Había pasado ya una semana desde la incorporación del médico como parte de los invitados especiales a la casa de los Vocaloids, y de cierta manera, su nueva estancia había hecho del ambiente algo más relajado para la mayoría, pues no solo se trataba de una persona que se ocupaba de la salud de Rin, sino que era también, bajo el título de médico y de doctor, se encontraba un Otaku de media vida. Y como todo Otaku, para Mikhail era un placer para él poder estar en contacto directo con sus artistas favoritos, como lo era Miku.
Todos los días, tenía que salir a las diez de la mañana a su laboratorio privado, en donde tenía que atender la mayor cantidad de clientes suyos posibles en la mitad del tiempo que se tomaba individualmente para cada uno, luego de eso, regresaba a las cuatro de la tarde, cuando tenía que dirigirse al sótano, en donde el Maestro había colocado un pequeño laboratorio para él, en donde tenía que dar análisis a distintas muestras de Rin, ya fueran muestras sanguíneas, fecales u orinales, lo que fuera necesario. Tras una larga jornada de trabajo, y tras reportarse con Salta para contar de los cambios que consideraba necesarios en la dieta de la Kagamine.
Pero en lugar de seguir este itinerario al pie de la letra, el médico despertaba desde temprano para rondar los pasillos de la casa, siendo desconocido por los cantantes pop si este entraba a alguno de sus cuartos, pero dudaban que el Maestro se lo permitiera. En los desayunos, se sentaba entre Miku y alguna otra persona, quien generalmente era Meiko o Gumi, y luego, permanecía durante varios minutos platicando e interactuando en sus conversaciones privadas, sin llegar a incomodar mucho, pues lo que hacía era recordar canciones, conciertos u apariciones especiales que hacían sus ídolos, lo cual les traía nostalgia a la mayoría de ellos.
Al regresar a la casa, realizaba sus obligaciones de cuidar de la salud de Rin, pero perdía el hilo de su deber la salir del sótano a visitar alguna la sala de grabaciones que tenían en la casa, para luego mandar mensajes por su celular o por alguna red social para presumir de que acababa de presenciar dicha grabación. Ya para acabar el día, se la pasaba conversando de nuevo con los Vocaloids, pero esta vez llegaba a pedirles incluso autógrafos a la mayoría, con la excusa de que algún amigo suyo o algún paciente se lo había solicitado. Y de nuevo, dudaban si repetía sus paseos por los pasillos nocturnos de la casa.
Aunque al principio fue difícil incluirlo, pues en una ocasión se le descubrió espiando por la ventana exterior del baño a la pareja de Miku y Kaito en sus actos románticos, y en otra más se le había acusado de robar cierta ropa interior de las cantantes.
Pero al final y al cabo, habían aprendido a convivir, pues cuando sacaba de quicio a alguno de ellos, tenían que recordar que era por el bien del futuro bebé de su amiga. Aunque la cosa cambiaba si se trataba de Yumma, o de Kiyoteru, pues ellos solían simplemente ignorar a Mikhail, aunque este se defendía del frio trato de estos al criticar sus voces o sus actuaciones, ya fuera por calidad, o por cantidad con respecto a los Vocaloids más famosos.
Pero sin duda, era un gran alivio para Len y Rin el tener a ese médico en la cercanía de su casa.
Ahora mismo, los Kagamine se encontraban en su cuarto que tanto tiempo llevaban compartiendo, Rin estaba vestida con una ropa algo ligera, una blusa blanca que le cubría hasta la mitad del muslo y que se sujetaba con un cinturón un poco más arriba de la cadera, lo que le daba la apariencia de ropa de maternidad. En cuanto a Len, este había elegido su camisa tipo marinero con hombreras, una versión un poco madura de su camisa habitual de su uniforme, además de un simple pantalón, igual, de tipo marinero.
Rin estaba sentada en la cama con plena tranquilidad, recargándose sobre su mano derecha mientras observaba a su hermano hincado a un metro de distancia dándole la espalda, pues este se encontraba ocupado armando una pequeña cuna blanca hecha de piezas de madera contrachapada con algunas sabanas colocadas sobre la parte central. Esa era una de las cosas que habían pedido por catálogo durante su visita a la clínica de maternidad, y se habían ocupado personalmente de que no se descubriera que ellos habían sido los que la habían ordenado.
Rin ya había intentado ayudar a su gemelo en la preparación de la estructura, pero Len, conociendo las capacidades motrices, de reconocimiento y de memoria de su hermana, no pudo evitar imaginar que haría un desastre tan grande como cuando en ocasiones, anteriores, había intentado armar cualquier cosa que contara con múltiples piezas y un instructivo. Alegando que él podría solo, y recibiendo comentarios anti machismo como respuesta.
Tras un par de horas en el deber, el joven Len logró al fin terminar a pequeña cuna de madera que habían comprado, colocando ambas manos en la base para comprobar su estabilidad.
— ¿Seguro que nuestro o nuestra bebé estará bien allí?— preguntó Rin mientras se paraba y miraba analíticamente la pieza que su hermano había armado, intentando encontrar alguna avería o falla que tuviera esta.
—No te preocupes, esto es ingeniería pura— dijo su gemelo al levantarse y presionar la cuna por la parte superior de los barandales, solo para asegurarse de que no se tambaleaba.
—Según dice, es lo suficientemente fuerte para soportar a dos adultos en su interior— sonrió comentó chica mientras sostenía en sus manos un pequeño manual.
—No es para nosotros— rió un poco el Kagamine mientras pasaba su mano por la cintura de su gemela —Es para alguien más chiquito y que pronto tendremos aquí— acercó un poco más a su prometida para poder acariciar su vientre.
—Sí, así es, esta será su camita, en donde él o ella dormirá— Rin no pudo evitar soltar un suspiro de ilusión al pensar en aquello, pero a la vez, no pudo evitar voltear a mirar al entorno en donde esta pequeña cuna se encontraba, siendo la gran cama matrimonial de ellos dos en lo que más centró la mirada.
— ¿Hay algo en especial con nuestra cama?— preguntó Len aún con la sonrisa en su cara, dándose cuenta rápidamente de la expresión neutral que había adquirido el rostro de su gemela.
— ¿No te parece que un humano necesita su propio espacio para dormir?— le contestó aún sin borrar la expresión neutral, considerando si sería correcto o cuando menos cómodo que compartieran la habitación con su futuro retoño por un tiempo indefinido.
—Pues me gustaría darle su propio cuarto a la pequeña o pequeño Kagamine— dijo Len algo de gracia al pensar en esa manera de llamar a su hijo o hija —Pero recuerda que el Maestro nos dijo que solo podíamos ocupar un cuarto a la vez, y eso incluía a nuestros "invitados"— hizo un ademan con lo que mostraba su desagrado a esa absurda regla.
Rin se sentó de nuevo en la cama, con un tremendo deje de inconformidad, dudando de sus propios pensamientos, comenzó a sentir la necesidad de compartir cierta información con su gemelo que veía deseando compartirle y exponerle.
— ¿Te quieres ir de esta casa?— le preguntó de repente el rubio a su hermana, adivinando su duda e inquietud con tan solo haberle observado un momento, bueno, por algo eran como uno solo.
—No necesariamente— se apresuró a aclarar la joven —es solo que… no es así como me lo imaginaba— o mejor dicho, como lo quería, debió de decir la chica.
—Te lo imaginabas más…— paró de decir Len al no encontrar la definición de lo que deseaba su gemela.
—Perfecto— terminó de decir Rin con un ligero nudo en la garganta, sin poder expresar más y desviando su vista ligeramente a la sábana de la cama.
Len de verdad se quedó callado con eso, sin saber que responder, pues era una decepción que no pudiera ni siquiera ofrecer algo de alegría a la vida de su futura mujer, sentía que la estaba condenando a algo que ella no quería.
—Rin, se que las cosas nunca resultan como uno las quiere— comenzó a decir el rubio —Pero aquí estamos, dispuestos a hacer esto por nosotros y por nuestro futuro bebé, aún si no es lo mejor del mundo, pero sigue siendo especial para ti y para mi— insistió él, intentando que no se notara la tristeza que comenzaba a sentir por medio de su voz.
—No dije que no fuera especial— se defendió Rin, evitando que sus palabras tomaran otro valor —Solo que no me agrada que todo tenga que ser como alguien más lo quiere— pudo decir al fin sin remordimientos —El tener que guardar esto en secreto, el tener que recibir el rechazo de nuestros padres y de alguno de nuestros amigos, el no poder ejercer como una pareja que solo quiere estar junta, el esperar a que el mundo entero se dé cuenta para recibir su odio— se detuvo un poco para voltear a ver a su gemelo, que ahora estaba más serio que antes.
—Se que no es justo— respondió su hermano, adivinando lo próximo que ella iba a decir —Pero esto es lo que aceptamos cuando decidimos hacer incesto— reclamó sin enfatizar mucho en aquello, pues sería como dejar implícito que ella se quería arrepentir.
—Solo deseo una linda vida como la que siempre soñamos tú y yo— le confesó definitivamente mientras unas lágrimas comenzaban a salir de sus ojos, pues era doloroso aceptar la triste y pequeña realidad de lo que sería si familia, si es que lograban tenerla.
Len tuvo una fuerte sensación de remordimiento por eso, ¿En donde quedaba su trabajo como defensor de su princesa, o como su otra mitad si no era capaz de traerle felicidad en donde quiera que estuviera? Sabía que Rin tenía sus límites, y de hecho el también los tenía, pero no podía hacer nada mientras observaba como un montón de puertas se les cerraban a ellos dos y a su futura descendencia solo por el aspecto del incesto.
Solamente se acercó a su hermana, y la abrazó con fuerza, pegándola bastante a su propio cuerpo, siendo plenamente correspondido por ese abrazo tan cariñoso.
—Te prometo que algún día tendremos la familia amorosa que siempre hemos querido— le dijo el rubio al oído, —Sin importar en donde estemos, pero seremos tu y yo y nuestro bebé, tendremos todo lo que necesitamos— dijo, recibiendo una ascensión con la cabeza por parte de su gemela como parte de que estaba de acuerdo —No te preocupes porque alguien más nos acepte o no, no los necesitaremos— finamente se separaron, quedando aún muy cerca el uno del otro.
Len limpió las lágrimas de Rin, tan solo un par de estas, pero que ya habían dejado su trazo de humedad por las mejillas de la chica.
—Pero yo de verdad quería una linda casa de dos pisos para hacer una familia allí— dijo Rin sonriendo de oreja a oreja.
—Con un gran patio, y en un lugar en donde haya muchos árboles— le complementó su gemelo, aún sujetándola de los hombros.
—En donde nuestros hijos puedan jugar tranquilamente…— se detuvo Rin al notar que había dicho "hijos" como si supusieran tener a más de uno.
—Quizá unos tres hijos no estaría mal…— terminó la idea de Rin, provocando que esta riera con encanto de la idea de más de un hijo, risa que se contagió ligeramente con su hermano, finalizando con este besándola en los labios para mostrar su afecto por ella.
—Eso no estaría nada mal— le contestó ella después del ligero beso, sin siquiera considerar los problemas que estos podrían tener al ser concebidos con incesto.
—Y tu y yo los veremos crecer a todos ellos mientras juntos gozamos de nuestras vidas adultas— le garantizó mientras aún le abrazaba un poco.
—Tendremos que conseguir algún trabajo— ideó de repente la rubia, a lo que su hermano reaccionó con algo de sorpresa.
—No creo que sea necesario, si… recibimos las regalías de vocaloid— le refutó lo más pronto posible, dijo sin siquiera molestarse en separarse.
—Pero tenemos que ocuparnos en algo, y no creo que pueda darle tiempo a eso de ser madre si tengo que estar tras un reflector o una cámara, o un micrófono— le aclaró de repente, dándole a conocer un punto muy importante, de que lo mejor era que si deseaban una familia, que además de todo, pudiera ser normal, tendrían que vivir de otra cosa más simple que el ser un par de ídolos pop.
—No hay problema con eso— concordó Len de nuevo con una sonrisa de aprobación —Pero nos haría falta estudiar más— rectificó un poco, pues había que considerar el cómo estarían las cosas para a economía en ese entonces.
—Podríamos intentarlo cuando nuestro hijo o hija crezca un poco— ideó —Tomar clases juntos, inculcarnos en algún trabajo y ser productivos— no pronunció aquello con mucho entusiasmo, pero admitía que era algo que le gustaría hacer.
—Supongo…— dijo en voz baja el Kagamine —Me gustaría estudiar contaduría— soltó de pronto.
— ¿De verdad?— le preguntó Rin un poco extrañada —No me sorprende, como eres tan matado en las matemáticas— le bromeó mientras se soltaba del abrazo y miraba a su gemelo con una sonrisa, sin recibir respuesta de él —Yo quiero entrar en arquitectura, quizá llegar a ser ingeniera civil— confesó la chica.
—Pues yo podría estudiar también estadística de población, y podíamos trabajar en las mismas oficinas, ya sabes, quizá trabajar en el gobierno— Rin sonrió ante la idea de compartir algo en común en sus futuros ideales profesionales, aunque lograrlo sonara difícil.
No se dieron cuenta de cuando fue que la charla se aligeró, de tal manera que se olvidaron de la tristeza que tenían por el bienestar de su hijo o hija, pero que importaba, el punto es que estaban teniendo una charla normal como pocas otras en el periodo de tiempo más reciente de vida, y eso les hacía bien, considerando todos los pesares que les agobiaban.
Además de que, aunque esta solo hubiera sido una plática simple, estaban sembrando las ideas de salir del esquema que se les había planteado a los catorce años y de ser independientes, estas mismas ideas, harían más en sus mentes de lo que esperaban.
No solo hablaron de sus posibles trabajos, también discutieron acerca de una mascota que pudieran poseer en el futuro, pero por más que Len insistió en un perro, Rin se negó a cualquier animal que no fuera un felino; consideraron también el colegio al que su primogénito podría pertenecer, y llegaron a la definitiva conclusión de que deberían de inducirle el aprendizaje de artes marciales como defensa contra cualquier tipo de abusador escolar.
Y durante un pequeño instante llegaron a formularse que, de llegar Miku a quedar embarazada, bajo la situación de resolver la esterilidad de Kaito, y si llegaba a tener un hijo o hija del sexo opuesto al de ellos, podrían bien comprometerlos, pero Rin descartó la idea de inmediato, y Len decidió no volver a preguntar del porqué.
Como fuera, el hecho de que pensaran a futuro lejano no los protegería de lo que pasaba en el presente, ni de lo que pasaría en el futuro temprano.
Después de que ellos dos dejaran de hablar por unos instantes, la sensación de hambre los invadió por unos segundo, siendo Rin la primera en liderar la dirección de ambos hacia la cocina.
Pudieron escuchar como Lily y Gumi cantaban una canción juntas en el estudio de grabación de la planta alta, al parecer algo muy pasional para ambas, pues estaban gritando a todo pulmón algunas palabras sin mucho sentido de relación; en la sala principal de la casa, se encontraron con Kaito y Gakupo, viendo la televisión, esperando a que en uno de los tantos programas musicales nombraran a la novia del primero, o con suerte, algún rumor del paradero de la novia del segundo, el cual al parecer era un secreto profesional para el Maestro.
Ignorando cualquier clase de contenido televisivo en ese horario, los rubios siguieron su rumbo premeditado a la cocina, en donde saciarían sus estómagos con sus frutas favoritas. Tan pronto como entraron, se dieron cuenta de que la joven y entusiasta Miki estaba hablando de manera energética con el sacerdote Thel mientras este le miraba con una sonrisa que derrochaba la mucha paciencia que le quedaba con los griteríos de la peli rosada.
Pero de la presencia de la que no se percataron hasta pasados los segundos, fue de la de Salta, quien estaba metido en el refrigerador buscando alguna bebida alcohólica que hubiera sido dejada por la Sakine. Sin mucha suerte.
— ¡Len, Rin!— Miki agitó la mano en el aire mientras llamaba a sus compañeros a que se sentaran entre ella y el párroco.
—Se ve que estás muy feliz el día de hoy— dijo Len con una sonrisa mientras que su paso y el de su gemela eran permitidos por el padre para sentarse en el centro del sillón del la cocina.
— ¿Alguna buena noticia?— preguntó la Kagamine mientras acomodaba su falda y se sentaba.
— ¡Para ustedes si!— gritó entusiasmada la cantante a la que correspondía la pregunta — ¡Nuestro santo padre me ha dicho que ya todo está preparado para la boda!— se refirió de esta manera a Thel, mientras sus manos se juntaban en un par de puños contra su pecho.
—Así es— les confirmó el sacerdote mientras observaba los músculos de sus rostros tensarse para formar un par de sonrisas idénticas en tamaño y forma —Un compañero mío me acaba de confirmar que ha realizado los trámites necesarios para su proceso nupcial, y vendrá a esta casa tan pronto como pueda— les anunció con ánimo, fijando su vista en ambos.
Pero Rin no pudo evitar tener una pequeña duda.
— ¿Significa que alguien más sabe de est?— preguntó algo preocupada, por lo que Len borró rápidamente su sonrisa tan lúcida.
—De eso no se preocupen— desvió la atención Miki —El queridísimo padre no dejaría que esto se extendiera como si nada— les aseguró mientras les tomaba del hombro con ambas manos y los giraba en dirección a ella —Mejor miren esto— les mostró algunas imágenes de carpas blancas de jardín de media docena de metros de altas.
— ¿Qué es eso?— se atrevió a preguntar Len después de haber observado la foto, tras darse cuenta de que su hermana también desconocía lo que se mostraba en estas.
—Son carpas— contestó como si hubieran preguntado eso —Las vamos a usar para que su boda sea aquí mismo— les informó por si no captaban la idea.
— ¿Aquí? ¿En la casa?— preguntó Len extrañado, volteando a ver por la ventana que daba al jardín.
—No nos pareció mala idea— se defendió rápidamente la peli rosada— Sería difícil encontrar a un sacerdote que nos permitiera hacer la boda en su iglesia— les explicó con tranquilidad, sin dar la razón del porque, no era necesario.
—Pero no hay lugar aquí…— interpuso Rin sin saber muy bien que más decir, volteando también a la ventana.
—No se preocupen, que el Maestro nos ha dejado hacer toda la ceremonia y la recepción en el jardín recién remodelado— fue entonces cuando alcanzaron a notar a un grupo de unas cinco personas caminando por el patio de la casa, con ropas normales de obreros, midiendo con distintos aparatos y haciendo anotaciones en lo que parecía ser un plano.
—Ordené que colocaran más arboles— dijo al fin Salta, saliendo de por detrás de la puerta del congelador, y tomando por sorpresa a los jóvenes Kagamine —Serán suficientes para evitar que se acerquen mirones a observar cualquier cosa—
Ahora bien, resulta que la casa en donde todo habitaban era algo peculiar, sin contar las paredes a prueba de balas y las puertas trampas, pues poseía una parte de un parque de la ciudad de la cual el propio Maestro se había apropiado gracias a sus influencias, y la había cercado, logrando así una gran área verde en donde solían salir a hacer grabaciones cuando fuera necesario, pues el espacio era los suficientemente grande para hacer un set de grabaciones, pero claro, por lo mismo, la tierra se veía siempre maltratada.
— ¡Lo ven, está todo solucionado!— exclamo Miki con la misma alegría de antes.
—Pero… me imaginaba más una iglesia para mi boda, o algo menos improvisado— dijo algo decepcionada Rin, atrayendo la consternación de su gemelo.
—Vamos Rin, no se verá nada mal, el arreglo se hará rápido— insistió mientras el Maestro asentía con la cabeza —muchas hojas se están comenzando a caer de los arboles, quedaría perfecto junto con la decoración blanca que tengo planeada, créeme que no estoy dejando nada al azar— conociendo a Miki, era obvio que no decía mentiras, era tan perfeccionista que seguramente había planeado hasta el más mínimo detalle, aunque prefería no especular nada, pues la sorpresa era lo mejor de ver uno de sus proyectos.
—De acuerdo…— dijo la rubia en voz baja, provocando una instantánea alegría en su compañera cantante y una sensación de tranquilidad en su gemelo —Pero quiero ver cada decoración desde ahora mismo, desde los manteles y servilletas hasta el mismo altar— propuso al instante, golpeando la mesa con el puño.
— ¡Pero claro que sí!— contestó la peli rosa como si se tratara de una orden militar, sacando al instante un montón de libros de fotografías con marcadores de varias docenas de colores.
En lo que respecta a Len, también le interesaba ver todas las decoraciones y arreglos, quizá porque también gustaba de aquella clase de cosas, pero muy dentro de sí, como un gusto sin mucha atención.
Pasaron cerca de media hora platicando y comentando de las decoraciones y el arreglo en general y al menos Rin debía de admitir que después de ver el altar, la idea de casarse en el jardín no solo le parecía agradable, sino también muy romántica, recordaba el día en el que Len y ella se habían besado debajo de uno de los arboles, por primera vez después de que sus sentimientos se hubieran aclarado y su relación hubiera comenzado.
Se entretuvieron durante un buen rato, hasta que el timbre de la puerta sonó, llamando poco sus atenciones, pues fue la pequeña Yuki la que fue a abrir la puerta.
No alcanzaron a levantarse para ir a ver quién era antes de que escucharan a la pequeña de colitas gritar agudamente a todo volumen, por lo que todos, a excepción del Maestro, se apresuraron a ver lo que acontecía en la entrada de la casa.
En cuanto cruzaron por la puerta de la cocina, visualizaron a un sujeto con una capucha de color negro cubriéndolo por completo, colocando sus manos frente a su pecho para evitar que Kaito y Gakupo arremetieran en contra de él tras que hubiera asustado a la pequeña Yuki, la cual ya estaba corriendo escaleras arriba para cuando llegaron.
El sujeto intentó defenderse diciendo — ¡Solo le dije que era sacerdote!— a lo cual el peli morado y el peli azul solamente se miraron extrañados.
— ¡Yuto, pero qué bueno que has llegado!— exclamó el sacerdote, aproximándose a su compañero con lentitud, pasando por entre los dos vocaloids masculinos, y dándole un fuerte abrazo de estima al alcanzarlo —Me alegra que tu viaje haya resultado bien— le comento estando más de cerca.
—Muchas gracias, muchas gracias— repitió dos veces para después separarse del abrazo y hacer una pequeña reverencia con la cabeza .He cumplido con la tarea que usted me ha asignado— le dijo mientras aún tenía la cabeza baja.
— ¡Excelente!— exclamó el padre mayor mientras tomaba del hombro a su compañero, no sin antes permitir que este tomara un maletín oscuro que escondía entre sus piernas —Pasa a la cocina para que podamos apreciar el fruto de nuestro trabajo— dijo mientras pedía el paso de Kaito y Gakupo, quienes se habían quedado en la parte en la que el padre había dicho aquel nombre.
No tardaron nada en llegar hasta la puerta de la cocina, en donde Miki permitió que pasaran con gusto, emocionada por saber de la noticia de la cual sospechaba de que trataba.
Pero Len y Rin no se movieron de sus lugares, pues los dos recordaban a ese sujeto en una imagen mental no muy nítida, pero clara en su momento y lugar.
Era el sujeto que habían visto salir del confesionario al cual habían ido después del primer ultrasonido en el que vieron al bebé, y que se habían dado cuenta de que hablaba de una manera muy personal con aquel sacerdote de prejuiciosa mente, al igual que como se trataba de manera personal con el padre Thel. ¿Qué relación tendrían esos dos hombres?
Su fuerte duda no pudo ser resuelta, pues rápidamente Miki les llamó a ambos de una manera eufórica como antes, llamado que tuvieron que atender por educación, aún con sus dudas de acercarse al segundo sacerdote presente.
—Chicos, el padre Yuto es uno de mis más respetados colegas de la iglesia del pueblo al que ustedes dos pertenecen— dijo mientras les presentaba al hombre, dándose una mutua reverencia entre los gemelos y este —Creo que ustedes dos ya lo habían visto fuera de la iglesia en un domingo de verano— intentó indagar el padre Thel, colocando su mano en su barbilla.
—Seguramente ya lo habíamos visto— dijo Rin de manera cautelosa, mirando al padre Yuto a los ojos, recibiendo la misma mirada que recibió en la salida del confesionario, una mirada lastimosa, pero con un deje de desprecio, sazonada con algo de enojo ligero, como si exigiera el pago de algo que le debieran.
—Mucho gusto— saludó de regreso el sacerdote menor, levantando su mano para saludar a los gemelos de uno por uno, para después bajar su capucha y dejar ver el pelo negro y lacio que le llegaba hasta las cejas —Me gustaría proceder con lo que tengo que mostrar— dijo dirigiéndose al punto importante de su visita.
Con toda la tranquilidad del mundo, abrió el maletín de doble cerrojo que tenía en las manos, dejando ver un par de libros de pasta negra entre un montón de documentos viejos y sobres de color blanco. Moviendo unos cuantos de estos, logró sacar un sobre de tamaño oficio de color amarillo claro y de cierre de cuerda roja, bastante reciente en comparación con los otros.
Con una delicadeza mayor a la anterior, el sacerdote abrió el sobre, introduciendo la mano con lentitud, extrayendo un par de documentos, para después dejarlos en la mesa, al lado del maletín con mucho cuidado. El padre Thel tomó de entro estos documentos, una hoja en especial, la cual después pasó a Len y a Rin.
Los gemelos quedaron impresionados ante lo que vieron, quedando con las bocas abiertas de manera literal.
Allí en sus manos, estaba un certificado de matrimonio, un muy especial certificado de matrimonio en donde estaban sus dos fotografías pegadas en la parte superior, la de Rin en el lugar que decía "Esposa" y la de Len en donde decía "Esposo", y con sus nombres escritos con letra impresa sobre ese papel.
Era un certificado completamente oficial, expedido por los ministros y por personas que trabajaban en el gobierno, en el área de unión civil, incluso con un sello oficial colocado en la esquina, lo cual confundía un poco a Len y a Rin, pues no se suponía que se fueran a casar por el civil.
— ¿Pero como lo hicieron?— preguntó Rin sin entender aún nada —Creí que la ley prohibía que se casaran los hermanos…— intentó decir sin mucho ánimo de profundizar en sus dudas.
—No fue fácil obtener ese— comentó el padre Yuto —Tuve que pedir ayuda a mi hermano, quien es sacerdote en esta ciudad y que es ministro de ceremonias— tomó un poco de aire como de lamento —le pedí que me ayudara a ingresar al sistema de registros civiles nacionales en Hiroshima para así poder colocarlos en este de manera oficial, pero sin que nadie se percatara del parentesco de apellidos— Agotó el aire por la rapidez con la que habló —es una lástima que le haya tenido que mantener el fin de la causa en secreto— dijo con un deje de culpabilidad en su voz, aunque con esto, los Kagamine comenzaban a atar cabos, entendiendo que quizá el sacerdote que golpeó a Len era ese mismo hermano del padre Yuto.
—No te preocupes Yuto— le consoló el padre Thel —Lo que nosotros hacemos no es un crimen, el crimen lo hacen ellos al colocar sus supuestos valores morales por sobre el derecho de poder amarse que deberían de poseer los hermanos aquí presentes— dijo refiriéndose a los Kagamine —Nosotros solo actuamos en voluntad del más puro de todos los amores, y eso no es un pecado— terminó explicando, sin necesidad de levantar la voz o de siquiera mostrar algún indicio de molestia.
—Es asombroso— dijo Miki con las manos cubriéndole la boca —Ustedes dos son como unos caballeros que defienden el amor— volteó a ver a Len y Rin —Les dije que no se tenían nada de qué preocupar, el amor siempre triunfará al final— se puso a asegurar mientras les sonreía con alegría, logrando hacer que un pequeño sonrojo saliera de las mejillas de los Kagamine, cuyas expresiones no eran menos eufóricas que la de la peli rosa.
¡Con esto al fin estaremos casados!— exclamó Len con alegría mientras alzaba los brazos y permitía que su gemela le abrazara.
—Lo sé, es lo que siempre he querido— dijo Rin entre el pecho de su gemelo mientras unas lágrimas comenzaban a salir de sus ojos a la vez que los cerraba con fuerza —Podremos estar juntos como debemos de estarlo— susurró.
—Sólo hace falta que se realice la ceremonia, y después de eso, colocarán sus firmas sobre la mía— les avisó Thel — Y después de eso, serán marido y mujer frente a Dios y frente al estado— hizo un pequeño ademan con la mano, lo que fue como una clase de bendición para el matrimonio de los gemelos, como el que se hace al declarárseles marido y mujer.
Pero aún en todo ese plan que ya se tenía contemplado, Salta, sentado en un extremo de la cocina, cerca de la puerta trasera, seguía con su mirada seria, en realidad, más seria de lo que normalmente estaba.
Es cierto, ellos dos podían estar casados, y podía decirse que serían "Marido y Mujer" pero por mucho que realizaran un hueco legal para ignorar las restricciones del sistema y lograran unirse aún si eran hermanos, y eso quería decir que su unión era ilegal, tan ilegal como la de un menor con un mayor, o en todo caso, de dos personas del mismo sexo, y que lo seguiría siendo hasta que las leyes del país cambiaran.
Claro, tenían la opción de que Rin cambiara su nombre, para que de esta manera, el nombre Kagamine apareciera como su nombre de casada, que habría adquirido al casarse con Len, de esta manera podrían evitar los problemas iniciales, y se imaginaba que para esa altura, tanto Thel como Yuto ya habrían pensado en eso.
Pero el siguiente problema era que las dos personas quienes se querían unir, no eran cualquier pareja incestuosa, eran Len y Rin Kagamine, ídolos musicales de Vocaloid, un grupo conocido internacionalmente, siendo ellos dos quienes seguían a Miku en popularidad, de tal manera que no les sería posible pretender llevar vidas normales en cualquier ciudad del país sin llamar la atención, tanto por sus nombres como por sus apariencias, lo que llevaría de nuevo al punto en el que correrían el riesgo de ser delatados por llevar a cabo un acto ilegal como lo era haber llevado a cabo una unión incestuosa.
De tal manera, que solo le veía dos salidas al problema, o salir del país e irse a otro en donde fueran poco conocidos y se les hicieran pocas preguntas, huyendo de manera eficaz de la ley de su país, de esta manera, vivir como una pareja adinerada asiática con su futura descendencia, o simplemente huir a una parte del país a donde tampoco fueran muy conocidos y vivir bajo una ley que podría aplastarlos en cualquier momento.
Pero fuera cual fuera la posibilidad, el punto es que ellos dos saldrían de Vocaloid, y eso era lo que le preocupaba en mayor medida. No dudaba en que su hermano tuviera un plan para ellos dos, para evitar que tuvieran que renunciar a su fama, aunque si ellos dos le habían contado al clérigo de sus deseos de llevar una vida normal, como él mismo había sospechado, cabía la posibilidad de que un casa en Filipinas o en Australia fuera la idea de un regalo de bodas y de despedida para los Kagamine.
Las ideas del Maestro fueron detenidas de manera repentina cuando por su espalda, un muy tembloroso doctor Mikhail le llamó la atención —Salta, necesito hablarte de algo importante— por lo que el hombre con canas decidió voltear rápidamente a encarara su hermano, encontrándose con un sujeto más desaliñado que de costumbre, sudado y con el traje algo caído.
— ¿Que quieres ahora?— preguntó asertivo.
—Acabo de llegar de mi consultorio— le dijo con serenidad y yendo directo al punto —Alguien ha irrumpido en mi despacho y ha habido un robo— le dijo con la voz temblorosa, a lo que Salta entendió su nerviosismo.
—No te preocupes, si necesitas un seguro yo te lo puedo conseguir— intentó decir sin preocupación.
—No, el problema es que no se han llevado nada importante, o mejor dicho, nada muy caro— colocó sus manos juntas frente a su boca, en manera de preocupación, causando que su hermano mayor entrecerrara los ojos —Mi secretaria hizo la revisión esta mañana, encontrándolo todo desordenado, los archiveros arrojados contra el suelo, mi escritorio volteado y otras cuantas cosas— tomó un poco más de aire antes de continuar —Y después de horas de exanimación, solo ha faltado un documento…— pero no logró continuar la frase, pues raídamente la voz de Kaito les llamó a todos, poniéndole fin a esa conversación, y a la conversación de los Kagamine con la peli rosada y los sacerdotes invitados acerca de cómo Len le temía a los cisnes.
— ¡Oigan, vengan todos a ver esto en la tele!— fue el grito del peli azul, sin siquiera levantándose del sillón, — ¡Rápido! Repitió al ver que nadie le hacía caso de moverse, causando al fin que todos se movieran de sus asientos y se encaminaran a la sala, mientras que el Maestro y el médico se quedaban esperando en el marco de la puerta.
Tan pronto como Len y Rin llegaron a sentarse en el sillón, justo enfrente de la televisión, sintieron una sensación de instantánea preocupación a causa de que lo que se mostraba en la pantalla era un noticiero que recién comenzaba a regresar de los cortes comerciales para mostrar a una chica castaña de coletas al lado de una imagen que mostraba el nombre de Vocaloid.
Kaito y Gakupo habían dejado un espacio para los gemelos al lado de ellos dos, mientras que Miki se sentó en el mueble individual del lado izquierdo del mueble grande. Los dos sacerdotes, motivados por la curiosidad, se acercaron a ver la nota que estaba a punto de ser presentada, quedándose justo detrás del sofá en el cual estaban Len, Rin, Kaito y Gakupo.
La chica del noticiero omenzó a hablar.
—Tal y como les prometimos antes de los cortes comerciales, estamos a punto de compartir con ustedes información jugosa acerca de los más recientes rumores que circulan a través de la salud de Rin Kagamine, la lolita del grupo Vocaloid— dijo la presentadora, a lo que Rin rápidamente tomó el lazo que colgaba de su cuello en manera de preocupación.
—No te preocupes— le dijo Len al oído —Son solo rumores— le aseguró mientras le tomaba de la mano que sujetaba el lazo, dándole un poco de tranquilidad.
—En los últimos días, muchas han sido las teorías acerca de la constante deserción de la Kagamine en las sesiones de grabación del grupo o de sus ausencias en las múltiples conferencias de prensa durante el último trimestre— se sintió el ambiente tensarse al decir el periodo que ella llevaba embarazada — Hay quienes mencionan a falta de interés de la chica en continuar con el proyecto musical al lado de su hermano, y de que se debe de esperar una separación definitiva del dúo Kagamine de Vocaloid en los próximos meses— se detuvo un poco para soltar la gran teoría —Pero en las redes sociales, ya se ha sentenciado por parte de los más observadores de que la señorita Kagamine se encuentra en estado de gestación— Len tragó profundo al escuchar aquello, abriendo los ojos de inmediato. Era cierto que en sus páginas de Twitter o Facebook había grupos enteros que apoyaban la supuesta relación incestuosa de ambos (al igual que había quienes apoyaban su supuesta relación homosexual con Kaito), y en estas había quienes alegaban acerca del embarazo de Rin pero de una manera cómica o hasta fantasiosa que Len no se tomaba en serio, ni pensaría en que un noticiero lo haría.
—Estúpidas redes amarillistas— dijo Salta de la nada —Un imbécil sin vida inicia un rumor y cien fracasados más lo siguen, por eso es que la tecnología no debería de estar al alcance de los retrasados mentales— exclamó sin preocupación alguna, atrayendo la atención durante algunos momentos.
—Pero todos estos rumores llegaron a su fina tan solo hace unas horas, cuando en una página de Tumblr de propietario anónimo, se publicaron un par de imágenes de los resultados de algunas pruebas de laboratorio— en la pantalla apareció la susodicha página con las imágenes de los resultados de las pruebas de embarazo que Len y Rin habían entregado al medico el primer día en el que lo habían visto, y que contenía el nombre de la primera en la parte de arriba de la hoja, al lado del sello del hospital al que habían ido —En estas imágenes, cuya autenticidad aún queda en duda, debido a la falta de confirmación por parte de Crypton, han dado una vuelta a las redes sociales por mostrar de manera explícita que la cantante Kagamine Rin está embarazada desde el verano pasado—
— ¡Carajo, son mis papeles!— Gritó el médico Mikhail sin poder creerse que sus documentos aparecieran en la televisión, aunque pronto se dio cuenta de que la cosa era peor de lo que pensaba.
Rin se quedó completamente callada en cuanto vio aquello, su garganta se secó y sus manos dejaron de apretar por completo.
—Pero como es eso posible— musitó Len, volteando a ver al médico.
—Pero es la segunda imagen la que ha dado más de que hablar, tras haber sido publicada veinte minutos después que la anterior— Se escuchó hablar a la presentadora, atrayendo de nuevo la mirada de todos los presentes —En esta, se muestra una prueba de paternidad prenatal que muestra la probabilidad de 99.9999% de que Kagamine Len sea el padre del hijo que espera Kagamine Rin— Se pudo notar la tensión en la voz de la presentadora, mientras que quienes estaban en la sala se congelaban de manera casi literal.
— ¿Cuándo hiciste esa prueba?— preguntó el Maestro con voz baja a su hermano médico.
—La realicé sólo por seguridad— le contestó en voz baja también —Les dije a ellos dos que la haría y aceptaron, no iba a dejar que el experimento avanzara sin saber que trabajaba con el espécimen correcto— le confesó de manera clara.
—Con esto— se notó que la presentadora hablaba pesado —Quedaría claro que los rumores constantes de fanáticos del grupo Vocaloid acerca de la relación incestuosa de los gemelos Kagamine era completamente cierta, dando esta como resultado un producto incestuoso bastardo…— se escuchó cortarse la voz de la presentadora para después continuar —Sin duda, de esto se ha dado una gran muestra de indignación por parte de los fanáticos y de las personas alrededor del mundo quienes han visto la imagen, aunque hay quienes esperan confirmación o negación de la veracidad de ambas imágenes, sin duda esto da un nuevo tope dentro de la escala de los escándalos, tanto de Vocaloid, como de la comunidad musical japonesa— Terminó de hablar con voz seria, dejando una sensación de terror en la mente de los gemelos Kagamine —Con información de…— la televisión se apagó antes de que la presentadora terminara de decir su despedida.
—Muy bien— dijo el Maestro con el mando del televisor en la mano —Eso ha sido muy informativo— concluyó mientras se alejaba un poco de la conmoción de Rin y Len.
—No… no entiendo…— pronunció débilmente la chica peli rosa, mirando al suelo sin mucha expresión — ¿Cómo se conoció esto?— preguntó sin entender el sentido que tendría que el médico los delatara.
—Alguien abrió la boca…— comentó inconcluso e indignado Kaito.
—Pero…— intentó decir Len, aún conmocionado y temblante por la última parte de la nota — ¿Quien ha sido capaz?— sin saber que más decir, sujetó la débil mano de su gemela, que comenzaba a hacerse más y más ligera —No te preocupes Rin, esto no… es tan malo— intentó consolarle mientras le acariciaba la mano con el pulgar.
Pero Rin no se tranquilizaba, solo permanecía respirando fuerte, mientras que algunas lagrimas comenzaban a salir de sus ojos, aún sin poder pronunciar palabra alguna, comenzó a bajar la cabeza lentamente, como si estuviera indignada a más no poder.
—Rinny, ¿Estás bien?— preguntó su hermano preocupado, viendo como la rubia comenzaba a bajar más la mirada y aumentaba su respiración mientras que su cara se veía más roja conforme pasaban los segundos —Rin…— le volvió a llamar una vez más pero sin recibir respuesta, solo para observar como lentamente la chica se inclinaba y empezaba a desmallarse sobre las piernas de su gemelo —¡Rin!— Gritó apurado Len, sujetando a su prometida por los hombros y sosteniéndola mientras que esta cerraba los ojos.
— ¿Pero qué pasa?— preguntó Kaito asustado mientras ayudaba a su compañero a sostener a la chica.
—Tal vez se enojó demasiado— dijo Miki mientras intentaba hacer un poco de aire con las palmas de sus manos para enfriar un poco a su amiga, levantándose con rapidez de su asiento y acercándosele un poco más.
— ¡Rin, no te desmayes, no va a pasar nada malo!— le gritó Len desesperado y asustado a la vez, moviendo un poco a su inconsciente gemela.
— ¡Doctor, venga rápido!— gritó Gakupo levantando la vista para encontrar solamente al padre Yuto, aún detrás del sofá, sin hacer nada más que observar, pero ni rastro del médico, ni siquiera del padre Thel, o del Maestro — ¿Adonde se fue el médico?— peguntó el peli morado, a lo que el sacerdote pelinegro solamente volteó a sus lados para intentar encontrar a su colega y a los demás hombres mayores, sin encontrar a ninguno de ellos.
Y es que desde que la televisión se había apagado, el Maestro había aprovechado el desmayo repentino de Rin para poder extraer al médico junto con él lejos de la sala de estar, seguido por el sacerdote a unos cuantos pasos.
Lo encaminó por uno de los pasillos laterales hasta llegar a una pesada puerta de metal de tamaño normal, la cual empujó con su pie, para después arrojar al doctor a través de esta.
En cuanto Thel entró, se dio cuenta de que era el cuarto de su hermano mayor, de color gris, con apenas una gran cama de de madera y de cobertores rojos en el centro que parecería de los aposentos de algún rey, cerca de un mini—bar que estaba del lado derecho de la cama y una gran pantalla conectada a un equipo de computadora. Aparte de eso, y de una puerta que estaba también hecha de metal, tal vez del baño, o tal vez del armario, no había nada en el cuarto, no al menos nada visible.
Salt arrojó al médico contra un lado de su cama, dejando que este se sentara al borde de esta, y sin pensarlo dos veces, con rápido movimiento, el Maestro le propinó un fuerte puñetazo en el rostro a su hermano menor.
— ¡Salta!— le gritó Thel al sujeto de la cola de caballo, quien únicamente tronaba sus dedos de la mano con la que había soltado el poco merecido castigo, observando a la vez como el menor de los tres se desplomaba con dolor sobre las sabanas acolchonadas.
—Sólo era para desquitarme un poco— dijo el Maestro, dejando en paz su mano y volteándose contra el médico, quien apenas alzaba la vista para encarar al mayor de los tres —Explícame, que pasó— le ordenó al instante en cuanto sus miradas se cruzaron.
— ¿De verdad esperarías de mí que hiciera algo tan estúpido como delatar mi propio experimento?— le preguntó con una mirada de desprecio.
—Nunca dejas de sorprenderme— contestó el mayor —Pero lo que sé es que mencionaste un atraco a tu consultorio, y la presunta extracción de ciertos documentos— se detuvo para permitirle al acusado continuar.
—Así es…— le confirmó el sujeto una vez poniéndose de pie en frente de la cama —Mi secretaria llegó en la mañana y observó que el seguro de la puerta había sido removido— miró como la cara de Thel se mostraba preocupada —Encontró todo hecho un desorden, e inmediatamente me comunicó para que fuera a revisar que es lo que se habían robado, pero ningún equipo caro se había movido de su lugar, y solo los documentos estaban regados por todas partes— respiró un poco para recordar el cómo habían sido las pasadas horas.
— ¿Y descubrieron que se habían llevado los papeles de los Kagamine?— preguntó el sacerdote todavía preocupado.
—Así es, es lo único que se habían llevado— confirmó el médico.
—Entonces debe de haber sido alguien que sabía que tú los ayudabas— añadió el Maestro.
—Así es, es la única pista que tenemos— le dijo el médico.
— ¿Pero no llamaron a la policía?— preguntó un poco molesto el sacerdote.
—No hubo necesidad, no permitiría que mis cosas cayeran en manos de esos puercos— expresó con asco el hombre de cabeza rapada —Lo único que salía del panorama de mi consultorio, eran unas cuantas migajas de pan, y una mancha de sake que estaba en medio del cuarto— dijo aún algo consternado.
— ¿Pero qué clase de ladrón robaría mientras come pan y bebe alcohol?— se cuestionó el sacerdote mientras miraba a sus dos hermanos, el Mikhail aún preocupado y Salta con la mano en la cara en forma de mostrar su incredulidad.
—No lo sé, pero podría haber sido cualquier persona— concluyó Mikhail el médico.
—Te dije que nunca me dejas de sorprender— habló el Maestro enojado —Sobretodo siendo tu un jodido Otaku como lo eres— después de decir eso, solamente salió caminando al escritorio de su computadora sobre el cual estaba su celular, dejando a los otros dos hombres algo extrañados.
— ¿Quieres decir que sabes quién atracó el lugar?— le preguntó el sacerdote, siguiéndolo por detrás, más el representante no contestó nada y solo cogió su teléfono para comenzar a buscar un teléfono en la agenda.
El médico volteó a ver al albino para intentar deducir de lo que se trataba la llamada, hasta que de pronto el tono de llamada del celular se volvió audible para todos debido a que el Maestro había colocado el modo de alta voz. Finalmente, alguien contestó del otro lado de la línea.
—Bueno, Teto al habla— dijo una suave voz femenina desde la bocina, a lo que Mikhail se sorprendió bastante por saber que la pelirroja Utau era quien se veía en sospechas por su hermano de haber atracado su consultorio.
— ¡Teto, tu maldito pedazo de mierda malnacida hija de las mil putas!— descargó con ira el Maestro sobre su propio celular, dejando al sacerdote sorprendido por el vocabulario.
—Buenas tardes Maestro— le contestó con suma tranquilidad la chica al histérico representante.
—No te atrevas a llamarme así, perra— le reclamó con más enojo —Se que tú fuiste quien robó los archivos médicos de Len y Rin y los esparció por la red— unas cuantas risas se oyeron del otro lado de la línea.
—No debería de lanzar acusaciones a diestra y siniestra, Maestro— protestó la chica como resultado.
—Pues no me interesa, que tal esta acusación, te demandaré por allanamiento, robo, posesión y manipulación de documentos privados, por difamación y exposición de la vida privada— le amenazó con rapidez, sosteniendo el teléfono en la mano, lejos de su cara —Y por tener una horrible voz, eso va aparte desde hace un tiempo— le añadió.
Teto permaneció en silencio unos segundos, unas cuantas voces se escuchaban del otro lado, como si estuviera hablando con alguien, o incluso gritando.
—Muy bien— contestó finalmente la chica —Que tal si en lugar de eso, usted retira todas sus palabras y me pides una disculpa— dijo de manera acusadora —O de otra manera procederé de manera legal en su contra por perversión infantil— se escuchó un poco de fuerza en su voz al terminar de habar, provocando que al Maestro se enfureciera más.
— ¡¿Crees que me puedes amenazar de esa manera?!— Thel hizo un movimiento con sus manos para pedirle a su hermano que se tranquilizara — ¡No tienes nada con lo cual poder acusarme, maldita perra, nada!— le volvió a gritar con fuerza.
—Por favor— continuó Teto —Usted forzó a Len y a Rin a dormir juntos durante los últimos seis años, algo no recomendado para dos personas de distinto genero a partir de los siete años— se detuvo un poco para recordar —Usted sabía que compartían el baño y no dijo nada, les forzaba a realizar escenas incestuosas para videos de canciones sin considerar sus opiniones, y hasta donde he deducido, sabía de su relación prohibida desde hace años, ¿O me equivoco?—
El Maestro permaneció callado por un pequeño instante, pensando en todas esas acusaciones. Si tenía que decirlo con honestidad, aquellos si fueron descuidos; permitir que estuvieran tan cerca pudo haber sido un terrible error en su momento, un error que cualquier otro representante no habría cometido nunca, y que tal vez les hubiera separado con tal de evitar una situación como la actual.
Pero había un detalle en todo eso, que nadie tomaría en cuenta al juzgar a Salta. A él simplemente, no le importaba un carajo, así era, a él no le interesaba si sus artistas tenían una relación incestuosa o no, por él, cualquiera de ellos podría practicar zoofilia, o tener el gusto sexual que quisiera, siempre que siguieran cantando y obedeciéndole, y el hecho de haber permitido a Len y a Rin estar juntos como pareja le ayudó a que fueran más dóciles con sus órdenes, debido a que sentían que le debían el favor.
Y de hecho, el que la sociedad le diera tanta importancia a ese asunto del incesto era una de las pocas cosas en las que el Maestro concordaba con lo Kagamine, pues él tampoco lo entendía.
— ¿Crees de verdad que algún jurado tomará ese caso como algo serio?— preguntó seriamente el Maestro.
—Con lo sonado que será el caso, no lo dudo— contestó desafiante Teto —Se que no necesitaría ganar, con el solo hecho de que lo investiguen a usted, será una victoria clara— el Maestro se congeló al escuchar esto —Quiero saber quién es usted, para que agencia soviética trabajó y por cuantos crímenes de guerra le podrían ejecutar— su voz sonó ligeramente más siniestra al decir eso.
Salta se tomó su tiempo antes de decir cualquier cosa, reflexionando un poco.
—Felicidades Teto, eres la primera mujer en treinta años que me hace sentir escalofríos— dijo con simpleza.
— ¿Por qué quieres hacer esto?— preguntó algo indignado el sacerdote — ¿Porqué no puedes simplemente dejar en paz a una pareja de hermanos que lo único que buscan es amarse?— le preguntó con seriedad.
Pasaron unos segundos sin que se escuchara respuesta alguna.
— ¿Quién está hablando?— preguntó finalmente la pelirroja al darse cuenta de que esa voz no era la de Salta.
—Mi nombre es Thel, soy sacerdote de la Iglesia Católica y apostólica— contestó decidido el padre.
— ¿Un sacerdote?— cuestionó Teto de nuevo a través del celular — ¡¿Es usted quien quiere casar a Len y Rin?!— preguntó alarmada y furiosa.
—Así es— confirmó el sacerdote —Y lo voy a hacer solamente por el nombre del amor que esos dos gemelos se tienen mutuamente, un amor puro que les ha llevado a desafiar a la sociedad entera— le relató.
— ¡Se da cuenta de lo que dice!— gritó a la bocina la chica —Está hablando de hermanos gemelos, lo que hacen es un asqueroso y enfermizo pecado, ¡deberían de excomulgarlo a usted y a ellos dos!— exclamó.
—Su amor no es pecado— le contradijo el clérigo —Y no debería de ser considerado como un tema tabú, no más que cualquiera de las cosas que ya son permitidas— e argumentó.
—No me de discursos acerca de lo que es mora y lo que no— refutó Teto una vez más —Si de verdad cree que los Kagamine son tan santos como para permitir que se casen, hágalo, ya verá las llamas del infierno es la próxima vida— le sentenció la pelirroja.
—Créeme que preferiría eso a ir a un cielo lleno de personas como tu— sentenció el sacerdote para después finalizar su conversación al escuchar a Teto colgar el teléfono.
— ¡Vaya!, al parecer los tres nos iremos al infierno— dijo Salta mientras sacaba una botella de vodka de su gabinete de bebidas —Yo pensaba que solo yo y el doctor nos iríamos al infierno— dijo mientras abría las botella de vodka, —Sólo espero que no nos junten por familias— bromeó mientras se daba el lujo de beber a fondo el liquido incoloro de la botella.
— ¿De verdad piensas que lo que tienen Len y Rin es un pecado?— preguntó más serio de lo normal el padre.
— ¿Importa lo que piense? No, es la sociedad quien lo decide— le contestó el representante —Len y Rin decidieron comenzar a jugar un mórbido y arriesgado juego llamado incesto, en donde ya sabían las reglas y as condiciones— se sentó en su cama para dar otro gran trago de su bebida —Y ya sabes lo que dicen: "Puedes elegir el juego que quieras, pero no puedes cambiar las reglas de este*", y ellos intentaron cambiarlas al querer casarse, por eso les ha ocurrido esto— dijo en un tono de despreocupación.
—Las reglas no cambiarán hasta que alguien se atreva a cambiarlas— le contradijo el clérigo.
—Se dan cuenta de lo que están discutiendo— intervino Mikhail —Les comento que ahora no son solo los culos de Len y Rin los que están en riesgo, sino también los nuestros, de los tres— les recordó
—Siempre has sido un cobarde— agregó Salta volviendo a pararse.
—Es porque a ti no te importa perder nada— le refutó el médico.
—Por desgracia— contestó el Maestro despreocupado —Pero es una suerte que esto haya ocurrido, ahora podré dejar que Len y Rin se hagan responsables solos de lo que sigue—
— ¿Y qué sigue?— preguntó Thel intrigado.
—Decidir si seguir con esto o no— contestó el representante de los Vocaloids mientras volvía a dar otro trago a su vodka.
— ¿Qué dicen ahora?— preguntó Len intrigado desde la cama, donde miraba a su hermana sentada frente al monitor de la computadora, atenta a lo que se escribía en su página personal dentro de Facebook.
—No estoy segura— dijo la chica mientras bajaba la página con el ratón —La mayoría son insultos, aunque hay algunos que siguen diciendo que no puede ser verdad— dijo observando comentarios múltiples sin necesidad de citarlos.
Así era, en cuestión de segundos, la página oficial de Vocaloid se había llenado de fanáticos lanzando opiniones a diestra y siniestra, formando ya foros de discusiones o cadenas de comentarios sin fin, algunos alegando por la veracidad de las imágenes publicadas por Teto y compañía unas horas atrás, y otros recurriendo a los insultos, quejándose de la inmoralidad de las presuntas acciones de los Kagamine con palabras y oraciones que llegaban a rayar en el racismo, la xenofobia y la misoginia.
Así era en otras páginas más del grupo, ya fuera en Twitter o en Tumblr, la polémica había alcanzado ya los diarios digitales de varios países, logrando hacer que la noticia tuviera alcance en la países de habla distinta.
—Mira, hay un comentario incestuoso— comentó Rin de repente, provocando que Len se levantara de su asiento y posara la vista en el muro de comentarios, en donde se encontraba un comentario.
"¡Los amo!, siempre supe que terminarían juntos, mi hermana pequeña y yo también nos amamos el uno al otro, y ustedes se han convertido en una inspiración para nosotros desde hace un tiempo, ¡Gracias! Nosotros los apoyamos"
Por supuesto, el mensaje contenía un par de emoticones y faltas de ortografía en cada dos palabras, pero lo que decía era claro como el cristal.
Y aquello de verdad cautivó a los Kagamine, sin entender el cómo manejar los sentimientos de saber que habrían sido inspiración para otra pareja incestuosa. Era ligeramente gratificante… bueno, el apoyarse entre parejas incestuosas y todo.
Permanecieron un ratos más mirando ese mensaje, encontrando un par de replicas a este, entre ellas dos comentarios más de personas que alegaban tener relaciones incestuosas y sentirse inspirados por la relación de los Kagamine, al menos la que se observaban desde sus grupos de fanáticos, que ya lo pintaban con una relación romántica y hasta trágica, tal y como algunos de sus videos. Pero no faltaba quien alegase acerca de una violación por parte de Len hacia Rin, llegando unos a amenazar a este último de muerte, aunque nada más que niños de once años obsesionados con el internet.
—¡Chicos!— se escuchó a Miku entrar al cuarto empujando la puerta — ¿Qué es lo que ha pasado?— preguntó alarmada mientras corría al lado de la chica rubia, tras ella, entró una muy cautelosa Meiko que se mantuvo recargada en la puerta.
Miku había estado todo el día en el estudio de grabación del centro de la ciudad, un estudio con equipo superior en donde no tuvo la oportunidad de distraerse con ninguna clase de medio de comunicación que le avisara acerca de la noticia de la publicación de las imágenes, por lo que se enteró de todo el asunto hasta su salida en la tarde.
—Alguien habló, eso es lo que pasó— dijo Rin de manera seca.
— ¡Se ha armado un escándalo en mi página de Facebook!— gritó alarmada —Todos están pidiendo por una respuesta a esas raras imágenes que alguien colgó en internet— les areclamó.
—Lo sabemos, pero no tenemos idea de cómo demonios llegaron al internet— dijo Len también con enojo en su voz.
— ¡Ahora todos dicen que ustedes dos son unos puercos!— volvió a gritar, esta vez en el oído de Rin — ¡Y hemos perdido como diez mil fanáticos desde que se esparció la noticia!— se refirió a los números que mostraba la pagina de Facebook y de sus seguidores en Twitter.
— ¡Ya lo sabemos!— le gritó Rin desesperada — ¡Sabemos que todos nos van a odiar de ahora en adelante! ¡Sabemos que miles de personas van a dejar de gusta de Vocaloid! ¡Sabemos que jodimos las cosas! ¡Y no necesitamos que tu nos lo recuerdes a gritos!—le respondió Rin enojada, logrando que su cara se pusiera roja, y que Miku se quedara con la boca cerrada.
—Rinny, tranquilzate un poco— le dijo su hermano mientras se acercaba a ella y le sujetaba las manos.
—Lo siento, Lenny, pero de verdad siento que lo hemos arruinado todo— expresó la rubia mientras salían algunas lagrimas de sus ojos.
Entonces Miku se dio cuenta de que no lograría nada si solo culpaba a los gemelos por algo de lo que no eran culpables, de igual manera Meiko suspiró y decidió unirse a la conversación.
—Pero entonces, explíquenme— les pidió la castaña, atrayendo la atención de los tres menores — ¿Qué tenían planeado hacer con todo este asunto? No podían ocultarlo para siempre, tarde o temprano se iban a dar cuenta del embarazo de Rin ¿Cuál era su plan?— les preguntó mientras se acercaba a ellos.
—No se…— admitió Len rápidamente.
—Supongo que podíamos habernos ido— comentó Rin como si nada, atrayendo la atención de Meiko.
— ¿Irse a donde?— preguntó la castaña inquisitiva.
—No se… a un lugar lejano, donde nadie nos molestara, y donde pudiéramos criar a un hijo— dijo en voz baja la rubia.
— ¿Te refieres a dejar la ciudad?— preguntó extrañada Meiko.
— ¡Planeaban dejar Vocaloid!— acusó alarmada la peli verde.
—¡No!— Gritó en protesta la Kagamine —Sólo era una idea, algo que podríamos haber hecho alguna vez, tal vez— se arrepintió Rin de decir eso —No es como si los fuéramos a abandonar— rectificó.
—No importa lo que hubiéramos hecho— dijo Len molesto, intentando cambiar el tema para ayudar a su hermana—Lo importante es que ahora ya todos lo saben y no hay manera de borrar un archivo que ya ha sido subido a internet— lo cierto era que sería imposible desaparecer ese rumor; una vez que algo es soltado en internet, se queda ahí para siempre.
—Entonces solo les queda decidir— comentó Meiko algo consternada.
— ¿Decidir qué?— atrajo rápidamente la atención de Rin al decir aquello.
—Verán…— la castaña tomó un gran respiro antes de hablar, acercándose un poco a la rubia —Encontré al Maestro hace unos momentos en su cuarto, ni siquiera me permitió entrar a este, y quería preguntarle acerca de todo lo que había ocurrido— esto explicaba por qué ella no se había cuestionado nada como lo hizo Miku —Me dijo todo, lo del noticiero, el desmayo, los documentos, y aparte de eso…— se detuvo para lo que tendría que decir —Me dijo también que les dijera que ustedes dos deberían de decidir qué hacer con el bebé en cuanto antes, por medio de la página oficial del grupo— terminó de informarles.
— ¿Hacer de qué?— preguntó Len extrañado.
—Ya saben, si quedarse con él o ella y anunciar como cierta la noticia— les dio la primera opción —O… ya saben, desmentirla por completo— esa era la segunda opción.
—¿Cómo que desmentirla?— preguntó Len acusador —Esa clase de rumores no solo se desmienten, además de que como tú lo dijiste, sería imposible ocultar el embarazo— le protestó.
—Exacto, me refiero a que para decir que nunca fue verdad el mito, deberían de terminar con el embarazo— logró de nuevo alarmar a los gemelos con tan solo proponer aquello.
— ¿Cómo puedes siquiera pensar en eso?— le preguntó Len indignado.
—Primero que nada, sería decisión de Rin— le contestó fuertemente la castaña, volteando a ver a una pensativa Kagamine quien mantenía sus manos en el vientre mientras volteaba al suelo.
— ¡Lo estás pensando!— acusó Len conmocionado.
— ¡Pero por supuesto que no!— Contestó rápidamente la rubia al notar que su silencio daba mala impresión de lo que pasaba por su mente.
—Rin, recuerda que es tu cuerpo y que es tu decisión— le recordó Meiko con ánimo de que Rin se sintiera libre de tomar la decisión que a ella mejor le conviniera.
— ¡¿Cómo puedes sugerirle que mate a nuestro bebé?!— gritó histérico el rubio, levantándose de la cama y caminando hasta donde estaba Meiko para encararla, logrando hacer que Miku retrocediera para evitar conflictos.
—Ya deja de ser infantil— le contestó la primer Vocaloid, pues a ella le parecía absurdo que tratara como a un niño a un montón de células parásitas que solo tenían el ADN de humanas.
Con aquella contestación solo logró que Len formara un par de puños con las manos a causa del enojo.
— ¡Te dije que jamás lo haría!— intervino Rin entre ambos —Ni siquiera era una opción, amo demasiado al producto de nuestro amor para hacer algo así— le dijo de manera directa a su gemelo, logrando que este se tranquilizara.
— ¿Tanto como para anunciárselo al mundo como una buena noticia, aún sabiendo que ninguno de ellos lo entenderá?— le cuestionó Meiko por detrás.
—Sí, así es— contestó segura la rubia mientras tomaba la mano de su hermano.
—Entonces ya saben lo que tienen que hacer— finalizó de decir la chica de rojo mientras retrocedía un poco para dejar que los dos llegaran a la computadora de nuevo, permitiendo que Len se sentara al lado de Rin.
— ¿Tendremos que avisar que todo es real?— preguntó Rin en voz baja mientras accedía a la cuenta oficial.
—Puedo escribirlo yo, si tú estás de acuerdo— Le contestó su hermano de manera seria.
—De acuerdo— la joven rubia le cedió el espacio y permitió que se colocara frente al teclado —Sólo no lo hagas parecer como algo malo— le pidió atentamente mientras se quedaba a su lado.
A Len no le tomó más de un minuto en pensar correctamente la manera en la que lo diría, y no más de tres en escribir y redactar de manera correcta lo que quería decir, finalizando de manera triunfal como si se tratara de la carta más importante de su vida.
"Queridos y fieles fanáticos de Vocaloid" Comenzaba el escrito 'Un par de imágenes fueron publicadas tan solo hace unas horas, imágenes en donde se mostraba que mi hermana estaba embarazada y que yo era el padre de ese hijo o hija' con eso se entendía que Len escribía la carta presente "Muchas han sido las reacciones, positivas y negativas, y agradecemos a todos quienes se han mostrado firmes y se han mantenido en espera de una merecida declaración por nuestra parte" era aquí en donde Len se había mostrado más lento al escribir "Por eso, mi hermana y yo, hemos decidido anunciar de manera oficial que tenemos una relación del tipo romántica más allá de la relación fraternal que solíamos aparentar en el pasado" Desde ese punto la carta se volvía algo difícil de digerir para cualquiera "Y que de manera acertada, yo he concebido un hijo con ella el pasado verano del año presente, a lo cual ambos nos hemos mostrado positivos y alegres, y planeamos conservar al producto de nuestra unión amorosa, mas esto no quiere decir que aprobáramos la divulgación de material privado, por lo que exigimos al culpable que se entregue a la justicia para poder proceder de manera legal en su contra" Y la carta terminaba "Con los mejores deseos, Kagamine Len" se despedía finalmente, sin dar más detalle.
Tras haber terminado la escritura, Len únicamente se volteó con su hermana, para ver la reacción de sus ojos al haber leído esa declaración.
— ¿Qué te parece?— le peguntó con tranquilidad.
—No creo haber podido expresarlo mejor— dijo la rubia mientras colocaba una mano en su boca a causa de la ansiedad.
—De acuerdo, si te parece bien, lo colocaré— le respondió mientras se preparaba para colocar un formato especial a la publicación, con el cual se notaría su oficialidad.
Y sin pensarlo más de dos veces, pues tal vez hubiera habido cualquier clase de duda, ya sea del escrito o del plan en general, dio clic en el botón de publicar, y la carta quedó escrita en el muro de la banda, de manera absoluta y definitiva.
—Miren el lado bueno— dijo Miku muy tranquila —Quizá haya quienes les entiendan, y podrían compartir los sucesos de su embarazo con los fanáticos— ambos gemelos voltearon a verla como si estuviera diciendo disparates —Si, hay muchos famosos quienes comparten las cosas que van pasando en sus vidas por medio de las redes sociales, subiendo fotos, noticias y esas cosas, tal vez podrían subir después la primera ecografía de su bebé— explicó al ver sus miradas de desconcierto.
—Sea como sea, ya hemos hecho lo que teníamos que hace— dijo Rin volteando a ver a Meiko con un poco de rencor —Y por ahora ya no quiero saber nada del internet ni de lo que piensa— dijo apagando el monitor de la PC justo antes de que se lograra mostrar el primer comentario de la publicación, dejando el un misterio lo que era un largo comentario.
Luego de esto, se levantó de su asiento y fue a su pequeño ropero para sacar algo de ropa y una toalla —Me voy a dar un baño y luego me voy a ir a la cama— les avisó mientras se quitaba las medias y caminaba al baño, pero todo de una manera carente de ánimo, dándole u a indirecta a sus amigas de que se fueran.
—No olvides que te tienes que tomar tus vitaminas— le comentó Len desde lejos, pero Rin simplemente pasó de largo y se metió al baño, dejando al rubio solo con Meiko y Miku.
— ¿Len, no vienes a darme un masaje en los pies?— le preguntó Rin desde la puerta del baño, sacando solo su cabeza y los hombros desnudos, demostrando que ya se había quitado la ropa.
—No te preocupes, ya voy— le contestó Len con una sonrisa, levantándose y tomando su toalla de uno de los cajones de la cómoda de un lado de su cama y luego dirigiéndose a la puerta del mismo baño, dejando a Miku un tanto sonrojada y más incomoda que antes, pues si los gemelos Kagamine se iban a meter al baño juntos, también había la posibilidad de que hicieran el amor adentro, y eso aún no le sonaba del todo normal.
Rin esbozó una sonrisa, la primera desde el noticiero de la tarde, y volvió a introducirse en el baño cerrando la puerta tras de sí, con una mínima alegría de lo que le podía traer el compartir el baño con su gemelo.
Pero antes de que Len continuara caminando a la puerta que lo conduciría a la intimidad con su gemela se detuvo justo al tocar la perilla de esta, y volteó a ver a las dos chicas con una mirada fija.
—Meiko— le llamó con una voz seria, a lo que la chica no tuvo más opción más que guiar su mirada a la del rubio —Sólo para que lo sepas, ni tú, ni Miku, ni nadie de esta casa, ni siquiera todo el grupo de vocaloids, es más importante para mí que mi familia, así que nunca esperes a que yo sea capaz de sacrificar ni a Rin, ni a mi hijo o hija no nato por cualquiera de ustedes, o por todos, porque jamás lo haría— aclaró con una voz fuerte y severa justo al abrir la puerta —Váyanse cuando quieran— les dijo para luego cerrar la puerta tras de sí mismo, dejándolas con una cara de asombro a las dos.
De verdad no se esperaban a que el tranquilo y apacible shota pudiera cambiar de manera tan drástica en los últimos mese, y lo peor es que eso solo era el inicio.
