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Digimon no pertenecer lalalala
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LA AMIGA DE ISHIDA-SAN
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Abril 2002
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La chica la observa mientras habla con él. Comparte aula, pero no consigue recordar su nombre Take... Dake… ¿nichi?… El de él sí lo conoce: Ishida Yamato. Ha montado una banda recientemente "The Teen-Age Wolves". Sin compartir aula, ni palabra, lo estuvo observando durante todo el primer año. Se dio cuenta de que no se relacionaba con mucha gente, en cuanto a chicas, prácticamente solo con aquella pelirroja ¿nuchi?… ¿nochi? Aquella pelirroja que, esta primavera, los kamis habían hecho que compartieran aula. Sonríe.
—¿Te das cuenta Yamato? —dice una última vez Sora, emocionada—, los vamos a volver a ver.
Se despide con una enigmática sonrisa para la chica que la observa. Una sonrisa que Yamato, en cambio, entiende a la perfección. Una sonrisa feliz que él devuelve antes de alejarse con el bajo a la espalda.
Tuchi… tichi… tochi…. Sora se aleja y la chica la asalta.
—¡Takenouchi-san! —Ha tenido una revelación.
Sora, ensimismada en sus pensamientos, en las novedades de aquel día especial, da un respingo al hallarse a aquella chica frente a ella. Es de su aula, pero es incapaz de recordar su nombre en aquel momento. Le regala una sonrisa incómoda.
—¿Sí?
—Ese chico… —Sora pestañea perpleja. No parece para nada afectada del hecho obvio, por su expresión, de que no recuerde su nombre. Sigue su mirada—. ¿Eres su amiga?
—¿De Yamato? —murmura Sora. El susodicho ya ha desparecido tras el muro.
—Le llamas por su nombre y sin honoríficos —Sora gira a ver a la muchacha. Su rostro sorprendido como si hubiera dicho una blasfemia. Su rostro que de repente brilla—, ¿tan cercanos son?
—Ah… oh… —La sorprendida ahora es Sora por su repentino cambio de tono. De horror a emoción absoluta. Traga, barajando las posibilidades, pero finalmente opta por lo honrado. Pues no tiene nada que ocultar, mucho menos una amistad tan valiosa como aquella—. Fuimos a la misma primaria y somos vecinos también y… compartimos un vínculo irrompible y eterno gracias al Digimundo… y…. y somos amigos, sí, cercanos.
La chica se muerde los labios, gira sobre sus talones, da un pequeño saltito de felicidad.
—¡Genial!
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Julio 2002
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—¡Sora-san!
La chica toma del brazo a Sora. Es el último día de clases antes de las vacaciones de verano. Como siempre cuando esa chica la asalta, Sora no puede evitar sentirse a la defensiva. Ha notado, desde el primer día de clase, que sus asaltos y su cada vez más confianza es siempre por el mismo tema. Y ese es…
—¿Podría pedirte un favor?, como tú eres tan amiga de Ishida-san, supongo que no te resultará difícil.
—Bueno… —Intenta resistirse Sora. No se siente cómoda en esta posición.
La chica aprieta más su brazo, aparentemente con cariño, aunque Sora, en realidad, se siente atrapada.
—Tiene un recital para inaugurar las vacaciones de verano, pero mis boletos están en un fila muy alejada, ¿podrías conseguirme en primera fila?
—No sé…
—¿No? —La chica hace un mohín decepcionado. Afloja su agarre. Ve a Yamato parado en la puerta, despidiéndose de unos chicos. Sonríe—. ¡Ahí está!, ¡pídeselo!, ¡en primera fila!
La empuja, Sora no reacciona al momento. Intenta buscar a la chica, pero ya se ha escondido. Conociendo su proceder seguro que la está observando. Suspira apesadumbrada dirigiendo la mirada a Yamato, el cual también la está mirando a ella. Saluda con una sonrisa al alcanzarlo.
—¿Vas a casa?
No esperaba la propuesta de Yamato. No ha hecho planes en este último día tampoco.
—Sí, claro.
Camina a su lado, mientras observa de reojo en busca de la chica. No la ve y muy pronto ella tampoco la vera. De alguna forma, le hace sentirse aliviada.
—¿Todo bien?
Yamato devuelve a la realidad a Sora. Tan expresiva, su rostro seguro estaba siendo un poema. Niega para no preocuparlo, mientras debate en su mente que hacer. Finalmente se rinde.
—¿Puedo pedirte un favor?
—Claro.
El tono despreocupado de Yamato la reconforta de alguna manera.
—Hay una chica en mi aula que va a tu recital y le gustaría tener un boleto en primera fila.
El mutismo de Yamato preocupa a Sora por unos instantes. Lo mira de reojo. Con la mirada al frente su expresión se mantiene neutra, hasta que la enfoca. Y Sora traga con nerviosismo. De repente se siente enrojecer.
—Ningún problema, ¿eso era todo? —Yamato hace una mueca divertida—. Puedes pedirme este tipo de cosas siempre que quieras, no te agobies.
Definitivamente Sora esta roja, lo nota por el calor de sus mejillas, por su estómago revuelto. Baja la mirada.
—No quiero parecer una amiga aprovechada… ya sabes, soy amiga de Ishida-san y puedo conseguirte las mejores entradas para sus recitales —dice imitando un tono engreído, mientras mueve la cabeza con superioridad.
Aprieta los labios al escuchar la risa de Yamato. Lo vuelve a mirar de reojo.
—¿Qué hay de mentira en ello?, eres mi amiga, siempre puedes conseguir los mejores sitios en mis conciertos.
—Ya… gracias.
Se siente tonta en es ese momento. Se siente cohibida también. La risa de Yamato, así como su mirada, revuelve de una manera extraña todos sus pensamientos. Es raro, pero le gusta.
—¿Y que hay de ti? —Yamato se detiene. Sora lo hace con él. Lo mira extrañada—, ¿vendrás?
Su tono se ha vuelto tímido, con un ápice de inseguridad que se siente tierno. Asiente por inercia, en realidad, era probable que fuese, todavía no lo había decidido. Pero si Yamato se lo pide de aquella manera, le resulta impensable no acudir. La sonrisa de él se vuelve radiante, mientras retoma el camino.
—En primera fila.
—¡No es necesario! —Le sigue Sora apurada.
Yamato ríe. Sora ríe con él.
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Diciembre 2002
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—¡Sora-chan!
Sora acelera sus movimientos recogiendo su bolso para poder salir del aula lo más pronto posible. Ya es tarde, aquella chica recogió antes que ella y bloquea su paso a la salida. Sora inspira tratando de relajarse, tratando de contenerse también. De resultar lo más cordial posible. Estar cerca de aquella chica interesada siempre le ha resultado incómodo, pero últimamente la sensación es todavía peor. Siente una extraña mezcla de culpabilidad y resentimiento hacia ella. Es algo que no puede controlar, algo que se enciende cada vez que ella menta a Yamato, o como ella le dice, Ishida-san.
—¡Tengo que pedirte un favor súper importante!
Ella le ruega con las manos juntas en las que mantiene un sobre. Sora siente su estómago revolverse, siente incluso nauseas. Tiene un mal presentimiento.
—¿Puedes darle esto a Ishida-san de mi parte? —Le entrega el sobre mientras se asoma a la ventana. Observa a Yamato junto al muro—. Está ahí, esperando.
La chica se muerde el pulgar claramente nerviosa. Sora observa por la ventana a su amigo, observa a la chica que no aparta la mirada de él, observa el sobre. Se siente mareada con él en la mano, hasta que, finalmente, toma una decisión.
—No puedo, debes entregarlo tú.
La chica, no acostumbrada a que Sora le negase nada en cuanto a Ishida-san se trataba, tampoco es que le hubiera pedido nada más, la mira asombrada.
—¿Cómo?
Sora baja la mirada, con el sobre tendido.
—Si es una confesión debes entregársela tú. Es lo justo.
La chica se sobresalta horrorizada.
—¡Pero ni siquiera sabe quien soy!, ¡no tendré posibilidades! Ishikawa, del C, se confesó hace un mes y Ishida-san no le dio opción a nada, pero si tú, su amiga, se lo das y le hablas de mí, seguro que te hará caso.
Sora agita la cabeza ante tal información. Sabía que Yamato era popular, pero no sabía que ya le hubiesen empezado a llegar confesiones. El agobio en su interior empieza a incrementarse, manteniendo el sobre tendido a la chica.
—No puedo hacer eso, lo siento.
Unos segundo sin reacción, hasta que siente que la chica le arrebata el sobre de manera brusca.
—Te crees especial, ¿cierto?… tú… la amiga de Ishida-san, que lo llama por su nombre y camina con él a casa tan tranquila… ¡lo quieres solo para ti, ¿verdad?! Si no hay más chicas a su alrededor, tú siempre serás la única… ¡pues bien!, ¡observa atentamente como te lo arrebato!
Sora mantiene la cabeza baja, mientras escucha los pasos de la chica. De alguna forma, se siente abofeteada, ¿hay algo de cierto en lo que ha dicho aquella chica?, en su interior, sabe que la respuesta es sí.
Se asoma al ventanal, viendo a la chica dirigirse con paso firme hacia Yamato. Al estar cerca de él su caminar se hace más modoso, mientras extiende sus brazos diciendo algunas palabras. No lo aceptes, no lo aceptes, no lo aceptes.
Se siente horrible mientras conjura aquel mantra, pero más horrible siente la posibilidad de que Yamato lo acepte. Acepte a otra chica antes de que ella haya tenido el valor para hacerle su propia confesión. Siente alivio al ver a Yamato torcer la cabeza, sin sacar las manos de los bolsillos en ningún momento. Siente remordimientos también al ver a la chica arrugar el sobre y alejarse.
—Sora
Da un respingo al escuchar su voz. Tras la malograda confesión, Sora había permanecido unos minutos en el aula, por lo que nunca imaginó que Yamato continuara contra el muro. No se atreve a enfocarlo, sí mira a su alrededor en busca de la chica. No quiere que la vea. En realidad, estaría bien tan solo desaparecer aquella tarde. Pero Yamato, a su lado, no tiene intención de permitirlo.
—¿Vas a casa?
Ella encoge los hombres, dice un apagado "sí". Caminan en silencio.
—Lo siento —Rompe el silencio Yamato. Su tono es triste. Su mirada es triste, lo que alarma a Sora, que por fin lo enfoca.
—¿Por qué?
—Siento mucho que ser mi amiga te traiga problemas.
—¿Problemas?
Yamato encoge los hombros, no queriendo abordar en profundidad el tema. Sora entiende que aquella chica, tras su rechazo, seguramente tuvo alguna palabra poco bonita hacia ella. Sin embargo, lejos de producirle amargura lo que le produce es un genuino enfado.
—Me da igual. —Yamato la mira. Le sorprende su ceño fruncido—. Eres mi amigo, nunca voy a alejarme de ti.
Y esa inesperada determinación maravilla a Yamato que sonríe relajado. Enamorado.
—Gracias.
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