N/A: la primera escena está inspirada en un fanart de Nadeshico023


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Capítulo 6

Cumpleaños

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Cuando llegó a la sala de clases, esta se encontraba en completo silencio. Se extrañó un poco, estaba segura que iba tarde. Abrió la puerta con duda, y se asomó mirando a su alrededor antes de disculparse. Alzó ambas cejas cuando lo vio sentado en su puesto de siempre, pero solo.

Sonreía como siempre, soberbio, pero a ella le encantaba. Le sonrío tímida a modo de saludo, él dio dos palmadas a su propio regazo, invitándola y Kasumi le miró confundida.

—No hay nadie —explicó él, ella dudó y él lo notó—anda… ven.

Tragó saliva, algo nerviosa, y caminó en su dirección. Se paró en frente de él, y de repente el mesón de su pupitre ya no estaba. Satoru tomó su mano y la jaló a sus piernas, sentándola sobre su regazo. Sintió sus mejillas acalorarse, el corazón le latía rápido, pero era algo común cuando estaba con él. Aun nerviosa, rodeó su cuello con sus manos y le miró a la cara. Sus lentes redondos se deslizaron por el puente de su nariz y pudo ver sus ojos color cielo que tanto admiraba. Él no dejaba de sonreírle, y su actitud victoriosa no titubeó cuando metió su mano debajo de su falda. Ella se tensó, volteó hacia atrás viendo hacia la puerta, el pánico fue apoderándose de ella a medida que el joven la tocaba.

—Tranquila —susurró él contra su cuello y lo besó con suavidad—nadie vendrá.

—N-no me siento cómoda —respondió con un hilo de voz.

El semblante de Satoru se volvió serio de repente, no dejó de toquetearle las piernas, ladeó el rostro haciendo una mueca en sus labios por unos segundos, para finalmente fruncir el ceño.

— ¿Temes que nos vea? —Kasumi frunció el ceño, confundida, iba a preguntar a quién se refería cuando él la besó en los labios.

El dulzor en su lengua la distrajo, él movía sus labios con desesperación, le robaba el aliento y apenas podía seguirle el ritmo. La mano que antes acariciaba su muslo avanzó más hacia su entrepierna, apretó sus manos en el uniforme de él cuando sintió sus dedos tocar su ropa interior.

— ¿Qué se supone que hacen? —la voz varonil de Satoru Gojo la sobresaltó. Kasumi quiso alejarse apenas le escuchó, pero Satoru no se lo permitió. Su brazo libre le afirmaba desde la cintura.

Volteó hacia la puerta y lo vio. El hechicero se había quitado la banda negra para observarles, lucía serio y con el ceño fruncido. Sintió su pulso acelerarse apenas le vio, titubeó incoherencias, pensando en disculparse, pero nada salió de su boca.

—Son muy jóvenes para estas cosas —les regañó entrando al salón.

Kasumi le miró hacia arriba, sentada en el regazo del adolescente lo veía más alto aún. Tragó saliva, nerviosa y volteó a ver al joven que la abrazaba con fuerzas.

—Te quedaste en el siglo pasado, viejo —respondió altanero, medio sonriéndole.

Satoru Gojo le frunció el ceño a su versión adolescente, pero segundos después le sonrío de vuelta y fue el turno del adolescente de arrugar el entrecejo.

— ¿Viejo? Anda, no me jodas… viejo y todo, Kasumi prefiere estar conmigo —dijo levantando la barbilla.

El agarre del adolescente hizo presión en su cintura, ella se quejó, pero él estaba más concentrado en el hechicero que estaba de pie en frente de ellos.

—Pero tú no quieres estar con ella —respondió el adolescente y Kasumi se tensó.

De pronto todo dio vueltas a su alrededor, y dejó de prestarle atención a ambos. Sintió que la respiración escaseaba y necesitaba salir. Empujó a Satoru para que la soltara, pero él no cedió y, por el contrario, la mano que antes tocaba su ropa interior la colocó en su cintura para impedir que se levantara.

—Suéltame —pidió sin mirarlo—necesito salir…

—Ya la oíste, mocoso pervertido —habló Satoru, acercándose a la pareja y posó su mano derecha en el hombro de la joven.

— ¿Pervertido? Mira quién habla, viejo degenerado —respondió en un tono hostil, pero solo provocó risas por parte del adulto, enojándolo aún más.

—Suéltala —exigió Satoru—ahora.

—Oblígame —respondió alzando la barbilla.

— ¡Basta! —exclamó Kasumi—Satoru-kun, me estás haciendo daño —susurró encorvando las cejas.

— ¿Eh? Mierda —susurró cuando notó la fuerza de sus brazos y la liberó al instante.

Kasumi se puso de pie casi como si estuviera escapando de una amenaza, pero solo era el joven con el que había compartido incontables noches. Relamió su labio inferior y le miró por unos segundos, luego al hechicero de pie junto a ellos, que le sonreía amable, con las manos en su cadera.

— ¿Estás bien? —preguntó Satoru Gojo acercándose, y el adolescente se puso de pie apenas lo vio, poniéndose en frente de ella para evitar que se acercara— ¿y a ti qué te pasa? ¿no tienes algún videojuego con el que desperdiciar tu tiempo?

— ¿Y tú? ¿no tienes alguna clase que hacer o maldición que exorcizar? —Kasumi los miró confundida, tragó con dificultad.

Pensó en calmar la situación, pero al ver a ambos discutir lo único que podía pensar era en salir de allí. Mordió su labio inferior y caminó hacia la salida, pero Satoru atajó su mano con suavidad, pero firme. Volteó a verlo, algo confundida, pero su duda se fue apenas vio sus ojos brillantes que la observaban con afecto. Le sonreía como cuando se despidieron en la estación de Tokio, y su toque era delicado como cuando se tomaron de las manos en la heladería.

Sintió sus mejillas sonrojarse, el corazón latirle tan rápido y fuerte que en cualquier momento lo vomitaba. Iba a hablar cuando Satoru, el adolescente, atajó su otra mano. Pero su agarre no era como el del hechicero, era firme y difícil de escabullírsele. En cambio, el de Satoru, era un toque suave en el que era su decisión si se quedaba. Volvió a tragar, nerviosa y miró al joven con el que había aprendido a amar. Sus ojos la miraban con determinación, sus cejas fruncidas y en sus labios un mohín infantil, en su mirada se lo estaba advirtiendo, si no se iba con él, le haría un escándalo. Volteó hacia Satoru, el adulto, él la miraba con afecto y era difícil de entender qué quería transmitirle. En su toque había necesidad, y en su mirada amor, pero en su sonrisa había un poco de resignación.

"Pero tú no quieres estar con ella", se repitió en su cabeza y agachó la mirada.

— ¿Con quién lo pasaste mejor? —su confusión se esfumó apenas oyó la pregunta del adolescente. Levantó la vista, boquiabierta y ruborizada hacia él, el joven le medio sonreía, pero había algo de ira en su mirada.

—Y-yo… —el tartamudeo fue inevitable. De pronto sintió su cuerpo entero sudar, sus labios temblaban. Satoru le dio un leve apretón a su mano y volteó a verlo, él le sonreía, esta vez alegre y presumido, como cuando lo había conocido.

—No me enojaré con lo que respondas —dijo en un tono cantarín.

—Te apuesto que el viejo no tenía energía para follarte —se burló el adolescente.

— ¡Oye, oye! —se quejó mirándolo con el ceño fruncido—lo hicimos tres veces y pudo ser más, pero… teníamos que dormir.

— ¿Tres veces? Já —a pesar que en sus palabras había burla, su tono de voz se oía hostil—debiste tomar alguna pastillita azul, viejo.

—No importa las veces, importa la calidad —respondió serio, levantando su dedo índice como si le diera una lección—no es solo meterla y sacarla, mocoso. Hay que fijarse en todos los detalles, toma nota…

— ¡¿Quién te crees que eres para enseñarme como debo follar?! —exclamó avergonzado.

— ¡Ya basta! —gritó, tenía el rostro rojo de vergüenza, no podía mirar a ninguno a la cara. Intentó alejarse de ambos, pero ninguno la soltó.

— ¿Quién te besó mejor? —preguntó Satoru, serio. Y Kasumi le miró angustiada, sin saber qué decir.

— ¿Quién te tocó mejor? —preguntó el adolescente, con el ceño fruncido. Kasumi tragó saliva, se sentía mareada, y si no fuera porque ambos la sostenían, ya se habría caído al suelo.

— ¿Cuántos orgasmos tuviste conmigo? —continuó hablando el hechicero y Kasumi cerró los ojos con fuerza, como si con eso ellos fueran a desaparecer.

— ¡Hagámoslo ahora! Así decidirás —se tensó al oírlo y volteó a verlo con angustia, negando, meciendo sus mechones cian.

—Y-ya basta —susurró suplicante, y volteó a ver al adulto, intentado persuadir al que creía que era más razonable—por favor…

—A mí no me has dicho eso… —susurró entristecido.

— ¡Já! Jaque mate, viejo —exclamó victorioso—solo me amas a mí ¿verdad? —preguntó inseguro.

— ¡Basta! —exclamó de nuevo, cerrando los ojos con fuerza—esto no es real…

—Pero… ¿me amas? ¿verdad? —hablaron ambos al mismo tiempo y Kasumi abrió los ojos.

Despertó agitada, el calor le sofocaba y sentía su camisola adherida al cuerpo por la transpiración. Tenía las mejillas acaloradas y rojas, la vergüenza le invadió de repente. Lo que parecía ser una fantasía se volvió en una pesadilla difícil de soportar. Relamió su labio inferior e intentó sentarse, pero apenas lo hizo, las caderas las sintió adoloridas y pesadas, al mismo tiempo que notó la humedad entre sus piernas. Frunció el ceño y levantó las sábanas, entonces vio la sangre en la tela.

—Ah… —soltó pensativa— ¡Oh! Qué alivio… —dijo al entender que era su período. Suspiró relajada y se desplomó en la cama otra vez—limpiarlo no será divertido…

Pero al menos había llegado, pensó. Habían pasado dos semanas desde que se habían acostado y aunque tomó la píldora de emergencia y siguió todas las instrucciones, el porcentaje de efectividad no era el 100%, por lo que estaba asustada y estresada, pero ahora podía descartar cualquier consecuencia. Sonrió, aliviada y se puso de pie. Iba a ir al sanitario cuando notó que su móvil tenía una luz de notificación, lo tomó esperanzada y desbloqueó rápido, sonrió a la pantalla cuando leyó su mensaje.

"Hace frío en Londres, así que me compré un chocolate caliente ¿cómo dormiste?"

Su sonrisa titubeó un poco al pensar en su sueño, sintiendo aun sus mejillas sonrojadas, le respondió rápido con una pequeña mentira. Pensó si debía avisarle que ya tenía su período, le daba vergüenza, pero era algo que a él también le competía, por lo que decidió decirlo.

"Buenos días, ¿cómo estaba ese chocolate?, dormí bien. Aunque aún tengo sueño… por cierto... tuve mi período hoy, así que salió todo bien"

Y agregó un emoticón apenado. Mordió su labio inferior y dejó su móvil sobre su velador, iba a ir al sanitario cuando vio la pantalla iluminarse otra vez, volvió a sonreír. Le encantaba hablar con él, jamás la dejaba en visto, siempre le hablaba o enviaba vídeos divertidos, a veces se sorprendía del tiempo del hechicero, pero era algo normal supuso, después de todo, aunque era alguien ocupado, era eficiente y el mejor en su trabajo, era quién más tiempo libre tenía debido a eso a pesar de que era quién seguramente más carga laboral tenía de todos los hechiceros.

Soltó una carcajada cuando leyó su respuesta: un stiker de un gato bailando, celebrando su período.


(…)


Había llegado a Tokio por la mañana. Quería verla, pero prefería guardar ese momento para el 4 de abril, que estaba próximo. Después de aquella bendita noche, se enviaban mensajes todos los días y estaba bastante feliz por eso. Kasumi le tenía más paciencia que cualquiera, incluso que su estudiante Yuji, siempre le respondía y hasta el momento, nunca lo había bloqueado. Tal vez estaba cantando victoria demasiado pronto, pero tenía la ligera impresión de que no sucedería, pues la joven era demasiado amable y buena persona. Era un bello ángel a su parecer. Suspiró a la pantalla, en donde se quedó viendo bastante rato su fondo, una imagen de ella que su versión adolescente le había tomado. Había copiado todas las fotos de su móvil antes de devolverlo, y sus fotos las tenía en una carpeta especial en su propio dispositivo. Cada dos días más o menos cambiaba el fondo, siempre era ella, pero intentaba no seleccionar alguna en que se viera su rostro claramente, por si acaso. Aunque nadie se atrevería a tomar su móvil, prefería prevenir.

Le echó una mirada al calendario, hizo una mueca al ver que en dos días sería el cumpleaños de Kasumi y no se había decidido qué obsequiarle. Había adelantado su vuelo para poder estar presente el día de su cumpleaños, y pensó que en Londres encontraría algo de su agrado, pero nada le convenció. Volvió a suspirar mirando su agenda.

— ¡Gojo-sensei! —saludó Yuji al entrar a la sala de estar. Gojo estaba sentado en el sillón rojo, usando casi todo el espacio con las piernas bien abiertas mientras revisaba su móvil.

— ¡Yuji! —respondió sonriendo—oh y los demás… —dijo al ver que venía con Megumi y Nobara.

— ¿Eh? —se quejó Nobara—mínimo que digas nuestros nombres —murmuró en un tono de fastidio.

— ¿Van a una misión? —preguntó ignorando la queja de su antigua estudiante.

—Venimos llegando —sonrió Yuji— ¿tú llegaste hoy?

— ¿Me trajiste algo? —preguntó ilusionada Nobara.

— ¿Por qué debería? —respondió serio.

— ¡¿Eh?! ¡qué mal profesor eres! —le apuntó exclamando enojada— ¡¿Por qué no me envían a Londres?! O Paris ¡¿Por qué solo viajas tú?!

—Debiste decirme que querías algo —se encogió de hombros—la próxima vez te traeré un llavero.

— ¡Yo quiero un imán para el refrigerador! —sonrió Yuji.

— ¿Un llavero? Mejor no me traigas nada —suspiró derrotada.

— ¿Y tú, Megumi? —preguntó sonriendo al silencioso hechicero, que solo se encogió de hombros en respuesta—que aburrido…

Volvió su atención a su móvil, donde el día 4 de abril seguía marcado y frunció el ceño, pensativo, entonces escuchó a Nobara quejarse de porque no la enviaban a países de Europa y a Yuji responder que seguramente solo quería ir para comprar ropa, volvió a mirar la pantalla y abrió los ojos con asombro ¿cómo no se le había ocurrido antes? Miró a la hechicera que seguía reclamando e hizo una mueca, quizás no era tan buena idea preguntarle, pero no perdía nada con intentarlo. Carraspeó su garganta con disimulo y habló intentando sonar tranquilo.

—Oye… ¿Nobara? —la joven detuvo su discurso y volteó hacia él— ¿Qué les gusta a las chicas hoy en día? —el silencio se instaló en la habitación, sintió su sien transpirar y al mismo tiempo su abdomen tensarse, tragó en seco y murmuró—quiero decir ¿qué está de moda?

Los tres jóvenes continuaron en silencio, estudiándolo. Satoru sonrió fingiendo calma, tratando de no avergonzarse en frente de sus queridos ex estudiantes. Pensó en hablar, pero no quería parecer más sospechoso.

— ¿Por qué ese repentino interés? —preguntó Nobara. Satoru frunció el ceño, pensó en responder que no era de su incumbencia o que no le respondiera con una pregunta, pero llamaría más la atención. Por lo que prefirió mentir. Más o menos.

—Es para un amigo —explicó riéndose, rascándose el cabello—tiene un problema, y me pidió ayuda, pero yo no estoy muy familiarizado con lo que les gustan a las chicas actualmente —y continuó riéndose, un poco nervioso.

—Y… ¿es para la novia de este amigo? —preguntó Megumi, y la sonrisa de Gojo se borró. Miró con fastidio al joven, que gracias a su banda ninguno notó. Odiaba que fuera tan chismoso y perspicaz. Notó de inmediato la sospecha en su tono, sabía que, si no actuaba bien, el chico sacaría sus propias conclusiones.

—Eso parece —se encogió de hombros—no sé los detalles.

—Menudo amigo ¿eh? —dijo Nobara, cruzándose de brazos. Satoru suspiró, cansado, iba a decir que lo olvidaran, cuando Yuji respondió.

—Que la lleve a comer —murmuró pensativo—o al cine… ¿es una fecha importante? ¿aniversario? ¿cumpleaños? ¿graduación o algo?

—Cumpleaños —respondió ilusionado—no tiene mucho tiempo para citas… necesita darle algo —susurró, aunque quisiera salir con Kasumi, no era una buena idea.

—Que le compre el último Iphone o Samsung —habló Nobara, en un tono desanimado. Satoru volteó a verla con asombro y la joven frunció el ceño por su silencio—si es tan tacaño para no poder pagarlo, que mejor no le compre nada.

—Es una buena idea, de hecho —murmuró al recordar el móvil de Kasumi, un modelo viejo y gastado. —Me han ayudado bastante —sonrió y se puso de pie.

—A tu amigo, querrás decir —habló Megumi y Satoru frunció el ceño, mirándolo con rencor.

—Me han ayudado bastante —repitió—se lo diré a mi amigo —aclaró y negó cansado—mocoso engreído —susurró para sí mismo.

— ¿Ya se va? —preguntó Yuji y Satoru asintió, sonriéndole.

— ¿A comprar el celular? —insistió Megumi y Satoru casi asiente, al último segundo se dio cuenta de lo que infería con su pregunta y estrechó sus ojos con sospecha, la misma con la que le miraba el joven Fushiguro.

— ¿Eh? ¿Qué insinúas Megumi? —preguntó sonriéndole, disimulando su incomodidad. El joven se encogió de hombros.

—Nada, solo me preguntaba qué amigo tuyo tiene novia. O si tienes amigos —Nobara soltó una carcajada estrepitosa, Yuji miró el intercambio con curiosidad y un poco afligido, Satoru contuvo su queja e intentó actuar como un adulto. Medio sonrió y negó restándole importancia.

—No sabía que conocías a todo mi entorno social, Megumi —dijo restándole importancia y se despidió del trío moviendo la mano.

Apenas llegó al pasillo, hizo una mueca de fastidio. Pero era su culpa el haberse expuesto a ese escrutinio, y por más que lo pensaba, si hubiera pedido el consejo de alguien más, el resultado habría sido el mismo. Jamás había preguntado por consejos de esa índole, y si hubiera venido un tercero con el mismo argumento que él dio, tampoco le habría creído. Miró la hora en su móvil, ignoró los mensajes del director Yaga y salió del colegio, debía ir de compras.


(…)


Había sido una buena decisión salir sin chaqueta. Los días de primavera estaban bastante cálidos, sacudió el vaso de frappuccino que llevaba en la mano y le dio un sorbo. Iba vestido con ropa común, sin su uniforme de colegio, llevaba una remera de manga larga delgada de color azul marino y unos pantalones de mezclilla claros, se acomodó los lentes mientras miraba las tiendas; iba decidido a comprar el móvil a Kasumi, después de pensarlo mucho, creyó que lo mejor era elegir el modelo Samsung, pues el celular de la joven era Android, no quería complicarle la vida con el modelo IOS.

Se había hecho el tiempo para salir de compras-ignorando los mensajes de trabajo-, quería tomarse las cosas con calma para decidir el mejor regalo. Miraba entretenido las tiendas del centro comercial, vio un destello blanco por el rabillo del ojo y se detuvo frente a una tienda de ropa de alta costura. Miró desde la vitrina un maniquí con un vestido largo de color blanco cascarón, escote recto y de tirantes gruesos, donde destacaba el pecho en un corte igual de recto, donde el resto de la tela tenía una caída ligera. Fueron segundos los que bastaron para imaginarse a Kasumi usándolo y sonrió.

Entró entusiasmado, causó un poco de conmoción entre las vendedoras cuando le vieron, y sonrió engreído. Siempre era así cuando no usaba su uniforme, y le causaba gracia que no cambiara con los años.

—Bienvenido a Chanel, ¿en qué le puedo ayudar? —se adelantó una mujer de más o menos la misma edad que él.

—Me gustaría ver ese vestido de la vitrina, el blanco —dijo apuntándolo—pero no sé la talla… —susurró pensativo.

—Oh… es un regalo —sonrió la mujer, pensando en lo afortunada que era la muchacha que recibiría un presente de esa calidad y precio. —Ese vestido es de la colección primavera verano de Chanel 2020, tiene buen gusto.

—Gracias —dijo mirando a su alrededor y su sonrisa titubeó. Al ver todos los vestidos, faldas y abrigos, en todos vio a Kasumi usándolos y se mareó un poco, no sabía por cual decidirse ahora. —Eh…

— ¿Cuánto mide su novia? —preguntó la vendedora y Satoru volteó rápido hacia ella, se quedó en blanco por unos segundos y sonrió al pensar en Kasumi como su novia, no la contradijo, porque le gustó como se oía.

—Ehm, me llega aquí —respondió señalando debajo de sus hombros—y… es delgada como ella —apuntó a la joven en el mostrador, que se ruborizó al ser blanco de su atención—pero tiene más pecho… algo así —dijo imitando la forma con sus manos—tal vez es copa C…

—Eh… —la vendedora se ruborizó al escucharlo, la personalidad directa y sin vergüenza de Satoru nunca pasaba desapercibida, pero él ya estaba acostumbrado—y-ya veo…

—Y… su trasero… —miró a todas las vendedoras e hizo una mueca—Eh… —decepcionado, notó que ninguno se parecía al de su Kasumi, volteó hacia el maniquí y murmuró—es más grande que el del maniquí.

—Y-ya veo —susurró apenada—puede ser talla M, de todos modos, puede cambiarse si no le queda. Siempre que la prenda mantenga la etiqueta y esté en perfecto estado.

—Ah, excelente —sonrió, volteó hacia la vitrina y pensó por unos segundos—sí, deme ese. Si no le gusta lo puede cambiar.

—Deme un momento para ir a buscarlo —Satoru asintió y le dio un sorbo a su bebida helada.

Después de unos diez minutos más o menos, de pagar un vestido de alta costura como si fuera un chicle, se fue alegre de la tienda y decidido a no distraerse más hasta llegar a la tienda de Samsung. Pero al pasar por la tienda Gucci, se quedó viendo los bolsos de manos y pensó que Kasumi difícilmente tendría uno bonito para que le combinara, ahí perdió más de media hora, había muchos modelos y no se decidía. También le gustaron algunos zapatos, pero como no sabía su número, pensó que primero podía averiguarlo y en otro momento regalárselos.

Casi una hora después, salió con su compra. Nuevamente se dijo que ya no se distraería más, iba decidido a comprar el celular para Kasumi, cuando pasó por una tienda de donas. Se detuvo otra media hora, compró 6 y se fue comiéndolas, caminando con calma.

Lanzó la basura en un contenedor y se limpió la boca con una servilleta que también tiró, se quedó viendo las bolsas que cargaba y pensó en llamar a Ijichi, pues aun debía comprar las cajas de regalo y estaría muy cargado. Le envió un mensaje mientras caminaba y guardó el móvil cuando entró a la tienda de tecnología.

Caminó rápido hacia la zona de celulares, un joven se le acercó dándole la bienvenida apenas se paró en frente del mostrador.

—Bienvenido ¿lo puedo ayudar en algo? —Satoru asintió y se quitó los lentes, mientras miraba los modelos.

— ¿Cuál es el último que salió? —preguntó volteando hacia el joven, que nervioso al ser una posible venta importante, titubeó un poco y apuntó a los modelos de alta gama.

—La serie S20 —dijo mostrándolos—está el S20+, el Ultra y el S20 normal.

— ¿Y cuál es la diferencia? —preguntó mirándolos—aparte del tamaño…

—Eso más que nada, el tamaño de la pantalla y los colores en ciertas versiones.

—Uhm… ese es muy grande, no le caerá en el bolsillo —murmuró mirando el modelo ultra—ese —apuntó al S20+— ¿En qué colores lo tienes?

—Por acá —murmuró y se los mostró. Satoru abrió los ojos ilusionado al ver el azul nube y sonrió, lo apuntó y miró al joven— ¿quiere verlo?

—No, ese me llevo —el jovencito asintió entusiasmado y lo guío hacia la caja para registrar el pago.

Satoru miraba conforme su compra mientras la empacaban, el color del aparato era un tono más claro que el pelo de Kasumi, a su parecer, era la compra perfecta. Salió de la tienda satisfecho, justo cuando su móvil sonó y vio el nombre del asistente en la pantalla.

— ¿Dónde estás? —preguntó al contestar.

—Afuera de la tienda, como me pediste —susurró en su tono nervioso de siempre.

—Que eficiente —sonrió—tengo que comprar algo más y voy.

Luego de elegir las cajas de obsequios, fue hasta donde el asistente lo esperaba. Ijichi miró sorprendido las bolsas y le abrió el maletero.

—Gojo-san… no use los vehículos del colegio para sus caprichos personales —susurró no muy convencido.

—Lo siento, lo siento —sonrió restándole importancia—te traje un pastel —dijo mostrándole la bolsa y los ojitos del asistente se iluminaron.

—Oh, muchas gracias —le reverenció. Se subieron al vehículo a los minutos después, y mientras se colocaba el cinturón, murmuró— ¿Tienes un cumpleaños o algo?

—Algo así —sonrió Satoru y miró por la ventana.


(…)


Abrió la ventana para ventilar el departamento. La brisa cálida de esa mañana de primavera le golpeó con suavidad en el rostro, sacudiendo algunos mechones de su flequillo. Sonrió al sentirlo, le gustaba imaginar que cuando nació estuvo igual de lindo el día.

Le habían dado la tarde libre del día 3 de abril, y descanso el día 4 por ser su cumpleaños. Emocionada, apenas llegó a su casa preparó una torta para que estuviera reposada para la celebración que haría con sus hermanos.

Satoru la había saludado temprano por la mañana, la había dejado sonriendo enamorada y emocionada porque lo había recordado. No se atrevió a invitarlo, no quería ser molesta y todavía le costaba lidiar con lo que estaba pasando entre ellos. Eso de que quería estar con ella, pero no ahora le confundía un poco, porque él mostraba mucho interés, lo que le hacía querer más de él, y no sabía hasta qué punto podía pedirle más.

Sus hermanos aun dormían, era sábado, no quería despertarlos temprano pues toda la semana se levantaban en la madrugada para asistir a clases. Aunque ella también tenía responsabilidades similares, era la hermana mayor, por lo que prefería sacrificarse de alguna manera.

Hizo el aseo en silencio, sacudió los muebles, barrió y trapeó, y limpió las ventanas. Cuando oyó ruido en el sanitario, decidió preparar el desayuno.

— ¡No! ¡Kasumi! —escuchó a su espalda, volteó confundida cuando vio al menor de sus hermanos, Sochi, mirarla con el ceño fruncido haciendo un puchero— ¡Ve a descansar! Yo sigo.

—Ya estoy por terminar —sonrió Kasumi—pon la mesa.

— ¡No! se supone que teníamos que prepararte el desayuno ¡somos los peores! ¡Kano! —gritó hacia atrás— ¡Nos quedamos dormidos!

—Maldición —susurró avergonzado el mayor.

—Tranquilos —se rio bajito—no tiene nada de malo, pongan la mesa.

—Está bien… —murmuró desanimado el menor.

No tardaron en desayunar. Gracias al sueldo que había acumulado en su estadía en el pasado, pudo llenar la alacena y el refrigerador con comida que normalmente no compraría, para su sorpresa, la persona que les traía alimentos cuando ella no estuvo, le compraba cosas similares, por lo que no los emocionó como esperaba. Aun no averiguaba quién había sido el asistente, solo sabía que Satoru había pagado por ello. Siempre pensaba en preguntarle, pero hablaban de tantas cosas que lo olvidaba todo el tiempo.

Kano se ofreció a lavar la loza y el menor a cocinar el almuerzo junto a su hermano mayor, tenían todo un menú preparado, cosa que agradeció.

Pasó el resto de la tarde durmiendo, aprovechó que ya tenía todo el departamento limpio y sus hermanos cocinaban, y descansó en su dormitorio con la ventana abierta, sintiendo la fresca brisa primaveral.

Sochi la despertó con sutileza llamándola a comer. El almuerzo que sus hermanos habían preparado le emocionó y tuvo que disimular las lágrimas que se asomaron por sus ojos. Que ya le cocinaran le recordaba lo grande que estaban, y que se tomaran esas molestias por ella la hacía sentir querida.

—Anda, prueba —murmuró ansioso—dinos si esta malo —frunció el ceño el menor.

—Está bien —sonrió, tomó los palillos y sacó un poco de carne con papa del estofado que le habían preparado, su platillo favorito. Sopló con cuidado y se lo echó a la boca, alzó ambas cejas al probarlo y cubrió su boca con su mano libre— ¡Está delicioso!

— ¡Qué bien! —exclamó Sochi— ¿no le falta sal? ¿sazón?

—Está preciso —dijo emocionada—gracias, chicos.

—Sírvete con confianza, hicimos mucho —habló serio—quizás demasiado…

—Oh… tendremos que congelar un poco —murmuró no muy convencida.

Luego de la comida, Sochi le peló una manzana como postre. Kasumi no dejaba de emocionarse con las atenciones de su hermanito. Siempre fueron unidos, pero desde que había regresado que la trataban con excesiva preocupación y afecto. Kano se ofreció a lavar los trastes mientras jugaron a las cartas hasta que el mayor también se unió al juego.

Alrededor de las 7 de la tarde decidió celebrar oficialmente su cumpleaños y con Sochi inflaron unos cuantos globos y los colgaron por la sala de estar. Kano le preparó la cena mientras, y Kasumi le ayudó un poco. Sintió su móvil vibrar en el bolsillo de su pantalón corto, se secó las manos en un paño y lo tomó rápidamente. Sonrió al ver el remitente del mensaje.

"¿Podemos vernos?"

Kasumi tragó con disimulo y tardó unos segundos en pensar en una respuesta, sintió el abdomen pesado de los nervios y mordió su labio inferior, sus dedos temblaron un poco cuando contestó: "Estoy en casa con mis hermanos, celebraremos mi cumpleaños ¿quieres venir?" preguntó ilusionada. Él no tardó en contestarle.

"No creo sea buena idea. Estoy abajo en la entrada de tu edificio, será rápido"

Kasumi sintió el corazón latirle deprisa cuando leyó, se quitó el delantal y salió de la cocina apurada y nerviosa, sin saber qué hacer primero. Se peinó el cabello con las manos y se miró en el espejo del baño.

— ¿Qué te pasa? —preguntó Sochi y ella negó.

Mordió su mejilla interna y volvió a invitarlo a subir, esta vez usando un señuelo que sabía podía servirle: "Hice pastel ¿seguro no quieres subir?", pasaron unos minutos cuando él envío un emoticón de un gato babeando.

"Voy", respondió.

Kasumi sonrió y le envío el número de departamento. Miró a su alrededor y ordenó un poco, pero no había demasiado que acomodar, aun así, estaba nerviosa porque él estaría en su departamento. Tragó saliva, volvió al sanitario y se miró al espejo, revisó que no hubiera nada en sus dientes y se echó un poco de pasta dental en la lengua. Se peinó el flequillo y notó el reflejo de su hermanito en la puerta, mirándola.

— ¿Qué te pasa? —repitió.

—Eh… nada —sonrió nerviosa—viene un… maestro ¡antiguo maestro! —corrigió entre balbuceos—compórtate ¿sí?

—Bien, bien —murmuró no muy convencido y corrió hacia la cocina— ¡Kano! Kasumi invitó a un chico.

— ¿Qué? —preguntó el adolescente asomándose por el umbral de la puerta.

— ¡N-no! —exclamó nerviosa negando—no es un "chico", es un maestro… un ¡un hechicero! Un hechicero amigo… sí ¡Amigo! —exclamó moviendo las manos con nerviosismo— ¡solo sean educados! ¿si?

— ¿Te gusta ese chico? —preguntó Kano, frunciéndole el ceño—estás roja.

— ¡N-no es así! Es solo que nunca había venido nadie, y me pone nerviosa —rio tontamente y miró su móvil al oírlo vibrar—ya está aquí, sean educados ¿sí? —repitió y se acercó a la puerta.

Antes de abrir se quedó pensando en cómo Satoru sabía su dirección, negó restándole importancia y abrió la puerta justo para verlo subir el último eslabón de la escalera. Sonrió emocionada al verlo. Usaba los lentes que recordaba haber visto en el partido de baseball, unos pantalones negros y una remera de manga larga de color gris, tenía una chaqueta de cuero bajo el brazo y varias bolsas con visibles cajas de regalo en la otra. Alzó ambas cejas al notarlo, pero lo ignoró rápido al verlo sonreír.

Su primer impulso fue lanzarse a sus brazos, pero recordó que sus hermanos estaban viéndola, por lo que se obligó a quedarse en el umbral de la puerta.

— ¡Gojo-san! Gracias por venir —sonrió emocionada.

A Satoru se le iluminó el rostro al verla. Kasumi tenía las mejillas sonrojadas, lo miraba con los ojos bien grandes y brillantes, esa mirada llena de admiración y amor que solo ella le regalaba. Sonrió ante la postal, sus ojos bajaron a su cuerpo y su sonrisa titubeó un poco. Vestía unos pantalones cortos, muy cortos, podía ver sus largas piernas blancas y tuvo que tragar con disimulo cuando lo notó. Llevaba una remera simple de color rosa, usaba ropa cómoda, pero no dejaba de pensar que el toque hogareño en ella se le hacía sumamente atractivo.

—Gracias por invitarme —respondió saludando con su mano.

Kasumi se hizo a un lado dejándolo pasar y él le extendió los regalos sonriéndole al mismo tiempo que se agachaba para pasar por el umbral de la puerta. La joven miró asombrada las bolsas y sonrió avergonzada.

—Feliz cumpleaños —dijo y le sacudió el cabello.

—No debiste molestarte —sonrió recibiendo las bolsas—gracias. Los abriré luego.

—Hola —saludó Sochi antes de que Kasumi pudiera presentarlo, la joven volteó nerviosa hacia el menor—soy Sochi, tengo 9 años —se presentó llamando la atención del hechicero que le quedó viendo con una sonrisa forzada. Iba a hablar, pero el menor continuó con su discurso— ¿Por qué usas lentes a esta hora y dentro del edificio?

— ¡Sochi! ¿qué dije de ser educado? —preguntó avergonzada.

—Tranquila —sonrió divertido—verás, Sochi-kun… mis ojos son sensibles a la luz —murmuró y se bajó los lentes para mostrarle sus ojos. El menor alzó ambas cejas al verlos y sonrió emocionado.

— ¡Pareciera que tienes el cielo ahí encerrado! —dijo entusiasmado— ¿por qué tienes el pelo blanco? ¿es porque eres mago igual que mi hermana?

—Tal vez —sonrió Satoru—es una buena teoría.

—Soy Kano —habló el mayor desde la cocina, que lo estudiaba serio. Satoru lo miró expectante, notó enseguida su postura de "hermano protector" y su desconfianza. No tenía experiencia al respecto pues era hijo único, pero algo le decía que sería difícil de caerle bien al chico.

—Satoru Gojo —saludó y el adolescente hizo una leve reverencia—tienes un lindo departamento —murmuró mirando a su alrededor, prefirió omitir que lo encontraba pequeño.

— ¿Qué edad tienes? —continuó Sochi.

—Eh… 30 —respondió incómodo y miró al mayor que estrechaba los ojos al oírlo—cumplo 31 en diciembre.

— ¡Te ves muy joven! —exclamó Sochi— ¿también usas una katana?

—No —el niño lo guio a una silla y él le hizo caso, sentándose junto al comedor. Miró a Kasumi que observaba el intercambio, algo inquieta y él le sonrió—descuida. No me molesta.

—Lo siento —le susurró y le llevó un vaso de jugo de naranja—ya estará lista la comida.

—No te preocupes por mí —sonrió y le dio un sorbo a su jugo— ¡es natural! Está delicioso, gracias.

—Lo hizo mi hermana —sonrió Sochi sentándose a su lado—no le gusta que consumamos mucha azúcar ¿Qué le compraste? —preguntó viendo las bolsas con las cajas de regalo—y si no usas katana ¿qué haces? ¿eres fuerte? ¿eres profesor?

—Eh… haces muchas preguntas, no sé cuál contestar… ya entiendo porque Kasumi-chan no te deja comer tanta azúcar —susurró lo último.

— ¿Jugamos a las cartas? —preguntó y Satoru se carcajeó.

—Está bien.

Para su suerte, Kasumi y Kano no tardaron en aparecer con los platos de comida. Le fue interesante ver la faceta de Kasumi siendo hermana mayor. No podía evitar pensar que, de alguna manera, cuando fueran pareja oficialmente, le trataría de forma similar. Preocupada de que comiera bien, lo consentiría y sería afectuosa ¡como deseaba que sucediera pronto! Miró con un poco de recelo al menor mientras la joven le limpiaba la boca y le servía más pollo apanado.

La cena pasó sin muchos imprevistos, aparte del interrogatorio del menor, aunque Kasumi intentó calmarlo varias veces, el niño seguía eufórico preguntándole cosas sobre maldiciones y su trabajo como hechicero, preguntas que muchas veces no esperaba respuesta y volvía a preguntar otra cosa. No tenía mucha experiencia con niños, Megumi había sido bastante calmado y silencioso en comparación.

—Iré por el pastel —dijo Kasumi y se levantó de la mesa. Satoru sonrió emocionado, sus lentes se deslizaron por el puente de su nariz sin darse cuenta, mientras él la seguía con la mirada hasta perderse en la cocina. Dejó de masticar al admirar sus muslos y trasero, le pareció que por un breve segundo la tela se había subido demasiado y había alcanzado a ver la curva de su nalga derecha. Y apenas lo notó, se sintió observado. Volteó hacia el hermano mayor de Kasumi que lo miraba fijamente—espero que les guste.

Agradeció la interrupción, aun así, el mayor no le quitó la vista de encima en ningún momento.

— ¡Está delicioso! —exclamó alegre probando el primer bocado del trozo de pastel. Kasumi se ruborizó al oírlo y sonrió emocionada.

—Me alegro que te guste, te guardaré unos trozos para que lleves a la escuela ¿te parece?

— ¡Oh! No me negaré jamás a un trozo de pastel —sonrió a la joven y continuó comiendo.

— ¡Abre los regalos! —pidió Sochi mientras se servía un segundo trozo de pastel.

— Eh… ¿puedo? —preguntó mirando a Satoru y él asintió.

—Por supuesto —el tono de voz del hechicero la estremeció. Mordió su labio inferior y buscó las bolsas.

Sacó la primera caja y la abrió con cuidado para no dañar el lazo, abrió los ojos de par en par cuando vio el vestido blanco. Sonrió admirándolo, pero su sonrisa titubeó cuando vio la marca del atuendo, tragó saliva y levantó la vista hacia él. No era una persona superficial, pero si estaba al tanto de moda, incluso veía los desfiles y reconoció rápido ese vestido. Sintió el corazón latirle deprisa y negó asombrada.

—N-no puedo aceptarlo —susurró avergonzada, estaba segura que era un Chanel original, sabía que Satoru tenía gusto por la ropa de diseñador.

— ¿No te gustó? Puedes cambiarlo —murmuró serio—o por otra cosa, había zapatos también…

—N-no es eso —murmuró negando, meciendo su cabello—es que… es… mucho —dijo incómoda.

—Ah… no seas tonta —le dijo sonriendo—me harías muy feliz si lo recibes —Kasumi mordió su labio inferior mientras veía el vestido, jamás tendría la oportunidad de vestir algo así otra vez. Con las mejillas sonrojadas volteó a verlo y le sonrió tímidamente.

—Gracias, Gojo-san —Satoru contuvo la respiración por unos segundos y se cubrió la boca con la mano derecha, mientras se apoyaba en el mesón ¡era tan linda! Quería gritárselo, pero no podía, no ahora con su hermano mayor observándolos como un buitre.

—Abre los demás —pidió Sochi. Y Kasumi asintió, tomó el siguiente y le quitó el lazo con cuidado, levantó la tapa de la caja y se quedó viendo boquiabierta la mochila Gucci. Era de color blanco hueso con tonos beige, y los tirantes verdes con una franja roja en medio.

—Dios… —miró nuevamente a Satoru quien le sonreía emocionado—esto… es demasiado.

— ¡Tonterías! —exclamó feliz—abre el otro ¡sé que te gustará! —Kasumi tragó saliva sin dejar de mirar la mochila, la dejó con cuidado a un lado de la mesa, la cubrió con la tapa de la caja y buscó la bolsa más pequeña, sacó otra cajita bien envuelta y desarmó el listón, frunció el ceño cuando vio el celular y se quedó muda— ¡ábrelo, ábrelo! —pidió mientras la joven admiraba la caja envuelta en su plástico de origen.

—Gojo-san… no puedo recibirlo —susurró mirando el móvil—es demasiado.

—No lo es —susurró medio sonriéndole y Kasumi se sonrojó. Satoru le quitó la caja de las manos y la abrió emocionado—mira —dijo mostrándole el color del celular—como tu pelo… aunque es un poquito más claro —susurró mirando el color azul nube.

— ¡Kasumi! ¿me das el tuyo que ya no usarás? —sonrió emocionado el menor.

—E-está bien —susurró aun asombrada, mirando todos los regalos. No quería ni sacar cuentas de cuanto había gastado en ella.

Satoru la miró sonriendo con ternura, le revolvió el cabello sin dejar de sonreír y ella le miró apenada.

—Te mereces estas cosas y más —le susurró bajito, solo para ella—ya debo irme. Gracias por todo, hermanos Miwa —sonrió poniéndose de pie.

— ¿Tan pronto? —preguntó decepcionada—dame un segundo para que lleves pastel —Satoru asintió y esperó de pie.

—No jugamos mucho a las cartas —se quejó Sochi—ven otro día ¿sí?

—Seguro —se encogió de hombros—asegúrate de que tu hermana no pase muchas preocupaciones ¿sí?

—De eso me encargo yo —respondió Kano, serio y con los brazos cruzados.

—Me alegro —sonrió Satoru. Kasumi salió de la cocina con una bolsita de tela en sus manos, dentro un recipiente con 3 trozos de pastel y se lo entregó—muchas gracias.

—Te acompaño —dijo y Satoru abrió la puerta, volvió a agacharse para salir y se despidió de los niños moviendo la mano. Kasumi cerró la puerta con rapidez y caminaron juntos hacia la escalera—Satoru… —susurró y él volteó a verla con curiosidad—sé que estoy siendo muy avariciosa… pero ¿me darías algo más? —el hechicero alzó ambas cejas al oírla y sonrió atento, asintiendo— ¿me besas?

—Oh… —se quedó viéndola por varios segundos, sintiendo las palmas sudarle al mismo tiempo que sus propias mejillas se acaloraban débilmente, se rio nervioso y rascó la cabeza—sería un regalo para mí, más que para ti.

—Por favor —susurró suplicante y él no dudó más.

Se acercó desesperado y la besó ansioso, sin darse cuenta la fue empujando hacia la pared más cercana al mismo tiempo que la apegaba a su cuerpo. Sus manos no se quedaron quietas, se quedaron en su cintura y luego a su trasero escasamente vestido con esos pantalones cortos que le distrajeron toda la tarde. El aliento les escaseaba, ella le seguía el ritmo con facilidad, igual de desesperada que él por el contacto, y cuando sintió la tela de su pantalón estirarse, se alejó rápidamente, como si ella le quemara.

—D-debo irme, feliz cumpleaños —sonrió agitado y sin esperar respuesta, bajó saltándose escalones para alejarse lo más rápido posiblemente antes de cometer una estupidez.

—A-adiós, Satoru —respondió sin aliento, con una mano en su pecho intentando calmar los latidos de su corazón, sin dejar de sonreír.

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N/A: Holis! espero tengan bonitas fiestas :D! sobre el capítulo, quería dejar más o menos en claro el tipo de relación que están construyendo, que se siente no avanza, pero hay ligeros cambios hahaha, digo, saben que sienten cosas por el otro, pero por decisión de Gojo la cosa no puede avanzar por ahora. Ya desde los próximos cap, habrán pequeños saltos de tiempo, meses y cosas así.

Gracias por leer y dejar comentarios C:

Espero que no haya muchos errores de redacción y ortografía, lo sientoo

Espero leernos pronto y felices fiestas!