2. Si es por amor

Capitulo 2

Vocaloid no me pertenece.

En una noche lluviosa, en un país de alguna parte de Europa del este, en una vieja iglesia, en un pequeño y olvidado pueblo, se encontraba un adolecente, de aproximadamente unos 17 años de cabello largo y ligeramente rojizo, atado a una pequeña cola de caballo. Se encontraba completamente solo, a excepción de la presencia del santísimo, el cual se encontraba fuera de su lugar de reposo en ese momento. El chico se encontraba observando el altar de manera atenta, como esperando a que alguna manifestación espiritual se le revelara en ese momento y le dijera lo que era Dios, lo que era la vida. Alguna manifestación que le devolviera la esperanza de la vida que en el pasado, el egoísmo del hombre le habría arrebatado.

Nada.

No hacia mas que perder el tiempo en ese lugar.

En ese momento, la puerta principal de la iglesia se abrió de uno de sus lados, dejando entrar una gran ráfaga de aire, y con este a un pequeño niño de unos 12 años, de cabello lacio y blanco casi tan largo como el del otro chico que se encontraba en la iglesia.

— ¡Hermano!— Grito el niño al ver al adolecente sentado en las bancas de adelante. — ¡Hermano, al fin te encuentro, te estuve buscando por todo el pueblo!— grito con su aguda voz.

— ¿Thel?, ¿qué demonios haces aquí?— pregunto el adolecente. —ya paso el toque de queda, nuestra madre te castigara si no te encuentra en la casa. — dijo con un tono de enojo.

—Es que…— Volteo su mirada al algo apenado por su error. —Lo que pasa es que, nuestro hermano me dijo que te ibas a ir del pueblo—

—Ese idiota— grito al aire el mayor— Le dije que no dijera nada acerca de esto, sobre todo a ti—

—Pero hermano…— dijo el niño intentando llamar la atención del mayor— ¿De verdad te vas a ir?— Pronuncio con un tono que expresaba angustia.

—Ya no tengo nada que hacer aquí— Dijo intentando no expresar la profunda melancolía que sentía de solo decir eso. —Me iré en una hora, tomare un tren a un destino desconocido, y jamás regresare por nada—se levanto y comenzó a caminar hacia la puerta. — Solo vine aquí para…— Pero no termino de decir lo que iba a declarar, el no era la clase de personas que creían en milagros, y le daba vergüenza el solo hecho de admitir que estaba allí esperando a que algo divino, algún milagro, le ocurriese en ese momento.

— ¿Pero, porque?— el menor intentaba contener las lagrimas por la partida de su hermano. — ¡es que acaso no te gusta cómo nos trata mama? ¿Es que acaso odias a la gente de este pueblo? ¿Es que acaso ya no me quieres volver a ver?— Era cierto que desde hace unos 3 años, ellos dos no eran tan unidos como antes, que sus profundos lazos fraternales se habían visto destruidos sin que el niño pudiera siquiera preverlo. Pero seguía siendo su hermano, y uno de sus únicos amigos del mundo, simplemente, tenía temor de perderlo.

—No seas estúpido—intentó no sonar muy enojado por aquellas absurdas acusaciones. — Debes de saber que él no volverte a ver a ti ni a nuestro hermano es una de las pocas cosas que lamento de mi huida— Se tranquilizo un poco antes de decir lo siguiente. — Desde que ocurrió "aquello", ya no soy el mismo. Ya no puedo ser el mismo de antes, mi mente simplemente se ha jodido. Y esa es la razón principal por la que me voy, para ver si en algún lugar de esta tierra hay algo que me haga sentir que todo tiene sentido. —

El pequeño ya no sabía que decir, estaba seguro que su hermano no le escucharía y que por lo tanto el intentar convencerlo de que se quedara seria por lo tanto imposible.

—De acuerdo— Dijo aparentando seguridad. — Si de verdad necesitas eso, entonces ve a donde desees, pero quiero que recuerdes que, yo siempre le pediré a Dios por ti, para que puedas encontrar esa felicidad que tanto te mereces. — Al decirlo mostro la sonrisa más honesta que pudo.

El hermano mayor, quien en ese momento se encontraba a punto de salir por la puerta de la iglesia, sintió como si una daga penetrara su corazón, provocándole un sentimiento que desde hacía ya mucho tiempo, le era bastante familiar. La culpa. Detestaba provocar que su hermanito llorara, pero ya nada le haría cambiar de opinión, estaba completamente decidido a largarse. Pero antes tenía algo que preguntar.

—Thel, dime una cosa,— Se detuvo a pensar un poco en lo que iba a preguntar.— ¿Qué es Dios?—

El hermano menor se sorprendió al oír esta pregunta, mas su sorpresa fue rápidamente sustituida por emoción y el deseo de poder contestar esa pregunta, que desde hacía un tiempo, el mismo ya se había contestado.

—Muy simple mi hermano— Dijo sin poder evitar sonreír por lo que iba a decir— Dios es amor—

Ninguna otra respuesta hubiera causado una reacción semejante en su hermano mayor.

—Así que Dios es amor ¿he?— El pelirrojo empezó a acercarse al niño de 12 años— Pues dime, "hermanito", ¿cómo puedes tu alabar a una creación tan repugnante como Dios?— El hermano menor no pudo evitar abrir la boca con una gran mueca de sorpresa y horror ante lo que su hermano había dicho. –Te había escuchado decir varias cosas acerca de lo que era Dios, pero jamás pensé que Dios fuera algo tan repugnante y tan vil como el amor. —

—Te equivocas hermano— Grito el hermano menor para corregir las blasfemias soltadas si cuidado y sin arrepentimiento alguno. — El amor es lo más puro y perfecto el mundo, nada puede con la fuerza del amor verdadero, ese amor verdadero que Dios nos da todos los días, ese amor es Dios.

— ¿Eres estúpido o qué?— le pregunto furioso mientras le sujetaba del cuello con fuerza. — ¿Es que acaso no sabes ni siquiera lo que es el amor? El amor no es puro ni perfecto. ¡El amor es la cosa más ruin e impura que existe!— Al darse cuenta de que estaba lastimándolo, prefirió bajarlo al suelo antes de dañarlo enserio. –El amor no es Dios, el amor es sinónimo del pecado, el amor te hace matar con tal de defenderlo, el amor te hace secuestrar a alguien con tal de poseerlo, el amor te hace violar a una persona con tal de poder sentirlo aunque sea solo un instante, el amor te hace suicidarte con tal de huir de lo terrible que es su ausencia.— Empezó a caminar de nuevo a la salida, después de haber escuchado ese concepto de Dios se sentía asqueado de solo encontrarse en ese lugar.— El amor solo trae desgracia y sufrimiento, y nada más que eso.—

—¡No hermano te equivocas!— Grito con todas sus fuerzas, no podía creer que su hermano pensara así del amor— El amor no te hace matar, eso lo hacen la ira y la violencia. El amor no te hace secuestrar es el egoísmo y la codicia lo que te provocan hacer eso. El amor no te hace violar a una persona, al contrario, no hay amor en una violación, solo lujuria, y el amor no te hace suicidarte es la pereza la que realmente provoca que dejes de ver la belleza real de la vida.— Después de dar su explicación, se quedo observando a su hermano el cual se quedo quito en la puerta de salida.

—Pero y dime, ¿Qué hay de cuando el amor es incorrecto?— Pregunto con bastante intriga.

— ¿De qué me estás hablando?—

—Te hablo de cuando el amor lo está permitido, cuando no es algo bueno, no importa desde donde se le mire.— Al ver que el menor seguía con el mismo rostro de intriga se atrevió a decir.— Me refiero a algo como cuando para una persona es simplemente imposible amar a otra porque Dios lo prohíbe de manera explícita. — Mas esto no provoco cambio alguno en la expresión de intriga, decidió preguntar más claramente. — Como el caso de mi padre, cuya vida fie completamente destruida solo por el hecho de haberse enamorado de la persona incorrecta. —

Entonces el niño entendió a que se refería. Ellos dos tenían la misma madre, eran de diferente padre, y ambos habían abandonado a su madre, con la única diferencia que el papa de su hermano no lo había hecho de manera intencional.

—Ya te lo dije, el amor es puro y no puede ser incorrecto, incluso cuando este se considere prohibido por la sociedad jamás será malo, porque al final de cuentas, sigue siendo amor, y como ya te dije, el amor es Dios. La única cosa mala es que no todos lo entienden, y es por eso que a veces se le persigue y se le castiga, al igual que como ocurre con los mártires que defienden su fe en Dios que los demás no entienden, eso mismo le ocurrió a tu papa. El fue un mártir del amor real. —

El hermano mayor solo observo al menor ante lo que había dicho, ¿desde cuándo era tan listo en este ámbito, si lo único que hacia todo el día era leer ese cruel libro de cuentos para lavar cerebros? (llámese también biblia)

El niño de nombre Thel se acerco hasta su hermano y le coloco la mano en el hombro, reluciendo su más pura sonrisa y dijo. –Después de todo ¿Cómo puede ser el amor se algo malo?

¿Cómo puede ser el amor algo malo?

Eso era lo que se preguntaba el un sacerdote de más de 50 años mientras ordenaba una gran cantidad de pápelo que se encontraba regado por todo su escritorio.

Aquella plática que tuvo con su hermano le sirvió más que como un intento en vano para hacer que este no se fuera, si no que había servido como una reflexión para quien después se transformaría como sacerdote.

Habían pasado ya muchos años y el padre había perdido el blanco puro de su cabello, siendo ahora sustituido por el color de las canas, mientras que sus ojos seguían siendo de un azul claro lo identificaban de vista como una persona calmada.

Aquella idea del amor había quedado más que clara después de esa discusión. Durante toda su vida siendo un sacerdote había defendido el amor. Había ayudado a bastantes personas a reencontrar el camino de la vida y de su significado, que no es más que el mismo amor. Ya fuera casando personas a escondidas de sus propias familias como si se tratara de mismo santo Valentín que casaba soldados a escondidas durante el imperio romano. O ayudando a parejas de casados, los cuales habían perdido el amor en su relación y llegaban a cometer adulterio prácticamente con el consentimiento del otro, a volver a enamorarse. O como podría el olvidar en la ocasión en la que fue enviado a una prisión para confesar a un prisionero que estaba a punto de ser ejecutado, y durante la confesión descubrió que su encarcelamiento era completamente injusto, y que la única razón por la que se encontraba en ese lugar era para proteger a su amada, y por supuesto el padre no se quedo de brazos cruzados, si no que, incluso arriesgando su libertad, se atrevió a ayudar a aquel hombre a escapar de la prisión y a escapar del país al lado de su amada, no sin antes casarlos, claro.

Pero en este caso se iba a enfrentar a el caso más difícil que jamás en su vida hubiera siquiera llegado a imaginarse.

Casar a una pareja incestuosa.

En alguna platica con algún otro párroco, ellos se habría internado en alguna platica en donde el tema era "que tan tolerante serian con el amor" y durante esa misma platica habrían llegado hasta el punto de plantear la probabilidad de que, si dos personas completamente desconocidas se enamoran y luego quisieran casarse, pero que el proceso descubrieran que son primos, pero que aun así desearan casarse, ¿aun así los casarían? Por supuesto que todos aquellos religiosos que estaban internados en aquella plática a los que se les pregunto respondieron con un rotundo ¡No! Incluso demostrando asco ante esa sola probabilidad, todos excepto este padre, el cual se arrepintió de demostrar su apoyo ante la ficticia pareja incestuosa al notar como todas las personas que escucharon su respuesta volteaban a verlo con deseos de echarlo del sacerdocio y excomulgarlo, razón por la cual tuvo que responder: "pero no importa ya que una pareja incestuosa nunca se atrevería a pedirle a un padre que los casara", retractando de manera implícita todas sus palabras. Siendo sincero siempre pensó que las parejas incestuosas ni siquiera existían, o que si lo hacían eran de personas las cuales no vivían en la civilización.

Pero Kagamine Len y Kagamine Rin si existían.

Y el mismo comprobó esto por si mismo al buscar entre los registros de bautizo de la iglesia y encontrar los de los gemelos Kagamine. Resulta que ellos habían vivido en ese pequeño pueblo hacia más de 8 años, y que se habían ido a la ciudad por motivos de negocios de sus padres. Y que la razón por la cual habían regresado a ese pueblo fue para pasar sus vacaciones de verano, durante las cuales había ocurrido su encuentro con el sacerdote. Era curioso como habían ocurrido las cosas, los Kagamine le contaron que una de las razones por las cuales se atrevieron a preguntarle por la boda, fue porque entre sus recuerdos de la infancia, recordaban cuando sus padres los enviaban al catecismo y de cómo en este las lecciones eran dadas por un sacerdote muy amable el cual consideraron podría no tratarlos tan mal por su "pecado". Por suerte, estuvieron en lo cierto.

Es por eso que no los podía defraudar, ellos confiaban en él, y el confiaba en Dios para que le ayudara a hacer posible el casamiento.

Unos días después de la primera visita, los Kagamine habían regresado al despacho del sacerdote con sus registros de confirmación, la cual la habían realizado a la edad de 15 años, curiosamente unos días antes de que iniciaran su relación. Durante el momento en el que se volvieron a reunir, la pareja de rubios también aclararon que tenían que regresar a Tokio, por su trabajo y que por lo tanto no podrían ir con el de manera tan seguida, a lo que el padre propuso que el mismo podía ir a darles las platicas maritales a su residencia, que después de todo hacia mucho que no visitaba esa ciudad. Y el padre también aprovecho esa platica para retar a Len por el asunto de la castidad y de los métodos anticonceptivos, que no fueran en contra de la iglesia, que podrían haber utilizado, Len por supuesto alego que el si había tomado las precauciones necesarias y que había sido culpa de Rin. Esto no provoco una reacción positiva por parte de la rubia, lo que desencadeno una discusión algo "subida de tono", por lo cual se ganaron un regaño del padre por hablar de una manera tan grosera en un santuario de Dios. Lo único que aun le extrañaba fue una frase que Rin utilizo, algo a si como 'Si vuelves a decirme algo así, te pasare encima con la aplanadora', ¿a qué se refería exactamente con "aplanadora"? Se preguntaba el padre. Un misterio.

En el momento en el se volvía a cuestionar sobre el lenguaje de los gemelos, la puerta se abrió entrando un joven de no más de 30 años, de cabello negro con una camisa y pantalón del mismo color, con una pequeña banda de color blanco en la parte del cuello de su cuello.

Otro sacerdote.

—¡Padre Thel, padre Thel!— grito el otro párroco al entrar en el despacho sin antes haber tocado la puerta.

—Padre Yuto, ¿qué hace usted aquí?— Le dijo en sacerdote mayor levantando la vista hacia el recién llegado.

—Padre Thel,— se detuvo a tomar un respiro, al parecer venia bastante agitado— Padre, dígame por favor, que esos rumores que tanto suenan en el pueblo no son ciertos— Pregunto sin siquiera esperar un saludo por parte de su compañero.

—¡Por Dios santo!, — Se levanto indignado el recién nombrado. — ¡Padre Yuto, no le he dicho mil veces que no se deje guiar por el chisme de los fieles, que no son más que habladurías sin sentido y que lo único que provocan no es otra cosa que discordia entre los que nombran de manera desconsiderada y desinformada¡— Termino de decir casi gritando el padre de cabellos canosos.

—Entonces, ¿es falso, aquello que se dice acerca de que usted esta por efectuar la boda de un apareja incestuosa, de la cual la mujer está esperando un hijo bastardo producto de ese incesto?— Se podía notar cierta esperanza en los ojos del padre de cabello negro de que su compañero le corrigiera de sus absurdos pensamientos mal fundamentados.

—¡Pero claro que es de verdad, voy a casar a una pareja de hermanos gemelos! Y si, la mujer si está embarazada.—

Esperanza la cual murió al instante.

—Padre , por Dios— El padre Yuto, se sentó en una de la sillas que estaba enfrente del escritorio, luego recargó su codo sobre este y sostenía su cabeza sobre su mano.— ¿Porqué hace esto padre, porqué?— Pregunto mientras levantaba la vista y se encontraba con los ojos azul claro del Padre Thel. — ¿Porqué ponerse en riesgo a una excomulgación? ¿Porqué arriesgar la integridad de la iglesia que usted tanto a protegido durante estos años? ¿Porqué poner en riesgo la integridad tan necesaria de la iglesia católica, integridad que tanto necesita en un país como Japón?

El aludido se quedo en silencio mientras consideraba si era necesario responder esa pregunta, y después de unos segundos se dio cuenta de que si lo era.

—Por amor, — Respondió lo más simple que pudo.

—Padre— Dijo con desesperación el menor de los sacerdotes, pada después levantarse de su asiento caminar hasta la puerta sobre la que se recargo para así quedar de espaldas al sacerdote que desde hacía años se había convertido en su mentor dentro del sacerdocio. — ¿Por qué siempre es todo por el amor? Desde que lo conozco padre, usted siempre se ha predicado cosas como, que el amor es lo mas importante, de que siempre hay que buscar a Dios mediante el amor propio y el amor a uno mismo, cosas como que siempre hay que luchar hasta con la ultima de nuestras fuerzas solo por el amor.— Eso ultimo lo soltó en un susurro apenas lo suficientemente audible para ambos.

—Y que tiene de malo aquellas cosas que yo predico.— acuso el párroco de cabellos canosos, ofendido por las palabras de su compañero. — Sería malo si yo solo predicara y no aplicara en mi vida diaria, aquello en lo que tanto creo.—

—¡Pero Padre, esto es muy diferente a aquellas cosas que usted ha realizado!— Dijo casi gritando el sacerdote joven. — Esta vez es muy diferente a las veces anteriores en la que usted estuvo dispuesto a arriesgarlo todo solo por amor. ¿Sabe usted lo que ocurrirá una vez que los medios de comunicación den rienda suelta a informar a toda la población, de que un sacerdote de la iglesia católica piensa casar a una pareja incestuosa?—

—Los medios de comunicación no tienen por qué hacer un circo romano con este asunto.— Esto lo dijo aún más calmado que antes, como si ese no fuera un asunto de importancia.

—¡Pero claro que lo van a hacer!, ¿Es que acaso no se da cuenta de la clase de personas que son ellos dos? .— Esto último pareció ser un terrible insulto para el otro sacerdote, el cual solo le dirigió una mirada de enojo as su compañero.

—No juzgues a los Kagamine de esa manera, ellos son buenas personas, un poco desesperantes y hasta cierto punto maleducados; pero al fin y al cabo, son buenas personas, y no merecen que les des un mal juicio por parte de alguien que ni siquiera los conoce.— Exclamo en sacerdote intentando defender a los gemelos.

—Le pido que lo piense una vez más padre, por favor. La sociedad japonesa solo ve el incesto como un medio de perversión y entretenimiento vulgar, si los políticos se enteran de su intento por promover el incesto, y por lo poco aceptada que es la religión católica, seguramente terminaran encarcelándolo a usted, o quizá lleguen a prohibir esta religión como lo hicieron en el pasado.— Esta vez el padre Yuto parecía hablar más en serio que antes.

—¡Pues que lo hagan!— Respondió el clérigo de edad media enojado. — Si lo que ellos desean es exiliar a Jesucristo de este país otra vez pues que lo hagan, si toda la iglesia tiene que desaparecer solo por un simple amor, pues que sea como tiene que ser. — hasta ese punto el padre había perdido la paciencia con ese tema así que decidió probar ser él quien convenciera a su compañero.

—Porque hace esto Yuto, ¿porqué?— El sacerdote mayor se acerco hasta su compañero y coloco su mano sobre el hombro de este.— No le he enseñado yo siempre desde que llegue a este país como misionero, la importancia del amor.— Dijo intentando ser comprensivo.

—Si padre, pero lo que usted intenta hacer esta contra de las reglas que nosotros como párrocos tenemos que seguir.—

—Admito que muchas de las que nosotros llamamos reglas, son necesarias para el buen vivir, pero de ninguna manera existe una regla que me evite casar a dos personas que de verdad se aman, además, ¿de que serviríamos nosotros como clérigos si sacáramos a patadas a una pareja que viene intentando rectificar su error? .— Pregunto sabiendo a la perfección lo que tenía que decir para convencer a su amigo para que lo siguiera en su campaña a favor del amor incestuoso.

—Es verdad que eso es para lo que estamos aquí. Y si debo de ser sincero, comparto su deseo de unir a estas personas en matrimonio. –Admitió el padre Yuto. Después de esto el clérigo de edad mayor esbozo una sonrisa al comprender que su amigo podría seguirlo en su asunto a favor del amor. -Pero padre, entienda usted al riesgo al que nos estaríamos exponiendo de apoyar a esa pareja. —

—Deje usted de pensar en los riesgos y comience a pensar en la felicidad que lograremos darle a esas personas si logramos casarlos, esa felicidad inconmensurable que tendrá de saber que su amor es aprobado por Dios. ¿No desea eso usted? — Pregunto emocionado.

El otro sacerdote se quedó unos momentos pensando en lo que había escuchado. Y luego dijo. — De acuerdo, le ayudare en lo que pueda a casar a esos dos. — Thel no pudo evitar dar una pequeña exclamación de alegría al saber que contaba con la aprobación de otro clérigo más. Y no cualquier clérigo, si no uno que era uno de sus amigos más cercanos. –Y quién sabe. — comenzó a decir el ahora convencido Padre Yuto. –tal vez si las personas de todo el país, se da cuenta de que la iglesia católica es capaz de apoyar el amor aún siendo incestuosa, solo tal vez, lograremos atraer a más gente a que siga la palabra de Dios.—

—Así se habla. — Esto lo dijo el padre de pelo canoso sin estar muy convencido, no le parecía correcto utilizar el amor ajeno para atraer más gente a la iglesia (y aunque él lo detestara con toda su alma, su dinero).

—¿Y quién sabe?, si esto se logra tal vez después de su muerte se le llegue a beatificar por su logro de demostrarles a todos lo que es el verdadero amor. —

Esto ya había sido un poco exagerado pero el padre Thel le seguiría el juego, -Bueno, si eso fuera la decisión de los mayores de la iglesia, ¡pues qué bien! —

—Eso, o podríamos terminar en un calabozo medieval en roma pidiendo por nuestras vidas mientras unos monjes con mascaras negras introducen metales al rojo vivo por nuestros orificios corporales por haber faltado al respeto al sacramento del matrimonio.—

Eso no le provoco ninguna gracia al sacerdote mayor, siendo honestos, ¿a quien lo podría haber dado gracia?

—Padre Yuto, por favor deje de decir sus negatividades y valla a hacer algo bueno, como preparar la comida para los necesitados. — Dijo perdiendo la paciencia mientras lo enviaba a algún lugar a hacer alguna de las tareas de la iglesia, después de todo ya lo había convencido en ayudarle en su "campaña a favor del incesto", como le había puesto el padre Yuto.

Este solo asintió y salió con lentitud del despacho.

El padre Yuto regreso a su asiento detrás del escritorio para poder seguir arreglando el importante asunto de los Kagamine, cuando la puerta se volvió a abrir.

—Padre solo para aclarar— Era de nuevo el padre Yuto, esta vez con una bolsa de papel en la mano. — Cuando dije "la clase de persona que son ellos" no quería insultarlos, sino que me refería a otra cosa— Explico mientras entraba al despacho y dejaba en el escritorio la bolsa que con anterioridad llevaba en sus manos, para luego salir de manera silenciosa .

Thel, quien aún continuaba intentando procesar la información que le había sido entregada, tomo la bolsa y noto que dentro de esta se encontraba algo delgado y lizo. Abrió la bolsa y saco de su interior, una revista de chismes.

Pero lo que importaba no era lo que era, sino lo que decía.

En la portada de esta se encontraba una fotografía de los gemelos Kagamine en traje de baño tomados de la mano, caminando por la playa, y en la parte de arriaba decía en letras grandes y amarillas en mayúsculas: "GEMELOS KAGAMINE DE VOCALOID, VISTOS COMPARTIR MOMENTOS INTIMOS EN LA PLAYA, ¿ACASO HAY ALGO MAS QUE UNA SIMPLE RELACION FRATERNAL?" y en la parte de abajo decía,: "CONOZCA TODOS LOS CHISMES DEL TWINCEST"

El padre se dio cuenta, de que ellos dos eran celebridades, muy polémicas celebridades, cosa que de ninguna manera habían mencionado antes.

Entonces leyó de nuevo el titular y fijo su atención en una palabra en particular: "VOCALOID"

Esta palabra le sonaba conocida, pero ¿de dónde?, se pregunto.

De repente una idea cruzo por su cabeza, Saco su de uno de sus cajones, un viejo celular que utilizaba de vez en cuando, y marco un numero que conocía muy bien.

—¿Para qué demonios me estás hablando?— Sonó una voz del otro lado de la línea.

Fin del capítulo 2