¿Cómo sería exactamente ahora la vida de los Kagamine?
Decir que podría volver a la normalidad sería una tontería, pues la normalidad les había abandonado ya desde el momento en el que se habían dado su primer beso, seguido de su primera relación y legando hasta lo que se ha tratado ya en toda esta misma historia.
Lo cierto es que normal era lo más lejano a lo que se le podría acercar la forma en la que sería la vida de Len y Rin, pues ahora los dos estaban puestos en la mira internacional, pues sin necesidad de exagerar mucho, la noticia había llegado a los tabloides de todo el planeta, incluso a los cuales apenas se conocía vocaloid, y todo eso, a causa de la querida Internet.
Tan simple como que apareciera "Cantante japonesa queda embarazada de su hermano gemelo" en el periódico de la sección internacional en una ciudad pequeña y la noticia atraería la atención incluso para aquellos quienes desconocían a Vocaloid por completo, sin siquiera tener que saber quiénes eran de manera correcta hasta que leyeran la nota completa.
Pronto llegaron a las notas especiales de las radios y de las televisoras, para después ser un tema de análisis y de investigación en estas mismas, llegando a ocupar mesas de discusión, mismas en donde incluso se hacían reportajes baratos en las cuales, supuestamente se contaba todo acerca de ellos, desde los detalles de su juventud que los verdaderos fanáticos ya sabían, resaltando lo que parecía ser relevante para el conocimiento del espectador acerca de la relación incestuosa, pero cuyo único propósito y resultado era el de enardecer el morbo del espectador.
Aunque siendo justos, la mitad del morbo era de un modo neutral, de aquel que solo atrae a las personas por pura curiosidad, mientras que la otra mitad, servía para que los miembros más morales de una sociedad les pudieran señalar con el dedo y acusarlos de malvivientes, o bien, para poder acusar a todo su país o el continente de ser un nido de gente enferma.
Y claro, los detractores de la cultura pop japonesa se sirvieron un banquete, con lo que nombraron como "un ejemplo de una relación común en Japón", sin saber que en su propio país, ya miles de personas les habrían brindado su indignación y hasta su desprecio a la pareja de gemelos incestuosos.
Y lo peor de todo era el hecho de que las personas ni siquiera les daban la oportunidad de que explicaran sus sentimientos.
Aunque intentando volver a ser justos, la verdad es que aún había unos pocos fanáticos quienes se atrevían a estar a favor del "Kagamincest" y a defender su derecho de amarse y de ser una pareja.
Lástima que todas aquellas pocas personas quienes se disponían a apoyarlos no eran suficientes para levantar un poco el ánimo de los Kagamine.
A tan solo tres días desde el esparcimiento de la noticia, Rin se comportaba de una manera más pesimista.
El día de hoy, había optado por dormir hasta tarde, como todos los otros días de la semana. Len continuaba levantándose desde temprano para preparar las muestras de Rin para el doctor, además de que le preparaba un desayuno a su gemela y le daba sus vitaminas día con día.
A Len por supuesto, le preocupaba Rin, pues ya no la observaba con la misma actitud y vitalidad con la que se comportaba cuando recién había comenzado el asunto del embarazo, aún cuando incluso en esos momentos, su euforia había ya disminuido con respecto a los meses anteriores. Tenía miedo de que su hermana cayera en una depresión por culpa de todo ese asunto, no solo porque sabía que eso no le podría ser de ayuda al bebé, sino porque para él, era una tortura ver a su gemela con un solo gramo de tristeza. Y claro, porque al ser gemelos, de una forma o de otra, el terminaba sintiéndose de la misma manera en la que ella se sentía, y a ningún recién nacido le servirían un par de adultos deprimidos y perezosos como padres.
No obstante a sus preocupaciones, Len se debía de mantener con la cabeza en alto y procurar que su hermana pasara el embarazo más cómodo posible.
Ese día le había preparado un poco de arroz para el desayuno, al lado de un jugo de naranja y de una naranja entera, todo en una bandeja al lado de las vitaminas.
No le sorprendió que al entrar al cuarto, su gemela no se hubiera ni siquiera despertado, por lo que comenzó a moverla con ligereza, tal y como los días anteriores, aunque esta vez la chica reaccionó más rápido, mas no por esto con más energía, sino todo lo contrario, ahora Rin se veía cansada incuso al haber recién despertado.
—Rin, despierta cariño— le dijo suavemente Len, tomándole la mejilla y acariciándola, recibiendo una caricia similar en la mano que había alzado.
—Hola Lenny— le saludó la rubia, dándole un beso en los labios al permitirle acercarse a ella.
—¿Te sientes bien?— se apresuró a tomarle también de la frente con la otra mano para percibir su calor corporal y detectar indicios de fiebre.
—Me siento muy bien— respondió ella mientras sentía un poco de gusto por el suave tacto de las manos de su hermano —Sólo me siento un poco descompuesta, eso es todo— le aclaró con una pequeña sonrisa compartida por los dos.
—Si quieres le hablo al doctor…— propuso con la sonrisa aun marcada en la cara, pero fue detenido por una negación rápida de la cabeza de ella.
—No, no, sólo no prendas la televisión y déjame descansar hasta medio día— dijo tranquilamente mientras se volvía a meter bajo las sabanas y ponía su cuerpo de lado sobre la cama.
—Bueno, pero come algo para que te puedas tomar las vitaminas— le pidió un tanto desalentado el rubio, pasándole la pequeña bandeja para que se acomodara y la pusiera sobre su pecho.
—Ok, gracias Len— le dijo con sinceridad una última vez la chica antes de comenzar a comer débilmente de pequeñas muestras con los dedos. Sin más que decir, Len salió del cuarto, tomándose de la frente y respirando hondo, evitando soltar las lágrimas contenidas.
Tan pronto como salió del cuarto y cerró la puerta a su espalda, cayó rendido en cuclillas mientras se recargaba sobre la misma puerta, sin poder hacer nada más que lamentarse. Simplemente detestaba tener que ver a Rin de esa manera, y sobre todo, por lo impotente que se sentía al darse cuenta de que por más cuidados que le diera y más palabras de ánimo que intentara, simplemente no lograba darle verdadera alegría a su hermana, ni siquiera en el par de noches pasadas en las que habían tenido sexo, aunque era innegable que eso había alegrado a la chica aunque fuera durante todo el acto amoroso.
Se ponía a pensar en quien tenía la culpa, y una ira tremenda le invadía al recordar las palabras de las personas, de sus fanáticos que se disponían a odiarla únicamente porque estaba ahora con él, insultándola como su se tratara de un frio pedazo de carne sin sentimientos, como si fuera un diva malcriada o una muñeca de plástico.
Tan solo hacían unos días de una polémica entrevista con uno de los productores musicales que más solicitaba los servicios de voz de Rin, había dicho de manera abierta que la rubia Kagamine era una malviviente, una mujer sin ninguna clase de auto respeto, una zorra y una cualquiera por dejarse embarazar por su propio hermano, al cual también había insultado con palabras similares. Y lo peor era que ese tipo era uno de los que mejor la trataba, hasta el punto en el que Len adquiría una cierta cantidad de celos por eso, pues era más que obvio que ese productor, un sujeto de no más de treinta años, gustaba de Rin.
Len sabía que ahora muchos de los fans de Rin se pondrían en su contra, del él y de ella, a causa de la relación, aunque por una parte, Len se sentía de alguna manera alegre por ellos, pues sabía que la mayoría eran pervertidos quienes solo deseaban tener a Rin en sus cuartos, quintándose la ropa y entregando su cuerpo a completos desconocidos.
¡Agh! Esa asquerosa imagen de un manga dibujado por un fanático que había tenido la desgracia de cruzarse por sus ojos volvía a su memoria involuntariamente, aunque ni el asco apañaría ahora a la tristeza.
Pero esa era la vida, él era ahora quien estaba con Rin, quien podía tener sexo con ella, casi cada momento que quisiera, pero eso solo le hacía pensar en lo pobres que eran sus acciones por el bienestar de su gemela, pues al mundo le importaba un carajo el amor que se tenían el uno por el otro, para ellos, él y Rin solo se había convertido en la cerda incestuosa y preñada de un bastardo producto pecaminoso.
Solo deseaba que su amor fuera o suficientemente fuerte como para hacer que los dejaran solos, a él, y a quienes con orgullo pretendía llamar como su familia, a Rin y al futuro hijo o hija que venía en camino.
Pero de nuevo, soñar con lo imposible solo le hacía entristecerse más.
—¡Len!— le llamó Meiko, quien subía presurosa las escaleras a la primera planta de la casa, con un enorme abrigo de piel oscura que le llegaba hasta las rodillas y una expresión de preocupación.
El rubio rápidamente se levantó e intentó borrar de su expresión cualquier indicio de tristeza, pues si demostraba que por dentro se estaba rompiendo, la castaña le terminaría señalando la obvia causa de la pena de él y de su hermana y la más obvia pero cruel solución, ya antes sugerida.
—El Maestro les quiere ver a los dos— le informó con rapidez y sin necesidad de entablar una conversación, o de siquiera tener que entrara ver a Rin, pues Len ya desde la semana pasada se comportaba un poco más posesivo con su gemela y de a quienes veía ella, aunque esta tampoco se esforzaba mucho en intentar ver a sus amigas fuera de lo que era Len, sólo ligeros encuentros ocasionales pero ninguno de estos con Meiko.
—De acuerdo— contestó el rubio —Voy a levantar a Rin, pero dile al Maestro que espere un poco, que se despertó un poco descompuesta— le advirtió antes de darse la vuelta a la puerta, solo para no tener que encarar a la vocaloid mayor.
—¿Rin está bien?— preguntó la peli castaña algo extrañada, pues aunque observaba a Rin con menos ánimos que antes, no le parecía que fuera normal que se despertara completamente "Descompuesta" como dijo Len.
—Sí, está bien, está perfecta, sólo está afrontando algo normal del embarazo, por algo que ella está dispuesta a llevar por dentro— remarcó mientras espabilaba e intentaba entrar en el cuarto.
—Len, espera— le detuvo Meiko una vez más —De verdad, no quiero que pienses que todos en esta casa estamos en tu contra— le dijo con quietud —Sólo nos está tomando un poco de trabajo acostumbrarnos a la situación de su… incesto… y lo que ha surgido de esto, eso es todo— intentó decir más, pero no sabría en cuanto sus palabras podían sonar de consolativas a ofensivas.
—No importa, tampoco les podíamos pedir todo el apoyo…— contestó él.
—Pero tienen nuestro apoyo— le repuso la castaña —Recuerden que tienen nuestro apoyo, son como nuestra familia, incluso si tienen dificultades como la actual, nosotros siempre los apoyaremos, eso es lo que haría una familia— le habló con la mayor sinceridad posible.
—De acuerdo— dijo Len, tragándose todo el fastidio que tenía dentro de sí mismo. Quería decirle a Meiko que no necesitaban de ninguna de las personas de esa misma casa, que él y Rin serían lo suficiente para mantenerse a flote pese a lo que ocurriera, y reprocharle que ellos dos fueran una familia junto con su pequeño producto incestuoso.
Pero con la actitud tan amable que la chica tenía con él, no tenía ningún deseo de ponerse a discutir, no tendría sentido entablar un punto de discusión que no tendría base de ofensa en la cual recurrir, por lo que solo asintió y se metió en su cuarto, dejando a la Sakine con una sensación de inutilidad.
Escuchó por ultimo como la chica castaña se decía algo a sí misma y luego se iba caminando por el pasillo.
En cuanto puso atención a lo que miraban sus ojos, su pequeña hermana otra vez dormida, pero habiéndose tomado esta vez las vitaminas que necesitaba. Así también, Len observó como tenía una de sus manos dentro de la camisa que era parte de su pijama, extrañándole un poco la razón por la que gemela estaría tocándose el pecho, pero decidió dejar cualquier pregunta para el caso de que volviera a observar esa acción.
De alguna manera le pareció algo tierno que su hermana estuviera explorando su propio cuerpo, aunque después de unos segundos, esto le pareció más bien excitante. Dio un gran beso en los labios a Rin, intentando colocar su lengua dentro de la boca de ella, a la vez que metía su mano en el mismo espacio de la camisa en el que ella había introducido su mano antes. La chica no tardó mucho en despertar, más que nada por la sensación de presión en su pecho, aunque la lengua cálida de su gemelo rozando su paladar tampoco eran nada que pudiera ser desapercibido.
Ambos se sonrieron de manera cómplice mientras que se separaban y un delgado hilo de saliva conectaba ambas bocas, a la vez que comenzaban a tomar de la mano, las mismas que aún seguían por debajo de la camisa de Rin.
—El Maestro nos llama— dijo de pronto el rubio, pero aún sin cortar la unión de las vistas, ni menos el pequeño momento que se estaba horneando entre los dos.
—Puede esperar— contestó rápidamente ella antes de meter su otra mano a la camisa de su hermano y comenzar a masajearlo.
Los dos sabían que de seguir, harían esperar al Maestro por más de media hora, pero no lo podían evitar ya, el sexo espontaneo era inevitable una vez incitado.
No pasó más de una hora hasta que los gemelos hubieran salido del cuarto, más satisfechos que antes, esta vez Rin, con una pequeña sonrisa en el rostro y le con su mano por la cadera de ella, besando ligeramente su cabeza. Al menos les quedaba algo con lo cual ser felices.
Bajaron con rapidez por las escaleras y se dirigieron con esa velocidad constante a la oficina del Maestro, pasando de largo a Miki y a Miku, quienes hablaban con algo de euforia en la cocina, algo un tanto raro, no por parte de Miku, quien solo usaba su tono normal de voz, sino por la chica peli rosada, quien se había deprimido de manera similar a Rin desde la liberación de la noticia debido a que Len le había tenido que pedir que pospusiera la boda; toda un crisis de nervios se liberó aquel día.
Pero ahora la chica se veía alegre al conversar con la diva principal, como si tuvieran una buena noticia que estaban compartiendo. Al menos alguien de la casa estaba estable con sus emociones.
Sin tardar más, entraron lo más pronto posible a la oficina de su representante.
Salta estaba sentado en su silla tras su escritorio, fumando un enorme puro de manera ostentosa, y portando su tan común traje de color grisáceo, preocupándose únicamente por no llenar su camisa blanca de cenizas. Al ver a los gemelos en la entrada, únicamente asintió con la cabeza para indicarles que caminaran a sentarse frente a él, en un par de sillas aterciopeladas. A sus alrededores, se podían ver en las paredes, en enorme conjunto de discos premiados de oro y hasta de platino que se habían obtenido en su carrera con los Vocaloids, así como varios instrumentos y papeles firmados por celebridades extranjeras.
Sin tener que decir nada, Rin únicamente tapó su boca y si nariz para indicarle que apagara su puro, a lo que muy a regañadientes, el hombre de traje accedió, aplastando su pedazo de tabaco contra el vidrio de su escritorio.
—Bienvenidos— saludó el Maestro sin tener que levantarse de su lugar.
—Lamentamos haber tardado tanto— se disculpó a medias el gemelo varón mientras se disponía a sentarse al lado de su hermana.
—No importa— los despreocupó el Maestro —Yo también habría preferido un orgasmo a estar con ustedes en una junta— les informó sin mucho lujo de detalle, sentándose de mejor manera en su silla y recargándose en su escritorio.
—Y… ¿Para qué nos llamaba?— preguntó intrigada Rin, colocando sus manos en su regazo de manera ordenada.
—Es acerca de su situación como cantantes— dijo con lentitud —Como sabrán, han sido muchos los proyectos que se han cancelado desde que se ha sabido la noticia del embarazo incestuoso— pronunció sin alentarse ni detenerse —Pocos de los demás Vocaloids en comparación de los que ustedes han perdido, en realidad los han perdido casi todos— se tomó su tiempo para saborear sus propios labios como su aún deseara el sabor del tabaco en su lengua —lo único que queda son un par de trabajos solicitados recientemente, pero incluso eso no les ayudará nada a como están ahora las cosas— les introdujo el tema con detenimiento.
—Mire y escuche— le interrumpió Rin —se que no he salido a trabajar por culpa de… mi situación, y que Len me ha tenido que cuidar las veinticuatro horas del día— trató de justificarse —Pero le prometemos que en poco tiempo estaremos repuestos para trabajar en cualquier proyecto que no nos coloque en una situación denigrante— propuso con claridad y hasta con un ligero entusiasmo.
—Si, por desgracia, no bastará con que recuperen el deseo de hacer las cosas— les aclaró Salta —Se trata del hecho de que Crypton me ha ordenado que los suspenda de todas sus actividades hasta nuevo aviso— Les informó con toda seriedad, pero sin voltear a verlos directamente.
—¿Suspensión?— preguntó Len extrañado al escuchar esa palabra en este mismo contexto.
—Significa simplemente que no estarán disponibles en el catálogo de voces del grupo y que no podrán representar a la empresa ni al grupo de manera pública ni privada— les explicó —pueden seguir viviendo aquí mientras dure el periodo indefinido de suspensión, y pueden usar los servicios básicos de la empresa, siempre que respeten la negación de la representación, lo que incluye el uso de la página oficial de la compañía— con eso aclaraba más de lo que trataba el asunto.
—¿Fue por el aviso que mandamos?— preguntó Rin enojada —¡Usted dijo que era nuestra responsabilidad encargarnos de eso!— protestó la chica.
—Lo sé, lo dije,— sonó convencido el Maestro —y los directivos de Crypton me dieron el permiso de que así fuera— se levantó un poco de su asiento —Pero no sólo se trata de esa noticia que al parecer les cayó como lava ardiente a la piel a la mayoría, sino por el hecho de que la sola mención de sus nombres le trae mala reputación al grupo entero, por no nombrar también a las compañías que los poseen y a todo el país— dijo con simpleza.
—Pero aún así, pensé que habría apoyo— La voz de Len sonó más adolorida de lo que tenía pensado que sonaría.
—No se lamenten tanto— insistió el Maestro —Es así el negocio, aunque ustedes sean los que producen más dinero después de Miku, si se vuelven un problema, ellos dejarán de reconocerlos a ustedes si eso es lo que se necesita.
—¿Así es cómo nos dan la espalda esos ejecutivos y directivos?— preguntó Rin enojada y entristecida por todo el asunto —Después de años de servicio que le hemos entregado de manera fiel a la empresa, ¿Decidieron que no querían tener nada que ver con nosotros?— ahora la chica estaba casi al borde de las lagrimas, sin poder entender aún como su propia casa comenzaba a negarlos.
—No sólo provocaron que el asunto llegara a las noticias internacionales— les recordó ese terrible pesar —Esa sería publicidad si el asunto no fuera negativo —Sacó entonces su pequeña tableta electrónica en donde trabajaba usualmente de uno de sus cajones —Han sido catorce los proyectos que han sido cancelados con Miku, y eran proyectos buenos— señaló a una tabla con contenido de los trabajos de la cantante peli verde, y en esta se podía ver como una gran cantidad de estos trabajos estaban en rojo —Esas personas cancelaron porque pensaron que Vocaloid no era un grupo o una organización con ética ni moral— señaló después a otra tabla con información de ellos dos, esta estaba completamente roja a excepción de dos trabajos —Creo que no hace falta decir porque todos estos productores cancelaron— luego de eso cerró de nuevo la tablera con su cobertura y la volvió a guardar —Los números hablan —sentenció.
Ambos gemelos permanecieron indignados ante lo que parecía una decisión final, pues de un momento a otro les habían arrebatado algo que no solamente era parte de ellos dos, sino que era algo que realmente amaban hacer. De pronto, ellos dos ya no eran Vocaloids, y eso era más terrible de lo que sonaba, pues una suspensión como esa jamás había sido aplicada antes, y sospechaban que sólo sería la primera fase, o la primera advertencia para lo que sería seguramente un despido definitivo.
Ahora ya no tenían esa cosa que más les daba seguridad en sus vidas, aparte de tenerse el uno al otro, claro; todos los días, sin importar que tan mal se sintieran o les fuera, o que tan deprimidos amanecieran o que tan bloqueada mente tuvieran, siempre podían confiar en que al siguiente día, podrían volver a cantar y a componer canciones, aquello que no sólo los sustentaba de manera económica, sino también de manera moral y sentimental.
Con sus miradas bajas, y los dos con las lágrimas a punto de salir de sus ojos de manera involuntaria, Salta entendió que ellos dos comprendían ahora lo que era joder las cosas, y estaba seguro a que dentro de poco ambos reflexionarían de las acciones tan libertinas que les habían llevado a aquella situación.
—Si les sirve de consuelo— agregó el hombre mayor de traje —Yo tampoco entiendo porqué se hace tanto escándalo por su relación—
Les confesó, pero notó como aquello sólo atraía las miradas extrañadas y hasta incrédulas de los chicos, pues aunque el siempre se mostraba algo falto de sentido común, dejar pasar algo como el incesto, el darle una mierda a todo ese asunto, mantenía intrigados a Len y a Rin desde que habían comenzado su relación.
—Ya lo he dicho me parece una tontería todo esto— sólo aclaró justo antes de levantarse y dirigirse a su puerta para abrirla y dejarle el paso libre a los gemelos, tan sólo para después regresar a paso lento a su lugar —Pueden irse— les indicó con una falta de amabilidad usual de él mismo.
Era una mínima consolación, saber que el Maestro sólo actuaba por meras órdenes, pero no les sorprendía, era la manera en la que él se comportaba, como un perro fiel que obedece a su amo.
—De acuerdo Maestro, gracias por avisarnos— dijo ultimadamente Rin justo antes de levantarse abruptamente e intentar avanzar a la salida.
Len se levantó a su lado, y alcanzando a sujetarla de la mano, caminó a su lado hasta la salida.
—Aguarda Len— comentó el Maestro antes de que el rubio diera un paso más —sé que esto será algo meramente inútil considerando tu manera de pensar, pero aún así me han pedido que te lo diga— le avisó de antemano —Tu tienes no estás de todo suspendido, por lo que si lo deseas, puedes retomar algún proyecto disponible que desees— dijo con suficiente seriedad.
Len permaneció callado al lado de su gemela, sin saber si aquello debería de ser tomado enserio, debido a lo que el Maestro había explicado antes.
—Creí que había dicho que estamos suspendidos— le recordó con quietud el rubio.
—Sí, pero al parecer los directivos consideraron que el error de conservar al bebé era sólo de Rin— aquello fue como una espada que atravesó la espina de ambos chicos —Pero me ahorré los problemas de especificar acerca de esta decisión, pues mi política de que ustedes dos deben de ser tratados como un solo cantante sigue en pie pase lo que pase— aclaró —Realmente se que nunca aceptarías—
Con las miradas bajas, tanto Len como Rin tomaron aquella proposición como un insulto por parte de quienes controlaban la compañía en un intento por separarlos, como si Rin fuera una pieza defectuosa.
—Gracias Maestro, pero de verdad no sería capaz de dejar a Rin…— no hizo falta que dijera nada más para aclarar las predicciones del representante acerca de su negación de dejar a su gemela atrás.
—Bien, mandaré a tomar por culo a los directivos y a los productores que solicitaban tu trabajo—Salta rió un poco mientras sacaba de nuevo su tableta electrónica para ponerse a escribir algunas ofensivas cartas de negación.
Rin únicamente jaló la mano de su hermano para que se fueran finalmente del lugar, accediendo este a moverse en cuestión de un parpadeo. Pero no pasó más de un instante para que Len volviera a abrir la puerta de la oficina del Maestro, esta vez, evidentemente sólo, y únicamente asomando la cabeza.
—Disculpe Maestro, sólo para aclarar, ¿Qué trabajos tenía disponibles para interpretar en caso de que me hubiera atrevido a la bajeza de dejar a mi hermana de lado?— curioseó un poco Len.
—Nada muy bueno— dijo Salta sin molestarse mucho en contestar —En realidad sólo eran unos trabajos sin mucha importancia, aunque lo que te puedo asegurar es que ninguno de ellos incluía a Rin— comentó —Muy por el contrario, un cierto artista, de cuyo nombre tal vez no quieras acordarte, propuso un proyecto en donde tú estabas en estado de… gestación— no fue necesario que dijera un solo detalle más para provocar que Len se arrepintiera de tan solo haber preguntado.
Len fácilmente se imagino que el "artista" quien quería hacer esa canción sería alguno de los que lo hallaban atractivo el estilo "Shotacon".
Sin ánimo de enfadarse al tratar de encontrar alguna lógica ante una mente enferma, el Kagamine solamente dio un pequeño agradecimiento al Maestro para luego salir de la oficina.
Rin se sentó a un lado de la pared del pasillo que daba a la puerta de la oficina del Maestro, colocando su cabeza entre sus rodillas y sin limitarse un poco, comenzó a llorar desconsoladamente sobre la tela de su falda de maternidad.
Len, aún algo distraído, no pudo evitar soltar un fuerte suspiro, con lo que lograba evitar en fuerte dolor de la garganta que después conllevaría al continuo llanto y lloriqueo. Sólo se recargó en la pared y se dejó deslizar hasta llegar al lado de su hermana, pasando su hombro por el de ella. No podría decir que no quería llorar en ese momento, más que nada por el sentimiento directo de traición. Colocó sus labios sobre la coronilla de Rin, y sin hacer sonidos innecesarios, plantó un beso en esta.
Era esto a lo que se deberían de haber referido cuando se plantearon inicialmente el hecho de que muchas personas les darían la espalda.
Era difícil pensar en lo que la simple decisión tomada hacía ya cinco años en el pasado les había llevado a perder. La evidencia era más que clara, si jamás habían escuchado de una suspensión para los cantantes de Vocaloid, era porque se trataba de un asunto correctivo tan fuerte que sólo era usado como un aviso para la expulsión definitiva.
Era como el inicio del final de aquel sueño que se vuelve una manía de soñar, o como aquel sueño en el que por más que se trata de encontrara el tesoro, siempre se terminará cayendo en el abismo que llevará al mundo real.
Ellos dos soñaban con ser las más grandes estrellas del medio en su país, sólo por no ser muy ambiciosos, aunque en el camino al triunfo se percataron de lo contrastante que la farándula resultaba.
Y ahora eso acabaría pronto, traicionados, desterrados, y finalmente olvidados, ese era el destino que les esperaba por haber ejercido su dulce amor incestuoso.
Pasaron al menos dos horas mientras que los dos continuaban sentados en el pasillo, Rin llorando más que Len. Era una suerte que el Maestro tuviera jornadas largas de trabajo que lo obligaban a encerrarse en su oficina, pues Rin no tenía ninguna deseo de que nadie le viera de esa manera.
Incluso después de que hubiera terminado de llorar, siguió en la misma posición, sollozando con quietud, mientras que su gemelo le acariciaba y le besaba, casi quedándose dormido sobre ella.
—Sabes Len— comentó de pronto la chica, saliendo del silencio entristecido que la había consumido —En realidad, creo que es mejor así— dijo levantando la cabeza, mostrando sus ojos enrojecidos a su hermano, quien giró la vista para observarle —No necesitamos la presión de este trabajo mientras nos preparemos para tener al bebé— rectificó.
Len permaneció un poco extrañado mientras pensaba claramente en lo que quería decir.
—Supongo que tienes razón— le contestó después de unos segundos —Será más fácil sin ninguna clase de presión que nos tenga más tensos de lo normal— besó la mejilla de su hermana —Además, no hay mucho problema si nos sacan de esta casa, he guardado casi todo el dinero que hemos estado ganando, así que sería difícil que nos lo quitaran— agregó abrazándola y comenzando a pararse, mientras la chica sólo reía un poco.
Los dos se fueron caminando hasta llegar a la sala, en donde se encontraron con Miku y con Miki, quienes ahora parecían estar esperándoles desde hacía mucho, pues se habían puesto a ver la televisión en una especie de programa educativo mientras esperaban a que los rubios arribaran.
—¡Len, Rin!— gritó alegre la chica peli rosada al verles llegar por el reflejo de la televisión. Rin intentó apresurarse a subir por las escaleras para llegar a su cuarto, pero Len, por pura cortesía, se detuvo a recibir la atención de la chica, deteniendo a su gemela al hacer esto, por lo que ambos quedaron al inicio de la escalera parados, esperando a la chica para que les hablara.
—¿Qué pasa Miki?— le dijo Len con detenimiento mientras sostenía la mano de su hermana para evitar que se fuera al cuarto sin él.
—Miku y yo tenemos una grandiosa idea para ayudarles en su problema— exclamó elevando las manos con alegría.
—¡Sí! Y todo se le ocurrió a Miki, le tienen que agradecer toda la idea a ella— confirmó la peli verde alcanzando a su amiga enfrente de los hermanos Kagamine.
—Pero tú eres quien lo va a realizar, así que el crédito también es para ti— aseguró de nuevo la peli rosada, sin importarle si se equivocaba.
—Pero sin tu mente yo jamás habría pensado en algo como eso— volvió a regresarle el crédito a su compañera, provocando que la paciencia de Rin se agotara.
—¡Miku, sabemos que no eres la mente más brillante!— Rin elevó la voz —Pero por favor dinos ya que plan tienen los dos para ayudar en la situación— les pidió con un tono más tranquilo, no se sentía con muchas ganas de pelear y mucho menos de discutir algo del todo innecesario.
—Ok, OK, Ok— se apresuró a calmar la peli verde con las manos enfrente de sí misma —Verán, sabemos que todo el mundo del internet en general los detesta a causa de que esparcieron la noticia del incesto como si nada, ¿Correcto?— los dos asintieron mientras Miki sonreía más —Pero ese es el problema, que como lo anunció nada más Len, todo el mundo entendió que ustedes dos estaban en contra de todos los demás— les intentó explicar sin muchos resultados.
—¿Por qué la gente pensaría eso?— preguntó Len extrañado.
—Así son las personas— aseguró Miki —la mayoría detestó esa decisión suya a causa de que pensaron que ustedes dos se estaban poniendo en contra de todos, y se sintieron desafiados— así era como lo entendían tanto ella como la peli verde, aunque era extraño imaginar que tantas personas serían tan inseguras acerca del asunto del incesto.
—Ok, son algo inseguras, pero saber eso no nos ayudará— agregó Rin aún en su mal humor.
—Pues que si les demostramos que yo también está del lado suyo de ustedes, la gente sentirá que algo que yo apoyo no puede ser algo malo— comentó de manera incongruente la peli verde, dejando extrañados a ambos chicos.
—Lo que Miku quiere decir— se apresuró la peli rosada a cubrir a Miku —Es que si hacemos que la gente vea que ella y todos los demás estamos de su lado, la gente no tardará en mostrarse tolerante a la situación y tarde o temprano los aceptará— concluyó su genial idea, no muy descabellada, pero sin duda arriesgada.
—Pero no hay nada que nos diga que ese plan funcionaría— se opuso la rubia algo escéptica.
—No lo creas si no quieres— le replicó Miku con una gran sonrisa — ¿Pero acaso no recuerdas cuando mi hermano Mikuo se declaró homosexual y yo ayudé a que su decisión fuera respetada por los fans de Vocaloid? Lo quieran admitir o no, mi opinión cambió muchas cosas— les aseguró basándose en la experiencia.
—De hecho eso es verdad— recordó Len con detenimiento de cómo la gente llegó a ser tan hipócrita en tan poco tiempo, dependiendo sólo de la opinión de la Hatsune.
—Pero no va funcionar de la misma manera, no puedes simplemente defender el incesto, la gente también te tratará mal a ti si lo haces— alegó Rin intentando encontrar un punto débil del plan.
—Rin, no te preocupes, esto lo estoy haciendo por ustedes y porque son mis amigos— les tranquilizó.
—Estamos dispuestas a correr cualquier riesgo que implique esta acción, todo sea por ustedes— agregó la peli rosada.
Y por una vez en un largo tiempo, Len volvió a sentirse alagado por la acción de uno de sus compañeros, sin importar la opinión que él tuviera de ella, en realidad, si podían llegar a ser cómo una familia.
—De acuerdo, si quieren intentarlo, adelante— dijo Rin con una ligera sonrisa de agradecimiento.
—Bien, pero con una condición— intervino de pronto Miku, dejando desconcertada a Miki, quien no recordaba haber agregado ninguna condición a su plan —Quiero ser la madrina de su hijo o hija— dijo de la nada la peli verde, logrando que las otras tres personas a su lado se desconcertaran.
—Miku, ese no era el trato— le reclamo Miki con sus manos en forma de puño y algo molesta por el tan repentino cobro de el favor.
—¿Por qué quieres ser la madrina?— le cuestionó extrañado Len, sin entender tampoco lo que era la importancia por la posición de madrina o de padrino en la vida de un chico.
—Pues porque todos saben que el deber de una madrina es velar por la paz de la vida de su ahijado, y eso es lo que voy a hacer yo con esto, además de que me gusta el concepto de que yo seré como la tía de ese niño o de esa niña— dijo con ilusión.
—De acuerdo— aceptó Rin sin dudarlo, logrando atraer una mirada aún más extrañada por parte de Len y de Miki —De todos modos tú eras de las únicas opciones— sonrió mientras le daba la mando a la chica y un pequeño abrazo, —Muchísimas gracias Miku— dijo sonriendo también a la chica de pelo rosado, dándole después la mano también a ella.
—Somos como tus hermanas Rinny, no creas que nos habíamos olvidado de ti porque no es cierto— le dijo al oído la segunda de las chicas quienes les ayudaba, dándole su confianza absoluta.
—¿Bien, entonces sólo Miku será quien lo hará?— preguntó al fin Len, intentando llegar a la verdadera forma de su plan, dejando que su hermana se separara del abrazo pero permaneciera parada entre las dos.
—Durante una conferencia de prensa que se hará justamente mañana— intervino con seguridad la peli rosada.
—¿Y ya avisaron al maestro?— cuestionó el Kagamine de nuevo.
—No importa, de todos modos me hará caso a lo que sea que le pida— respondió Miku sin problema alguno, moviendo la mano a manera de presunción.
—Ya se los dijimos, vamos a ocuparnos de todo, organizaré el evento de manera responsable, y Miku usará su don de la palabra para apaciguar a todos los fans confundidos, ¡Y los convencerá de que el incesto no es nada malo!— exclamó con las manos arriba para que asimilaran mejor la idea.
—¡¿Qué rayos dices?!— se escuchó gritar a una voz enojada de la dirección de la puerta.
Parada allí mismo, se encontraba Luka, la querida adicta al atún que había desaparecido de la mente de todos durante los últimos meses por razones que aún desconocían a mayoría de los habitantes de la casa.
Traía un ligero abrigo de color beige, que combinaba a la perfección con un pequeño gorro que tenía sobre apenas puesto sobre la cabeza. A su lado estaba Meiko, con la mirada entrecerrada, recién sacando la llave del picaporte de la puerta.
—¡Luka!— gritó Miku alegre y juntando sus manos en su pecho, con un ligero sonrojo en la cara —Creí que nunca regresarías de tu viaje de estados unidos— agregó.
—Hola Lukita— le saludó feliz la peli rosada más pequeña, únicamente levantando la mano con quietud.
Sin decir una palabra, la Megurine se encaminó hasta llegar frente a las escaleras, justo frente a Rin.
—Ustedes dos— se refirió a los Kagamine plantando primero su mirada a Len y luego moviéndola a donde estaba Rin — ¿Cómo es posible que hayan hecho algo tan jodidamente egoísta?— preguntó enojada e indignada de manera directa.
Miku rápidamente se impresionó ante esto, dejando de lado su sonrisa, mientras que Len solamente se enseriaba al igual que Rin. Meiko sólo se acercó a ella por detrás, pero sin necesidad de tocarla.
—¿De qué rayos hablas?— preguntó Rin molesta por la manera en la que le había llamado la peli rosada.
—Estaba muy tranquila en la casa de mi padre, cuando de pronto, una noticia acerca de una pareja de enanos malcriados salió al aire— describió mientras los miraba a los dos con un cierto desprecio constante —Y decía que cierta persona había quedado embarazada de su propio hermano— le dijo con la voz más severa y fuerte posible.
—¡¿Y eso qué?!— le respondió gritándole con enojo —Puedo quedar embarazada de quien yo quiera, incluso si es de mi hermano— le reprochó con toda la intención del mundo, dando a entender lo poco que le interesaba que Luka se molestara con ella por algo como eso.
—No dudo que pudieras quedar embarazada de cualquiera— agregó la peli rosada, provocando que Len se enfureciera — ¡Pero no por eso tenían que jalar con ustedes a todos los vocaloids que hemos trabajado de manera responsable en esto durante años!— le gritó directamente a la cara.
—¡Nosotros no somos los culpables que la gente se tome a mal un asunto como el embarazo de esa manera!— defendió Len.
—Ustedes dos son unos miserables— le gritó ahora a Len, quien estaba unos escalones por encima de ella —Hicieron incesto sin importarles los demás o lo que pasaría en caso de que terminaran embarazándose, y ahora por eso, ¡Vocaloid puede llegar a su fin, por su estúpido y maldito egoísmo!— les gritó una última vez.
—Luka, no te preocupes, no es tan grave— intervino Miku —El día de mañana habrá una conferencia de prensa en donde calmaremos a todos los fanáticos explicando que Len y Rin se quieren de verdad y…— explicó con tranquilidad, colocando las manos juntas.
—Miku, ¿De verdad vas a hacer algo bueno por ellos?, ¿Después de que te pusieran por debajo del producto de su asqueroso pecado?— preguntó exaltada, provocando la misma ira en Len y Rin, ahora siendo ella dispuesta a tirarle una bofetada en la cara a la peli rosada, pero reteniéndose al instante al considerar las consecuencias.
—Luka, de verdad vamos a hacerlo, ellos son como nuestros hermanos— insistió Miki —Eso es lo que haría una familia— propuso con intención de calmar las cosas.
—Pues que lastima que ellos ya han decidido hacer su propia familia, una que es sólo para ellos dos— se volteó a ver a Meiko quien miraba a todos con cierta consternación por haber hablado tan rápido de todo el tema con Luka, incluyendo sobre las palabras de Len.
Se fue caminando hasta llegar a las escaleras, en las cuales corrió, pasando por el lado de Len, quien al parecer se negaría a dejarle seguir subiendo, empujándolo con fuerza con el hombro y causando que se golpeara contra la pared.
—Si ustedes quieren intentar llevar su vida juntos, háganlo, lárguense si quieren, dejen Vocaloid — les regañó —Pero no me importa lo que tenga que hacer, les juro que no permitiré que jodan a los demás con su maldito incesto— les aseguró antes de subir por completo las escaleras y perderse en el pasillo.
Dejó a todos en un terrible silencio sepulcral, sin nada más que hacer más que pensar en lo que acababa de pasar.
—¡Pues jódete tú también!— gritó de vuelta Rin, una vez que se hubiera ido la Megurine.
—Maldición— dijo Len por lo bajo —Meiko, ¿Por qué le contaste todo?— preguntó enojado a la castaña.
—Somos una familia, debemos contarnos todo— contestó ella, sin encontrar remedio a su confianza por la peli rosada.
—Pues no me interesa lo que ella haya dicho, no va a arruinar nada de lo que vayamos a hacer— gritó Miki con enojo, volteando ver a una Miku con la mirada baja, dándole una pequeña palmada para que se animara un poco.
—S… si, no va a arruinar nada…— dijo algo dudosa la chica peli verde.
—Pensaba que Luka se pondría de su lado, no pensé que reaccionaría así— comentó Meiko de la nada.
—¿Cuando regresó?, ¿y de dónde?— cuestionó Rin.
—Tan sólo esta mañana, de estados unidos, me sorprender que haya pasado tanto tiempo fuera, pero seguro y tiene sus razones— agregó la castaña.
—Como los tiene contra el incesto— intuyó con desprecio la rubia, —Siempre supe que tendría algo contra el incesto— criticó la sensibilidad de la peli rosa.
—No importa Rinny— le dijo Len mientras le abrazaba por detrás —Ella es solamente una opinión más, no es para que le debamos de temer— le sonrió ligeramente mientras se recargaba en su hombro y le besaba la mejilla.
Rin sonrió de vuelta y le besó en los labios como respuesta, mientras observaba incomodarse un poco a las chicas presentes, quienes aún os veían como simples hermanos.
—Bien…— dijo de pronto Meiko — ¿Alguien quiere algo de comer?— cambió rápidamente el tema antes de que los gemelos comenzaran a amarse frente a ellos.
—Quiero puerros, eso es lo que quiero— dijo distraídamente Miku mientras se daba la vuelta.
—De acuerdo, tendré que ver las miles de recetas de puerros para encontrar alguna que no nos mate— bromeó un poco al lado de Miki, quien le comenzaba a seguir tras la Hatsune.
Los Kagamine sólo vieron como las demás vocaloids se ponían en camino a la cocina, dejándolos con su pequeño romance en las manos.
—¿De verdad crees que Luka haga algo malo?— preguntó Rin un poco más preocupada que antes —Quiero decir, algo realmente malo— dijo mientras sujetaba su vientre.
—No temas, se que Luka jamás se atrevería a hacer algo serio contra nosotros— le aseguró con toda la confiabilidad que poseía —Sabe que si lo hace, se las verá conmigo— pronunció con una voz oscura, confundiendo un poco a su hermana por una agarre ligeramente más fuerte, y por ese tono de voz que comenzaba a mostrar algo de enojo.
No importa lo que pasará, y aun si fuera una mujer la que lo hiciera, Len llegaría a lastimar en serio a quien se atreviera a lastimar a su familia.
