Capitulo 4
Vocaloid no me pertenece.
Después de que las vacaciones de verano de los Kagamine hubieran terminado, ambos regresaron al lugar en donde residían en la ciudad de Tokio, y después de una, no muy prolongada conversación, ambos quedaron de acuerdo en pretender que su "pequeño" asunto quedara en secreto.
Pero claro, esto no era porque de verdad no les interesara su hijo o que pretendieran ser malos padres. La verdadera razón era para evitar que el asunto del embarazo se llegara a salir al aire y se hiciera un escándalo público del asunto, ya que si esto ocurría, sería una gran catástrofe para ellos, como para su hijo, como para Vocaloid.
Porque así era, ambos pertenecían a Vocaloid, una especie de grupo musical en el cual los integrantes se dedicaban a realizar canciones y videos para los productores que los contrataran.
La idea era muy simple, una empresa con bastante dinero como Yamaha contrataba a un grupo de agencias las cuales se encargaban de encontrar gente con talento musical, le pagaban una gran suma de dinero a estas personas por trabajar exclusivamente con ellos y luego los ponían a disposición de personas que desearan crear una canción pero que no tuvieran las cualidades vocales necesarias para eso. Esta era la designación original del proyecto, pero resulto que los propios Vocaloids, tan solo por su propia imagen, habían ganado fama propia llegando a considerarse como verdaderas estrellas musicales, provocando que los productores los solicitaran, no solo para cantar, sino también para actuar en videos musicales o hasta películas. Y Len y Rin tanto por sus apariencias de niños inocentes como de personajes promiscuos sumamente provocativos, habían ganado el mayor puesto de fama y reconocimiento dentro del grupo, siendo superados únicamente por la diva Hatsune Miku.
Era debido a esta fama y a este reconocimiento, que los Kagamine, necesitaban de un comportamiento ejemplar ante sus fanáticos, y un embarazo producto de relaciones incestuosas, no era precisamente lo más fácil de asimilar en una sociedad de doble moral.
Era esta la razón por la cual, frente a todos sus compañeros, ellos seguían siendo hermanos gemelos normales.
Los Vocaloids vivían todos en una gran casa común, bastante grande, que podría llegar a ser considerada como una mansión, con bastantes lujos y una gran cantidad de habitaciones, todos los integrantes del grupo.
Era una tarde completamente normal, mientras que, en las sala de estar de aquella enorme casa se encontraban sentados un grupo de Vocaloids, sin anda mejor que hacer que esperar sus próximas instrucciones, en el sillón mas grande, verde de tres espacios frente a la televisión, se encontraba sentada Miku, una joven de unos 25 años con pelo verde y largo, conocida por ser la más famosa de todo el grupo, llegando a aparecer en las portadas de revistas de todo el mundo hasta el punto en el que se podría decir que, ella sola, representaba a todo Vocaloid, junto a ella se encontraba su novio Kaito, un poco mayor que su novia, de pelo azul y orgulloso de su gran gusto por los helados, o como el mismo lo denominaba, heladologia, vistiendo como siempre su distintiva bufanda azul, y junto a ellos estaba sentada Meiko, mujer de edad no muy avanzada de cabello castaño, fuerte y resistente, pero con un terrible gusto por el alcohol, gusto el cual le había llevado a ser considerada como un "error" dentro del grupo, pero que aún así, seguía siendo talentosa. Los tres se encontraban mirando algún programa musical en la televisión, esperando a que fueran nombrados en algún video por la conductora en turno, tan solo para intentar comprobar quien era quien más tenía fama, aún cuando los tres sabían que era imposible superar a Miku.
Al lado de ellos, sentada en el sillón individual rosa, se encontraba la atractiva e inteligente Megurine Luka, de 27 años, mujer fuerte seria y con determinación, admirada por por ser un símbolo de fortaleza femenina alrededor del mundo, estaba leyendo algún libro americano en ingles, alguna lectura que pretendía provocar una reflexión en el lector.
Y en el sillón amarillo de dos espacios, estaba tranquilamente sentado el joven Kagamine Len, concentrado en una pequeña libreta que sostenía con su mano izquierda, mientras que con la derecha sostenía un lápiz con el cual escribía, de forma rápida y precisa, algo que parecía ser el escrito más importante y grandioso de toda la historia, un escrito, el cual definiría el destino del mundo durante el resto de la eternidad, sus votos matrimoniales, los cuales, según el acuerdo al que había llegado con el sacerdote, tendría que dedicarle cara a cara a su futura y amada esposa Rin.
—Eres mi mitad, eres mi vida, eres la luz de todos mis días, te amo por ser la mujer más única y especial que en el mundo podrá llegara a existir, porque tu mirada supera la belleza del cielo y de la tierra juntos— Recitó en voz baja el joven rubio, —No, no, no, no, tienen que ser votos, no una canción— se regaño el futuro marido mientras arrancaba la hoja en la que estaba escribiendo, juntándola a otras cuantas hojas llenas de escritos que había retirado de su libreta con anterioridad, avergonzándose terriblemente por lo que había escrito, necesitaba escribir algo que de verdad transmitiera los sentimientos que sentía por su hermana, no algo que simplemente saliera en 5 minutos, como si se tratara de una canción cualquiera para rellenar espacio de un álbum.
Estaba tan concentrado en su tarea, que no se dio cuenta de cierta chica rubia que había bajado las escaleras de la sala hasta donde se encontraban el resto de los Vocaloids y que se había posicionado justo detrás del sillón en donde estaba recargado Len.
—¡Len!— grito la joven Kagamine mientras abrazaba de manera sorpresiva a su hermano por el cuello jalándolo hacia ella, y por supuesto, el joven rubio se sorprendió bastante con la acción por parte de su prometida.
— ¿Rin que haces?— Pregunto apresurado el rubio mientras intentaba soltar el agarre de su gemela para evitar que sus compañeros notaran las acciones afectuosas que fueran mas allá de lo fraternal.
— ¿Qué pasa, no puedo abrazar a mi propio hermano?— intento justificar su muestra de cariño frente a los demás.
Estas acciones pasaron inadvertidas por los otros que se encontraban en esa sala.
— ¿Qué es lo que escribes?— Pregunto inocente mente la rubia, mientras rodeaba el sillón y se sentaba al lado de su hermano, observando la libreta y el lápiz que este sostenía en sus manos.
—Nada, no estoy escribiendo nada— Respondió apresuradamente el menor de los gemelos escondiendo rápidamente la libreta debajo de uno de los cojines del sillón al lado de las hojas que había arrancado, no era su intención que su hermana leyera sus errores.
—De acuerdo, — dijo Rin un poco extrañada, —No importa, quiero que veas esto, — saco de su bolsillo trasero un cuaderno de dibujo y lo abrió en una de las páginas del medio mostrando algunos trazos que había hecho.
—Déjame ver— Len tomo la libreta y la acerco a sus ojos para poder visualizar mejor los débiles trazos que su prometida había realizado apropósito. —¿es un vestido?— pregunto extrañado el rubio al notar que esas líneas se unían y mostraban un hermoso y largó vestido con encajes y un bonito velo, acompañado de un lazo blanco atado en la cabeza como el que ella estaba usando en ese momento, todo completamente blanco, era más que obvio un vestido de novia.
Len volteo a ver a Rin de manera extrañada, ¿Por qué había dibujado un vestido de novia?, aunque debía de admitir que era un dibujo muy bueno. Dibujar era una de las cosas que Rin hacia mejor, era muy buena en eso, aunque según decía ella, nada valía realmente la pena de dibujar, lo único que dibujaba era a su hermano, dibujos los cuales en muchas ocasiones el se encontraba en posiciones provocativas o muy sugerentes.
—Es el vestido que quiero usar en la boda— Le dijo al oído a su hermano para evitar que los demás los escucharan.
¿Era extraño que una mujer dibujara su propio vestido de boda? Bueno, considerando que se trataba de Rin, podría no ser tan extraño, después de todo, ella era quien había dibujado a su propio hermano en un traje de baño de niña de primaria.
Pero lo que más le sorprendió a Len, fueron las proporciones del vestido, más específicamente, de la parte del busto. A sus 20 años de edad Rin no se había desarrollado de una manera muy "desmesurada", de tal manera que su cuerpo seguía pareciendo el de una adolecente.
—Rin, no crees que esta parte está muy…— Dijo Len mientras señalaba la parte que se encontraba fuera de tamaño, cuidando sus palabras, sabía que si decía algo de manera equivocada, podría terminar lastimando a su amada, y por lo tanto provocar que esta lo lastimara a él, — un poquito grande, ¿no crees?— Espero recibir el impacto de algún golpe por parte de su gemela, pero en vez de eso solo escucho algunas risas.
—Claro que esta grande Len, para cuando nazca el bebe ya me abre desarrollado mas gracias al embarazo, — Explico con una sonrisa la rubia mientras sujetaba su vientre.
—Pero Rin, creí que nos íbamos a casar antes de que el bebe naciera, — objeto Len ante la explicación de su hermana.
—Pero Len,— Rin cambio su mirada por una que mostrara inocencia, una mirada que ella misma llamaba "mirada de perrito", —la boda estará arreglada hasta dentro de unos meses, y yo,— Volteo en dirección al suelo de manera apenada,— quería usar un vestido esbelto para el día mas especial de nuestras vidas,—
Eso ultimo sin duda conmovió a Len, "el día más importante de nuestras vidas" sonaba tan bien, era una idea que no dejaba de provocarle una gran felicidad.
—Pero Rin, creí que no queríamos que nuestro hijo— de nuevo uso un término que le provoco ese sentimiento de felicidad, — naciera fuera del matrimonio, tu dijiste que no querías que fuera un bastardo. — Intento explicarle a la rubia, en un intento de que reflexionara sobre la fecha posible de el día de su unión.
—Pero yo quería…— insistió la chica, pero fue interrumpida por una de su compañera Meiko.
— ¡Pero mira qué lindo vestido de novias!— exclamo mientras le quitaba el cuaderno de las manos a la joven Kagamine, —¿Acaso te vas a casar con alguien?— Dijo de manera picara mientras observaba el dibujo.
— ¡Pero por supuesto que no!— grito apresurada Rin quitándole la libreta de las manos, — es solo un boceto que hice para…— Tuvo que pensar en una buena excusa.— ¡Para Miku!, si para ella, porque de seguro Kaito no tarda en pedirle matrimonio.— "Que buena excusa" se felicito internamente por su gran idea.
Ante este comentario, la pareja nombrada solo se limito a sonrojarse. Todos sabían que ellos dos tenían una relación bastante seria, pero en ocasiones aún les daba vergüenza hablar de eso, y mucho más si se trataba de algo tan serio como el matrimonio.
—¿En serio?— Pregunto Meiko de manera intuitiva, —Y entonces porque tiene un lazo igualito al tuyo en la cabeza, como si fuera para ti.— "Demonios que nunca se cansa" Pensó enojada Rin por las capacidades intuitivas de Meiko, aunque tampoco fuera que eso que había deducido hubiera sido muy difícil de suponer, era solo que de verdad era molesta.
En ese momento un hombre alto y de traje negro entro a la sala por una de las puertas laterales mientras hablaba por teléfono celular, era su representante, o como todos los Vocaloids solían llamarlo, "Maestro".
—Oiga Maestro, ¿usted cree que este vestido es para Miku o Rin?— Pregunto de manera picara Meiko enseñando la libreta para poder conseguir una ayuda en su tarea de averiguar qué era lo que traían Len y Rin entre manos, ante esta acción el Maestro colgó la llamada, sujeto la libreta y la miro por unos segundos.
El Maestro era un hombre mayor, bastante, aunque a primera vista no lo aparentaba debido a que su cara no demostraba ningún signo de edad avanzada, tenía un cabello algo largo gris oscuro lleno de canas, atado en una cola de caballo que le llegaba hasta su espalda, y unos ojos oscuros que no demostraba emociones, al igual que su cara, la cual siempre intentaba mantener de la manera más sería posible, a excepción de cuando se le veía enojado por alguna de las travesuras de los Vocaloids.
—Creo que es hora de que te largues a hacer algo productivo por una maldita vez en tu vida ¿no crees Meiko?— Otra de las cosas que caracterizaba al querido Maestro era su cruda actitud mezquina. Su función suponía ser la de buscar y arreglar los tratos con los productores que desearan contratar a alguno de los Vocaloids, y prefería limitar sus relaciones con estos, a simples relaciones laborales, cosa la cual era algo difícil, considerando que tenía que verlos todos los días, y ayudarles en la grabación de canciones o videos, cosa que requería de una constante comunicación entre ellos.
Pero este día al parecer, el se encontraba de un humor en especial mezquino, cosa que Meiko noto al instante, —Parece que alguien se levanto de malas ¿no?—
—¿Cómo podría levantarme de "buenas" si se que tendré que verte durante el día?— Pregunto a manera de respuesta el hombre de traje.— ¡Ahora vete, que no estoy de humor!— apuntó a la salida de la sala, hablando en un tono terminante.
Esto no afecto a Meiko en absoluto, llevaba años tratando con ese sujeto, así que sabía que sus palabras no tenían por qué afectarle, pero aun así decidió que sería mejor salir del cuarto, para evitar cualquier clase de riña.
El Maestro entonces se acerco hasta Miku y Kaito, los cuales seguían sonrojados con la mirada colocada en el suelo.
—¡Miku!, ¡Kaito!— Les llamó el hombre mayor a la pareja que seguía en su pequeño trance, —¿No hay algo que tengan que grabar esta tarde?— Pregunto el Maestro de la manera más amable que su voz le permitiera. Esa era una de la cosas que más detestaban los Vocaloids, el hecho de que el Maestro tratara a Miku como un sirviente trata a una princesas, esto debido a que Miku era quien generaba las ganancias más grandes en el grupo por ser la más popular, y por lo tanto, según el Maestro, merecía un trato de calidad.
—Creo que teníamos una sesión de fotos a las seis de la tarde, ¿o no Miku?— Pregunto el peli azul volteando a ver a su novia, la cual solo asintió, aún con la cara sonrojada.
—Pues váyanse de una vez, que no quiero que lleguen tarde— Les ordeno el sujeto de cola de caballo mientras les apuntaba con el dedo la salida de la sala, y al igual que como hizo Meiko, ellos dos también salieron.
Entonces el Maestro se acerco hasta en donde estaba sentada Luka, quien continúo leyendo sin inmutarse por la molesta presencia de aquel hombre mayor.
—¿No ibas a viajar a Estados Unidos esta noche Luka?— Pregunto el Maestro a Luka acercándose a su oído, tan solo para llamar la atención de la peli rosa.
—Así es, voy a viajar "esta noche", aún es de tarde, faltan cinco horas para mi vuelo— Razonó la vocaloid de cabello rosa, mientras continuaba con su lectura.
—¿Y no es un buen momento para que vayas a preparar tu maletas?— Pregunto el Maestro a punto de perder la paciencia.
Luka únicamente aparto la mirada del libro que tenía en las manos para ver a quienes se encontraban en el sillón amarillo que se ubicaba frente a ella.
—¿Acaso tiene algo de qué hablar con Len y Rin que no pueda decir frente a mi?— Pregunto Luka con un tono intuitivo.
—¿Acaso tienes algo que hacer aquí que no puedas hacer en tu habitación?— Pregunto el Maestro imitando el tono de voz que Luka había utilizado.
A este punto, Luka ya había perdido la poca paciencia que la caracterizaba, y decidió levantarse y salir de la sala de estar por las escaleras que llevaban a su cuarto. Dejando a los Kagamine solos junto al Representante de los Vocaloids.
Era una situación incómoda la manera en la que el Maestro los miraba a los ojos, intentando leer lo que había dentro de sus mentes, o al menos eso era lo que para la pareja de rubios lograba percibir ante aquella mirada de desprecio que estaba siendo lanzada por su representante.
—Bueno, nosotros tenemos que ir a otro lugar, con permiso Maestro,— Dijo Len para mientras se levantaba al lado de su hermana y ambos empezaban a avanzar en dirección de la salida.
—¡Kagamine regresen ahora mismo y siéntense!— Gritó con enojo el hombre vestido de traje mientras el mismo se sentaba en el sillón anteriormente ocupado por Luka. Ambos rubios hicieron caso instantáneo a la orden del representante y se sentaron de nuevo en los lugares en los que estaban.
De nuevo comenzó el momento incomodo entre la pareja de Vocaloids y el Maestro, hasta que este último se atrevió a hablar.
—¡Y bien! , ¿No tienen nada nuevo que contarme?— Les pregunto alzando la voz,—¿Algo interesante que les haya ocurrido durante sus vacaciones en las que regresaron a su pueblo natal?, ¿algo que les cambio la vida?— volvió a preguntar bajando el voz, después de eso recargo su codo sobre su rodilla y su barbilla sobre su puño, quedado inclinado hacia adelante.
Ambos negaron con la cabeza, "¿Pero qué demonios estaba diciendo ese loco?" pensaron los gemelos mientras continuaban negando.
—¿Nada?— Pregunto sorprendido el representante.— De acuerdo, no me digan nada,— después de decir esto, el Maestro en una de las bolsas internas de su saco y después de unos segundos sacó un pequeño cilindro de color café, aparentemente hecho de papel, y con una pequeña cinta de papel metálico en la parte de en medio. Un puro.
"¿Cómo es posible que se mate de esa manera tan estúpida?" Pensó Len al identificar el objeto, mientras que en el interior de Rin empezaba a surgir un cierto temor por ese cilindro de papel que el maestro sostenía en sus manos.
—No va a fumar eso ¿o sí?— Pregunto Rin mientras se cubría la boca y la nariz, al imaginarse el humo entrando a sus pulmones y dañando a su bebe.
—Por supuesto que no— Dijo el Maestro. "Menos mal" pensó aliviada la rubia mientras se relajaba, —Tú lo harás— Sentencio el hombre de traje.
—¡¿Qué?— Grito asustada Rin mientras se recargaba más contra el sillón en un intento de alejarse de aquel producto infanticida.
—Así es, tu lo fumaras.— Lentamente empezó a quitar la cobertura frontal de aquel maligno producto hasta que llego a la parte del tabaco, luego de esto saco un encendedor de bolsillo de su pantalón y encendió el puro, dejando escapar una gran cantidad de humo al hacer esto, después acerco la mano en donde el gran cigarrillo se encontraba mientras se recargaba con la otra en la mesita de té que se encontraba en medio de los tres sillones y dijo,— Anda fuma, no hay que temer, solo hace daño a personas que tiene enfermedades del corazón,— y después de esto dejo el habano en la mano de Rin y regreso a su lugar,— y a mujeres embarazadas, y que yo sepa tú tienes muy buena salud del corazón.— Pronunció con un tomo bastante serio y hasta cierto punto sombrío.
Rin no sabía qué hacer, negarse a fumar sería una demostración más que clara de que estaba embarazada, cosa la cual no podían dejar que el Maestro supiera. Pero aún así, ¿Por qué el Maestro había dicho algo como eso?, no seria que… ¡No, era imposible que lo supiera!, ¡no había manera en que se hubiera podido enterar!, ¿o sí?
—¡Anda fuma!— Le exigió el representante.
"Rin comenzó a acercar el cigarrillo a su boca. Intentaba mantener en su mente la idea de que ella misma tendía la capacidad de proteger a su hijo de esas dañinas sustancias que estaba a punto de consumir. Pero Len no pensaba lo mismo.
—¡Rin por Dios!— Gritó Len mientras golpeaba en puro de las manos de su hermana, y salía volando hasta caer cerca de la puerta de un armario.— ¡Piensa en el bebe!— En ningún momento, Len pensó al momento de gritar eso ante el Maestro.
—¿Bebe?— Pregunto "extrañado" el hombre vestido de traje que se encontraba frente a ellos.
Los gemelos abrieron los ojos al darse cuenta de lo que habían provocado, —Quise decir que…— empezó a excusarse Len.
—¡Cállate!— Grito enojado el hombre que usaba cola de caballo, se recargo en el respaldo del pequeño sillón rosa y tomo un gran respiro. Los Kagamine reconocieron esta acción, únicamente le habían visto hacerla un par de veces en el pasado, en situaciones en donde simplemente, el perdía la cabeza del enojo. El infierno se acercaba.
Lentamente el maestro se relajo y regreso a la posición en la que se encontraba antes.
—Tal parece que como ustedes dos no me quieren decir nada, tendré que hacer la preguntas de manera más directa— Dijo a la vez que se levantaba y empezaba a caminar alrededor de los sillones.— Podrían explicarme ¿Qué mierda pasaba por sus pequeñas, y estúpidas mentes, al momento en el que se les ocurrió que sería buena idea tener un maldito bebe?— Pregunto gritando esta última palabra. — ¿O cómo demonios se les ocurrió la patética idea de ir con un doctor especialista en genética para contarle de su asquerosa falta a la moral y a la logia?, o mejor aún ¿Cómo fue que se les ocurrió la jodida idea de que estaría bien, ir con un estúpido y patético sacerdote para arreglar una boda?— habría sido posible suponer que en ese momento el Maestro ya había perdido los estribos.
Para este punto, los Kagamine estaban completamente congelados del temor. ¡Cómo era posible que se hubiera enterado de todo lo que habían hecho durante el verano! ¡No habían dejado rastros, no le habían contado a nadie al que fuera peligroso contarle!, ¡no había manera en la que él se hubiera podido enterar!, pero aún así, estaba frente a ellos la muestra de que eso no era cierto.
—¿Cómo lo supo?— Pregunto un poco asustado el varón de los Kagamine.
—Porque soy su maldito Maestro— Dijo exasperado el autonombrado.— Se todo lo que pasa en sus malditas vidas, o ¿acaso creen que lo único que hago todo el día es estar sentado como estúpido mientras ustedes joden sus vidas? ¿O cómo creen que funciona este negocio, para que creen que me contrataron? Pero eso no es lo que importa ahora.— continuo caminando hasta quedar parado de espaldas al pequeño sillón rosa para continuar con la impartición de su discurso.— díganme ¿que es lo que los llevó a hacer algo tan egoísta y estúpido para solo pensar en hacer algo así?—
Ambos rubios sabían la respuesta, ya la sabían desde siempre y era algo que ellos dos defenderían con toda su alma.
—El amor— Respondieron los dos al mismo tiempo. Estaban tan seguros de esa respuesta que ni siquiera la tuvieron pensar.
—Jajaja— Rió el Maestro de forma sarcástica ente esta respuesta,— El amor, claro. Supongo que solo algo tan estúpido como el amor podría justificar algo tan repugnante como la fornicación entre hermanos. — Respondió cambiando su actitud de nuevo a una completamente bizarra. — Me da gracia lo estúpidos que sonaron, tan decididos, se nota que hablaron con un sacerdote verdaderamente estúpido. — Ante esto, los Kagamine se alteraron, desde que conocían al Padre Thel este se había ganado, solo su confianza, si no también, el respeto de ambos, y el que alguien que no lo conocía, lo criticara de esa manera los hacía enfurecer, pero ese no era el momento de enojarse.
—¡Es que acaso no entienden la maldita gravedad del asunto!, ¡acaso no entienden que lo han jodido todo!, ¡acaso creen que esto es fácil!, ¡que es divertido!— Dijo arrojando la libreta de dibujo en donde Rin había hecho el boceto de su vestid de novia.— ¿No se dan cuenta de que lo han arruinado todo? ¡Es incesto maldita sea!, ¡es una asquerosidad!, ¡es una estupidez!, ¡es una inmoralidad!— pareciera que el Maestro iba a saltar encima de ellos en cualquier momento, —¿Se han puesto a pensar en que es lo que pensaran los fanáticos cuando lo sepan?, ¿Qué dirán los directivos de Crypton y de Yamaha cuando se enteren de eso?, ¿cuánto daño le harán a las personas que los rodean solo por un maldito capricho suyo?, ¡Solo porque de repente les dio por ser padres y decidieron tener un bebe!, ¡Len, te dije la primera vez que ustedes dos tuvieron sexo, que te pusieras un maldito condón!, ¡Pero te valió una mierda lo que te dije. He hicieron lo que quisieron!—
— ¡Tampoco es como si nosotros lo hubiéramos querido así, no lo planeamos, solo ocurrió de repente!— se defendió gritando Len ante la agresivas acusaciones de su superior.
—Y si fue un maldito accidente, ¿Por qué no simplemente lo abortan?— Pregunto el mayor como si un asunto como ese fuera los más fácil y simple del mundo.
— ¿Abortar? Usted se refiere a ¿Matar a mi hijo?— Nadie pensó que una simple palabra le causara tal impacto nervioso a Rin, —¡Nunca!— Grito Rin con fuerza mientras abrazaba si pequeño vientre de manera protectora, como so sus manos fueran el escudo más fuerte del mundo. Rin jamás abortaría a su hijo, jamás le aria algo tan cruel a un ser que, aun sin haberlo visto, ya amaba con toda su alma, ni siquiera, si en algún terrible universo alterno, Len hubiera sido quien lo hubiera sugerido el tirar a la basura a su bebe.
—Escuche Maestro— comenzó a hablar Len, encontrándose ya más calmado, mientras abrazaba a Rin por la cintura, colocando sus manos sobre las de ella, mientras recargaba su barbilla en su hombro, —No fue algo que planeáramos, pero tampoco es como si no lo quisiéramos.—
El Maestro volvió a sentarse en el sillón y paso una de sus manos por su rostro, demostrando su desesperación, estaba consciente de que con gritos y regaños, no llegaría a nada.—Entonces decidió intentar algo diferente, —Díganme porque.— Pregunto mientras se volvía a recargar en el sillón,— Díganme porque decidieron que todo lo que ustedes han ganado, no, todo lo que les han regalado, la fama, la fortuna, la vida de una estrella, ¿por qué decidieron de repente que nada de eso valía la pena?
Los Kagamine tenían su oportunidad de justificarse, tenían al fin esa oportunidad que tanto necesitaban.
—Ya se lo dijimos, por amor— Dijo Rin mientras seguía acariciando su vientre.
—Somos humanos, no solo un par de voces sin sentimientos— Dijo Len intentando mantenerse sereno ante la tristeza.
—Tenemos que pretender todo el tiempo, no hay nada peor que ser solo un objeto para todo el mundo,—
—Dentro de el mundo al que pertenecemos, no existe el respeto, somos juzgados y despreciados por todos cuando cometemos un pequeño error.—
—E incluso cuando hacemos un acierto, no es suficiente para los demás, solo quieren más y más.—
—No tiene idea de lo que es tener personas que nos odian solo por nuestra apariencia,—
—O de cómo se siente no ser más que un objeto sexual para muchos, que solo desean utilizarlo a uno, y luego desecharlo.—
—No tiene idea de lo que se siente estar solo en el mundo, de no ser por Len, no se donde estaría o de que es lo que aria, porque definitivamente, no podría con esta vida.—
—¿Entiende lo que se siente eso Maestro?, ¿Entiende lo que es tener solo una persona en el mundo en la cual confiar? ¿El solo sentirse realmente amado por una sola persona?— Pregunto Len, intentando mostrarse aun con serenidad.
—No— Dijo de manera seria y fría el Maestro, —No entiendo como son capaces de joder todo por algo tan repugnante como el incesto.— Los gemelos bajaron la cabeza en manera de desilusión, ¿Qué seguiría ahora?, ¿Los despedirían?, ¿Los dejarían en el olvido?, y lomas importante ¿Les quitarían a su hijo?, —Pero…— pronuncio débilmente el hombre de traje, —Lo que si entiendo, es cuando tu vida esta jodida, tanto, que la mínima oportunidad de felicidad es un faro de luz para seguir viviendo, porque todo lo que te rodea, es odio e incomprensión.— Ningún Vocaloid, nunca había escuchado al Maestro hablar de esa manera, casi no conocían de su pasado, a excepción de algunas ocasiones en la que contaba haber ido a pelear a alguna guerra, pero, solo eso.—Y créanme,— Dijo regresando a su tono de voz serio de antes,— que sus vidas deben de estar realmente jodidas para creer que pueden hacer incesto como si nada malo pasara.—
Después de decir esto, el Maestro de los Vocaloids se quedo mirando hacia el suelo, con la mano sobre la boca, pensando. Mientras que los Kagamine empezaban a generar incertidumbre en sus pensamientos.
Entonces Rin se atrevió a preguntar, —¿Estamos despedidos?—
—No— Respondió rápidamente el superior de los gemelos, — No tengo la jurisdicción para hacer eso, el despedirlos solo lo pueden hacer los directivos de la empresa.—Se explicó.
—¿Y usted les dirá?— Pregunto Len esperando una respuesta negativa.
—No tengo por qué decirles nada que no me pregunten,— De la misma manera que antes, respondió.
—Entonces ¿Nos podremos quedar con nuestro bebe?— Pregunto Rin con cautela.
—No veo por qué no, ambos tienen 20 años, así que ya son legalmente adultos en este país— Esta respuesta provoco en Len y en Rin gran alivio, al saber que ya no se tendrían que preocupar de ningún asunto legal que pudiera interferir con sus planes de tener a su hijo, — Si lo que quieren es mantenerlo viviendo en esta casa, recuerden que solo se permite un Vocaloid por habitación, lo que quiere decir que serian tu, tu hermano,— Notó el pequeño anillo plateado que tenían en sus dedos anulares— o mejor dicho tu esposo y su hijo, en un mismo cuarto—
Después de decir esto, los tres se quedaron en silencio, mientras los Kagamine seguían viendo a su Maestro pensando en que otra cosa le pondría como obstáculo.
—Pero díganme una cosa, ¿Cómo se lo van a decir a sus fanáticos?— Pregunto el Maestro.
—Bueno,— Empezó a hablar Rin un poco apenada,— Usted sabe que la mitad de nuestros fanáticos desean vernos juntos como pareja, así que no creo que la idea no les desagrade mucho.— Intentó sonar de la manera más positiva que pudo.
—¡Si claro, cómo no!— Dijo de manera sarcástica el representante.— déjenme los digo que tal vez ustedes no sepan, la verdad es que aquellos fanáticos que se dicen apoyar a esa tontería del "Twincest" y no sé que otras tonterías, no lo hacen más que por moda, solo como un gusto tonto que pasara dentro de algunos años, esto debido a que la información de su relación es solo un patético rumor, pero les puedo decir que en cuanto se compruebe que todo eso es verdad, todos ellos los abandonaran.— sentencio,— El incesto solo es bueno de manera ficticia, no de manera real.—
¿Era verdad que aquellos que se decían ser sus fanáticos de por vida los abandonarían en cuanto se enteraran de que todos los rumores de incesto eran ciertos? No había manera de saberlo, nunca se había presentado la oportunidad de que una pareja se mostrara de manera abiertamente incestuosa al público en general, aquellos que se decían ser incestuosos solo eran como apariencia. Pero no había problema ¿o sí?, después de todo ellos eran "Los gemelos Kagamine" aquellos quienes se atrevían a rayar en el incesto sin arrepentimiento, aquellos que demostraban su amor sin presentarse ninguna barrera, en sus videos y canciones claro, y llevarlo todo mas allá de lo "irreal" era sin duda arriesgarse al rechazo total por parte de sus fanáticos.
—¿Y que hay del resto de los Vocaloids, aquellos a los que ustedes se atreven a llamar familia?, se que todos ellos son unos idiotas, pero no creo que lo sean tanto como para no notar que Rin se está poniendo gorda,— dijo mientras veía el vientre de la rubia.
—¡Gorda!— Exclamo Rin mientras volteaba a ver su vientre en busca de algún indicio de las palabras de su Maestro.
—No por supuesto que no Rin, aún estas tan delgada como antes.— Le intento tranquilizar su hermano. El tema del peso de Rin era algo bastante delicado, y el Maestro podía llegar a ser todo menos delicado.— Usted mismo lo dijo,— habló Len después de lograr que su hermana se tranquilizara,—Ellos son nuestra familia, nos conocen bien, no creo que sean capaces de juzgarnos. Se los diremos cuando sea apropiado.—
La confianza de Len en sus compañeros era admirable, después de todo, habían compartido el techo durante más de 6 años, e incluso con los que llegaron al final, se había formado una unión como con el resto. El Maestro por su parte, seguía mostrándose incrédulo ante las esperanzas de Len, pero el mismo pensaba que sería interesante poner a prueba a esa "gran familia feliz" llamada Vocaloid.
—Pues bueno— Dijo el hombre de cabello canoso— si lo que ustedes quieren es retar a la sociedad, a la moralidad, y a la naturaleza con su pequeña "campaña incestuosa", pues háganlo, al fin y al cabo es su vida, jordana como lo quieran.—
—Y la religión— Dijo Rin de repente.
—¿Qué dices?— pregunto el maestro intrigado.
—Digo que hay demasiadas personas que se opondrán a nosotros utilizando la religión como su excusa, así que también los tendremos que retar a ellos.— Rin parecía estar en completa seguridad al estar sentenciando a la iglesia como su enemigo en aquel asunto, y Len le apoyaba.
—Samos sinceros Rin,— Respondió el sujeto de traje— Ni a ti, ni a nadie les importa lo que digan un montón de viejos seniles que no hacen más que robarle dinero a otros y abusar de niños.— Ambos rubios se sorprendieron ante esto, el Maestro jamás había criticado de tal manera algo como la religión. Aunque nunca lo habían visto rezar, jamás se imaginaron que tuviera una imagen tan negativa de lo que simbolizaba la iglesia. —Por ahora les sugiero que se vayan a su cita de revisión con el médico que tiene a las seis, no querrán que el "pequeño Kagamine" nazca mal ¿o sí?— Dijo el Maestro con un tono de sarcasmo, al parecer había regresado a su habitual y sarcástico humor.
—¿Cómo lo supo?— Cuestiono Len.
—¡Porque soy su maldito Maestro!— Grito enojado el autonombrado,— ya les dije que se todo sobre ustedes, ahora váyanse.—
La pareja de gemelos empezó a caminar en dirección de la salida de la sala, para dar una última vista a su Maestro, el cual había regresado a tener una mirada perdida.
"No se separen" escuchar como un pequeño susurro proveniente de la boca de representante de Vocaloid.
— ¿Qué dijo? — Preguntaron los gemelos regresando a la habitación.
—Que no se separen— Respondió el Maestro con la mirada aún en el suelo, — las cosas para ustedes dos, no se van a poner muy bien, y la única recomendación que le puedo dar, es que se mantengan juntos, eso es todo.—
Los Kagamine se miraron mutuamente, ¿de verdad la noticia del embarazo había sido tan impactante como para transformar a un sujeto tan mezquino, en una buena persona?
Los dos solamente asintieron ante este consejo luego salieron de la casa.
El hombre de edad avanzada de cabello canoso y oscuro como sus ojos, se mantuvo estático en su lugar, "solo espero que tus suposiciones no sean erróneas pequeño Len," pensó mientras acariciaba el terciopelo rosado del asiento en el que se encontraba, 'porque no creo que todos en esta casa tengan la misma moralidad que tu y yo, aunque será divertido probar que tan unida es esa "familia' suya".
En ese momento un sonido se escucho provenir de una puerta de un armario ubicado detrás del sillón verde.
El Maestro se acercó hasta aquella puerta y la abrió, dejando caer a un niño de unos once años de pelo corto y blanco, y una curiosa variedad de colores de ojos, uno verde y uno azul.
— ¡Piko!— Le nombro el hombre de la cola de caballo.
—Hola Maestro como esta— dijo nervioso el peli blanco mientras intentaba levantarse,— yo solo estaba…— pero no termino de hablar, ya que en ese momento el hombre adulto lo levanto del suelo con sus propias manos.
—Dime qué fue lo que entendiste de lo que escuchaste, — El porqué se encontraba en ese armario no era de relevancia en ese momento, lo que importaba era lo que ese niño había escuchado.
—¡Nada, nada, no escuche nada!— Grito intentando defenderse el pequeño de ojos muticolor.
—Dímelo o te retorceré tu pequeño cuello. — Le amenazó el mayor mientras lo sujetaba con mas fuerza.
—Bueno solo escuche algo de que Miku y Kaito se no tardaban en casarse, algo acerca de que Meiko era una inútil, algo acerca de una sesión de fotos un vuelo, y de que Len y Rin van a tener un bebe y se lo quieren quedar y ser una familia. — Respondió asustado el joven Vocaloid mientras protegía su cuello con sus manos.
— ¿Y qué piensas de eso?— Le pregunto su superior.
—Bueno…— pensó un poco antes de contestar— creo que Meiko no esta tan inútil, es decir no es bueno que beba tanto pero…—
—No me refiero a eso idiota. — grito el Maestro mientras lo sujetaba de nuevo del cuello, —me refiero al asunto del bebe de Len y Rin.— Lo regreso al suelo de una manera más tranquila que la anterior vez.
El peli blanco menor se quedo pensando unos momentos antes de responder, —Creo que ya era hora, estaba esperando mucho tiempo por un sobrino. — Respondió sonriendo.
Esta respuesta sin duda sorprendió al Maestro, tanto, que ni siquiera creía que estuvieran hablando del mismo tema.
—Piko, Len y Rin son hermanos, hicieron incesto, y van a tener a un hijo bastardo, ¿Qué piensas de eso?—
—Ya se lo dije, desde hace mucho quería un sobrino— Respondió de nuevo con una sonrisa.
El Maestro no pudo evitarlo, solo soltó una gran y larga risa mientras pensaba en lo absurdo que era ese asunto.
Todo depende del cristal con que se mira ¿No?
Después de dejar de reír, se camino unos cuantos pasos y luego se agacho para alcanzar el puro que momentos antes, Len había mandado a volar de un golpe, el cual, seguía encendido.
—Mira Piko,— Dijo el Maestro mientras fumaba un poco y luego soltaba el humo en la cara del nombrado,— de todo lo que has escuchado, no le digas nada a nadie,— coloco su mano sobre el hombro del menor,— pero necesito que vayas con todos los Vocaloids de la casa, y les digas que habrá una junta general en la sala de juntas a las diez de la noche, ¿me entendiste?— Piko solo se limito a asentir, —bien, lárgate.— y luego de eso lo empujo hacia las escaleras principales que daban hacia las habitaciones de aquella gran mansión, llena de gente inusual.
"Esto va a ser divertido" Pensó aquel cruel, sarcástico y mezquino hombre mientras se recostaba el sillón grande que había sido ocupado anterior mente por un trió de Vocaloids y seguía fumando su habano, mientras ideaba su pequeño plan que involucraba, a los Kagamine.
Fin del capítulo 4
