La calma antes de la tormenta.

—Luna

Pansy y la rubia seguían tumbadas en la cama. Habían decidido dormir juntas ya que pasaron horas hablando y, pese a que lo había intentado, Pansy no había conseguido que le contara qué era lo que estaba mal.

—Aun no puedo creer que no me llamaras cuando Rolf… ¿Por qué no viniste a casa? —preguntó dolida.

—Cuando… —inspiró hondo —cuando murió, tú estabas en Budapest vendiendo tus obras.

Ella frunció el ceño, pensando.

Era cierto, durante un mes había recorrido varias ciudades europeas con su corredor de arte, un anciano mago escocés, grande como un pino, que había descubierto las pinturas y esculturas de Pansy un día por casualidad y, desde entonces, se había dedicado a retomar su antigua profesión únicamente para ayudarla a alcanzar el cielo con sus obras.

Pansy le adoraba, veía en él el padre que nunca había tenido.
Gracias a Connor había podido vivir de lo que más le gustaba en el mundo, de aquello que había sido sólo un hobbie durante toda su vida. Además, su madre siempre le había desalentado a mejorar, alegando que era una pintora mediocre y una escultora pésima, por eso, cuando Connor MacKinnon le dijo que sus obras debían exponerse en los mejores museos del mundo mágico y muggle, ella no lo creyó.

Tres años después era feliz dejando que él se encargara de los negocios y le dejara todo el tiempo del mundo para crear obra tras obra, pero en el último viaje Connor se la llevó con él, obligándola a dejar la seguridad de Kilt Rock durante un mes.

—Pero regresé, Luna

—Lo siento, las cosas se… complicaron aquí.

Ella se sentó en la posición de loto y miró a la rubia con cariño.

—Es Theo ¿Verdad?

Pansy conocía los sentimientos que Luna había albergado por su antiguo compañero de casa. En el pasado, tras la guerra, habían pasado muchas noches en vela hablando de todo y de todos y se habían desahogado la una con la otra en infinidad de ocasiones.

—Se me pasará, es solo que he estado muy asustada.

La noche anterior le había contado todo lo ocurrido y le había puesto al tanto de lo que estaba pasando en Londres. Pansy le habló de lo que sucedió cuando Adrian se presentó en Escocia atacando a Hermione en la casa de su antepasada.

—Me cuesta tanto creer lo que ha hecho ¿Adrian? Merlín Luna, lo habría creído posible de Draco pero de él… ¿Y qué me dices de Draco trabajando para una Agencia secreta del Ministerio? ¿No es increíble?

—Creo que todos hemos cambiado mucho ¿Verdad? —susurró Luna —la guerra nos cambió.

—Sí que lo hizo —Pansy volvió a dejarse caer de espaldas sobre el colchón —si Theo no se da cuenta de lo maravillosa que eres es que es un idiota… puede que fuera el único chico de toda mi casa que merecía la pena, pero puedo odiarle por ti —Luna soltó una risita.

—A ti también te costó un tiempo darte cuenta de lo maravillosa que soy, Pans.

—Sí, pero Nott era el más listo de Slytherin, Luna… él debería saberlo ya.

—Estaba enamorado de Hermione.

—¿De verdad? —resopló con incredulidad —pues no creo que a Draco eso le haga mucha gracia, siempre fue extremadamente posesivo y la forma en la que mira a Granger… —alzó las cejas —por mucho que haya cambiado fuimos buenos amigos en el pasado y déjame decirte que nunca le he visto mirar así a ninguna chica antes.

—Sí… es bonito, Draco y Hermione parecen… felices —Luna sintió que la felicidad por su amiga la llenaba de calidez.

—Una serpiente enamorada de una leona ¿Quién lo hubiera dicho?

—Dos serpientes —corrigió la rubia

Aquello hizo que Pansy la mirara con los ojos muy abiertos.

—¿Cómo? ¿Por qué no me has puesto al día de todos estos chismes antes, Luna? ¿De quién hablamos ahora?

—Ginny y Blaise

—¡No! —Se incorporó de nuevo —¿Me vacilas? ¿Blaise Zabini? —soltó una carcajada —¡Lo sabía! En sexto año le dije que sabía que la consideraba guapa pese a lo exigente que ha sido siempre. Espera ¿Y Potter? Creí que estaban prometidos.

—Rompieron.

—Oh, vaya… pobrecillo

—No no, está bien, ellos siguen siendo muy amigos.

Pansy arrugó la nariz y sacudió la cabeza con incredulidad.

—Demasiado Gryffindor para que yo lo comprenda, me temo. ¿Y cómo es que Corazón de Bruja no ha publicado nada aún?

Luna se encogió de hombros.

—Ellos no lo esconden, pero tampoco lo han ido contando por ahí —suspiró cansada —además todo lo que ha ocurrido… la gente está nerviosa. Hablan en susurros, como si temieran que, después de la guerra, todo pudiera volver a comenzar.

—¿Tenemos que levantarnos? ¿De verdad? —preguntó Pansy cuando vio que la rubia se incorporaba y apoyaba los pies en el suelo.

—Tengo hambre —respondió ella con sencillez.

—Está bien —rió bajito —no puedo creer que esté en la casa de Harry Potter —dijo Pansy por enésima vez desde que llegaron la noche anterior.

—Oh vamos, Harry es una persona increíble —dijo Luna mirando de reojo a su prima —de hecho —sonrió con candidez —es también un chico muy guapo.

Vio como Pansy abría un poco más los ojos con sorpresa y tragaba saliva.

—No me he fijado en él —su voz sonó altiva, casi como habría sonado la Pansy de Hogwarts y después carraspeó —es solo que la última vez que le vi yo… en fin —se mordió el labio —digamos que intenté enviárselo al ejército de Voldemort con un lazo ¿Sabes? Me resulta extraño que me deje permanecer en su casa teniendo eso en cuenta.

—Como te he dicho, Harry es una persona increíble.

—Gryffindor —masculló la morena como si la sola palabra escondiera los misterios de la vida y la muerte.

—¿De verdad no te has fijado en lo guapo que es? —preguntó después de un rato Luna con una risita.

—¡Luna! —Pansy sacudió la cabeza —si tan guapo te parece ¿Por qué no te has fijado en él en lugar de fijarte en Nott?

Ella suspiró.

—El corazón tiene razones que la razón ignora —susurró parafraseando a Blaise Pascal.

Pansy caminó por el pasillo hacia las escaleras para bajar a la cocina pensando en las palabras de Luna.

Claro que se había dado cuenta de lo guapo que era Potter. Siempre le había parecido atractivo, con aquel cabello oscuro que parecía desordenado por las manos de una amante, esos ojos verdes llenos de inteligencia y calidez, la forma en la que amaba a sus amigos y lo valiente que había sido desde el día que habían entrado a Hogwarts.

Pero ella no tenía permitido fijarse en alguien como él, Harry Potter era el enemigo, la personalización de todo lo malo para su linaje, sus creencias y su apellido.

Pansy había crecido adoctrinada, estaba programada para odiar a los hijos de muggles, para creer que los no mágicos eran seres inferiores, poco menos que nacidos para ser los esclavos de los magos y brujas que eran quienes realmente debían dominar el mundo.

¿Cómo era posible siquiera pararse a ver a Potter como algo que no fuera el enemigo? Además durante un tiempo Pansy había creído ciegamente en esas ideas, realmente se veía superior a todos aquellos hijos de muggles y mestizos.

Ella era una Parkinson, ella era producto de generaciones de linaje mágico perfecto y puro.

Ella no era nadie en realidad.

Pero había tardado mucho en darse cuenta de aquello.

Sí, Harry Potter había crecido en los últimos años y se había convertido en un auror lleno de seguridad, confianza y madurez.

Pansy había mirado sus ojos en la casa de su bisabuela y lo único que había podido pensar al verlos fue wow.

Pero la atracción física había sido siempre unidireccional, una razón más por la que le había odiado en el colegio.

Porque Harry Potter, nunca, jamás, la miró con otra cosa que no fuera desprecio y asco en sus ojos. Y, si bien era cierto que en esta ocasión no había odio ni rencor en su mirada, tampoco había habido interés o atracción.

Casi rió al pensar en que Potter pudiera verla con interés.

Pero tampoco nadie habría pensado que Draco pudiera enamorarse de Granger, le dijo una vocecita en su cabeza.

La aplastó con brusquedad y entró a la cocina.
Iba a pasar varios días allí, iba a ayudar en lo que pudiera con el asunto de Adrian e iba a regresar a Kilt Rock, a su vida tranquila, a sus obras y a su paz.

Y eso era todo.

—Hola Harry —escuchó decir a Luna.

Cerró los ojos un segundo sintiendo algo extraño en la boca del estómago, algo que no podían ser más que nervios por la incomodidad que sentía al estar en pijama en la casa de la persona que más debería de odiarla en el mundo.

—Hola Luna.

Su voz era más grave de lo que ella recordaba y sonaba ¿Triste?

—Hola —susurró ella con incomodidad, colocándose un mechón de pelo tras la oreja.

Él asintió aunque no dijo nada y el nudo de incomodidad se hizo más apretado.

—Hay de todo ahí —le dijo el auror a Luna señalando un rincón de la encimera en la que había platos cubiertos para guardar el calor, una cafetera, una tetera y distintos tipos de bizcochos y galletas.

—Gracias Kreacher —dijo Luna en voz alta.

Pansy miró alrededor, preguntándose a quién agradecía, pero después de tanto tiempo conociéndola, sabía que podía estar dando las gracias a cualquier ser inexistente e invisible de los que tanto hablaba en sus investigaciones.

Con un encogimiento de hombros mental fue a ayudarla y prepararon la mesa para los tres.

—¿Qué tal ha ido todo, Harry?

Luna se sirvió unos huevos en el plato y cogió una tostada mientras Pansy se servía un poco de té y una magdalena.

—Ha sido complicado —se quitó las gafas para limpiarlas —gracias —dijo de forma automática cuando Pansy le pasó la leche —sabía que Dean no era Dean ¿Sabes? Aun así ha sido díficil todo ese proceso —suspiró, cansado — Han conseguido revertir el hechizo de Viktor y parece estar bien, aunque no recuerda nada. Los medimagos me han dicho que es posible que la amnesia sea debida al mismo hechizo o que sea algo temporal y pueda recuperar la memoria a corto plazo. Nada es concluyente. Se quedará en el hospital durante unos días y seguramente regrese a Bulgaria después.

—¿Y Hermione?

Harry sonrió, una sonrisa irónica y divertida.

—Se fue con Malfoy—y sus labios se curvaron aún más hasta que rió bajito — o más bien Malfoy se la llevó como un cavernícola.

Las chicas le miraron sin comprender.

—Creo que cuando Hermione abrazó a Viktor por tercera vez Malfoy llegó al tope de lo que podía manejar.

Pansy no pudo evitar la risita que se le escapó.

—Te lo dije —miró a Luna con diversión —nunca le había visto mirar a nadie así. Draco Malfoy celoso —sus ojos chispearon de alegría —ojalá lo hubiera podido ver —se sonrojó un poco al ver cómo Harry la observaba con curiosidad, como si fuera un artefacto extraño que nunca hubiera visto antes y tosió para disimular su turbación —tendríais que haber visto como era entonces para entenderlo —puso los ojos en blanco —sé que sabéis como era en general, aristocrático, elitista, presuntuoso, sarcástico… un imbécil, sí —se encogió de hombros con elegancia —como yo misma. Pero él se jactaba diciendo que los celos eran algo demasiado "bajo" para un Malfoy —imitó su voz casi a la perfección —Si piensas que algo de lo que hagas puede ponerme celoso es que eres una estúpida. Pobre Daphne —frunció el ceño —creo que siempre fue la mejor de todos pero con el tiempo se volvió una amargada.

—¿Daphne? — preguntó Harry que parecía descolocado.

—Ella estuvo enamorada de Draco durante toda su vida —Pansy asentía con la cabeza apretando los labios con las cejas arqueadas —él le hizo caso durante un tiempo… nada serio, algunos besos y poco más. Para Draco fue pura diversión pero ella se hizo ilusiones porque él siempre fue muy posesivo y, mientras se liaban por los rincones de la sala común no consentía que nadie se acercara a ella… supongo que todo eso hizo que Daphne viera cosas que no eran. Intentó darle celos en una ocasión y él prácticamente se rió de ella.

—Pensé que erais novios en la escuela —intervino Harry.

Pansy sonrió.

—También nosotros pensamos que Granger y tú…

Él abrió los ojos con sorpresa.

—¡Merlín, no! es mi mejor amiga…

—Sí —ella sonrió —lo entiendo…

Harry sonrió comprendiendo el punto.

—¿No estuvo Draco con Astoria Greengrass antes de Hermione? —preguntó Luna con dulzura —¿Y su hermana seguía enamorada de él?

—No lo sé… pero creo que el "amor" de Daphne ha debido más bien convertirse en odio. No tengo relación con ninguna de ellas, pero si hablo de vez en cuando por lechuza con Millicent que sí mantiene cierta amistad con Daphne y me dijo que la última vez que se vieron ella estaba furiosa con él. No sé el motivo.

—¿Qué vaís a hacer hoy? —preguntó Harry un rato después.

—Yo quería hablar contigo —dijo repentinamente Pansy.

Él la miró con sorpresa.

—He estado pensando en Adrian, en… las cosas que hemos hablado o más bien que él me ha dicho y tal vez pueda ayudar.

—¿Cómo?

—He pensado que sería… interesante, compartir mis recuerdos contigo, que pudieras acceder a ellos ¿Tienes un pensadero? Quizás vistos desde otra perspectiva puedas encontrar algo que te ayude a no sé… encontrarle o saber qué está haciendo.

Harry entrecerró los ojos y la miró con tanta intensidad que la piel de Pansy se erizó.

—No es una mala idea —dijo después de un rato —está bien —sonrió levemente —hagámoslo.

….

Blaise sabía que estaba sonriendo como un imbécil pero le daba igual.

Se encontraba frente a la chimenea de su casa que estaba conectada a la red flu, esperando a que Ginny, que había subido para coger su túnica de invierno, bajara de nuevo.

Porque sí, aquella pelirroja había pasado la noche con él y había sido la mejor noche de toda su maldita vida.

Aún estaba completamente eufórico y no podía quitarse esa estúpida sonrisa de la cara.

Blaise Zabini había hecho de la seducción un arte, de la conquista un juego y del sexo un reto de perfección.

Con Ginny había olvidado absolutamente todo cuanto sabía y se presentó ante ella desnudo en cuerpo y alma. Se conocieron de la forma más profunda y completa, con caricias tentativas y curiosas, aprendiendo todo del otro, sin prisa, buscando la unión más íntima y sincera.

Ella era quien le había seducido a él, quien le había conquistado y el sexo fue el vínculo más natural y legítimo que había sentido jamás.

Como si al unirse algo hubiera hecho clic, dando sentido a todo lo que antes era extraño e insólito.

Después de hacer el amor con ella, porque Blaise era lo suficientemente inteligente para saber que aquello no tenía nada que ver con el sexo y sí con lo que sentía por esa mujer, habían dormido juntos, dejando que el sueño los encontrara abrazados, perdidos en esa pequeña burbuja privada y atemporal.

Nunca había sido así para él con nadie.

Ella era… Ella.

Y eso le acojonaba más de lo que admitiría nunca.

—Ya estoy —Ginny bajaba a la carrera por las escaleras mientras se colocaba la capa y se sacaba el pelo que se había quedado pillado con la prenda de un tirón.

—No hace falta que corras, pelirroja —sonrió ayudándola a liberar el cabello con cuidado —nadie te está persiguiendo.

—No me gusta llegar tarde —ella le miró y, para su más absoluto deleite, se sonrojó levemente.

Blaise rió con alegría y le besó la frente en un gesto de cariño que le sorprendió más a él que a ella.

—Venga, vámonos ¿Lista? —le señaló los polvos flu y ella tomó un puñado en su mano.

Entró en la chimenea y le guiñó un ojo.

—Grinmauld Place número 12 —dijo justo antes de que la llamarada verde se la llevara de allí.

Nada más marcharse la bruja, Blaise la imitó y, después de viajar durante unos segundos apareció en la casa de Potter.

Se limpió su túnica con golpes suaves y ayudó a Ginny a hacer lo mismo.

—Vaya vaya, debí haber apostado con las chicas cuando te vi mirando a Weasley en quinto año.

Blaise abrió y cerró la boca con incredulidad y después clavó sus ojos oscuros en los azules de la mujer.

—¿Pansy? —sacudió la cabeza, incrédulo —¿Qué haces aquí? —miró a su alrededor, como si durante una fracción de segundo pensara que se habían equivocado de dirección —¿Qué haces en casa de Potter?

—Bueno —se frotó las manos con incomodidad y se encogió de hombros —muchas cosas cambiaron después de la guerra.

Ginny la miraba con el ceño fruncido, sin entender qué hacía allí pero sin saber muy bien qué decir ya que aquella chica era, posiblemente, la última persona que habría esperado encontrar en casa de Harry.

—Escuché fue que te habías convertido en una especie de ermitaña —dijo Blaise que había rodeado la cintura de la pelirroja sin advertirlo.

—¿Escuchaste?

—Te has convertido en una artista muy famosa en algunos círculos de Europa —sus labios se curvaron en una sonrisa torcida —tengo uno de tus cuadros en mi casa de la Toscana.

—Gracias —replicó con suavidad, sinceramente halagada. Dejó salir el aire y volvió a acurrucarse en el sillón, en la misma posición en la que estaba cuando ellos habían llegado —Potter está en su despacho, viendo unos recuerdos. Luna se está duchando.

—¿Luna? —preguntó Ginny

—¿Recuerdos? —dijo Blaise —¿Por qué no nos cuentas qué ha sido de ti durante este tiempo y cómo has terminado en Grinmauld Place?

…..

Cuando una hora después Draco y Hermione llegaron, Pansy, Luna, Blaise y Ginny estaban compartiendo una taza de té y unas pastas mientras conversaban con tranquilidad.

—¡Merlín! —El rubio estabilizó a Hermione que se había tropezado con sus propios pies y miró a las personas que había en la estancia —que grupo tan… heterogéneo.

—Hola —sonrió Hermione acercándose a ellos —creo que voy a unirme al té.

Pansy se juntó más a Luna para hacerle un hueco y Draco miró hacia el techo, como si esperase que un rayo golpeara la mesita de café o cualquier otro desastre ocurriese ante semejante mezcla explosiva.

—La madurez —susurró yendo tras la castaña —supongo que esto es lo que tiene hacerse mayor.

—¿Qué estás refunfuñando, Draco? —preguntó Pansy con exasperación

—Creí que me había librado de ti para toda la eternidad —gruñó él apretándose al lado de Hermione y haciendo que las demás se espachurraran unas con otras.

—¿No había otro sitio, Draco? —preguntó la morena con fastidio.

—Muévete tú —siseó el rubio.

—Yo estaba aquí antes. ¿Es que no puedes estar separado de Granger ni un ratito?

—No —dijo con sencillez

Aquello hizo que Pansy se quedase momentáneamente sin palabras y después, inesperadamente, se echó a reír.

—Gracias —le dijo a Hermione en un susurro bajo —creo que eres lo mejor que le ha pasado nunca.

—Pansy… —dijo Draco con todo amenazante.

La chimenea volvió a sonar cuando se activo de nuevo la red flu y Ron apareció entre las llamas.

—¿Qué pasa? ¿Hay reunión y nadie me ha avisado? —se cruzó de brazos contemplando a todos con cara de pocos amigos.

—Yo acabo de llegar, Ronald —dijo la castaña —si te sirve de algo no sabía que los demás estaban aquí.

—¡Tú! —el pelirrojo miró a Pansy boqueando y después a Hermione y a Luna como si esperase que alguna de ellas tuviera la respuesta a todas las preguntas que no decía en voz alta grabadas en sus rostros —¡Parkinson! —frunció el ceño de forma feroz —¿Qué narices hace Pansy Parkinson aquí?

—¿Dije madurez? —preguntó Draco con sarcasmo —definitivamente me había olvidado de él.

Pansy suspiró y rodó los ojos.

—Siéntate, Ronald —fue Luna la que habló, invitando al pelirrojo a que se sentara en una silla frente a ella —come unas galletas y te contaré una historia.

—Mmm —él seguía con el ceño fruncido y miraba a Pansy con obvia desconfianza —quizás me coma una o dos —dijo sentándose y cogiendo una de las pastas — Kreacher hafe unas paftaf delifiofaf.

—Cierra la boca comiendo, Ronald —masculló Hermione lanzándole una mirada airada.

—Déjame en paz —le espetó él fulminándola con los ojos.

Pansy vio como, discretamente, la mano de Draco se apoyaba sobre la rodilla de Granger y le daba un pequeño apretón. La chica puso la suya, más pequeña y oscura sobre su dorso y le acarició con el pulgar hasta que el rubio dio la vuelta a su mano aferrándola y entrelazando sus dedos.

Sonrió mirando aquel gesto y se dio cuenta de que, si aquello había ocurrido de verdad, cualquier cosa era posible.

La relación de Draco y Granger simbolizaba la esperanza, el perdón, la redención… ¿Acaso nadie más se daba cuenta de que ellos eran el verdadero símbolo de la post guerra? Una heroína de guerra enamorada de un ex mortífago, un Malfoy enamorado de una hija de muggles… no, de la hija de muggles amiga de Potter que ayudó a destruir al Señor Oscuro.

Podrían protagonizar algún día un cuento: El mortífago y la hija de muggles, La redención del mortífago, La bruja, el mago y el precio de la sangre…

Siguió imaginando títulos, pensando si tal vez ella pudiera hacer una historia gráfica de ambos.

—¿Pansy? —estaba diciendo Luna —¿Pans? ¿Estás bien?

La morena volvió el sí, dándose cuenta de que había estado perdida en sus propios pensamientos mientras Luna había estado explicando a Weasley lo mismo que ella había contado a su hermana y a Blaise.

—Sí… perdona, estaba pensando en tonterías.

Antes de que su prima pudiera volver a hablar, Harry entró al salón y, aunque durante un instante pareció sorprendido al encontrar a tanta gente en su casa, se recuperó pronto de la impresión y saludó a los recién llegados.

—Me alegro de que estés aquí, Malfoy. Necesito que vengas conmigo.

Ron gruñó algo por lo bajo que sonaba a qué os pasa a todos últimamente con el hurón, pero siguió comiendo galletas sin mirar a su amigo.

—¿Qué ocurre? —preguntó él levantándose y yendo hacia la puerta.

—Parkinson me dejó los recuerdos de sus encuentros con Adrian, he estado revisándolos a ver si encontraba algo pero quizás puedas ayudarme. Al fin y al cabo eres el que mejor le conoce de todos, tal vez puedas encontrar algo que a mi se me escapa.

—Bien —el rubio asintió y fue con él —vayamos a echar un vistazo.

—¿Les has dejado tus recuerdos? —preguntó Hermione

Pansy se encogió de hombros

—Yo no puedo ayudar demasiado, pero ¿Y si él me dijo algo que pueda darles una pista? Sinceramente me parecieron conversaciones inocuas y sin mucho sentido pero…

—No —dijo Hermione cortándola—ha sido una buena idea. Es posible que haya hablado de cosas que no tuvieran mucho sentido para ti pero si para nosotros.

—¿Bueno qué ha sido eso que ha dicho Blaise de los cuadros? —preguntó Ginny mirando fijamente a la morena.

Nunca le había caído bien Parkinson pero tampoco soportaba a Draco y a Zabini y la vida le había enseñado que la adolescencia era solo una de las muchas etapas que tenían que transitar por lo que, si había conseguido dar una oportunidad a Malfoy y una mejor a Blaise ¿Por qué no dejar que Parkinson demostrara quién era antes de juzgarla y condenarla por lo que fue?

—Pinto y hago esculturas —murmuró ella algo avergonzada.

—¿De veras?

—¡Madre mía! Eres P. Bergen —exclamó Hermione abriendo los ojos como platos —expusieron tu obra en Borgin & Burkes.

—No sé por qué no le han cambiado el nombre a esa maldita tienda —dijo Ron con un estremecimiento.

—Porque nos guste o no siempre ha sido el nombre de referencia de antiguedades mágicas en Londres —dijo Ginny.

—Sí —continuó Hermione — además cuando Artemis Burke heredó la tienda decidió mantener el comercio de antiguedades y ampliarlo al arte en general. Ahora ha cambiado mucho.

—Como todo el callejón Knockturn —añadió Blaise.

—Por suerte —intervino Luna —aunque sigue habiendo alguna tienda de Artes Oscuras ahora están regulada por el Ministerio y ha dejado de ser un lugar peligroso.

—La tetería de Mademoisell Pearpie es la mejor de Londres —dijo Ginny —y está justo al lado de Borgin & Burkes. ¿Siguen exponiendo tus cuadros?

—No, fue el año pasado.

—Puedes venir a ver el mío siempre que quieras, pelirroja.

Ella rió y Ron puso una mueca de asco.

—Dame otra galleta —susurró metiéndosela entera en la boca —y tú deja de tocar a mi hermana si no quieres que te meta la varita por el…

—¡Ronald! —exclamó Hermione.

El pelirrojo, para no seguir hablando, decidió volver a coger otra galleta porque, al fin y al cabo, con comida todo entraba mejor.