3. Algo más

Un silencio incomodo reinaba en aquella pequeña habitación, mientras una pareja de hermanos gemelos se acomodaban de manera incomoda en lugares opuestos de la cama en la que se encontraban, eran los gemelos Kagamine, Len y Rin, idénticos en todo a excepción del genero. Inseparables, de una unión tan fuerte como la de ninguna otra pareja, ya fuera de hermanos o de una pareja romántica, porque ellos dos eran más que solo hermanos, eran amantes, pareja, novios o como quisieran ser llamados. Y esto claro, los hacía más unidos, hacia que su amor fuera único, indestructible, inquebrantable. Pero no ahora, no, en estos momentos ambos se encontraban llenos de angustia e incertidumbre.

Ambos se encontraban desnudos, debido a que hacía unos momentos, habían tenido intimidad como solo ellos sabían, de la manera más pasional que sus cuerpos de adultos jóvenes le permitían. Y como en cualquier otro momento de intimidad, habían alcanzado el clímax de la mejor de las maneras. Pero entonces ¿Por qué una pareja, la cual, a excepción del incesto, podría ser considerada simplemente como perfecta, se encontraba en esta situación de un silencio tan incomodo y deprimente, que ninguno de los dos se atrevía a romper?

Muy simple, esto debido a una pequeña frase que Rin, había soltado al oído de su hermano Len mientras ambos "tocaban el cielo".

Pero esto solo nos dejaba con otra interrogante. ¿Qué clase de frase, habría dicho la chica rubia a su hermano como para provocar que todo el mundo se le viniera abajo, y con este el de su hermana?, ¿Qué clase de crueles y mordaces palabras había soltado sin pensar la rubia, como para poder provocar que la pareja más perfecta, se disolviera de un momento a otro? Solo 5 palabras.

"Quiero quedar embarazada de ti."

Eso era todo.

Esas simples palabras habían destruido el momento tan especial que ambos abian alcanzado con tanta pasión.

"Quiero quedar embarazada de ti."

¡Cómo era posible que quisiera algo tan absurdo y tan tonto como ser preñada de su propio hermano! ¡En que parte de su mente, habría surgido la estúpida y absurda idea de que ellos dos pudieran llegar a procrear, llegar a ser padres, a tener un bebe, a ser una familia!

Ojala las palabras de respuesta de Len hubieran sido tan amables como las anteriores.

El shock que aquella bienintencionada frase le había provocado a Len, había sido demasiado, simplemente le había sido demasiado para su mente en ese momento, y en medio de la confusión, la agresividad fue la única respuesta que pudo producir.

Pero no era su culpa ¿o sí?

¡No, claro que no! Ella es la que había olvidado de lo que se trataba su relación, ella había sido quien se olvido de que su amor era prohibido, ella era quien se había olvidado de que su relación era secreta, de que ellos dos no eran una pareja normal, de que tenían que decir que solo eran muy buenos hermanos cuando alguien les preguntaba de porque estaban abrazados de una manera tan unida, de que tenían que esperar a que nadie los viera para poder darse un simple e inocente beso, o de que tenían que esperar a que nadie estuviera en casa para poder tener relaciones, o en su defecto, mantener sus expresiones de amor al mínimo ruido posible. Y un embarazo, a menos de que se le interrumpiera a tiempo, implicaba un bebe, un hijo, y esto a su vez conllevaba a una unión llamada familia. ¡Y nada de eso cavia dentro de la relación prohibida del incesto! ¡Era simplemente ilógico suponer que un par de hermanos llegarían a poder tener su propia familia, fruto del amor prohibido! ¡En qué demonios estaba pensando ella!

Y lo estaba empezando recordar. Rin sentía como todas aquellas condiciones aplicadas a su relación prohibida, llegaban a su mente de nuevo, y con esto, aquellos deseos de una familia que, desde hacía ya unos meses sus subconsciente le pedía a gritos, se volvían cada vez más lejanos, más improbables. Y eso era lo que provocara la terrible angustia que sentía en ese momento, angustia y vergüenza por el solo hecho de haber pronunciado esas palabras tan tontas.

"Quiero quedar embarazada de ti."

Maldito fuera el momento en el que ella se había atrevido a sacar de su pecho su más profundo deseo de ser madre de un hijo del hombre que mas amaba en su vida, de su hermano.

Aunque la vergüenza no era ausente en Len, por supuesto que no, era igual o mayor que la de su hermana, las cosas que le había gritado, porque habían sido gritos, le provocaban dolor también a él. Empezando por el hecho de que le había provocado un gran dolor a su hermana, pero eso no era todo. Tal vez, y solo tal vez, el significado de aquellas palabras le habían dañado tanto a el como a quien las recibió.

El rubio escucho un pequeño sollozo al lado suyo, había sido Rin, su Rin. El amor de su vida.

La había hecho llorar, algo completamente ruin e imperdonable, desde su propio punto de vista.

Pero, ¿Cómo se iba a disculpar?

"Lamento mucho haberlo interrumpido, vamos a probarlo otra vez hasta que quedes embarazada"

Eso era imposible, como ya se dijo, no había espacio para eso dentro de una relación incestuosa.

Pero tenía que hacer algo, algo para evitar perderla. La sola idea de que se fuera con otro hombre que pudiera hacer su sueño realidad de ser madre, le aterraba a más no poder, hasta el punto de querer volarse la cabeza con tal de que este pensamiento saliera de esta.

Disculparse por gritarle sería un buen comienzo, ¿No?

—Rin— Dijo con una voz tranquila intentando demostrar que se encontraba más tranquilo.

—Len— Recibió como respuesta el rubio —Dime una cosa— La chica se giro de la posición en la que estaba, para voltear a ver a los ojos a su hermano — ¿Tu como te imaginas nuestra relación dentro de 10 años?— Le pregunto sin más. ¿A qué viene esa pregunta? Se cuestiono mentalmente Len.

—No lo sé— Respondió con sinceridad, realmente no tenía idea

—¿Eso es todo?— Le pregunto Rin con un poco de desesperación en su voz. — ¿Ni siquiera te imaginas que dentro de 10 años nuestra relación seguirá igual?— La chica bajo su mirada para no encontrarse con la de su hermano, en lo que estaba a punto de decir. —¿Ni siquiera te puedes imaginar todo el resto de nuestras vidas viviendo un amor secreto, como si fuéramos los mismos colegiales jugando un simple jueguito?

Len no sabía cómo responder, ¿El resto de nuestras vidas? ¿Pero desde cuando Rin pensaba a futuro?, ella no era esa clase de chica, ella siempre pensaba en el ahora, en el momento que se vive en el instante. Pero tenía que responder y sabía que una mentira nunca seria creída por alguien que lo conocía a la perfección como Rin. —Rin, aún somos muy jóvenes para pensar en el resto de nuestras vidas y…—

—¡Len!— Le corto su hermana gemela de manera repentina. — Mañana cumpliremos 20 años los dos.— Dijo intentando sonar de manera razonable, aunque ni siquiera ella misma pensara el que lo que iba a decir tuviera algo de razonable. — ¿No puedes imaginarte nada más que una vida en donde nos tenemos que esconder para poder besarnos, o en donde nos sentimos como puercos pecadores cada vez que tenemos relaciones?— pregunto de manera acusadora— Yo quiero algo mas Len,— Volvió a levantar la mirada para poder ver de nuevo los hermosos ojos de su hermano.—, quisiera una relación en donde pueda besar a mi novio en la boca frente a todo el mundo sin tener que recibir insultos, una relación en donde temas como la vida en un futuro, el vivir en una casa hermosa, casarse, e incluso tener un hijo, no sea solo una pérdida de tiempo en un sueño imposible.—

Esto fue todo lo que Len necesitaba para romperse emocionalmente, y sin darse cuenta, las lagrimas habías empezado a caer por sus ojos. Y esto no paso desapercibido por Rin.

—Len, ¿Qué pasa?— Pregunto un poco preocupada.

—Te mereces a alguien que te pueda dar todo eso— Dijo mientras se levantaba de su lugar y se volteaba para quedar sentado en la orilla de la cama. —Te mereces tener a alguien que de verdad te pueda amar como quieres— esto dejo bastante sorprendida a Rin, quien jamás en su vida pensó en llegar a escuchar a Len diciendo que alguien más, que no fuera el merecía esta r con ella. —Te mereces tener a alguien quien pueda hacer tu sueño de una vida perfecta, con una linda casa y un buen matrimonio, realidad. Alguien que te pueda hacer madre sin ningún temor a nada.— esto último lo dijo entre un pequeño sollozo que estaba saliendo de su garganta en ese momento

—¡No seas tonto Len!—Rin se levantó y se lanzó a abrazar a Len con fuerza.— ¡Como se te puede llegar a ocurrir que yo podría pasar el resto de mi vida con alguien que no seas tú!—

Len definitiva mente ya no sabía que decir, las palabras que se supone le ayudarían no habían hecho más que lastimarla. — Pero tú sabes que yo no puedo darte un hijo.— Dijo intentando hacerle entender su punto de vista.

—¡Eso no me importa yo solo quiero estar contigo!— grito de nuevo sin pensar la rubia.

—Pero Rin…— Definitivamente Len ya no comprendía lo que estaba pasando. En un momento su hermana quería algo y al siguiente otra cosa.

—Sé que es lo que te dije ¿sí?— Rin se movió un poco para poder volverá ver a los ojos Len— Se que no puedo pedirte cosas como un hijo, y que nuestra relación jamás será aceptada ni por Dios ni por la sociedad ni por nadie.— Se detuvo un poco para pensar en lo que iba a decir a continuación— Solo prométeme una cosa. Que no importa lo que pase, tu y yo siempre estaremos juntos.— dijo mientras lo tomaba de las dos manos y le veía a los ojos, mostrando la sonrisa más sincera que su labios le permitieron.

En ese momento, Len entendió de que se trataba el asunto que estaba ocurriendo en ese momento. Rin no quería dejarlo, simplemente estaba triste por la injusticia que su amor conllevaba y eso lo entendía a la perfección. Se acerco a ella y la beso en los labios, un beso tranquilo y dulce, que significaba, sin necesidad de palabras, que estaría con ella sin importar lo que fuera y luego dijo mientras recargaba su frente contra la de su amada hermana.— Te lo prometo.— y luego volvió a besar su labios.

—Sera mejor que nos pongamos a dormir ya.— Dijo una vez separándose del beso, mas por la falta de oxigeno que por voluntad propia, —Mañana es nuestro cumpleaños, nos merecemos tener un buen día.— Y dicho esto se recostó en la cama.

Len se acostó de lado al igual que ella le abrazo con algo de fuerza y ternura, juntándola con fuerza a su cuerpo mientras que acariciaba su espalda y su cabello.

—Nunca te dejare mi amor— Le dijo al oído a su amor mientras esta se quedaba dormida es sus brazos.

Pero Len no logro conciliar el sueño con tanta rapidez, sino que en su mente el pensamiento de aquellas cosas que rin había dicho, seguían rondando por su cabeza. El pensamiento de ser padre, de una familia, le aterraba a más no poder, pero por otra parte, el imaginarse Rin sosteniendo en los brazos a un pequeño bebe rubio de ojos azules, producto de su amor, supuestamente prohibido, llenaba su corazón de una felicidad inconmensurable.

En medio de estos pensamientos y sin darse cuenta, calló dormido.

Despertó con respiración agitada, y una gran cantidad de sudor frio cayendo de su frente, en sus ojos unas lágrimas de terror y tristeza empezaban a bajar por sus mejillas.

Pero que pesadilla más horrible.

Pensó mientras lentamente recobraba la conciencia de estar despierto y al darse cuenta que los horrores de sus sueños no eran más que eso, sueños.

Se dio cuenta de donde estaba, recostado boca arriba en su cama, y a su lado, la razón de su pesadilla Rin, la cual dormía en la misma posición que antes, pero esta vez abrazando el brazo de su hermano, mientras un pequeño hilo de saliva caía lentamente hacia la almohada.

Al verla, Len no pudo evitar abrazarla, no con mucha fuerza, para no despertarla, pero sin duda era un abrazo de cariño y a su vez de posesión, quería sentir que era suya y de nadie más. Solo quería pensar en que él era quien estaba a su lado, pensar en que él era el único que la hacía feliz, el único a quien dejaba tocar su cuerpo a voluntad y hacerla suya, aquel con quien pasaría el resto de su vida. Pero su pesadilla le había mostrado lo contrario. En esta, el se encontraba como un fantasma, mientras observaba horrorizado el como otra persona, llegaba a la vida de Rin, y como esta persona la hacía suya, y luego la dejaba preñada de un hijo que no le pertenecía a él. Y quizá lo peor de todo, Rin disfrutaba estar a su lado de ese desconocido, el cual ni siquiera tenía un rostro definido.

¿Por qué su subconsciente le había llevado a presenciar los eventos que el tanto temía, aquello que más le aterrorizaba en la vida, que no era otra cosa que perder a su Hermana?

Para advertirle.

El sabia que lo que había dicho Rin tan solo unas horas antes era cierto, de que lo que ella quería, era esta r a su lado, pero a su vez, sabía que el deseo de Rin de ser madre y de tener una vida normal con una familia amorosa, sería imposible de olvidar para ella. Tenía perfecta conciencia de que algún día este deseo se volvería demasiado fuerte, y que algún día podría llegar alguien a la vida de ella quien estuviera dispuesta a hacerla feliz, incluso, sobre lo que Len quisiera.

¡Pero no!

El no dejaría que eso pasara, no dejaría que alguien más se la llevara de su lado. El sería el único que se quedaría a su lado, el único que la vería de todas las formas posibles, ella era su Rin, ella era su hermana, ella era el amor de su vida, ella sería la única mujer a la que vería por el resto de su vida.

Y en ese momento ideo un plan, para poder asegurarse de que todo eso fuera algo más que simple palabrería, al menos para Rin.

Se fijo en el reloj que estaba al lado de su cama,

6:20 a.m.

Con sumo cuidado, soltó el agarre que su hermana tenía en su brazo y se deslizo fuera de la cama, abrió un pequeño cajón que se encontraba en el buro sobre el que estaba el reloj, y sacó una hoja de papel al igual que in pequeño lápiz.

"Vuelvo en un momento, tuve que salir temprano. Te ama: tu hermano Len" Escribió sobre el papel, y luego lo dejo a un lado de Rin.

Se detuvo un momento para contemplar a su hermana que ya hacia dormida profundamente.

Simplemente, perfecta, pensó Len. Para el su hermana era la creatura más perfecta de la creación, simplemente, nada podía compararla, así de simple.

Salió de su trance, provocado por la bella y tranquila imagen de su hermana, para tomar su ropa que había terminado tirada en el suelo la noche anterior, y colocársela de la manera más rápida que pudo y una vez vestido, salió de la habitación.

Los débiles rayos del sol se filtraron a través de las cortinas de la habitación en la que los Kagamine dormían. Los rayos de sol llegaron hasta los parpados de Rin, lo que provoco una molestia necesaria para que esta despertara, y lo primero que notó fue una cosa.

Len no estaba a su lado, esto por supuesto le provoco una reacción instantánea de temor y angustia. Después de todo ella estaba acostumbrada a dormir siempre al lado de Len, más que una vida entera, eso si consideramos el tiempo de gestación que ambos compartieron dentro de su madre. Incluso cuando, al llegar a una cierta edad, sus padres le asignaron camas separadas, ellos dos seguían asándose a la del otro para poder dormir juntos, y cuando entraron en Vocaloid, no pudieron haber sido más felices porque les asignaron una misma cama para compartir. Por lo tanto era entendible su preocupación al no encontrar a su otra mitad a su lado.

Empezó a moverse alrededor de la cama, y de repente sintió tocar un objeto áspero y plano, una hoja.

"Hermano", al leer esa palabra, no pudo evitar recordar la discusión de la noche anterior, pero no había problema, después de todo ellos dos se habían reconciliado, ¿Verdad?, ya todo había pasado, ¿No?, volverían a ser la feliz pareja que siempre habían sido ¿Cierto?

Por supuesto que no.

Palabras como las pronunciadas en la noche anterior no podían ser olvidadas.

Sabía que lo único que podaría hacer para disculparse con Len, era retractarse de todo lo que había dicho acerca de un matrimonio y de una familia, decir que nada de eso importaba y que no iba a joderlo todo con esas ideas absurdas.

Pero ni siquiera ella se lo creía.

¿De verdad estaría dispuesta a olvidarse de ese sueño de una hermosa casa en medio del campo, con su amado esposo Len, y trió, cuarteto o hasta quinteto de hijos?

Por Len, claro que sí.

Después de llegar a esta conclusión, observó el reloj y vio que eran las 9:30, se levanto de la posición en la que se encontraba, busco su ropa interior, arrojada por Len en la noche anterior, y se la puso, después busco su bata que estaba en un armario, y se la coloco, busco sus sandalias debajo de la cama, y después de eso salió por la puerta de la habitación.

Bajó por las escaleras de la casa en la que ella junto con su hermano y todos los demás Vocaloids habitaban, llegando hasta una gran sala de estar, a mano derecha bajando las escaleras, se encontraba la entrada a la cocina, una cocina muy amplia con mosaicos blancos cubriendo el suelo y las paredes.

Era una mañana nublada y fría por la época del año en la que se encontraban, y la casa estaba bastante oscura.

Al estar en la cocina se acerco hasta un frutero que solo de nombre tenia frutero, ya que se encontraba lleno de cebollas, botes de helado, latas de cerveza y de atún, además de varios productos orgánicos pertenecientes a los otros Vocaloids. Busco entre tantas cosas, y encontró una deliciosa naranja, sus favoritas.

Empezó a pelar la naranja mientras pensaba en algo bueno que decirle a Len, cuando el sonido e un vehículo con motor llego hasta la cocina, la rubia rápidamente salió a la sala principal, hasta llegar al pasillo que daba con la puerta de entrada para poder ver quien era quien había llegado.

La puerta se abrió con rapidez, mostrando que, como Rin los esperaba, era Len quien había regresado.

El rubio, se quedo mirando durante unos momentos a su hermana hasta que reaccionó.

—¡Rin, que haces levantada!— Exclamo con un poco de preocupación el joven Kagamine.

—Pasa de las nueve de la mañana, no me iba aquedar todo el día en la cama.— Le dijo algo molesta, indicándole la hora como si fuera lo más lógico del mundo.

—¿En serio paso tanto tiempo?— se cuestiono a sí mismo el rubio, había estado tan ocupado en su actividad, que ni siquiera se había dado cuenta de la hora.

Len comenzó a avanzar hacia la cocina, dejando su chaleco en el perchero del camino, y llego hasta donde se encontraba su hermana, quedando a unos cuantos metros de ella.

El silencio incomodo se hiso presente en cuanto las miradas de los jóvenes se cruzaron. ¿Acaso no habían resuelto todos los problemas la noche anterior?

Al parecer, no.

Ambos sabían que habían cometido errores, y que tenían que solucionarlos antes de perder a la persona que mas amaban en la tierra, Rin fue quien hablo primero.

—Len, perdóname— Dijo repentinamente la joven rubia mientras se levantaba de su lugar.

Esta disculpa le extraño bastante al gemelo menor, y decidió preguntar a que se debía eso. —¿Por qué te estas disculpando?, tu no hiciste nada malo.—

—Claro que si me tengo que disculpar.— Explicó Rin.— Fui yo quien olvido que lo nuestro es incesto, que no se supone que sea una relación normal,— se detuvo un poco para pensar la manera correcta en la que tenía que explicar las cosas,— Lo que digo, es que, me deje llevar por las ideas tontas de tener una familia, y un matrimonio, y todas esas cosas. Piénsalo, siendo nosotros hermanos ¿Cómo serian nuestros hijos? ¿Tendrían varias cabezas o un solo ojo o algo así?,* — intento sonar chistosa, para aligerar la tención del ambiente, pero la verdad era que esas palabras las había resentido al salir de su garganta como si fueran veneno. — Pero me recordaste que eso jamás será posible,— ¿Acaso era una disculpa ó un regaño?,— Al fin y al cabo, creo que será mejor de la manera en la que son las cosas, imagínate dentro de unos años, siendo nosotros dos solteros ante todo el mundo, pero que en realidad seamos amantes, no sería eso ¿Excitante?.— Finalizo Rin fingiendo un tono de deseo sexual, para poder mejorar las cosas, quizá después de eso, volverían a intimar, con protección por supuesto y luego podrían continuar con su vida de amor prohibido secreto ante el resto del mundo.

Len se quedo estático en su lugar, ¿Cómo era posible que dijera cosas como esas? Si tan solo hace unas horas sus ideas de una buena vida eran todo lo contrario a eso, se dio cuenta de que sus acciones de verdad habían modificado las de su hermana, y tenía que repararlas.

—No Rin, yo soy quien se tiene que disculpar, porque en realidad si quiero tener una familia contigo.— Dijo Len intentando sonar lo más tranquilo posible, cuando en el fondo, los nervios provocados por los que estaba a punto de hacer, lo estaban destrozando.

Rin no pudo haber quedado mas impresionada, eso debía de ser una confusión,— Pero ayer tu dijiste…—

—Se que fue lo que dije ayer.— se apresuro Len a cortar las palabras de su gemela para evitar recordar lo ocurrido la noche anterior. Tenía que ser cuidados con lo que fuera a decir a continuación, o podría dar una impresión demasiado equivocada y perder a Rin para siempre. — Veras Rin, al principio todas esas ideas de matrimonio, hijos, y demás cosas tan importantes, simplemente me asustaron, eso fue todo, de repente la idea de que tu y yo fuéramos responsables de otra vida bueno, sabes que con esto del incesto, tu y yo estamos en peligro, y que el tener un hijo sería algo que no ha muchas personas le agradarían y no solo nos pondríamos en riesgo a nosotros, sino también a nuestro hijo.— Dejó de hablar por unos instantes, las palabras "nuestro hijo" le habían causado una sensación tan extraña que incluso le provocaba mareos, —Y luego con este asunto de Vocaloid, no creo que a los directivo de las disqueras les agradara mucho la idea de que promoviéramos el incesto con nuestra mera existencia.— ahora el era quien estaba siendo razonable.— Rin, se que todo lo que necesitamos para tener una vida feliz, con una hermosa casa, un matrimonio estable, y varios hijos, será un largo camino que seguir para lograr todo eso, y quiero recorrer ese camino a tu lado.— El rubio empezó a caminar hacia su hermana, pero antes de llegar hasta a ella, se calló sobre su rodilla quedando hincado frente a ella.

—¿Len qué haces?— pregunto muy extrañada la mayor de los Kagamine ante la repentina acción de su hermano.

—Dar el primer paso.— Respondió Len mientras sacaba una pequeña cajita morada con terciopelo de su bolsillo, y extendiéndola frente a su hermana, presiono un pequeño botón frente a esta, provocando que se abriera, dejando a la vista un hermoso y pequeño anillo plateado.

—Kagamine Rin, ¿te quieres casar conmigo?—

Rin simplemente no lo podía procesar, hasta hace unos momentos había dicho que una vida de amor sin amor estaba bien para ella, y ahora, estaba a un "si quiero" de ser la mujer mas feliz del mundo. Pero al parecer su cuerpo no le dio la oportunidad de reaccionar como hubiera querido, y sin darse cuenta, comenzó a llorar.

Pero no eran lagrimas de tristeza, no, ¡Eran lagrimas de felicidad!

Pero por desgracia, esta no fue la apariencia que Rin le mostro a Len, sino todo lo contrario.

"Demonios, ¿pero ahora que icé mal?" Pensó Len mientras se empezaba a levantar. —Rin lo siento mucho yo pensé que…—

Pero no logro terminar su frase, porque sin previo aviso, su gemela se lanzo sobre el tirándolo en el suelo, y terminando con ella sentada sobre su vientre.

—¡Pero claro que me quiero casar contigo! ¡Si quiero! ¡si quiero! ¡Si quiero! ¡Si quiero! ¡Si me quiero casar contigo mi Len!— Gritaba con emoción Rin mientras besaba a Len en los labios y lo abrazaba con fuerza intentando demostrar su eterno amor y agradecimiento.

Después de la pequeña celebración dela rubia, los gemelos se sentaron en el suelo, Rin sobre Len aún abrazándose y besándose. Al separarse por la necesidad de oxigeno, se quedaron viéndose a los ojos. No existía nada más hermoso para contemplar. Después de eso Rin tomo el pequeño anillo de la caja y se lo coloco en el dedo anular, observando lo bien que se veía.

—Es el mejor regalo de cumpleaños Len— Dijo Rin con una voz que demostraba ternura y gratitud.

"¿Regalo de cumpleaños?" Pensó Len con apuro. Había olvidado el regalo de Rin. —¡Si ese es tu regalo!— se apresuro a decir Len para evitar que Rin se diera cuenta de que no le había comprado nada.

De esta manera Len y Rin, se comprometieron, y durante los siguientes meses, sus vidas se volvieron más felices que antes. Mantuvieron su amor incestuoso en secreto, claro está, pero aún así dejaron de sentirse culpables por hacer cosas que ante los ojos ajenos eran prohibidos, después de todo iban a casarse y esa sola promesa, porque si, era una promesa y nada más, era suficiente para que ambos fueran felices.

No obstante, en la mete de ambos seguía existiendo una gran causa de consternación.

No había manera en la que ellos dos se pudieran casar.

La ley japonesa estaba hecha para evitar que matrimonios como pudieran efectuarse, y buscar alguna laguna legal, solo pondría al descubierto su relación.

Y ni hablar de buscar una boda religiosa, ningún sacerdote en el mundo tendría el descaro de casar a un par de pecadores en la casa e Dios.

Incluso intentaron buscar una religión en la que esa clase de matrimonios se permitiera, pero no funciono, porque ellos habían crecido con padre que les habían impartido la religión católica, y no había nada que pudieran hacer para alejarse de esa realidad.

El compromiso había sido hecho, pero no podría ser cumplido.

No fue sino hasta después de unos meses del incidente del compromiso, que Rin termino preñada de su propio hermano.

Y durante un tiempo el mundo de ambos, se vino abajo. No por razones económicas, claro que no, después de pertenecer tanto tiempo a un grupo como Vocaloid, sus tanto sus ingresos como sus ahorros eran suficientes para mantener a una familia japonesa de 20 personas, todo gracias a su inteligencia al momento de elegir los contratos con disqueras y patrocinadores.

La razón por la cual su mundo se desmorono, fue porque hasta ese momento, ambos de verdad creían su hijo merecía nacer y crecer en una familia unida en donde de verdad existiera el amor, amor que estaba prohibido, que estaba "mal".

Por suerte encontraron a una persona única, un sacerdote, el cual el único pecado que les reprocho fue el de la fornicación, y no el incesto, porque este sacerdote supo ver más allá del cruel prejuicio que rodeaba a el amor incestuoso, porque él no los juzgó por adelantado.

Es cierto, el camino que les aguardaba para poder lograr esa vida feliz que tanto deseaba, sería muy largo y difícil, no podrían confiar en todas las personas que les rodeaban. Pero no estarían solos, ya que de su lado, se encontrarían todas aquellas personas que de verdad creyeran en que el amor lo puede todo.

Fin del capítulo 3.