El vaivén del agua del mar llegaba acompañado de ese sonido que calmaba cada parte de su ser, atrayéndolo desde las profundidades de la penumbra de la extensa caverna.
Con los ojos entrecerrados, Atheno miraba con tranquilidad como las calmadas olas se movían en un vaivén dejando su rastro de arena húmeda, mientras tanto, reflejaban los tonos luces anaranjadas, amarillentas, de la moribunda tarde se escondían con los jirones de nubes rojizas, escoltadas por un cielo violáceo y azulado de la efímera noche, reflejándose al igual que en un oscilante espejo que imitaba ese espectáculo colorido.
Uno a uno sus pasos lo dejaban exponerse a la luz del anochecer, empezando a mover sus ojos moviéndolos de un lado a otro, observando como el arenisco paisaje estaba completamente desértico.
El olor de la sal que se mezclaba con el peculiar aroma de la humedad del mar entraba en sus fosas nasales, llenando cada rincón de la playa, tensando a su vez su cuerpo, alzaba su cabeza dejando que el aire entrara con facilidad por su nariz, detectando el penetrante olor a algas humedecidas se impregnaba con su esencia que poco a poco comenzaba a percibirse.
"Quizás fue mala idea…"
Girando su cuerpo regresaba su camino paso a paso, sus sandalias se hundían con firmeza en la granulada arena, acortando la distancia hacia la entrada de la cueva. Con su mirada enteramente fija en la penumbra, dejando a su costado a la restante luz del sol ante su inminente anochecer se desvanecía, dejando atrás un azul tan oscuro e inmenso que imitaba perfectamente con la oscuridad de la habitada caverna.
—Ven —extendiendo su mano para dejarla perfectamente hacia él, levantando las comisuras de sus labios suavizando su rostro—, es seguro.
Sin dudarlo levantaba las comisuras de sus labios, mirar como ese pálido rostro poco apoco era descubierto por las inmensas sombras de su oscuro escondite. La casi desaparecida luz del sol, oculto por los jirones rojizos de nubes que, al pasar de los segundos, lentamente se iban tornándose de una hermoso tono violáceo azulado dejaba ver como el pálido rostros de su amante aparecía, con cada rasgo inexpresivo de su rostro ser desvelado con lentitud.
Hades sin apartar su fruncida mirada, acortaba la distancia que los separaba ambos.
Con un movimiento ligero y delicado, podía mirar de reojo como su lívida mano se movía con lentitud, observando como poco a poco sus ojos se relajaban, suavizando su entrecejo al mismo tiempo que unas cuantas pinceladas de rubor, comenzaban a pintarse enternecedoramente en su rostro.
—¿Y qué si ya es seguro? —La voz de Hades resonaba en medio de la ya noche, donde acompañaba al increíble y tranquilizante sonido del oleaje que golpeaba sinuosamente la arena de la playa—. Sigo sin entender, porque me trajiste aquí.
—No dejaré que nada, ni nadie te haga daño… —Manteniendo su mano extendida hacia el dios, Atheno no hacía más que mantener arriba las esquinas de sus labios—. Pero. hay algo que quiero que veas…
Desviando la mirada hacia un costado, podía escuchar como Hades chasqueaba la lengua acentuando a su vez, el hermoso rubor de sus mejillas expandiéndose a lo largo de sus pómulos llegando a sus orejas.
Temblorosa una pálida mano se acercaba a la suya, y sintiendo su suave contacto aquel entendible temblor, estallaba en un ligero estremecimiento, uno que recorría con delicadeza su bella figura, para regresar y recorrer el suyo con la misma débil intensidad. En un movimiento rápido e instintivo sus dedos se movían deslizando la piel de su palma, entrelazando sus dedos, para cerrar su mano con fuerza.
Lentamente sus pasos comenzaban a retroceder, uno a uno alejándose de la entrada de la cueva, Hades con ese mismo ritmo, continuaba sus pasos, no sabía que tanto habían caminado, se había perdido en el brillo de sus ojos, un brillo que podía verse mas adorable con su delicado sonrojo.
La calidez del agua marina golpeaba débilmente sus pies, empandándolos por completo, entretanto su corazón se había sobresaltado despertando su ensoñación, parpadeando rápidamente, deteniendo su caminar.
—¿Qué haces?
—Lo siento —decía mientras bajaba la mirada con lentitud, y alzaba ambas manos aún entrelazadas, mirando como su otra mano se extendía para lentamente señalar con su dedo índice hacia el cielo nocturno—. Mira…
Frunciendo el entrecejo, con un movimiento dudoso el dios volvía la mirada.
Un casi inaudible jadeo salía de los labios de Hades, cuando de repente su cuerpo entero se estremecía. La brisa de la playa comenzaba a soplar metiéndose entre los cabellos de ambos, revoloteando con fuerza y moviéndolos de manera desordenada.
Los ligeramente esponjosos y tenues jirones de nubes blanquizcas que permitían abiertamente al cielo, con la celosa luna llena iluminando parcialmente atreves de los desgarrados trozos de nubes que la cubrían intencionalmente.
Cada estrella en el firmamento era tan brillante que parecían que por sí solas iluminasen a la Tierra misma, sin ayuda de la recelosa luna, y el formidable sol. El sol que siempre permanecía por unas horas en el firmemente, y la luna que por limitadas semanas menguaba su forma y brillo, dejando a esas esferas de luz en el cielo.
Desde el inicio de la historia humana, cada ser humano se maravillaba con ellas, las admiraban con una devoción sorprendente incluso para los mismo dioses, las consideraban la única guía a los viajeros cuando se perdían en el inmenso mar, les hacía soñar despiertos, no era más que la mera representación de la esperanza humana, esos vestigios de luz en medio la incertidumbre, la pena y el dolor.
Soltando su mano, el dios comenzaba a volver su cuerpo sin dejar de mantener los ojos en las estrellas del cielo.
Mirando su espalda cubierta por los rebeldes cabellos oscuros, era regresar esos meses en el pasado, reencontrándose en el Olimpo, estaba justamente delante de él, mirando las estrellas salpicas en el firmamento encima de tu templo. Había notado como parecía embelesado mirándolas, recordando a su vez el extraño cielo falso de las primeras prisiones del Inframundo, llenas de refulgentes estrellas falsas, quizás en un vano intento de imitarlas.
Aún con las manos entrelazadas se acercaba con cautela por atrás, y soltando su mano, alcanzaba su cintura con ambas extremidades.
El tiempo había pasado en un pestañeo, aunque esos últimos cinco meses, que no eran nada para un dios quería disfrutar cada segundo con su compañero. Sin embargo, aún podía recordar con precisión las palabras de su padre.
Zeus había sido claro, no sería la causa de que un par de compañeros rompieran su lazo, sin embargo, repentinamente Hades había renunciado a la Tierra, algo que, para la sorpresa de ambos dioses, había propuesto antes del joven dios renunciara a su mandato. Así como por su parte, Atheno había renunciado a no pisar nuevamente ninguna prisión en el Inframundo, dejando como excepción a los Campos Elíseos, donde para estar al lado de su amado, regresaría cada seis meses, y en el mismo lapso, regresaría al Olimpo o la Tierra para ocuparse como debía hacerlo como el dios y alfa que era.
A su vez, que, dando fin a la Guerra Santa entre el Santuario y el Inframundo, ambos dioses debían dar la cara enfrentando a sus guerreros, algo que por nada del mundo ayudaría, para revelar las claras razones por la cual ya no se enfrentaría…
Con eso en mente lentamente, al mismo tiempo, acercaba su cuerpo hasta pegarlo al suyo. Tener el calor de su ser lo clamaba y ahora lo único que quería hacer, era proporcionar calma a Hades. A su vez sus fuertes manos rodeando su cintura, cuando casi a la par las manos de Hades iban imitando su movimiento colocaba sus manos sobre las de él, para luego en una delicada caricia, subía y bajaba por la curvatura del vientre de su compañero.
Agachando su cabeza el joven dios, hundía su rostro en el hueco donde su cuello se encontraba expuesto, sintiendo como Hades se tranquilizaba poco a poco con la hipnotizante vista.
No entendía la relación de su paz con el brillo de las estrellas, sin embargo, sentía que de alguna manera era de ayuda.
Ayuda para poder liberar a su omega de ese algo que lo mantenía aprisionado, quizás ahora estaban por buen camino, y aunque no fuera así, él junto con el hijo que ambos esperaban, buscarían la manera de apoyarle para salir de su invisible encierro; quizás ayudaría a liberar de su verdadero cautiverio a la oscuridad.
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Holis (づ。‿‿。)づ
*¿Qué les pareció?
*Estoy emocionada, quiero llorar ಥ‿ಥ
*Cómo les dije me tomaré un descanso de dos semanas para volver con el primer capítulo de la historia de Thanatos e Hypnos, aviso: vendrá fuerte el primer capítulo; y la historia en general hará que odien a algunos personajes, y veremos detalles que omití en esta historia para relacionarse con la otra historia, además incluiré a otros personajes que están fuera de la historia canon... Dibujaré mucho en esta historia :3
*Estaba alargando lo inevitable, ahora sí, me despido de ustedes, agradecerles de todo corazón por estar continuamente siguiendo esta historia, de comentar, opinar, de sufrir conmigo y sobre todo por su amor y principalmente el amor a esta historia.
*De verdad espero que haya sido de su agrado y espero verlos en mis futuros trabajos. Y que, si de igual manera quieren publicar algo, háganlo y amen sus trabajos, denles la oportunidad de que la gente los conozca. Espero leer sus comentarios sobre que capítulo fue su favorito, etc.
*Agradezco a mi hermano por su paciencia conmigo, y mis temas de conversación, así como su ayuda con algunas situaciones y personajes :3
*A las autoras de las guías omegaverse que me ayudaron mucho,
*A D_mora14 por animarme a convertirlo en una historiaomegarverse (。・ω・。)
*De verdad muchisisisisimas gracias por su paciencia y amor, espero les vaya bien, y espero verlos pronto.
*Bye, Bye
