Capítulo [4]
(...)
La ceremonia de ingreso de las nuevas alumnas estaba a punto de comenzar. Las maestras acababan de llegar al escenario del edificio, en donde la directora Holbrooke daría su discurso de bienvenida. Mientras tanto, las alumnas de nuevo ingreso empezaban a ocupar sus asientos en el auditorio.
Izuku se apoyaba en una pared cercana al escenario, desde donde podía escuchar el discurso de la directora sin llamar la atención innecesariamente. Después de todo, su nuevo período escolar sería mencionado en los anuncios, lo que ya generaba suficiente atención.
Mientras la ceremonia estaba a punto de comenzar, el no podía evitar preocuparse por la ausencia de la maestra Úrsula, ya que era inusual que llegara tarde en esta parte del evento. La última vez que la vió, mencionó que tenía que ocuparse de un asunto relacionado con las nuevas alumnas, pero era extraño que se estuviera tardando más de lo habitual en atender esos casos. Además, también estaba preocupado por la llegada a tiempo de su compañero Shigaraki.
—¿Dónde estás, idiota? —exclamó frustrado.
(...)
Mientras tanto, Shigaraki se encontraba en los jardines de la escuela, justo sentado y recargado detrás de una jardinera, observando detenidamente un pequeño pájaro azul posado en uno de sus dedos. Emitía su característico sonido suave y agradable a los oídos.
"Supongo que no me tienes miedo...", se dijo a sí mismo en sus pensamientos.
El dedo que sostenía al pajarito estaba protegido por piel de dragón de fuego chino, convertida en un par de guantes ligeros. Sabía el destino que aguardaba al animal si alguna vez llegara a tocar su piel. A veces se preguntaba qué se sentiría tocar las cosas, pero sabía que solamente era un capricho suyo, uno que podía lastimar a cualquier ser vivo que entrara en contacto con él. Realmente, nunca tuvo opción desde el comienzo.
"Tsk...", se expresó con molestia.
No pudo evitar recordar el día en que despertó en las mazmorras.
(...)
El aún recordaba la horrible sensación al despertar. La dura sed que lo torturaba, la jaqueca pulsante y el hecho de que sus ojos no se adaptaban a la luz de la lámpara colgada del techo.
Después, la sensación de estar encadenado lo atemorizaba aún más. Estaba en pánico, sin saber qué hacer. No recordaba por qué estaba allí. Quería liberarse, pero era inútil; las cadenas eran de acero, con ligeras muescas brillantes de color dorado. Sus manos y pies estaban encadenados, y también tenía una cadena al cuello que le impedía levantarse por completo. Dichas cadenas eran largas, pegadas a la pared.
El lugar era un poco espacioso, con una puerta metálica de gran grosor, que parecía ser la única salida. Además de la cama, tenía algunos servicios básicos como un baño y una mesa para la comida.
No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a gritar de desesperación, aunque la garganta seca empezaba a cobrar su precio, y su voz se estaba apagando.
Repentinamente, unos hombres, vestidos aparentemente como médicos, entraron a su celda y se acercaron a la cama donde estaba encadenado. Estaban vestidos con capas de color morado y portaban máscaras de gas que les quitaban la identidad.
Ellos parecían hablarle, pero era en un idioma que él no dominaba ni conocía. Al parecer, ellos tampoco podían entenderlo, ya que intentaba expresar su desesperación al querer ser liberado.
—Ayuda... No sé por qué estoy aquí, necesito que me ayuden. ¿Por qué estoy aquí?—repetía una y otra vez, tratando al menos de hacerse entender por aquellos hombres.
De repente, esos hombres se acercaron para liberarlo momentáneamente, algo que lo alivió un poco. Pero luego vio que le iban a poner otras cadenas. En esta situación, era de esperar que lo trasladaran a otro lugar; por instinto de supervivencia, sabía que debía hacer algo.
No pudo evitar empujar al otro individuo con un codazo, para luego escapar y eludir a los demás que lo observaban detenidamente.
No obstante, uno de ellos se abalanzó sobre él, Shigaraki Tomura, le terminó agarrando uno de sus brazos con las manos desnudas para defenderse.
El resultado fue catastrófico: en cuestión de segundos, gran parte de su brazo izquierdo se convirtió en una mezcla de sangre y ceniza.
El hombre no pudo contener los gritos de dolor y desesperación.
—Lo siento, yo... no quería—dijo Shigaraki Tomura, horrorizado por lo que acababa de presenciar.
Sin previo aviso, otro individuo sacó un pedazo de madera de un bolsillo especial y lo apuntó hacia él. Todos los demás copiaron su acción, mientras que algunos se apresuraron a socorrer al hombre herido.
Shigaraki estaba confundido y no sabía qué hacer.
El hombre que tenía frente a él no tardó en mencionar una palabra en voz alta.
— [Desmaius]
De repente, una luz brotó directamente del pedazo de madera hacia él, lanzándolo unos centímetros al aire antes de dejarlo caer al suelo. Perdió el conocimiento durante algunos segundos.
Fue lo último que recordó de su primer día allí.
(...)
De repente, un hechizo de aparición se materializó cerca de la ubicación de Shigaraki. Es un método que utilizan los magos para desplazarse de un lugar a otro. Para realizarlo, es necesario enfocar en la mente el lugar deseado y, automáticamente, la persona aparecerá en ese sitio. Es un método efectivo para viajar de una ubicación a otra más lejana sin problemas, siendo común que deje tras sí una estela momentánea de luz.
No muchas personas logran dominarlo completamente, ya que las líneas de Ley son sumamente complicadas de utilizar.
Shigaraki sabía que no tenía que indagar mucho para descubrir quién era la persona que había hecho ese hechizo en los jardines.
Después de despedirse apropiadamente del pequeño pájaro, se acercó a unos cuantos metros del lugar donde el hechizo se había manifestado, encontrándose nada menos que con su profesora, Chariot, o como le gustaba que le llamaran, Úrsula.
—Maestra, ¿qué hace usted aquí? —inquirió Shigaraki.
Su maestra apenas se estaba levantando tras el hechizo, los efectos secundarios le estaban afectando un poco.
"¿Por qué no está allá?" Pensó Shigaraki
Ella debería estar en la ceremonia de ingreso, a la cual él no quería asistir.
—No hay tiempo, Shigaraki. Ella ya va a llegar aquí… —respondió ella rápidamente, pasando de largo.
—¿Quién? —preguntó Shigaraki.
—Hay una niña, necesito que me ayuden a encontrarla…
(...)
La ceremonia ya había comenzado, la profesora Hoolbroke estaba iniciando su discurso de apertura. Izuku estaba atento a sus palabras, aunque estaba molesto porque aún no sabía nada de su compañero y su maestra.
—¡Maldición!, la ceremonia ya inició —se expresó Izuku, con evidente fastidio.
De repente, la ceremonia fue interrumpida por un pequeño portal de Ley que se abrió en medio del auditorio, permitiendo que tres chicas lo atravesaran y cayeran al suelo.
—¿Qué demonios? ¿Cómo pudieron burlar a los Aurores? —dijo perplejo Izuku al ver cómo tres chicas llegaron de improviso, aparentemente alumnas de ahí.
Una de ellas logró reincorporarse para luego soltar una risa y gritar emocionada que lo había conseguido, incluso mencionó que había salido con vida de un evento que todos ignoraban.
Lo que más le sorprendió, además de su actitud, fue el cetro mágico que ella llevaba en la mano.
Continuará...
Que tal, espero que les haya gustado.
Feliz Navidad!
