*Advertencia*
El siguiente capítulo no es apto
para menor de 18 años,
Menores sigan rezando, por favor
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Cada parte de su cuerpo era parecido a tener cientos de kilogramos extras encima de su ahora vulnerable cuerpo. sintiendo como su mente iba nublándose poco a poco, dejando una densa oscuridad en su razón La embriagadora esencia a tierra mojada del dios del Inframundo lo envolvía, manifestándose como una dama danzante, bailoteando seductoramente ente él, introduciéndose en sus fosas nasales.
Habían pasado más de cien años desde la última vez que olía tal provocativo aroma; y sin duda alguna, lo hipnotizaba con una fiereza indomable que lo sacudía con una fuerza impresionantemente similar a la primera vez, que había caído a esa fragancia. Un recuerdo palpitante que se escondía en los más profundo de su subconsciente parecía que pelaba con uñas y dientes por salir, azotando a su racionalidad.
Una extraña sensación en su pecho comenzaba a aparecer lentamente, era como sí el hueco en su pecho parecía que intentaba llenarse forzosamente con ese delicado perfume, así como los latidos de su corazón que parecían latir con más vida, acelerados sobresaltando y tomando un ritmo suplicante.
Levantando la mirada con un notable temblor de su cuerpo que era casi perceptible, sus hermosos ojos azules intentaban adaptarse al excesivamente iluminado paisaje. Columnas de mármol en fragmentos, agrietados, y partidas en pedazos, en un constate estado precario, arrumbados al azar, en cada rincón de los alrededores.
Los verdes pastizales que eran ordinariamente decorados con pequeñas flores de diferentes colores y tamaños; entre ellos un ser pálido cubierto por túnicas negras, que caían como cascada sobre sus largas piernas, un trozo de tela negra y los largo cabellos negros alborotados escondiendo la palidez de la piel de la ancha espalda, empuñando con fuerza en su mano diestra, su espada tan sublime como mortal.
Podía mirar como esa belleza, era similar a la de una estatua de mármol que se encontraba dentro de un templo, adorando a la belleza de tal efigie.
Cerrando los ojos con fuerza, Atheno soltaba un pesado suspiro qué lograba percibirse, al mismo tiempo que su corazón palpitaba desembocado.
"¡Maldita sea, de todos los lugares que pudo traerme…!"
Abriendo nuevamente la mirada, podía enfocar sus ojos en la figura inmóvil de Hades, sin evitar que su cuerpo se estremeciera.
Despegando sus parpados con un estremecimiento notorio, podía apreciar como los campos verdes rebosantes de flores multicolor, mirando cuidadosamente atmósfera utópica, él volvía su cuerpo, en una atmosfera completamente irreal.
Un suspiro salía furtivamente de sus labios, un ligero movimiento de su cuerpo restringido consumía seriamente cada gramo de sus escasas fuerzas, con sus ojos observando como las manchas escarlatas, casi negruzcas de las cadenas que lo aprisionaban, soltando un tintineo molesto.
Con su cosmos sellado por las pesadas cadenas, su fuerza y cosmos eran igual o por debajo de lo de un ser humano, y empeorando la situación se encontraba en los Campos Elíseos junto con Hades.
No tenía la más mínima idea de lo que el dios planeaba, a pesar de todo, teniendo claro que se encontraba en una seria desventaja.
—Veo que has despertado —La voz captaba su atención, al mismo tiempo que un paso a la vez se escuchaba frente a él, sacudiendo con elegancia sus largas túnicas, al instante que acortaba el espacio entre ello, manteniendo sostenido su cuerpo sobre sus cansadas y adoloridas rodilla—. Creí que intentarías no enfrentarme.
El tono de su voz retumbaba en sus oídos produciendo un fuerte escalofrío, el joven dios giraba ligeramente la cabeza, evitando a toda costa sentirse hipnotizado por ese rostro nuevamente. Volver a mirar esa gélida expresión, incrustados con esos ojos que provocaban que su corazón comenzara a palpitar acelerado; le hacían volver al momento en el que creía que por fin había logrado conseguir lo que quería sin importar las consecuencias, porque ingenuamente creía que nada más importaba.
Sus pasos consumían la distancia que los separaba, notando como parte de su ahora inmaculado pecho quedaba expuesto contrastado seriamente de sus vestiduras.
Las túnicas oscuras completamente ceñidas en su delgada cintura por una cinturón grueso y rojo como la sangre, su pecho cubierto con un trozo de tela, que cruzaba descaradamente desde la esquina diestra de su cintura, y terminaba sujetada elegantemente con un intrincado y ostentoso broche plateado, por encima del hombre izquierdo, dejando caer a su espalda la tela restante, mientras en sus largas piernas, se cubrían con la misma prenda casi enredada entre ellas.
"¡Mierda!"
—Atheno, ha llegado el momento —rompiendo el sepulcral silencio entre ambos, Atheno alzaba la cabeza mirando como el amo del Inframundo lo miraba con cierto desdén—, de terminar definitivamente con esto.
—¿No pudiste esperar unas décadas para encararme en la Guerra Santa? —Replicando con fuerza comenzaba a fruncir el ceño, estirando su cuello lo miraba con quijada tensa, a la vez que fijaba su mirada en la de él—. Es el único momento en que tú tolerarías tenerme frente a ti, únicamente para intentar asesinarme y obtener la Tierra.
Los ojos de Hades se abrían completamente, llegando a estar casi desorbitados sintiendo como su mirada se enfocaba en su rostro, y en un movimiento casi imperceptible, podía mirar como un ligero agitación en su labio inferior se asomaba sin pudor.
Su ceño poco a poco iba suavizándose, sus labios se entreabrieron quedándose con las palabras atoradas en la garganta, sintiéndola repentinamente seca.
—¿Eso es lo que piensas? —El dios del Inframundo fruncía el ceño, disminuyendo los pasos entre ambos, hasta detenerse por completo, con una mirada completamente frívola que no parecía reaccionar ante nada.
—¡¿Qué debo pensar, si fuiste claro ese día?!
—Habla.
—Tal y como te lo había dicho, tuve la oportunidad hacerte ver que tú eras mi persona destinada, intentando en convertirte mi compañero —escupiendo sin mesura sus palabras sin apartar su mirada, sintiendo como de repente comenzaban un molesto picor molesto en sus ojos—, sin embargo, me hiciste ver que me equivoqué…
Inconscientemente Hades daba un paso atrás, como si hubiera sido atacado por una venenosa serpiente, frunciendo el ceño, sin que en un sólo momento dejara de ver su rostro.
—¡Por esa estúpida razón, ¿te diste por vencido?! —Contestando seriamente, al mismo tiempo el Hades reanudaba sus pasos, mirándolo directamente a su rostro—. No te entiendo… Tanto me jodiste por tu acoso, tu osadía de encerrarme con humanos, tomar mi cuerpo, a tu antojo… ¡Ustedes, alfas me dan asco! ¡Se creen dueños de todo y todos! ¡Toman lo que quieren cuando les plazca! ¡Pero se aburren rápido y simplemente lo botan! ¡Peor que mierda! ¡Fuiste tú quien puso las condiciones del trato! ¡Tenías opciones!
—¡¿Qué opciones tenía?! ¡Al principio desconocía que eras un omega! —Respondiendo entre las vociferantes protestas del otro dios—. ¡Siempre que escuchaba de tus hazañas me llenaba de asombro! Cuando te vi por primera vez, puede verte tan seguro de ti mismo, aguerrido y audaz, era un sueño vuelto realidad; ver al dios, el cual, se había enfrentado a Cronos, junto con Poseidón y mi padre era demasiado abrumador para mí, sabía que las extraordinarias epopeyas no hacían justicia a lo que tenía enfrente de mí.
"Sin embargo, me habían dado el mandato de la Tierra, y tuvimos que enfrentarnos por primera vez, estaba preocupado. Por fin podría tenerte cerca, no obstante, tenía en mente las circunstancias en la que tendríamos nuestro primer encuentro, ya que me enfrentaría al legendario dios que hacía que los dioses callaran y los humanos temblaran...
"En esa batalla cuando estuvimos tan cerca del otro… ¿la recuerdas? Te miré a los ojos y sentí como por un instante toda aquella maldita guerra había desaparecido por completo. Por primera vez me había sentido tan tranquilo, pero… Pegaso te atacó, y no fue hasta hace décadas que pude volver a verte con tu verdadero cuerpo, y, aun así, no dejaba de pensar en ti como un alfa dominante, todo tu ser desprendía un aura de fuerza, indomable, pero tu belleza… sin embargo, eran cosas que no veía en los omegas que conocía.
La palidez en el rostro de Hades parecía acentuarse, que junto con la indiferente expresión iba deformándose, girándose hacia un lado con un ligero rubor que iba apareciendo en delicadas pinceladas.
—Raptarte y encerrarte en la Tierra fue un impulsivo y grave error, lo acepto. En ese momento, aunque el ataque era dirigido a mí… no me importaba; no tenía miedo de perder la vida, tenía miedo de que tú salieras lastimado. Entré en pánico, pues en cuanto me di cuenta, estábamos en la Tierra, te había atado y envuelto en los sellos —con los ojos nublados, Atheno lo miraba fijamente—, con el paso de los días y la presencia de Hypnos lo entendí… no me importaba que fueras un alfa, beta u omega, yo quería estar contigo, pero, he sido honesto con lo que siento, Hades. Pero, pasar por cada rincón del Inframundo y ver las almas de mis caballeros siendo torturadas en Cocitos… me hizo entender tus palabras, entendí porque éramos enemigos desde hace siglos, tú eres quien rige sobre este reino de tortura y lamentos, gobiernas en la oscuridad y muerte, yo… protejo la justicia la vida, y soy el regente de la luz y esperanza… seres como nosotros no pueden ser destinados… nosotros… n-no podemos estar juntos… Soy lo único que te separa de lo que yo represento y protejo… Por esa razón eres tú quien realmente tiene opciones, puedes liberarme y en unas décadas más nos enfrentaremos como lo que siempre hemos sido, enemigos, o… puedes terminar con todo esto, tomando mi vida, aquí y ahora.
Un incómodo silencio se apoderaba de cada rincón, de los Campos Elíseos, sin ninguna palabra o sonido pronunciada por ninguno de los dioses, Hades giraba la mirada hacía un costado, entre tanto se podía a penas apreciar como chisteaba, frunciendo su ceño, haciendo que sus espesas cejas casi se juntaran.
—¡No te irás tan fácilmente! —Respondiendo con un tono de voz sombrío, Hades volvía su rostro para mirarlo clavando sus ojos en los suyos.
Hades clavaba ojos en los de él, observando como las sombras de sus ojos no se disipaban. Un ligero bufido se escabullía entre los lívidos labios de Atheno, este simplemente no paraba de mirar los hermosos rasgos del rostro de su captor.
Un bufido bajo se escabullía de entre los lívidos labios de Atheno, levantando su cabeza fijando su mirada en los ojos sombríos de Hades.
—Así será —Con sus cejas caídas, los parpados de Atheno iban cayendo poco a poco, a la vez que en su mente podía mirar pacíficamente cada parte de su bello rostro, trayendo consigo, los momentos en que había logrado disfrutar su efímera felicidad, a la vez que levantaba aún su cabeza, dejando expuesto su cuello.
Pasando saliva que bajaba por su garganta sacudiendo su manzana de Adán, esperando lo que sería inevitable. El casi inaudible silbido se escuchaba con fuerza, en el mismo instante en que la notable brisa lo azotaba con fuerza.
Cayendo en los verdes pastizales de los Campos Elíseos, un fuerte y chirriante sonido metálico se estrenaba en un golpe haciendo que cada rincón de los vastos terrenos se estremeciese deshaciéndose de la tranquilidad del paraíso. Un par de manos se colocaban por encima de sus vestiduras, tirando de ellas con fuerza, las telas que precariamente cubría su pecho.
La delicadeza de su tacto hacía que frunciera el ceño, para que de inmediato, un par de labios suaves se colocaron sobre los suyos. Abriendo los ojos abruptamente, Atheno podía mirar el rostro de Hades demasiado cerca del suyo. Sus ojos cerrados con fuerza junto con un ceño fruncido adornado con un adorable rubor dándole unos vestigios de un encantador tono rosado, resaltado por su piel completamente pálida.
Inconscientemente con un ligero sacudida, sus manos, que ahora se podían mover libremente se acercaban dudosos, trémulos e inquietos. El ligero roce de las puntas de sus dedos en la piel de su rostro, le daba un profundo estremecimiento que había erizado cada vello de su adolorido cuerpo. Tomando entre sus dedos el rostro de Hades, Atheno abría sus labios para moverlos en respuesta, mientras tanto, instintivamente presionaba con fuerza acercando aún más su rostro.
Los jadeos suavemente iban acelerando su ritmo sintiendo como la falta de aire se hacía cada vez más presente, en el sube y baja de su pecho desesperado.
Faltos de aire ambos dioses se separaban forzosamente, Atheno cada tanto, dejaba unos cuantos besos en sus labios, intentando alejarse de ellos, y recorrer sus mejillas. Abriendo ligeramente sus parpados, podía mirar el rostro de Hades.
—¿Esto… esto es real? —Cuestionando con su respiración entrecortada, sentía el debocado latir de sus palpitaciones sintiendo que, a su vez, sus ojos se nublaban de lágrimas que amenazaban por desbordarse de sus parpados.
Volviendo a pegar sus labios en los de él, moviéndolos vehemencia, ese beso urgente era demasiado parecido a beber agua fresca después de una larga estadía en el un abrasador desierto, introduciendo su lengua en la húmeda cavidad, movilizándola provocativamente en cada rincón de su boca.
Deslizando sus manos por su cuello desnudo, descendiendo por los suaves pectorales semi cubiertos del dios, sus respiraciones velozmente comenzaban a volverse superficiales, una de sus manos inquieta se deslizaba sobre la burda orilla de las túnicas de Hades, terminando por deslizarla suavemente por la fresca piel.
—Tsk… —con la respiración jadeante, Hades se alejaba con los ojos vidriosos e intensos, contestando al momento que viraba la cabeza hacia un costado, su tierno rubor que se intensificaba, así como podía mirarlo bajar con suavidad, negándose a mirarlo de frente—, idiota.
Un familiar e intenso aroma a tierra mojada comenzaba a extenderse a lo largo y ancho del lugar, y en respuesta, su piel, comenzaba a erizarse, a la vez que, bajo su contacto, la piel de Hades comenzaba a sentirse cada vez más caliente.
El sonrojo de su rostro rápidamente descendía por sus hombros, dejando un claro y notable tono rojizo brillante que se acentuaba con el contraste de su pálida piel, junto con notoria sacudida de su cuerpo.
Los ojos comenzaban a notarse cada vez más vidriosos, a la vez que ese provocativo brillo en sus labios carnosos relucían en la artificial luz del lugar.
El joven dios sentía como su cuerpo lentamente iba perdiendo la capacidad de moverse, en cada miembro de su inmortal cuerpo, tenía que invertir una considerable cantidad de fuerza para lograr controlarlo.
Pasando con un ruido sonoro, las inhalaciones jadeantes, comenzaban a tener cada vez más urgencia, sintiendo como en el fondo de su vientre un ya reconocible calor lo invadía.
Sin pensarlo, Atheno moviendo su cuerpo en reversa caía de espaldas, golpeándose con las pesadas y despedazadas cadenas que lo habían aprisionado, ligeramente en su trasero. Con los ojos abiertos como platos, moviendo desesperadamente con urgencia sus piernas y brazos, intentando aumentar la distancia entre Hades y él, golpeando su espalda con una estructura sólida que no lo dejaba retroceder.
—T-tú… acabas de… —acortando sus propias palabras movía imprevistamente una de sus manos a su rostro; al mismo tiempo que imágenes borrosas y confusas de él, encima del cuerpo de Artemisa, en el preciso momento en que sus manos, que se movían por voluntad propia, desgarraban con fiereza sus túnicas—, no lo hagas… yo…
En la mirada del dios, casi completamente perdida, lloroso con un sonrojo sumamente intenso en su delicado rostro. Repentinamente las piernas temblorosas de Hades parecían ceder, y sin previo aviso, el cuerpo entero del dios se desplomaba casi encima del suyo.
Teniendo a Hades con el rostro pegado a su pecho, cerca de su alocado corazón, Atheno espontáneamente extendía un brazo hacia los largos cabellos revueltos del dios. Casi de inmediato, el dios del Inframundo levantaba su cabeza, elevando una comisura, mostraba una sonrisa maliciosa, con un extraño brillo en sus ojos.
Sin vergüenza alguna, una de sus manos se apoyaba en el delgado límite de la tela que cubría su piel, iba introduciéndose debajo de la misma. Un suave y lascivo contacto de las yemas de los dedos de Hades recorrían con las líneas de los pectorales del dios, bajando descaradamente para colarse completo debajo de la tela, acariciando su piel.
—Hades….
Con la otra mano escondiéndose en su región inferior sintiendo como esos largos dedos rozaban la piel de sus fuertes muslos, acercándose a la punta de su polla semi erecta, en ese mismo instante, su mirada se clavaba en la vidriosa mirada del dios, que, al igual que un salvaje depredador acercándose sigilosamente a su presa distraída, el dios comenzaba a moverse acercándose notablemente a su vientre.
La mano en el rostro de Atheno, lentamente iba cayéndose, hasta que poco a poco iba extendiéndose para acercarse al rostro de Hades.
Haber experimentado un deseo forzado por el celo de Artemisa, le había hecho actuar de una manera tan irracional y brutal, ahora era completamente diferente, ese deseo irracional y feroz, sintiéndose capaz de intentar controlarse esa vez, trataré de acariciar su piel con delicadeza, disfrutando de la textura suave de su piel, probar sus labios con movimientos provocativos al mismo tiempo que saboreaba su delicioso sabor, arrancar de sus labios los sonoros y lujuriosos gemidos, provocando que su cuerpo se estremeciera sin control, bajo el contacto de su piel y manos, de hacerlo delirar cada vez que le hacía el amor.
Siempre había sentido ese deseo por el desde la última Guerra Santa, siempre presente, a cada momento se avivaba cuando él estaba cerca, cuando podía percibir su peculiar aroma, su mente se llenaba de esa necesidad de tomarlo, de hacerlo suyo. No sólo era un impulso físico de poseerlo, era el deseo de conectarse con él, de formar un solo ser más allá de esa unión carnal.
Desde que había aceptado lo que sentía por él, siempre, a cada momento, se repetía que Hades había nacido para él, y él para Hades, era como si sus almas buscaran la parte que les faltaba. Ahora verlo en ese estado tan desvergonzado y provocativo le decía que eran uno para el otro… no era porque en ese momento, Hades fuese un omega en pleno celo, no era porque él era un alfa, que se encontraba completamente sometido a merced del celo de un omega.
Era algo más profundo, más íntimo que cada momento en que habían disfrutado de la desnudez del otro. Era así como algo invisible y a la vez irrompible comenzara a atarlos, corazón con corazón, alma con alma.
"Tenía razón… eres mi destino."
Con el rostro de Hades a unos cuantos centímetros del suyo, rodeando su cabeza con sus manos, presionaba con fuerza sus labios a los de él. Un acallado gemido salía de los labios del dios, entre tanto Atheno introducía su lengua, jugueteando con el apéndice del dios, sonoros gemidos se ahogaban entre el provocativo beso.
Su mente completamente nublada, no era más que un lío de sensaciones, ahora sin miedo, ni repulsión, dejaba que su cuerpo se moviera solo, dejando a sus manos introducirse debajo de la delgada túnica. Amasando la suave y ardiente piel de su pecho, tanteando con urgencia hasta encontrar sus delicados y erguidos pezones, tomándolo entre sus dedos, lo frotaba y jaloneaba con fuerza, para luego tomando con ese mismo salvajismo clavando en la delicada base, sus uñas para presionarlas con fuerza.
Un gemido suplicante se escapaba de los labios de Hades, sintiendo como su cuerpo se estremecía violentamente ante el contacto.
En un movimiento Atheno giraba su cuerpo junto con el del dios, en un golpe sordo sobre el largo césped que le cosquilleaban su piel, erizándola y sacudiendo cada parte del cuerpo que yacía debajo de él, tan indefenso, erótico y con una deliciosa calentura que, inesperadamente calentaba con rapidez su frío cuerpo, que estaba volviendo la situación completamente irresistible.
Sus ojos desprendiendo ligeros hilos de lágrimas, al mismo tiempo que acercaba bruscamente su rostro a su cuello descubierto. Aspirando profundamente, Atheno se embriaga, a la vez que se dejaba envolver por completo de ese aroma que siempre lo dominaba fuera del celo.
Extrayendo su lengua comenzaba a recorrer desde la base de su cuello, viajando por la hermosa curvatura, hasta llegar al lóbulo de su oreja, atrapándolo con fuerza con los dientes, que presionando con saña; arrancando de los labios de Hades un sonoro gemido que lo incitaba aún más.
Tras el bello jadeo de su amante, podía oler como su aroma se intensificaba.
Un brillo malicioso en sus ojos comenzaba a brillar, y con sus hábiles y desesperadas manos comenzaban a tentar la delgada tela del dios, tomándola y con una fuerza descomunal, un sonido desgarrador debajo de sus dedos se producía produciendo rápidamente deplorables jirones destrozados oscuros entre un intenso verde de los largos pastizales.
La descolorida piel quedaba expuesta sin recato, dejando a los pezones que se exhibían entre la piel blanca resaltada entre las negras vestiduras. Descendiendo por su cuello llenando un camino de besos, lamidas, pequeños mordiscos que iban dejando manchas rojizas, descendiendo con calma, a la vez que su respiración estaba totalmente transformada en ruidosos jadeos que se estrellaban en la dulce piel.
Una de sus manos explorando con fuerza cada centímetro de su piel, amasando cada centímetro de su vientre, y envolviendo su polla entre sus largos dedos. Un temblor en el cuerpo de Hades, lo excitaba aún más, que, sin saber, sus mejillas también ya se encontraban enteramente encendidas, tanto o más que su lujurioso cuerpo.
Lamiéndose los labios, podía sentir el pequeño bulto que se asomaba debajo de su mano, y sin preámbulos, Atheno, acerando su húmeda lengua, acariciaba el duro eje desde la base de sus bolas hasta la redondeada cabeza, que comenzaba a supurar unas pequeñas y desvergonzadas gotas de un líquido lechoso. Un estremecimiento, que corría con una vil fuerza, sintiendo como los viejos recuerdos del sabor y la textura de la lasciva piel, comenzaban nuevamente a ser reconocidos por su lengua.
Con cada sacudida se volvía más violenta que la anterior, acompañada de gemidos escandalosos, que junto con un aroma que se volvía cada vez más fuerte. Su respiración iba llenando y vaciando sus pulmones superficialmente que al salir y entrar de su cuerpo eran convertidos en desesperados jadeos sollozantes; el rostro sonrojado de Hades era bañado parcialmente por un hilo delgado de lágrimas, que le daban un aspecto, lamentable.
—Dime… —Atheno conseguía hablar, entre ardientes jadeos, sintiendo como todo el frío de su cuerpo, se había esfumado, dejando un calor completamente abrumador consumiendo con saña cada célula de tez, al mismo tiempo que su mano tanteaba ese cuerpo manoseando sus muslos únicamente para meterse entre el par de nalgas perfectamente redondas, hundiendo presión a su agarre—, ¿te gusta?
Los ojos de Hades viraban lentamente con una ligera bruma en ellos, y en un solo movimiento, Atheno sostenía su cuerpo con la fuerza de sus brazos, en un intento por mirar mejor la escena.
El hermoso cuerpo de Hades con ambos brazos a nivel de su cabeza, las piernas abiertas abandonadas de sus ropas, dejando salir de entre la abertura de las telas, su rosada polla erecta completamente descubiertas a la vista y merced del dios. El resto de cuerpo retorciéndose sensualmente, dejaba mostrar su piel pálida salpicada atrevidamente por un rubor que se mostraba entre huecos desgarrados en jirones de ropas oscuras, resaltando con fuerza el par de pezones rosados y erguidos, a la vez que se retorcía entre las telas que con el mínimo roce, soltaba pequeños gemidos, entretanto las comisuras de su boca, dándole una cínica apariencia.
"¡Mierda!"
Abalanzándose sobre su cuerpo, el dios sentía como un par de sus dedos se bañaba de un resbaladizo y caliente líquido que segregaba el trasero del dios, que le ayudaba a introducirlos en su cavidad, con su sensación resbaladiza.
El calor que arremetía en cada rincón de su ser iba nublando seriamente su cabeza, no necesitaba pensar que hacer, cada parte de su cuerpo ya se movía por si sola, en un movimiento tan espontaneo como natural.
Mientras acercaba su rostro a los botones de su pecho, atrapándolos entre sus blancos dientes, aparentándolo, él comenzaba a entrar y salir con sus dedos, a su vez que comenzaba a amasar la carne caliente de su culo, que increíblemente, al igual que su cuerpo, ardía. De arriba abajo su mano atrevida se movía amasando sus caderas, su abdomen y la delicada piel de su pecho mientras con descaro, se movía hacia su cintura para girarse hacia la piel de su espalda baja.
Con la respiración cada vez más pesada, Atheno separaba sus labios de los pezones del dios mirando cuan hinchados y rojizos se encontraban, se levantaban completamente excitados, el par de apéndices eran sacados bruscamente, provocando una mueca en el dios del Inframundo. Dirigiendo su mano de su trasero a su polla, podía sentir como el líquido aún goteante en sus largos dedos, rodeaban la longitud de su verga, y de inmediato comenzaba a manosear el falo de arriba abajo, aunque ya duro y caliente se endurecía, contemplando con los ojos muy abiertos la deliciosa escena ante él. Podía sentir como su miembro calentando, endureciendo y estremeciendo cada vez más, se olvidaba de algo que abandonaba rápidamente su mente.
Dejando su endurecida polla, Atheno tomaba su cuerpo, con ambas manos a cada lado de su cintura, tensando los músculos de sus brazos, comenzaba a sostener el cuerpo del dios, girándolo para que cayera con su vientre semidesnudo sobre la lisa superficie de la columna caída de mármol.
Abriendo y metiéndose entre sus delgadas extremidades podía sentir como estas, trémulas e inestables piernas cedían para que sus rodillas fueran la que lo sostuvieran sobre los pastizales, el dios ciego de lujuria, ahuecando su mano debajo de su rodilla zurda, en un movimiento brusco colocaba la articulación sobre la pieza de mármol. Liberando su mano del cuerpo del dios, tocaba el ardiente acariciando su propio caliente miembro, al mismo tiempo que guiaba la dura cabeza al agujero del dios.
Acercándolo a la estrecha abertura, sentía en la punta de su verga el calor del líquido transparente, y sin paciencia, en un solo empujón, entraba en la quemante cavidad. Un gemido seriamente excitante que se entremezclaba con alarido de un dolor, entre tanto sintiendo como la carne suave de su agujero se estrechaba en respuesta. Con un movimiento descarado las manos de Atheno tomaban entre sus puños los restantes de las blancas telas y en un solo movimiento, con el ya conocido sonido de desgarro comenzaba a caer en grandes retazos inservibles de tela en los verdes pastos.
Sin vergüenza el dios comenzaba a entrar y salir, dejando que la gruesa longitud de su polla, cavara en el cálido túnel embestida tras embestida. Las enérgicas caderas se alejaban únicamente para arremeter con fuerza, produciendo un ya familiar sonido de la carne chocando junto con un acuoso chapoteo, provocando sollozantes sonidos sacados de los labios de Hades, a la vez que soltaba una rodilla, dejando a su mano deslizarse por la suave carne, presionando con fuerza, y deteniéndose en las voluptuosas montañas de carne de sus nalgas.
Con una urgencia notoria, colocando sus manos hacia su propio pecho, tomando entre ellas las blanquizcas ropas y en un sonido profundo destrozándolas, dejando al igual que el cuerpo de Hades, completamente expuesto. Colocando sus manos en la cintura de su amado, Atheno suministrando presión en ella, hundiendo con demasiada presión sobre la pálida piel.
Después de haber experimentado un celo tan salvaje y violento con Artemisa, sabía que esperar, quería que por un momento aunque fuera demasiado breve, estaría lo suficientemente lucido como para tratar de no lastimar a Hades durante su apareamiento, durante este momento en el que nuevamente sentía el corazón latir, durante el momento en que esa parte de su pecho se descongelaba y era capaz de sentir de nuevo, durante ese momento en que se volvía uno con él, ese momento en que volvía a sentirse vivo. Sin embargo, su cuerpo ya se encontraba en acción, se movía con fuerza, y escuchando los jadeos eróticos de Hades, ver cada parte de su lívido cuerpo llenando de un provocativo rubor, de su aroma abrumando cada parte de su cerebro.
Volviendo la mirada podía ver esa estrecha cintura, los omoplatos contraerse en cada estocada, los largos cabellos negros cayendo sobre sus redondeados hombros sonrojados, agitándose en cada estocada, mostrando una apetecible coloración rojiza en su cuello.
La esencia de Hades ya le había nublado por completo la razón, con su rostro completamente sonrojado y la temperatura de su cuerpo exageradamente ardiente,
un gruñido en el fondo de su garganta comenzaba a sonar, al mismo tiempo que las embestidas aumentaban su ritmo y golpeaban con más fuerza, y cada nueva oleada de intenso aroma azotaba su rostro.
En el aire, el aroma de ambos se encontraba mezclándose en una danza sensual que se sincronizaba con los sonoros gemidos sollozantes, el chapoteo y el golpe de carne con carne.
Un sólo movimiento rápido, su rostro comenzaba a acercarse a la piel desnuda de su espalda, y lamiendo, mordiendo y succionando, dejando un mapa de marcas rojizas y marcas de dientes en su camino.
Ese familiar hormigueo en sus dientes se iba haciendo cada vez más presente, molestando sus dientes, mordisqueando y lamiendo, acercándose con rapidez a su cuello.
Mirando su cuello, unos dedos agiles se movían desalojándolos de esos largos cabellos negros, mirando esa deliciosa carne sonrojada expuesta, y su lengua traviesa, lamiéndose los dientes de lado a lado. Pegando su cuerpo a su espalda, sentía que ambas pieles se sentían arder incontrolablemente, y en un empujón, lanzaba su rostro contra la piel de su cuello, al mismo tiempo que encajaba ambas líneas de sus perfectos dientes, en la calenturienta piel. Aumentando a cada momento la fuerza en su quijada, en sus dientes podía sentir como como capa por capa la atravesaba la suave piel del dios. La sensación de sus dientes encajados en su piel, lo hacía estremecerse en cada rincón de su agitado cuerpo, sus caderas aumentaban el ritmo y la saña de las embestidas, sintiendo como la polla tocaba un punto en particular, como la suavizada carne de ese punto tocaba la punta de su polla, al mismo tiempo que Hades temblaba de pies a cabeza por dentro y fuera.
—¡Aghh… ¡—un sonido profundo quejido placentero salía de los labios de Hades, estremeciendo cada parte de su cuerpo, así como sentía que su culo se estrechaba con fuerza, sorbiendo y masturbando su polla sin control.
Lentamente sentía como sus palpitaciones de su corazón se sincronizaban con las de él, como si de repente, ambos terminarán compartiendo un sólo corazón, como cada inhalación y exhalación se intercalaban, y a pesar del éxtasis del momento, parecían emparejarse, sus embestidas aumentando en ritmo al mismo tiempo que lamía el líquido escarlata de su marca quemando la carne de su lengua, excitándose aún más, hundiendo la punta de su lengua en cada hendidura sangrienta de la misma, acercándose a sus orejas intensamente rojas.
Rápidamente se incorporaba mirando la belleza de la unión de ambos, y en un único movimiento, sacando la verga del culo de Hades, colocando sus manos en cintura lo volteaba rápidamente, mirando el hermoso rostro sonrojada del dios, las lágrimas empañando sus ojos y sin preocupación alguna tomaba sus piernas para alzarlas y exageradamente abrirlas introduciendo su cuerpo colocaba la punta de su polla en el agujero, arremetiendo con fuerza.
Acercándose a él con su cuerpo inferior sosteniendo sus caderas entre sus manos que presionaban con fuerza su carne. Cortando la distancia con su rostro para movilizar su rostro hacia sus oídos.
—¿Puedes sentirlo…? —Hablando entre jadeos completamente intoxicado por el éxtasis de su lujurioso encuentro, acercándose aún más y tomar la carne tierna de su oreja entre sus dientes, mordisqueando salvajemente—. Ya… eres mío…
Las manos temblorosas de Hades envolvían su cuerpo con fuerza, para posarlas en la piel desnuda de su espalda, empujando y saliendo con la misma fiereza, sentía como las uñas de los dedos de su compañero se encajaban en su piel, arremetiendo contra su interior, en cada embestida las uñas comenzaban a desgarras la piel excitándolo.
"¡Mierda!... ¡Ya no puedo más…!"
El ritmo aumentaba significativamente, como rápidamente su miembro comenzaba a engrosar su tamaño, aumentando el roce de la cavidad.
Un exquisito placer se acumulaba en su bajo vientre, mientras seguía moviéndose.
De un momento a otro, todo ese placer en su interior explotaba con fuerza, sintiendo como el interior en el interior de la cavidad expulsaba su liquido lechoso, a la vez que su ya hinchada polla quedaba atorada en el culo.
Recostado en su pecho, con la respiración agitada se encontraba escondiendo el rostro en su pecho, oyendo claramente los latidos del corazón de su compañero, en su oído arrullándolo, al mismo tiempo que, casi sin fuerzas, comenzaba a rodear su cintura con sus fuertes brazos, pegándose más y más a su piel.
La claridad del falso cielo de los Campos Elíseos, y el aire impregnado de su aroma mezclado con su esencia a tierra mojada, lo tranquilizaba con una respiración acompasada al momento que cada parte de su cuerpo se encontraba agotada.
Con un aire despreocupado, colaba sus largos dedos entre la maraña de cabellos negros que se encontraban dispersos cubriendo la fragilidad de su cuerpo exhausto sobre su pecho. El dios sentado en su regazo mientras sus cuerpos se conectaban, empapados en fluidos y sudor, y en la exquisita fragancia de sus aromas mezclados perfectamente.
—¿Qué piensas? —Al escuchar la voz en su pecho, bajaba la mirada para mirar la mata de cabellos que no se movían.
Una de las esquinas de su boca se subía dejando escapar una risita baja, entre tanto, sus dedos dejaban en paz los mechones oscuros, para colocarse en su coronilla, acariciando lentamente la suavidad de su cabello.
—Estoy pensando la mejor manera de enfrentar a mi padre —Hablaba tranquilamente sin dejar su tarea, observando como el dios del Inframundo levantaba la mirada, clavándola sin vergüenza—. Le diré que ahora somos compañeros, y que no voy a dejar que te separen de mí.
—¿Piensas ir solo? —levantando su cuerpo, fijando su mirada con un rostro sombrío.
—Claro, necesitas descansar… —decía con un tono meloso, cuando de repente su expresión poco a poco s borrando la sonrisa de su rostro, cubriéndolo de una negra sombra—, también le diré que no protegeré más la Tierra.
En acto reflejo la cabeza del dios se levantaba, con el ceño fruncido y sus labios haciendo una mueca, combinando con la ira que percibía de Hades.
—¿A caso aparearte conmigo te volvió idiota? —Exclamaba acercándose a su rostro aumentando la profundidad del ceño fruncido, y enarcando alto una ceja—.
—E-es que ya no puedo tener el mando de la Tierra, ahora que somos compañeros —explicando la situación soltaba lentamente los mechones de pelo de sus dedos, fijando la mirada en sus hermoso y furibundo ojos azules—, también porque no tengo opción, porque no pienso romper nuestro lazo, no ahora que por fin eres mío.
—Bien, iré contigo, Zeus no es fácil de tratar. te ayudaré…
—Lo lamento… —suavizando su mirada volvía a enredar sus largos dedos en los mechos oscuros de su compañero, esbozando una delicada sonrisa—, no quería hacerte enfadar…
—Idiota… no es eso… —un hermoso sonrojo se asomaba tímidamente en las mejillas del dios, desviando la mirada a su vez—, me molesta que me hayas visto de una manera tan humillante y vergonzosa por culpa de mi celo.
"No le diré que cada vez que lo hacemos se ven así de sexy, o realmente intentará matarme..."
—Claro que no… —Atheno miraba a Hades, contrayendo sus labios en un esfuerzo por reprimir una risa, desviando la mirada, para volverla y dibujarla,
Con los ojos abiertos, Atheno tomaba delicadamente el rostro del dios entre sus manos, como si tocara los delicados pétalos de una bella flor. Para en un movimiento delicado posara sus labios en los de él, al ser tocados, un gemido se ahogaba en ese hermoso beso.
El mismo lugar donde, casi siglo y medio atrás, su destino había tomado rumbo, y, aun así, nunca había imaginado que encontraría a la persona que complementaria su alma, un alma la cual protegería, amaría y acompañaría hasta el último día de sus inmortales existencias.
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Holis, ㄟ()ㄏ
*¿Qué les pareció?
A míme encantó...
*Aunque este es el capítulofinal, recuerden
que les debo una sorpresa,
*Razónpor la cual, en esta semana -espero-,
pueda publicar el extra, ya para al fin concluir
esta historia;
no crean, tambiénme duele que ya vaya a terminar.
Ver un proyecto, el cual planee
por dos años, publicarlo y
llegaral final es muy emotivo ಥ_ಥ
*Como ya habránvisto, el siguiente fic llamado
"Crónicade almas encadenadas" abarcará la historia de
los dioses gemelos tras su huida del Inframundo,
sin embargo,abarcara el pasado de este par,
así de como algunosp, los cuales revelan
secretos que oculte para el presente trabajo.
Únicamente publique unaadvertencia de los temas a tocar,
ya que la historia se tocarán temas fuertes.
*¿Por quéaviso esto? porque terminado este fic descansaré
un par de semanas, y regresaré con el primer capítuloya listo.
*Bueno, nos vemos en el extra
Bye, bye ㄟ()ㄏ
