidos si era necesario, sin embargo, se quedó pasmado al observar que faltaba toda la ropa de su esposa. - No... pe... pero... - Comenzó a hiperventilar cuando desde la puerta oyó la voz de ella.

- Aun estoy pensando en que hacer... - Ranma volteó rápidamente hacia ella, y sin pensarlo, se movió más rápido de lo que ella hubiera imaginado y la abrazó a su cuerpo.

- ¡Demonios Akane! ¡¿Por qué haces estas locuras?! - Le debatió. Ella esperó un poco a que él por sí mismo la soltara, pero como no lo hizo, lo empujó suavemente y Ranma tuvo que soltarla.

Ver a su esposa en ese estado no lo hacía sentir bien, su piel además de pálida estaba sin brillo, sus ojos apagados, las ojeras marcadas e incluso lucía como si en ese pequeño lapso de tiempo hubiera bajado de peso.

- Akane, yo en verdad... - Comenzó dispuesto a decirle en voz alta sus sentimientos, si eso era lo que ella necesitaba oír, ¡a la mierda lo demás! podía tragarse su vergüenza y su ansiedad por las expresiones verbales y hacer que ella se sintiera mejor y se quedara a su lado. - ¡De verdad, de verdad te... - ella lo interrumpió.

- No, no Ranma... no lo hagas por favor. - Dio un paso hacia atrás con la intención de retirarse o al menos eso parecía, sin embargo, retomó el camino ante los ojos atentos de su esposo y se sentó en la cama.

Akane bajó la vista al enredón en color rojo y comenzó a hablar despacio, no solo en ritmo, también en volumen.

- No me siento bien con esto... pero supongo que tampoco te hice sentir cómodo a ti...

- Akane...

- No, déjame terminar. - Lo interrumpió, luego tomó una almohada entre sus brazos y la apretó enterrando un poco la cara en ella, como era la de su esposo tenía el olor masculino y suspiró como si eso le diera alivio. - En algún lugar de mí... sé que no mientes. - Ranma dibujó una pequeña sonrisa en su rostro antes de que ella continuara. - Pero tampoco puedo ignorar mis propios sentimientos. Es como sentir un vacío que no puedo llenar...

Ranma tragó duro, se sentía como un fracasado que había echado a perder su única y más importante oportunidad con Akane, porque era más que consciente que él no había movido un solo dedo por conquistarla siquiera, el universo, Dios, sus padres, todo en su vida había conspirado mágicamente para que acabara casado con ella.

- Estuve hablando con mamá... me hizo reflexionar sobre mí y sobre ti, así que ahora voy a intentar luchar contra mis propias inseguridades... - Terminó de decir como si estuviera muy agotada.

- ¿Inseguridades? - Pensó Ranma primero sin comprender, luego, con rabia descubrió, que ella estaba llamando inseguridades a su propio deseo de oírlo decir que la amaba en voz alta.

- Acepto tu postura Ranma y comprendo que no puedo obligarte a expresar tus sentimientos de la manera que yo quiero, y que no lo hagas no significa que...

- ¡No! - Amonestó jalándola hacia si, la sentó en sus piernas y la abrazó. - Escucha Akane... - Le susurró al oído.

- ¡No Ranma, así no! - De un empujón se liberó. Había estado muy "calmada" intentando actuar con madurez. - ¡No lo digas! - Le gritó esta vez llorando.

- ¡¿Y por qué no?! ¡Quiero hacerlo! - Le recriminó tratando de alcanzarla de nuevo.

- ¡Porque sonaría a mentira! - Dijo ahora llorando. Y es que por más madura que tratara de ser, intentando que su matrimonio siguiera a flote y no perder a su esposo, no podía evitarlo; después de haberle tenido que externarle sus sentimientos, si Ranma se lo decía, le parecía mentira, incluso aunque como ella misma había dicho, supiera lo contrario en su interior.

Ranma se quedó pasmado, no sabía que hacer, era como estar entre la espada y la pared, si no se lo decía era como abandonar a su esposa lidiando sola con los problemas de su matrimonio, como si le dijera en la cara "es tu problema, resuélvelo tú", pero si se lo decía, ella no le creería, en cierto modo lo entendía, ¿qué clase de idiota desperdicia seis meses sin decir nada y luego pretende que todo esté bien?

- Es mejor que... me vaya. - Se abrazó a sí misma intentando controlar los temblores de su cuerpo y sus lágrimas.

- ¿Qué? ¡no! ¿a dónde vas? - Alarmado la tomó de los brazos mirándola de cerca.

- Do-dormiré en la habitación... - Hipó. - En la habitación de Nabiki

- Quédate... quédate Akane... prometo. - Le frotó los brazos queriendo trasmitirle confianza sin saber si ella aceptaría ser abrazada. - Prometo no molestar. No... no diré nada que no quieras, no haré nada que no quieras. - Su voz comenzó a quebrarse. Tragó saliva desesperado por decir las cosas correctas, por hacer algo bien y no perder a su esposa.

- Yo... - Dudó; antes de declinar la propuesta notó que las manos de Ranma sobre sus brazos temblaban y al mirar sus ojos, además de notar su enrojecimiento, vio el miedo reflejado en ellos, el más profundo terror y se sintió tremendamente culpable. - Yo estoy provocando esto... ¿era necesario? él era así y yo lo supe desde siempre... ¿cuál es el punto de causar en este momento estos problemas? ¿Podría haberme quedado callada y resolver por mí misma mis inseguridades? - Se preguntó y en un arrebato, lentamente, como si temiera ser rechazada, se abrazó a él quien inmediatamente la atrapó de la cintura.

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- ¿Todo bien? - Preguntó Soun cuando vio a Ranma entrar a la cocina esa mañana en lugar de dedicarle un "Buenos días", hace poco menos de una hora Soun había regresado después de más de dos semanas de estadía con su hija mayor.

- Tío Soun, pensé que se quedaría con Kasumi hasta fin de mes. - Dijo un poco sorprendido

- ¡Bah! Estás niñas se preocupan por todo, dicen que me da estrés encargarme de mi propio dojo, ¡ridiculeces! Tú mejor que nadie debes comprenderme Ranma, sabes que las artes marciales son mi vida y mi salón de entrenamiento el orgullo que me sostiene, no pueden mantenerme lejos de este lugar por mucho tiempo. - Explicó y el joven asistió con una sonrisa. - ¿Gustas un poco? esta mañana me apetecía un poco de café. - Ofreció de la tetera con la que servía su taza.

- No, no... gracias.

- Te ves agotado, ¿qué está pasando Ranma? - Preguntó directamente. Sabía que había problemas con el matrimonio de su hija menor, pero Akane había negado todo hasta el momento y Genma parecía evitar el tema, conociéndolo seguro Nodoka lo había amenazado.

Ranma se tomó su tiempo movilizándose por la cocina y tomando un aperitivo del refri antes de comenzar a hacer el desayuno.

Akane había regresado hace una semana, ambos se habían enfrascado en una rutina incómoda. Era como si de pronto su esposa hubiera decidido ignorar todos los problemas y estuviera intentando seguir adelante, sin embargo, a leguas se notaba que no estaba bien, que no estaba cómoda con la situación y ahora que Ranma sabía el problema, él también había generado sus propias inseguridades respecto a la joven, además de que seguía sintiéndose un remedo de marido que no podía resolver la situación.

- ¿Ella está esforzándose por superar "sus inseguridades" por sí misma? - Pensó de manera enojada y sarcástica, para nada estaba de acuerdo con aquello, tanto que lo hiciera por si sola, como a llamar inseguridades a sus necesidades emocionales. - ¿Y si solo está dejando pasar el tema y termina por decidir que no soy el hombre que necesita? ¿Si esta situación incómoda solo es el inicio del fin de nuestro matrimonio? - Analizó para sí "mirando" fijamente el interior del refrigerador.

- ¿Ranma? - Lo llamó su suegro y el joven sacudió fuertemente la cabeza antes de regresar a la realidad y contestar.

- Nada, nada...

- ¿Nada? Sé sincero Ranma, te conozco y mejor conozco a mi hija, y ninguno se ve feliz.

Saotome lo pensó durante un momento.

- Es solo que... - Dudó, ¿sería posible que Soun tuviera una perspectiva del asunto? A pesar de que su madre se había insinuado para conversar, había evitado aquello, hacerle saber a la mujer sus problemas matrimoniales le daba no solo la vergüenza propia de la situación, sino que, ni con su madre y aun menos con Genma hablaba de problemas, al menos no emocionales, solían pasar siempre la página cuando se resolvían por si solos. - Ambos tenemos... percepciones diferentes de... nuestro matrimonio... - Terminó por decir.

- Con que percepciones diferentes... Espero por mi propia salud mental que no estemos hablando de temas... íntimos, no me gustaría saber esa clase de cosas de ninguna de mis hijas.

- ¡No! ¡claro que no! - Negó fervoroso con el rostro enrojecido, sin poder evitar pensar que desde que la "bomba entre ellos había explotado" no habían estado juntos de esa manera.

- Bien... - Suspiró. - Me sorprende un poco, he notado que eres un marido muy dedicado, muy atento a sus necesidades. Siempre he pensado que eres la mejor pareja de mis tres hijas y mira que competir contra Tofu no es fácil. - Dijo riendo un poco mientras recordaba a su otro yerno.

- Creo que... - Ranma bajó la cabeza y agregó por lo bajo. - Ella no piensa lo mismo. - Luego terminó de lavar los granos de arroz.

- Bueno... en mi experiencia, las mujeres a veces son un poco caprichosas, pero no pensé que Akane fuera así, ¿acaso te exige más de lo que puedes darle? Mi difunta esposa era un ángel, pero cuando se empecinaba en algo no me dejaba tranquilo.

- No... no es eso. - Puso a funcionar la arrocera y se dispuso a cortar algunos vegetales. - Ella... está... molesta. - Dijo sin encontrar una palabra demasiado evidente de la situación. - Yo... no me he... comunicado como ella quisiera... - Terminó por decir con vergüenza sin mirar al hombre mientras encendía el fuego bajo la cacerola con agua.

El hombre Tendo se acomodó en una de las sillas de la barra y suspiró, Ranma no le estaba dando nada de información, sin embargo, si tal vez él le diera una perspectiva más profunda de Akane, Ranma pudiera utilizar algo a su favor.

- Sabes... emocionalmente hablando... Akane siempre ha sido más frágil que sus hermanas... cuando su madre murió fue todo un proceso que probablemente sea la causa de mucho de lo que es ahora... - Dudó un poco antes de continuar. - ¿Te ha contado algo de aquella época? - Ranma volteó a verlo con interés antes de hablar.

- No mucho... y no me gusta preguntarle, ella suele ponerse triste. - Ciertamente su esposa le hablaba regularmente de todo aspecto de su vida con excepción de esa época, solo cosas por encima y siempre había estado seguro de que algo extraño había en ese espacio de tiempo, pero nunca había querido presionarla.

- Digamos que... - Suspiró fuertemente mientras se sobaba las cienes. - Akane fue la más afectada de la familia, no solo perdió a su madre... yo... - Dudó antes de seguir con un suspiro. - Cometí muchos errores... acababa de perder al amor de mi vida, ella era el motor de mi existencia... no sabía cómo seguir adelante, amaba a mis hijas, pero el dolor era algo indescriptible y aún ahora... - Bajó la mirada. Luego continuó. - Akane... tenía cuatro y le faltaba poco para ir al prescolar. Perdió el lugar porque nunca la llevé y una vecina me hizo favor de inscribirla meses después en un jardín de infancia diferente y alejado de las escuelas de sus hermanas.

Mientras Soun se quedaba callado, Ranma apenas se movió tratando de imaginar aquello; él tampoco había ido al preescolar, tampoco a los primeros años de primaria, pero en su caso era porque se la pasaban entrenando y viajando, en el caso de Akane sonaba como... si... se hubieran olvidado de ella.

- Me enteré después... por la misma vecina que amablemente la llevaba y traía de regreso a casa, que las maestras habían comenzado a preguntar porque la niña no atendía las instrucciones, no jugaba, no convivía con sus demás compañeros ni... - La voz se le enronqueció y carraspeó antes de agregar con cierto toque de vergüenza. - Ni hablaba, y por supuesto, porque el padre de la niña nunca se había presentado en la institución.

- ¿No... hablaba? - Preguntó confundido lo que más le llamó la atención. - ¿No hablaba en la escuela?

Soun se peinó los cabellos, se levantó y caminó por la cocina antes de contestar, o más bien continuar desde un punto menos oscuro de la historia.

- Meses después... comenzó a progresar con ayuda de una maestra de apoyo infantil, al término del ciclo escolar logré trasladarla al preescolar de donde se graduaba ese año Nabiki, comenzó a hablar de nuevo y al tomar seguridad, a hacer amigos... Tener que ver a mi hija menor en esa situación tan deplorable, me hizo replantearme la vida. Nunca me consideré un tipo particularmente expresivo, pero, Akane necesitaba que lo fuera, que le explicara las cosas... - Dejó en el aire perdiéndose en sus recuerdos. - Por eso, aunque sea difícil, no te rindas con ella Ranma. - Intentó cortar el tema. - Haz un esfuerzo por comunicarle lo que ella necesita, su fragilidad emocional necesita que hables con ella seriamente y desglosen sus sentimientos sobre los problemas, así es ella. - Y salió del lugar.

- ¿Y se lo explicó? - Preguntó despacio mientras le seguía el paso fuera de la cocina. Él mismo sintiendo que necesitaba explicarle muchas cosas a Akane, pero necesitaba un poco más de guía sobre cómo hacerlo, a lo mejor en el relato de Soun encontraba comunicarle de forma correcta sus sentimientos, sin tomar en cuenta su propia ansiedad a hacerlo, necesitaba trasmitirle a su esposa que de verdad la amaba sin hacerla sentir, como ella misma había dicho, que eran mentiras o que lo había presionado para hacerlo.

Soun se detuvo antes de entrar en la sala, lo miró de soslayo, como esperando que Ranma no lo interrogara más, no planeaba contarle todo, pero ya había empezado así que respirando profundamente siguió su camino y se sentó en los almohadones de la mesa después de abrir las mamparas hacia el jardín.

- Si... no fue fácil, pero sí. Se podría pensar que es fácil hablar con una niña, ciertamente no lo fue. ¿Cómo miras a tu hija de cuatro años a los ojos y le explicas las incongruencias de los sentimientos de un adulto que se supone debió cuidarla? - El hombre del bigote se llevó a los labios su taza de café y bebió sin prisas, como si aplazara el momento de seguir hablando.

Ranma se mordió la lengua para no hostigar al señor más de lo necesario, pero al ver que no continuaba, no pudo soportarlo más, la duda de la reciente declaración de Soun le quemaba, no solo por la información que estaba buscando, sino porque sus alarmas se habían encendido, ¿qué tanto había salido dañada su prometida?

- ¿Qué pasó? - Demandó saber y al instante el hombre supo que Ranma no se detendría hasta saber la verdad, su mirada decidida lo delataba, el más fiel protector de Akane estaba frente a él.

Tendo dejó la taza en la mesa, anudó entre si los dedos de sus manos preparándose incluso para la posible furia de Ranma y comenzó a hablar.

- Pasó que en mi propio dolor la culpé inconscientemente de la muerte de su madre... pasó que veía fielmente a Noriko en mi hija menor y ni siquiera podía estar cerca de ella y cuando pasaba le decía palabras ásperas y crudas. Pasó que no les di a mis hijas, unas niñas de 7 y 6, los cuidados que necesitaban durante meses, mucho menos a Akane, una niña de 4 años que ya estaba lo suficientemente traumatizada al haber estado horas intentando que su madre despertara y sin poder pedir ayuda; pasó que Akane había lastimado sus cuerdas vocales por gritar tanto y no me di cuenta hasta seis meses después que aun tenía secuelas y de todas formas para ese entonces ya no quería hablar.

- ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué hizo tal cosa?! - Fúrico lo tomó del gi estrujándolo y Soun solo pudo bajar la cabeza.

- Porque yo también estaba muriendo de dolor, sé que eso no justifica lo que pasó, aun cuando comencé a encargarme de mis hijas era evasivo con Akane, no importaba cuanto supiera de manera consciente que estaba mal, algo dentro de mí se derrumbaba cada que la tenía cerca. - El remordimiento se notaba en la voz del señor y Ranma se obligó a calmarse para terminar de escuchar.

- ¿Qué pasó luego?

- Mi vecina, ella me ayudó mucho en ese tiempo con las niñas cuando yo apenas respiraba, luego, insistió cientos de veces en que tenía que tomar un rol más afectivo con ellas y no solo atenderlas, ellas ahora eran huérfanas de madre... sobre todo con Akane que ya habíamos notado que no hablaba... - Se tomó un respiro antes de decir. - Cuando la llevamos al doctor no solo dijo que sus cuerdas estaban resentidas por no haberles dado tratamiento, también al hacerle una revisión completa, la encontró baja de defensas y de peso. Me asusté mucho cuando pensé en que podía perderla también y tuve una fuerte sacudida cuando intenté tomarla en brazos y ella se había echado atrás. A pesar de haber retomado su cuidado no se fiaba de mí, no me sostenía la mirada y por supuesto no esperaba nada. ¿Cómo hacerlo si aun cuidando de ella las últimas semanas le había puesto mala cara?

Ranma se tomó un respiro levantándose, ya no quería saber, le dolía el pecho de solo imaginar a su entonces pequeña prometida. Le hizo una seña a Soun con la mano para que siguiera sin mirarlo, ahora mismo sentía que quería golpearlo.

- Supongo que Akane pensaba, que toda acción buena de mi parte hacia ella, era mera responsabilidad. El día de la revisión médica llegamos a casa y se fue corriendo, la encontré escondida bajo su cama abrazando uno de los viejos abrigos de su madre. Me rompió el corazón completamente. Creo que es la unilateral conversación más difícil que he tenido en mi vida tratando de explicarle mi pésimo comportamiento, mis sentimientos por su madre, mis sentimientos hacia ella y un montón de disculpas... no sé si ella en ese momento comprendió la situación o si solo le resultaba agradable el hecho de que estuviera dedicándole más de cinco minutos seguidos y más que monosílabos.

Soun también se levantó y caminó hacia el engawa donde se sentó con parsimonia.

- Después de eso, descubrí que la única manera en que ella se quedara tranquila y sin huir de mi presencia era que me mantuviera hablándole tranquilamente, como si eso le diera la seguridad de que no iba a ser brusco con ella, que no la iba a regañar o a hacerle malos gestos. No solo a Akane, a mis otras hijas también les hablaba, les contaba de su mamá, del amor que ella les tenía, de lo que yo sentía por ellas y cuando los temas de conversación se nos acabaron simplemente les hablaba de mi día y las incitaba a hablar. La confianza entre ellas y yo volvió a surgir, Akane comenzó a dejarme acercarme.

- Hablar... - Dijo Ranma a las espaldas de su suegro. Ahora al menos tenía sentido que Akane apreciara tanto las palabras.

- En los últimos meses del año hablé varias veces con su maestra y me dijo que Akane asistía a apoyo con una maestra de retraso escolar, quien la había ayudado a no perder el año esta vez por su baja respuesta al aprendizaje. También me enteré de que no tenía amigos y que algunos incluso la molestaban, por eso decidí retirarla de ese prescolar con la promesa de ponerla con una profesora de regulación en el nuevo centro educativo. A partir de ahí comenzamos a cerrar verdaderamente esa etapa tan oscura de nuestras vidas.

El silencio se alargó significativamente hasta que la quietud fue interrumpida por el silbido de la olla que se había quedado en el fuego.

- De...debo... - Comenzó a moverse Ranma encaminándose a la salida de la casa. Soun no dijo nada.

Saotome se calzó los zapatos rápidamente y salió corriendo de la propiedad, según sus cálculos faltaba poco para que Akane regresara de su trote matutino, y efectivamente, la encontró a menos de un kilómetro de la casa retornando por su ruta habitual.

- ¡Akane! - Básicamente chocó contra ella o al menos nunca había disminuido su velocidad hasta que la tuvo rodeada de la cintura con sus brazos y la alzó contra su cuerpo.

- ¿Ranma? - Confundida preguntó por tan repentino gesto. - ¿Pasó algo? - Preocupada intentó apartarse, pero sus pies no tocaban el suelo y su esposo no la dejaba alejarse mientras le besaba repetidamente el cuello. - Ranma, dime ¿pasó algo? - Repitió algo desesperada ya.

- No, solo... solo... - Se tragó el nudo que se había hecho en su garganta tanto por la historia como por superar su poco uso de las palabras. - Solo... te esperé por mucho tiempo y no regresabas.

- Pero... - Más confusa aún relajó sus brazos que habían estado haciendo presión en los hombros masculinos y como si fuese natural llevó sus dedos cerca de la nuca de él, acariciando con sus dedos los pequeños cabellos. - Pero no tardé tanto... ¿o sí? - Su tono fue suave, sincero, inconscientemente leyendo entre líneas un bonito mensaje por parte del torpe muchacho.

- Yo... yo... - Suspiró ante sus caricias y su voz tan pasiva, como si todo entre ellos estuviera bien. - Yo siempre te espero Akane... mucho o poco... siempre lo hago.

Los ojos de Akane se humedecieron, no eran realmente palabras empalagosas, eran palabras simples que al unirse formaban el bello concepto que ya había procesado su subconsciente "te extrañé", era ciertamente de las pocas cosas directas que le había dicho su esposo mientras se aferraba a ella como si la vida se le fuese en ello.

- Ranma... - Susurró mientras lo abrazaba.

- Siempre voy a cuidar bien de ti Akane. - Dijo sin poder evitarlo dado la reciente plática con su suegro, tratando de resarcir los malos tiempos de la joven entre sus brazos.

- ¿Cuidar de mí? ¿Estás seguro de que no pasó nada? - Preguntó nuevamente ante la inesperada afirmación, Ranma movió la cabeza confirmando.

- Hablé con tu papá. - Confesó. - De cuando... murió tu mamá. - El cuerpo de Akane se tensó,

- Ah... eso... ¿entonces es lástima? - Se preguntó a sus adentros sintiéndose decepcionada. - Pasó hace mucho... no... no recuerdo mucho...

- No me ocultes cosas. - Sentenció bajándola y tomándola del rostro. - ¡No me ocultes cosas! - Exigió. - Yo voy a cambiar para que te sientas feliz conmigo. - Los nervios le revolotearon en el estómago al decir aquello, pero a diferencia de otras ocasiones no dudó, la besó con firmeza. - Pero tú no me ocultes cosas. - Volvió a besarla con fuerza. - ¡Sobre nada!

- Yo no... yo no... - susurró aturdida cuando él le dejó espacio. - Yo no quiero que cambies, no quiero que tú no estés... - El muchacho la interrumpió.

- ¿No lo entiendes? - Frunció el ceño interrumpiéndola. - ¡Yo quiero hacerlo! ¡Estoy listo para hacerlo cuando tú quieras escucharlo! - declaró con fuerza antes de besarla de nuevo.

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- Estoy muy nerviosa... - Susurró Akane viendo como su alumno elegido para participar en la categoría junior del torneo regional subía a la plataforma a disputar la final.

- Va a estar bien. - Dijo Ranma tras ella, frotándole los brazos. - Su nivel está por encima de los demás competidores. Ven. - Casi la obligó a sentarse en las sillas de los entrenadores.

Al final, la organización de dojos no había elegido el salón de entrenamiento de los Tendo para los regionales, al parecer este año había un registro que sobrepasaba la capacidad del recinto y habían decidido hacerlo en un espacio público. Sin embargo, no todo había sido en vano, Ranma era ahora una figura nacional de las artes marciales y Akane misma se convertiría (según las expectativas de su esposo) en la próxima campeona femenil, así que su atención y su pertenencia a la asociación de dojos les había traído la atención de tres inversionistas, para el próximo año el dojo Tendo habría sido expandido en casi un 70 por ciento, alcanzando así el puesto número uno entre los dojos más grandes de la región con espacios amplios para próximos eventos.

El público asistente en las gradas vitoreo cuando Yumigeta Makoto, de 17 años derribó a su oponente del dojo Hamaura quien se sentaba tambaleándose, el réferi se acercó, revisó y declaró con un gesto su incapacidad de continuar.

- ¡Si! ¡Si! - Gritó con emoción Akane levantándose, le dedicó una mirada a su esposo quien también festejaba y corrió hasta la plataforma.

- ¡Gané! ¡Gané! - Gritaba el muchacho extasiado levantando las manos al aire, era su primer torneo y había obtenido el primer lugar.

- ¡Fantástico Yumigeta! - Akane le palmeó la espalda al adolescente y Ranma lo felicitó con una sonrisa en el rostro.

El chico subió con sus entrenadores a la plataforma y dio unas cuantas palabras antes de que le entregaran una estatuilla y una medalla.

- Les dije a Ogata, a Inoue y a sus padres que iríamos al terminar esta última pelea a un buen restaurante que está hacia el centro de la ciudad para festejar. - Le dijo Ranma cuando caminaban entre la gente hacia las gradas laterales. - Dile a tus padres Yumigeta y nos vemos en el estacionamiento.

- ¡Si maestro! - El joven se fue corriendo a buscar entre la multitud a sus padres, de fondo el presentador seguía dando las gracias a los patrocinadores, pero ya nadie le prestaba atención.

- ¿El maestro Ranma invita? - Preguntó Akane con gracia rozando los dedos de la mano de su esposo mientras caminaban rumbo al estacionamiento.

- Solo por esta ocasión porque mis tres competidores ganaron el primer lugar de sus categorías; y por favor compórtate como adulta Akane, espero que no vayas a atacar directamente el menú de postres cuando lleguemos al restaurante. - Iba a tomar su mano cuando mejor la tomó del hombro dirigiéndola entre la multitud que poco paso les dejaba.

- Idiota. - Lo acusó ella aún con tono jocoso.

- ¡Tendo! ¡Tendo! - Se oyó entre la multitud el apellido de soltera que aun usaba para los asuntos de las artes marciales. Akane volteó buscando a la dueña de la voz femenina encontrándose con una colega. - ¡Qué suerte alcanzarte! - La mujer paró delante de ellos. - ¿Recuerdas que te había pedido espacio en tu dojo para tres alumnos que se mudan de ciudad? - Aclaró la directiva que venía de la ciudad de Yokohama.

- ¡Ah claro! - Recordó la chica. - Si, ya está todo listo para recibirlos. - La otra mujer comenzó a explicar algo y Ranma disculpándose se dirigió a su mujer.

- Iré a encender el vehículo, seguro ya están allá los muchachos y sus padres. - hizo referencia a que habían rentado una furgoneta para ir junto con sus alumnos y sus padres a la localidad del torneo. - Te recogeremos en la entrada principal. - Rodeó la cadera de su mujer y acarició la zona de arriba a abajo de manera que sus dedos también acariciaron el inicio lateral del muslo mientras hablaba muy cerca de ella, Akane se sonrojó ligeramente ante el gesto y un poco más cuando Ranma al despegarse le pasaba la mano por todo el costado, como si fuese la cosa más natural, rozándole justo por debajo del pecho.

Akane se hizo la desentendida ante la mujer frente a ella esperando que no hubiese notado la caricia, si debía reconocerle algo a su esposo, es que desde que se habían casado, no tenía problemas con invadir su espacio personal como si fuese el propio, incluso de manera inconsciente como ahora, Ranma se manejaba extremadamente físico con ella a pesar de que la sociedad tuviese un concepto pudoroso de ese tipo de actos.

- ¿Me decía? - Preguntó con una sonrisa algo avergonzada.

- Ehh... - Tartamudeó la señora, carraspeó y se pasó la mano por la frente antes de abanicarse sin saber que decir, era obvio que había notado el gesto entre los esposos y pretendía poner una cara imperturbable, sin embargo, su pequeña sonrisa, su sonrojo y sus ojos que divagaban la delataban completamente.

- Yo.. emm... lo siento, mi esposo a veces olvida que estamos en público. - Agregó Akane al ver que la otra maestra no podía articular nada coherente.

- ¡Oh no! ¡no se disculpe! Lo entiendo, son una pareja joven, no me malinterprete, me pareció un gesto lindo de su marido. Que buen esposo tiene... - Dijo al aire en un tono que rozaba lo acosador y Akane entonces solo tuvo que achicar los ojos, con celo, para que la mujer se riera nerviosa y continuara con la plática.

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- ¡Disculpen chicos! - Ranma corrió hasta el vehículo donde ya lo esperaban, solo faltaba Yumigeta y sus padres, así que tras abrir, todos subieron al auto a esperar con la calefacción encendida.

Ranma se acomodó en el asiento del conductor a esperar, reclinó el asiento e incluso cerró los ojos, habían madrugado para llegar a buen tiempo.

- Akane... Akane... - Pensó en un suspiro, las cosas entre ellos habían mejorado relativamente, ahora ella había vuelto a dejar que la abrazara por las noches y podía besarla con más regularidad. - ¿Cuándo acabará esto? - Se preguntó con resignación incluso impaciente.

Tras analizar su relación con su esposa y comprender su postura respecto a las palabras, se había estado preparando para ser alguien más expresivo verbalmente, si bien, aún ella no le pedía que le dijera el tan esperado "te amo", Ranma había empezado a lidiar con su ansiedad al ser más transparente con sus deseos, le dejaba saber cuándo algo le preocupaba y poco a poco se había comenzado a sentir más y más cómodo con ello, hasta el punto de incluso querer decirle por su propia iniciativa sus sentimientos.

Suspiró nuevamente sin ver rastros de su estudiante, seguro el chico estaría cambiándose; de pronto alguien tocó en su vidrio y se sorprendió de ver a una sonriente Ukyo que lo saludó con la mano e inmediatamente rodeó el auto y subió a la posición de copiloto.

- ¡Muchas felicidades chicos! - Fue lo primero que dijo al mirar hacia atrás y los participantes agradecieron antes de seguir en lo suyo. - Y por supuesto también al orgulloso maestro. - Se dirigió a Ranma golpeando amistosamente su hombro.

- Gracias... - Dijo aun un poco congelado. - ¿Y tú que haces por acá Ukyo? Es decir, me sorprendiste. - Desde aquel altercado hace casi un mes no la había visto en persona. Habían hablado por teléfono y al parecer había llegado a un acuerdo con su marido.

- Bueno tú mismo me invitaste, ¿recuerdas? ¿en la cena...? - Dijo lo último bajando la mirada al recordar el incidente del restaurante con su esposo.

- Si... si claro, pero como el torneo no fue en Nerima, pensé que no vendrías.

- Pues, ¡aquí me tienes! no podía perdérmelo, es tu primer torneo como director del dojo, ¡que orgullo! - Soltó una risita.

- En realidad la directora es Akane... - Aclaró ante lo que su amiga torció casi imperceptiblemente el labio. - Pero gracias Ukyo... agradezco que hayas venido a apoyarnos. - Dijo como si el apoyo de ella fuese para todos y no solo para él. - ¿Y Goro? ¿Cómo van las cosas con él?

- Hablamos... - Hizo una pausa. - Estamos dándonos otra oportunidad, ya sabes cómo es esto del matrimonio. - Ella le dedicó una sonrisa de "apoyo mutuo" y una mirada que lo señalaba, Ranma frunció el ceño sin gustarle la indirecta. Bajó del vehículo y ella inmediatamente lo siguió, frente al capote él le "indicó" en un tono no tan amable.

- Akane y yo no estamos en otra oportunidad. - Dijo, no le gustaba que la cocinera hablara como si su matrimonio hubiera tenido un final y estuvieran en un nuevo comienzo, la idea hacía que se le comprimiera el estómago, sus problemas con Akane eran muy diferentes a los de Ukyo. El de ojos azules se recargó en el auto sin mirarla.

- Solo digo que todos tenemos problemas. - Se defendió, sorprendida de que su amigo le aclarara aquello, regularmente, cuando Saotome no estaba de acuerdo con algo solo hacía una mueca y declaraba alguna frase negativa pero redundante. - ¿Qué te pasa Ranma? ¿Aumentaron tus problemas con Akane? ¿Sigue celosa de nosotros? - Insistió con un ligero remarque en el "nosotros".

Ranma volteó a verla de frente y notó como la comisura derecha de su boca se elevaba de manera casi imperceptible y eso le enojó aún más, no sabía si era porque su perspectiva de expresión estaba reconfigurándose, porque su situación con su esposa era inestable o porque Ukyo estuviera tan insistente, pero las palabras se le escaparon sin filtro al notar el regocijo disimulado de ella.

- Mi esposa no está celosa porque no hay un nosotros Ukyo, ¿recuerdas? - Su toque sarcástico sorprendió a la chica.

- ¿De... de que hablas Ranma? No entiendo... - Dijo nerviosa.

- Lamento que tengas problemas con tu esposo, pero no reflejes tus problemas en mi matrimonio los casos son muy diferentes. Eres mi amiga, pero en cierto modo, siento que aún sigues creyendo que soy tu prometido y no es así, pon los pies en el suelo Ukyo, soy un hombre casado. - Dijo al final casi con agitación señalando el anillo en su dedo izquierdo, como si de pronto hubiera abierto los ojos a ciertas intenciones y acciones sutiles de la mujer.

- Yo también estoy casada Ranma, pero no todos tenemos tu suerte. - Habló "calmadamente". - Que bien que terminaras "enamorándote" (hizo comillas con los dedos) de la mujer que te impusieron, yo por mi parte solo estoy tratando de balancear mi vida después de que decidiste no cumplir con tu promesa de matrimonio. - Le achacó por fin después de esos meses.

- ¡Yo no hice esa promesa! ¡La hizo mi padre! - Intentó no subir el volumen de la voz, pero era evidente su enojo.

- ¡También la promesa con Tendo! - Rebatió.

- ¡Yo decidí casarme con Akane! - Le señaló.

- ¡¿Y por qué?! ¡Solo porque te sentías presionado ante los años que habían vivido tú y tu familia en el dojo!

- ¡No yo... - Ella lo interrumpió.

- ¡Tú mismo lo dijiste! - Lo tomó del suéter agitándolo como si quisiera hacerlo entrar en razón.

- ¡Yo no dije eso!

- ¡Entraste al restaurante y fue lo primero que dijiste! ¡Lo tengo grabado a fuego en la memoria! - Lo soltó de un empujón y repitió. - "Ha sido tanto tiempo el que he estado comprometido con Akane que decidimos formalizar el compromiso, nos casaremos en unos meses" - Sus ojos derramaron lágrimas, pero Ranma estaba tan furioso ahora, ya fuera por Ukyo o consigo mismo por su poca claridad con ese mensaje, que enseguida contestó.

- ¡Pero yo nunca dije que no la amara! - La castaña se petrificó, Ranma no era alguien que dijera con esa claridad sus sentimientos, y por su lado, el joven al decir aquello, sintió como si una piedra hubiera estado bloqueando el paso de agua de un gran río y ahora la roca hubiera perdido la batalla contra la corriente de agua que se desbordaba sin mesura. - Estaba tan enamorado de ella que acepté casarme sin siquiera preguntarle a Akane, solo quería que fuera mi esposa, solo quería que todos supieran que era MI MUJER. Dije eso refiriéndome al nombramiento del compromiso "formal", pero para mí ya era mera palabrería porque desde los 16 era mi prometida. Yo no necesitaba aceptar mis sentimientos "formalmente", si en ese momento me hubieran puesto el acta de matrimonio enfrente habría firmado sin pensarlo. - Le rebatió.

Ukyo lo miró como si aún le quedara dignidad, apretó los puños y trató de controlar su respiración.

- Estas engañándote a ti mismo, un día despertarás y te darás cuenta de que has desperdiciado años de tu vi...

- ¡¿Qué parte no entiendes?! - La tomó de los hombros queriendo sacudirla hasta que dejara de decir idioteces. - Yo la amo. - Dijo silaba a silaba. - A Akane, a mi esposa. - La soltó casi con repugnancia.

El ruido de todos los que pasaban por el estacionamiento buscando y abordando sus vehículos quedaba en segundo término, entre ellos la atmósfera era pesada y el silencio compartido se alargó hasta que un aclaramiento de garganta se dejó oir con la intención de hacerse notar, haciendo que Ranma girara la cabeza.

- Bien... subamos de una vez. - Dijo el papá del chico al que estaban esperando mientras apresuraba a su hijo y a su esposa, a su lado Akane lo observaba sin expresión.

- A... Akane... - Retuvo el aire mientras se acercaba a ella dispuesto a dar las explicaciones que ella quisiera con tal de que nada volviera a dañarse entre ellos.

- Vámonos. - Dijo ella de pronto. Ranma se quedó con la boca abierta.

- Akane, Ranma no... - Comenzó Ukyo acercándose con la cara llena de lágrimas y el gesto furioso.

- Aléjate de mi esposo. ¿Entendiste? - Amenazó interrumpiéndola, la miraba a la cara desafiante.

- Nunca, nunca lo haré, incluso aunque él no quisiera quedarse conmigo me conformaría con verlo lejos de ti.

- Estás loca... gastando tu existencia en algo que nunca lograrás. Desperdiciando tu tiempo y el de un hombre que probablemente te ame de verdad mientras fantaseas sobre alguien que no te elegirá. - Le restregó. - Tú no fuiste, no eres y no serás nada que yo no quiera, acepté tu amistad con mi esposo por consideración a él, pero ¿adivina qué? Ya estoy cansada, así que ahora me voy a dar el capricho de pedirle a mi marido que corte cualquier lazo contigo. - No iba a mentirse a sí misma, su corazón tamborileaba a mil nerviosa, esperando que Saotome quisiera complacerla. - Ranma... - Lo miró entre enojada y suplicante. - No la quiero cerca de nosotros. - Declaró caminando hasta él.

Saotome miró a su esposa reconociendo que tal vez, además de comprensivamente molesta por el comportamiento de Ukyo, si estaba un poquito celosa. Levantó la mano y la posó en su mejilla sonrojada tanto por el frío como por su enojo, acarició la zona tratando de calmarla y finalmente apartó un mechón de cabello que perfiló en su oreja izquierda. Le sonrió cariñoso y dijo.

- Será como tú quieras. - Declaró sin duda. Akane le tomó la mano dejando ir su nerviosismo, levantando la barbilla de manera orgullosa y se giró hacia la otra chica que los observaba aguantando no llorar más.

- Ya lo oíste.

Ranma sonrió aún más complacido ante el despliegue de victoria de su mujer, la jaló hasta la puerta del copiloto y la ayudó a subir. La dejó perfectamente asegurada y cómoda en el asiento antes de intentar cerrar la puerta.

- Ranma. - Lo llamó antes de que se alejara y el regresó sus manos a ella acomodando su abrigo y bufanda dedicado a oírla, pero ella no dijo nada, movió la boca unas cuantas veces tratando de expresarse, pero al final, solo extendió los brazos y lo rodeó del cuello, abrazándolo con mucho más amor del que Ranma había sentido en los últimos meses. - Hablaremos en casa. - Le susurró antes de soltarlo, siendo consciente que todos los pasajeros los observaban.

Para cuando Ranma rodeó de nuevo el vehículo, Ukyo ya no estaba.

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Ranma estacionó el vehículo, donde ahora solo viajaban Akane y él, afuera del dojo Tendo, como el negocio de renta era de un amigo (ex compañero de Furinkan) no tenía que devolverlo hasta la mañana siguiente con la condición de dejar el tanque lleno.

Miró a su esposa que desde que salieron de la cafetería se había quedado profundamente dormida, incluso había llevado a todos los pasajeros a sus casas y ella seguía como si nada. Bajó del auto de manera ansiosa, durante la comida, mientras festejaban con los jóvenes participantes, habían estado jugando con sus manos por debajo de la mesa tradicional y cuando todos estaban entretenidos comiendo, habían tenido la oportunidad de intercambiar constantemente miradas mientras sus piernas se tocaban, incluso, Ranma había aprovechado la buena disposición de su esposa para tocarla por debajo del mueble de madera queriendo sentirla cercana, nada indebido en realidad... pero si escandaloso para un lugar público.

Abrió la puerta y la llamó suavemente mientras le quitaba el cinturón, la cargó y se las ingenió para entrar en la propiedad y la casa.

- Akane. - Le besó la sien, la nariz y la mejilla mientras subían las escaleras. - Akane, despierta. - Le habló con entusiasmo al abrir la puerta de su habitación.

- ¿Ranma? ¿Son ustedes? - Asomó la cabeza Nodoka desde su habitación.

- Si. - Contestó solamente.

- ¿Cómo les... - La voz de Soun desde otro lugar se escuchó.

- Bien, bien, estamos cansados, mañana les contamos todo. - Interrumpió antes de cerrar la puerta, estaba empezando a pensar en cómo después de declarársele formalmente a su esposa (lo cual le ponía el estómago burbujeante de nervios y no por una mala razón esta vez) tendrían que mantener los sonidos amorosos por lo bajo para no ser oídos por sus padres o su suegro, porque definitivamente él esperaba que Akane por fin quisiera, después de todo ese "interminable" mes, volver a tener intimidad.

Puso a la chica en la cama con cuidado y la volvió a llamar.

- Akane. - Impaciente le besó los labios esperando que despertara, nunca pensó estar tan desesperado por decir palabras cursis. - Akane. - Le quitó la bufanda y le besó la mandíbula osando luego bajar con varios besos cariñosos por su cuello. - ¿Akane? - Preguntó cuando no obtuvo respuesta. La miró a la cara y ella seguía impasible. - ¿Akane? - La movió un poco más brusco y nada pasó.

Rápidamente le abrió el abrigo y el suéter, acercó su oreja al pecho de ella y notó que su ritmo cardiaco era más débil de lo normal, asustado, mal abrochó todo de nuevo, la cargó y saltó por la ventana.

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- Tiene la presión baja. - Dijo Tofu luego de tomar el pulso de Akane. Se giró y tomó de su estante de indumentos un algodón ahogado en alcohol y lo pasó por la nariz de la chica. - No es grave, despertará pronto.

- Pero ya lleva mucho así. - Dijo Ranma aún en estado de pánico mientras pasaba su mano por los bordes del cuello de la blusa de su esposa, comprobando por milésima vez que no hubiera compresión que le impidiera respirar.

- Yo creo que solo se quedó dormida durante el viaje como relataste, el desmayo pudo ocurrir en apenas minutos Ranma. Dejemos que...

- Buenas tardes doctor. - Lo llamó un joven aprendiz que hacía sus prácticas en su clínica por las noches. - ¡Oh! disculpe, no sabía que tenía paciente, como la puerta estaba... - Intentó disculparse.

- No te preocupes Kawashima. Vamos Ranma, pongámosla en una cama mientras reacciona, estará más cómoda. - Enseguida Ranma levantó a la mujer, y con un poco de alivio, notó que mientras caminaban por el pasillo hacia la nueva ala de la clínica Akane balbuceaba, al menos era un buen signo.

- En la que gustes. - Le dijo el doctor señalando el lugar con seis camas distribuidas en el espacio. - Por ahora no hay pacientes en esta área ya que el equipo clínico de esta zona nos llega el próximo mes. - Se refirió a que las camas apenas tenían sábanas de cajón, pero no más. Tofú encendió la calefacción del cuarto y se acercó a Ranma entregándole el algodón con alcohol. - Toma, debo ir a dar mi última ronda del día, cuando ella despierte llámame y vendré a revisarla. De todas maneras, Kawashima ya empezó su turno y también puedes dirigirte a él si necesitan algo.

El doctor salió de la habitación y Ranma se concentró en pasar el algodón cerca de la cara de su esposa esperando que reaccionara.

- Akane, vamos, despierta... - Suspiró con angustia. - Necesito decirte lo que siento, ahora... - dudó mientras hablaba, pero continuó teniendo cierta sensación catártica al hablarle. - Yo... quiero decírtelo. Después de este tiempo... pensé mucho en nuestra situación y me di cuenta de que sería horrible si se invirtieran los papeles... tú-tú lo sabes Akane... mis necesidades físicas por tí... y-y yo... yo pensé que como tú siempre estabas de acuerdo... que era mutuo el sentimiento del uno por el otro... maldición... - Masculló mirando el techo. - Me refiero a que yo nunca te dije que te amaba de forma verbal que era lo que tu querías... pero si tú me hubieras dado solamente palabras y no algo físico y yo hubiera tenido que conformarme con eso... yo hubiera estado igual de dolido que tú... confundido... cuestionando si me amabas o no... pero en lugar de decirme lo que pensabas, decidiste no presionarme y pensar en mis necesidades... ¡es que tú también tienes la culpa por no pedirlo antes! - Se llevó las manos a la cabeza y se estiró el cabello. - Si lo hubieras pedido yo me habría esforzado... ¿crees que me hubiera arriesgado a perderte? ¡eso no va a pasar! - Se levantó. - Si me lo hubieras pedido desde el principio probablemente ahora no tendríamos estos problemas... ¡es más! ahora mismo puedo decirlo porque estuve trabajando en ello... - Se dejó caer de nuevo en la silla. - Y sabes qué... es irónico que pueda dejar salir mejor mis sentimientos cuando estamos en este tipo de situaciones...

Ranma dejó caer su cabeza contra el abdomen de su esposa y se abrazó a él.

- Hace poco de hecho... recordé que si lo he dicho antes tonta... ¡y tú lo sabes!... aunque talvez puede que te haya convencido de lo contrario... ¡pero es que estaba muy asustado! ¡Primero porque pensé que habías muerto y después porque no sabía si me ibas a rechazar!... y también porque me parecía raro que pasáramos a ser algo más, ¡debes comprenderme nunca había estado enamorado y no estaba listo Akane! ¡Pero si lo dije! ¡Si lo dije y te lo diría ahora! - Por minutos solo se escuchó su propia respiración errática amortiguada por el abdomen de la joven y no había dejado de aferrarla. - ¿Estoy diciendo muchas tonterías cierto? pero... estoy asustado ahora mismo, casi como aquella vez en Jusenkyo... solo despierta... despierta por favor... - refregó su frente contra ella desesperado.

Sintió una cálida presión de las manos de ella en su cabeza y sin cuidado se levantó de inmediato, su esposa parecía adormilada, pero estaba despierta.

- Gracias por preocuparte por mí. - Dijo con voz enronquecida y tenue debido a su reciente estado.

- ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?

- Pues... - Él la interrumpió antes de que dijera nada.

- ¿Me escuchaste? - Esperó la respuesta casi con susto. Akane lentamente asistió.

- No quise interrumpirte. - Le acarició el rostro con una mueca apenada. - Siento mucho esto Ranma...

- ¿Pero de qué...

- Perdóname Ranma. - Ella comenzó a lagrimear y se enderezó lo suficiente para abrazarlo, él inmediatamente la acogió entre sus brazos. - Es que yo lo sé... en algún momento lo supe desde que éramos adolescentes... sé que me amas, incluso antes de lo que pasó en Jusenkyo... yo puedo sentirlo... pero... siempre tuve la ilusión de oír que lo dijeras y después de casarnos y que no lo hubieras dicho... no sé... comencé a sentirme insegura y mal conmigo misma y... - Ella lloró más fuerte. - Y sé que no debería de afectarme, pero es que Ukyo siempre va detrás de ti y exploté... siempre sospeché que se había casado en un intento de darte celos o algo así y sé que es incluso patético estártelo diciendo ahora, pero tienes razón, ya no quiero ocultarte nada. - Se separó ligeramente de él y le dio repetidos besos en los labios. - Perdóname, ¿si? No sé... no sé porque soy así de insegura... yo... sé y entiendo que expresas tus sentimientos de forma física e incluso haciendo cientos de cosas por mí, eres un gran esposo y yo no debería presionarte para que te expreses de una forma que tú no...

- Ya basta... - La jaló para que el cuerpo de ella quedara pegado al suyo y terminó cargándola, así que se sentó con ella en la cama. - Entonces... ¿recuerdas que lo dije en Jusenkyo?

- Si

- ¿Me oíste decírselo a Ukyo?

- ¡Si! - Remarcó con felicidad abrazándolo más fuerte, se separó y volvió a besarlo esta vez con más efusión. - ¡Oí todo! - Le dio otro beso antes de volverlo a abrazar.

- ¿Oíste mi monólogo? - Dijo un poco apenado.

- Si. - Se separó y su cara era angustiada. - Perdón si...

- Entonces ahora lo sabes, ¿no? - La interrumpió dejándole claro que no quería más disculpas.

- Si. - Una pequeña sonrisa adornó su rostro.

- Entonces perdóname tú a mí.

- Ranma, yo no... - Él le dio un apretón repentino en la cintura para que se callara.

- ¿Me perdonas por no... - pasó saliva pero nunca dejó de mirarla a los ojos. - Decirte que te amo hasta ahora? - Akane asistió en silencio sin poder hablar de la emoción que hacía que se le cerrara la garganta. - ¿Me perdonas Akane? - Le besó la mejilla. - ¿Me perdonas por no saber comunicarme... con palabras? - Ella movió la cabeza en un claro sí. - ¿Me harás saber de ahora en adelante lo que te moleste?

- Ajaa... - Soltó en un apenas imperceptible jadeo cuando él besó el lado derecho de su cuello.

- Te amo Akane... así de simple... no puedo prometer que cambiaré de la noche a la mañana, pero si te prometo que si tú me lo pides yo lo haré. ¡No porque me lo exijas! - Aclaró de inmediato. - Sino porque quiero hacerlo.

Akane emocionada echó la cabeza atrás para mirarlo a los ojos, ella sonreía y volvió a acariciarle de las mejillas que estaban completamente rojas.

- Y ahora... po-podrías - Tartamudeo Ranma antes de que ella cerrara la distancia entre sus labios y no es que no quisiera besarla, pero... - Podrías... - Dejó al aire haciendo gestos con sus expresiones faciales que Akane no comprendió.

- ¿Qué cosa? - Confundida aprovechó para besarle la punta de la nariz.

- Dilo...

- ¿Decir qué?

- Ya sabes... - Volteó el rostro hacia otro lado, la mujer inmediatamente hizo que volviera a mirarla.

- No, dime que quieres que diga. - Levantó la ceja esperando.

- ¡Qué me amas boba! - Exasperado le soltó. - Te has hecho tonta durante mucho tiempo y no me lo has dicho. Tanto que exiges y tú no lo dices. - Akane sabía que esa última frase solo era el orgullo de Ranma hablando. Sonrió pensando en las veces que se había tragado esas palabras, era cierto, hace meses que no se lo decía y por la exigencia de su esposo... ¿acaso era que él extrañaba esas muestras de afecto que según él mismo no eran lo suyo?

- Tal vez... mamá tenga razón...

- ¿De qué hablas? - Su ceño se frunció aún más sin entender. - Si estás evitando deci... - Akane le dio un beso rápido en los labios, pero ni eso mejoró la expresión de su marido. - ¡Dilo tonta!

- Creo que si... si he cambiado algo en ti... pero tú también has cambiado algo en mí.

- ¿Qué? - Confundido ladeo la cabeza intentando entenderla. - ¡No evites el tema! ¡Solo di lo que... - Otro beso repentino volvió a dejarlo callado.

- Nunca hubiera dejado que me estuvieras toqueteando por debajo de la mesa y menos en un lugar público, pervertido… - Señaló lo que había hecho horas antes en el restaurante.

- Yo... no es... es que... - Intentó explicar, él no quería nada pervertido, bueno, si había pensado en subir un poco más su mano por sus muslos, pero...

- Si no te amara, bobo... Te amo Ranma, te amo más de lo que puedas imaginar. - Dejó otro beso ligero sobre los labios masculinos y se quedó tan cerca de él que sus bocas seguían rozándose.

- Te amo más. - Pudo jurar Akane que había gesticulado su esposo antes de besarla con pasión.

Ranma se echó atrás en la camilla recostando a su mujer sobre si, habían sido meses sin ser complacido a saciedad y ese último periodo de nada de "nada" que se sentía extremadamente necesitado de atenciones conyugales.

No desaprovechó la oportunidad para repasar y apretar con insolencia y urgencia los atributos de su esposa que tanto le encantaban, luego, exasperado del exceso de ropa desabrochó lo que le estorbaba de ella y de él mismo, metió sus manos por debajo de las telas de ella y tocó la piel tibia con fervor.

- Ranma... - Susurró ella. Conocía condenadamente bien a su esposo, Ranma perdía la noción del lugar y del peligro cuando entraba en ese tipo de estado febril, si no lo detenía ahora, en cosa de segundos él la tendría consumando su amor. - Oye... Ra... Ran... ¡Ranma! - Sofocada intentó apartarlo cuando la mano masculina trabajaba en cierto lugar privado.

- El doctor Tofu me mando a ver si la señora ya... - El pasante quedó mudo al levantar su vista de la tabla de papeles en sus manos y miraba al matrimonio en tan inesperada y evidente posición. - Yo... ¡oh! ¡santo cielo! ¡Lo-lo-lo siento tanto! ¡debí haber tocado! - El joven Kawashima se inclinaba en 90 una y otra vez mientras hablaba, luego se quedó en esta posición encorvada al retroceder para salir y seguía hablando. - ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Re-regresaré más tarde! - Se golpeó con el marco de la puerta antes de salir y cerrar la puerta.

- ¡Ranma! - Le golpeó haciendo que sacara la mano de su ropa y de... - ¡Ahora qué pensará de nosotros! ¡De mí!

- De ti, nada, lo golpearía si se atreve a pensar algo. Pero... - Suspiró profundamente y trayendo a flote su lado prudente aceptó. - Creo que deberían revisarte primero. - Su tono preocupado hizo sonreír a Akane. Ranma invirtió posiciones, ella bajó él, y con una pierna a cada lado del cuerpo de ella se irguió sobre sus rodillas y le acomodó él mismo la ropa a su esposa. - Iré a buscar al chico. - Se inclinó y la besó antes de retirarse.

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- Kawashima no quiso regresar... ¿por qué será? - Preguntó Tofú a Akane cuando comenzó a hacerle un reconocimiento según los síntomas asociados a una entrevista previa.

- Ya... ya sabes cómo es Ranma... - Fue lo único que dijo mientras su cara estaba roja. Su cuñado rio un poco antes de continuar. - Pues a mí me parece que si Akane. - Se refirió a su diagnóstico. - Pero tengo que mandarte a hacer estudios para confirmar. También te voy a remitir a una clínica especializada, la doctora se llama Takase Mifu, muy buena, seguro te sentirás cómoda con ella, es importante que le menciones los síntomas que has estado presentando en cuanto a la presión baja, puede convertirse en un problema después.

- De acuerdo.

- ¿Se lo vas a decir a Ranma? - Preguntó pasando su estetoscopio por su cuello al dejar de usarlo.

- Si, ya no puedo con esto, ha sido demasiada presión durante estas semanas, además hemos hablado y ahora estamos bien, necesito su apoyo.

- Entiendo. - Tofú le sonrió sinceramente y le palmeó la cabeza como cuando era niña. - Tengo que retirarme con Kasumi, son más de las ocho y aquí en la clínica no hay pendientes, de todas maneras, Kawashima hace el turno completo de la noche. El bebé ha estado un poco más activo de lo normal y Kasumi necesita un descanso.

- Claro, dales mis saludos y dile a mi hermana que vendré mañana o pasado a ayudarle en lo que necesite.

- Claro que sí. - El médico se estaba yendo cuando ella lo detuvo.

- Tofu...

- ¿Qué pasa? - Atendió al abrir la puerta.

- Esto de... bueno... ya sabes... tiene que ver con... - Dijo sin poder explicarse del todo.

- ¿De qué? ¿Con qué? ¿Qué tiene Akane? - Entró a la habitación Ranma a penas se abrió la puerta. - ¿Qué tienes? ¿Qué te dijo? - Le preguntó a su esposa cuando llegó a su lado y le tomó la mano, aunque ella no le prestó atención, sino que siguió observando al doctor.

- Yo... no me he sentido... como yo misma de un tiempo para acá. - Akane apretó inconscientemente la mano de Ranma.

- Puede ser... - Meditó Tofu. - Si resulta ser cierto, tu estado hormonal tendría que ver con tu sensibilidad emocional, pero ciertamente, si tu presión ha estado baja desde entonces y ha sido un síntoma constante, eso también pudo haber influido en tu estado de ánimo, puede haber depresión en pacientes con bajo ritmo sanguíneo, y de ser así, menciónalo con mayor razón a la doctora Takase para que controlen ese aspecto.

- Gracias hermano. - Le sonrió con cierto alivio y Tofu se retiró.

- ¿Quieres explicarme por favor? - Dijo un poco irritado intentando moderar su preocupación. Akane lo miró y sin más soltó.

- Estoy embarazada, a menos claro que los resultados que tengo que hacerme mañana digan lo contrario, pero... si, es casi seguro que estoy embarazada. - Ranma se quedó mudo, sin reacción. - Y... en cierto modo es un alivio saber que todos mis sentimientos estos meses, en parte, fueron por la sensibilidad de esto, ya sabes... las hormonas se vuelven locas. También le comenté a Tofu algunos síntomas que él cree que son presión baja y... bueno... ya escuchaste lo que dijo. - Suspiró largamente sin ver ningún signo de reacción en su esposo y continuó. - Ahora que tú y yo hablamos me siento mucho mejor, pero en verdad quisiera pedirte que me apoyes con esto porque... si en algún punto me vuelvo una embarazada loca yo...

- ¿Un... bebé? - La interrumpió diciendo de manera robótica.

- Si, ya sé... tampoco podía creerlo hasta que algún doctor me orientara, pero no había tenido valor de hacer siquiera la cita.

- Pero tú... y tu periodo... nos estábamos cuidando... - sopesó y Akane comenzó a sentirse desanimada, conteniéndose, explicó.

- Si, he tenido sangrado... pero Tofu dice que en algunos casos suele suceder... y sobre cuidarnos, bien sabes que hubo algunas veces que... no lo hicimos... de cualquier manera la posibilidad está ahí... una gran posibilidad...

- ¿Desde cuándo lo sabes? - Cuestionó lentamente mientras se sentaba a su lado en la cama.

- ¿Un mes? Algo así... mi periodo era extraño hasta este último mes que no me ha llegado casi nada, y hace algunas semanas comencé a sentir una ligera hinchazón en el abdomen y... - Sus palabras se detuvieron cuando su esposo inmediatamente posó su mano en su estómago y la pasó a lo largo de su talle.

- No... - Declaró y metió la mano por debajo de su ropa para tocar su piel, desde por debajo de los senos hasta el monte de...

- ¡Ranma! - Manoteó a su esposo para que alejara la extremidad de ella.

- No siento nada. No hay nada... - Su gesto seguía confundido y la miró esperando una explicación.

- No dije que se notara, incluso mi ropa me queda igual que siempre, dije que se sentía. Es extraño. - Se quedó en silencio y Ranma tampoco agregó nada mientras hacía que su cerebro trabajara.

Akane lanzó un suspiro al aire y volvió a recostarse en la camilla, ¿tan malo era para él? Se tapó con el antebrazo izquierdo la cara intentando no llorar, ella tampoco esperaba un bebé en ese momento, tenía muchos planes que no sabía si iba a poder realizar con un bebé y desde que comenzó a sopesar la idea había estado en negación, pero ahora que la situación estaba a un paso de ser confirmada, no tenía opción más que seguir adelante; de hecho y de una manera que no comprendía, hace apenas unos minutos cuando Tofu dijo "a mí me parece que " una emoción se había instalado en su pecho queriendo confirmar si era verdad.

- Aka... ¿Akane? ¿Qué tienes? - La llamó volteando a verla, entonces, notó las lágrimas que rodaban por debajo de la visión que tapaba el brazo femenino.

- Sé que no lo esperábamos, pero... - hipó sin poder evitarlo. - ¡Demonios! ¡¿porque no puedo controlarme?! - Pensó frustrada de estar llorando otra vez. - Ya no se puede hacer nada, y si tu no quieres a este bebé yo...

- ¡Oye, oye! ¡¿por qué rayos piensas que no lo quiero?! - Ofendido, la tomó de las muñecas que aprisionó contra el colchón. - ¡Si lo quiero! ¡¿por qué no lo querría?! - Preguntó disgustado.

Akane no dijo nada, no podía, tenía aún un nudo en la garganta, así que solo le mantuvo la mirada llorosa.

Ranma la soltó lentamente y apenas se vio libre se rodó, quedando boca abajo, enterrando su cara en sus brazos. Saotome la oyó hipar varias veces mientras comprendía que en estos momentos no tenía tiempo de demostrarle con acciones que amaba a esa pequeña creatura que crecía en el vientre de su mujer, que se necesitaban palabras para expresarle en ese momento su claro compromiso y amor por ambos.

- Un bebé... un bebé de Akane y mío, un bebé hecho de lo mucho que la amo... - La sonrisa en su rostro denotó las cosquillas de alegría que sus pensamientos le provocaban tras el shock inicial.

Sin dejar de sonreír, se recostó en la camilla también con la cara hacia abajo, rodeando los hombros de ella y metiendo su cara entre el cabello y la nuca de Akane.

- Es mi bebé. - Dijo suavemente antes de besarle la nuca y respirando hondo repitió sus propios pensamientos. - Un bebé hecho de lo mucho que te amo. - Dijo en un suspiro.

Akane volteó la cara para intentar verlo, Ranma levantó su rostro y se miraron con los sentimientos a flor de piel.

- Está hecho también de mi amor por ti. - Respondió aun con lágrimas en los ojos esta vez de felicidad. Se rotó lo suficiente para besarlo.

- Akane... - Dijo al separar sus labios. - Un mes es mucho... necesito... ya sabes... - La cercanía física dejaba en evidencia cuál era su urgente menester. Akane soltó una risita antes de ejercer fuerza, ponerse sobre su esposo y tomar la iniciativa del acto preferido de su pareja para expresar amor, y para qué negarlo, a ella también le encantaba, sobre todo después de endulzarle los oídos con tan dulces palabras nada propias de él.

Kawashima tomó una larga inspiración al pararse en el inicio del solitario pasillo, agarró con más fuerza las cobijas que el doctor Ono le había dicho que llevara hasta la habitación donde estaban sus cuñados y se preparó para aguantar la vergüenza que le causaba enfrentarlos.

- Soy tan torpe... porque nunca toco antes de entrar a una habitación. Han de pensar que soy un fisgón, si de por sí tampoco toqué cuando estaban en el consultorio... fuuu~ - suspiró. El joven Kawashima tenía puestas sus esperanzas sobre el matrimonio Saotome, había pedido hacer sus prácticas en la clínica de Ono, además de por su impresionante currículo, por su cercanía con el matrimonio de campeones en artes marciales y le interesaba que lo notaran, su sueño siempre había sido trabajar para un dojo en el área de acondicionamiento físico desde sus tiernos años de secundaria cuando entrenaba karate.

El joven avanzó pensando en un buen discurso de disculpa, repitiendo en su cabeza una y otra vez como hacerlo de buena manera.

- Lo haré de manera formal, si, eso es, yo... - Se congeló en la puerta al escuchar por fin "ciertos" sonidos inconfundibles.

- Ran...ma... oh... espera... es que... mmmhh -

- ¿Estás incómoda... de esta... forma? ¿crees que... le afecte al... bebé?

- No creo, pero... ¡oh! ¡cielos! ¡oh Ranma! - Se oyó más fuerte. - Esto... es... ¡ahhhmmm! muy... ¡muy atre-atre...vi... do! ¡ohhhh!

- ¿Pero... si te... gusta? - Preguntó entre jadeos con tono socarrón.

Kawashimma cerró los ojos completamente sonrojado, estiró la mano y al tanteo encontró la perilla, cerrando lentamente y sin hacer ruido alguno la puerta que estaba medio abierta.

- Yo no vi nada... - Susurró al aire. Dejo las cobijas junto a la puerta suponiendo que las encontrarían en algún momento de la noche, se dio media vuelta y se retiró.

Mientras regresaba por donde había llegado pensó en su novia, si tan solo tuviera la décima parte de lo bueno que tenían en su relación los Saotome con ella... pero Himeka no lo entendía, se quejaba mucho y siempre estaban en desacuerdo. Kawashima entonces pensó en un reportaje que había visto hace tiempo en la televisión y sonrió tristemente, tal vez fuese hora de buscar a alguien que lo entendiera y que a su vez pudiera entender mejor, así como los señores Ranma y Akane que parecían encajar a la perfección...

- ¡Cielos! - Se abanicó el rostro al caer en la jugarreta de su propio cerebro ante el doble sentido de las palabras. - Uff ~ ellos son el uno para el otro... - Despejó su mente de pensamientos subidos de tono y repitió la misma frase que la prestigiosa psicóloga había dicho en la televisión. - Ellos hablan el mismo lenguaje de amor.

FIN

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ACLARACIONES.

- De acuerdo con la psicología existen 5 lenguajes de amor:

1. palabras

2. regalos

3. contacto físico

4. actos de servicio

5. tiempo de calidad

Aprender que tipo de amor das y cual recibes de tu pareja es esencial ya que de esto depende la comprensión de la relación y en caso contrario puede provocar los malos entendidos y una ruptura potencial al no saber descifrar las expresiones de amor de tu pareja.

En el caso de Ranma y Akane, siento que tienen bien definidos los puntos 2, 4 y 5 como pareja, se dan regalos, hacen cosas el uno por el otro y pasan tiempo de calidad juntos. Akane en su caso, siempre ha tenido un raro sentido del punto 3, ya que su iniciativa al contacto físico con Ranma es mediante los golpes, incluso cuando lo cura siempre es brusca, por el contrario Ranma siempre es delicado al tocarla o cargarla, siempre busca su comodidad, incluso se puede observar en la serie que él es el de la iniciativa a tocar su mano o abrazarla y cuando tiene oportunidad convierte su protección en toques que son meramente de pareja (quien no recuerda las veces que "salvándola" le rozó los pechos o las caderas). Podemos pensar entonces que el lenguaje principal de amor de Ranma es el contacto físico.

Por su lado, Akane siempre le da mucha importancia a las palabras, incluso si Ranma se las dice en broma (que ella no nota) puede decaerse o animarse en un segundo y le da vueltas y vueltas hasta cansarse. También a la hora de expresarse es mucho más verbal que Ranma, cuando él o cualquiera lo necesita no duda en decirle palabras de aliento o explicarle las cosas.

- Por si se lo preguntan, sí, padecer presión baja (refiriéndose al ritmo sanguíneo) puede causar depresión (condición emocional).

- En las bodas japonesas es común que a mitad de la fiesta hagan cambio de vestimentas.

- Cuando Ranma en su monologo dice que ya le había dicho que la amaba, por si no quedo claro, habla de lo que pasó en Jusenkyo en el último tomo del manga.

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N/A

Para el 15 de diciembre.

Sobre la temática, de alguna manera me pareció muy acorde a esta pareja las formas de expresión del amor, es curioso que Ranma decida y exprese de varias formas el amor que le tiene a Akane sin decírselo realmente a menos que sea una situación muy extrema, mientras que Akane se expresa mejor con las palabras no solo con Ranma, sino con todos los que la rodean. También se me hizo muy relevante que Soun sea también muy expresivo con sus hijas, siempre diciéndoles que las ama y llorando cuando les pasa algo.

También otra cosa que intenté fue darle un contexto a sus padres, ya que pienso que ambos vienen de crianzas muy diferentes con respecto a las demostraciones de afecto, Nodoka explicando la parte de su familia y Soun explicando cómo fue que llegó a ser tan demostrativo, ya que, siendo sinceros, en la sociedad japonesa este tipo de comportamientos no suceden. Y antes de que se me olvide, y relacionado con la parte de Soun y la muerte de su esposa, esta historia estaría en el mismo universo que "Entender", fic que relata el funeral y el inicio de esa etapa de duelo por la señora Tendo.

Otra cosa que quiero dejar muy clara y espero poderla haber plasmado en el fic, es que Akane sabe que él la ama, solo que al ser su lenguaje de amor las palabras, una parte de ella se siente incomprendida, además al estar embarazada y deprimida, en adición del detonante que es Ukyo, le da una razón para sobre escalar las cosas y explotar, en lugar de esperar a que Ranma de su propia iniciativa cambiar, cosa que veo muy probable, ya que en general, Ranma a lo largo de la serie cambia de poco a poco y es por ella.

Esta historia juro que antes de escribirla no me parecía tan larga y ahora resulta que son más de cuarenta hojas... exageré... lo siento... pero sentía que no podía cortarla más ni tampoco quería que fueran varios capítulos, dedicada a todos aquellos que siempre piden que sean extensas.

Una última cosa que quiero mencionar, es que este mes ha estado muy presente Ukyo, y no es por algún motivo en especial, simplemente porque es la que encaja mejor en la trama al tener ese papel de amiga.

Y pues bueno, me despido. Gracias a todos los que apoyan mis historias, en especial a:

· Nita-chan84

· Benani0125

· Crisel Grajeda

· Psicggg

· gatopicaro831

De este lado del ciber mundo, AkaneMiiya.

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EXTRA.

Akane bajó del taxi intentando acomodar su cabello, esperaba que la brisa marina no hubiera hecho demasiados estragos en él, después de un vuelo de casi siete horas debía de verse no tan bien como quisiera como para agregar un pelo desordenado.

Ranma ayudó al taxista a bajar las maletas y le pagó, inmediatamente un botones se acercó y cargó con el equipaje, lo cual dejó a Saotome libre para ponerse al lado de su esposa, y sin miramientos, le tomó la mano antes de avanzar, Akane se sonrojó y sonrió feliz, no llevaban ni veinticuatro horas de casados y el muchacho desde el momento del "sí, acepto" había mostrado una actitud extremadamente cercana hacia ella.

Tras algunos trámites llegaron hasta la habitación correspondiente donde el botones dejó el equipaje a espaldas de ellos.

- ¡Es bonita! - Dijo ella. - ¡Es mucho más bonita que en las fotos! - Dio un giro sobre si misma antes de desplazarse por la habitación admirando todo del espacio donde estarían alojados los próximos siete días según la planeación que les había ayudado a hacer Nabiki de su luna de miel. - Aunque... esta habitación... no es lo que reservamos ¿no habrá habido un error? - Se acercó a la doble puerta que dividía la habitación, aunque curiosa y emocionada, reconoció que esto era mucho más grande y lujoso que lo que habían elegido.

Aunque no le había tomado demasiada importancia a la planeación del viaje de bodas al estar preocupada por su nula relación romántica con Ranma, aun podía recordar que era lo que a regañadientes les había hecho escoger su hermana en los paquetes turísticos.

- Pude hacer un cambio de último momento.

- ¿Un cam... - Se quedó muda al abrir la puerta y ver la gran cama iluminada por la luz procedente de las puertaventanas que daban un panorama precioso del mar.

- Pedí una suite. - Sonrió, ni siquiera necesitaba preguntar si le gustaba, de solo ver como había corrido a ver la perspectiva en el balcón estuvo seguro de que había valido la pena gastar todo ese dinero por ver esa sonrisa en la cara de Akane.

- ¡Me encanta! - Confirmó ella agarrada al barandal del balcón dando saltitos.

- ¡Oye! ¡Ten cuidado tonta! - La tomó de la cintura para que dejara de saltar, literalmente rodeó su torso y la pegó a su cuerpo de manera apretada. - ¡Nunca tienes precaución! ¡Estamos en el séptimo piso! - Le amonestó, pero Akane no pudo defenderse de ninguna manera al sentir como él le besaba la nuca.

¿Siempre iba a ser así de osado? Se preguntó ella con las mejillas rojas aferrando sus dedos a los brazos de él, no es que le molestara, pero era un ritmo muy acelerado, ¡ni siquiera se habían confesado!

Sintió que la jalaba dentro de la habitación y al instante miles de mariposas revolotearon por todo su cuerpo, en especial cuando él cerró por completo las cortinas dejándolos con una iluminación medianamente opaca. Ranma la volteó hacia sí sin esperar ni un segundo más.

- Yo qui... - Intentó decir algo que se estancó en su boca cuando él la cubrió con sus propios labios, esta era la quinta vez que la besaba, y de dichas ocasiones la tercera que lo hacía de esa manera pasional; la primera cuando lo ordenó el sacerdote en el altar, un beso suave que cubrió todas sus expectativas para su primer beso. La segunda fue antes de ingresar en el pequeño salón de recepción, a Ranma no le importó que sus padres y hermanas estuvieran formados tras ellos para hacer la entrada, la había tomado del mentón y la había acercado por la cintura sin aviso hasta hacer que chocaran sus bocas, había sido un beso más profundo que el anterior pero más corto cuando Nabiki comenzó a burlarse y la puerta hacia la multitud se abrió. El tercer beso fue en el espacio privado de los novios donde había un baño y una habitación para el arreglo de la novia; Akane había salido del baño con su segunda vestimenta de novia luego de cambiarse el tradicional por uno más sencillo y occidental para la fiesta, levantó la mirada del ruedo que sin tacones arrastraba en el piso y se encontró con la mirada de su esposo, también se había cambiado el traje tradicional por un traje formal, entonces, sin preámbulo se acercó y comenzó a besarla como si la vida se le fuera en ello mientras la abrazaba fuerte y le frotaba la espalda, eso hasta que Nodoka entró interrumpiendo el momento. El cuarto beso fue cuando llegaron a la casa, debía subir a revisar si no faltaba nada en su maleta para el viaje y cambiarse de ropa, Ranma debía hacer lo mismo si querían llegar a tiempo al aeropuerto, sin embargo, al entrar en su habitación, su esposo se había metido con ella y la había acorralado contra la puerta, de nuevo sin decir ni una palabra, solo besándola hasta dejarla sin aliento e incluso toqueteando un poco por encima del vestido, entonces Kasumi los había llamado. Y ahora, este quinto beso que los estaba llevando hasta el límite de lo "correcto".

- ¿Quieres? - Le preguntó casi con angustia Ranma al retirar las manos femeninas, pues Akane se cubría la cara intentando lidiar con la vergüenza de verse por primera vez expuesta ante él, ya la tenía bajo su cuerpo en la cama, le había quitado la blusa y el sostén, había acariciado la zona sin pudor y pretendía atender de otra manera el lugar cuando, al verla tan cohibida, decidió que debía ser un caballero y preguntar primero.

- Yo... - Akane no tenía el rostro lleno de pánico como en un principio pensó su marido, solo estaba muy roja y para ser precisos su gesto denotaba las recientes sensaciones que le daba el artemarcialista. - ¿No crees que deberíamos... esperar? - Habló soltando sus manos del agarre de él, intentando bajar un poco la falda que Ranma también había desacomodado.

- Estamos casados. - No lo dijo enojado, solo como si fuera algo obvio mientras de manera inconsciente volvía a subir la falda con caricias suaves en sus muslos, como si quisiera calmarla, mientras intentaba con todas sus fuerzas mirarla a la cara.

- Es que... - Akane tomó una almohada cercana y echándose hacia atrás se sentó con la espalda recargada en la cabecera de la cama y tapó su torso abrazando el indumento esponjoso; Ranma no la dejó escapar, fue tras ella sin respetar la distancia hasta quedar hincado entre sus piernas a pesar de los intentos de ella por mantenerse pudorosa y le acarició de nuevo los muslos añadiendo en su trayectoria las caderas, todo por debajo de la tela que poco hacía cubriéndola.

- ¿Qué? - Era comprensivo, pero a la vez se notaba tan ansioso que se acercó aún más hasta el punto de que ella podía sentir las repercusiones del cuerpo masculino contra su propio cuerpo... eso no ayudaba.

- Yo... qui-quiero saber... bu-bueno... - Tartamudeo nerviosa, tanto por las caricias y la cercanía de él, como por lo que estaba a punto de decir dándose valor pensando en que si Ranma actuaba de esa manera significaba que el sentimiento era reciproco, ¿verdad? - Es que... yo te-te... - bajó la vista clavándola en el blanco impoluto de la almohada tratando de no pensar, o sentir (lo cual era imposible) el cuerpo masculinamente alineado al suyo. - Te... te a-amo... y quisiera saber si... tú...

Tragó saliva cuando Ranma le tomó las manos y sosteniéndole una penetrante mirada le besó con lentitud primero la mano derecha, luego con aun más alargamiento, la mano izquierda, más específicamente, sobre el anillo de bodas forjado en oro blanco, asemejando una completa pleitesía hacia ella; después, condujo las extremidades femeninas a rodear su cuello, quitó el cojín del todo despejando el etéreo cuerpo y posó sus gruesas manos en la desnuda cintura, como si estuvieran a punto de bailar un vals. - ¿Tú me... amas? - Preguntó ella directamente con una ligera sonrisa en la boca al reconocer aquellos sentimientos en la mirada azul.

Ranma sonrió no solo con la boca sino con toda su cara, su dicha plasmada en cada milímetro de su rostro y sin más se inclinó a besarla, primero suave, luego tan intenso que ella ya no pudo preguntar nada.

...

Saotome abrió los ojos cuando sintió un golpe en su abdomen, posterior, notó como Akane se alejaba de su cuerpo. Sonriendo vio durante algunos segundos la parte posterior del cuerpo de su esposa antes de acercarse a ella sin ninguna timidez, ella seguía dormida y balbuceaba entre sueños, la muy tonta seguía teniendo una horrible forma de dormir y a saber que estaría soñando para arrojar su brazo tan fuerte como para lograr despertarlo.

Al abrazarla por la espalda, ella echó la cabeza atrás pegándole en la barbilla, y aunque el mordisco que se dio el mismo en la lengua a causa del golpe le dolió, solo pudo sonreír cuando ella volvió a girar y se abrazó a su torso de manera inconsciente. Observó en el buró un reloj de luz led que marcaba las 4:20 de la madrugada y se preguntó si debía de despertarla nuevamente para reanudar sus actividades conyugales como las veces anteriores que se habían quedado dormidos por el agotamiento; desde su llegada al hotel no la había dejado en paz y aun así no sentía que fuese suficiente para compensar los años que se pasó anhelando su compañía.

Ranma comenzó por acariciarle la espalda y justo cuando iba a bajar sus manos por el contorno femenino, un potente calambre se instaló en su pierna derecha haciéndolo maldecir en silencio, tras los segundos de movimiento con la pierna, sin haberse separado de su mujer, decidió que probablemente era una señal para seguir durmiendo un poco más, bostezó, la abrazó aún más cerca y le besó repetidas veces la cabeza, cada beso en cada ocasión más espaciado que el anterior cuando el sueño comenzó a hacer mella en él.

- Akane... - dijo bajito luego de un beso. - Akane... - susurró ya solo haciendo ademán con los labios. - Aka...ne... - dijo ya cuando dormitaba. - Te... - balbuceo sonriendo entre sueños. - amo... - Salió en forma de suspiro lo que probablemente se reproducía en su inconciencia .

FIN