33. Delenda est monarchia
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Disclaimer: Los personajes que se desmiembran o cambian de personalidad a lo largo de la historia pertenecen a la obra del célebre Mangaka Hiro Mashima. Este Fanfiction está basado en una serie derivada y secuela de su Manga principal Fairy Tail, llamada Fairy Tail: 100 Years Quest. Contiene varios hechos canónicos dentro de la obra. No obstante, varios personajes, personalidades, habilidades y escenarios puede que estén fuera de este.
NOTAS: Como muchos de ustedes ya sabrán, el sitio de FanFiction está con las estadísticas caídas. Este fue el motivo por el que retrasé la publicación de estos dos caps hasta ahora (llevan listos desde el 08/12/23). Ya que dicho problema no parece solucionarse en el corto plazo, continuaremos de todos modos.
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Durante el verano y otoño que sucedió a la guerra entre el Imperio de Álvarez y el reino de Fiore, el gobierno de dicho país se vió en la difícil tarea de pagar los costos de la guerra y reparar los desastres que esta había traído a la nación, entre campos agrícolas destruídos y ciudades arrasadas por el hambre y la pobreza.
Los primeros meses de Verano se vivió una esperanzadora recuperación, impulsada por el gran flujo comercial proveniente de los países menos golpeados por el conflicto bélico, que fueron atraídos por el penoso estado del sistema productivo local del que pudieron sacar notable ventaja, para pesar de los comerciantes y campesinos del país, que poco o nada pudieron hacer para evitar quedar desplazados y empobrecidos.
La recién coronada reina consideró esto un pequeño precio a pagar y en esencia algo temporal, mientras el país se levantaba de nuevo. Este nuevo flujo de dinero y comercio provino principalmente de la poderosa nación de Joya, cuyos comerciantes en poco tiempo se hicieron con la mayoría de los negocios y espacios productivos de las principales ciudades, con casos tan emblemáticos como el puerto de Hargeon y la floreciente industria turística de la ciudad de Magnolia, llevada a los anales de la historia gracias al gremio de Magos que albergaba: Fairy Tail.
Sin embargo, durante el mes de Septiembre del año X792, se dió un grave incidente diplomático entre ambas naciones, causado por una disputa nupcial entre la familia paterna de Lucy Heartfilia y el gremio de amigos de Fairy Tail. Al no salirse con la suya, la humillada y vengativa familia de la chica usó su influencia en el gobierno de Joya para castigar al reino de Fiore en represalia, aprovechando la dependencia que la debilitada Fiore tenía de su reino. Para esto, su principal arma fué monetaria. Al tener en su territorio el banco que emitía la moneda de curso legal en todo el continente, el Jewel, Joya puso de rodillas la economía de Fiore en poco tiempo al restringir al mínimo la compra de esta divisa para el reino de Fiore, desequilibrando todo el sistema rápidamente.
Para afrontar esta situación. La reina y sus ministros experimentaron un nuevo tipo de modelo económico para la época, destinado a saltar la presión Joyana y el creciente aislamiento internacional que la propia Joya promovía en su contra. Se trataba de un plan para estimular el empleo y la actividad económica adoptando un sistema monetario más laxo y flexible, sustituyendo el Jewel por una nueva moneda de tipo fiduciario. Irónicamente, más que inventar una nueva moneda, se rescató la moneda del viejo Imperio, aquel que precedía a casi todas las naciones del continente.
Para que el público en un primer principio aceptase la nueva moneda, la hacienda de Fiore aceptó el pago de impuestos con los nuevos Denarios (la moneda fiduciara recién creada). A su vez la, recién creada Compañía de los mares del Norte se hacía cargo de las deudas de la Corona.
Esta compañía obtuvo el monopolio del comercio con las nuevas colonias de Álvarez en el extinto país de Seven y emitió una gran cantidad de acciones para recaudar capital y aliviar la deuda del gobierno de Fiore. El atractivo radicaba en la promesa de riqueza a través de la inversión en estas acciones. La demanda de acciones de la Compañía de los mares del norte aumentó rápidamente, lo que impulsó los precios al alza. El gobierno Fiorano también apoyó la compañía y emitió decretos que fomentaban la compra de acciones, lo que exacerbó la especulación entre los ciudadanos. Las acciones se convirtieron en una moneda de cambio y cada vez que estas cambiaban de manos el precio se multiplicaba, por los continuos rumores de las grandes riquezas que traería la compañía.
Llegó un momento donde prácticamente todas las acciones se vendían a crédito y prácticamente todo el mundo estaba endeudado. Los bancos y los usureros se apresuraban a prestar dinero sin hacer muchas preguntas. Muchos ciudadanos contrajeron la locura, presas de la fiebre por invertir mientras las acciones no paraban de subir. El crédito instantáneo significaba que oficinistas, secretarias, amas de casa, mineros y granjeros ya podían invertir en acciones. ¡Todo el mundo podía comprar con margen, es decir a crédito y con préstamos!. Muchos bancos entraron en este juego porque cuando Joya cortó el flujo de Jewels, estas instituciones no tenían reservas suficientes para devolver el dinero en efectivo a sus ahorristas y temían desatar el pánico y el caos.
Sin embargo, cuatro meses después, la burbuja estalló a principios del año X793. La Compañía se encontraba en una situación financiera insostenible, y la demanda de acciones comenzó a disminuir. A medida que los grandes inversores se deshicieron de sus acciones al prever esta situación, los pequeños y medianos se vieron arruinados cuando los precios se desplomaron rápidamente. Esto provocó una estampida para vender, y muchos inversores sufrieron pérdidas masivas. El gobierno intentó intervenir para estabilizar la situación, pero ya era demasiado tarde.
Muchas personas que habían vendido participaciones con margen habían pedido créditos a los bancos para adquirirlas y ahora los bancos reclamaban su dinero. Para devolver los préstamos los prestamistas y usureros tuvieron que reclamar las deudas contraídas por sus clientes y la única forma que tenían éstos de devolver el dinero era vendiendo participaciones a cualquier precio. Los corredores e inversores afectados entraron en pánico y contribuyeron al desplome de la compañía.
Había una gran indignación por la manera en que los operadores comerciales respaldados por el gobierno habían jugado con el dinero que no era suyo, Muchas personas vieron cómo se esfumaron todos sus ahorros en un tren de insensatez e incluso quizá hubo uno o dos ricos que no se libraron. Quienes tenían ahorros en el banco se apresuraron a retirar su dinero temiendo quedarse sin él y ante esta demanda desaforada de reservas de efectivo, e incapaces de recuperar los préstamos a especuladores arruinados, los bancos se vieron obligados a cerrar sus puertas y declararse en bancarrota.
Muchos perdieron los ahorros de toda su vida y no tenían más recursos para hacer frente a la crisis. Incapaces de conseguir los créditos necesarios para capear el temporal, muchos negocios tuvieron que cerrar y miles de trabajadores se quedaron sin empleo. La expresión en el rostro de los que habían perdido su casa era de tortura por haberle fallado a los suyos…
Al hundirse también la moneda junto con la confianza en la compañía y el propio gobierno, las consecuencias fueron demoledoras: La violencia estalló en las ciudades y grupos de desempleados atacaban y atentaban contra las vidas de las autoridades locales por no recibir ayuda. Hubo revueltas por los alquileres y marchas contra el hambre…
Esta nueva ola de indignación y malestar se sumó a la ya desatada por los Zachistas y los cada vez más numerosos partidarios de acabar con el régimen monárquico e implantar una nueva república. El glorioso alzamiento republicano hizo posible la unión entre el pueblo y los intelectuales que comprendieron la necesidad de hacer un frente común contra la tiranía de Hisui "La sangrienta"...
…
El escribano dejó su pluma y dejó también de leer en voz alta antes de dirigirse a su lider en forma menos formal:
—¿Qué opina Zash-sama? ¿El relato que acabo de proponer le parece apropiado para estar en los libros de historia?—preguntó con disimulada vanidad.
—¿Puedes ahorrar un poco la explicación económica y hacer incapié en la violencia que hay en la calles?—dijo un aburrido Zash. El hombre tenía un rostro de cansancio y disconformidad—¡Las masas ignorantes no van a entender nada de la explicación del funcionamiento de la Compañía de los mares del Norte!… En realidad, me gustaría que lo relatáramos más como una novela épica de cómo vencimos a la tiranía de los reyes…
«… Entre más ignorantes los mantengamos, más fácil los manejaremos en el nuevo régimen… » pensó el malvado hombre.
El escriba ocultó su expresión de decepción y se centró en la tarea. Ni había empezado el alzamiento pero Zash ya planificaba cómo sería la narrativa que impondría su régimen cuando éste tuviese éxito. Era más una forma de matar el tiempo mientras esperaba con impaciencia que la situación en la calle se deteriorara más. Aún con toda la violencia y casi anarquía que reinaba en muchas ciudades, Zash Caine esperaba una especie de "Detonante" que le diera la excusa perfecta para levantarse con el ejército y que el pueblo le apoyase.
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Enero 15, año X793…
Reino de Fiore. Palacio de invierno, a las afueras de Shirotsume, …
El salón de audiencias del palacio se encontraba repleto de gente, los nobles de la corte que siempre pululaban en palacio y una treintena de nobles venidos de todo el país, atraídos por un anuncio que llevaban esperando años pero que ahora, dada la situación, se notaba bastante devaluado: El anuncio del cortejo nupcial de la reina y con ello, la posibilidad de ser elegido rey consorte de Fiore…
Hisui había tomado esta decisión presionada por su consejo de ministros, bajo el argumento de que un matrimonio de conveniencia sería la única salida para rescatar a la corona después del desastre de la compañía de los mares del norte. Urgía una alianza con un noble acaudalado que solventara las deudas de la corona y al mismo tiempo diera el impulso para un nuevo plan de estabilización y recuperación económica de la nación. La ex-princesa y ahora reina no pudo hacer a un lado su deber por más tiempo.
Para esto, se había escogido un terreno neutral para atraer a los nobles: El palacio de invierno, a las afueras de la ciudad feudal de Shirotsume, lugar donde la familia real pasaba la estación fría.
Así pues, uno por uno se fueron enfilando todos los pretendientes, esperando su turno para adular y cortejar a su reina, vestidos con sus mejores trajes y ofreciendo toda clase de regalos:
—... Los muros de mi castillo son de piedra casi indestructible, los campos de mi tierra han sido los primeros en recuperarse tras la guerra y estamos más que dispuestos a proveer a la Corona de lo que necesite… mrr-mrr—aquel viejo hombre hizo una pausa para aclarar la garganta—... Mi asiento es de menor tamaño, pero está situado placenteramente así…
La reina estaba de cuerpo presente pero ausente de pensamiento. No acababa de asimilar la noticia de la muerte de Arcadios y lejos de escuchar a los pretendientes, su mente divagaba entre recuerdos de su amado y la agonía de tener que aceptar su pérdida.
Tras la noticia, durante 7 días la reina se había recluido en su habitación, presa de la tristeza y el llanto. No recibía a nadie y casi no comía. Este comportamiento desató las sospechas y la indignación de sus ministros, que no acababan de entender qué le pasaba a la chica y se nutrían de los rumores de la clase de relación que tendría la reina con Arcadios para ponerse así tras su muerte. Era sabido que eran amigos desde la más tierna niñez de la reina, pero un duelo como este no se justificaba en tales antecedentes. Sin embargo, sólo uno de los ministros tenía las pruebas para formular una acusación…
—Majestad, Lord Reed espera su respuesta…—le dijo el ministro que se sentaba a su derecha.
—¿Eh?—Hisui despertó de su ensoñación. La reina miró recién a su pretendiente y se encontró con un hombre avejentado, con nutridas canas, entradas notorias y una nariz aguileña prominente.
—Siguiente…—comentó Hisui, fallando al esconder su irritación.
—Lo que su majestad quiera..—El pretendiente rechazado también hizo una mueca de disgusto pero mantuvo el protocolo y se inclinó a la reina para agradecer la oportunidad de postularse.
El ministro que se sentaba a su derecha y le servía para escoger a los candidatos notó la animadversión entre ambos y al notar con preocupación que otros de los solicitantes eran aún más mayores que Lord Reed, se apuró a tranquilizar a la monarca hablándole al oído:
—Majestad, eso fué impropio. Lord Reed controla el 40% de todo el grano del sur del país…
—Casi iguala en edad a mi padre. ¡Es impropio que él se proponga como pretendiente por mi mano!—le susurró la reina en respuesta.
«… Ah, pero le importa que Arcadios sea casi 15 años mayor que usted… » pensó el ministro con disconformidad.
El ministro no objetó la decisión de la reina y para disgusto de los nobles que esperaban su turno, hizo saltar directamente al que más o menos era de la misma edad que la reina… Ante ella se presentó un jóven que se declaraba de dieciséis años pero no justificaba tal edad con su pobre desarrollo físico. Hisui levantó una ceja al verlo y comentó sarcásticamente:
—Y ahora un niño…
—Los Redwyne son una antigua familia noble con un poderoso ejército, famoso por nunca haber traicionado a la corona…—le dijo el ministro en justificación.
—Redwyne…—la reina vaciló—Adelante…
A pesar de que el jóven usó toda su oratoria para intentar seducirla, Hisui ni siquiera se molestó en oirle y volvió a mandar a volar a su mente en otro viaje al pasado. Lo único que le interesó y de hecho provocó que volviera a soñar despierta, fue el escuchar el apellido del chico: Redwyne. Le recordó a una conversación que había tenido con su padre hacía 7 años…
—Ya tienes edad, Hisui. ¡Jason Redwyne es una excelente opción y tiene tu misma edad!—le insistió el padre a la princesa.
—¡Él es arrogante y engreído!
—Bueno, pensé que tendrían eso en común…—replicó el Rey de forma sarcástica.
El hombre que se creyó ingenioso con su comentario se encontró con la furibunda mirada de su hija, por lo que tuvo que dejarse de bromas y hablar lo más seriamente que pudo:
—... Hija, desde que llegaste a la edad, lentamente me he hundido en un mar de cartas de cada esquina del reino, ¡Propuestas de matrimonio todas!—se quejó su padre, lleno de frustración—Y he tratado, seguido, de discutirlas contigo en lugar de imponerte directamente una que a mi me parezca, como debería, ¡pero aún así me has rechazado todas y cada una!
—¡Es porque yo no quiero casarme!—chilló la princesa rebelde.
—¡Ni siquiera yo estoy más allá de la tradición y el deber!—el Rey se impuso con un fulminante grito.
En ese entonces, su padre la había intentado comprometer con el hermano mayor del chico que ahora tenía enfrente, pero este había muerto en un desafortunado accidente poco tiempo después del fallido compromiso. A pesar de las múltiples peleas que había tenido con su padre por este asunto a largo de los años, la chica nunca dejaba de recordar con cariño el pasado más simple, donde no tenía tanta responsabilidad como en el presente. La última vez que lo vió, le había dicho algo horrible a su padre pero ahora deseó con todas sus fuerzas que éste estuviese allí para consolarla por la muerte de Arcadios, para decirle que todo estaría bien y que siempre la apoyaría sin importar lo que decidiera... Quizá eso último no sería ni remotamente posible, pero era todo lo que le quedaba ahora a la chica. Se decidió que definitivamente visitaría a su padre cuando tuviese la oportunidad, deseosa de tener la compañía de un verdadero ser querido.
—... Mi casa posee una flota de 50 naves comerciales, listas para que usted disponga de ellas, majestad. Y yo prometo que bajo mi compañía, sus días serán de… ¿Eh? ¿Majestad?
El niño hizo una pausa al notar que la cara de la reina estaba por descomponerse allí mismo. A Hisui le temblaban las manos y sus ojos se ponían llorosos y rojos. Las habladurías entre los otros nobles empezaron y pronto el ministro a su derecha se apresuró a poner una excusa:
—... La reina está algo cansada por tantos asuntos que ha tenido que atender estos días. ¡Continuaremos mañana!—dijo el ministro—les agradezco a todos su presencia…
El consejero casi tuvo que manipularla como a una muñeca para que la reina se pusiera de pié y saliera de la habitación. Hisui era una especie de zombie con el rostro al borde del llanto.
«… ¡Majestad, por favor contrólese!… »
La reina se encerró en los aposentos reales y a toda prisa se lanzó a la cama a llorar abiertamente:
—¡Buaaahh! ¡¿Por qué tuviste que morir?!.. sob-sob… ¡No es justo!
Mientras ella volvía a sumirse en su depresión, su consejo de ministros se reunió a las puertas de su habitación, preocupados y molestos por la situación:
—¡¿Qué está haciendo esta niña?! ¡El país se cae a pedazos y ella se desmorona igual que una cría!—protestó el ministro de comercio.
—¡Definitivamente no es digna de su posición!...—exclamó otro en voz alta.
«… ¿Deberíamos empezar a pensar en proponer su abdicación en favor de algún primo lejano?… »
El consejo estaba secretamente dividido entre los partidarios de Zash Caine y cómplices directos del golpe de fuerza que se avecinaba y entre los fervientes monárquicos, que no estaban en contra del sistema, sino más bien en contra de la reina y su persona. Por ello, estos últimos empezaban a urdir su propia conspiración para reemplazarla.
La falta de Arcadios se hacía notar profundamente, pues en última instancia él era el que se encargaba de defender a la reina de su propio consejo, habiéndose quedado ésta sola tras el anuncio de la muerte de Arcadios. Sin embargo, de entre todos estos potenciales traidores, quedaba uno que todavía se molestaba en asumir la defensa de la chica en contadas ocasiones y cuando los anticuados ministros se pasaban de la raya en sus críticas…
Este hombre, que se había sentado a su derecha al oír a los pretendientes, no era otro que Halmen Tolstoi, quien había sido primero ministro consejero sin cartera y ahora nuevo ministro de seguridad tras la destitución del líder Karlista por las múltiples quejas de la represión contra manifestantes republicanos. Más que por lealtad a la reina, el hombre era un monárquico convencido que se esforzaba por mantener la neutralidad. Esta tarea le era aún más difícil porque de entre todos los miembros del consejo y de la corte, Halmen era el único que sabía a cabalidad sobre la relación carnal entre la reina y Arcadios y además tenía las pruebas para demostrarlo.
Halmen estaba profundamente confundido por no saber cómo proceder. Con esa información podría fácilmente impulsar una conspiración que se adelantara a la de Zash Caine y al menos salvara a la monarquía, con un nuevo rey más capaz…
—... La reina sólo está muy afectada por el estrés. No hay motivo para especular otra cosa…—comentó Halmen, sin demasiada energía.
—... ¿Por qué no dejamos de fingir todos y aceptamos lo obvio? ¡Arcadios ha hecho perder la cordura a la reina!—dijo uno de los ministros. Halmen permaneció callado.
—Eso es quedarse corto. No tengo pruebas, pero creo que mi sospecha es compartida por todos los presentes—dijo el ministro de minas—¡Ella alardea sin vergüenza del privilegio de su herencia y esperan que todos en palacio nieguen la verdad que está frente a los ojos!…
—... La reina Hisui es descarada e intransigente. Una araña que pica al reino y lo deja seco… puta mimada…—se atrevió a decir otro.
¡SLAP!
Esta vez Halmen no permaneció indiferente y golpeó en la cara al ministro que profirió el último insulto, derribándolo al suelo.
—¡Mungh!... eso fue inapropiado, me disculpo—dijo el ministro castigado, levantándose.
—Tengo que creer que al final el honor y la decencia van a prevalecer…—respondió Halmen.
—Yo no me disculpo…—el ministro de minas volvió a la carga en forma desafiante—¿Acaso he perdido mi cordura, Lord Halmen? ¿Mis sentidos me han despistado? ¡¿O todos están dormidos en el mismo sueño confuso?!—elevó la voz—Su majestad no está hecha para el cargo… y siento mucho pesar al afirmar que no creo que haya nadie más en todo el reino que pueda sostener la dinastía por más tiempo…
—¿De qué mierda estás hablando?—Halmen contuvo la ira y contuvo su amenaza.
—Tal vez es hora de ser honestos y aceptar que…
—¡Es un republicano! ¡Es un traidor!—el ministro de finanzas, que hasta ahora había permanecido en silencio no le dejó terminar y le lanzó una acusación grave.
Todos los presentes se quedaron paralizados. El ministro de minas sudó frío y torció su expresión porque la acusación era verídica, pues de hecho era uno de los que conspiraban con Zash Caine en secreto y los otros que se paralizaron también lo eran. Éste no tardó en idear un respuesta con la que fulminar al ministro de finanzas:
—¿Quién te crees tú para hablar de traición cuando eres el responsable por el desastre?—le acusó—¡La compañía de los mares del norte fue idea tuya! ¡Me sorprende que la reina no haya hecho rodar tu cabeza!
—¡¿Cómo te atreves?!
¡SLAP!
En ese momento el consejo se dividió tácitamente entre los Zachistas republicanos y los monárquicos conservadores en lo que se convirtió en una pelea campal a puño limpio a las puertas de la habitación de la reina. Sucedió de todo, desde puñetazos, patadas e incluso mordidas, dado que ninguno estaba armado. Se dieron escenas inauditas, tal vez lo más extraño fue cuando el ministro Halmen se encontró peleando espalda con espalda al lado del ministro al que había abofeteado en un inicio por insultar a la reina, siendo ambos monárquicos…
—¡Guardias, guardias! ¡Necesitamos a la guardia aquí!—Uno de los sirvientes fue el que finalmente tomó la iniciativa para restablecer el órden y separar a los beligerantes.
Ninguno de ellos lo sabía, pero esa sería la última vez que todo el consejo se reuniría…
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Enero 15, año X793…
Magnolia, centro de la ciudad…
Durante aquellas aciagas primeras semanas del mes de Enero la ciudad de Magnolia sufrió un preocupante deterioro del orden público, a niveles nunca vistos en el pasado. Desde poco después de la quiebra del banco de Magnolia, se ha agravado la ola de pistolerismo callejero. Aquel incidente excepcional de la destrucción de la plaza de la catedral y las bombas lanzadas contra la estatua de la reina se convirtió en la norma.
Los partidarios de la monarquía (no necesariamente leales a la reina) ahora se enfrentaban abiertamente en las calles a los Zachistas y a los republicanos, quienes veían con estupor cómo ya no tenían la iniciativa. La excesiva violencia que estos últimos habían ejercido en sus protestas resultaron en una igualmente violenta reacción de las fuerzas conservadoras.
El 12 de Enero, se produce una refriega al coincidir una manifestación republicana con una protesta de los ahorristas del banco quebrado, mueren 2 de ellos y otros tres republicanos. Al día siguiente, los republicanos asaltan e incendian las oficinas del principal periódico de la ciudad, ya que este siempre los tildaba de "terroristas y subversivos" en sus noticias.
No son incidentes aislados, pues se repiten en muchas ciudades: Cafés, periódicos, iglesias y toda institución que esté mínimamente relacionada a la monarquía es atacada. Los monárquicos no se quedan atrás y dos días después contraatacan al intentar acabar con la vida del representante del duque Foglie, principal figura y líder republicano de la región, aquel excéntrico hombre que Lucy había entrevistado varias veces para su propio periódico. El ataque con bomba falla y el hombre sale ileso.
Sin embargo, la explosión mata a dos de sus principales colaboradores y a otros dos intelectuales republicanos, en particular a un conocido poeta de apellido Saenz. El día 15, los Zachistas desfilan por el centro de la ciudad en cortejo fúnebre y una gran manifestación de masas los acompaña. Lucy Heartfilia se encuentra cubriendo el evento, ataviada con su uniforme de periodista…
«… Wow, no vi tanta gente ir a un entierro desde… ¡Nunca ví a tanta gente ir a un entierro!… » pensó Lucy, sorprendida.
Al entierro asisten importantes figuras republicanas. Quieren dar significación política al sepelio. El acto es encabezado por el representante del duque Foglie, que ha adquirido bastante independencia en la organización de los revoltosos, lo que le ha ganado el mote de "Senador", en alusión a su segura participación en un futuro gobierno parlamentario a ser constituido. De apellido Swarm, su facha andrajosa esconde un hábil y manipulador político.
Como reportera del periódico pro-republicano L'Humanité, Lucy Heartfilia es de las pocas que pueden asistir a la manifestación sin arriesgarse a ser agredida, es más, muchos se le acercan a dar sus testimonios para el periódico, en su mayoría exagerados y demasiado sensibleros, destinados a buscar la simpatía de los lectores…
—... ¡Fueron ellos quienes comenzaron! Hicieron estallar explosivos cerca al palco donde el Senador Swarm daba su discurso…. ¡Yo lo ví, señorita!
—Ok, anotado…—Lucy replicó.
—... ¡Cuando empezaron los disparos, nuestros compañeros cayeron abatidos como campo de trigo segado!, ¿Lo está anotando, señorita?
—... Si-si, lo tengo.
Lucy apenas tenía manos suficientes para atender a uno a la vez mientras intentaba seguir el ritmo de la manifestación. Cuando cruzaron la calle principal cargando con los ataúdes, los republicanos empezaron a querer obligar a los transeúntes a saludar al cortejo fúnebre y mostrar apoyo a los manifestantes al paso del féretro…
—... ¡Viva su majestad, que su reinado sea largo!—Unos comerciantes responden con el gesto del saludo real y vitoreando a la reina, en claro desafío a los republicanos.
¡Bang-bang!
Se entabla un tiroteo y el caos se desata en el centro de la ciudad. Lucy busca ponerse a salvo entre la multitud que se dispersa en desorden y pisando a los que han caído al suelo…
«… ¡Debo largarme de aquí!… » pensó la chica, agitada.
—¡Ungh!—Lucy tropezó cuando uno de sus tacones se rompió, rasgándose las pantimedias al caer al suelo, a pocos metros de aquellos que cargaban los ataúdes…
¡BOOOOM!
¡Alguien ha lanzado una bomba contra los féretros!
—... ¡Kyaaha!—Lucy pega un salto de rana y se cubre la cabeza con ambas manos.
¡Crash!
Los féretros son hechos pedazos y los cuerpos se esparcen por la calle. Igual suerte han corrido aquellos que los cargaban, siendo volados junto a las cajas fúnebres y uniéndose a las víctimas mortales.
—¡Ouch!...—intentando levantarse, Lucy se queja de dolor, no porque le haya golpeado la explosión, sino que su retaguardia lastimada aún duele—... ¿Eh?... uuh…
La chica se queda paralizada ante la grotesca escena. No importa cuánta experiencia consiguiese, nunca se acostumbraría. Todos huyeron, dejándola sola y sin reaccionar…
—... ¡En nombre de su majestad, todos quedan bajo arresto!—Los soldados de la reina aparecieron al fin y la represión comenzó, cebándose con los que se atrevían a tomar posiciones en los callejones para resistir e intercambiar tiros.
Lucy se vio aún más aturdida por la situación y demasiado tarde intentó ponerse de pié para escapar: Al levantar la cabeza, se vió rodeada por 5 guardias, que al reconocerla por su uniforme de periodista de L'Humanité, no la miraban con cara de buenos amigos…
—¡Glubs!... Ho-hola…—Lucy tartamudeó estúpidamente al no saber qué hacer…
En los alrededores, la represión es dura y contundente. Abundan los choques, los enfrentamientos. La contienda se resuelve definitivamente a favor de los realistas cuando dos compañías de soldados Karlistas se unen a la represión, con su famosa brutalidad y nulo respeto por derechos de ninguna clase.
No se supone que los Karlistas deban estar allí. Tras numerosas quejas de brutalidad, habían sido relevados de sus funciones antes de navidad pero aún acudían a los llamados de cuanta autoridad local les solicitase. En el caso de Magnolia, han sido llamados por el Alcalde nombrado por la corona. Se trata de una represalia personal de éste funcionario contra el Senador Swarm, que amenaza con sustituirle por las presiones del duque Foglie.
El fatal resultado son 20 muertos y numerosos heridos…
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Enero 15, año X793…
Magnolia, edificio de Fairy Tail, horas después del incidente del entierro…
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—¿Ya está el café para Lu-chan?—preguntó una preocupada Levy.
—Si, llévaselo por favor—le solicitó Mirajane.
Horas después de los llamados "incidentes del entierro" y casi al atardecer, la calma se restauró y todos volvían al gremio tras completar sus misiones del día.
—... Aquí tienes, Lu-chan.
—Gracias… —respondió secamente Lucy, al coger la taza.
La chica tenía todo su uniforme roído y sucio. Sus amigos la habían cubierto con una manta por el frío que todavía hacía.
—... ¿Segura que estás bien?—Levy le habló con preocupación—No has dicho una palabra desde que te recogimos de la comisaría… ¡¿O es que acaso te hicieron algo ahí adentro?!
Lucy negó con la cabeza.
—... No… no tenían porqué. No hice nada malo… creo—dijo Lucy. Su torpe hablar delataba que todavía no había superado la impresión.
—¿Entonces por qué te arrestaron?
—Creo que fué por pertenecer a ese periódico… Me hicieron muchas preguntas sobre mi trabajo allí… no fueron muy amables, pero en ningún momento me agredieron…
Tras ser interceptada por la guardia de la ciudad, Lucy fue retirada del lugar contra su voluntad y se le confiscaron sus escritos. El diario L'Humanité se había ganado la repulsión de todos los simpatizantes de la monarquía por su militancia pro-republicana y las sospechas de estar financiado por Zash Caine. Lucy había oído de varios compañeros de trabajo suyos detenidos sin motivo pero era la primera vez que le pasaba a ella.
—No te ofendas, Lu-chan, pero es entendible con las cosas que ese periódico publica…—comentó Levy al hojear el diario que estaba en la mesa. Sus titulares rezaban consignas muy agresivas:
"... Siguen las provocaciones realistas: Durante el entierro de Saenz, los monárquicos provocan graves incidentes… "
"... Violenta represión Karlista en el entierro de Saenz: Muertos más de 20 manifestantes a manos de elementos que se dicen del orden… "
—Supongo… no sé. Sólo entré por la paga pero no me siento muy cómoda allí…—Lucy reconoció con una sonrisa triste.
—¿Por qué no lo dejas?—Levy dudó—¿No dijiste que tu editor altera tus artículos y te hace decir cosas que no piensas? ¿Eso no te molesta?.
—No me salen las cuentas al tomar trabajos pequeños del tablero. Necesito el dinero para el alquiler y no quiero seguir pidiéndoles prestado a ustedes… no está bien—Lucy negó con la cabeza.
«… Ay Lu-chan, ¡Mirajane te dijo que no debes morirte de hambre sólo por tu orgullo!… »
—Aún así, debo reconocerte que nos ha sorprendido lo fuerte que has sido con todo esto—le dijo Levy—Lo de que se cancelara el concurso de Miss Fiore, luego la quiebra del banco… ¿No tenías dinero allí?—Levy preguntó con mucha discreción y en forma susurrante.
—Sólo eran 2000 Jewels que de todos modos tenía que dejar allí para mantener mi "membresía"...—dijo Lucy, volviendo a sonreír con ironía—a muchas personas les fué peor… Fué muy triste… Mucha gente perdió los ahorros de su vida…
«… ¡Uff, que alivio! entonces podemos hablar de eso con tranquilidad… » pensó Levy.
—Yo me siento afortunada también, por no haber pedido esa hipoteca todavía—Levy admitió en voz alta—te agradezco que nos hayas ayudado a Gajeel y a mí que nos aceptaran como socios del banco, pero creo que eso ya no va a servir de mucho…
Desde siempre, tener una cuenta bancaria había sido una especie de privilegio en el reino, reservado solo para aquellos con estatus o riqueza justificable. Lucy gozaba de lo primero gracias a su padre y a la vieja fama del Konzern Heartfilia, que a pesar de haber desaparecido, todavía le abría algunas puertas. Con ello había ayudado primero a Natsu y luego a Gajeel y Levy…
—¿Lu-chan?—Levy se preocupó al notarla callada.
Quizá se había adelantado con lo de asumir la frialdad y entereza de Lucy para asumir sus problemas, pues se encontró con que su rubia amiga hacía temblar su vaso de café entre sus dedos y sus pies descalzos se arqueaban con nerviosismo tras las pantimedias rasgadas.
Al mirarla vió las lágrimas asomadas y el rostro compungido, a punto de romperse.
—¡Sniff!—Lucy sopló su nariz y se tragó sus lágrimas—Fué horrible, ¿Sabes?—Lucy habló por fin—Esas personas cargaban un ataúd y les arrojaron una bomba… ¿Por qué hicieron eso?—recriminó llorosa—¿Por qué los soldados de la reina fueron tan crueles?... Había sangre en la calle… y muchas buenas personas murieron… personas que no tenían nada que ver con eso…
—Lu-chan…
Levy la abrazó y Lucy se permitió desahogarse en su hombro por unos momentos. Esta vez la impresión había sido demasiado para alguien de la sensibilidad y empatía por el prójimo como Lucy. En protestas anteriores había visto algunas cabezas rodar pero siempre a la distancia. Esta vez le tocó verlo en primera fila y le afectó mucho.
—... Este trabajo no te está haciendo bien, amiga…—Levy le volvió a insistir—Ese "Senador Swarm" es alguien peligroso. No deberías seguir esas historias. Puede que sea muy popular entre la gente estos días, pero tú más que nadie sabe lo que es realmente…
«… Me sorprende cómo esta ciudad se pone cada día más de su parte y de la de Zash Caine… » pensó Levy con preocupación. La cordura no era algo que abundara en el reino de Fiore por aquellos días. El que el pueblo se lanzara en brazos de semejantes personajes era prueba fehaciente de ello.
Cuando Lucy recuperó el ánimo, Mirajane le prestó un par de zapatos y la invitó a cenar allí mismo. Dada la irregularidad de la jornada, Makarov decidió que el gremio permanecería abierto hasta la noche para reunir a todos y verificar que ningún miembro hubiera sido dañado durante los disturbios.
Uno por uno listaban a sus miembros:
—... A ver, ¿Nab?, no, él está aquí—Mirajane anotó.
—¿Qué hay de Max?—Makarov preguntó
—Salió de viaje justo esta mañana—respondió Mirajane con una sonrisa—Creo que la provocación de Vijeeter funcionó y Max se animó a ir a Alakitasia para aprender magia de Arena verdadera…
—¡¿Alakitasia?!—Makarov levantó ambas cejas por la sorpresa—eso es otro continente…
—Si. Ahora parece que es al revés que hace unos años, maestro—Mirajane comentó con nostalgia—¿Recuerda usted? Vijeeter tenía el cabello largo y Max siempre en el kiosco del gremio. Era Warren quien viajaba mucho por ese entonces… Warren…—Mirajane se puso triste.
—Mmm… Con Max y Vijeeter fuera, necesitaremos alguien que lo vigile…—dijo Makarov, jugando con su bastón—... Estoy preocupado, Mirajane, ¡ese muchacho está perdiendo su camino!
—Es muy duro para él, especialmente por su edad… ya no es tan jóven—reflexionó Mira—Lo apostó todo a ese negocio y tuvo muy mala suerte, con todo…
En poco más de un mes tras el anuncio de la prohibición de las Lacrymas, el negocio de Warren estaba prácticamente liquidado, pero las deudas del hombre no dejaban de crecer, por los intereses atrasados. Prestamistas de dudosa calidad humana lo perseguían de día y de noche y de no ser por sus compañeros de gremio que lo escondían las más de las veces, quizá el hombre ya estaría durmiendo con los peces.
Activamente y desde hacía unas semanas, se organizó una colecta para ayudar a Warren con sus deudas pero dadas las bajas horas que atravesaban los bolsillos de los miembros del gremio, la cantidad de dinero reunida hasta el momento no era suficiente para ser una ayuda efectiva.
Casi a las nueve de la noche, cuando nadie lo esperaba, Warren Rocko entró por la puerta del gremio…
—¡Warren!—Mirajane lo recibió con sorpresa. Con la exclamación, todos en el salón se giraron a verlo, Lucy incluída.
El hombre lucía irreconocible, pues su cara parecía haber envejecido varios años por las enormes bolsas bajo sus ojeras. Tenía un mal aspecto general, encorvado y desaliñado, con los ojos rojos e irritados…
—¡¿Qué tienen de bueno?!—escupió Warren.
«… Ugh, qué mal humor… »
El hombre miró a todos lados con ojos amenazantes y ademán desafiante. Claramente buscaba una pelea con quien sea, sólo para desahogar su amargura.
Para su buena o mala fortuna, se encontró con que los miembros más propensos a caer en provocaciones se encontraban ausentes: Gajeel fuera de la ciudad unos días por trabajo, Warren y Vijeeter recién salidos de viaje, casi todo el equipo Natsu fuera, Gray y Juvia fuera del país también, y Nab era poco menos que un cobarde para pelear.
El iracundo hombre encontró sin embargo una forma de esparcir su veneno entre los presentes, en forma de bromas muy negras y sarcásticas:
"... ¿Oyeron cómo llaman a las chabolas de cartón que construyen los desahuciados en el parque? "Hisuisvilles". ¿Entienden? Casas miserables para una reina miserable, ja-ja… pronto quizá me mude a una. Dicen que por allí sirven un buen "Hisui-potaje"... "
"... Un anciano me oyó quejándome en la calle y me dijo: Tranquilícese señor, esta crisis es sólo un momento de transición, y yo le respondí: ¿De transición?. Él me respondió: ¡Si, de transición entre la depresión y el suicidio!… "
Algunos de los miembros menores y menos conocidos le siguieron la corriente. Muchos otros, en especial Levy y Lucy, se pusieron incómodos con esta peculiar actitud.
—Oye Warren—le dijo un mago nuevo—... Leí el otro día en el periódico que decía "La crisis ha terminado, mejores condiciones comerciales están a la vuelta de la esquina"… ¿Qué significa eso?
—... Que cuando dice "a la vuelta de la esquina", Lo dice en serio—Warren replicó mientras se acomodaba la camisa y se subía en la mesa para hacer una imitación—Si observan este diagrama—señaló a un cartel, para luego hacerse el tonto y señalar luego al tablero de misiones—Si observan este otro diagrama, verán mejor lo que quiero decir: Nuestra balanza comercial era de tres punto nueve punto seis, lo cual lógicamente generaba especulación y escasez, y en tales circunstancias no es de extrañar que la gente no supiera si iba o venía… ¡las más de las veces hacían ambas cosas!... ¡Bla-bla, impuestos!, bla-bla, recuperación… blog-bluagh…—Warren representó al personaje con una voz graciosa.
Warren parodiaba el enrevesado lenguaje que utilizaban los funcionarios de la reina para explicar la situación, haciéndolos lucir como unos charlatanes y haciendo reír a los que le seguían la corriente.
¡Jajaja!
—He leído un artículo desalentador sobre el futuro de nuestra economía…—otro chico provocó a Warren.
—No debe ser tan desalentador si menciona un futuro…—replicó Warren con ironía mientras pegaba un sorbo a su bebida.
Mirajane no encontró demasiada gracia a sus ácidos comentarios y buscó deshacerse de él:
—Creo que ya ha sido suficiente, ¿No te parece?—Mirajane mantuvo la sonrisa a pesar de su clara presencia amenazante—Apuesto a que has tenido un día duro, ¿Cierto, Warren?
Lejos de amedrentarse, Warren sonrió con maldad y se negó a moverse:
—¡En lo absoluto, querida! Al parecer toda la ciudad sabe que soy un deudor prófugo y nadie me da trabajo… ¡He tenido mucho tiempo libre últimamente!
—Si… todos la llevamos difícil—Mirajane replicó—Pero si nos mantenemos positivos y somos pacientes, seguro podremos seguir adelante… positivos y de buen humor…
—¿Sabes que me pondría de buen humor?—dijo Warren.
—¿Qué?
—Que los culpables de este desastre al menos mostraran un poco de arrepentimiento, ¡Sólo eso!... es humillante que se paseen felices de la vida por allí mientras otros sufrimos por su causa…—Warren lanzó en tono acusatorio y lleno de rencor.
Mirajane se quedó en blanco unos segundos y Warren hizo un gesto de alentar a la multitud, lo que provocó algunos murmullos…
"... ¿De qué habla?... "
"... Tú sabes… lo del incidente con Lucy en Joya… "
Desde la quiebra de su negocio y la partida de los comerciantes Joyanos, Warren se había amargado y enojado al punto de culpar a Lucy y a todo el equipo que fue en su rescate por todo lo malo que pasaba. Ciertamente tenía un punto al hacerlo, pues el grave incidente diplomático había desatado represalias de la nación de Joya contra Fiore, en forma de sanciones económicas, bloqueos comerciales y restricción de Jewels…
—Me parece un poco tonto querer hecharle la culpa de todo a una sola persona, Warren…—Mirajane volvió a la carga pero manteniendo la compostura…
—Sólo señalo lo evidente…—se defendió Warren—¡No hemos hecho más que sacrificar cosas por ella desde que se unió!—Warren alzó la voz.
—¿Y qué me dices de tí? Yo no veo que asumas tu parte de la responsabilidad. Si dirigieras un negocio tan bien como cuentas chistes, quizá te hubiera ido mejor, Warren…—Esta vez Mirajane dejó las sutilezas y le respondió un comentario igualmente ácido, con la clara intención de ser hiriente…
Warren torció su cara de indignación y al no tener una mejor respuesta, optó por irse: Tomó el resto de su bebida de un solo trago y se puso de pié, dándole la espalda a Mirajane, sin despedirse…
—... No te preocupes, no voy a cobrarte la cerveza, seguro que no puedes pagarla…—Mirajane le dió una última estocada.
Quizá la camarera de Fairy Tail se excedió con aquella última ofensa, pues Warren se tensó de pies a cabeza y apretó los puños. Todavía les daba la espalda a todos. Más murmullos de parte de los presentes:
"... ¡Te fuiste domado, amigo!… "
"... Tiene suerte, si alguien de la guardia de la ciudad lo oye decir esas cosas de la reina, fijo lo arrestan por alborotador… "
"... ¿Lucy no va a decirle nada o no se da cuenta que se refiere a ella?… "
"... Si es que lo sabe, seguro no dice nada porque no están Erza o Natsu para defenderla… "
Lo cierto es que Lucy estaba tan confundida como todos, ignorando por completo su señalamiento. ¡Incluso tomaba partido por Warren!
«… Creo que fuiste demasiado dura con él, Mira-san… » pensó Lucy ingenuamente.
Para Warren fué demasiada humillación, tanto por los murmullos como por Mirajane. Los que si le veían la cara en ese momento lo vieron ponerse colorado de rabia. El hombre contaba hasta diez en su cabeza:
«… ¡¿Cómo no pueden darse cuenta que por su culpa nos está pasando esto?! ¡Calma, tranquilo, hay que ser comprensivo con los compañerillos!… oooohhh… ¡ES QUE NO ES POSIBLE QUE NO SE DEN CUENTA!… »
—... ¡Pedazos de estúpidos, MALDITA SEA, ¿No tienen cerebro IMBÉCILES?!—Warren gritó a todo pulmón en medio del salón principal del gremio.
Todos se quedaron atónitos y asustados por el repentino estallido.
—¡Warren! ¿Qué pasa contigo?—Mira le reprendió.
—¡Cierra la boca, intento de camarera!—Warren insultó a Mirajane—¡No tienes derecho de exigirme tener paciencia cuando es el gremio quien te mantiene! ¡No has trabajado de maga en años!
—¡Oye, bájale la espuma a tu chocolate!—Romeo Conbolt le reclamó a Warren.
—¿Oh? ¡Claro, "Brother"! ¡No hay que hacerla de grito, galán!—Warren le respondió a Romeo emulando su jerga—Aquí tienes una frase que te servirá para el resto de tu vida adulta: "¿Puede darme una moneda, jóven?"
Mirajane y Romeo no pudieron reaccionar a tiempo por lo sorpresivo e hiriente de los insultos. Sin embargo, Nab se atrevió a reírse de los chistes agrios en voz alta, Warren se percató y ahora cargó contra él:
—¿Oh, y a quien tenemos aquí?—dijo Warren a Nab—¡El gordo y fofo brazo del emprendimiento!, ¡Ja, el último trabajo que tomaste fue el de los pasteles rellenos!
Warren, ya completamente desatado, se dedicó a escupir ofensas y gritos contra todo el que se encontraba:
—¿Y tú?—le dijo a un miembro muy reciente—¡No te conozco pero de seguro eres un idiota!
—¡Pero yo acabo de llegar, ¿Qué fue lo que pasó?!—dijo el tipo nuevo.
—... Disculpa, Warren—ahora Levy se metió—pero ninguno de ellos te ha hecho nada para que los trates así…
—¿Oh? ¿Qué oigo? ¡Una intromisión!—Warren hizo un ademán burlón—¡Seguro es Levy, la respuesta impertinente a una pregunta que nunca hizo nadie!
Warren era en verdad osado al gritarle a Levy considerando tanto su estado de preñez como la posibilidad de que Gajeel podría entrar por la puerta en cualquier momento. Al no ocurrir esto, Lucy asumió inmediatamente la defensa de su amiga:
—¡Warren, no agredas a Levy-chan!—le gritó Lucy—¿No te das cuenta que en su estado no debe ser molestada?.
Warren se paró en seco y se enfrentó a Lucy, acercándose de manera amenazante hacia ella. El tipo tenía una expresión iracunda y de odio profundo. Lucy se sintió confundida e intimidada por esta actitud…
«… ¿Qué le pasa? Me ve como si de verdad me odiara… »
—¡TÚ!—le alzó la voz a Lucy—... ¡Eres el peor ser humano que he conocido!
A pesar de que Warren bajó un poco el tono, el desprecio profundo que sentía por Lucy se transmitió correctamente hacia ella…
—¿Por qué?—Lucy preguntó con tristeza—¿Qué te hice yo para que me digas estas cosas, Warren? ¡¿Qué todos aquí no somos casi familia?!
—Eres muy atrevida de llamarte familia nuestra, con todo el daño que nos has hecho…
—¿Eh?
—¡Todo lo que está pasando! A nosotros, a nuestro país… ¡Por tu maldita culpa!
—¡No puedes culparme por todo! ¿De qué estás hablando?—chilló Lucy con indignación.
—¡Tú sabes muy bien de qué hablo!—Warren le escupió de vuelta—El incidente que provocaste en Joya es el causante de todo esto… ¡Por tu culpa ese país nos odia y le hace esto a nuestra economía!
Los murmullos del salón emitieron un eco ahogado y todas las miradas se centraron en Lucy. Ahora finalmente alguien había dicho en voz alta lo que algunos ya sospechaban y si acaso, estaban de acuerdo…
Lucy empezó a temblar y la fuerza con la que hace nada se había enfrentado a Warren se desvaneció.
—¡Warren, ES SUFICIENTE!—Mirajane le acusó.
—Así ha sido siempre, Mirajane, ¡Lo sabes! ¡Todos aquí lo saben!—Warren insistió—Desde que ella se unió al gremio no ha hecho más que hundirnos… ¡Siempre tenemos que acudir en su rescate porque es demasiado inútil o demasiado cobarde!. Primero, con Phantom Lord, luego con el asunto del reloj… ¡Esta vez fue el colmo!... estoy harto…
—Yo no quería perjudicar a nadie—dijo Lucy—¡Yo los quiero mucho, a todos ustedes! ¡Mis intenciones siempre han sido las mejores!...—ella repetía en voz alta las frases que a menudo usaba para convencer a sí misma de que era buena.
—¡No podemos vivir de buenas intenciones, Lucy! ¡Aaarh!—Waren gruñó frustrado—¡Tú equipo es un hato de bestias que rompió todo en Joya para ir a rescatarte, pero no podemos culparlos "porque tienen muy buenas intenciones"!, ¿Verdad?
—Yo…—Lucy apenas abrió la boca y Warren volvió a interrumpirla:
—¡Ni siquiera tuviste la decencia de honrar nuestro sacrificio y te diste por vencida tan rápido! ¡Todo terminó para nosotros porque sentimos lástima por tí! ¡Te comportas como presa pero eres un depredador! ¡Usas la lástima para arrastrar a tus víctimas!
Cada nuevo insulto era como una pesada losa que le aplastaba la autoestima y disminuía su valentía para responder. Esto era porque en su cabeza, por loco que fuera, las reclamaciones de Warren sonaban razonables y todos los puntos conectaban: Las sanciones económicas al país, la repentina partida de los Joyanos, incluso aquellas cosas en las que ella no tenía responsabilidad directa le hicieron sentir culpable, tanto que se encogió de hombros, incapaz de responder…
«… ¿Y si tiene razón?… ¿Y si de verdad todo es culpa mía?… »
Lucy ya se comportaba como un cachorro asustado ante un furioso e indolente Warren, que había encontrado con quien desquitarse…
—¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?!—Makarov abrió la puerta de su oficina de un portazo.
La voz de titán y la monstruosa presencia mágica del maestro del gremio hizo a todos bajar la cabeza y dejar lo que estaban haciendo. Warren también se calló y Mirajane se apresuró a arropar a Lucy.
—¡Warren! ¡¿Qué crees que estás haciendo?!—Makarov le gritó—¡EL ÚNICO CON AUTORIDAD AQUÍ PARA REPRENDER A ALGUIEN SOY YO!...
Warren se amedrentó bastante por la amenaza y Makarov le siguió gritando, ante la mirada temerosa del resto de los miembros.
—... ¡En este mismo momento quiero que le pidas una disculpa a Lucy y a todos los que ofendiste con tus palabras!—reclamó Makarov—¡Y LO HARÁS DE BUENA GANA!
—¡No es justo!—Warren se atrevió a contradecirlo—¡Usted sabe que tengo razón! ¡Debe darse cuenta! ¡Ella arruinó el gremio!—volvió a señalar a Lucy.
—¡Warren, te juro que si no te callas ahora mismo voy a aplastarte como al alacrán en que te estás convirtiendo!—amenazó Makarov con el puño levantado y las venas de sus sienes palpitando—¡Lo último que necesitamos es pelearnos entre nosotros en una situación de crisis como esta!
—¡Ella es un lastre para nosotros!—Warren volvió a desafiarlo.
—¡WARRE… Nnnn!... ¡Ungh!—Makarov se agarró el pecho. El dolor se extendió a su brazo y el anciano se desvaneció en el suelo…
—¡MAESTRO!—Mirajane chilló y corrió a ayudarlo.
Todos se hicieron eco del chillido y también se acercaron alarmados, rodeándolo por completo.
—¡Háganse a un lado, dejen circular el aire!—Levy exclamó.
«… ¿Un ataque cardíaco? ¡¿Ahora?!… » Mirajane levantó al anciano en brazos y corrió a la enfermería.
—¡Llamen a Porlyusica! ¡Pronto!...
El pánico cundía mientras los más veloces ya salían corriendo para traer a la bruja enfermera de Fairy Tail.
"... ¡Warren, mira lo que hiciste!... "
El grito se perdió entre el tumulto pero fue lo bastante fuerte para que Warren oyera y entrara también en pánico:
—Yo… ¡Yo no quería!... ¡No era mi intención!...—asustado, Warren balbuceó unas pocas frases inconexas antes de huir del edificio a toda prisa.
Entre los paralizados por el miedo y la preocupación estaba Lucy, quien sólo pudo cubrirse la boca con ambas manos mientras unas pocas lágrimas se asomaban por sus mejillas…
«… ¡Maestro, por favor! ¡Por favor, Diosa, protégelo!… »
…
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Magnolia, reino de Fiore… Enero 22, año X793.
Una semana después de los incidentes del funeral, inicia sus debates el llamado "Congreso Republicano Unido", convocado en la ciudad de origen del Gremio Blue Pegasus. Allí asisten las tres facciones principales del ya famoso Movimiento Republicano: Los republicanos moderados, representados por intelectuales y catedráticos; los anarquistas revolucionarios, partidarios de establecer un no-estado colectivizado radical; y el grupo más numeroso, los Zachistas, militantes fanáticos del ministro de relaciones exteriores, formados por una amalgama de gente pobre y lumpenizada. Son representados por el llamado "Senador Swarm", recién llegado de Magnolia.
Las conclusiones son decididamente revolucionarias…
—... La nación está perdida, tiene el daño en el tuétano, ¿Qué hacer? ¿Qué decir? Nosotros decimos esto: ¡Que se muera! ¡Viva la república!—vocifera Swarm.
A pesar de que recibe nutridos vítores entre los partidarios de Zash, el hombre nota con preocupación que por primera vez, su voz no es mayoritaria. Se encuentra con la realidad de que hay un grupo preocupantemente numeroso y aún más radical que el suyo, los anarquistas Revolucionarios:
—... ¡Para que sea una realidad efectiva la revolución social, hay que destruir completamente el régimen político y social que regula la vida del país!…
La declaración disparatada es acogida aún con más fuerza que la propuesta de Swarm. Los republicanos moderados se quedan completamente desdibujados, incapaces de influir sobre las masas.
—¡Compañeros, lo que debemos hacer a continuación es convocar a una huelga revolucionaria en toda la nación! ¡Llevaremos nuestra voz hasta la reina en persona!—arengó Swarm a la multitud congregada—¡Zash-sama apuntalará nuestro reclamo y ella no podrá negarse!
Swarm tenía instrucciones específicas de provocar un movimiento insurreccional de masas lo más espontáneo posible, algo que diera una excusa para que Zash y sus fuerzas se levanten en armas.
Sin embargo, los anarquistas se muestran intransigentes e inflexibles y todos sus afiliados no mueven sus posiciones ni un centímetro:
—... Para nosotros, el hombre nuevo, un verdadero hombre libre, es aquel que no quiere estar oprimido y no quiere ser opresor, aquél que piensa por sí mismo y no se permite ser escalera de nadie—vociferó el orador Anarquista—Es por eso que observamos con repudio y vergüenza ajena, la manera como ustedes, los que se dicen revolucionarios, son seducidos por este "Zash Caine". ¿Qué los diferencia de los caducos seguidores de la reina?—les cuestionó—¡No vamos a ser parte de esto!...
El orador se ganó los abucheos de los Zachistas ofendidos pero eso no le impidió continuar:
—... Es por esto, que nosotros decidimos retirarnos a nuestra cuenca del norte… ¡Y HACER LA REVOLUCIÓN ALLÍ MISMO!—gritó a viva voz—No nos interesa de ninguna manera cualquier empresa descabellada de marchar contra capital e intentar poner a Zash Caine a la cabeza de un estado que consideramos ilegítimo e indigno de sí mismo…
¡VIVA LA REVOLUCIÓN! ¡VIVA LA CUENCA DEL NORTE LIBRE!
Todos los afiliados y representantes de estos radicales dejaron la reunión entre empujones e insultos con los Zachistas y la cólera de Swarm, que teme que su influencia disminuya entre los ciudadanos. Sin embargo, otros líderes Zachsitas con más inteligencia, consideran esto más bien una oportunidad.
«… Me parece que podremos sacar ventaja de esto… »
…
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Enero 27, año X793…
Magnolia, calle fresa…
—Hoy es Domingo por la mañana, princesa… ¿No va a ir al gremio con sus amigos?—comentó la doncella al notarse invocada a una hora inusual.
—¿Cómo estás, Virgo?—replicó Lucy—Si, esta mañana prefiero quedarme aquí en casa…
«… ¿Igual que ayer?… »
Virgo empezó con su rutina de limpieza diaria, removiendo polvo y barriendo la habitación. Lucy no desaprovechaba la conveniencia de tales servicios, en especial siendo de las personas que disfrutan de un ambiente pulcro y fino pero no del proceso de conseguir uno.
Sin embargo, el espíritu notó a su dueña muy desconectada durante la tarde, ocupándose de cosas que por lo general le delegaba a ella e incluso limpiando también, haciendo de la invocación de la doncella casi innecesaria. Recién al mediodía la rubia se sentó en su escritorio a revisar sus escritos…
—Princesa…
—Dime, Virgo.
—¿No va a ver a sus amigos tampoco hoy?—cuestionó el espíritu—Es que ayer tampoco fué y toda la semana anterior se vino directo del trabajo para acá…
Clip…
Lucy hizo un movimiento nervioso y volcó el tintero en la mesa…
—¡Princesa, disculpe!—Virgo corrió a arreglar el pequeño desastre—déjeme limpiar y hágase a un costado por favor…
Lucy hizo su silla a un lado pero permaneció sentada en posición rígida, con la cabeza gacha y arrugando los pliegues de sus shorts cortos en forma distraída. Tenía una mirada de duda y preocupación…
—La última vez que fui, el maestro ya estaba estable. Duerme todo el día y apenas puede moverse… está muy débil…—comentó la rubia de la nada y sin mover la cabeza.
—Es bueno oír eso, princesa—Virgo dijo—¿No sería bueno ir hoy también a ver como están las cosas?
—Tal vez no sea buena idea…—Lucy destensó los párpados y puso una sonrisa tristona en su rostro.
—¿Princesa?
—Virgo, ¿Puedo preguntarte algo y tú me respondes con lo que piensas?
—Por supuesto, princesa. Es una pregunta un poco extraña pero adelante…
—¿Crees que lo que hice en Joya es la causa de todo lo malo que está pasando?—preguntó Lucy con la voz a punto de quebrarse.
—Princesa, no piense en eso ahora…
—Eso no es una respuesta—Lucy presionó—Porque, ¿Warren podría tener razón, cierto?... Parece demasiada casualidad que justo después de que volviésemos de Joya de repente todos los países vecinos empezaron a detestarnos… Mira, yo no tengo idea a que se refieren todos con "sanciones internacionales", pero noto que todos estos cambios ocurrieron justo después de eso… ¿Y si el abuelo todavía quiere vengarse de mi?
—¿Qué pasó con él después del… asunto?—Virgo trató de hablar de forma prudente.
—No lo sé… ¡No quiero ni verlo!...—Lucy negó con la cabeza—Vamos, Virgo, ¿Es mi culpa o no?
—No creo que nadie a parte de Warren Rocko piense eso de usted, princesa…
«… ¿Qué pasa con usted hoy, princesa? ¿Es que acaso quiere que le diga que SI es culpa suya?… » Virgo estaba muy confundida.
—¡Claro que más de uno lo piensa!—Lucy tuvo un arranque de frustración—No soy tonta, escucho los murmullos en los pasillos… ¿Sabes? pensé que nada de eso importaba si es que al menos los amigos que más conozco se mantenían de mi lado pero… ¡¿Warren también?! ¿Con todo lo que he hecho por él y su negocio?... ahora no sé ni en quien puedo confiar… sniff-sniff—sopló su nariz—¡Incluso Lissana y Wendy me miran raro desde hace rato!
—Princesa, disculpe que se lo diga, pero la señorita Mirajane tenía razón, usted debió informarle a Warren Rocko que usted era el último inversor que le quedaba a su negocio de Lacrymas… él nunca le habría dicho esas cosas tan horribles si conociera esa información…
«… Entonces eso SI es mi culpa… »
—... No es apropiado hacer acusaciones sin pruebas—Virgo continuó—pero si lo que le preocupa es el tema del amuleto de mala suerte que le dieron en navidad, yo pensaría en la hermana menor de la señorita Mirajane. No es algo grave pero creo que ambas nos damos cuenta del porqué ella se comporta tan raro con usted desde hace un tiempo… ¿Ya pensó que va hacer cuando Natsu-sama regrese? Ya que usted decidió renunciar a él… ¿Se lo va dejar a ella? Sería bueno aclarar eso cuanto antes para destensar la relación entre ambas…
Lucy se sonrojó diez tonos y se golpeó ambas mejillas con las manos.
—¡Vi-vi-virgo, no es momento para discutir eso ahora!—dijo temblorosa y con tono muy agudo—¡Ellos son amigos desde niños pero nunca ha habido nada romántico entre ellos!.
A pesar de su aparente sumisión, Virgo maniobró hábilmente la conversación para que su dueña dejara de torturarse con pensamientos negativos…
Virgo se despidió de Lucy y ella volvió a sus quehaceres, ahora en su cabeza daba vueltas la idea Natsu y Lisanna…
«… ¡¿Cómo no se me había ocurrido antes?!… pero ellos ya se conocen desde antes de conocerme a mí… Naaah, ¿Pero qué tonterías estoy pensando? Ya eran bastante grandecitos antes de que yo llegara y si pudiera pasar algo entre esos dos, YA HUBIERA OCURRIDO… » Lucy negó con la cabeza mientras se daba golpecitos en la sien.
—Tengo hambre… creo que debería buscar el almuerzo…
La joven se colocó las chancletas y se miró al espejo para evaluar si las prendas que llevaba bastaban para una salida casual: Pantalones muy cortos con pantimedias debajo y una blusa quizá demasiado ligera… Se colocó un saco para el frío y la infaltable bufanda de Natsu en su cuello.
La parte más fría del invierno aún no se iba y con semejante atuendo salió de la casa de huéspedes.
Apenas caminar unos pasos cerca a la plaza, vió a mucha gente moverse de forma errática de un lugar a otro…
"... ¡Todos afuera!... ¡Algo pasa!... "
De repente, grandes multitudes se congregaban alrededor de los quioscos donde vendían periódicos y revistas. Lucy se contagió del ánimo popular con incipiente curiosidad, más aún cuando las personas comentaban en voz alta sus impresiones del gran acontecimiento…
—... ¿Otro levantamiento? ¿Seguro que no es el mismo de la isla Foglie?…
—... Es la primera vez que ocurre desde la reina Karlota…
—... ¡Es increíble! ¡Es casi un milagro!…
Lucy se hizo con un diario y abrió los ojos enormemente al leer los titulares:
"... Huelga de mineros se transforma en rebelión armada: La cuenca del norte en el caos… "
"... La cuenca minera del norte es tomada por revoltosos: Cuarteles en alerta máxima… "
L'Humanité, el periódico en el que Lucy trabajaba era mucho más amable con los rebeldes:
"... Comienza la revolución minera del norte: Huelga revolucionaria resuelve tomar el poder en toda la cuenca… "
«… ¡Maldición, ¿Por qué pasa lo importante justo cuando estoy de permiso?!…¡Debo correr al periódico ahora!... » Lucy pensó alarmada.
La chica se apresuró a vestirse para luego ir al diario a toda prisa. Sabía que habría muchísimo trabajo periodístico por hacer gracias a semejante acontecimiento.
…
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…
Enero 30, año X793…
Crocus, Capital del Reino de Fiore.
En estos últimos días de invierno ha habido colas interminables en las panaderías, hay escasez de harina. La gente se queja, las mujeres y los niños tiritan de frío y los pobres se mueren de hambre. Desde la quiebra de la compañía de los mares del Norte y el inevitable desplome del precario aparato económico la población ha sido golpeada una y otra vez. La invulnerabilidad de la capital ante los desastres que el resto del país ya vive desde hace meses se ha terminado. El hambre, la escasez y un invierno más frío de lo esperado han echado por tierra cualquier previsión.
La capital nunca ha poseído un aparato productivo propio y siempre ha dependido de los suministros del interior del país, un error que ningún rey se ha molestado en atender…
Los corresponsales de prensa locales y de otros países han publicado la situación de la ciudad de los reyes de Fiore. Se han presenciado escenas alarmantes, perfectas para vender grandes tirajes y hacer correr ríos de tinta. No tienen ni la más remota idea de qué son las precursoras de la mayor agitación que el reino ha vivido en todo el siglo siete.
Hoy, en la capital del reino, Crocus, la historia está a punto de cambiar.
La gran capital está divida por un frontera simbólica marcada por el río Rib, que separa las zonas más ricas al sur y las más humildes al norte, comunicadas únicamente por tres puentes basculantes. Dos mundos que se enfrentan.
"... Las revoluciones comienzan con pan… "
El 24 de enero, la capital tiene suficientes provisiones para otros 10 días, ya ha comenzado el racionamiento. Los ciudadanos expresan sus preocupaciones a sus familiares a través de tristes cartas:
"... 24 de enero, las cosas no mejoran… En las últimas horas de esta mañana fría he tardado cuatro horas en hacer dos panecillos… ¡Te suplico que no vengas y que convenzas a otros de no venir a la capital! No estamos mejor que ustedes… "
Dada la grave crisis de transporte, no se conseguirá suficiente carbón para las locomotoras y las fábricas que emplean a muchos han tenido que frenar la producción o cerrar. El temor ante el futuro agita la población…
—... Camaradas, si no podemos conseguir ni una triste hogaza de pan, ¡Solucionaremos este problema mediante la fuerza si fuera necesario!...—gritos iguales se replican en toda la capital.
La agitación se extiende y rápidamente invade el distrito. Las hordas grises de los barrios se adentran en el corazón de la ciudad, reclamando medidas de emergencia. Todo el mundo espera una reacción de la reina, pero ella está en Shirotsume, a más de 700 kilómetros de la capital. Hisui ha ido en un viaje con el objetivo de buscar apoyos entre la nobleza de su país mediante un matrimonio arreglado.
A pesar de su interés por el pueblo, todavía no comprende cómo usar su poder para calmarlos y todos sus intentos sólo suscitan tensión y rencor.
En su ausencia, sus ministros regentes comandados por su tío, el gran Duque Reginald Fiore, abruman a la reina con cartas tranquilizadoras. Conservadores hasta la médula, la agitación no les importa lo más mínimo e incluso han desoído los numerosos mensajes de advertencia del ex-rey y padre de Hisui…
"... Majestad, todo marcha correctamente. Es cierto que hay algunos altercados, pero nuestro pueblo es fuerte y aguantará esta prueba… "
Pero en la capital se producen nuevos disturbios el día 25. La prensa ha filtrado las noticias del desastre de la isla Foglie. 5000 soldados desaparecidos, muchos de ellos dejando familias desamparadas. Para frenarlos, se levantan los puentes que unen ambas partes de la ciudad, los barrios se separan del centro de la capital.
Las autoridades no han tenido en cuenta un detalle: En esta época del año, el río está congelado y miles de mujeres, madres e hijas de los soldados perdidos caminan sobre el río helado para llegar a los barrios acomodados, para reclamar el regreso de sus hijos y esposos. La manifestación conmueve a toda la ciudad, se les unen ciudadanos en cantidades alarmantes.
Al día siguiente, el 26 de enero, la prensa da un nuevo golpe de efecto: Llegan las noticias de la rebelión en la cuenca minera del Norte. Animadas por esto, afloran las manifestaciones. Las fábricas inician una huelga. Más de 200.000 personas toman las calles y las protestas tienen un tono claramente político.
Las autoridades ven alarmadas como los disturbios parecen perfectamente coordinados y bien organizados.
La reina, al igual que sus predecesores, ha privado a su país de cualquier vida política. Sus únicas concesiones hasta la fecha son la prensa cuasi-libre y una constitución desprovista de poder frente al suyo, que no tiene límites. A pesar de sus ideas liberales, no ha dejado de utilizar la violencia de manera sistemática para acabar con los levantamientos populares.
Desde siempre, los que criticaban el régimen tenían que hacerlo desde el extranjero. La mayoría de los agitadores sociales eran expulsados del reino, privilegiando la deportación por sobre el encarcelamiento o la ejecución, por idea de la reina. Muchos de estos activistas han sido reintroducidos en el país por Zash Caine y el apoyo encubierto de Joya.
Cientos de grupos se reúnen de manera improvisada. A las afueras de las estaciones hay oradores que animan a las multitudes al grito de "¡Acabemos con el gobierno, acabemos con la guerra en la isla Foglie!". Incluso se ha llegado a escuchar "¡Acabemos con la reina!".
La situación puede cambiar de un minuto a otro y agravarse.
La revolución está en marcha y el gobierno reacciona demasiado tarde. El gran Duque envía una carta encolerizada a la reina:
"... Sobrina, ¿En qué aterradores tiempos vivimos? Las mujeres de clase baja se congregan y gritan que no tienen pan y que quieren a sus maridos de vuelta, solo para crear altercados. Además, algunos jornaleros impiden que los demás trabajen. ¡La diosa nos ha dado una cruz muy pesada para soportar, pero seguimos firmes!. ¡Muestra tu autoridad, eso es lo que necesitan los ciudadanos! haz que sientan tu mano dura… "
Sin embargo, a la reina ya le han llegado rumores de la agitación en la capital y ya ha puesto su tren a toda marcha para regresar y atajar el problema en persona. Mediante mensajeros voladores hace llegar su orden a los cuarteles.
"... he ordenado que acaben con los altercados por la fuerza antes de mañana… "
El ejército y la guardia de la ciudad se oponen a los manifestantes, quienes se niegan a dispersarse. Los soldados abren fuego, la multitud entra en pánico y echa a correr. Hay muchos heridos y fallecidos. En poco tiempo el centro de Crocus parece la ruina de un campo de batalla.
Bang-bang…
—¡Malditos, asesinos! ¿Cómo pueden ser capaces? ¡Ustedes también viven en el barrio!
Esa noche en las barracas de Crocus, afloran los sentimientos…
La mayoría de los soldados son granjeros y gente de origen humilde, obligados por el hambre y la necesidad a servir a la corona. Uno tras otro, estupefactos por haber tenido que disparar a sus hermanos, se amotinan y se unen al bando de los insurgentes.
—... ¡El ejército y el pueblo unidos!—se corea en las calles con cada vez más fuerza.
Al margen de la realidad, la reina desoye los telegramas alarmantes que su estado mayor recibe de la capital y ordena forzar las máquinas para llegar lo antes posible.
En la mañana del 27 de enero, los pocos periodistas extranjeros que quedan en Crocus quedan paralizados ante las escenas de la calle: ¡No cesan los disparos!
Bang-bang...
Los soldados disparan desde los tejados y la poca precisión de los arcabuces primitivos causan muchas víctimas civiles inocentes. Los revoltosos se dirigen a un arsenal cercano y lo saquean completamente. Les dan pistolas a los obreros, a los jornaleros y campesinos. Se repartieron unas 40.000 armas largas y unas 30.000 pistolas.
Ese mismo día la reina llega a la cordillera central del país, intenta regresar a la capital, dispuesta a sofocar la rebelión, pero el tren real no puede llegar. Los obreros alteran el recorrido destruyendo puentes y dejando las rieles inutilizables.
Mientras tanto en Crocus, se desmorona el poder de Hisui E. Fiore. Tras los tintes dorados del Palacio Real, la mitad de los ministros del consejo de gobierno revela sus verdaderas intenciones y se levanta contra la reina, durante una sesión extraordinaria declaran su autonomía y se retiran del palacio. Han tenido el cuidado de no decir a quién responden en realidad.
Por su parte, el gobierno se bate en retirada. Los funcionarios y las pocas tropas todavía leales a la reina se atrincheran en el Palacio y en los edificios de la legislatura.
Los conspiradores deben darse prisa en actuar. La agitación revolucionaria y el caos han acelerado el agotamiento de las provisiones y avituallamientos de la ciudad. Pasan dos días más y el último reducto de la autoridad queda arrinconado en el palacio. El 29 de febrero en los exteriores de la entrada al palacio, la multitud es tan densa que apenas se puede pasar.
Sin embargo, los vencedores tienen poco que celebrar. Las provisiones casi se han agotado y los revoltosos descubren que el gobierno no estaba escondiendo la comida, simplemente ésta no existía. El malestar aumenta, el odio se extiende. Todo aquel acusado de esconder alimentos es asesinado, se saquean panaderías, tiendas y pastelerías. La rabia se ceba con los miembros de la nobleza, que son cazados como ratas. Los ciudadanos todavía leales a la corona se recluyen en sus casas, muertos de miedo…
—... ¡Mátenlos! ¡Maten a esos parásitos del pueblo trabajador! ¡Sáquenlos de sus nidos decadentes!
Los revolucionarios envían expediciones a conseguir cereales de los campos más cercanos a la capital pero regresan con las manos vacías y con rumores alarmantes: Un gran grupo de tropas de Kardos Karlistas se acerca a restaurar el órden.
Parece que la revolución se va a morir de éxito.
Es entonces cuando los Zachistas y los Republicanos hacen su movimiento. Hace varios días que se ha dado la tan esperada orden…
"Delenda est monarchia"
El pánico se hace costumbre en la ciudad. Famélicos y sin fuerzas, los revolucionarios toman posiciones para defender la ciudad del más que probable ataque Karlista. Las atrocidades de dichos soldados son bien conocidas y esta vez su número es una noticia terrible: Más de 70.000 hombres armados y a caballo.
¡BOOM! ¡BOOOM!
Los Karlistas disparan su artillería desde las montañas. Las municiones van cargadas de octavillas que instan a la rendición: "No os queda la más mínima posibilidad de resistir: Estáis totalmente perdidos". Ni siquiera hablan de piedad o de respetar mujeres y niños…
—... ¡Nos van a matar a todos! ¡A pesar de estar unido, el pueblo va a ser vencido!...
¡BOOM! ¡BOOOM!
La madrugada del día 30 el temor es absoluto. Caen más disparos de artillería y bombas lanzadas desde la distancia. Los revolucionarios se han concentrado en la zona acomodada, detrás del congelado río Rib. Han volado los puentes para entorpecer el avance realista.
Se espera la llegada de los Karlistas para las primeras horas de la mañana. Pasan las siete, llegan las ocho y luego las nueve. No ocurre nada…
Los revolucionarios empiezan a oír los cascos de caballos golpeando la calle y ruidos de tropa movilizándose. El pánico y los gritos de los civiles resuenan entre los resistentes detrás del río. Hay una densa bruma invernal que dificulta ver que pasa en la orilla opuesta, donde muchos civiles han quedado abandonados…
—... ¡Ahí vienen! ¡PREPÁRENSE!—gritan los revolucionarios cuando ven las primeras figuras de jinetes asomarse tras la bruma…
—¡No disparen! ¡Somos aliados!—se oye desde los recién llegados
—¡Disparen!
—¡AAALTO!
La figura que va al frente hace relinchar su caballo y sale de golpe… ¡Se trata de Zash Caine!
El miedo cambia repentinamente a una euforia desbordante. Detrás de Zash entran los soldados de las divisiones que han conspirado todo este tiempo, llevan signos de una batalla reciente. Traen consigo alimentos y ropa, que reparten entre los civiles. Zash es vitoreado por la multitud como "salvador de la ciudad".
—... ¡Los soldados de la reina que venían a reprimirlos han sido derrotados!—exclamó Zash a la multitud—¡Pueblo de Crocus, tomen el control de su ciudad!
El hombre ha esperado este momento todo el año y aunque todavía tiene obstáculos para alcanzar el poder absoluto, su dominio de la situación actual es casi total.
—¡Acompáñenme a tomar el palacio!—gritó Zash desde su caballo—¡Acabemos con el gobierno hambreador e injusto!
Soldados y civiles se encolumnan detrás de Zash y su comitiva, entonando cánticos revolucionarios…
"... ¡Pan, libertad y justicia!... "
Ese día, el 30 de Enero, en una oleada de entusiasmo, todos esos hombres forjan su destino. Es el epicentro de la Revolución Fiorana. Hay soldados y civiles armados por todas partes. La alegría es inmensa.
El gobierno, o lo que queda de él, ha dejado de tener apoyo. Los Kardos Karlistas han sido rechazados y la reina sigue atrapada en su tren en medio de las estepas…
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"... ¿Cuántos son? Me dijeron que eran protestas pequeñas… "
El 27 de Enero la reina dejó la ciudad de Shirotsume, a más de 700 kilómetros de la capital, tras enterarse de la rebelión armada en la cuenca minera del norte. Al necesitar organizar al ejército para la represión en la cuenca, la joven monarca iba acompañada de su estado mayor, liderado por el General Rusz.
Todavía ignoraba la situación de la capital, pero al llegar su tren privado a la primera estación, un telegrama gravísimo casi la dejó sin habla…
—... ¡¿Do-doscientos mil?!—Hisui tartamudeó un poco al repetir el número en voz alta—Los reportes no dicen nada de eso...
—Majestad, el ministro del interior no es sólo incompetente, ¡Sinó que también es un mentiroso!—protestó con desdén uno de sus generales…—Todo indica que los disturbios en la capital comenzaron el 20 de enero…
El tren fue cargado con carbón a tope y se ordenó forzar las máquinas para llegar lo antes posible a la capital. Sin embargo, cada vez que arribaban a una nueva estación, más malas noticias llegaban…
—... Esta mañana, Majestad, miles de soldados desertaron de sus puestos para unirse a la revuelta en la capital…—le anunció el General Rusz—Miembros de la nobleza y muchos de nuestros funcionarios están siendo perseguidos.
—¿Dónde está mi familia? ¿Mi padre está a salvo?—preguntó Hisui con una cara llena de temor.
—Su tío se niega a salir del Palacio, Alteza. Desafortunadamente no tenemos noticias de su padre…
«… ¡Le supliqué tantas veces que no abriera esa maldita panadería!… ¡Por amor de dios, que esté a salvo!… »
—... Despliega a los Karlistas al Palacio y manda a la policía secreta a buscar a mi padre, para que no llamen la atención. ¡Quiero soldados leales protegiéndolo!—Hisui alzó la voz—... ¡Y lléveme a casa, General!
—Si, Alteza…
Hisui, sin poder hacer nada más, volvió a su asiento mientras temblaba de ansiedad. A medida que se acercaban a la capital, el tren tuvo que hacer varios desvíos, por los revolucionarios que dañaron las vías sistemáticamente. Así estuvieron por 3 días, vagando entre ruta y ruta sin poder encontrar la salida… Casi llegados al poblado de Snow, en medio de la cordillera central, no pudieron continuar su camino…
—... ¡Alteza, un grupo revolucionario tomó la vía férrea frente a nosotros!
—¿Uh?... —La reina abrió los ojos enormemente y luego frunció el ceño—¿Qué tan lejos estamos de Crocus?
—A 102 kilómetros pero es inútil… ¡Incautaron armas pesadas!—alertó el General Rusz.
—¡Encuentra otra ruta!—Hisui hizo un berrinche dando un golpe en la mesa.
¡Chuuuffff!
El tren tuvo que frenar en seco para no descarrilarse. Los soldados de a bordo tomaron posiciones. Una tensión creciente se apoderaba del lugar… Los hombres de la reina apenas podían ver a los revolucionarios estacionados en la vía pero ocasionalmente éstos disparaban tiros de salva al aire en señal de advertencia… Ningún bando se animaba a dar el primer golpe.
El General Rusz dejó sola a la chica para concentrarse en la defensa y la reina empezó a dar vueltas en su vagón, frustrada y angustiada. Miraba constantemente por la rendija de su ventana, con cortinas de hierro cubriendo todo el campo de visión para su protección. Sólamente veía la blanca nieve de las montañas y el frío la hacía tiritar. Ocasionalmente solicitaba noticias de forma inútil, pues estaban incomunicados con el mundo exterior…
"... No hemos tenido noticias en seis horas, ¡¿Alguien puede decirme si mi padre ya fue puesto a salvo en la capital?!… "
¡Boom!...
—¡Kyaaa!... ¡¿Qué sucede?!—chilló hisui al sentir una gran sacudida en su vagón.
—¡Está libre, la vía está libre… arranquen-arranquen!
¡Chuuuffff!
La madrugada del día 30, los soldados del tren consiguieron despejar la vía por la fuerza pero a costa de sufrir daños en 2 vagones que fueron alcanzados por cañones pesados. Uno de ellos tuvo que ser desconectado para poder seguir…
—Majestad, la policía secreta se sublevó—el general le trajo más malas noticias para la reina.
—Si incluso ellos han desertado, ¡¿Quién protege a mi padre?!... —cuestionó la reina con rostro enojado.
El General Rusz apartó la visita al costado sin poder responder y de inmediato el gesto de la reina cambió a uno de horror…
—... Escriba al ministro del interior... qué se ponga en contacto con los cabecillas de esta revuelta y les pida sus demandas…—dijo la reina con voz escueta.
—Alteza…
Recién Hisui decidió hacer concesiones. En su carta incluso ofreció crear un gobierno más representativo y aceptar la división de poderes, cualquier cosa que pudiese salvar su régimen. Como si siglos y siglos de tradición monárquica se manifestasen desde lo profundo de su sangre para aferrarse con uñas y dientes a su poder. Pero en ese momento ya era tarde, no había forma de terminar con ninguna de las fuerzas que estaban destruyendo a la monarquía: La guerra en la isla Foglie no podía ganarse de la noche a la mañana y graves agravios al pueblo como la falta de empleo o el hambre no podían ser resueltos a estas alturas. Ya no había nada que ella pudiese hacer para recomponer la situación política, por mucho que quisiese engañarse a sí misma…
«… ¡Puedo arreglarlo! Todavía debe haber algo que pueda hacer… »
Hisui tampoco dejó de pensar en su padre, rezando para que estuviese a salvo…
¡Chuuuffff!
—¿Uh?... zzzz… —Por la noche, Hisui dormitaba entre los ruidos de la locomotora y el frío…
…
…
—... Su alteza… ¡Perdimos la capital!—le anunció el General Rusz—Cualquier tropa que enviemos sólo se amotinará.
La reina seguía con la mirada perdida, como si no estuviese allí. Apenas si respondió:
—¿Y qué quieres que haga?...
El General la miró con profunda decepción por su falta de decisión, pues era de los pocos que alguna vez había creído en ella dentro del ejército. La había visto crecer desde niña. Al hombre también le temblaban las manos, cómo si le estuviese guardando alguna noticia peor…
—... Usted DEBE renunciar al trono en favor de su Tío, el duque Reginald…—le anunció el General—Es la decisión unánime de todos los Generales, así como del almirante de la flota del Norte…—colocó una carta firmada junto a ella.
—¿Qué hay de los Karlistas?—cuestionó la reina, en negación.
—Fueron derrotados por el ejército rebelde a las afueras de la capital y no consiguieron entrar… ¿No lo entiende? ¡Señora, ésta es la única opción que le queda!—el General la regañó como a un niño—Todavía tenemos el control de tropas leales en el interior rural del país… Si usted hace esto tal vez, ¡sólo tal vez!—hizo hincapié—podamos reconducir la situación y lo más importante, que la monarquía sobreviva…
«… ¿Incluso ya hay un "ejército rebelde"?... »
La reina se quedó pensativa. Todos los momentos importantes de su vida relacionados con su reinado pasaron por su cabeza: su proclama como heredera, su coronación, las interminables charlas con su padre acerca de su deber y cómo odiaba las responsabilidades de este. Siempre se había sentido como ajena y no merecedora de su derecho de nacimiento… Ahora se le confirmaba que no estaba hecha para ser reina…
La reina sonrió con ironía y ojos depresivos.
—Escriba a los Generales. Dígales que… —Hisui hizo una pausa—Dígales que, como deber de conciencia hacia el pueblo, he decidido renunciar al trono del reino de Fiore…
Hisui esperaba que aquello hiciera que el General Rusz le dejara en paz. Sintió incluso un alivio casi sobrenatural al verse repentinamente liberada de su deber real, libre como una pluma en el viento…
Sin embargo, el General Rusz no se iba. El hombre una vez firme temblaba como una hoja y hacía gestos con los labios sin poder empezar a hablar y arrugaba una hoja de papel en la mano derecha.
—... Hay…—el General Rusz tartamudeó al dirigirse a ella—Hay algo más…
La pronto ex-reina giró la mirada para ver al hombre. El alto y fornido General parecía un castillo naipes a punto de derrumbarse. El General Rusz le cogió ambas manos con las suyas…
—... Su padre… Su padre ha…—el General empezó a derramar lágrimas—¡Su padre ha muerto!... asesinado por revolucionarios durante los disturbios…
El tren siguió su camino a la última parada antes de la capital, cubierto de las nieves invernales de la cordillera central…
…
… CONTINUARÁ…
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