Era de noche en la casa de los vocaloids, mientras que en el cuarto de los Kagamine, al ser ya pasada la media noche, ambos chicos habían decidido ir a dormir.
En aquella habitación oscura, ahora se podía observar una pequeña cuna con barrotes y sabanas blancas, con una pequeña aplanadora de peluche que habían encontrado curioseando por allí. Se podría decir que los dos planeaban ya con anticipación el nacimiento de su bebé. No era su error el motivarse por el hecho de imaginarse a su descendencia teniendo un futuro tierno y digno, cualquier par de padres haría eso.
Ahora temían que no solo los peligros de genéticos del incesto fueran a afectar a su hijo, sino también los peligros de la sociedad en la que crecería, en la sociedad que habitaría.
¿Podrían quitarle a su bebé?
Era el pensamiento con el que durmió Rin, dejando salir algunas lágrimas de terror al cerrar sus ojos e intentando dejar todo aquello a otro día en el cual no se sintiera tan descompuesta, mientras que inhalaba y exhalaba con algo de dificultad a causa de la repentina tristeza que volvía a invadirla.
Len por su parte, se mantuvo ligeramente a raya de ella desde que los dos se habían metido a la cama, pues ninguna de sus palabras le habría ayudado en el pasado a comprenderla mejor.
Ahora comprendía lo terrible que había sido aquella decisión, pues ahora se miraba apartado emocionalmente de su gemela, de una manera tan fría y tan estática como lo estaba ahora.
La miraba, la miraba con los ojos a punto de explotar en un mar de lágrimas, y de un corazón completamente destrozado. ¿Qué hacer en ese momento? No había manera en la que una sola de sus palabras le devolviera la seguridad que tanto veían los dos cuando todo aquel incidente del embarazo comenzó. Y sabía que solamente sus palabras servían para ella.
Intentó levantarse un poco, aún son la mirada inexpresiva. Colocándose en cuatro para verla de manera directa desde arriba, con ambas manos al lado de su cabeza y las piernas por junto a sus muslos.
Era simplemente hermosa de contemplarla, y en ese momento él sabía que no podría tocarla, no como antes ella le habría permitido, aunque esa era la última cosa que él quisiera ahora mismo.
Ella dormía de medio lado, un poco inclinada a la derecha, casi cayendo sobre su propia espalda, y con sus dos brazos a los lados de su cuerpo. Su cabello cubría con suavidad sus ojos, y la mitad de su cara, por lo que solo se alcanzaba a ver como la respiración salía de su boca.
Len movió su cabello para intentar verla mejor, visualizarla con cuidado, para intentar volver a sentir ese pasional e intenso fuego que miraba en ella cada noche en la que compartían la cálida cama en la que estaban ahora.
Pero nada de eso fue lo que encontró, la ver sus parpados enrojecidos por los cuales aún persistían algunas lágrimas secas medias, y otras cuantas que se esforzaban por huir de los lagrimales.
Y entonces Len no pudo evitar ponerse a llorar. Con un rompimiento tal que el mismo se sorprendió, dejando salir, un incesante jadeo que le provocaba dolor en la garganta en cada momento en el que intentaba reprimirlo.
Pronto dejó salir esas lágrimas que ya tenía preparadas desde hacía semanas, desde la última vez que había llorado con verdadera tristeza. Intentaba limpiar sus ojos con rapidez para evitar que aquello despertara a su prometida, pero las pequeñas gotas de fluido salado se filtraban por entre las hebras de su cabello mientras que él intentaba no perder el equilibrio al comenzar a morder su dedo derecho para evitar así que los jadeos de tristeza se hicieran notar en esa habitación.
Lloraba por la impotencia de ver a su hermana en decadencia, afrontándose a algo que ella no debería de sufrir, presa de aquellas personas a las cuales no les interesaba ni su bienestar, ni su salud mental.
Se figuraba ahora, lo mucho que representaría como fracaso ante ella, pues sabía que en el pasado, el representaría algo así como un súper héroe. Alguien quien pudiera arreglar cualquier cosa sin mucho trabajo, alguien a quien gritar por auxilio cuando no supiera que hacer, alguien quien la protegiera inquebrantablemente de todo el mal visto y por ver en el mundo entero.
Y ahora le fallaba.
Recordaba cómo le juraba que, de haber estado él, siendo su sirviente en la época medieval, jamás habría permitido que le tocaran y que hubiera muerto antes de dejar que el mundo la hiciera culpable de cualquier crimen. Pero ella juró que el peor daño posible, sería su ausencia, por lo que acordaron que, de estar en una situación así, pelearían contra todo el mundo de ser necesario, y que morirían juntos, para estar juntos en muerte, antes que separados por la vida.
En otra ocasión, él habría dicho que, aun estando atrapado tras una reja, jamás dejaría de amarla, y que continuaría comunicándose siempre con ella. Pero ella le prometió que haría hasta lo imposible para tirar aquella reja, o aquel muro de ser necesario para volver a estar junto con él, por lo que tuvo que pactar que le ayudaría a tirar esa barrera que los separase, así fuera lo último que hiciera.
Él siempre había sido su mitad, su alma gemela, por decirlo de manera más simple.
Pero entonces Len comprendió algo. Se dio cuenta de que ese momento, esa gran prueba de pelear contra el mundo entero, o de tirar un muro que les separaba, estaba ocurriendo ahora mismo. Era por eso por lo cual sus palabras no bastaban, y por lo cual tendría que hacer algo más que eso para poder mantenerse a su lado.
Se percató entonces, de lo ridículo que era que se dedicara a llorar a escondidas de ella, pudiendo ser que le apoyara y le cuidara como lo habría prometido, aunque para esto bastarían más que palabras.
Limpió sus ojos mientras sentía su garganta liberarse del dolor de los jadeos involuntarios mientras que comenzaba a sonreír. Acarició el rostro de su hermana con suavidad, antes de darle un beso en la mejilla.
Tal vez no podría cambiar el mundo entero, y tal vez este continuara siendo tan feo como siempre lo ha sido y siempre lo será. Pero recordaba que para ella, el mundo entero podría ser algo tan simple como una noche de pasión, o una tarde de diversión, o una mañana de relajación.
Se prometió a si mismo que, de ahora en adelante, se esforzaría por darle la mayor cantidad de alegría a su hermana y prometida, que de ahora en adelante, él mismo se encargaría de ella en todo sentido, y le brindaría de la alegría de su día, así fuera lo último que haga.
Se volvió a recostar mientras se metía debajo de las sábanas, sujetándola por la cadera, quedando en posición de cucharita, con sus piernas por detrás de las de ella, y respirando levemente en su cuello, para abrazarla con cariño, cosa que al parecer, suavizó el sueño amargo de la chica.
A partir de mañana, él le daría a Rin el mejor día que hubiera tenido en años.
Apenas habían sido unas horas desde que el sol había salido, en realidad, apenas unos cuantos minutos, mientras que los gemelos Kagamine ya se encontraban en el pequeño camino de hormigón que se encontraba circulando el parque que quedaba cerca de su casa. Los dos estaban trotando energéticamente, o al menos esa era la idea inicial de Len, pues había terminado esperando a que su hermana lo alcanzara a unos cien metros de diferencia.
Len iba vestido con un pants deportivo de color gris al igual que su sudadera, y una banda para el sudor en la frente. Mientras que el conjunto de Rin era de color verde claro.
Únicamente se mantenía levantando las rodillas a manera de trote estático en su lugar, mientras veía a la chica dar pasos cortos para cansarse menos, dando fuertes y amplios respiros, que ante el oído de Len, podían llegar a tornarse ligeramente eróticos, recordándole incluso a los momentos que compartían juntos en la comodidad de su cama.
—Apresúrate Rin, estás perdiendo mucho el paso últimamente— le gritó mientras que continuaba a un paso mucho más lento.
—Bueno, quizá sea porque comienzo a cargar con el peso de otro cuerpo— contestó ella mientras continuaba a su paso, seguido de un muy petulante Len, quien daba pasos altos y cortos.
Len rió un poco mientras le miraba correr apresuradamente hasta su lado. Adoraba cuando trataba aquel tema con tanta ligereza, le hacía sentir que aquello iba en una buena dirección, que podrían sobrevivir a todo aquello con un tanto de su típico humor de hermanos.
—Bueno, en todo caso, creo que deberías de esforzarte un poco más, o de otra manera, tendremos a un bebé flojo cuando nazca— le reclamó con el mismo tono de burla que ella misma había usado sobre si misma antes.
—De eso ni hablar— exclamó Rin mientras intentaba mantener un ritmo más veloz, y continuar a la par con el caminar de su gemelo.
Tan solo unos minutos después, los dos se recargara sobre un barandal blanco de un pequeño puente peatonal que permitía cruzar por sobre el pequeño lago artificial del parque.
—Y dime, Len, ¿Porqué decidiste que despertarme a las seis de la mañana para salir a trotar en el frio de la mañana sería una buena idea para empezar el día?— le preguntó sin siquiera demostrar un solo indicio de molestia en su voz, pues una vez tranquilizándose y respirando, sentía todo su cuerpo más ligero y relajado que antes.
—No fui yo quien dijo que así era como comenzaban los buenos días, esa fuiste tú— le recordó mientras pasaba su mano por sobre su hombro —Y créemelo Rin, que de ahora en adelante, me encargaré de que tus días sean completamente placenteros— le aseguró mientras le besaba sobre el ojo derecho.
—Sabes que no podemos darnos el lujo de relajarnos así como así— se entristeció Rin mientras intentaba aceptar aquel beso de manera completamente voluntaria.
—Rinny, no digas que no te mereces disfrutar de estos meses de tu embarazo, y no solo lo digo por ti, sino que también por nuestro bebé, tan solo imagina el daño que le debe de hacer el estrés que sientes ahora— intentó convencerla con quietud, mientras que le tomaba de la mano —Cualquier otra mujer se tomaría estos meses libres de trabajo, y dejaría que su esposo le apoyara en lo que necesitara, y que la consintiera, déjame aunque sea darte lo que yo sé que mereces—
Rin comprendió que se trataría de algo muy importante para Len, y que al fin y al cabo, podría ser algo bueno para ella el intentar relajarse un poco más, quizá olvidando el asunto de Luka, de su posible deceso de vocaloid, y de la falta de cariño por parte de la gran y aplastante mayoría de sus fanáticos.
—De acuerdo, intentaré olvidarme de todos los problemas por ahora, eso si los problemas no vienen a tocar a nuestra puerta— aclaró Rin mientras abrazaba al chico por la cadera y aproximaba su cabeza contra su pecho, sintiendo una ligera humedad a causa del sudor que traspasaba la sudadera, pero nada que no hubiera sentido antes.
—Muy bien, pues prepárate para pasarla bien, como la princesa que eres— le abrazó de vuelta para besarle en la frente, antes de volver a empezar a trotar.
—¡Espera, ninguna princesa embarazada correría ocho kilómetros en vida!— le reclamó la chica enojada mientras intentaba seguirle el paso.
—Lo haría si quisiera mantener su esbelta figura— le recordó el chico la razón inicial por la que habían salido a trotar en primer lugar, sabiendo que no habría sido muy convincente, pero suficiente para doblegar su ansia de dormir horas extra.
Horas más tarde, los dos se encontraban en una de las terrazas de la casa, en donde se encontraba una gran piscina, la cual tenía la característica de poder producir un ligero oleaje en toda su extensión.
Dentro de ella, y muy poco habitual, se encontraban nadando Len y Rin, quienes preferían evadirla la mayor parte del año, debido a que preferían nadar solos que en compañía de sus compañeros vocaloid. Rin usaba un bikini de color blanco con unas cuantas flores rosadas estampadas, y Len usaba un bóxer largo y negro sin líneas o marcas.
Rin se metía dentro de un enorme salvavidas de color blanco con el cual flotaba por todo el lugar, mientras que Len se sujetaba de este para no caer en la parte profunda de la piscina.
Pese a que pareciera que ambos trabajaban y jugaran juntos, a decir verdad, Len se la pasaba escupiendo el agua que Rin le lanzaba con las manos, aprovechando que él, apenas y sabía nadar un poco.
—Rin, ya basta, vas a hacer que me ahogue— exclamó Len mientras chapoteaba un poco, lanzando un poco de agua de regreso, pero solo provocando más risas por parte de Rin, sin darse cuenta de que dejaban que la corriente los llevara.
Len decidió sumergirse un poco, tan solo para salir de la vista de la chica, simulando su propio hundimiento a causa de haber tragado demasiada agua.
—¿Len?— preguntó Rin un poco asustada al ver a su gemelo desaparecer de la vista, tan solo para sentir sus pies ser jalados por un par de manos, que la arrebataron de la seguridad del salvavidas para llevarla a las profundidades de la piscina.
—Te tengo— exclamó Len triunfante mientras salía del agua con su hermana en brazos, cargándola como a una novia, para después dejarla caer sobre el agua.
—¡Me asustaste de verdad!— le reclamó mientras le daba débiles golpes en el pecho a causa del enojo.
Luego de esto, Len logró sujetarla de ambas muñecas, para acercarse más a ella y plantar un beso en sus labios, mientras que los dos llegaban a la parte menos profunda de la piscina y se abrazaban mientras profundizaban el beso, siendo apenas la llegada del medio día.
—Nunca me iría así de simple— comentó Len mientras le tomaba de la cintura y comenzaba a besarla.
—Si te vas, llévame contigo— contestó Rin, viendo que su hermano aprovechaba la situación para acercarse más a ella.
—¿Pero luego quien cuidaría a nuestro pequeño?— dudó Len mientras Rin comenzaba a besar por debajo de su mandíbula.
—Los dos lo cuidaríamos desde arriba, y lo protegeríamos de todo— contestó ella con alegría, provocando que Len se distrajera los suficiente, deseando permanecer con esa respuesta en lugar de continuar hablando más.
—Pero que agradable es el amor juvenil— comentó Thel mientras observaba a los jóvenes desde la ventana de la oficina del Maestro, o al menos uno de los cuartos que el reconocía como su oficina, —A veces me es difícil de observarlo, pues el desencanto amoroso habita en cualquier esquina de la vida diaria, hasta el punto en el que se desconoce la verdadera esencia del amor— comentó con seriedad mientras su hermano Mikhail se acercaba a su lado.
—Me parece, Thel, que debiste de haberte dedicado a las escritura de historias románticas ligeras, en lugar de ser sacerdote, eso iría más contigo— comentó Salta desde la espalda de ambos.
—No hermano mío, de ninguna manera, el único amor verdadero, es el que Dios siente por sus hijos, y que nosotros podemos tener de vez en cuando el goce de tener entre nosotros.
—Espero que no se comporten tan amorosos, porque yo pensaba nadar en esa piscina, y no pienso llenarme de material genético incestuoso de nadie— dijo despectivamente el médico, dando la media vuelta y encontrando a su hermano Salta, sentado frente a él.
—De acuerdo, espero que dejen de observarlos, porque no se supone que ellos sepan que se puede entrar a esta sala— les recomendó Salta mientras se recargaba en su asiento.
—Esta mansión es bastante grande, y llena de secretos, me parece que no es muy legal todo lo que tienes aquí— acusó el médico mientras se sentaba frente al escritorio negro en el cual estaba sentado el Maestro.
—La construyó un diseñador y arquitecto árabe hace casi veinte años, para un propietario ruso el cual murió tan pronto como la habitó, y yo me quedé con ella— comentó de la nada, revelando ese pequeño detalle antes mencionado —Según entiendo, era para esconder chicas japonesas de la policía hasta que se pudieran ir del país— sacó un cigarrillo nuevo de su bolsillo y comenzó a fumar tan pronto como lo encendió.
—A veces desearía que cada cosa que sale de tu boca fuera un chiste vulgar y acido, así evitaría saber todo lo que se— se lamentó el sacerdote mientras tocaba el puente de su nariz.
—Igualmente, aunque me quitaría la diversión de verte caer al final de tu vida, cuando una jodida patrulla de la DEA interrumpa tu sueño y el de los demás vocaloids y te condenen a cincuenta años por posesión de narcóticos— le deseó un final terrible a su hermano mayor el médico.
—Igualmente— respondió Salta mientras sacaba su tableta electrónica y la colocaba sobre el escritorio, para después levantarse de manera dramática, apoyando las manos contra este —Muy bien, es momento de ponernos serios— comentó con voz profunda mientras giraba la tableta y daba un pequeño toque, mostrando la página que deseaba mostrarles, presumiendo su control en esta al hacerlo.
—¿Nos has mandado a llamara para una reunión de negocios o planeación estratégica?— preguntó Thel, dudando de nuevo de la sanidad mental de su hermano mayor.
—Prefiero el término, charla táctica— le corrigió mientras miraba a sus propias manos sobre la tableta, para luego bajarlas y dejar que los otros dios vieran la noticia, mientras que comenzaba a explicarla —Como ya sabrán, hace unos días tan solo, la noticia del embarazo y en general, de toda la relación incestuosa de Len y Rin, causó una fuerte reacción negativa sobre toda la red y el ciberespacio, es decir, algo que provocó reacciones tanto de oriente como occidente, de los liberales como conservadores, y de los fanáticos con quienes no sabían de Vocaloid, etc.—
Comenzó a dar recordatorios, provocando que ambos adultos asintieran, comprendiendo lo que decía.
—Pues permítanme decir, que el internet, tal y como se le conoce, es sumamente predecible, y tal y como lo observé en uno de mis modelos de predicción, la marea cambia de dirección para el asunto de los Kagamine— señaló a una pequeña línea que indicaba los comentarios de cierta publicación —Verán, siempre que algo se hace famoso en internet, hay la posibilidad de que las opiniones se dividan en los que tienen la razón y los que no la tienen, pero eso depende del apoyo que se tenga, en este caso, quienes estaban en lo "correcto" era aquellos quienes insultaban a Len y Rin, y los criticaban por su comportamiento incestuoso—
—Pero… espera, me parece que estás cayendo en una falacia— intervino el sacerdote con voz pasiva —El que la mayoría de las personas crean que tienen la razón en un asunto, no hace verdad esa posibilidad, por más que esas personas crean que eso es verdad— razonó si ningún problema.
—Me sorprende que seas tú quien dice eso…— dijo en voz baja el médico.
—Bienvenido al internet, compuesto al noventa por ciento de falacias— comentó de la nada Salta, —Como quiera, al ser este el internet, se tiene la tendencia predecible de que, cualquier cosa que se vuelva popular, en poco tiempo, tendrá detractores, quienes creerán que esa cosa se ha vuelto muy usada, por lo que creerán que ir en contra de eso, los hará sobresalir por encima de los cibernautas comunes— comenzó a explicar sin mucha dificultad, mostrando un montón de comentarios negativos hacia los rubios —Pero entonces, cuando todas las personas vean que lo que te coloca de nuevo por sobre el resto, es ir en contra del resto, todos irán en contra de la idea inicial—
—Pero… si se supone que ahora todos están en contra de la idea inicial porque era demasiado popular, el que todos se cambien al lado contrario, ¿No hará que esta propuesta sea ahora la más popular, lo que lo volverá la más "mainstream"?— intentó argumentar el doctor, colocando sus manos a comillas por decir aquello.
—Normalmente, la parte que se irá en contra de la idea más popular de manera inicial, será menor a la cantidad de personas quienes estaban inicialmente en esta, y lo mismo ocurrirá cuando la idea menos popular, se vuelva la más popular, provocando que un grupo menor regrese a la idea "Correcta" al principio, y continuará así, hasta que deje de importar— dijo con simpleza mientras señalaba un grupo de comentarios que apoyaban a los Kagamine.
Allí había de todo, desde personas las cuales llamaban opresores y conservadores a los que atacaban a Len y Rin, apelando al derecho de la libertad de todas las personas de tener relaciones con quien quieran, hasta personas que afirmaban, de manera científica, que el surgimiento de una atracción incestuosa entre gemelos idénticos de distinto genero, era tan natural como cualquier otro gusto sexual.
Lo que más impresionaba, era que muchos de ellos parecían representar a un grupo que defendía a Len y a Rin, tratando el desprecio a estos como un acto retrograda, comprable con el racismo y la homofobia.
—Me sorprende que estén siguiendo una tendentica tan predecible, y a la vez tan errada— opinó el sacerdote, viendo a sus dos hermanos mientras que tomaba la tableta y comenzaba a leer los comentarios.
—No siempre ocurre, hay casos, como cuando el estado se aprovecha de una persona, o cuando hay un abuso de autoridad demasiado grande, en los que este efecto es menor al de los casos de personas unitarias como estos— justificó el Maestro.
—¿Y ahora está ocurriendo? ¿La gente está empezando a apoyar mucho más a la Len y Rin sólo porque les parece muy usado el hecho de que se les odie de manera pública?— preguntó de nuevo incrédulo el sacerdote, mirando con una mano en la boca aquellas palabras que la gente discutía con fiereza.
—No te preocupes, cualquier daño que hayan hecho a los Kagamine, dentro de poco se verá olvidado, después de todo, no hay ninguna razón por la cual deberían de odiarlos por demasiado tiempo— discutió con claridad, sin necesidad de pensar en que su razonamiento estaba errado.
—Pero… ¿Es un hecho que hay más apoyo para los Kagamine? O crees que tu modelo teórico está errado— preguntó el doctor, intentando buscar la quinta para al gato.
—Observa, los grupos que los apoyan obtienen seguidores cada vez más rápido, hay una oleada de fans de vocaloid que regresan a los grupos de fanáticos, muchos de ellos a decir que siempre quisieron a Len y a Rin, y otros más que sólo le restan importancia al asunto, es decir, que promueven el completo ignore del tema— aquello podría ser una mejor solución al fin y al cabo.
—De acuerdo, en ese caso, el acoso virtual se detendrá dentro de poco— concluyó el sacerdote —Muchas gracias por informarnos, quizá de esta manera, Len y Rin puedan sentirse un poco más tranquilos, para centrarse más en el tema de la boda— dijo con una ligera reverencia antes de intentar levantarse.
—No se vayan aún— reclamó el Maestro —Si los he llamado, ha sido para poder planear el siguiente pasa de la acción— comentó de la nada, sacando un poco de la intriga que continuaba rondando por la mente de sus hermanos.
—Plan de acción, ¿Para mejorar las cosas?— dijo el doctor mientras miraba a su hermano sentarse de nuevo a su lado.
—Claro que si, esto sólo significa que la cantidad de personas que apoyan a los Kagamine, se tornará alto cual marea dentro de poco, por lo que será conveniente que ellos dos se case de una buena vez, a decir verdad, en la siguiente semana—les informó de un momento para otro, sin siquiera premeditar nada.
—¡¿Casarlos?!— exclamó el médico —¿Con los problemas que han ocurrido?— para él, la opción del matrimonio incestuoso aún se encontraba tras una brecha de incertidumbre.
—Claro que se, si no es ahora, ¿Cuando?— preguntó el Maestro, restando importancia del asunto — ¿Acaso quieres que Rin luzca un vestido extra grande y que vaya con una enorme barriga de vaca al altar? Eso no atrae gente— declaró de manera superflua.
— ¿Gente, a que haces referencia con eso?— preguntó Thel, pero fue ignorado.
—No, me imaginaba que ambos contraerían nupcias en cuanto el hijo naciera, ya sabes, para poder festejar que saldría bien y que todo estaba en orden— razonó un poco —De esta manera, al menos tendríamos una justificación para decir que el matrimonio incestuoso era tan valido como el matrimonio heterosexual, y que podía producir similares resultados— lo miraba todo desde un punto frio, como siempre el ojo de un científico obsesivo como él lo era.
—Claro que no, eso haría parecer que se sienten inseguros de sus propias acciones, como si quisieran esperar a que su hijo saliera bien para poder empezar a vivr una vida de casados, sería algo cobarde, a mi parecer— expresó a manera de protesta el Maestro, por aquel comentario.
—Pero no hay muchos problemas con casarlos… es decir, con las legalidades y con la iglesia, ¿O acaso todo está bien?— se expresó dudoso de aquella respuesta del bienestar de todo el asunto relacionado al posible matrimonio.
—Thel ya ha expresado su disposición, y yo me he encargado de borrar cualquier rastro que haya a su nombre con respecto a la introducción de sus nombres a modo de pareja de casados en el sistema civil, lo único que quedaría, sería ver si existe algún error que debamos rectificar, o que haya algo que no esté llendo como debería— dijo mientras volteaba a ver al sacerdote de manera acusadora, como si estuviera preguntando en el proceso.
—Todo se encuentra de manera maravillosa, hasta ahora, nadie se ha enterado a plenitud de mis acciones, lo que convertiría a esta, en una unión en privado— declaró con simpleza.
—Estoy sorprendido, actuar a la sombra de la iglesia es justamente lo que nunca pensé que harías— sonrió Salta mientras continuaba mirando a su hermano con una sonrisa burlona.
—Bueno, hermano mío, ciertamente, te recuerdo que el espíritu que me guía en mis acciones, no busca otra cosa que la justicia, y la igualdad en los tratos entre los hombres, y juzgar como pecado a un acto carente de maldad cualquiera, iría en contra de mis principios— repitió aquello que antes había aclarado —Y mis principios frente a Dios, van por delante de cualquier institucionalismo del hombre— sintiéndose satisfecho de expresarse de esa manera, comenzó a cuestionar —Pero saliendo un poco del tema, me gustaría que aclararas ese dicho que dijiste, "Eso no atrae gente" me parece ¿Es un dicho local?— intentó presuponer ante la tremenda preocupación que tenía.
—No es un decir, hermano mío, literalmente, quiero presentar la boda de Len y Rin como un evento televisivo de pago— dijo secamente, sin siquiera volver a mostrar una sonrisa burlona, dejando incluso un poco impresionado al doctor.
—Salta, te acabo de decir que es una unión en privado, algo de lo cual la gente, mucho menos la gente de la iglesia, se debiera de enterar, ¿Y pretendes lucrar con eso?— se sintió ofendido el clérigo, en especial con la última parte.
—Bueno, obviamente aún no me decido por la cantidad que cobraré, o si será mayor a la de los conciertos, aunque bien podría pedir a Miku y al resto que actuase en vivo antes, durante o después de la ceremonia— sugirió aquella idea que tenía en mente de pronto.
—Sería excelente que Len y Rin cantasen alguno de sus clásicos románticos durante esta— propuso también el médico, como buen fan de la franquicia de Vocaloid.
— ¿Se dan cuenta de lo que están realmente hablando?— les regañó Thel, saliendo un poco de su habitual clase.
—Por favor, ¿Creías de verdad que un par de estrellas musicales y del espectáculo visual como Len y Rin tendrían una boda normal, sin las sombras de su profesión? Es algo que deben por ser parte de Vocaloid, y yo pienso tomar aprovecharlo— contestó ante el regaño del padre.
—Me imaginaría que su unión sería más como la de Romeo y Julieta, o como el cuento tradicional del Santo Valentín, sólo eso— recordó aquellas ideas que tenía en un inicio al apoyar un matrimonio incestuoso.
—No digas que la unión sería como la de Romeo y Julieta, esa es una historia llena de tragedia innecesaria, piensa mejor en que Rin es algo así como Cenicienta— sacó de la nada el Maestro, pensando en que ese sería el tema a tratar en ese momento.
—Eso era de una de sus canciones— le interrumpió Mikhail, sonando de nuevo como un "Geek" en ese asunto.
— ¿De verdad? Bueno, ya me parecía que lo recordaba de algún lugar—
Rectificó Salta, saliendo de su asombro por unos segundos para considerar su falta de memoria en las canciones de sus artistas como algo verdaderamente dañino, ofensivo, o signo de preocupación por su adicción a los narcóticos, pero desechando ese pensamiento tras un corto periodo de reflexión.
—Escucha, el principal objetivo de casarlos a un temprano periodo de haber iniciado el embarazo, no es el dinero que se pueda generar, sino el levantarle el dedo corazón a todos los que dicen que ellos dos no pueden casarse, y gritarles "Váyanse al infierno"— dijo mientras levantaba el dedo corazón a la cara del padre, dándole a entender el mensaje.
— ¿De eso se tratará entonces? ¿De decirle a todo el mundo que contigo no pueden joder?— terminó de sentirse de cualquier manera culpable, y entendiendo el cometido del Maestro en todo aquello.
—Más o menos, pero créeme, que eso es también lo que quieren Len y Rin— se sintió satisfecho mientras sacaba un puro y comenzaba a fumarlo tan pronto como le quitaba la cobertura.
—Bueno, no puedo dudar en que querrían decirle eso a todo el mundo, sin excepción, inclusive a sus propios padres— concordó el médico Mikhail.
—Bien, pero has de estar consiente en que una boda de la magnitud que deseas no se puede ejecutar en tan solo una semana— recordó el sacerdote.
—No te preocupes, que ya he dado luz verde hace a nuestra joven Miki para que organice todo— les dio esa seguridad el Maestro, recargándose en su asiento mientras buscaba su tableta para comenzar a planear su venta de la boda.
— ¿Crees que ella podrá planearlo todo en una sola semana?— preguntó impresionado el doctor, sabiendo la magnitud que ese evento debería de tener.
—Me sorprendería que no lo hubiera empezado ya en secreto— concluyó el Maestro un tanto desanimado por aquello, recordando la obsesión de Miki por el orden y la seriedad que se tomaba en estos.
Unas horas después de que terminase la plática de aquellos tres hermanos, que suponía haber dio completamente secreta, Len y Rin fueron un rato a jugar videojuegos a la sala, como parte del trato súper especial de consentimiento de princesa, por parte de Len a su hermanita preferida del mundo.
Los dos se mantenían ocupados con los mandos de la consola, frenéticamente moviendo el par de palancas que este poseía, y presionando los gatillos superiores para provocar que sus personajes dispararan, en una lluvia de balas de alto calibre que mutilaban a sus enemigos zombis. Len se sentaba en el suelo, al lado de Rin, la cual disfrutaba recostada en el sillón.
—Perfecto— gritó Rin —Ronda treinta, un nuevo record para nosotros dos— se alegró mientras levantaba la mano al caer el último enemigo no—muerto, mostrándose en la pantalla un fluorescente numero 30.
Len sabía que ambos gustaban de videojuegos más completos, más sustanciosos, que un simple FPS de matanza instantánea y genocida, pero debía de admitir que, por todas las tensiones del trabajo, él apenas y había disfrutado la mitad de los juegos que tenían para su consola, y eso era mucho decir, considerando que antes compraban tantos juegos como podían y faltaban a las practicas hasta terminarlos, pero de esa obsesión ya años habían pasado.
Ahora podrían disfrutar de una eliminación de hordas enteras de enemigos en el juego de disparos genérico que salía cada año.
— ¡Rin—chan!— gritó una chica de cabellos rojizos mientras entraba en la sala, — ¡Rinny, debes de venir a mi cuarto ahora mismo!— imperó sobre la joven rubia mientras señalaba las escaleras de su del segundo piso.
—No tengo tiempo, Miki, debemos de probar al menos otros treinta juegos antes de que el bebé nazca y ya no tengamos tiempo de terminarlos todos— objetó la chica, volviendo a su juego.
—Bueno… sólo te quería avisar que, esta mañana misma mientras ustedes corrían como locos, llegaron los primeros artículos para su boda— los gemelos se detuvieron un poco de tiempo, volteando a verle extrañados, para luego volver a su juego.
—Miki, la boda se vio comprometida con asuntos externos, tendremos que proceder con cautela en contra del enemigo— dijo Len, emulando un poco el habla militar del juego de video.
—Sí, Faltará mucho para que sea la boda, así que no hay que apresurarnos— concluyó Rin sin siquiera voltear a verla.
—Bueno, puede que falte mucho tiempo…— dijo desilusionada Miki, sin querer revelarles la gran sorpresa de que el Maestro le había autorizado la boda para la siguiente semana —Pero… creo que a Rin le costará mucho tiempo elegir su vestido de novia— al decir esto, el dedo de Rin presionó rápidamente el botón de pausa —De entre todos los que llegaron hoy…— aclaró con algo de petulancia mientras observaba a Rin paralizada en su asiento, notándose la emoción en sus ojos.
Tan solo unos minutos después, Rin estaba dentro del cuarto de Miki, parada sobre un pequeño cajón con el cual miraba su cuerpo entero en un espejo de cuerpo completo del cuarto de la chica.
—Este vestido no me está gustando— decía un poco fastidiada mientras miraba el vestido que se ajustaba bastante a todo su cuerpo. Era un simple vestido que cubría por sobré su pecho hasta llegar a la mitad de su muslo, apenas con un corto encaje por debajo de la falda, que no alargaba más la prenda. El resto de la cola del vestido era de tela transparente y un enorme moño con flores rojas de lado derecho.
—Vamos Rin, es algo lindo— Decía Miki mientras ajustaba un pequeño cordón en su cuello, con un pequeño arreglo floral.
—Pero mira esta falda, es demasiado corta— volvió a quejarse mientras jalaba la prenda hacia abajo —Luzco demasiado las piernas, y eso no me gusta ¿Segura que este es un vestido para una boda?— dudó mientras que Miki colocaba el velo sobre su cabeza, arreglado con una diadema con la cual se ajustaba su moño.
—Tal vez se vea mejor si te colocas las botas de conjunto— dijo mientras mostraba un par de botas largas que cubrían hasta por arriba de las rodillas.
— ¡No quiero usar botas en mi boda!— dijo harta de aquello y comenzando a quitarse los complementos del vestido.
—Bien, entonces buscaremos otro— accedió la peli rosada mientras que bajaba el cierre de la espalda de la chica y permitía que se deslizara de su cuerpo, quedando sólo en su ropa interior blanca.
—Quiero algo más de princesa ¿Que acaso no hay algún vestido como el que te mostré en el dibujo?— preguntó desilusionada mientras se sentaba, y miraba como su amiga se acercaba a una enorme cantidad de cajas agrupadas en un gran bloque que ocupaba una cuarta parte de la habitación, y que había sido transportado allí de uno por uno.
—Rin, estos vestidos son diseñados por fanáticos que deseaban verte usándolos, así que es poco probable que encuentres justamente el que deseas— señaló Miki mientras que guardaba el vestido de manera ordenada.
—Por cierto, ¿Quién los creó todos? ¿Acaso mandaste hacer tantos sólo para ver cual me gustaría?— preguntó Rin, volteando a ver al menos unos sesentaicuatro vestidos en sus cajas, todas del mismo tamaño, agrupados en forma cúbica, que Miki se encargaba de mover para extraer otro vestido más.
—En realidad, la compañía que nos dirige obtuvo los derechos de estos vestidos cuando las personas quienes los diseñaron los ofrecieron de manera gratuita para ti, y esa misma empresa estaba dispuesta a venderlos de vuelta— explicó con simpleza mientras que volvía a guardar el vestido y sacaba otro más.
— ¿Y tu pediste una copia de cada uno?— volvió a preguntar extrañada.
—Así es, pues sabía que podrías usar cualquiera de ellos, así que ordené cada uno de cada uno de los que habían recibido mejor valoración del fabricante y de un par de críticos privados, para que tuvieras lo mejor de lo mejor— sonrió con alegría mientras le pasaba un vestido que se veía mucho más cubierto, sabiendo que este le gustaría más a la chica.
—De acuerdo, sólo espero que Len no tenga problemas para elegir su atuendo, aunque dijo que se comportaría lo menos quisquilloso posible— sonrió al imaginar a su hermano con un atractivo smoking, que seguramente lo haría lucir exquisito.
Mientras tanto, en el cuarto de al lado, Len se esforzaba por mantenerse quieto mientras que Piko colocaba las medidas para su traje, ajustando algunos alfileres alrededor de las piernas y de los brazos del traje color grisáceo que usaba, con un chaleco un tanto más oscuro que usaba por debajo, y un pañuelo colocando en su cuello a manera de corbata, y un par de guantes blancos que complementaban el traje entero.
—Vaya, no puedo creer que Len se vaya a casar— dijo Kaito de la nada, sentado sobre el lado de la cama del chico albino, con uno de los pies sobre el colchón.
—Si, pareciera que hace tan solo un par de semanas, Len era todavía un soltero codiciado por las mujeres, quizá con sexualidad dudosa, pero al fin y al cabo, un hombre libre— Opinó Gakupo, quien estaba recargado contra las cortinas retraídas de la ventana del albino, arrugándolas.
—Será porque hasta hace unas semanas de verdad era un hombre libre, hasta que se ató a sí mismo la soga al cuello*— Dijo Kaito en todo de presunción, para después dejar salir una serie de carcajadas, acompañadas por la sonora risa del samurái.
—Al menos yo si puedo dejar embarazada a mi novia…— susurró Len mientras acomodaba sus guantes y sus mangas.
— ¿Qué dijiste?— preguntó Kaito, sintiendo que se debería de haber ofendido con alguna de las cosas que dijo Len.
—Nada— respondió Len con algo de enojo —Si de verdad piensan que el compromiso es algo ridículo, entonces deberían de decírselo de una buena vez a sus mujeres— opinó Len de manera certera.
—No creemos que el compromiso deba de ser algo malo, sólo que no debería de ser obligado— refutó Gakupo, sintiéndose ofendido por aquellos comentarios, pues él no era la mitad de su relación que se había negado al compromiso.
—Yo tampoco, ya les he comentado que me iba a casar con Rin de todas maneras… sólo que no hallaba el momento en el cual comenzar a planificarlo todo, o cuando comenzar a hacerlo de verdad— se justificó Len, volteando a ver a suelo.
— ¿De verdad?…— Dudó Kaito de que estuviera diciendo la verdad, pero tras ver la manera en la que mantenía su mirada, entendía la manera en la que se comportaba con ese asunto, siendo algo más delicado de lo que parecía — ¿Te das cuenta de que seguirían siendo hermanos toda la vida?— preguntó como si no fuera algo sumamente obvio, intentando entender ese plan que el chico tenía.
—Ya sé, pero habíamos planeado irnos de aquí, seguir estudiando la universidad, y quizá en unos años, mudarnos a un lugar en donde nadie nos conociera, para casarnos y quizá… adoptar un hijo— dijo con un poco de esperanza mientras volteaba un poco la mirada al lado, intentando deslindarse un poco de esta confesión.
—Entonces… ¿Ibas a abandonarnos?— preguntó Gakupo un tanto resentido por aquello.
—Oigan, me agrada la música, pero estoy marcado de por vida como el shota del grupo, ustedes lo saben— dijo con molestia mientras intentaba hacer que recodaran Van'ice, un trabajo que Len recordaba con penurias —Y la verdad, a Rin y a mí nos interesaba otro tipo de música, pero sabíamos que sería imposible salir de la sombra de vocaloid, por lo que teníamos la esperanza de poder huir del mundo de la música por completo— admitió de una buena vez mientras que se ajustaba su saco por completo, intentando cerrarlo, pero dejándolo tal y como estaba, a causa del creciente calor.
— ¿Y qué vas a hacer ahora?— preguntó Kaito tras un momento de silencio incomodo.
—Planear la boda— dijo con simpleza, —Aunque creo que quizá sería mejor hacerla después de que naciera mi hijo— reflexionó un poco —Pero aún así, es bueno que la planeemos con anticipación.
— ¿Oye espera, aún no has decidido a tu padrino de bodas?— interrumpió Kaito, dándose cuenta de este pequeño detalle — ¿No crees que eso te hará falta? Después de todo es algo sumamente importante— dijo de manera más insistente.
—Es cierto…— pensó Len durante unos instantes antes de voltear a ver a sus dos amigos, de los cuales Kaito parecía ser el más dispuesto a cumplir con esa asignatura — ¿Piko, te gustaría ser mi padrino de bodas?— le propuso al peli blanco, quien seguía tomando medidas de su pierna.
— ¿Yo?— preguntó extrañado el Chico mientras veía hacia arriba a su amigo.
— ¡¿Piko?!— Gritó enojado Kaito — ¡Pero Piko es sólo un niño! Y… ni siquiera es tanto tu amigo— reclamó el peli azul, indignado por aquella rápida elección que se había tomado sin meditación previa alguna.
—Pero es muy ordenado, y se la ha pasado ayudando a Miki en todos los preparativos— volteó a ver al chico que mantenía una cara inexpresiva —Además de que sabe hacer un millón de cosas, mire, también es sastre— dijo con una gran sonrisa mientras sujetaba al chico por el hombro — ¿Quieres ser el padrino de mi boda?— preguntó animándolo un poco a que aceptara.
—De acuerdo… pero… que tengo que hacer— dijo dudoso mientras que Kaito se enojaba, al igual que como a Gakupo se le formaba un poco de resentimiento.
—Lo vez, ni siquiera sabe que hacer— volvió a reclamar Kaito —Tan siquiera si fuera Gakupo lo entendería, pues el también ha sido tu amigo…— intentó continuar reclamando, hasta que Len le calló.
— ¡Piko es un buen amigo, alguien quien jamás juzga sin conocer!— le respondió mientras acercaba al chico —Además de que aprende con rapidez, ¿Verdad Piko?— dijo con orgullo mientras sostenía al chico por los hombros, básicamente abrazándolo.
—Claro que si— supo hablar con un poco más de confianza esta vez, sujetando a Len de los brazos para mostrarse de manera un poco más tranquila con él.
—Bien, entonces, si nos disculpan, iremos con Rin a avisarle sobre el nuevo padrino de la boca— Actuó de Len de manera presuntuosa mientras se dirigía a la salida, en dirección del cuarto de Miki al otro lado del pasillo.
Al llegar hasta el cuarto, abrió la puerta de manera precipitada, tan solo para encontrarse con algo con lo cual no estaba preparado.
Frente a él, se encontraba Rin, parada sobre el banquillo, apenas volteando su mirada a la puerta, pero más importante que todo, vistiendo un suave y fino vestido de novia. La pieza era ajustada del torso, dejando ver el inicio de su pecho, con unas cuantas flores blancas de tela en la parte superior y la espalda descubierta. Le velo se ataba a una delgada diadema con encaje. Por lo demás, el vestido no era muy holgado, y tan solo la falda le llegaba hasta los pies, siendo bastante simple, sin alguna clase de arreglo de tipo princesa, pero que ondulaba al final, y un enorme moño en la parte baja de su espalda, iniciando la cola des vestido.
—Ri… Rin…— intentó hablar Len al impresionarse. No sabía exactamente porque, pero sentía que jamás había visto a Rin de una manera más hermosa antes.
— ¡Idiota!— gritó ella mientras lanzaba el arreglo floral que sostenía en las manos a la cara del chico — ¡Se supone que no me debes de ver con el vestido que voy a usar, es de mala suerte!— le reclamó mientras, inútilmente, intentaba cubrir su cuerpo entero con las manos.
— ¡Perdón, perdón, perdón!— se disculpó asustado mientras que cubría sus ojos con ambas manos, intentando hacer que las imágenes de su hermana en ese hermoso traje de novia se deshicieran de su mente.
—De todos modos no te gustaba tanto es vestido, No hay problema si te ve con otro vestido— — mencionó Miki mientras reía y miraba al chico todavía con los ojos tapados.
— ¿De verdad?— dijo Len un poco alegre mientras se quitaba las manos de los ojos y miraba a su gemela, parada sobre el banquillo, moviendo sus dedos cubiertos por los guantes largos de satén blanco.
— ¿Y bien? ¿Qué te parece?— preguntó Rin mientras ponía sus brazos en la espalda y se ponía nerviosa, bajando la mirada al suelo.
—Te ves hermosa…— dijo Len mientras sentía su cara arder con un fuerte sonrojo al estar mirando su cuerpo entero, incluyendo sus caderas, y sus piernas.
— ¿De verdad lo piensas?— preguntó ella de vuelta, mientras colocaba una de sus manos en su cadera y otra en su torso, haciendo una pequeña pose.
—Claro que si… me alegra tanto que sea conmigo con quien te vas a casar— admitió Len, dejando calladas a ambas chicas, incluso a Piko, quien poco había entendido de que era de lo que se hablaba.
—Pues claro que me iba a casar contigo, idiota— respondió ella, lanzándose levemente a los brazos de su hermano, quien reaccionó rápidamente, sosteniéndola con estilo de princesa —Si no me hubieras aceptado cuando confesé mis sentimientos, habría terminado viviendo mi vida en celibato, quizá como monja, o algo así— admitió la chica con una sonrisa mientras le abrazaba por el cuello y lo acercaba a ella para besarla en la mejilla.
Luego de esto, Len reaccionó para besar de vuelta, esta vez en los labios, sosteniéndola con ambas manos. No supieron para cuando se mantuvieron besándose, hasta que el sonido de un "clic" lo hizo despegarse.
Ambos voltearon a ver, observando al chico albino con una cámara profesional en las manos, mientras que Miki lo alentaba a tomar una fotografía.
—Perfecto, lo editaremos, lo recortaremos, y lo colocaremos en las invitaciones— dijo con emoción, mostrándose sonriente ante todo aquello.
—Oh cierto… Piko va a ser el padrino de bodas— le anunció a su hermana mientras la sostenía.
— ¿Piko? Creía que ibas a elegir a alguien como Kaito o Gakupo— expresó ella mientras que se arreglaba un poco la falda para cubrir más su muslo.
—No creo, Piko es mejor que ellos, además de que sería grandioso verlo arreglando las cosas al lado de Miki— sonrió el rubio para dirigir una sonrisa a Piko, sabiendo que este se sentirían agradecido por aquello, aunque fuera en algún momento.
—Entonces supongo que Miki será mi madrina esta vez— propuso Rin mientras volteaba a ver a la peli rosada.
—Pero ya arreglé las cosas para cuando Miku sea la madrina— reclamó Miki —Ya conseguí un vestido que convine, pero que no resalte, y ya hasta planee como colocar su nombre en las invitaciones— el asunto no parecía ajustarse a los planes que tenía la chica para "La boda perfecta" que tanto planeaba.
— ¿Dices que no puedes con un simple cambio como este?— le preguntó para provocarle, sabiendo que la chica detestaba que subestimaran su capacidad de planificación.
— ¡Claro que no!— reclamó la chica, sintiéndose dispuesta a aceptar cualquier reto que le pusieran —Seré la mejor madrina y organizadora de bodas de todo Japón— sentención.
—Y sólo por si te molesta, siempre podemos posponer la boda, hasta después de que el bebé nazca— propuso Len de la nada, aprovechando para compartir aquel pensamiento.
— ¿Posponerla?— preguntó Rin algo alarmada, como si eso fuera sinónimo de cancelación, pero antes de que pudiera contradecir a lo que su hermano decía de alguna manera, Miki los interrumpió.
—Lo siento, pero eso no será posible— admitió apenada mientras colocaba las manos en su espalda —El Maestro ha programado la boda de una vez, para que fuera en la próxima semana— explicó con rapidez y sin dudar, tal y como era su estilo.
— ¡La próxima semana!— exclamaron los gemelos al unisonó.
—No se preocupen, lo tengo todo preparado, y es por eso que esperaba a que ustedes comenzaran a probar sus trajes el día de hoy, para tenerlos listos.
Los dos permanecieron callados, como si aquello fuera una fuerte apuñalada en la espalda por parte del Maestro. Aunque más que nada, sería la presión a la que estarían expuestos.
Rin por su parte, comenzaba a sentir nervios desde la parte baja de su vientre, subiendo por su columna vertebral, y llegando a hacer temblar todo su cuerpo. No se imaginaba todo el odio que podría haber en su boda, siendo que serían el centro de atención, al menos como lo estaba planeando Miki. Esperaría de todo, desde una recepción terrible, en donde no fuera casi ninguna persona, hasta una situación realmente peligrosa, es decir, realmente peligrosa, desde un arma de fuego disparándose desde entre el público, hasta un explosivo, aunque más que temer por su propia vida, temía por la seguridad de su propia familia.
Y Len tenía básicamente el mismo problema, pero incluía el temor tan constante al compromiso. No solo el odio que toda la gente le tendría, sino también de toda la molestia que atraería a la gente que los desaprobara, incluidos sus padres. Aunque también admitía que temía en si al el hecho de no hacer un buen trabajo como esposo y como padre, y consecuentemente, permitir que algo le ocurriera a su familia.
Tal vez se mostraban emocionados en el pasado, emocionados por casarse y tener una boda, o al menos esa era la apariencia que daban al momento de elegir padrinos de boda, y probarse vestidos de novia. En realidad, aún no habían pensado para nada en una boda a corto plazo.
Unas horas después de eso, parte de la alegría del día se había acabado, y ahora Rin se encontraba en una de las salas de descanso de la casa, sentada con los pies sobre el sofá, abrazando sus piernas.
Subiendo las escaleras, se encontraba Len, quien había preparado un té de asar a su hermana, esperando a que se tranquilizara un poco después de haberse vuelto a poner nerviosa. Ella aún usaba el vestido de novia, como él usaba su smoking gris.
—Rinny, te preparé algo— dijo con tranquilidad mientras entraba por la puerta de aquella sala, de tan solo unos metros de lado por lado, pintada de verde, con unos cuantos muebles de piel sintética negra, y una mesa de cristal al centro.
—Muchas gracias— contestó ella mientras tomaba la pequeña taza de cerámica rudimentaria, un supuesto suvenir de sus viajes al resto de Asia. Bebió un poco, sin darle mucha importancia al calor, pues no se sentía con deseos de reprochar en esos momentos.
Conforme tragaba con lentitud, se hacía evidente la carencia de deseo de compartir el asunto que ella traía en mente, y de las posibles consecuencias que una boda tan temprana tendría.
— ¿Quieres hablar de algo?— preguntó el chico mientras que veía a su hermana volver a encogerse en su asiento, pero ella sólo negó con la cabeza, sintiéndose privada de aquello que pasaba a su alrededor.
Pasaron los minutos mientras que los dos continuaban en silencio. Un silencio que representaría estabilidad, que se supone serviría que hacer creer a cualquiera que entre ellos dos, todo estaba bien.
No obstante, Len se había prometido a si mismo darle el mejor día de su vida a su querida gemela, por lo que se propondría este objetivo hasta el final, y sabía que sólo una cosa podría hacer por eso.
—Rin, ¿Quieres un masaje en los pies?— preguntó de la nada, volteando a verla de manera repentina, tanto como ella al escucharle llamar su nombre. Se sintió ligeramente incomoda en la posición en la que estaba, sin contar en que sus pies dolían por haberse tenido que mantener de puntitas durante la mayor parte del tiempo en el que se probaba los vestidos, por lo que supuso que sería buena idea un tranquilizador masaje en los pies.
—De acuerdo— volvió a responder con una voz casi inaudible, para después estirar las piernas, y dejar sus piernas levantadas, cerca de la mesa de cristal.
Len se acercó a ella y se hincó entre sus piernas, y con mucha delicadeza, tomo su pie derecho por el talón, para después hacer lo mismo con el izquierdo. Lentamente comenzó a colocar sus dedos pulgares sobre las plantas de los pies, sintiéndolos tan suaves como siempre, a la vez que provocaba ciertos escalofríos en todo el sensible cuerpo de la chica, sabiendo que estaba reprimiendo ciertas risas por aquel toque.
Comenzó a ocuparse de ambos pies a la vez, moviendo sus dedos en círculo, presionándolos con algo de fuerza por donde los músculos se mostraban más tensos, en especial por el arco del pie.
Tomando un solo pie con ambas manos, se ocupó de masajear no solo la planta, sino también entre los dedos, el talón y el tobillo. Continuó haciendo esto con el otro pie, observando cómo su gemela se relajaba cada vez más y más, comenzando a inducirla en el sueño.
Y entonces aprovechó que ella misma se había distraído para besar la punta de su dedo gordo, sin que ella se diera cuenta, continuó besando por debajo de este, cerrando los ojos mientras continuaba su camino por el arco y por el talón, hasta llegar al tobillo.
— ¿Qué… que haces?— preguntó Rin ligeramente nerviosa mientras le veía besar su tobillo izquierdo.
—Decidí masajear de otra manera— dijo mientras movía el pie por detrás de su oído, colocándolo sobre su hombro mientras comenzaba su camino de besos ligeros por la extensión de la pierna.
— ¡Con cuidado!— exclamó mientras levantaba su otra pierna a la altura de su cabeza, siendo aprovechado esto por el chico para comenzar a lamer por encima de la rodilla, hasta llegar a la parte interna del muslo.
—Tranquila— dijo Len mientras continuaba pasando su lengua por sobre la piel, dejándola después rojiza por las succiones que hacía con sus labios —Te dije que te iba a dar el mejor día de tu vida, y eso es lo que haré— y luego de eso, se acercó a ella por en medio para comenzar a besarle en los labios.
Rin reaccionó al instante, colocando sus manos alrededor de su cuello y juntándolo a sí misma, lamiendo sus labios para permitir que sus leguas se tocaran con delicadeza. Len retiró sus manos de sus piernas, y decidió abrazarla por el torso, abrazándola contra sí mismo, sintiendo como sus piernas se abrazaban alrededor de su cadera.
Sabía que el solo toque de las lenguas le haría entrar en calor para empezar con lo mejor en tan solo unos instantes.
Comenzó a besarla por sus mejillas, para después pasar por debajo de su mandíbula, comenzando a deshacer el nudo que tenía en la espalda para sujetar el vestido a sus pechos.
— ¡Len!— dio ella un pequeño gritillo al sentir su pecho descubierto por completo.
— ¿Te quitaste el sostén?— preguntó Len un poco pícaro mientras miraba al par de dulces montes de su gemela, coronados con esa ligera punta rosada.
—Es un vestido de espalda libre, tenía que quitármelo— justificó mientras que sentía a su hermano colocando su cara entre ambos pechos, moviendo la mano derecha de su espalda y colocándola sobre su pecho izquierdo, para comenzar a besarlo y masajearlo.
Rin comenzaba a sentir el calor acumulándose en su cuerpo, sumamente cómoda en la posición en la que se encontraba, comenzó a quitar el chaleco que su hermano tenía encima, metiendo sus manos por debajo del cuerpo de este.
Tras besar un poco más su pecho, continuó por debajo, llegando a su vientre, bajando un poco más su vestido para dejarlo en su cadera. Mientras que Rin cerraba los ojos al sentir tocar con sus labios tan cerca de su intimidad, Len comenzó a pasar su mano por sobre su pierna, frotando con intensidad para llegar hasta el final de esta, entre ambas.
—Len…— susurró con quietud la chica mientras su hermano regresaba a besar sus labios, esta vez colocándose sobre ella y comenzando a frotar con sus dedos por sobre la ropa interior blanca que llevaba por debajo del vestido —Este vestido… se va a volver a vender… no creo que debamos mancharlo… con nada— dijo entre jadeos, sintiéndose avergonzada por estar en completa merced del rubio.
—Vamos— dijo Len acercándosele al oído — ¿Que le pasó a la Rinny tan atrevida y extrovertida que tanto recuerdo?— preguntó con cariño, sin darse cuenta de que sus palabras se resentirían por dentro de su gemela.
—Creo que estoy cansada— contestó ella mientras que hacía su cabeza hacia atrás y la dejaba recargada contra el sillón —Ahora siempre estoy cansada— dijo sintiendo lástima de sí misma, como si se convirtiera en el despojo de su vida infantil.
Len la miró con algo de tristeza, sabiendo que aquello la hacía sentir verdaderamente culpable, y no podía dejar de culpar a las hormonas del embarazo que tantas bajas le habían jugado.
—No te preocupes… yo te llevaré cargada de ser necesario hasta que hayas descansado por completo, y luego volveremos a caminar juntos— fue todo en lo que pensó a decir mientras colocaba sus manos detrás de su cabeza para regresarla frente a él y poder permitir que sus frentes se tocaran.
—Sabes que eres más que mi sirviente— respondió ella sonriendo por aquel tan gesto de tanta afinidad.
—No lo hago como tu sirviente, lo haré como tu esposo— y después de aquello, volvió a juntar sus labios con los de ella, sintiendo de nuevo su calidez que tanto adoraba. Y volviendo a abrazarse, los dos pudieron entrar de nuevo en el cariño que necesitaban para intimar una vez más.
Tan solo unos minutos después de continuar besándose, Len comenzó a quitarse la camisa, permitiendo que Rin le ayudara, para después volver a abrazarse lo dos, sintiendo como sus pieles desnudas se ponían en contacto, su sudor combinándose uno con el otro. El solo aroma que se despedía de sus cuerpos calentádnosle de manera progresiva, y el sentir sus pezones chocando contra los de el al presionar sus cuerpos, fueron lo suficiente para provocar que Rin descendiera de nuevo al círculo de la lujuria.
Tan solo unos minutos después, Len movía su cadera de adelante hacia atrás, manteniendo un ritmo aparentemente constante, pero distinguiblemente en aumento. Penetrando con fuerza en su intimidad, introduciéndose hasta lo más profundo de su ser, llegando hasta aquel punto en el cual arrojó su propio gen humano hacía ya un par de meses atrás, lo que vulgarmente alguien llamaría o llamó, "La puerta del cuarto del bebé".
No les costó mucho tiempo terminar uno sobre el otro, respirando con más fuerza, tal solo después de que los dos hubieran alcanzado el orgasmo, sosteniéndose, y besándose mutuamente, mientras sentían sus partes aún seguían secretando fluidos.
—Te amo, Rin— dijo Len en un susurro.
—Y yo a ti— contestó la chica mientras trataba de volver a unir sus labios, tratando de no caer dormida.
No alcanzaron a ponerse de nuevo las ropas en sus lugares, para cuando la puerta de pronto fue golpeada con los dedos desde el otro lado, provocando que ambos se alertaran.
—Len, Rin— se escuchó la voz de Meiko — ¿Están vestidos?— preguntó para asegurarse de que habían sido erradas sus conclusiones a las cuales había llegado tras escuchar los ruidos provenientes de aquella habitación, pero al recibir la ley del hielo por parte de los gemelos, simplemente imperó —Vístanse—
Tan pronto como escucharon la voz severa de la castaña, ambos se levantaron con rapidez, Len colocándose la camisa y levantando sus pantalones, mientras que Rin levantaba sus bragas y se las colocaba de vuelta, para después pedirle a Len que ajustara el vestido, y volviera a atar la parte de atrás.
Tan pronto como esto fue hecho, y como si del otro lado, se supiera lo que hacían dentro, la puerta se abrió, dejando ver Meiko, quien era la que había empujado la misma, pero dejando ver a un par de personas más, un hombre y una mujer, vestidos con trajes y gabardinas negras.
—Len y Rin Kagamine— dijo el sujeto, sin siquiera esperar a que ambos se colocaran de pie.
—Ambos quedan arrestados por falsificación de datos federales, por alteración de la mora, y por cargos de cometer incesto— dijo con simpleza la mujer mientras que tomaba las manos de Rin por su espalda y colocaba un par de esposas.
— ¡¿Qué?!— preguntó enojada la rubia mientras movía las manos con fuerza, pero no suficiente para zafarse del agarre.
—Mejor coopera, Rin, no querrás más problemas— le recomendó Meiko mientras que el resto de los habitantes de la casa se reunían para observar la detención.
—No pueden hacer esto… no existe ley que nos condene, somos mayores de edad— reclamó Len mientras que a él también lo esposaban, pero sin que este hiciera algún esfuerzo en zafar el agarre.
—Tiene derecho a guardar silencio, y todo lo que diga será usado en su contra— dijo severamente el agente mientras colocaba su mano en la espalda de Len y lo forzaba a caminar.
Y así, con una detención de carácter tan dudoso y abusivo, ambos fueron sacados a la fuerza de su hogar, para ser llevados hasta una patrulla común y corriente, al lado de un par más de estas, con oficiales de policía normales esperando a la entrada de su casa. Ante más de un grito por reclamar justicia real, Miku intentó intervenir con uno de sus puerros, pedo fue inmovilizada al instante por Luka y por Meiko.
De igual manera, Gakupo y Kaito se asegurarían de que no fueran maltratados, y los seguirían para que se aseguraran que no fueran puestos en celdas peligrosas, o que cuando menos fueran dejados en la misma celda mientras esperaban a ser procesados por cualquier de los "delitos" por los que se les acusaba. Aunque lo cierto fue que ninguno de los otros vocaloids se atrevió a garantizar la inocencia de sus amigos, pues los oficiales llegaron a decir fuertemente, después de que Miki intentase exigir su liberación bajo la amenaza de una demanda, que el incesto era ahora ilegal.
Aquello era ridículo, en más de un sentido, y no obstante, ni Len, ni Rin, podrían hacer nada en contra de aquello.
Solo quedaba esperar.
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