Al despertar al día siguiente, Elsa aún conservaba el mal sabor en la boca debido a lo que le había dicho Olaf. No había podido dormir en toda la noche de solo imaginárselos a ambos, haciendo el amor, disfrutándose, cogiendo a sus espaldas.
Y ella como toda una buena hermana les había dado su espacio para que ese día hablaran. Había hecho lo correcto, por amor… lo había hecho.
Se sintió estúpida, traicionada y un dolor creciente se formó en su pecho. Por unos instantes pensó en encararle todo esa misma mañana y largarse, pero no, no se lo dejaría tan fácil. Si Anna se había divertido ¿Por qué ella no?
"No más buena chica"
Se acomodó la bata y luego de darle un beso en la frente a Olaf, salió con dirección a la habitación de su hermana con la intención de empezar su actuación. Al entrar, la vio dormida a pierna suelta con apenas esas delgadas sábanas blancas. Era muy temprano, por lo que supuso, Anna ni se había inmutado que no había dormido a su lado.
Sus ojos la vieron con furia por unos instantes. "Descarada sinvergüenza" Pensó. Eso no podía quedarse así. La haría gritar, la haría correrse de tal forma que no hubiese deseado hacerlo con nadie más. Le haría tragarse sus palabras.
Cambiando sus gestos a unos más lujuriosos se acercó y, desnudándose entera, quedó a la altura de su vagina para abrirle las piernas y empezar a devorar su centro, con hambre y rabia contenida.
Anna despertó de golpe al sentir su lengua recorrer su punto sensible, retorciéndose bajo las sábanas – Ahh- hh… Elsa…Buenos días….
- Buenos días Anna…- la mayor se incorporó y, luego de regalarle una risita coqueta, besó sus labios entrando de frente con su lengua a explorarla, dejando a la menor sin habla, sorprendida, sin oportunidad a reaccionar.
- Mmmmm… Elsa…- Anna aún no salía de su asombro – Estas intensa el día de hoy….mmgh… - Sus lenguas volvieron a fundirse en una batalla feroz y desenfrenada.
Anna sentía que se estaba calentando cada vez más por la intensidad de sus atenciones. Tener a su hermana de ese modo la ponía durisimo.
- Estoy caliente Anna…- susurró a su oído al separarse de aquel beso – Hablaré tan sucio que te correrás…cógeme duro…vamos….
- Wow - Eso terminó por encenderla a mil, por lo que sin perder más tiempo, cambió de posiciones y la puso en 4. Elsa sintió la brusquedad pero no le importó, contrario a eso, arqueó más su trasero, invitándola cachondamente.
- ¿La quieres? – Sus manos le soltaron un fuerte azote en sus nalgas.
- Si, fóllame...
- Dios..
- Vamos… Anna… estoy mojada.
Acatando su invitación, se puso el dildo, tanteó su entrada por unos instantes y finalmente entró en ella de un tirón. Elsa en respuesta soltó un quejido y su cuerpo se arqueó completamente.
- Ah-h…. ~
Sin mas, empezó a moverse, dando sin tregua en el sexo de su hermana, apoyando sus manos en sus curvas para tener impulso, arañando fuerte y pegando duro.
- Anna…. Ah-h...
- ¿Te gusta así Elsa?
- Si, dame duro…
En una breve pausa, Elsa empezó a mover las caderas lentamente para que el dildo jugueteara rico en su interior y tocará su clítoris en el proceso. Los movimientos circulares que hacía con su trasero enloquecieron a la pelirroja. Se veía tan cachonda que quería darle con todo.
- Que rica te ves, me encantas Elsa… - dijo la menor con la voz ronca del deseo mientras la observaba.
- Tú me haces ser así, me encanta cuando me coges ¡Ahhh Ann-aa! - Las embestidas volvieron en menos de lo que se esperó. Anna estaba prendidisima, no iba a parar hasta hacerla gritar de nuevo.
- ¿Así? ¿Así cómo? – Embistió más fuerte, quería oírlo de sus labios, lo necesitaba – Dilo Elsa.
- Como una puta ¡Ahh-hh Annaaa! – Se arqueó de nuevo y sus manos arañaron las sábanas al sentir el dildo penetrarla con esa rudeza.
- Mi puta, repítelo. – En ese instante, agarró sus cabellos y presiono fuerte tirando de ellos para atrás. De esa manera el impulso fue mayor y las embestidas más profundas.
- ¡Anna! – fue más como un regaño.
- Repítelo Elsa.
- No. – Cegada por la ira, se zafó de su agarre y la tumbó. No lo diría, no lo merecía, no era ella quien debía decirlo.
- ¿Qué?
- Me toca, quítate el dildo. – habló fuerte.
- Pero…
- Quítate el dildo, Anna.
- Ok…
En sus ojos vio la fiereza de su hermana, aunque la excitó, tuvo un ligero temor. Estaba decidida y hasta furiosa (?). No sabía cómo interpretarlo. Tenía esa mirada oscura que ella había empleado la primera vez que usaron el juguetito. Si de algo estaba segura, era que probablemente no caminaría después de ese encuentro.
- ¿Todo en orden?... – preguntó la menor con cautela.
- No hables
- Pero… hey ¡Au! - Sintió que su cuerpo dio un vuelco con brusquedad y cuando se dio cuenta estaba en 4 tan igual que Elsa en un inicio. Luego escuchó el dildo acomodarse en el cuerpo de su hermana, su boca dilatarle la entrada por segundos y como ella la agarraba fuerte de las nalgas.
- ¿Elsa? ...
- ¿Te gusta mucho la v*rga no? - preguntó en un tono de voz duro y oscuro.
- Si… pero no entiendo… ¡Ahhh! ¡Elsa! - De sus labios salió un alarido, uno fuerte. Elsa ya había entrado y se movía sin tregua en su interior.
"No me cabe la menor duda"
- El- sa….
- ¿Rico no? – Sus embestidas dieron con fuerza, follandosela a todo dar, "destrozándola" toda.
- Siiii ¡Elsa espera! ¡Aghh! – Quiso detenerla, pero su hermana no paraba. Contrario a eso, sintió como en medio de las embestidas la cogió de sus cabellos con fuerza tirando de ellos para atrás como ella lo había hecho en su momento.
- Estoy sedienta Anna – jadeó con rabia – Dije que te haría correrte y así será.
"Como la zo*ra que eres".
- Si…. Elsa…
- ¿Quién es la puta ahora? – las embestidas aumentaron ferozmente.
- ¿Qué?...
- ¿Quién es la puta ahora? – recalcó, azotándola
- Pero se supone que…. ¡Ahhh! – Sus uñas se clavaron en las sábanas al sentir el impacto. Elsa no medía, no se inmutaba. Sus embestidas arremetieron duro al ver que Anna no respondía.
- Habla. - ordenó
- Yo….
- ¿Cómo dices?
- Yo Elsa… ¡Por dios! – Al no poder sostenerse de solo las sábanas, se agarró de la baranda de la cama logrando clavar sus uñas en este - ¡Elsaaaa! Ahhh- h que rico… Sigue... sigue...
La habitación se llenó de gemidos por parte de la pelirroja y la cama empezó a retumbar. Elsa definitivamente estaba cumpliendo su palabra. Sus embestidas eran furiosas. Podía ver como se arqueaba presa del placer pidiendo más y más, entendiendo tantas cosas, sin embargo, no se merecía su perdón, no se merecía nada. La había engañado durante meses, cuando bien pudieron hablarlo. No confió en ella y eso le dio más furia aún, por lo que sus embestidas atacaron durísimo.
En toda su furia, sacó el dildo de un tirón y la volvió a penetrar con fuerza, pero esta vez boca arriba, logrando posicionar sus piernas en sus hombros. Anna al notar la nueva posición se dejó hacer como pluma ligera. Le encantaba la rudeza que Elsa empleaba en ella.
- Ay Elsa...que rico...sigue... sigue...asi…
Anna empezó a juguetear con sus pechos, manoseando y estrujando cada uno obscenamente en medio de las embestidas. Estaba tan excitada que no podía pensar con claridad.
Elsa por su parte, solo la miraba con los ojos oscurecidos mientras le daba duro, observando cómo se toqueteaba, como jugueteaba, imaginando que de seguro así se retorcía en la cama con su ex marido.
"Descarada"
En medio de la faena vio que Anna quiso tocar sus pechos, pero ella le privó de ese lujo, quitándole la mano de golpe.
- ¿Qué pasa? Quiero tocarte...
- No te he dado permiso Anna.
- Cielos...- sintió mojarse el doble.
- ¿Te gusta también cierto? - una sonrisa ladina se dibujó en su rostro.
- Si...por dios...déjame tocarte…vamos ¡Ahh-h! ~
- No. - Repartió sus embestidas unos cuantos minutos más, haciéndola gemir a su antojo y finalmente bajo sus piernas de sus hombros para dar el toque final.
Sacó el dildo rápidamente y sus dedos se encargaron de tocarla duro, de masturbarla sin tregua. Quería que se corriera, que gritara su nombre.
Con su mano libre aprisionó sus muñecas para imposibilitar sus movimientos y no consiguiera tocarla. Sabía que eso era un suplicio para ella.
- Vamos Anna... correte para mi... - Le susurró al oído haciéndola desfallecer con sus dedos en su vagina.
- Elsa... oh Elsa... te amo... te amo tanto... ¡Ahhh! ~
"¡Sinica!"
- Yo también Anna. - dijo con una sonrisa bien actuada, pero sus orbes oscurecidos no pudieron, no dijeron lo mismo, menos su mano que sostenía sus muñecas, de la furia apretó durísimo, causándole dolor.
- Elsa...
- ¿Si?
- Me duele...- empezó a moverse inquieta ya al borde de llegar al orgasmo.
- Lo siento, me excita verte así... - Mintió
Sus dedos dieron más fuerte en todo ese preámbulo, hasta que finalmente sintió su esencia caer de lleno en estos junto a un grito que invocó su nombre.
- ¡Elsa! ~
Ante la total visión de la pelirroja empezó a degustar uno a uno sus dedos. Anna no hacía más que mirarla sedienta, con el cuerpo desplomado y hecho gelatina, no sentía las piernas.
- ¿Quieres?
- Si...
Haciendo caso a su petición, movió sus dedos y los puso en su boca, ante eso Anna no hizo más que beber, deseosa, agitada, pero sobre todo, satisfecha.
- Que rico…- aun le costaba mantener la respiración
- ¿Te gustó? – Elsa mantenía la misma expresión, también agitada y sudorosa por haberse movido tanto. De solo imaginar que así terminaba luego de fornicar con su ex marido, le dieron ganas de asesinarla, le hirvió la sangre.
- ¡Me encantó! ¡Fue fantástico! fue…
- Que bueno - contestó seca.
- ¿Pasa algo?...
- Nada, no pasa nada – Elsa se acercó a besarla en los labios volviendo a su papel, aunque le costó enormemente logró hacerlo, eso no había terminado.
- ¿Segura? – No estaba del todo convencida
- Claro que sí, venga ya… démonos una ducha para luego poder ayudarte con tus quehaceres – Dijo la platinada con una sonrisa bien actuada.
- En realidad…- cortó la menor – Hoy no estaré en el palacio Els, debo salir a hacer el chequeo de rutina al pueblo.
- ¿Pero fuiste hace dos días no? "Para luego revolcarte"
- Si… pero debo ir de nuevo… hay un tema que…debo terminar
- Ah…. – "¡¿Cómo fornicar con tu ex marido por ejemplo?!"
- Si… ¿Elsa está todo en orden? – Anna la notó extraña, no le gustaba nada todo eso.
- Si Anna – dijo la mayor dibujando una sonrisa que la pelirroja finalmente creyó – Ve, yo aprovecharé en ir al bosque, recordé que Yelena me ha invitado a pasar la noche, me extrañan allá. – Le robó un beso corto
- ¿Te quedarás en el bosque entonces?
- Si, ve tranquila no me esperes.
- Ok Els.
Sin más, se dieron una ducha juntas entre besos y jugueteos para luego poder ir cada una a su destino. Aunque no fue del todo así, ya que la única que se fue a "hacer sus quehaceres" fue la reina.
Elsa, en cambio, no pudo cumplir con lo que dijo. Gracias al alto estrés y cólera que venía acumulando por la situación, pidió una fuente de chocolates la cual se devoró entera, además de ponerse a hacer crepes con Gerda y Olaf. Necesitaba pensar en otra cosa que no fuera querer asesinar a su pequeña hermana. Necesitaba concentrarse, pensar en su próxima movida. Y de alguna forma, pasar tiempo con ellos la desestresó; le arrancó una sincera sonrisa, algo que no había logrado en lo que quedaba del día.
Cuando menos se lo esperó, ya era de noche, había oscurecido y su hermana aun no llegaba. Eso la hizo hervir de las iras. "De seguro está cogiendo muy a gusto" Pensó con rabia mientras se quitaba el vestido para ducharse.
Cuando finalmente terminó desnuda, se dirigió al baño con tan solo una diminuta toalla para poder llevar a cabo su labor. Al entrar, cerró la puerta tras de sí y a los pocos segundos antes de abrir la regadera escuchó a su hermana. ¿Lo bonito? Venía acompañada de su ex – marido.
- Kris…- Se escucharon risas – Oh…. dios… - luego un gemido subido de tono y por lo que intuyó después debido a aquel sonido, supuso que eran sus ropas cayendo para fornicar a gusto.
"¡¿En nuestra habitación?!" "¡Como puede ser tan ***!"
- ¿Y Elsa?
- En el bosque… no vendrá esta noche…- se escuchaba su voz totalmente agitada – Cógeme…vamos Kris….
- Que insaciable eres.
- No tengo la culpa de que tu amiguito sea tan grande… ya sabes que me encanta.
- Ven aquí preciosa...
Logró escuchar unos cuantos sonidos más, un rechinido en la cama y los gemidos empezaron.
- Cielos...Kris...así...que rico... ¡Oh-hh..! ~
- ¿Te gusta?
- Joder si... amo tu v*rga Kris
- Diablos nena...
- Vamos sigue... ¡Dame! ¡Dame! ¡Ahh..! ~
"¡Que sucia!" Ahora todo cuadraba
- Cielos Anna… me pone escucharte así... Oh... - Un ronco gemido salió de los labios de su cuñado, seguido de las embestidas que se dieron sin tregua. La cama empezó a retumbar duro y el choque de cuerpos se escuchó furiosamente.
- Es que coges bien rico Kris... ¡Ahh! ~
"Bien, se acabó, tú te lo buscaste" Las iras pudieron con ella y una idea descabellada pasó por su cabeza, una muy descabellada.
Si tan bueno era en la cama ¿porque no lo comprobaba ella misma? Con solo imaginarlo sintió estremecerse, su mirada se oscureció y sus labios se mojaron.
Definitivamente tenía curiosidad, MUCHA curiosidad...
Fue así que con tan solo esa diminuta toalla, salió del baño dándose a notar. Y allí los vio, desnudos. A su hermana e su cuñado dándole por atrás.
Cuando la pareja la vio, quedaron petrificados del susto e inmediatamente se separaron.
Ambos quedaron en shock, sobre todo Anna; Kristoff estaba helado en su sitio.
- Buenas noches chicos… - Saludó con picardía, como si la situación no le afectara. En sus labios se dibujó una sonrisa curva al notar el erecto miembro de su cuñado.
"Wow" Fue inevitable que no jalara su mirada, Era MUY grande.
- Elsa… ¿Qué…qué haces aquí? – preguntó la menor al borde de los nervios y el colapso reaccionando con dificultad
- ¿No es obvio? Iba a darme una ducha… – dijo en el mismo tono, pero sus ojos no la miraban, estaban centrándose en otra cosa; sin duda, aquel enorme paquete y Kristoff, eran las estrellas de esa noche.
- Elsa escucha yo…no…
- Tranquila hermana no te culpo – dijo la platinada como si nada, mientras que a paso lento se acercaba a ambos
- ¿No?
- No…ahora entiendo porque no lo dejaste – soltó una risita coqueta y se mordió el labio – Yo tampoco lo habría hecho en tu lugar
- ¡¿Qué?!
En ese momento, Anna empezó a hiperventilar de la rabia cayendo en cuenta de la situación. Kristoff estaba desnudo y Elsa lo miraba de pies a cabeza mordiéndose los labios. Eso la hizo enojar. Le hizo hervir la sangre.
- Claro…por cierto – Miró sin pena a su cuñado, y luego de haber escaneado su desnudo cuerpo de pies a cabeza descaradamente, saludó con vocecita coqueta y sugerente – Hola Kris…
- Ho-ola Elsa…- Kristoff tragó duro, involuntariamente su cuerpo se estremeció al tenerla tan cerca con tan solo una diminuta toalla cubriendo su niveo y desnudo cuerpo.
Su "amiguito" no fue indiferente, este también le dio la bienvenida a través de una erección involuntaria, una que Elsa notó perfectamente.
- ¡Oh! Hola ahí abajo...- la platinada saludó con picardía y volvió a su posición, manteniendo la mirada en Kristoff - Al parecer soy bienvenida.
- Elsa retírate – ordenó tajantemente la menor.
- Uy… ¿Por qué? – hizo un mohín - ¿Me vas a votar de la fiesta? – la vió con cara de cachorrito herido – Yo también quiero, no es justo
- Elsa basta, no es gracioso retírate por favor
- ¿Tú qué opinas Kris? – Dirigió su mirada a Kristoff y le preguntó en el mismo tonito juguetón y sugerente de antes - ¿Quieres que me una a la fiesta? Porque tu amiguito está de acuerdo...
- Elsa no…
- ¿No? tal vez esto te haga cambiar de opinión – en sus narices de ambos y sin vergüenza alguna, dejó caer la toalla mostrándose desnuda ante él, exhibiendo TODOS sus atributos
- ¿Y ahora?...
- Diablos Elsa…
Kristoff tragó seco al verla ya sin nada, logrando que sus ojos se desvíen para recorrer el cuerpo de su cuñada ya sin tapujos. Sus pechos, sus curvas, su intimidad, su piel…
Todo en ella era hermoso.
Su amiguito empezó a reclamarle y su entrepierna a dolerle pidiendo a gritos tocar y hacer suya a su cuñada. A esa carne tan perfecta, tan tersa, helada, prohibida.
Por su parte, Anna quedó paralizada en su lugar. No podía creer lo que estaba viendo, lo que su adorada hermana acababa de hacer.
- ¿Qué dices Kris? ...- Su mirada y coquetería no cesó, al contrario, en esa pequeña fracción de segundo ambos se miraron. Kristoff tenía la mirada oscura y Elsa se mordía el labio a punto de querer comérselo.
- No tengo problema – respondió inmediatamente el recolector con los ojos llenos de deseo.
- ¡SUFICIENTE! ¡Elsa sal de aquí! – volviendo de su letargo y completamente furiosa, se acercó a zancadas a su hermana con la intención de agarrarle la muñeca y sacarla, pero Elsa la esquivó. Ya conocía sus movimientos
– Ni lo intentes – En ese instante la miró duramente, advirtiendo que no se acercara, que no tendría miedo en reaccionar. Eso la frenó, ¿de verdad sería capaz? No … no podía hacer eso.
Quedó estática en su lugar, aguardando su movimiento con toda su mi*rda dentro. Quería gritarle su vida pero… ¿Bajo qué derecho?
- Entonces… ¿Qué quieres hacer Kris? – Elsa se acercó a él y quedaron cerca, tan igual como aquel día en el salón de baile.
–¿Quieres besarme? ... - preguntó ya a una distancia nula de sus labios y con la voz rasposa del placer.
- Diablos sí... - Kristoff sintió quemarse entero.
- Deja, yo me encargo.
En ese momento, la platinada se empinó, rodeó su cuello con sus manos y logró robarle un beso. Uno rico, largo y delicioso. Sus bocas se unieron y empezaron a jugar realizando una danza un tanto obscena, enredando sus lenguas en un encuentro muy caliente, haciendo el beso francés más rico jamás hecho.
Su cuñado aprisionó su cintura para afianzar el agarre y poder sentirla más de cerca. A ese punto Kristoff se hallaba caliente, deseoso. No podía pensar con claridad. No con la piel de su cuñada quemándole entero.
Sus grandes manos empezaron a acariciarla ansioso en el proceso, agarrando todo y cuanto podía, sus curvas, su espalda, pero sobre todo, su trasero, que fue donde sus manos traviesas dieron a parar en medio del beso, amasando y apretando cada cachete respectivamente. Era la puta gloria.
Elsa logró sacar un gemido involuntario, uno que se dio a raíz de su manera tan ruda de tocarla. Fue algo que la prendió, que la excitó definitivamente.
- Oh...Kris... que manos... - gimió sonrojada al finalmente separarse. El ex marido de su hermana la miraba con deseo infinito, mucho, mucho deseo.
Al terminar con sus labios, su sediento cuñado continuó con su recorrido atacando sus pechos, chupando y lamiendo sus pezones, no se inmutó de nada ni de nadie, no con ese "amiguito" reclamándole.
- Ah-hh...Kristoff...- Elsa gimió ante su brusquedad y se dejó hacer arqueándose por completo dejando sus pechos en total bandeja. Sus ojos se clavaron en Anna, quien ahora miraba la escena en total shock, estática.
- Para... - habló apenas, pero Elsa no le hizo caso. Contrario a eso, empezó a gemir más fuerte para provocarla, para hacerla rabiar. Además, no es que pudiera callar sus gemidos después de todo. Su cuñado hacía un excelente trabajo con su lengua. Era inevitable no gemir su nombre.
- Cielos ...Kris... Oh-h...~
La platinada se estremeció cuando después de sus pechos, su cuñado bajó hasta su centro para hacerle una cunilingus. Su lengua atacó con tal furia su vagina, que la platinada tuvo que sostenerse de la pared para no caer.
"Rayos que rico..."
Pensó dejándose llevar, aferrando sus manos a sus rubios cabellos para que continuara, hundiendo su rostro para que jugueteara más duro, logrando que eso aumentara sus gemidos.
- Que rico Kris...sigue ah-h...
Se retorció perdida separando más las piernas, dándole libertad a su cuñado, dejando que este se deleitara con su vagina chupando y lamiendo cada uno de sus pliegues.
Era totalmente nuevo para ella. Delicioso. No quería soltarlo.
Cuando Kristoff terminó su tarea, se incorporó para verla a los ojos y su boca cobró vida sin poder contenerse.
- Me encantas Elsa... - habló con el semblante hechizado y excitado. No podía pensar en nada más que no fuera su cuñada. Era hermosa, misteriosa, prohibida para él y eso lo incentivaba aún más.
- Lo sé Kris... - dijo la platinada confiada en sus palabras mientras le acariciaba el rostro - Entra en mi...quiero ver lo que tu amiguito puede hacer...
- Elsa para...- volvió a advertir la pelirroja, pero Elsa en contestación solo desvió sus ojos hacia ella nuevamente. Pudo notar que ya estaba con los ojos brillosos al borde del llanto, apretando los puños, rabiosa y furibunda en su lugar.
Kristoff deseoso acató la orden poniéndola de espaldas contra la pared, empleando la rudeza y fuerza que lo caracterizaba a la hora de intimar. Elsa ya estaba acostumbrada, por lo que se dejó hacer con una sonrisa pícara y de satisfacción, arqueándose sin más.
Su cuñado iba a entrar cuando...
- ¡PARA! – Perdiendo finalmente los papeles, Anna logró separarlos, tirando a Kristoff a un extremo y a su hermana al otro lado de la cama, lastimando su muñeca en el proceso.
- Kristoff retírate.
- Pero…
- ¡LÁRGATE MALDITA SEA!
Sin hacerse esperar, Kristoff cogió sus ropas y salió de la habitación, dejando a ambas hermanas nuevamente solas. Al momento que la puerta cerró, una tensión macabra se apoderó del cuarto, logrando ser rota por la menor.
- ¿Cómo pudiste?... - la menor temblaba de la rabia. Sus ojos estaban cristalizados al borde del llanto, no creía, no podía asimilar lo que Elsa había sido capaz de hacer.
- ¿Qué pasó Anna? ¿Ahora defiendes a tu hombre? jajaja no lo puedo creer...
Su tono de voz era burlesco, socarrón. Elsa no salía de su asombro. Su pequeña y dulce hermana había sacado las garras.
- Cállate...
- ¿Cuál es el problema? – habló sin inmutarse y con sarcasmo en sus palabras.
"Que sinvergüenza, encima me reclama"
– ¿Acaso eres la única que puede divertirse? – soltó venenosamente – Ahora entiendo porque no lo dejaste…. No te culpo, yo tampoco lo hubiera hecho con semejante…
*!PLAF!*
Un silencio brutal llenó la habitación y una cachetada se escuchó. Anna había osado en tocarla y no de la mejor manera. La mejilla de Elsa aun palpitaba debido al golpe.
Cuando Anna se dio cuenta del garrafal error que había cometido, inmediatamente intentó disculparse, pero ya era muy tarde.
- Elsa lo lamento no quise…
- Vete a la mierda, Anna – soltó sin más, agarrándose la mejilla.
- Elsa…
- Déjame en paz – caminó a zancadas para salir del cuarto.
- Elsa no no no no escucha…- corrió a abrazarla, pero Elsa la disparó lejos como si su cuerpo le quemara.
- ¡No me toques! ¡Aléjate de mí!
- Te amo…
- ¡Cállate! ¡No te atrevas! – aceleró su paso para perderse y salir de ahí. Ya no podía estar en el palacio, en ese cuarto, en esa cama.
Anna intentó alcanzarla, pero su hermana creó un muro de hielo entre ambas para que la perdiera de vista.
- ¡Elsa no! ¡Por favor! ¡Espera!
Finalmente lo logró, Anna ya no pudo verla, Elsa se había ido.
