Mi nombre es...
Miro hacia el oeste, donde sé que ambos deben estar luchando. Todos están dando lo mejor de sí para enfrentar esta difícil situación, especialmente él, quien arriesgó su vida para atraerla y dar una oportunidad a todos nosotros.
Betty parece comprender lo que sucedió, pero su contrato con Marco la ata y le impide luchar. Grité a Betty que trajera a Marco para ayudar, pero ella negó con tristeza, sus lágrimas cayendo sin control, tomo su cabeza, tapando sus oídos como si estuviese escuchando cosas horribles.
—Marco le ordenó a Betty que no fuera, de hecho —susurra entre sollozos desgarradores, que hacen que mi corazón se rompa a pedazos a la vez que arde con furia.
El vínculo entre Marco y Betty es profundo y complejo, compartiendo no solo poderes sino también emociones. Betty puede percibir las intenciones de Marco. No sé qué emociones inundaron a Marco en ese momento, pero las lágrimas de Betty me cuentan una historia de preocupación y dolor.
Cuando lo vea, definitivamente lo regañaré. No importa lo que haya sucedido, nada justifica hacer llorar a Betty.
Pero, por otro lado, debo admitir que esta situación es en parte mi culpa. Fui quien insistió en luchar, quien llevó a Marco a tomar esa peligrosa decisión de usar su cuerpo como carnada.
Miro mis manos, y en mi mente resuena la pregunta: ¿Morirá?
Rechazo con todas mis fuerzas la idea de perderlo.
No, él no morirá.
No puedo permitirlo.
Me obligo a apartar esos pensamientos y me concentro en la tarea a la mano. Observo a mi alrededor, los cañones están listos, pero la bestia parece haberse alejado de esta área.
Los escuadrones se están agrupando gradualmente, aunque la situación sigue siendo crítica.
Marco confía en mí, me dijo que yo soy la única que puede hacer esto. Tengo que hacer honor a esa confianza y dar lo mejor de mí.
Necesitamos cambiar de estrategia. El plan de atraerla ha fracasado, por lo que debemos idear algo nuevo. Tengo que pensar, ¿qué haría Marco en esta situación?
—Señorita Emilia —la voz de Wilhelm me saca de mis pensamientos, y me giro para mirarlo.
Tiene sangre en su ropa y en su rostro, signos de la feroz lucha en la que ha estado involucrado.
Sus ojos, profundos y experimentados, capturan mi atención. Parece haber pasado por mucho, y esa experiencia se refleja en su mirada.
—¿Señor Wilhelm? —respondo, sorprendida por su repentina aparición.
Él se inclina ante mí, mostrándome respeto. Observo a los demás a mi alrededor, impacientes y preocupados. La situación es complicada; muchas personas han desaparecido, pero la memoria de quiénes y cómo ha sido alterada.
Solo queda un vago conocimiento de la falta de algunos escuadrones, pero nadie recuerda exactamente quiénes son ni cómo se han perdido.
Incluso yo estoy afectada por esta alteración de la memoria.
Wilhelm me proporciona más información sobre la situación. Los dos clones de la ballena han desaparecido tras el último ataque que hicimos, lo que indica que la ballena podría estar preparándose para un ataque masivo.
—Un ataque en conjunto... —musito, conectando los puntos.
La situación que tanto Marco como yo habíamos contemplado previamente parece estar desarrollándose ante nosotros.
Ya habíamos discutido este escenario, pero Marco enfatizó que, si la ballena adopta esta táctica, solo hay una manera de derrotarla: atrapar al cuerpo principal y evitar que se mueva.
Atrapar su cuerpo principal.
La idea resuena en mi mente mientras observo el horizonte, donde deben estar luchando.
Me doy cuenta de que ambos, con sus habilidades y estrategias meticulosas, son una combinación poderosa, capaz de planear y considerar innumerables posibilidades.
Pero también siento un leve apretón en mi pecho al admitirlo.
Quiero ser yo quien este con él, mi corazón quiere pedirlo a gritos, quería ir... Pero sé que tengo que cumplir mi deber primero.
De todas formas, está en manos confiables.
Wilhelm parece percibir mi conflicto interno y decide hablar.
—Señorita Emilia, si me lo permite, quisiera compartir una opinión —comienza, con su mirada dirigida hacia donde ambos luchan—. Si bien el señor Marco es indudablemente inteligente y sus planes han demostrado funcionar, este fallo puede deberse a factores que aún desconocemos por completo.
Asiento, agradecida por su comprensión.
Betty no compartirá información que Marco no quiera que revele, por lo que siento que hay mucho más detrás de esta situación.
—Ambos son notables y similares en muchos aspectos, pero también tienen sus limitaciones —prosigue Wilhelm, cerrando los ojos brevemente—. El señor Marco puede ser excepcional, pero ningún ser humano es perfecto. Usted, señorita Emilia, es única.
Esas palabras me tocan de manera inesperada. Wilhelm inclina la cabeza ligeramente en mi dirección, y luego dirige su mirada al cielo.
—¿Yo?
¿Única?
Una pequeña risa interna suena desde el fondo de mi corazón.
—Usted me recuerda a alguien que conocí hace mucho tiempo. A mi esposa, Thearesia Van Astrea, quien fue la santa de la espada de una generación anterior. Ella murió a manos de esta misma bestia. Veo similitudes entre ustedes, pero también veo una diferencia significativa en su ser.
La mención de Thearesia Van Astrea me sorprende. Conozco la historia de esa santa de la espada, una luchadora valiente y heroica que, según se dice, murió enfrentando a la gran ballena.
Su memoria es venerada en el reino, un recordatorio constante de su valentía y sacrificio.
—¿Me parezco a ella? —pregunto, sintiendo un nudo en la garganta.
Wilhelm asiente con una expresión reflexiva.
—Sí, pero a la vez es algo diferente. Thearesia era una mujer admirable, pero su historia es solo una parte de lo que usted tiene a futuro. Su presencia evoca tanto similitudes como un sentido de individualidad. Y eso es lo que la hace única en este momento.
Las palabras de Wilhelm me hacen reflexionar profundamente. Me doy cuenta de que, aunque puedo ser inspirada por figuras del pasado, también tengo mi propia voz y camino por recorrer.
—Si... creo que entiendo por qué el señor Marco siempre confía en usted. No es por su gran fuerza, sino por su gran talento. —expresa Wilhelm, observándome con determinación.
Sus palabras me tocan profundamente, y mi mirada se desvía hacia abajo, como si estuviera tratando de asimilar su elogio.
¿Un talento?
¿Yo?
Es difícil para mí concebirme como alguien dotada de un talento especial, pero las circunstancias actuales me exigen que asuma un papel más central.
—¿Yo? —pregunto, buscando una confirmación o una explicación más detallada.
Wilhelm sostiene mi mirada con resolución. Sus palabras, aunque misteriosas, parecen resonar con algo profundo en su experiencia.
No entiendo completamente lo que está tratando de decir, pero su mirada y su tono de voz me instan a asumir este nuevo rol con confianza.
—Usted —responde con una sonrisa enigmática—. Señorita Emilia, usted es única en su forma de ser. Y eso es precisamente lo que necesitamos ahora.
Su declaración me hace sentir tanto presión como determinación. Debo tomar la iniciativa en esta situación crítica, incluso si no tengo todas las respuestas o habilidades de Marco y Betty.
Observo a todos los presentes, sintiendo sus miradas en mí, y comprendo que es el momento de dar un paso adelante. Wilhelm toma la iniciativa y proclama su lealtad a mí en voz alta, declarándome su comandante.
—¡Yo, Wilhelm Van Astrea, seguiré las órdenes de la comandante Emilia! —anuncia con voz firme y decidida.
Sus palabras resuenan en el aire, capturando la atención de todos los presentes.
Las miradas de todos se posan en mí. Siento un nudo en el estómago, pero también una sensación de empoderamiento. La presión aumenta sobre mis hombros, pero sé que no puedo dudar.
Tengo que asumir el liderazgo y guiar a todos a través de esta crisis.
La responsabilidad es grande, pero no puedo permitirme dudar. Betty toma mi mano, y aunque su sonrisa parece forzada, siento su apoyo en ese gesto.
Pongo mi otra mano en su cabeza y le transmito mis pensamientos con un simple contacto. Juntas enfrentaremos lo que venga después de esto.
Wilhelm, al igual que Marco, tiene una perspicacia impresionante.
Habla de cómo Marco confía en mí, y en ese momento, siento un compromiso más profundo. Tengo que ser fuerte, no solo por mí misma, sino por todos aquellos que confían en mí.
—Cuando lleguemos a Irlam, confrontaremos a Marco juntas —le digo a Betty con determinación.
Ella cierra los ojos por un momento, y aunque su sonrisa desaparece al abrirlos, puedo sentir que estamos conectadas en esta decisión.
El peso de lo que ha sucedido está en sus pensamientos, pero también está decidida a seguir adelante.
Los soldados del ejército, que antes parecían inseguros, proclaman su lealtad y confianza en mí.
—¡El ejército de Irlam seguirá a la comandante Emilia! —exclaman al unísono con determinación.
Su respuesta es abrumadora, y siento un nudo en la garganta. Han puesto su fe en mí, y no puedo defraudarlos.
La energía en el aire cambia. La motivación vuelve a encenderse en sus ojos, y puedo sentir cómo mi determinación influye en ellos.
Pongo un poco de maná en mi garganta, preparándome para dirigirme a ellos. Es como si estuviera a punto de lanzar un hechizo, pero esta vez es mi voz y mi convicción lo que deseo transmitir.
—¡Caballeros! —exclamo, dejando que el maná fluya a través de mi voz.
Los copos de nieve comienzan a formarse a mi alrededor mientras todos se sorprenden por lo que está sucediendo. El efecto es mágico, pero lo que sigue es aún más importante.
—¡MIRENME A LOS OJOS! —grito con todas mis fuerzas, obligando a todos a centrar su atención en mí.
Un hechizo mágico, que siempre me trae a la luz.
Necesito ser su fuerza y su motivación, como Marco lo ha sido para mí en muchas ocasiones.
Las miradas vacilantes vuelven a centrarse en mí mientras intento transmitirles mi determinación.
—¡Vamos a ganar! —digo con una sonrisa, tratando de infundirles la misma confianza que mis seres queridos me han dado en el pasado—. Ahora necesito que cada uno de ustedes siga mis pasos. Podemos ganar... ¡Yo haré que ganemos!
Sé que he dado un paso adelante en un nuevo papel, uno que puede ser abrumador y desafiante. Pero con la confianza de todos, y con mi propio compromiso, estoy dispuesta a liderar y luchar por un mañana mejor.
—Sigan mis pasos, yo traeré la victoria que tanto deseamos... Para poder volver con una sonrisa —proclamo con determinación, inspirando a los soldados y magos presentes.
Sus rostros cambian de expresión, de dudas a confianza, y puedo sentir cómo están dispuestos a seguirme.
Es una sensación mágica, que nunca había experimentado.
El grupo de magos, liderados por Alsten temporalmente, también expresan su compromiso y respaldo a mi liderazgo.
—¡Seguiremos a la comandante Emilia! —exclaman los magos con fuerza.
Luego, los caballeros se unen al coro, demostrando que están dispuestos a seguir mis órdenes y luchar bajo mi liderazgo.
—¡Iremos a donde nos ordene! —afirman, poniendo sus manos en sus pechos en un gesto de lealtad y compromiso.
La atmósfera cambia por completo. Aunque la situación sigue siendo crítica, siento que hemos recuperado el control de la situación al establecer una dirección unificada y motivadora.
Ahora es mi responsabilidad liderar y tomar decisiones sabias para guiar a todos a través de esta amenaza.
Observo a Wilhelm, cuyo rostro denota experiencia y sabiduría. Mi siguiente pregunta busca orientación en medio de la incertidumbre.
Tengo que pensar más como Marco, tengo que ser una gobernante, todo esto sin dejar de ser yo misma.
—Señor Wilhelm, ¿hay una manera de identificar a la original? —pregunto, consciente de que, si podemos localizar y neutralizar a la mabestia original, esto acabará.
Wilhelm frunce el ceño, como si estuviera pensando profundamente en mi pregunta. Luego, con una mirada determinada, responde:
—La herida en su cabeza debe verse a grandes distancias, pero para ello necesitas elevarte como lo hace el señor Marco.
Asiento, tomando nota de su consejo.
Mi cabeza empieza a sentirse en un fuego mientras pienso como vencer a este enemigo, creo que nunca había pensado tanto en mi vida.
—Gracias, señor Wilhelm. Vamos a coordinar nuestros esfuerzos para localizar y contener a la mabestia original —digo, mirándolo con gratitud por su sabiduría y apoyo.
El tiempo es crucial ahora. Tenemos que actuar con rapidez y eficiencia para evitar más daños y proteger a quienes están en peligro.
Esta es mi prueba como líder, y estoy decidida a hacer todo lo posible para que todos puedan volver a casa con una sonrisa.
Sé que una de ellas tiene una gran herida en su boca, pero sobre la otra no tenemos información relevante. Wilhelm reflexiona por un momento y luego señala hacia su cabeza.
—Tiene un corte en su espalda, pero igualmente tendría que verlo a altas distancias.
La idea de estar en una gran altura me viene a la mente. Mi mirada se dirige hacia Betty, quien asiente confirmándome que está dispuesta a ayudar. Ahora solo necesitamos encontrar una manera de atraer la atención de la ballena.
—¡Miren! —grita un caballero con voz temblorosa, señalando hacia el oeste.
Giro mi cabeza en esa dirección y puedo verlo: dos de las imponentes mabestias. No, son tres.
Los dos clones avanzan velozmente, mientras que el tercero se mantiene rezagado, protegiéndose.
Su avance es rápido; aunque están lejos, su distancia se acorta a grandes zancadas, lo que dificulta el control, pero no es imposible.
—¡MI NOMBRES ES EMILIA! ¡Soy su comandante y traeré la victoria a cualquier costo! —grito, incitando a todos a tomar sus posiciones.
Betty comienza a elevarme lentamente, ganando altura para tener una mejor vista.
Una vez que alcanzamos una posición adecuada, observo con determinación a las mabestias. Una de ellas muestra una herida en la boca, la otra parece estar menos dañada, pero exhibe un corte profundo en la parte superior.
¿Será esa la correcta?
No, me lo acaban de decir.
Rápidamente descarto esa idea al enfocar mi atención en la tercera.
Definitivamente es la que está en la retaguardia; el hueco en su cráneo es consecuencia de los cañones.
Es la misma ballena que persiguió a Marco, la misma que causó la muerte de innumerables personas y forzó a Marco a arriesgar su vida.
No la perdonaré por eso, por robar la felicidad de los demás.
Jamás le perdonaré.
Ahora lo crucial es centrar el ataque. Necesitamos detener el avance del cuerpo principal, y la única forma es con el cañón mágico, la bala que tanto esfuerzo nos costó crear, el último trabajo en el que colaboramos Puck y yo.
—¡Caballeros! Divídanse en dos flancos; en mi señal, avanzarán para enfrentar a los clones.
—¡A sus órdenes! —responden todos al unísono, siguiendo mis instrucciones.
Los caballeros se acomodan a mi lado, tres escuadrones en mi izquierda y tres en mi derecha. Wilhelm permanece debajo de mí, mientras los magos y soldados se preparan. Una de las mabestias tiene una debilidad física, mientras que la otra es más vulnerable al daño mágico.
Siguiendo las indicaciones de Marco, el orden de los ataques es crucial para lograr distraerlas de manera eficaz
—¡Magos! Ataquen a la mabestia de la izquierda; ¡Soldados de Irlam! ¡Aborden a la mabestia de la derecha!
Ahora es el momento de preparar el cañón principal, el cual ya he cargado con mi magia
—¡Capitana Sofia! ¡Pon a punto el cañón mágico!
Los dos grupos comienzan a prepararse con premura; estamos bajo una cuenta regresiva implacable, pero todos se organizan rápidamente.
La ballena está más cerca ahora, y su niebla empieza a enroscar su camino en nuestra dirección. Utilizo varios pilares de hielo para interceptar sus ataques, reuniendo maná a un ritmo acelerado.
Soy la responsable de llevar la victoria a nuestro lado, y eso es lo que haré.
—Señor Wilhelm, nos haremos cargo del cuerpo principal. —Dirijo mi mirada hacia él desde las alturas, y él asiente con una reverencia.
Seguramente están enfrentando oponentes poderosos, de lo contrario ya estarían aquí.
Debo actuar con rapidez para unirme a su lucha.
Las tres mabestias avanzan, cada vez más cercanas. Sus formas masivas superan cualquier comparación, incluso la que sentí la primera vez que las vi.
Pero no puedo permitirme sentir miedo ahora.
Debo ser más fuerte, si quiero ser reina, esto no es más que un escalón.
Por el bien de todos.
Espero el momento perfecto, aguardando hasta que las mabestias estén a una distancia crítica. Continúo acumulando maná y creo pilares de hielo para bloquear sus ataques de niebla.
Necesito ser superior a mi yo anterior, requerir más poder y concentración. Betty aprieta mi mano con determinación, infundiéndome la motivación para seguir adelante.
Cuando las dos mabestias están a la distancia adecuada, grito.
—¡Caballeros, adelante! —concentro mi maná, ajusto mi voz y grito con todas mis fuerzas—. ¡UL HUMA!
En su trayectoria de avance, genero dos estacas de hielo gigantes, golpeando a las dos mabestias diagonalmente y enviándolas en direcciones opuestas. La tercera sigue avanzando recto, pero todavía no lo suficiente.
—¡Fuego! —exclamo.
¡Booooom!
Los cañones impactan en ambas mabestias, creando una nube de fuego y polvo que se expande y ocupa el área. Los caballeros se lanzan al ataque mientras la tercera mabestia sigue empujando su avance.
Es el momento de mi magia personal, una creación propia que me permita detener a mis adversarios. Cierro los ojos durante unos segundos, visualizando la magia en mi mente.
No sé cuánto tiempo podré mantenerla, pero debo hacerlo correctamente.
El aliento helado escapa de mi boca en forma de vapor, la mabestia se acerca, a escasos metros de distancia.
—¡RAÍCES DE HIELO! —mi voz retumba alrededor, mi mano se extiende mientras doy vida a mi nueva magia.
Varias raíces de hielo emergen del suelo, avanzando hacia la colosal mabestia. A pesar de su embestida, destruye varias de ellas, pero no me rindo. Continúo creando más y más, raíces afiladas que se clavan y aferran con fuerza.
Cientos de raíces frenan su avance, obligándola a moverse y aletear en un intento desesperado por liberarse de mi hechizo. No cedo, sigo generando más y más raíces.
Mi control sobre el hechizo es estable, pero algo en mi interior siente el frío, esto consume más maná del que creí.
Empiezo a jadear por usar una magia tan fuerte, mi corazón se siente frio, fuente del gran poder que es este hechizo.
Sin embargo, no tengo tiempo para preocuparme.
Esto es solo el comienzo.
Los gritos de los caballeros llenan el aire, y los veo atacar con todo lo que tienen a las otras mabestias, deteniéndolas en su lugar. Ahora es el momento de utilizar nuestra arma secreta.
—¡AHORA! —mi voz resuena, mientras dirijo mi mirada hacia el cañón
Es la creación conjunta de Marco, Beatrice y Puck, un cañón mágico diseñado para disparar este hechizo.
¡BOOOOOOOOOM!
Un estruendo ensordecedor sacude el ambiente, haciendo que mi cuerpo vibre instantáneamente.
La bala se lanza a gran velocidad, una esfera azul que ilumina su entorno a medida que avanza.
La ballena rompe las raíces que cierran su boca, solo para expulsar un torbellino de niebla que va directo hacía el proyectil.
A pesar del aliento que la mabestia lanza hacia ella, la bala continúa su trayectoria implacable. Genero más raíces, concentrándome en mantener el control perfecto.
La bala atraviesa la densa niebla, y la mabestia intenta frenarla con su aliento, pero la bala persiste, avanzando sin detenerse.
En un instante crucial, grito con todas mis fuerzas:
—¡HUMA!
La explosión de las raíces es mi respuesta.
El hechizo contenido en la bala se desencadena, y en un abrir y cerrar de ojos, el grito de la mabestia se silencia cuando múltiples estacas de hielo emergen de su cuerpo.
Las estacas atraviesan su carne con violencia, y cada una de ellas genera más estacas asemejándose a las ramas de un árbol, asegurándose de que la mabestia quede atrapada en una prisión de hielo.
—¡Señor Wilhelm! —mi voz resuena, y él acude rápidamente, montando su dragón y dirigiéndose a toda velocidad hacia la mabestia atrapada en hielo.
Las estacas que la atraviesan comienzan a desmoronarse, fragmentándose en pedazos. Era un hechizo diseñado para destrucción total, y me sorprende que Marco hubiera creado algo así.
Un hechizo tan práctico y devastador a la vez.
En ese momento, Betty habla a mi lado.
—Marco guarda muchos secretos, pero lo hace por el bien de todos, supongo.
Asiento en silencio.
Sí, sé que Marco tiene razones para mantener ciertas cosas en secreto, pero algún día seré lo suficientemente fuerte para que él me revele todo. Seguiré adelante, me esforzaré para alcanzar ese nivel.
Mi corazón late con fuerza en mi pecho, el orgullo y la determinación llenan mi ser. He logrado esto, he demostrado mi valía. Puedo seguir adelante y convertirme en una líder digna.
No, incluso más que eso, seré reina.
Imprimiré ese pensamiento en mi corazón.
Y cuando lo logre, lo haré hablar.
Haré que Marco me revele todos sus secretos.
SS-Beatrice
No es justo.
Me encuentro ocupada curando a los heridos que han llegado, sus cuerpos golpeados y lacerados son una muestra del duro combate que han enfrentado.
Las bestias creadas por la Bruja de la Gula, especialmente esta última, han demostrado una fuerza formidable.
Le rogué a Marco que me permitiera quedarme a su lado, pero él siempre me rechaza, argumentando que no es necesario. Aunque no puedo participar directamente en la lucha, aún puedo apoyarlo al menos en su escape si la situación se vuelve crítica.
He notado que su dominio de la magia Yin ha mejorado desde su último enfrentamiento con aquel caballero poderoso, pero aún persiste el problema del miasma que lo aqueja.
Cada batalla le pasa factura debido a esa maldición en él.
No solo físicamente, el problema es su mente.
Aunque Pucky lo ha ayudado a aliviar en parte este problema, el factor de la Pereza en él se está activando. No entiendo cómo es que puede controlar un factor del Pecado, pero nunca me ha compartido detalles al respecto, así que prefiero no insistir.
Hay un dolor profundo que él oculta, una carga que lleva sobre sus hombros, un dolor que me hace llorar todas las mañanas en solitud.
Pero no quiero que él me vea llorar así, por eso me esfuerzo en aparentar estar bien cada mañana.
Sé que él lucha por mantenerse fuerte, por dibujar una sonrisa en mi rostro, por brindarme felicidad. Es por eso por lo que decidí llorar por él, liberar un poco del peso que siento que carga solo.
Siento que su corazón es un campo de batalla para sus propias emociones y dolor.
Por eso solo quiero aligerar su carga así sea un poco.
Después de terminar de sanar a uno de los heridos, me incorporo, pero un grito en lo más profundo de mi ser hace eco en mi mente.
—¡Marco! —exclamo con urgencia, mi mirada se dirige al horizonte en busca de él.
Me preparo para volar hacia él, pero algo invisible me retiene. Una fuerza incomprensible toma mis brazos y me impide avanzar.
Nuestro contrato es tan fuerte que puedo sentir sus sensaciones y pensamientos cuando son muy fuertes y profundos. Mis lágrimas empiezan a caer mientras sujeto mi cabeza con desesperación, tapo mis oídos intentando no escuchar nada.
¿Qué está sucediendo allá?
¡Marco!
¡Marco!
Déjame ir, te pido que me dejes ir a ayudarte, te lo ruego, déjame hacer algo por ti.
No tienes que sufrir esto solo.
—Por favor... —susurro entre sollozos, tratando de bloquear las emociones que me están invadiendo. Sin embargo, no puedo evitarlo.
Emociones intensas y caóticas fluyen hacia mí, abrumándome. Las lágrimas caen sin cesar mientras lucho por contener el torbellino que amenaza con consumirme.
Esta experiencia es abrumadora, diferente a cualquier cosa que haya sentido antes.
No puedo pensar con claridad, estoy inundada por su sufrimiento
Las lágrimas empapan mis mejillas mientras intento frenar la marea emocional, pero es una lucha perdida. Siento que estoy perdiendo mi propia identidad en medio de este flujo abrumador.
—¡Betty! —Emilia corre hacia mí y me envuelve en un abrazo, tratando de consolarme, pero mi aflicción es incontenible.
Entre sollozos, logro mirar a los ojos de Emilia, intentando comunicar lo que está sucediendo. Mi voz está rota por el llanto mientras trato de formar palabras.
—Emilia... —intento verla, mientras trato de pronunciar siquiera unas palabras—. Marco...
Mis lágrimas siguen fluyendo, mientras mi corazón duele por la angustia que Marco debe estar experimentando en este mismo instante.
¿Por qué tienes que pasar por esto solo?
Si estoy yo para ti siempre que me necesites.
