Final imaginario del siglo XIX
En estos tiempos, las personas que poseen extraños poderes provenientes de su cuerpo o incluso de misteriosas y poderosas armas, son conocidas como ladrones, escoria de la humanidad que roba hermosas y valiosas obras de arte, estatuas o joyas de diversos museos de todo el mundo, con la esperanza de reunir los 108 trozos de inocencia perdidos.
OOOOO
Después de que la cazadora Hitomiko Orikasa se reuniera con sus pupilos y recibiera de su parte 2 trozos de inocencia, un grupo de Akuma de nivel 1 y 2, los atacaron sin piedad.
La mujer pudo luchar y defenderse sin problemas, usando las cuencas de su rosario para contrarrestar la materia oscura y purificar a las criaturas.
Para su desgracia, sus aprendices no tuvieron tanta suerte, convirtiéndose en polvo por el veneno de las balas de los monstruos.
Eso la hizo enfadar tanto que juró que ninguna de las creaciones del Conde del milenio, saldría con vida después de esa batalla.
Transcurrida una hora, Hitomiko quedó exhausta. A su alrededor, reposaba un mar de sangre y los restos de los Akuma. En ese momento, pensó que también sería su fin. No dejaba de temblar, respirar agitada y su vista se estaba volviendo borrosa.
Finalmente, se tambaleó, cayendo, sin percatarse, en los brazos de un Youkai de ropas negras que pasaba ahí por curiosidad. Sesshomaru observó el lugar, impresionado por la cantidad bestial de Akuma derribados. Entornó los ojos. Tomó mejor a la mujer y se la llevó de ahí.
Lo que él no esperó, fue que ella recobrara la consciencia rápidamente, empujándolo para que la soltara.
Aturdida, Hitomiko se arrastró en la hierba, llevando sus manos a la altura de su rostro.
El hermano mayor de InuYasha, por otra parte, la estudió de la cabeza a los pies, percatándose de la sangre y la tierra en sus ropas.
Al verla, la imagen de una pequeña Exorcista de cabellos y ojos castaños se quedó en su mente unos segundos.
-¿Eres...? - Hitomiko lo interrogó de pronto. -¿...un Youkai?
Al tratar de levantarse, sintió una molestia en su espalda, por lo que se llevó una de sus manos, por detrás de su hombro izquierdo. Sesshomaru la rodeó con lentitud, viendo el hoyo en su gabardina negra y la quemadura purpura en su piel. En silencio, se acercó de nuevo a ella y colocó su brazo izquierdo en sus hombros.
-¿A dónde me llevas? ¿Vas a comerme? - cuestionó, agotada y molesta.
-Conozco un lugar donde pueden ayudarte. - respondió seriamente, con su rostro dirigido a unos arbustos cercanos.
PPPPP
FFFFF
-51 años antes-.
-Orden oscura-.
-¡Kikyo! ¡Rin!
Megumi las llamó, entrando con su hermana menor a una de las estancias de la orden oscura. Para ese entonces, su pierna izquierda; herida por los ataques recientes que sufrieron por Road Kamelot, a quién enfrentaron durante su misión en un bosque al sur de Italia, pudo curarse con ayuda de su fuego blanco. Una habilidad que aprendió con los conocimientos de hechicería, dados por su maestro, el general Cross Marian.
-¡Por aquí, Megumi! - exclamó Susan, señalando el gran salón, ubicado al final del pasillo.
En ese lugar, había muchas tumbas selladas. 6 de ellas, estaban cubiertas con una tela, con la rosa plateada tejida al frente. Aquello, significaba que esas personas eran Exorcistas.
-Andrew Fermi, Lesley Han, Soju y Fumiko Asano... - escuchó decir al asistente de Mao Lee. - ...Rin Higurashi y el general Kevin Yeagar.
Cuando esos 2 últimos nombres fueron pronunciados, las hermanas Hoshino intercambiaron una mirada llena de preocupación, sintiendo el pánico apoderarse de sus pensamientos.
Dispuestas a encontrar a Kikyo, tuvieron que caminar entre las tumbas y sus compañeros atrapados en la frustración, la desesperación y el llanto.
Unos minutos después, hallaron a su amiga en el interior de una habitación, acostada sobre el cadáver de su hermana menor, colocada sobre una plancha metálica y cubierto por una gran sábana blanca.
Para la gran extrañeza de ambas, InuYasha no era quien la acompañaba en ese lugar. Sino uno de los cinco generales.
Piel blanca, largo cabello y ojos negros, cubiertos por su flequillo, empapado por la lluvia de ese día. Su uniforme negro, con detalles dorados, estaba manchado por la sangre de Rin.
FFFFF
-¿General Toga? - Megumi lo llamó atónita.
Sesshomaru, en cambio, la contempló en silencio.
-¿Por qué estás atada? - cuestionó, consiguiendo que ella dirigiera una mirada asesina hacia Bak.
-¡Y-Y-YA ENTENDÍ! ¡YA ENTENDÍ! - exclamó el rubio espantado, apresurándose en quitarle las cuerdas, tanto a ella como a Kanda.
Ya estando en libertad, la joven acortó su distancia con el Youkai, llevando a Shippo en su hombro izquierdo.
-¿Por qué se ve tan diferente? - fue lo único que pudo preguntar, asombrada por sus rasgos demoniacos y su largo cabello plateado.
Por alguna extraña razón, recordó a InuYasha.
-Una sacerdotisa me devolvió mis poderes. - respondió, desconcertando más a la menor, antes de que Hitomiko se quejara de nuevo de su herida, llamando la atención de los demás.
-¡Wong! - lo llamó Bak.
El mencionado asintió y le dio una indicación a Sesshomaru para que saliera de la oficina y lo siguiera.
Megumi se quedó viendo la puerta, recordando la lluviosa noche en la que decidió marcharse. La noche en la que los Exorcistas celebraban, la caída del arca de Noé.
FFFFF
-Qué lástima, guardiana. Lo que tú, tu hermana y los generales restantes hicieron esa noche, fue darle una victoria falsa a la orden oscura. Nunca consiguieron destruir el arca, ya que Tyki se encargó personalmente de transferir todo su contenido en una nueva. Y a ustedes... ¡Los dejamos jugar con un cascarón vacío! ¡JAJAJAJAJAJAJA!
FFFFF
-¿Megumi?
Shippo la despertó de sus pensamientos. Ella negó con una sonrisa y volvió a su asiento, permaneciendo junto a Kanda, cruzado de brazos.
Bak decidió que la reunión debía continuar sin la presencia de Lenalee, por lo que movió su silla de ruedas y la llevó a su alcoba.
Después de recostarla en su cama y ponerle una frazada encima para que durmiera, volvió con los jóvenes, apagando de nuevo las luces de las velas, con un conjuro hecho por su mano derecha.
-Además del ataque de los Noé y los Akuma, hacia nuestros compañeros que llevaban a cabo sus misiones, hay otra cosa que deben de saber. - comenzó Bak, cruzándose de brazos y apoyándose en el borde de su escritorio.
Kanda entornó los ojos y Megumi entrelazó con fuerza los dedos de sus manos sobre su regazo.
-La sede principal fue atacada esta mañana por Bruno Yamana y dos mujeres con armaduras de la antigua China.
Fou parpadeó, activando de nuevo la pantalla holográfica, junto con las fotos captadas por las cámaras de los golems negros, escondidos en el vestíbulo de la orden oscura. Megumi se levantó de su asiento, viendo perpleja las imágenes.
-Ruri y Hari...
-¿Las conoce, señorita Hoshino? - la interrogó Lou Fa, volteando hacia ella.
-Son las subordinadas de Menomaru. - respondió, frunciendo el ceño.
Bak le dio otra indicación a Fou, parpadeando para reproducir más material relacionado al ataque de la orden oscura.
En los videos, se escuchaban las conversaciones y se mostraba la batalla de Umiko y Bruno, transformados en los demonios de Shizen, y como Kagome, Bookman, InuYasha y Lavi, hicieron lo posible para proteger a Komui.
Megumi comprendió porque Bak no dejó que Lenalee se quedara. Si hubiera visto a su hermano en peligro, habría pensado en lo peor y hubiera sufrido otra crisis.
Al final, se ve como Hari se lleva a Kagome y como Bruno Yamana derrotó a Umiko, cargándola en su costado izquierdo, para luego desaparecer con las mujeres mediante un portal. Por la forma y el color, la guardiana supo que le pertenecía a Menomaru.
Cuando la última grabación terminó, Fou parpadeó para desactivar la pantalla holográfica y Rikei encendió algunas de las velas en las paredes.
-Esto fue lo que sucedió mientras continuaban inconscientes. - dijo Bak, dándose un masaje en el puente de la nariz. - InuYasha está bien, pero desconozco cuales son las condiciones actuales de Lavi y Bookman.
PPPPP
Pasaba más de la medianoche y Megumi no podía conciliar el sueño. Moviéndose de un lado a otro de la cama, su mente libraba una batalla mental, en la que la culpa, la preocupación y la confusión, la consumían y la molestaban. Hizo una mueca. Se incorporó y salió de la habitación, dejando a Shippo, respirando y cambiándose de lado, sobre el asiento de un confortable sillón junto a la pared a su izquierda.
Mientras caminaba despacio por el pasillo, se abrazaba a sí misma por el frío, la temperatura que más caracterizaba al cuartel de Asia. No, la sede fantasma. Sonrió un segundo por haber cometido ese pequeño error. Entonces, al levantar su mirada, se detuvo de pronto.
El general Toga se encontraba sentado en una barda de concreto, apoyando su espalda en uno de los pilares que la separaba por secciones. Aunque su rostro era iluminado por la escasa luz de las velas de las paredes, pudo darse cuenta de que sus ojos estaban cerrados. Tal vez está durmiendo. Pensó. Moviéndose despacio, deslizó con cuidado sus pies hacia su izquierda, girando y dando un par de pasos.
-¿No puedes dormir?
Lo escuchó decir de repente, sintiendo un escalofrío recorriendo su espalda completa. Volteando por completo, lo miró abrumada. Sus ojos dorados estaban bien abiertos, siendo lo único que brillaba dentro de la oscuridad que resguardaba su rostro. Sintiendo el fuerte latir de su corazón, se sonrojó. Le dio la espalda y juntó sus manos, como si fuera a rezar.
-P-Perdóneme. - pidió nerviosa. - N-No sabía que estaba...
-Acompáñame.
-¡Está bien! - se giró y, en automático, caminó hacia él. Saltó la pequeña barda y se sentó a su lado izquierdo.
El ambiente era tranquilamente despiadado. A pesar de tener muchas dudas sobre qué había sido de la vida del general Toga, después de abandonar la orden oscura, Megumi no se atrevía a decir nada.
Su presencia, al igual que en aquel entonces, continuaba siendo imponente, cualidad que siempre admiró de él, cada vez que se lo encontraba por casualidad en los pasillos, o en la oficina de Mao Lee, el abuelo de Komui.
Teniendo la apariencia de una chica de 14 años, deseaba en lo más profundo de su corazón, poder tener una presencia tan majestuosa como la de él algún día. Y claro... ¡Darles su merecido a todos aquellos que se burlaron de ella!
¡Incluyendo a InuYasha!
-¿Qué pasó con Susan?
La interrogante la sorprendió, teniendo la sensación de un balde de agua fría cayéndole encima. Con discreción, lo vio por el rabillo del ojo. La miraba atentamente. Bajó la cabeza y arrugó los labios.
-Está bien. Si no quieres contarme, no lo hagas.
-Se convirtió en un Akuma. - comentó, llamando su atención. - Su prometido murió el día de su boda. Cuando yo llegué a la iglesia, él ya estaba aplastado por el candelabro que colgaba del techo. Susan gritaba desesperada a su lado, manchando su vestido blanco con sangre. Unos días después, el Conde del milenio apareció ante ella. - llevándose sus manos a sus hombros, se abrazó y se balanceó de atrás hacia adelante. - A pesar de que yo me negaba a que eso sucediera, ella siempre confío en que salvaría su alma.
-¿Y lo hiciste?
-Fue complicado... pero, lo conseguí. - sonrió un poco. - A veces, tengo el presentimiento de que está a mi lado. Acompañándome a donde quiera que voy.
Sesshomaru dirigió su mirada a la oscuridad.
-Me pasa lo mismo cuando recuerdo a Rin.
Bajando los brazos a su regazo y dejando de moverse de atrás hacia adelante, Megumi lo vio atónita.
-General... ¿Usted y Rin...?
Él volteó a su dirección, permaneciendo en silencio por unos segundos.
-Si. Estábamos enamorados.
Fin del capítulo.
