CAPÍTULO LVI
TRAVESURA
(Dos semanas después. Presente)
El tiempo estipulado por el general Volkov se cumplió, llegando el día en que muchos civiles regresarían a ocupar sus antiguos puestos de trabajo.
Así pues, muy nerviosa porque poco a poco retornaba a la vida que tuvo antes de la guerra, Michiru tomó los cuadernos de trabajo que en el consejo escolar le otorgaron para que pudiera llevar a cabo sus labores.
"La verdad es que no sé qué esperar", ansiosa no pudo evitar pensar. "Pronto iniciará la clase", expresó y mirándose al espejo, se aseguró de que su cabello y vestido estuvieran en orden.
Sonriendo de forma discreta ante su alegría, Haruka caminó hacia ella. "¿Deseas que te acompañe?"
Ella asintió. "Por favor, me aterra que puedan molestarme... además está ese otro asunto", recordando los disparos que se dejaron escuchar durante las últimas tres noches, señaló.
"De acuerdo. En las calles aún hay muchos idiotas deseosos de problemas, y créeme, una mujer en tu estado es aún más vulnerable que cualquier otra", él dijo.
De esa forma ambos salieron a la calle y como ya había sucedido otras veces, a su paso iban atrayendo las indiscretas miradas, pero a ella poco le importó lo que sus vecinos llegaran a murmurar.
"Si lo deseas, a la hora de salida puedo pasar por ti", esperando no ser invasivo con su privacidad, sugirió para que fuera ella quien decidiera por los dos.
"Por favor, coronel. Espero y no piense que soy una carga", avergonzada bajó un poco la mirada.
"Por supuesto que no lo eres"
"Gracias, coronel"
Ambos continuaron avanzando en silencio, hasta que en la cercana distancia contemplaron el edificio que había sido acondicionado para tal propósito y el cual era custodiado por dos oficiales.
"Es aquí", ella señaló.
"Bien, cuídate"
"Lo haré, coronel. Muchas gracias", ella replicó e ingresando al lugar, saludó a los viejos y nuevos colegas, luego se dirigió al sitio que funcionaria como su aula.
Contemplando las improvisadas sillas y mesas de trabajo que habían sido preparadas para sus pequeños alumnos, se sentó en su sitio a la espera de que llegaran.
Observando su vientre y sintiendo como su hijo se movía con vivo animo, sonrió con evidente alegría. "Algún día, cuando seas mayor, seré tu profesora"
(Oficina del gobierno provisional)
Ante los últimos informes recibidos, con una mueca de hartazgo el general Volkov negó con la cabeza.
"No me queda de otra", expresó arrojando a un lado los expedientes.
"¿Cree que es lo más conveniente?", también muy pensativo cuestionó el coronel Pavlov.
"Desde luego que sí", contestó no muy seguro de que su decisión en algo cambiará lo que estaba sucediendo. "En las últimas dos semanas tres de nuestros hombres han muerto por disparos a consecuencia de disputas causadas por el alcohol o porque estaban bajo su influjo, así que a partir de hoy no se les proporcionará como se ha venido haciendo"
"¿Y no resultará más problemático de lo que ya es?, los hombres tratarán de conseguirlo a toda costa y habrá quienes recurrán a la ilegalidad"
"Lo intentaremos y si nos da más problemas de los que ya tenemos, entonces tendremos que buscar otra estrategia", llevándose las manos a la cabeza, cansado cerró los ojos.
"Debo recordarle que en un par de semanas llegarán los hombres de Mikjailov", señaló Pavlov.
"¡Demonios!, casi me olvidó de ese asunto. La orden también aplicará para ellos. Cero alcohol para nuestros hombres, de igual modo cero alcohol para los civiles", concluyó.
(En el jardín de niños)
Con tortuosa lentitud los minutos transcurrieron convirtiéndose en una hora y el aula seguía vacía.
Y fue ante el silencio que todo lo dominaba, que Michiru bajó la mirada. "¿A quién le voy a dar clase, si quizás en la ciudad no queda ni un niño?", recordando las infantiles risas de sus pequeños y traviesos alumnos, imposible le fue no entristecerse. "Mi padre siempre decía que era muy afortunada porque ellos no irían a la guerra, pero se equivocó. La guerra vino a buscarlos", perdiendo toda esperanza, dejó que por sus mejillas un par de lágrimas resbalaran. "De la noche a la mañana esta ciudad que alguna vez fue hermosa, se convirtió en una ciudad de viejos, pero sin importar como hayan sido concebidos, pronto comenzarán a nacer niños que le devolverán la alegría"
De pronto la improvisada puerta se abrió, produciendo un chirriante sonido que dio paso a un asustado chiquillo.
"Hola", titubeante y sin saber con que se iba a encontrar, saludo.
Y fue ante su tierna voz que la aguamarina levantó la mirada, encontrándose con la del pequeño pelinegro.
"Hans", emocionada se puso de pie.
El niño sonrió y dejando que el llanto lo embarga, corrió hacia ella para abrazarla. "Profesora Michiru, pensé que algo le había ocurrido"
"Estoy bien y me alegra mucho que tú también lo estés", abrazándolo, también dejó que el llanto brotará, luego se inclinó un poco para besar su mejilla. " Si, aún hay esperanza"
El niño se limpió las lágrimas y contemplándola con vivo interés, sonriendo señaló; "Va a tener un bebé, ¿Verdad?"
"Si", replicó contenta.
"Mamá también, pero dice que si papá regresa se va a molestar mucho con ella... no sé porque si todos quieren a los bebés", aún sin entender que tan complicado puede llegar a ser el mundo de los adultos, de forma ligera Hans se encogió de hombros.
"¿Sabes dónde están tus amiguitos?"
Él negó con la cabeza y luego se fue a sentar.
"Esperemos un poco, ojalá y lleguen más de tus compañeros", no permitiendo que la tristeza volviera a consumirla, expresó.
(Banco central)
Y tal y como el general Volkov se los hizo saber, ese día muchos de esos hombres y mujeres recibieron parte de su paga por el servicio prestado.
Así pues el rubio tomó lo que le correspondía y guardándolo lo mejor que pudo, comenzó a recorrer las principales avenidas sobre las cuales ya habían comenzado a funcionar algunos comercios.
"Aún es imposible conseguir muchas cosas, pero espero encontrar algo de lo que busco. De esa forma no tendré que decirle a Fiódor", recordó lo que hacía varias noches ella le pidió.
Y fue luego de buscar en varios escaparates que ingresó en uno de los establecimientos, haciendo sonar las tintineantes campanillas que de la puerta pendían.
Acudiendo a su llamado, una mujer mayor se hizo presente. "¿Qué desea?", cuestionó contemplandolo con cierta desconfianza y pensando que quizás iba a robarle, o ha hacer algo aún peor. Pero había que darle la razón, su tienda había sido saqueada por esos hombres durante los primeros días de asedio.
Al encuentro también apareció un hombre mayor y viendo que se trataba de un soldado, se dirigió a su mujer; "Sabes que hacer, ve y ocultate", murmuró temiendo que estuviera ahí para reclamar algo más que lo material.
Haruka, absorto en sus pensamientos, no le prestó atención.
"¿En qué le puedo ayudar?", luego de aclararse la garganta, temeroso el hombre cuestionó.
El rubio se volvió y con esa sonrisa que se dibujó en sus labios, dejó en evidencia la alegría de la que era poseedor. "Voy a tener un bebé y...", mostrándole que llevaba dinero y no estaba ahí para robarle ni mucho menos para herirlos, no alcanzó a decir.
Ante lo extraño que le resultó la petición del soldado, el hombre frunció el entrecejo y de forma abrupta interrumpió; "¡Ah!, por favor venga por aquí", mostrándole el camino, le ofreció lo poco que tenía. "Algún día estos demonios se irán, dejándonos sumidos en la vergüenza y con la carga de sus hijos", pensó.
"Me llevare esto y eso", importandole poco o nada lo que de él llegara a pensar, Haruka señaló los preciosos objetos.
(En el preescolar)
La clase finalizó hacia la hora señalada, siendo que tan solo fueron cinco niños los que se presentaron.
Así pues y sentados fuera del edificio, la aguamarina y Hans aguardaban. Él por su madre que se habia retrasado, y ella por su amado coronel.
"Ojala y mañana vengan mas de tus compañeros", evitando pensar fatalidades, la joven expresó esperando que estuvieran bien y que fuera algo sin importancia lo que los hubiera hecho no presentarse.
Por su parte y muy desconfiado, Hans observaba a esos extranjeros soldados que iban y venían en todas direcciones, pero tampoco hay que culparlo, había sido testigo de su crueldad.
"Manténgase cerca de mí, si esos hombres la ven conmigo no se atreverán a hacerle daño", el niño, tomando una actitud valiente, murmuró.
Y fue ante lo inocente de sus palabras que Michiru sonrió. Luego observó que por la acera de enfrente y con dos paquetes bajo el brazo, el coronel se dirigía en su dirección.
"¿Hace mucho que esperas?", cuestionó una vez que se encontró con ella.
"No, coronel", ella replicó.
"Deja que yo lleve esto por ti", amable Haruka ofreció, tomando los libros que ella cargaba.
Y fue ante el ligero toque de manos entre el rubio y la aguamarina, que furioso Hans negó con la cabeza e inclinándose un poco, tomó un par de rocas. Luego le arrojó una al coronel, la cual lo golpeó cerca del hombro.
"No toque a mi maestra, aléjese de ella", a gritos ordenó.
Por su parte Haruka le dedicó una mirada poco amigable, pero viendo que tan solo se trataba de un inofensivo niño, no objeto. "Tiene la edad que mi pequeño Fiódor tenía cuando…", imposible le fue no pensar en su hijo.
Ante su acción y temiendo que llegara a reprenderlo, Michiru negó con la cabeza, interponiéndose entre Haruka y el niño.
"Por favor perdonelo, coronel. Tan solo es un niño que está asustado... Está bien, Hans. Lo conozco, además es el papá de mi bebé", ruborizada señaló.
El niño, aún muy desconfiado, frunció el entrecejo, sujetando con fuerza la roca que le quedaba.
"No tienes porqué tenerle miedo, él es un hombre bueno. Jamás me haría o te haría daño", agregó la joven.
Escucharla referirse a él como un hombre bueno, además de que lo reconociera como el padre de su hijo, fue algo que al rubio sonrojo.
"Esta bien", relajando sus miembros el chiquillo bajo la guardia e hizo a un lado la roca. "Ahí viene mi mamá", corriendo en dirección a ella, contento expresó.
"Te veo mañana, no olvides hacer tu tarea"
"No lo haré. ¡Adiós, profesora!, ¡Adiós, novio de la profesora!", travieso como él solo, a gritos exclamó el pelinegro, atrayendo la mirada de los que estaban cerca de ellos.
Ante lo dicho el rubio y la aguamarina se sonrojaron. De esa forma y muy avergonzados, en silencio emprendieron el camino de regreso.
"Lo lamento mucho, coronel. Hans no debió golpearlo", creyendo que debía estar furioso, un par de minutos después murmuró.
"Está bien", él contestó.
Fue así que luego de un par de calles más ingresaron en el hogar de los Kremer.
Colocando uno de los paquetes sobre la mesa, Haruka se aclaró la garganta. "Hoy recibí una parte de mi pago y pase a comprar algunas cosas. Espero que sean de tu agrado"
"Muchas gracias", ella lo abrió y entonces se quedó sin aliento. "Son..."
"Cosas para el bebé", dijo tratando de ahogar en su pecho la emoción. "También traje esto", agregó colocando sobre la mesa los alimentos. "Aún no hay mucho que comprar, pero al menos lo que se consigue es de mejor calidad que las raciones"
"Es verdad", maravillada por los encajes y las tiernas formas de aquellas diminutas prendas, no supo qué más decir.
"Tú también necesitas cosas, pero no puedo ser yo quien las traiga. Así que cuando lo desees puedes ir a comprarlas"
"No sé que decir, coronel", ruborizada murmuró.
"No hace falta que digas nada. Ahora debo volver al trabajo", replicó avanzando hacia la salida.
"No sé como más agradecerle todas sus atenciones"
"No es necesario… volveré a la hora de siempre"
La puerta se cerró detrás de él, dejando a una muy pensativa mujer; "¿Será que detrás de sus buenas acciones oculta algo más?... ¿Será que él me quiere y prefiere demostrarmelo de esa forma antes que admitirlo abiertamente?"
(En la clínica)
Hacia la hora tan acostumbrada la puerta se abrió, dando paso al ya bien conocido oficial.
"Creo que no hace falta que diga para qué estoy aquí, ¿Verdad?", juguetón se dirigió a la rubia mujer.
"Para nada", replicó Mina sin saber si debía llorar o reír ante la insistencia y estupidez del castaño.
"Entonces con tu permiso", dejando sobre su escritorio la correspondencia, el sujeto abandonó el lugar.
"Veamos que es lo que quiere este idiota"
Y como siempre, se trató de una carta en la que le demostraba todos sus afectos, además de volver a hacerle cierta petición a la que por supuesto ella no accedería.
"¿Lo de siempre?", cuestionó la cirujano al mismo tiempo que tomaba los expedientes.
"Si", contestó y acto seguido la hizo añicos.
"Deja de darle la importancia que ese sujeto busca, mejor dime ¿Ya fuiste por tu paga?"
"Aún no, lo haré luego"
"Lo mismo pienso hacer, ahora tengo mucho trabajo", contestó y luego se dispuso a instruir a los pasantes de medicina que le habían asignado.
(Casa de los Kremer. Esa noche)
Michiru, quién había ocupado el escritorio del estudio, preparaba su clase.
"Esta tarde ya no pudimos hablar, ¿Qué tal estuvo tu día?", de pie en el umbral de la puerta, él preguntó.
"Pensé que nadie iría hasta que llegó Hans, el niño que conoció", ruborizada a consecuencia del comportamiento del pelinegro, expresó. "Luego llegaron otros cuatro", contenta porque era mejor tener pocos alumnos a ninguno, añadió.
"Me alegra mucho verte tan animada", acomodándose el cabello que cayó por su frente señaló. "Hay que reconocer que dentro de lo que cabe, esta sociedad está regresando a lo que antes fue"
"Hay mucho trabajo por hacer, tanto con los niños como con los adultos... muchos de ellos aún siguen hablando sobre la guerra y ese hombre... costará mucho despojarlos de esos ideales"
"Lo que él provoco es algo que no debe repetirse, aunque nunca faltará quien desee meterse en problemas"
"Esperemos y no… Coronel, quería decirle que Hans siempre ha sido un buen niño, pero luego de lo sucedido es comprensible que esté asustado y haya actuado así",.dijo y luego su rostro dio paso a una mueca de dolor.
"Entiendo...¿Estás bien?"
"Si, contestó llevándose una mano al vientre. "Por favor, venga"
"¿Estás segura?, ¿Te duele?"
"Todo está bien", tomando la mano de su amado, la atrajo hacia su vientre.
Y apenas la colocó, también frunció el entrecejo. "Creo que..."
Michiru asintió,dejando escapar una ligera risa; "Lo sé, es muy fuerte, ¿Verdad?"
"Lo es", emocionado Haruka contestó sintiendo por primera vez como su bebé se movía. " ¡Vaya!"
(Lejos de ahí)
Mientras tanto, en vano había esperado a que la rubia acudiera a su cita, así que dándose la vuelta, cabizbajo Nicolás comenzó a alejarse. "Estoy seguro de que mañana si vendrá"
Notas de autor;
Feliz navidad a todos!!!
Michelle; A decir verdad Lita se tardó mucho en ser clara con ellos, aunque no es tarde porque ellos mismos comenzaban a aceptar que él no volvería.
Kaiohmaru; Amy y Michiru vuelven a ser amigas, así como alguna vez lo fueron. Y es bueno que poco a poco todos los personajes se vayan conociendo, así veremos qué tanto cambió su relación desde su última reencarnación.
Isavellcota; Es bueno que Mina y las demás hagan amigos fuera de lo que ya conocen, por ejemplo ella y Reí, que aunque las separa la distancia, el idioma y lo que pasó, pueden llegar a confiar la una en la otra.
Kyoky; Me alegra mucho que te tomarás el tiempo de darme una visitada antes de las festividades, gracias. Si Mina se abriera y fuera sincera con Reí sobre lo que está haciendo Nicolás, afectaría esa relación de confianza que nuestra pelinegra ha empezado a construir, pero al mismo tiempo no puede ocultarselo, es mejor que se mantenga neutral.
