9. Ultimátum

Capítulo Extra largo

Una semana.

Una semana había pasado de desde la discusión que había tenido lugar en la sala de juntas de la mansión de los Vocaloids, una semana entera desde que los Kagamine habían tenido que revelar su secreto al resto de sus compañeros, y aunque al principió fue algo raro, al final todos quienes se dispusieron a apoyarlos, se comenzaron a acostumbrar. No sin antes haber impuesto ciertas normativas para su comportamiento incestuoso dentro de la casa.

Se podrían besar, tomar de la mano, abrazarse, acurrucarse, he incluso tener relaciones como cualquier otra pareja normal que haya habitado en esa misma vivienda, siempre y cuando, respetaran la privacidad y la integridad moral de los otros habitantes, así como su mismo respeto propio.

Y en este, era uno de los momentos en los que los dos aprovechaban este arreglo.

Los gemelos se encontraban los dos recostados dentro de su cama, abrazados, cubiertos por la suave tela de tela de las sabanas blancas que cubrían sus cuerpos desnudos después de una noche de haber hecho el amor.

Len fue el primero en despertar del sueño tan placentero y relajante que lo mantenía fuera de la problemática realidad. Al abrir sus ojos, se encontró con el rostro perfecto de su hermana, a unos cuantos centímetros del suyo. Un rápido respiro le dejo inhalar el dulce aroma de la piel de su amante, un aroma que caracterizaba a la chica, bastante suave, puro, con un ligero toque del jabón de olor a naranja del baño del día anterior.

Las manos del rubio se encontraban entrelazadas por los dedos en la espalda de su gemela, las movió delicadamente para evitar despertarla, y las colocó en los extremos de las caderas de la chica, tan solo para poder acariciar la tierna piel tan suave y uniforme que se extendía por todo el cuerpo de la chica.

Notaba como su cuerpo se había desarrollado, sobre todo en los últimos años. No era algo de lo que él fuera muy observador como para estar checando el crecimiento de su hermana semana con semana, principalmente por el poco desarrollo que ella presentaba al llegar a la pubertad.

Pero en estos momentos, sentía como sus pechos eran considerablemente mayores, así como su cadera más ancha, además de que si bien, durante un tiempo fue él quien le aventajaba bastante la altura, ahora notaba que la ventaja se reducía, como antes, a tan solo cuatro centímetros, sin contar que de hecho su aroma también estaba cambiando. Qué curioso que no se hubiera tomado el tiempo a apreciar esto, o de cómo no lo había notado al menos hasta los últimos días ¿Hormonas de embarazo tal vez? No importaba, con que fuera la misma Rin de siempre, él estaría feliz.

Decidió moverla un poco para despertarla, solo un par de movidas con las manos, pero ella ya se encontraba despierta.

—¿Que quieres Len?— preguntó ella levantando sus parpados para observarlo.

—Nada— respondió él —Solo despertarte— le movió un poco más en lo que comenzaba a mover sus manos hasta su cabeza para tomarla y besarla apasionadamente.

Rin no opuso ninguna resistencia, sino que siguió con el pequeño momento amoroso con su hermano. Lentamente, sus lenguas se fueron uniéndose una a la otra, ambos sintieron una pequeña onda de placer recorrer sus columnas cuando comenzaron a sentir la lengua cálida y húmeda del otro.

Len se decidió separar un poco para tomar aire al notar que su hermana continuaba hundiéndose más y más en ese beso.

—Rin, es muy temprano— le dijo mientras intentaba tomar un poco de aire a la vez que se separaba un poco de ella.

—Por eso mismo— respondió la rubia para después volver a besarlo. Aun cuando Rin comenzaba a sentir demasiado calor, lo cual provocaba una sudoración en aumento, quería seguir pegada a su hermano como si se trataran de un par de paletas heladas derritiéndose, muy por el contrario del deseo del rubio.

La chica comenzó a subirse por encima del pecho de su hermano, colocando sus piernas a los lados de las suyas, dejando que sus partes nobles tuvieran contacto. Len solamente le sostenía por la espalda, sin tener que hacer presión en ella.

—Rin…— le intentó hablar en lo que ella se volvía a separar de sus labios —¿Quieres hacerlo de nuevo?— le pregunto en lo que ella bajaba su cabeza a la altura de sus pezones para comenzar a presionarlos con sus labios y sus dedos, acto que aunque lograba excitar a Len, también lo humillaba de cierta manera, de tal manera que la sangre se le subió rápidamente a la cara.

—No te preocupes por el bebé, recuerda que esto no le hace nada de mal— respondió ella volviendo a tomar sus labios en un beso. Aunque la verdad era que Len no se preocupaba exclusivamente por su futuro bebé, sino que también se preocupaba por el mismo. Es decir, está bien que Rin deseara tener una vida sexualmente activa, y para él no estaba mal, pues su hermana le parecía la mujer más perfecta del mundo, y con esto la única con quien quería tener relaciones sexuales.

Pero él no era un superhombre, necesitaba su descanso de vez en cuando, aunque fueran ocho horas de diferencia entre cada actividad. Aun así, su cuerpo parecía tener una autonomía propia, pues en cuanto la chica pasó su mano por sobre su miembro este reaccionó de sobre manera, encendiendo de nuevo la lujuria en él.

Gracias a esto fue capaz de obtener más aguante.

Aun si tenía mucho cansancio en su cuerpo por la actividad de la noche anterior, no podía negar en que esa sería la manera en la que le gustaría despertar todos los días, al lado de su Rin.

Aunque claro, también esperaba a que esa sobreexcitación que tenía su gemela, fuera parte solo de las hormonas del embarazo.

Después de la "muestra de amor" entre los gemelos, Miku decidió que sería hora de que bajaran a desayunar, así que decidió entrar por la puerta del cuarto de ambos sin antes avisar.

—Chicos, es hora del desayuno— dijo alegremente, mirando directamente a la cama que quedaba justo frente a la puerta de entrada, encontrándose con los dos rubios abrazados, evidentemente desnudos, con apenas las sabanas cubriendo las partes bajas de sus cuerpos.

—¡Miku!— gritaron los dos enojados mientras se intentaban cubrir por completo, cosa la cual no servía mucho, pues siendo las abanas tan ligeras y de color blanco, combinándolo con la luz de la mañana que entraba por la ventana, ciertamente no lograban ocultar mucho.

—¡Lo siento, lo siento, es que todavía no me acostumbro!— gritó la peli verde para defenderse mientras su cara se ponía completamente roja y salía del cuarto —Por cierto, les hice el desayuno, así que pueden bajar en cuanto terminen…— dijo del otro lado de la puerta antes de que sus pasos comenzaran a escucharse en descenso por las escaleras.

—Deberíamos ponerle seguro a la puerta— comentó Len volviendo a recostarse.

—Si puedes acordarte de eso, entonces hazlo— le reprochó Rin con molestia, pues la noche anterior era a él a quien le había dicho que cerrara esa puerta, dando un cambio de humor ciertamente inesperado.

Después de eso, ambos se asearon en el baño y luego de eso salieron del cuarto, vestidos con ropas normales, al menos Len quien usaba una chaqueta azul marina y con camisa verde y jeans azules, mientras que Rin se había colocado un vestido de color amarillo, como salido de alguno de sus videos, obviamente como ropa de maternidad, solo para evitar que su vientre en crecimiento se notara mucho cuando salieran.

Cuando finalmente se prepararon para bajar a desayunar, Len no pudo evitar sino tomar la mano de su querida prometida al momento en que ella colocaba sus pies sobre los escalones, como temiendo a que si no la sujetaba, la gravedad se la iba a llevar y tirarla al suelo. Y por supuesto, Rin notó esta extra atención, fácilmente comprensible por el embarazo, por lo que se tomó con más fuerza del barandal de madera negra y barnizada que era siempre ignorado por ella.

Finalmente al bajar las escaleras de alfombrado verde, se encontraron con un par de presciencias desagradables.

El Maestro, con su traje de siempre puesto, "trabajando" con su tableta electrónica táctil, cuya presencia había sido desagradable para ellos desde el momento en el que lo conocieron, y que sospechaban que incluso para sus padres y familiares lo miraban de la misma forma. Pero esta no era la presencia que más les afectaba.

Mizki estaba sentada en el sillón del frente a ellos, con su kimoto rosado puesto, leyendo tranquilamente uno de sus tantos libros de literatura o poesía japonesa tradicional. La chica de pelo negro únicamente le dirigió una mirada de desprecio a los dos rubios y soltó un pequeño bufido de desprecio, quizá de asco, como único saludo.

¿Pero que fue eso? Si antes la chica solía saludarlos a ellos, y en general a cualquier otro vocaloid de una manera eufórica al verlos por primera vez en el día. Era obvio que la cosa entre la pareja de incestuosos y la peli negra estaban más ásperas que la piel de un tiburón.

Decidieron simplemente pasar de ella.

—¡Oigan enanos!— les habló el Maestro tan pronto como se dispusieron a cruzar por la sala a la cocina, en donde les esperaba Miku — ¿Van a trabajar hoy, o van a seguir fingiendo que los dos tienen embarazo de once meses?— preguntó molesto y sarcastico pero sin desviar la vista de su aparato electrónico.

—Lo siento, tenemos planes para nuestro día de incapacidad— contestó Rin cerrando los ojos, diciendo de manera segura.

—Sí, es lo menos que nos debe usted tras hacernos trabajar más de lo que la ley permite trabajar a un menor de edad— confirmó Len volteando con Rin y sujetándola de la cadera para continuar su camino. El Maestro no dio contestación alguna, solo miró a quien estaba sentado junto a él, y le dirigió una mirada pensativa, imaginando lo que pasaba por la mente de la peli negra acerca de los gemelos.

—Cuanto más permitirá que esa tonta pretensión aberrante continúe— no preguntó, sino que exigió saber la chica del kimoto rosado a su Maestro.

—¿Cuan de todas?— preguntó desinteresado el hombre de traje —La sodomía, la pedofilia, la zoofilia…—

—El incesto— se apresuró a decir Mizki.

—Lo que sea necesario— contestó el —No han dañado a nadie, y no le disgustan a nadie—intentó explicar —Además de que es ciertamente divertido como se toma el tabú del incesto tan a la ligera ¿O no?— volteó a mirar a la chica con una sonrisa socarrona.

—Precisamente eso— objetó ella —No simplemente pueden saltarse las reglas sin que nadie haga nada—

—Precisamente eso— pronunció él imitándola —No quiero ser yo el viento que derribe su castillo de cartas construido en una base prohibida— dijo con tono sarcástico —No, quiero ver como los puños de de hierro lo derriban— esta vez cambió su tono a uno mas sombrío. Se dispuso a caminar a través de un pequeño pasillo que salía en la parte posterior de la sala, que realmente le dirigía a su habitación, pero antes —Ah y por cierto— se detuvo y regresó con la chica —Yumma no llegó anoche a su cuarto, por si no lo habías notado— dijo para después salir por el pasillo, dejando a la peli negra con un suspiro de melancolía en sus labios.

—¡Al fin llegan chicos!— gritó Miku animadamente abriendo la puerta de la cocina y dejándolos entra, en donde estaban sentados alrededor de la mesa principal Meiko, Miki, Ryuto y… Yuki.

—¿Porqué tardaron tanto en bajar?— preguntó un poco molesta Miki, colocando las manos sobre la mesa, observando un poco extrañada el vestido tan "puritano" que portaba la rubia.

—Miki tranquila— le dijo Meiko sosteniéndole el hombro —Seguramente no están para que les grites, tuvieron una noche muy agitada y tal vez lo que quieren es descansar— propuso la castaña sonriendo con cierta marca de perversión en su mirada, provocando un sonrojo en los rostros de los gemelos.

—¿Noche agitada?— preguntó Miki con mirada extrañada, de manera similar a la de Ryuto —¿Salieron a alguna parte?— interrogó sin entender lo que Meiko decía, provocando que esta solo soltara una risa aguda, mientras el sonrojo de los gemelos no solo crecía, sino que se propagaba con Miku.

Yuki de repente, se levantó sin anterior advertencia, saliendo casi corriendo de la cocina, golpeando la puerta al salir sin siquiera terminar su desayuno que no consistía en nada más que en pan tostado con jalea de manzana arriba. Ryuto miró unos momentos a la puerta, para después seguir comiendo su cereal como si nada, solo frunciendo un poco el seño. Debieron todos los presentes haber esperado una reacción como esa de una niña quien no soportaba escuchar del incesto, ni mucho menos tratarlo como algo normal o de lo cual sacar situaciones hilarantes.

—No importa…— dijo Miku compartiendo el sentimiento de indiferencia del pequeño peli verde —Les hice el desayuno— y entonces pasó de la barra en donde preparaban la comida un par de platos brillantes con un par de torres de panqueques recién preparados, —Anden, empiecen a comer— les motivó —Unos tienen sabor a banana y los otros tienen sabor a naranja— remarcó acercando los platos a ellos junto al jarabe dulce y la crema azucarada.

Tenían que admitir que eso se veía delicioso, les parecía que siendo Miku lo más probable es que les hubiera preparado algo con sabor a puerro, simplemente por el gusto de compartir su pasión por la comida verde, pero no, esos alimentos se veían apetitosos y comestibles. Al menos para Len, pues Rin sostenía su barriga con la mano izquierda mientras con la derecha cubría su boca y su nariz.

—Lo siento mucho Miku— comenzó a decir la Kagamine —pero el día de hoy no me siento con mucho apetito— su querida amiga peli verde se quedó con una cara de desilusión, después de tanto tiempo que le había tomado en hacer que los panqueques tuvieran el toque exacto de sabor a naranja, ni muy saturado ni muy insípido.

—Vamos Rin, tienes que comer algo, no querrás que el bebé nazca desnutrido, ¿o sí?— sugirió Meiko mientras tomaba un cuchillo y un tenedor de su lado y se los pasaba a la rubia, mientras Miki asentía para apoyar la noción de la castaña.

—Solo un poco Rin, esto no sale de tu dieta— le habló Len al oído al notar que la indecisión de su hermana aumentaba, mientras él comenzaba a degustar él alimento preparado por la mayor.

Tan solo una pequeña probada de una octava parte de uno de los panqueques bastó para que el ánimo de Rin diera un repentino cambio y comenzara a comer gustosa. Gracias a esto, el ambiente del lugar se fue tranquilizando un poco tras lo ocurrido con Yuki.

Rápidamente los gemelos pidieron un poco de jugo de naranja para los dos, aun después de las insistencias de Meiko de que si Rin continuaba así su bebé iba a nacer de color anaranjado, razón por la cual tuvo que ser tranquilizada por Len.

El resto del desayuno transcurrió normal, o tan normal como puede ser con Miku y Miki intentando detener a Meiko de que le pusiera Vodka a su café de la mañana. Al terminar de comer, Rin se acercó hasta uno de los estantes de la cocina y sacó un pequeño frasco blanco de allí. Seguido de esto, sacó una pequeña pastilla de color verde del interior y con un poco de jugo se la pasó.

—¿Estas medicinas son las que te regaló el médico?— preguntó Miki recargando su barbilla sobre la mesa, intentando leer los garabatos escritos en el recipiente.

—Si así es, son vitaminas— confirmó la rubia un poco distraída con tragar apropiadamente la medicina.

—Son para ayudar en el correcto desarrollo del bebé— complementó Len.

—¿Y qué es lo que contienen?— preguntó con mirada analítica la peli rosada, intentando descifrar los escritos del frasco mientras lo sujetaba con la mano izquierda. Len y Rin se miraron, pues realmente ninguno de os dos se había puesto a investigar lo que contenían esas tabletas de vitaminas, solo sabían que no dañarían al bebé. Entonces recordaron la promesa del médico.

—No estamos seguros— dijo Len sin intentar causar mucha expectación negativa por la respuesta.

—Sí, pero si el médico ha sido capaz de atendernos incluso sabiendo del incesto, dudo que no podamos confiar en las medicinas que él nos entrega personalmente— justificó Rin.

Miki continuó viendo el frasco por un tiempo más, pese a las consideradas confianzas que daban lo gemelos a esas vitaminas, tan solo para darse por vencida, pues no entendía el ruso.

—Bueno, eso no importa— distrajo Miku —Ahora que ya han terminado de comer, ¿Qué tal si vamos al centro comercial?— preguntó con euforia, acercando repentinamente el rostro a los de sus compañeros.

—¿Para qué?— preguntó Rin alejando a su amiga de tan cerca de su cara, sin necesidad de estresarse mucho.

—¡Pues para empezar a planear el Baby shower!— gritó con más alegría que antes, quedando a un poco de sacara a Rin de quicio, llamando también la atención de Miki.

—¡De ninguna manera, el baby shower puede esperar hasta los últimos meses, lo que necesitamos empezar a planear desde hoy es la boda! — intervino, saliendo de su momento de análisis, la peli rosada sin dejar contestar a la Kagamine.

—La boda puede ser hasta después, pero necesitamos que esté listo el nacimiento del bebé— dijo Miku con entusiasmo, intentando convencer a Rin.

—Pero no quieren que si hijo nazca como un bastardo— insistió Miki, —Mejor tenerlo bien cuando ya estén juntos, además de que no querrás un vestido de talla extra grande para tu boda ¿o sí Rin?— debido a que tanto la peli rosa como la peli verde tenían la mala costumbre de grita al momento de discutir, Len tuvo que intervenir antes de que le provocaran un malestar a su hermana a causa del enojo.

—Tranquilícense las dos— dijo alejándolas de en frente de Rin —Lo siento mucho, pero ya tenemos planes los dos para el día de hoy— le aclaró, haciendo que los dos se sentaran de nuevo, recibiendo una sonrisa como muestra de agradecimiento por parte de la rubia.

—¿Y a donde van a ir?— preguntó curiosa Meiko, mirando como Miku y Miki solo bufaban con molestia. Una mirada cómplice se formó en los labios de Len, y fue después compartida con Rin a la vez que se tomaba de la mano.

Las puertas corredizas del edificio se habrían de par en par mientras Len y Rin cruzaban al vestíbulo del lugar, dejando tras de ellos la vista del recibidor de piedra cerca del estacionamiento, en donde habían dejado su vehículo de transporte.

Al entrar en el vestíbulo, pudieron notar como varias docenas de mujeres se movilizaban rápidamente por los pasillos, pasando del un ala a otra del hospital al que habían llegado. Rin no pudo evitar notar el extraño y atrayente aroma que invadió sus fosas nasales al instante, un aroma suave y puro, quizá algo dulce, o de consistencia cremosa y calida, como si se tratara de un alimento, y por supuesto, ella sabía de que se trataba.

—Nunca nos imaginé entrando aquí— comentó Len con la vista distraída mientras observaba a una mujer embarazada casi en el acto del parto siendo llevaba en camilla a la sala de partos.

—¿Te imaginabas visitando una clínica de maternidad con otra mujer?— preguntó Rin sintiendo un poco de ofensa en las palabras de su hermano.

—¿Eh? No, no, no, Con ninguna mujer en realidad,— se apresuró a rectificar —aunque sabía que si lo hacía alguna vez sería solo contigo— expresó una sonrisa a su hermana.

Así era, se encontraban en una clínica de maternidad, uno de esos lugares en donde las mujeres embarazadas acudían de manera especial para poder tener un parto más confortable, que a diferencia de un hospital normal, tenía preferencia en ese asunto.

Y claro era, que al ser de esto en lo que se especializaba el lugar, estaba lleno de mujeres embarazadas, algunas casi en labor de parto, así como el olor a bebé, como decir, al de humano "recién salido", que provocaba una reacción especial en la preñada Rin.

Los dos se tomaron de la mano y comenzaron a caminar hasta llegar a la recepción, pisando la gran imagen en la alfombra de una mujer con un niño en sus manos, en donde una mujer algo mayor con bata blanca y con un poco de sobrepeso estaba atendiendo a alguien por teléfono. Se acercaron hasta el lugar, e intentaron llamar levemente la atención de la mujer.

—Nombres— habló rápidamente la señora con una voz fuerte y gruesa sin siquiera voltear a verlos, poco característica en una fémina. Rin se apresuró a decir el suyo.

—Mi nombre es Kagamine Rin—

—El mío es Kagamine Len— dijo atropelladamente el rubio.

La mujer levantó un poco la vista y dijo —Esta bien, una pareja de hermanos— con esto provocó que los dos abrieran los ojos de manera repentina, dándose cuenta del error que habían cometido —Es bueno que el gemelo acompañe a su hermana a visitar esta clase de lugares, sobre todo si se trata de una madre soltera que no tiene a nadie más— sacó de repente la conclusión aquella señora.

—Disculpe…— le llamó la atención el hombre Kagamine, sin saber cómo continuar, pues no se suponía que en ese lugar los tratarían como hermanos, sino que allí ya conocerían de su "situación".

—Sabe usted que él es el padre, ¿cierto?— se arriesgó a preguntar Rin señalando a Len, mirando la cara de falta de entendimiento que mostraba la mujer, entendiendo inmediatamente el error número dos.

Aun sin que la mujer pudiera entender de manera correcta lo que había dicho la rubia, otra mujer, unos cuantos años menor, llegó por la puerta que estaba tras de esta y la interrumpió.

—No te preocupes Akairi, yo atenderé a estos dos— indicó la mujer que recién había llegado, sujetándola del hombro, y evitando que tomara el teléfono, antes de que tomara muy probablemente llamara a la policía.

—Buenas tardes— Saludaron educadamente los gemelos a la mujer que recién había entrado, de cabello rozado claro y atado en una pequeña colita de caballo que descendía en espiral por su espalda y unos anteojos de marco rojo muy estilizado, por supuesto, el indicativo de su razón de estar en ese lugar, una bata blanca que le cubría hasta las rodillas.

—Mucho gusto, ustedes deben de ser los Kagamine— dijo para recibir una asentida por parte de los gemelos, —Mi nombre es Yuna, la doctora Yuna— se presentó con ellos pasándose del otro lado del estante de la recepción.

—Mucho gusto doctora— saludó Rin con la mano —¿Usted si sabe de nuestro caso…?— preguntó un poco mientras Len saludaba de igual forma.

—Claro que si— les confirmó —Su doctor, el profesor…— se quedó un poco pensando para después sacar de su bata una pequeña libreta —Mik… hail, el profesor Mikhail me habló sobre ustedes dos y su caso de incesto, no se preocupen— dijo en voz alta, llamando la atención de la mujer que estaba tras el mostrador.

—¿Es seguro que estemos aquí, hablando de eso?— preguntó Len un poco mortificado, viendo la mirada de asco que había retomado el rostro de la recepcionista.

—Claro que sí— les aseguró la peli rosa —En esta clínica respetamos la privacidad de las personas, y de hecho yo entiendo a la perfección su situación— dio una sonrisa de bastante confianza mas para los Kagamine que para ella misma.

—¿Lo entiende?— preguntó de nuevo Len, esta vez extrañado, imaginando que, si era correcto, la doctora también tendría una relación incestuosa, Rin por su parte solo formó una sonrisa en sus labios, al haber encontrado a quien figuraba ser alguien que podía decir plenamente que les entendía.

—No precisamente, de hecho no tengo una relación con algún familiar— rectificó ella con un poco de vergüenza sacando la lengua —Pero siempre he sentido cierta fascinación por las relaciones incestuosas, y de hecho si tuviera un gemelo, no me faltaría el día en el que pensara en hacer incesto— admitió mirando hacia arriba, sacando de dudas a los rubios, o al menos en lo que cabía decirlo, sin contar la extrañación provocada.

De repente de la parte contraria al mostrador, se escucho como la recepcionista raspaba la garganta como para indicarle algo a la peli rosa.

—Disculpe, si me pudieran seguir ahora para iniciar el recorrido— les dijo a los gemelos, indicándoles con el pulgar el pasillo principal del edificio por el cual empezó a caminar, siendo rápidamente seguida por los rubios, dejando a una recepcionista algo asqueada y con bastantes dudas sobre la cuestionable reputación de la doctora.

Los pasillos del lugar eran de un color azul claro, muy relajante a la vista, y en las paredes había pequeñas bancas blancas para los familiares de los pacientes que esperaban, hechas perfectamente para permanecer sentados por horas.

Llegaron hasta la primera parada, fue en el mismo pasillo, a un vidrio tras el cual estaba una sala llena de bebés en sus pequeñas camitas de distintos colores, todos ellos recién nacidos de tan solo unas horas, esperando para ser examinados.

Rin no pudo evitar pegar su cara contra el vidrio para ver más de cerca a los pequeños.

—¡Míralos Len, son tan lindos!—soltó un gritillo agudo moviéndole el hombro a su hermano.

—Sí, son muy adorables y pequeños— dijo Len con sinceridad, viendo como los bebés se movían sobre sus camas, adormilados, seguramente con hambre y con deseo de ver a su madre.

—Claro que son pequeños, son apenas recién nacidos— aclaró Yuna —Es en esta sala en donde los preparamos para realizarles el Tamiz neonatal, un examen en el que les tomamos un poco de sangre para ver si tiene alguna enfermedad que pueda ser prevenida— explicó con una sonrisa considerando que esto era tal vez lo que ellos querían escuchar.

—¿Se puede saber que enfermedades tiene un niño desde que nace?— preguntó Rin alejando el rostro del vidrio — ¿Entonces cualquier enfermedad puede ser tratada gracias a ese estudio?—

—La gran mayoría de los males y trastornos físicos pueden ser evitados si se tratan desde que el paciente es joven— la doctora se recargó en la pared —si hacemos un par de análisis, encontramos la enfermedad, los padres pueden actuar antes de que algo mas pase—

Len tenía que admitir que esa era una información que le agradaba escuchar bastante, pues significaba que había razones por las cuales creer que la ciencia moderna les podría ayudar a cualquier problema que tuviera el bebé. Cierto era, que no había razón por la cual poner todas las esperanzas solo en que la ciencia curaría todo, pero al menos era una nueva esperanza.

Luego de esto, los dos siguieron a la doctora hasta la siguiente parada, una puerta blanca cerrada con seguro desde adentro, que al ser abierta, dejó ver a un pequeño corral alfombrado en la habitación, en donde había una docena de bebés pequeños gateando por todas partes y jugando con pequeños jugetes didácticos de colores alegres.

—¿Esto es una guardería?— preguntó la Kagamine, mientras Len solo observaba atento a los pequeños.

—Algo así— respondió la doctora —Es aquí en donde tenemos a los bebés de las madres que necesitaron quedarse en el hospital o en cirugía, y nosotros les cuidamos y les alimentamos de mientras—

Los dos rubios se acercaron hasta la orilla del pequeño corral, para poder ver a los infantes más de cerca, justo al lado de una enfermera que sostenía a un pequeño de ojos verdes, con pijama y gorrito amarillo, el cual llamó la atención de ambos rubios.

—Saben una cosa— les molestó Yuna —En esta habitación a veces traemos a las madres primerizas para que puedan interactuar con recién nacidos, solo para que se den una idea de cómo serán sus propios hijos— y tras informarles de esto, le hizo una seña con la mano a la enfermera con el bebé y esta comenzó a pasarle al bebé de ojos verdes a Rin.

—No espere, no estoy lista…— protestó Rin sin muchos resultados, pues el pequeño dio a parar en sus brazos rápidamente. No fue difícil adivinar el miedo que tenía Rin al sostener al bebé, tan solo ver su mirada preocupada se podía decir que temía romperlo o de que se le cayera.

Pero no pasó más de un minuto en lo que el pequeño bebé de amarillo se acomodó en los brazos de la rubia, en lo que parecería ser en una forma de cuna. Después de esto, solo fue cuestión de un poco de tiempo antes de que Rin se encariñara con el pequeño, sujetándolo de manera afectiva, abrazándolo contra ella misma, acercándolo para oler el dulce aroma de bebé que tenía.

—Pero que pequeño mas adorable— dijo la chica sosteniendo al pequeño frente a ella —¿Quieres sostenerlo Lenny?— le preguntó a su hermano quien solo observaba toda al afección.

—Claro— asintió Len, recibiendo al pequeño de la manera más segura que pudo, sosteniéndolo con los brazos en forma de cuna. Al igual que con Rin, se notaba que él tenía cierta inseguridad por sostener al pequeño, pero ese primer encuentro con un infante fue algo con lo cual logró alcanzar aunque fuera un poco su deseo de ser padre. Miró al pequeño, este le sonrió con sus pequeños labios, mostrando sus encías sin dientes, y solo esto bastó para que Len lo abrazara de manera similar a como lo hizo Rin.

—Para estar en los primeros meses de embarazo pareciera que ustedes dos ya están ansiosos por ser padres— comentó la doctora. Los gemelos solo sonrieron mientras juntos acariciaban al pequeño como si se tratara de su propio hijo aun no nato.

Las paradas después de esto fueron más rápidas, por ejemplo de esto, observaron las salas de parto, en las cuales Len no pudo evitar empalidecer al imaginarse el momento en el que Rin se vería recostada en una cama con la gran barriga sobresaliente y las piernas abiertas a punto de dar nacimiento a su hijo. En cuanto a Rin, ella solamente se sintió emocionada al elegir la sala de color amarillo con vista al jardín de la clínica, ignorando todo el dolor que le distraería de la vista al momento del parto.

Luego de eso, la doctora les llevó a ambos a un pequeño consultorio en donde entregó mas medicinas a Rin, aparte de las entregadas por el médico, algunas para que tomara en cuanto iniciara la lactancia con tal de mejorar la producción de leche materna, así como algunas que tomaría el bebé al nacer, como sueros o suplementos, e incluso unas pastillas para Len, solo contra el posible estrés del embarazo con el que trataría.

Además de todo esto, la doctora se alegró de que los gemelos aceptaran como regalo un par videos ilustrativos de la reproducción humana, con escenas explicitas de los momentos de parto. Ninguno de los dos se imaginaba en efecto que esas películas les causarían.

Y por último, y solo debido a que el último ultrasonido se había realizado en poco tiempo atrás, la doctora les guió a los dos hasta una tienda de tamaño un tanto grande dentro del mismo hospital, en donde se vendían miles de artículos para bebés. Desde baberos cunas, chupones, ropa de colores alegres, hasta juguetes varios, y sillas y asientos para autos, especiales para niños.

—¿Qué te parece si compramos estos?— preguntó Rin con alegría a su hermano mientras sujetaba unos mamelucos de color amarillo.

—Rin, ese color es para niña, y todavía no sabemos que será— le explicó sosteniendo la pequeña prenda.

—No es para niña, tú usabas siempre ropa de color amarillo cuando éramos niños— dijo provocando que Yuna soltara una risita.

—Pero solo la usaba porque nuestros padres compraban la ropa al dos por uno del mismo color— intentó justificar para no quedar tan mal frente a la peli rosada, —Mejor esperemos a saber que será y así elegimos mejor el color, ¿te parece?—

—De acuerdo— se resignó Rin mientras colocaba las prendas de nuevo en su lugar —Pero me dejarás llevare estas— le dijo en lo que tomaba unos baberos de color morado, color sin relación sexista aparente.

Compraron bastantes cosas en lo que estuvieron en la tienda, con la tarjeta de la compañía por supuesto, de la cuenta en la que nadie preguntaría de la causa de los gastos. Compraron algunas mantas y cobijas, un par de biberones, chupones, un comunicador, pese a que supuestamente compartirían la habitación del bebé, una sonaja amarilla, un arrullador, en fin, las suficientes cosas como para que Len terminara con bolsas llenas en ambas manos, ninguna para Rin claro, pues según el varón, llevar al bebé ya era suficiente.

—Los veré en un par de meses más, para una revisión, su médico me comunicará de la fecha en la cual reunirnos — les informó la doctora Yuna mientras levantaba la mano para despedirlos, encontrándose casi en la salida de la clínica.

—De acuerdo, muchas gracias doctora— le agradeció Rin recibiendo la mano de la peli rosada, mientras Len solo asentía con gusto. Tras esto, la doctora Yuna solamente se retiró del lugar, avanzando por uno de los pasillos laterales del edificio, sin siquiera dar una explicación previa.

Pareciera que los Kagamine estaban a punto de retirarse de igual manera en dirección de la salida, para luego ir hasta su vehículo, pero antes de esto, un sonido parecido a un gruñido vino de la parte media de estomago de Rin, provocando que la chica se inclinara de dolor.

—¿Rin, estás bien?— preguntó apresurado Len mientras se acercaba a su hermana.

—Estoy bien— contestó ella volviendo a ponerse de pie, sujetando su estomago —Solo tengo un poco de hambre—

—Si quieres podemos llegar a un restaurante en el camino— propuso Len.

—No, creo que vi una maquina de sopas instantáneas en uno de los pasillos— le dijo ella rápidamente, comenzando a caminar de vuelta al interior del edifico —Tu adelántate al auto y mete las cosas, luego te alcanzo—

—no creo que la sopa instantánea este dentro de tu dieta— le detuvo el rubio.

—Pero Len…— le volvió a replicar —Tengo un terrible antojo por sopa—dijo con un tono de pujido mientras intentaba convencerlo, colocando su mejor mirada de cachorrito triste que pudo.

—Bien, supongo que si compras una, pero con poco conservador no habrá mucho problema— le dijo él intentando se comprensivo con sus antojos de embarazo.

—Muchas gracias— la chica se acercó hasta él y le dio un beso en los labios, para después irse al interior de la clínica. Len solamente siguió caminando hasta el estacionamiento, sintiendo todo el tiempo como alguien le seguía.

De nuevo estando dentro de la clínica, Rin comenzó a recorrer los pasillos de color azul, de un lado para otro, intentando encontrar su preciada sopa instantánea. Se distrajo de nuevo por al menos diez minutos al encontrar la sala en donde los recién nacidos esperaban para sus exámenes, pero de nuevo recordó el motivo de su búsqueda, hasta que al fin, al otro lado de la clínica encontró la maquina, solo para darse cuenta de que estaba apagada, y que al parecer necesitaba llave para ser encendida.

Así que con decepción y un estomago hambriento, pues le parecía más fácil simplemente esperar a llegar a su casa que buscar al encargado de mantenimiento, la chica rubia decidió regresar al estacionamiento en donde estaba Len.

Estaba por recordar con exactitud el camino a la salida, sin necesidad de desviarse del camino, cuando repentinamente, pudo escuchar como alguien le llamaba por su nombre a sus espaldas. Volteó, más por puro instinto que por orden directa a su cuerpo, solo para encontrarse con una planta en su maceta en la esquina a la que su vista había sido dirigida.

"Fue solo mi imaginación" pensó intentando tranquilizarse, para después regresar su mirada al camino que seguía.

—Hola Rin— le llamó alegremente una chica enfrente de ella, a unos cuantos centímetros de su cara.

—¡Dios Mío!— gritó asustada la chica rubia al ver a su amiga Teto tan de cerca y en un instante tan repentino, vestia con cuna falda de color rojo y yna sudadera de color rosado que tenìa entreabierta para dejar ver una playera blanca.

—No soy Dios, soy Teto, ¿Qué ya no te acuerdas de mí?— le preguntó con gracia mientras le tomaba el hombro para intentar calmarla.

—Te… Teto, ¿qué haces aquí?— preguntó sujetando su barriga algo más grande de lo normal, quizá por instinto para evitar que se notara demasiado, o para que no le pasara nada tras el susto.

—De hecho te estaba buscando a ti— le explicó ella —Este lugar es muy grande, pensé que ya te habrías ido con Len— le expresó mientras comenzaba a caminar alrededor de ella.

—¿Me buscabas a mi?— preguntó un poco extrañada. Eso era muy malo, si sabía que ella y por lo tanto Len estaban allí, significaba que sabía el motivo por el cual estaba allí, o al menos es lo que temía.

—Así es, y también buscaba a Len— "¡Rayos!" pensó la rubia —No te preocupes, ya me enteré del asunto por el que están en esta clínica de maternidad— en ese momento la sangre de Rin comenzó a sentirse más fría en su cuerpo, sin duda que eso era peligroso para el bebé, pero no pudo evitarlo.

—¿Quién te lo contó?— preguntó intentando calmar su voz, así como evitar dejar ver lo asustada que estaba de que alguien le anduviera contando el secreto a cualquiera.

—Eso no importa, lo que importa es que te quiero ayudar— le dijo volviendo a tomarla del hombro para verla directamente a los ojos, logrando entender que la comprendía de una manera que no había visto antes, quizá Teto tuviera algo que ver con el tema y quería apoyarla en eso, entonces su respiración se tranquilizó y su nivel de estrés bajó —Rin, tienes que abortar al bebé— bueno, su nivel de estrés volvió a subir.

Len recién había llegado hasta el automóvil de color amarillo con el que habían llegado a la clínica, solamente un auto lujoso del año de color amarillo, de un valor de varias decenas de miles de euros, estacionado en un espacio solitario y lejano del lote, pero que gran idea. Tras dejar las cosas en el asiento de piel de lado trasero, se dispuso a salir para dirigirse de nuevo a la clínica para reunirse con su prometida.

—¡Hola Len!— escucho un fuerte grito tras de él, lo que reaccionó que por instinto levantara la cabeza, solo para golpearse en la nuca con el techo del mismo auto.

—¡Con un demo…!— se detuvo a maldecir mientras se acariciaba la zona del golpe. Volteó su vista para encontrar a la intromisión que le había interrumpido, solo para encontrarse con Neru y Haku, ambas con agitada respiración, y aparentemente sudadas, llegando desde las afueras del estacionamiento.

—Hola Len, ¿como estas? — le preguntó la albina con un tono de lo más amable.

—Muy bien, gracias…— respondió él intentando evadirlas —Ahora si me disculpan, tengo que ir con Rin, de seguro me estará buscando— comenzó a caminar al lado contrario de donde las había encontrado.

—¡Espera!— le detuvo Neru tomándole del brazo, al ver que el Kagamine respondía de manera tan hostil por el contacto físico como para alejarla con un movimiento, decidió intentar un acercamiento diferente —La… lamento haberlos ofendido a ti y a Rin a su bebé, y quiero decir que toleraré la decisión que ustedes tomaron— dijo haciendo una reverencia.

Len, permaneció estático unos minutos. Le parecía algo inusual, que conociendo tanto a Neru, ella fuera capaz de disculparse por algo que dijo, cosa completamente inusual en ella. Haku por su parte, solo permanecía con su vista perdida en la nada ¿Neru le contó todo? Bueno, eso era obvio ahora.

—Bueno, no importan está bien— fue todo lo que contestó el rubio en lo que se disponía a retomar su camino.

—¡Pero espera!— le volvió a detener al chica de ojos amarillos —El hecho de que decida tolerar su relación no quiere decir que la acepte, por lo tanto tengo derecho a protestar y decir lo que pienso— razonó —Y lo que pienso es que no deberían tener al bebé—

—¿Qué?— preguntó bastante molesto y ofendido Len, provocando cierta conmoción en ambas chicas. Tenía que tranquilizarse un poco, aunque tanto estrés teniendo que tratar con personas en su propia vivienda que estuvieran en contra de su decisión le anduviera matando, tenía que controlarse —Mira Neru— comenzó a hablarle —Ciertamente, no creo que haya una razón por la cual tu o cualquier otra persona moralista a la que le disguste el incesto tenga que meter sus narices en la relación consensuada de dos personas que se aman de verdad, así que por favor, mantente callada— le dijo con un tono entendible de amenaza, dejando callada a la rubia.

—Len, por favor— habló Haku acercándose a él y tomándolo del brazo,—Nosotras queremos ayudarte, solo escucha lo que tenemos que decir— Len estuvo a punto de alejar a la albina de la misma manera que lo hizo anteriormente con Neru, pero se detuvo a tiempo.

—No pienso cambiar mi opinión, no importa lo que digan, Rin y yo conservaremos a nuestro bebé— dijo decidido.

—Solo un poco— le insistió Neru, retrocediendo un poco.

—De acuerdo…— se resignó —Tienen hasta que Rin regrese para decirme lo que quieran, pero ya les dije que no cambiaré de opinión— se recargó en la puerta amarilla del auto y se preparó para escuchar una nueva sarta de tonterías.

—Muy bien…— dijo Neru con algo de nerviosismo, volteando a ver a su amiga albina para solo ver una cara de confusión ¿Volvió a beber sin que se diera cuenta? Eso no estaba bien. —En primer lugar…— tenía que decirle al rubio algo que fuera convincente, al menos hasta que Teto llegara con Rin y le ayudara, —¿Te das cuenta de que la decisión que has tomado es algo que va en contra de toda la moralidad, la sociedad, la religión y la vida misma?— Len suspiró con fuerza ante esto, dejando de manera notable el hecho de que estaba harto de escuchar esa clase de cosas.

Es decir, como si aquello y otras cosas no se las hubieran dicho al menos una centena de veces al menos en la última semana, o lo que es más, que esos temas no se los hubiera repetido él mismo un millar de veces desde que inició su relación incestuosa.

Solo esperaba a que su dulce hermana gemela regresara pronto, ella si era capaz de tratar con mujeres que le sacaran a él de quicio.

—¡No voy abortar a mi bebé!— gritó Rin en respuesta de la "solución" de su amiga, mientras esta solo quedaba con un rostro neutral ante el grito —¿Cómo puedes pensar en eso?— le preguntó con las lagrimas a punto de salir de sus ojos —¿Qué demonios te ha hecho él para que le desees la muerte?— se sintió de repente muy atacada, muy inhibida, quizá más por la culpa de las hormonas del embarazo.

—Rinny— le habló con cariño la pelirroja intentando tomar su mano, a lo que la rubia se reusó —Lo que digo no es porque odie a tu futuro hijo o hija, ni que lo considere como algo malo, algo impuro— se explicó mientras Rin se comenzaba a limpiar la humedad de sus ojos —Lo digo por el bien del bebé—

Esta había sido una respuesta completamente ilógica para Rin —¿Cómo se te ocurre decir eso?— preguntó con indignación.

—Solo piensa en el bebé, Rin, piensa en cómo sería su vida— dijo seriamente, mirando a los ojos a la rubia, quien estuvo a punto de contestarle, pero que fue detenida rápidamente —Y no me digas cosas como que tu y Len lo amaran y demás cosas como lo lino que sería que verte con tu pancita de embarazo— la Kagamine trago profundo —Quiero que te imagines como sería la vida de un pobre niño o niña que no pueda moverse o pensar bien—

—No es muy probable…— dijo la chica —Es decir, Len y yo somos sanos… y hay exámenes con los cuales se pueden prevenir enfermedades de ese tipo—intentó argumentar con lo poco que le quedaba.

—Pero nada es seguro, no están seguros de si su hijo nacerá deforme o con un daño cerebral irreparable o con una discapacidad permanente— intentaba hablar lo más duro y frio que podía, quería ser honesta, quería realmente decirle lo que podría pasar si seguía con eso —Por favor Rin, aborta a esa creatura, por su bien— le exigió tocando con su mano izquierda su vientre.

Rin tenía todo el deseo del mundo de responderle de manera agresiva, de decirle todo en lo que pensaba de su amor con Len, de cómo su amor no era algo malo, de cómo podrían salir de cualquier cosa si estaban juntos y unidos en cuerpo y alma. Pero todo eso parecía ser tan poco valido, tan irreal ante el peso de lo que ella decía. ¿Valía la pena arriesgarse por un ser vivo que no podría vivir de manera correcta y sana?

—Y no solo eso— continuó Teto con la reflexión —piensa en lo difícil que sería para ese pequeño el existir, como lo tratarían los demás ¿Crees que sería muy divertido que no tuviera amigos solo porque todos saben que sus padres son incestuosos? ¿Crees que incluso si no tuviera defectos físicos, viviría bien aceptado por todos, como por tus fanáticos o incluso tu propia familia? Este no es ningún juego, Rin— preguntó intentando ser un poco más asertiva.

De nuevo el silencio y las lagrimas deseando salir de los ojos de la rubia. El pasillo se había llenado de una terrible incomodidad, solo a lo lejos se escuchaba el llanto de un niño solitario, que ni siquiera sabían de donde provenía.

—Todo lo que me dices es muy cruel— dijo con la voz rasposa por la tristeza —Me pides que le niegue la vida a un ser que yo misma he creado con amor— dijo colocando su puño sobre su pecho.

—No Rinny querida, te pido que le niegues una existencia penosa y llena de sufrimiento, no solo a él o ella, sino también a Len y a ti misma— decía todo aquello con el mayor de los convencimientos posibles, sin dejar de hablar con frialdad, pero a la vez con un tono con el que intentaba dar a entender que sus intenciones era n amistosas.

—No puedo hacerlo— respondió la rubia, comenzando a soltar algunas lagrimas reprimidas e involuntarias de sus ojos, y tratando de retomar su camino a la salida —incluso si todo lo que dices es cierto, jamás me llegaría a perdonar por no darle la oportunidad a un ser humano de vivir, ni mucho menos a uno que tengo la obligación de proteger con mi vida— se quedó callada mientras dejaba de tocar su vientre —lo siento— se disculpó para después comenzar a salir corriendo.

Teto solo dio un respiro hondo, intentando no salir de sus cabales, y tras esto fue a perseguir a la rubia, dejando atrás el pasillo lleno del llanto constante del bebé desconocido.

—Rin, espera un poco— le pidió tomándole de la mano, justo antes de que cruzara por una puerta blanca con ventanas circulares que dirigía a al vestíbulo de la recepción —Puedes irte con la decisión que creas correcta, pero antes tengo que mostrarte algo— le jaló un poco la mano para indicarle que la siguiera.

Aun si la joven rubia tenía el pensamiento de que su decisión era completamente definitiva, en el fondo quería encontrar algo que le dijera exactamente qué hacer, algo que le dijera como evitar el sufrimiento, ya fuera de Len, de su futuro retoño e incluso de ella misma, pues al fin y al cabo, solo quería proteger a quienes quería. —De acuerdo, vamos a donde quieras— Así que accedió a seguir a Teto por los pasillos de la clínica, a un lugar que ella no conocía, para ver o presenciar algo que suponía darle un giro a su pensamiento tan estático con respecto a la "solución" de su amiga.

—¿Estás segura de esto?— preguntó algo inquieta la doctora Yuna mientras sacaba un llave pequeña de su bolsillo frontal de la bata, dirigiéndose a la rubia, mientras ellas dos junto a Teto se encontraban frente a una puerta blanca hecha de plástico resistente, hubicada en una de las plantas más altas de la clínica, casi abandonada y con ausencia de cuadros alegres en las paredes que recordara que en ese lugar se trataba a niños.

—Tú solamente abre la puerta, que ella merece saber la verdad— dijo Teto algo agresiva, mirando con algo de desprecio a la doctora peli rosada. ¿Se conocían? La doctora dio un profundo respiro antes de introducir lentamente la llave dorada en el picaporte.

—Si crees que la verdad la hará libre…— dijo sin finalizar la chica de anteojos, mientras Rin solamente sostenía su pecho, sintiendo el latir de su corazón.

La puerta se abrió lentamente, mostrando al principio un cuarto un poco más oscuro que el resto del pasillo, de la misma forma que el cuarto en donde cuidaban a los niños de las madres ausentes, en la planta baja del edificio.

El lugar se veía en apariencia vacio, mas al adentrase en la habitación, se pudo observar a una mujer de espaldas, vestida como enfermera, viendo a una pequeña mesa cubierta con un mantel rosa, similar a una cuna, con algunos juguetes en los lados, y algunas imágenes de alegres y coloridos globos y payasos enmarcados en la pared frente a esta.

La doctora Yuna se acercó hasta la chica por la espalda, y dándole un ligero toque en la espalda para advertir su presencia, logró que esa chica vestida de enfermera se moviera un poco para permitir observar lo que se encontraba en esa cuna.

Teto dio una pequeña arcada al ver lo que se encontraba en la recostado sobre las sabanas de color azul claro, confirmando la información que había obtenido desde antes de su encuentro con la Kagamine.

En cuanto a Rin, ella solamente colocó sus manos sobre su boca a la vez que una gran mirada de conmoción se hacía presente en sus ojos, incrédula frente a lo que le mostraban sus ojos.

Era una niña pequeña, o al menos eso es lo que se podía deducir a partir del color de la sabana, pues solo traía puesto un pañal. Su tamaño era muy reducido, quizá no más de cincuenta centímetros extendida a cuerpo completo, sus brazos eran cortos, como la forma de garras reducida por lo apretado y torcido que tenían sus dedos hacía adentro, sus piernas, o al menos una de ellas, era similar a la forma de una raíz muerta, mientras que carecía de su otra extremidad, terminando en un pequeño corte, aparentemente de causa natural.

Su cabeza era quizá lo que mas centraba la mirada de Rin, pues esta no tenía una forma normal, tenía la parte de la frente más elevada que el resto del cráneo de manera desproporcionada, mientras su mandíbula, retorcida de la parte inferior, mostraba unos cuantos dientes en desarrollo, sus ojos estaba cerrados, quizá porque no tenía la fuerza de abrirlos, y su nariz estaba retorcida hacía atrás, como la de un tiburón. Mientras que su pecho tenía una enorme protuberancia sobresaliente, desde donde se alcanzaba a percibir los latidos del enorme corazón de manera clara.

Yuna, con toda confianza, tomo a la creatura con ambos brazos en forma de cuna, acariciando débilmente su mejilla, provocando que ligeros sonidos, quizá risas salieran de la boca de la pequeña. La acercó hasta donde estaban Rin y Teto.

—Se llama Namataka Miu— dijo indicando el nombre de la pequeña.

Rin solamente se limitaba a observar, dándose cuenta de todos los errores que habría cometido la naturaleza en la construcción de este ser.

—Tiene apenas un año y medio, nació de una mujer embarazada que llegó a esta sala en urgencias, no sabemos con exactitud que padecía la madre, solo que quizá… es producto de una violación incestuosa— dijo en un tono casi ahogado sin decidir seguir la oración.

De eso se trataba todo, ahora Rin entendía porque Teto quería llevarlas hasta ese lugar, y de porque quería que abortara.

—Sin importar cuánto estudiara a esta pequeña, no encontraban la causa de tantos padecimientos en un solo ser— continuó Teto —Los doctores le calcularon máximo un año y medio de vida, cuando muera su cuerpo será estudiado para averiguar que atrocidad fue cometida por la mano de Dios en esta ocasión— las palabras sonaban frías y atroces, como si se estuviera refiriendo a un pedazo de carne podrida —Se cree que esto es resultado de un gen recesivo alterado tras la radioactividad causada por las bombas de Hiroshima y Nagasaki—

Rin cerró los ojos como si un dolor pulsante atravesara su pecho. Ella misma sabía que alguna ascendencia suya había resultado sobreviviente tras los atentados contra la humanidad ocurridas al final de la segunda gran guerra del hombre, viviéndolos en carne propia, pero nunca habían registrado ninguna irregularidad en su familia desde ese entonces, eso era bueno ¿cierto?

—Esto que vez aquí, Rinny, que ves con tus propios ojos, es nacido de madre— le dijo Teto con una voz fría al oído.

Con esto se resumía todo, una creatura que resultó ser la creación de una unión incestuosa, y quien ahora sufría en vida en dolor del pecado de su padre y de la ambición por las guerra del hombre del pasado.

¿Qué diferencia tendría esta pequeña con el hijo de Len y Rin? Solamente que la descendencia de los rubios había sido concebida con amor y aun así, esto no garantizaba ninguna diferencia real.

—¿Me permite cargarla?— dijo Rin refiriéndose a la pequeña en los brazos de la doctora, extendiendo sus manos en forma horizontal. La peli rosada asintió un poco, y con el más extremo cuidado del mundo, le pasó a la pequeña a los brazos de la rubia, temiendo que se rompiera con el menor de los movimientos erróneos. Bueno, quizá si lo hiciera.

Rin sujetó a la pequeña con mucho cuidado, intentando colocar una mano por la parte baja de su cuerpecito, colocando la otra mano con mucho cuidado por la nuca, sintiendo como el débil cráneo se debilitaba con el tacto, sintiendo como si sus dedos se fueran a hundir. Decidió mejor sujetarla con el brazo, dejando su mano izquierda para sujetarla de manera correcta, para luego acercar su mano derecha a la carita de la pequeña y acariciarla con cuidado.

La observó por unos momentos, guardando sumo cuidado. Lograba sentir su ligera respiración, su calor corporal traspasándose de las mantas que la cubrían y sus latiditos eran lo suficientemente fuertes para ser percibidos con el tacto simple.

Sin decir una sola palabra mas, Rin acercó a la pequeña hasta donde estaba su propio rostro, y le dio un pequeño beso en la frente, provocándole una reacción positiva, expresada con un ruido de cariño salido de su pequeña boquita. Luego de eso, la sujetó con más cuidado usando sus dos manos, y la abrazó con cariño.

Era la segunda persona quien se atrevía a abrazarla, después de la doctora Yuna, la segunda quien realmente le demostraba algo de afecto. Y en su mente, muy fuertemente, se seguía repitiendo una y otra vez la frase "un año y medio de vida" como el tiempo restante de aquella creatura en este mundo.

Teto, solamente se mantenía como observando, en realidad algo incrédula, pues esperaba a que Rin saliera a vomitar tras haber visto a aquella abominación, peor el resultado era algo diferente, pues no esperaba a que la rubia se atreviera siquiera a tocar aquello. ¿Acaso tenía la visión de una familia formada por hijos como esos?

Pero los verdaderos pensamientos de Rin eran otros. Ella simplemente no podía creer que estaba en presencia de lo que miles de veces le habían, o mejor dicho, se había auto remarcado como el mayor de los peligros del incesto. No podía o no quería creerlo. No quería creer que un ser vivo sufriera por una tonta injusticia de la vida, que sufriera por un pecado que ella ni siquiera cometió. Esa niña pequeña, no podría moverse con normalidad, no podría caminar, no podría expresarse y tal vez no podía pensar, y jamás viviría lo suficiente, para crecer, ni conocer, ni existir en este cruel mundo.

Eso era lo que más le dolía, ver a una hermosa creatura abandonada por la imperfección provocada por una tontería como era el incesto, resultado de la maldad de uno y el odio e intolerancia de otro. Por eso la abrazaba, porque sentía que la quería proteger, así como sentía que con aquello protegería a su propio bebé.

—Lo siento Teto— le dijo a la pelirroja —se que quieres evitar que mi futuro bebé sufra por algo que no hizo— le dijo intentando no quitar la mirada de la pequeña, quien había alargado su manita hasta alcanzar uno de los mechones rubios de la Kagamine —Pero siempre he pensado que cualquier vida es preciosa, no importa lo que pase— volteó un poco su mirada para observar el seño fruncido de Teto —Y esta experiencia me lo ha comprobado— dijo para después dar un pequeño toque con sus labios en la mejilla de la pequeña Miu.

La enfermera que estaba cuidando al bebé desde el comienzo, se acercó a ella y la retiró de sus brazos con mucho cuidado, volviendo a sostenerla en los suyos.

Rin hizo una pequeña reverencia a la mujer, y luego de eso, la doctora Yuna comenzó a guiar a sus dos invitadas a las afueras del cuarto, sin que Teto pudiera decir nada, pues su vista estaba centrada en el suelo, sin mirar a nada en especifico.

—A propósito…— se detuvo Rin antes de lograr salir del cuarto, volviéndose a la enfermera todavía con la bebé en sus brazos —¿Dónde está la madre de la pequeña?— preguntó fingiendo un poco de inocencia, aunque se pudo percibir que utilizó cierto tono de desprecio al decir la palabra "madre", en comparación del resto de la frase.

—Su madre falleció durante el parto— respondió la doctora peli rosada desde la espalada de la rubia, con un semblante algo serio, más de lo normal —su cuerpo no resistió al momento de dar a luz—

Porque un bebé que tiene complicaciones en su desarrollo, causa complicaciones al nacer, el cuerpo de una mujer no puede soportar tanto dolor ni desangramiento. Esta era de hecho, la segunda razón por la cual Teto quería convencer a Rin de que abortara, pues sabía que sería riesgoso para la rubia tener un bebé que resultara con algún defecto en su desarrollo. Abortar en este caso, sería un mero acto de decisión moral, en donde Rin tendría que poner su vida por sobre la de su bebé, caso el cual no sería por nadie, ni siquiera por la ley, más que por la misma conciencia de la Kagamine.

La paciencia de Len estaba a punto de agotarse.

En primer lugar, por el hecho de que el ni siquiera consideraba a Neru como una amiga suya, sino más bien como una conocida, nada más y nada menos que como la amiga de su hermana, hasta eso es a donde llegaba su relación con ella, ni siquiera le interesaba saber si tenía alguna afición o gusto compartido con ella. Además de que la chica Akita ni siquiera era un Vocaloid, sino más bien un artista independiente, como una alternativa, que de vez en cuando cantaba con ellos.

Ni siquiera le agradaba mucho la chica de ojos amarillos, mucho menos después de que se enteró de que esta tenía cierto amor por él, nada más un simple enamoramiento juvenil platónico al cual el rubio no atendió, sobre todo porque en esos tiempos su relación con Rin apenas florecía.

La segunda razón, era que, desde hacía treinta minutos, Neru se había enfrascado en un monologo de "porque las relaciones incestuosas estaban mal". La gente tenía su derecho a opinar de lo que quisiera, pero no por eso Len estaría forzado a escuchar todas las opiniones negativas acerca de sus decisiones.

Estas razones, sin contar el hecho de que Haku no había dicho ninguna palabra desde que su amiga rubia había empezado a hablar.

—…Además de que en las civilizaciones antiguas el incesto era prohibido, pues las personas sabían desde ese entonces lo que la procreación entre familiares podía causar…— Anqué Len tenía que admitir que Neru si que tenía algo estudiado el tema, pues seguía hablando y hablando, como la cantidad de palabras que soltara fuera proporcional a su cambio de mentalidad.

Terminaría muriendo en un mar de intenso aburrimiento mental, lejos de la esperanza de volver a escuchar la dorada y melódica voz de su encantadora hermana.

—¿Qué hacen ustedes dos aquí?— volteó la mirada para ver si sus oídos no le habían engañado con alguna clase de espejismo sonoro, y muy para su gusto se encontró con su dulce gemela caminando hacia él, aunque en realidad su tono de voz había sido más severo que melódico.

La Kagamine caminó hasta donde estaba Len recargado sobre el auto, y le tomó firmemente de la mano para después voltear a ver de manera agresiva a Haku y a Neru, esta ultima callando su parloteo.

—Les pregunté, ¿Qué están haciendo aquí?— replicó su frase anterior la rubia. Enojada por el hecho de que algunas de sus llamadas amigas estuvieran interfiriendo en su día especial con Len.

—Rin, no te enojes, estamos aquí solo para hablar de su problema— se apresuró a decir Neru, sin darse cuenta de la palabra que había utilizado.

—¡¿Quién dijo que tenemos un problema?— gritó Len con una increíble molestia, pues se suponía que Neru estaba presentando más sensibilidad para hablar ese asunto.

—Ya… ya te dijimos que solo queremos ayudarlos— se apresuró a decir Haku, interviniendo de nuevo en la conversación.

—Mentira— cuestionó Len hartándose — ¡lo único que ustedes quieren es controlar nuestras vidas solo porque no les parece bien lo que nosotros hacemos!— le gritó mas a la albina, logrando intimidarla bastante.

—Len, tranquilízate— le pidió su hermana tomándole del brazo.

Miro al par de chicas que tenía frente a ella, dándose cuenta de que ellas dos podían haber estado relacionadas con Teto para darle a la pareja una platica acerca de la moral, quizá para hacerlos cambiar de idea con respecto a su procreación.

—Escúchenme, sabemos los riesgos que tiene el hecho de tener hijos siendo nosotros dos hermanos— explicó con lentitud la joven rubia —sabemos de qué tan mal podría resultar nuestra hija o hijo, y también del peligro que tendría para mí si llega a haber complicaciones— Len la miró algo extrañado.

—¿Dónde te metiste todo este rato?— Len le preguntó a su hermana al oído — ¿Fuiste por tu sopa o no?—

—Luego te cuento todo— le contestó ella en un susurro.

—Entonces sabes porque nos preocupamos por ti— dijo Haku acercándose a ella —Nosotras no detestamos a su bebé, al contrario, nos alegramos por ustedes dos y deseamos que sean felices— se acercó un poco mas y le tomó las dos manos —Solo queremos que ustedes decidan lo que tienen que hacer de la mejor de las maneras, que no piensen que las cosas serán fáciles o de una manera que no son— Rin correspondió el apretón de ambas manos.

—Lo sabemos, será muy difícil— dijo Rin volteando un poco la vista —Pero aunque esto pudiera ser un error, ya hemos decidido y no daremos vuelta atrás— pronunció con toda la seguridad del mundo, provocando que incluso Len se consternara un poco.

Luego de decir esto, Rin procedió a abrir la puerta del auto, aun con Len recargado de un lado, soltando a Haku de las manos.

—¿Nos vamos?— le preguntó la Kagamine a su gemelo, sentándose en el asiento del copiloto.

—Sí, vámonos ya— le respondió Len tomando su asiento tras el volante —Mucho gusto, Haku, Neru— dijo Len para despedirse y después cerrar la puerta del auto. La máquina de color amarillo comenzó a avanzar, y tras moverse de su lugar en el estacionamiento casi vacío, se dirigió a la salida del terreno de la clínica. Rin dio un último saludo a sus amigas, correspondido únicamente por la albina, y tras esto, el auto se alejó de la vista.

—¿Y bien?— preguntó Teto acercándose al par que veía el vehículo alejarse, con las manos metidas en los bolsillos de su sudadera, y mirando con desinterés a las chicas — ¿lograron convencer a Len?— al parecer habían tenido la idea de un "ataque por ambos flancos", simplemente esperando a que Len y Rin se separaran para poder hablar con cada uno de ellos sin que el otro interfiriera.

—Nada bie— respondió un podo desilusionada Neru, pero a la vez volteando a ver un poco a Haku, como para decirle que ella había tenido toda la culpa por no decir nada relevante —¿Y al parecer tu tampoco pudiste convencer a nadie con tus palabras?— preguntó con algo de sarcasmo.

—Al parecer ellos dos están mas confundidos de lo que parecen, creo que incluso perdieron el concepto de la realidad— contestó la chica del cabello en forma de taladros mientras daba un largo suspiro.

—Tal vez no los hayamos hecho entender mucho— dijo Haku —Pero lo importante es que les dimos a entender que nosotras estamos apoyándolos, y eso es lo que importa— habló de manera alentadora.

—No lo creo— contestó Teto mostrándose mas decidida —Lo que hicimos no fue mostrarles nuestro apoyo, sino darles un ultimátum—

—¿Ultimátum?— preguntó Neru confundida.

—Así es, ya les hemos dado el mensaje de que tienen que detenerse con todo lo que están haciendo, con todo ese asqueroso incesto— despreció esa ultima palabra —Por lo tanto, es hora de que nosotras actuemos— dijo sacando una libretita de su bolsillo derecho, similar a la de la doctora Yuna.

—Espera, ¿A que te refieres con que "nosotras" actuemos?— preguntó esta vez Haku con la confusión.

—Tengo aquí, la libreta que contiene el nombre del doctor que ha atendido a los Kagamine durante el embarazo— explicó con algo de frialdad, o crueldad —Quien a la vez tiene todos los comprobantes de que ella esta embarazada, junto con las medicinas que consume y las pruebas de que Len es el padre—

—¡Teto!— le gritó Haku en medio del monologo que estaba sosteniendo la llamada pelirroja —¿Para que quieres toda esa información? ¿Que quieres hacer con esas pruebas?— preguntó enojada.

—Ya te lo dije— le contestó con tranquilidad —Ellos han rechazado el ultimátum, por lo tanto es hora de que actuemos nosotras— terminó de decir mientras guardaba la libretita de nuevo en su bolsillo.

—Teto, por favor— le pidió Haku con un tono de desesperación, solo faltaba que estuviera de rodillas —No lleves esto mas haya de lo que puedas controlar, no cruces la línea a la que no puedas regresar— esto pareció hacer enfurecer a la Kasane.

—¡Escucha bien!— le gritó a la albina —¡Esos dos fueron los primeros quienes pasaron la línea entre lo correcto y lo incorrecto, y ni siquiera les importo cruzarla, sino que incluso se sienten bien por ello!— le explicó dejando salir gran cantidad de aire de sus pulmones —Sino quieres hacer nada, adelante, vive en tu mundo en donde cualquiera puede hacer lo que quiera sin que nadie mas le detenga, no me interesa— les dijo para después salir caminado del sitio de la reunión, en el estacionamiento, directamente hacia la calle, desde donde se alcanzaba a ver el sol a punto de ocultarse entre los altos edificios del centro de la ciudad.

—Maldición— pronunció Neru por lo bajo —creo que ahora si les hemos hecho algo horrible a los Kagamine— dijo un poco aterrada, para después ponerse en camino hacia donde se había ido su amiga pelirroja —Será mejor que la mantengamos vigilada— propuso en lo que se ponía en marcha para seguirla.

Haku dio un largo respiro, se rascó un poco la patilla derecha, y tras esto, siguió a Neru a donde quiera que les llevara después Teto.

Fin del capítulo 9

Notas de la edición del 17/07/2017

Originalmente subido en dos partes, este es el capítulo 9, por favor, dejen comentarios si es que gustan.