¡Qué tal estáis! He vuelto a esta plataforma para traerles a ustedes una nueva historia, en esta ocasión, de mi ship favorito, como lo es Boomer y Bubbles, quienes desatan en mí el más intenso y poético romance, al menos en mi cabeza suena así, jajaja, puede a ustedes os parezca una simple y burda historia, pero, en lo personal, esta me ha gustado de principio a fin. Espero que podáis sentir cierta alegría al leer el desarrollo de esta historia. A diferencia de mi anterior entrega, no he de tardar tanto en actualizar, es una promesa.

Esta historia consta de prólogo, cuatro capítulos y un epílogo, dando así un total de seis partes.

Por favor, disfrutad.

Basado en "Only ones who know" de Arctic Monkeys.

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SOLO CONTIGO
fue genuino

OO

"In a foreign place, the saving grace was the feeling
That it was her heart that he was stealin'
Oh, he was ready to impress"

Bubbles cepilla su cabello con suavidad y ligereza, parecía estar embelezada por lo que proyectaba su espejo, cuando en realidad solo se estaba dejando llevar por sus pensamientos. Esa noche del 23 de diciembre debía salir al encuentro con alguien a quien realmente no puede corresponder sus sentimientos. Ese hombre le hubo rogado por una última cita, y ella, intentando no sucumbir a su condescencia, terminó rindiéndose ante ella, puesto que no se sentía bien al romper la ilusión de las demás personas, incluso si eso implicaba el terminar con sus propios deseos y anhelos.

Producto de sus decisiones es que siempre accede a las citas más engorrosas y embarazosas, pero al menos no terminaba siendo la mala de la historia, ya que después aquellos podían decir que ella era la aburrida. Mientras no dañara a otros, todo estaba bien.

"Puta" y "fácil" han sido las palabras que dicen aquellas que no conocen lo denigrante que eso significa viniendo de otra mujer; los comentarios machistas abundaban, pero aquellos dichos por el propio género femenino dolían diez mil veces más. Pero Bubbles intentaba verse calmada, evitaba dañar a otros, lo que los demás pensaran era algo que le afectaba directamente a ella, no a un prójimo.

—Las que te llaman así tienen otro nombre, ¿sabías? Creo que es más ofensivo que "puta" —le decía Buttercup que estaba recostada en la cama de su hermana leyendo uno de los libros de su otra hermana.

—No tienes que caer en ese juego —replicaba Bubbles antes de dejar el cepillo sobre su tocador—. No tienes por qué ofender a los demás.

—Tienes razón, después de todo, las pick me se ofenden con su sola existencia.

Veinte años tenían las hermanas, y disfrutaban tanto de la vida como se los permitía la sociedad, aquella que las juzgaba en lo mínimo que hacían o no hacían. Esa es la vida de las mujeres, estén o no en el ojo público.

—¿Estás lista? —preguntó Buttercup sentándose en la cama y dejando el libro a un lado.

—Sí, me queda retocar un poco el maquillaje y ya podré salir.

—Blossom está terminando de arreglarse para también ir contigo. Vamos a estar a un par de mesas de distancia, ni creas que te dejaremos sola con ese cuarentón.

—Buttercup, sabes que solo tiene veintisiete.

—Parece un octogenario.

—Por favor, no me hagas esto más difícil. Ya sabes que no me gusta hacer sentir mal a alguien que solo alberga sentimientos lindos por mí.

—Si así fuese el caso, sería más cuidadoso con las palabras que ocupa cuando se refiere a ti.

Bubbles sabía a lo que se refería, pero prefirió no seguir con el tema, eso solo la acongojaba y ya estaba llegando la hora de salir. Ella sabía perfectamente que el bar escogido solo era la fachada, puesto que, coincidentemente, junto a ese bar, había no solo uno, sino que alrededor de tres moteles en donde ese hombre intentaría probar suerte. Buttercup y Blossom lo sabían, por eso asumieron sus responsabilidades de hermanas mayores y le avisaron que asistirían con ella para evitar que cualquier cosa indeseada le ocurriese. La puerta de la habitación se abrió y una pelirroja vestida de negro entró.

—Ni loca dejaré que ese imbécil ponga un solo de sus cochinos dedos sobre ti.

Blossom se había preparado para la ocasión, y si bien en opinión de Buttercup, llama demasiado la atención, en especial con su llamativo cabello pelirrojo liso y sus labios maquillados de un potente color rubí, Blossom no iba a dar su brazo a torcer, estaba tan emocionada por cómo le quedaba ese suéter con cuello alto que no pensaba sacárselo hasta terminar la velada.

—¿Estás lista? —preguntó Blossom ante el silencio de su hermana.

—Solo me falta la máscara de pestañas.

—Bien, Buttercup, vamos a pedir el auto, y deja el libro de donde lo sacaste, llevas leyéndolo por tres semanas y, por lo que veo, no has pasado de la página veinte.

Bubbles volvió a quedar sola en su habitación, escuchaba que sus hermanas discutían por los pasillos, y solo le quedó reír. Se llevaban bien, pero las discusiones entre esas dos eran constantes, por pequeñeses, aunque nunca han llegado a enojarse en serio. Ella las adoraba, y ellas de vuelta, por eso estaba agradecida de que en esta ocasión pudieran acompañarla.

No quiso demorar más, se puso una tenue capa de maquillaje, se puso de su perfume de vainilla y tomó su bolso. Iba a terminar rápido con esa indeseable velada.

Esa noche, Bubbles salió con desánimo y poca motivación, sin tener en cuenta de que el encuentro de su vida estaba pactado bajo las estrellas que no se dejaron ver en esa velada.

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A Boomer y sus hermanos les fue concedido un permiso para ausentarse y así poder pasar una noche de fiesta. Completamente ilusionado, salió en compañía de Butch y Brick hacia la diversión noctura en pleno invierno. Qué importaban las bajas temperaturas, en el club siempre hace buen clima.

No siempre se podrían dar el lujo de no trabajar, así que qué mejor que tomar ese permiso laboral antes de Nochebuena y Navidad, así tendrían dos noches libres. Fiesta y buenos ratos acompañados de una nieve débil. La vida de la ciudad era distinta cuando el cielo estaba cubierto, el viento era frío y la amenaza de nieve iba creciendo conforme pasaban las horas.

El frenesí de las fiestas de fin de año también traían consigo el cese de la vida nocturna para algunos que estaban estresados con otras cosas, pero no para Boomer y sus hermanos. Disfrutaron de un ponche de huevo, luego de esos dulces de menta, hasta que tuvieron el valor suficiente para entrar al club que tanto les había estado llamando la atención, hacía meses, incluso. Habían quedado con las ganas de disfrutar dicho local después de tener una mala experiencia en su fiesta de Halloween.

Pero antes de entrar, Brick y Butch decidieron que era momento de hacer una pequeña parada. Boomer sabía que los excesos no eran algo de los que sentirse dichosos, mucho menos orgullosos, sin embargo, creciendo en un ambiente carente de cuidados, no tenía escapatoria definitiva, al menos al principio; incluso así, no podía culpar a sus hermanos por querer compartir un poco del cigarrillo divertido que estaban consumiendo. No era nada fuerte, pero seguía siendo de dudosa procedencia.

Qué va, ni que él se hubiese negado a darle una calada.

Una vez dentro del antro, el sudor se apoderó de su cuerpo. Bailer, sudor y un par de lágrimas producto de la emoción. Dios, qué bien lo estaba pasando, saltaba y revoloteaba; bailó con una chica, luego con otra, un chico se le acercó y no, no lo alejó. En la mente de Boomer, no iba a negarse a los placeres que se le estaba ofrenciendo, al menos por una noche.

Dios, ¿desde cuándo él era tan bueno para bailar y socializar?

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Amaneció, entonces, y un 24 de diciembre le daba los buenos días. Boomer debía ir a trabajar para cumplir con su turno antes de tener otra noche libre. Se sentó en la cama luego de apagar la alarma. Sobó sus ojos y comenzó a abrirlos con detenimiento, como lo hacía cada vez que despertaba. Algo en el ambiente no le sentaba bien. No se sentía mareado, no bebió tanto alcohol anoche, pero sí sentía mucha hambre, además, el cuerpo le dolía, como si hubiese hecho demasiado ejercicio.

—Cuánto bailé anoche —exclamó en un susurro para sí mismo.

El aroma de la habitación no le resultaba familiar, había una predominancia de un dulce perfume, como a galletas o leche tibia, no podía identificarlo con claridad, y él sabía que en su casa no consumían de esas cosas. Fue entonces cuando abrió los ojos por completo y pudo mirar a su alrededor. Todo el sueño que podía estar dominando su cuerpo se esfumó en ese instante.

No era su habitación, la de él no era tan espaciosa como para tener un escritorio y un tocador, sus paredes no eran blancas ni mucho menos tenía cortinas tan caras en una ventana tan grande. ¿Dónde mierda estaba?

Fue entonces que escuchó la suave respiración de alguien a su lado.

—¿Qué hora es? —preguntó una tierna voz femenina. La chica con la que había pasado la noche había despertado.

—Las cinco —respondió con dificultad, no quería entrar en pánico.

La chica se removió entre las sábanas, pero luego se sentó con rapidez y ambos se miraron a los ojos, conscientes de su estado, de su sitación, y de la carencia de sus ropas.

—¿Boomer? ¿Qué haces en mi...?

—Yo podría hacerte la misma pregunta, ¿por qué me trajiste a tu habitación, Bubbles?

Ninguno de los dos podía hablar, no sabían qué decir, solo tenían una pregunta en mente: ¿Qué mierda pasó anoche?

"En un lugar extraño, la gracia salvadora era el sentimiento
De que era su corazón lo que estaba robando
Oh, él estaba listo para impresionar"

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Espero que os guste este prólogo. Volveré más pronto de lo que piensan con el primer capítulo.

¡Felices fiestas!