28. Planes

Este capítulo nos coloca más a la lejanía de los eventos ocurridos en el anterior. Escrito inicialmente a manera de cierre del asunto del embarazo y a manera de apertura del periodo relacionado con la crianza del hijo concebido de manera incestuosa. Dicho esto, parece que no quedará ninguna duda al momento de la lectura y de la ubicación en el tiempo de los sucesos a continuación relatados

Rin y Len habían estado despiertos literalmente todo el día, simplemente no habían podido cerrar los ojos frente a la contemplación de su pequeño bebé. Pero aquello no les agotaba, la falta de sueño mientras observaban al pequeño del otro lado del cristal, realmente los hacía sentir más vivos y animados que nunca antes en sus vidas, a excepción de los momentos en los que inevitablemente tenían que separarse, para que este fuera cuidado por las enfermeras y se le aplicaran sus correctas medicinas.

Disfrutaban estar juntos casi todo el tiempo, y a las enfermeras que atendían en el ala de maternidad les parecía curioso que estuvieran tan juntos, y sobretodo, que Len fuera tan atento como la misma madre , y era para muchas de ellas un placer verlo encariñado con su pequeño, sujetándolo con ambas manos y hablándole con voz melodiosa y suave.

Y cuando el pequeño estaba despierto, no hacían los dos más que limitarse a verlo, atender sus necesidades, alimentarlo con leche materna, calmarlo si de alguna manera comenzaba a llorar, y tras un par de días, la doctora Yuna les indicó que las observaciones habían terminado, y que podían llevárselo, aunque el tiempo de retraso que les tomó fue más a causa de que Rin tuviera que curarse por completo, ya que no podía pasar más de un par de minutos parada o caminando antes de sentirse sumamente agotada, además de que necesitó de un par de transfusiones de sangre.

El día en el que se fueron, Salta, de una manera un tanto silenciosa, pasó a recogerlos, sin despedirse ni dirigir palabra alguna a la doctora Yuna, y más tarde, portandose completamente frio con ellos, como un conductor de limusina cualquiera, hasta el punto en el que no pronunció más palabras de las necesarias cuando estacionó el auto en la entrada y se les adelantó a la familia en carrera a la puerta de la casa, entrando sin siquiera saludar.

Para cuando finalmente llegaron a la casa, a la gran mansión que habían compartido con el resto de las personas, lo hicieron caminando, Rin sosteniendo al bebé en sus brazos mientras que Len la seguía de manera cercana, sosteniéndola de la cintura con una mano y acariciando la cabeza del pequeño con la otra.

—¡Len! ¡Rin!— Saludó alegremente Miki, acercándose a grandes pasos a ellos, a la vez que Piko caminaba tras de ella, habiéndolos esperado durante más de tres minutos con treintaiocho segundos por sobre el tiempo estimado —Me alegra tanto que volvieran, todos los esperábamos a ustedes y al pequeñín— inmediatamente, todos los que estaban en las cercanías, es decir, en la cocina y en los pisos superiores, comenzaron a bajar, hasta el punto en el que parecía que todos esperaban el retorno de los gemelos, para finalmente poder ver al bebé tan esperado.

—¿Dónde está?— preguntó Miku corriendo de la cocina, aún con su delantal y con unos gruesos guantes de cocina —¿En donde está mi ahijado?— preguntó ella mientras que se adelantaba en frente de todos, hasta alcanzar a Rin y desear tomar al bebé en sus manos.

—Finalmente lo trajeron, pensamos que se quedarían a vivir en el hospital— expresó Kaito con un poco de verdadera sorpresa de poder ver realmente al pequeño Kagamine en los brazos de sus padres.

—Es muy pequeño— se asombró de nuevo Piko, pese a que lo había visto en el pasado, cada vez encontraba algo más que lo lograba intrigar o asombrar de aquel pequeño ser humano que dormía tranquilamente en los brazos de sus padres.

—Bueno, me alegra ver que al fin lo hayan traído— dijo Meiko en cuanto lograba acercarse al círculo, sin haber podido integrarse a la conversación con anterioridad —Es un pequeñín bastante lindo— aprovechó para alcanzarlo y acariciar su mejilla, sin siquiera permitir que Rin diera un paso para atrás o que lo cuidara, pues al instante el bebé despertó de su sueño y comenzó a llorar de manera instintiva.

—¡Mira lo que has hecho!— le gritó Miki a la castaña —¡No puedes ser tan brusca con un bebé, su piel es como de papel!— le siguió regañando mientras que intentaba ver si al pequeño no le había pasado nada malo, escuchando como gritaba y lloriqueaba mientras sus padres trataban de salir del circulo de gente formado a sus alrededores para poder arrullarlo y calmarlo, no dando tiempo de que Meiko se disculpase de una manera un tanto arrogante.

—No es tanto su culpa— Len intentó aminorar la discusión que podría surgir —De hecho, siempre que despierta se pone a llorar un poco— explicó con la mayor tranquilidad posible, pero sin poder hacer que su hijo se tranquilizara por ninguno de los métodos que antes había usado.

—No creo que se tranquilice tan fácilmente— opinó Miku acercándose al bebé por detrás del sofá.

—De seguro recordó que Meiko quería que fuera abortado cuando estaba en el vientre de Rin— Kaito dejó salir ese comentario, recibiendo al instante un puntapié en la entrepierna por parte de la castaña, quien reaccionaba ciertamente ofendida por aquel penoso recordatorio.

—Es cierto, necesita algo de energía positiva, y nadie mejor que su futura madrina para darselo— entonces Miku acercó sus manos a los brazos de Rin, pidiendo que le pasara al bebé. Rin lo miró dubitativa durante unos instantes, pero tras consultar con una mirada a Len, y aún con desconfianza durante todo el proceso, levantó a su hijo con cuidado y se lo pasó a la Hatsune mientras que esta se sentaba a su lado.

—Mucho cuidado— Le recordó Rin con un tono amenazante mientras que seguía sosteniendo al pequeño Vigo de la cabeza y del torso, aun cuando Miku ya había formado una cuna con sus brazos.

—Es más ligero de lo que parece— advirtió Miki, recodando la vez en la que ella lo había cargado.

—Tranquilos, mi madre siempre me dijo que yo sería buena criando niños— aseguró la peli verde, en una repentina acción imprevista, levantó al bebé de por debajo de sus bracitos y lo mantuvo elevado por sobre si misma, estirando un poco sus brazos mientras este seguía llorando, provocando que Rin se alertara al máximo colocando sus manos de la mejor manera posible por debajo del pequeño, pasa así evitar cualquier clase de percance o daño en caso de que se resbalara o se soltara de las manos de Miku.

—Muki, mejor regrésanos a nuestro Hijo— se apresuró Len a decir como si se tratara de una especie de secuestro, levantándose e intentando tomar a su bebé, de manera similar a como lo hacía Rin, peso Miku solamente lo movió un poco más en el aire, viendo que de pronto se empezaba a calmar.

—Tonterías, recuerden que yo seré como su segunda madre, deberían de confiar más en mi— dijo mientras que Vigo dejaba de lloriquear, adquiriendo una expresión rara, pero poco conocida por sus padres —Lo ven— alegó la peli verde, como si sus acciones se hubieran justificado para obtener la tranquilidad del pequeño, pero no alcanzó a regodearse en su triunfo, pues al instante, el bebé vomitó, una sustancia babosa y apestosa de color blanquecino, cayendo encima del cuello, pecho y delantal de la Hatsune.

—Felicidades… recibiste un bautismo con su primer vómito— anunció Piko de una manera demasiado genuina para la asqueada Miku, quien comenzando a cambiar su expresión a un completo desagrado, le fue retirado el pequeño Vigo de sus manos por su madre, quien le limpió la boquita con un paño húmedo que traía siempre listo para casos similares.

—¡Dios! ¡Pero que asco!— gritó la peli verde mientras se levantaba y avanzaba a paso rápido a la cocina, seguida de su novio, quien quería trataría de ayudarla en lo que pudiera.

—Los bebés son desagradables, que esperabas— opinó Meiko mientras se levantaba y se giraba, volviendo a encaminarse a su cuarto.

—Bien hecho…— le dijo Rin a su bebé mientras lo abrazaba, siendo recibido su cariño por una pequeña risa de este, tan característica de los recién nacidos que apenas podían expresar un poco de alegría, en este caso, de ver a los dos seres más cercanos a él, alegres.

Pese al escándalo que se armó aquella tarde, el recién nacido demostraba ser sumamente pacifico, a excepción del momento en el que tuvieron que bañarlo por primera vez ellos mismos, viendo como se asustaba al sentirse dentro del agua y comenzar a llorar, pero relajándolo después de unos segundos y limpiando su cuerpecito con jabón neutro.

Por lo demás, no recibieron las temidas noches de desvelo al cuidado del niño, ni tuvieron que escuchar casi ningún lloriqueo que les cortara el sueño. Las noches se volvieron una realidad bastante más tranquila que el horror que esperaban tener que soportar, o al menos lo tendrían que haber sido sin el bebé despertándolos cada cinco minutos, fue más bien el instinto lo que los hizo despertar.

Tan solo la primera noche desde su llegada, despertaron a los treinta minutos, los dos casi al mismo tiempo, temiendo que el bebé hubiera dejado de respirar. Habían puesto una ligera cortina blanca alrededor de la cuna, que lo protegería de posibles mosquitos o de algún otro bicho raro, y que supuestamente, también evitaría que el ruido exterior lo molestara, pero permitiría que ellos escucharan cualquier sonido que él hiciera. Retiraron rápidamente la cortina y lo vieron respirando tranquilamente, tan solo con su pañal pequeño especial para recién nacidos y con una sabana de seda sobre su piel, no querían que tuviera calor mientras durmiera, pero tampoco que se enfriara bastante. E incluso con todo ese detalle puesto sobre el asunto, seguían atemorizados de no poder predecir lo que sentía en su piel.

No pudieron volver a cerrar sus ojos hasta que se acercaba el amanecer, teniendo que calmar a su pequeño tan solo una vez, antes de tratar de dormir en una silla mecedora, Rin sentada sobre las piernas de Len, pero conversando débilmente acerca del cuarto, del bebé, y de la situación en ese cuarto.

No habían querido entrar en detalles, pero era casi seguro que tratarían de volver a tener relaciones pasado el mes desde el nacimiento, y no querrían, en ninguno de los posibles casos, molestar o siquiera dejar que su hijo los escuchara. Más bien, mencionaron con mucha aproximación, el tema de mudarse a otra casa, pero para eso, tendrían primero que dimitir de sus trabajos en el proyecto Vocaloid, lo que les podría costar casi todo lo que tenían hasta ese momento, y eventualmente, el soporte económico para su familia.

—Tengo bastante dinero invertido, no he hecho lo que los demás, que van tirándolo en cerveza, helados, y aparatos tecnológicos que no necesitan yo si pienso en nuestro futuro— mencionó Len en la mitad de la conversación, recordando el mucho esfuerzo que le había costado lograr que el Maestro invirtiera por él su dinero.

—Tendríamos que usar ese dinero como respaldo, y conseguir trabajos que nos permitieran sustentar a Vigo y a… cualquier otra cosa que ocurriera, pero para eso tendríamos que encontrar trabajos, y para eso, deberíamos de especializarnos en algo, seguir estudiando en todo caso— agregó Rin mientras trataba de sonar lo más seria posible, sin querer salirse del tema, y a la vez comportándose realista a más no poder.

—Bien… creo que será un poco difícil ahora— respondió Len restando importancia al asunto. Ya había ocurrido antes, ya se habían decidido por un campo de estudios, pero conforme el tiempo del nacimiento se acercaba, se dieron cuenta de lo complicado que sería mantener un cuidado activo para el bebé a la vez que intentaban estudiar, por lo cual, Len decidió postergar cualquier discusión posible, dejarlo en espera al momento en el que pudieran tener más estabilización, y el primer día fuera del hospital, con su insomnio, no era el mejor de los momentos para decidir.

Afortunadamente, no les costó mucho trabajo acostumbrarse al silencioso dormir de Vigo, y en un mes lograban volver a descansar cuando podían hacerlo, sin temer a que dejara de respirar sin plena advertencia. Gracias a una cierta tecnología en la base de la cuna, podía monitorearse la respiración continua del bebé, y un sistema de alarma les alertaría en caso de cualquier anomalía.

Mejor para los compañeros de cuarto, la mayoría habría reaccionado de manera muy negativa a la negación de sueño por culpa del lamento de un infante. A diferencia del resto del tiempo, cuando los menos tolerantes de los habitantes no soportarían estar cerca del bebé.

Desde el primer día completo tras haber llegado, las cosas fueron normales. Todos tuvieron que trabajar en el estudio de grabación, a excepción de Len y Rin, quienes no solo se demoraron en salir de su cuarto mucho más de lo normal, y no bajaron sino hasta que había pasado la hora del desayuno.

Simplemente se habían sentado en el sofá de la casa, recargándose mientras hablaban animadamente con Gumi y Lily, quienes no dejaban de admirarse por el pequeño. A Gumi le parecía sumamente adorable la forma en la que movía sus brazos, y Lily por su parte, pese a lo fría que había querido parecer al inicio, no pudo evitar dejar salir un pequeño chillido en forma de expresar lo adorable que le parecían los ojos azules del menor.

—Míralo, es como si se estuviera acostumbrando a mover sus bracitos… y las piernitas— dijo Gumi mientras se acercaba y comenzaba a ayudarlo a mover sus extremidades, sentada al lado izquierdo de Rin, mientras que Len estaba sentado a su lado derecho.

—Y su cabello, es tan delgado y suave— ahora expresó Lily, con una voz que suavizada de manera un tanto inconsciente, acariciándole la cabeza al bebé y pasando sus dedos por el delgado y débil cabello que tanto le había asombrado.

—Nunca pensé que vería a ninguna de ustedes dos de esta manera con un niño— opinó Rin como realmente sorprendida, hasta el punto en el que comenzaba a sentir un poco de fascinación por que su bebé tuviera ese efecto en otras chicas.

—Ustedes deberían de tener uno— propuso Len con poca intención de hacer sentir incomodidad a sus amigas, sin darse cuenta del tremendo sonrojo que les provocaría a las dos —Claro… cuando encuentren un hombre… ya sabes… porque ustedes dos no puede…— pero fue silenciado con un pisotón de su hermana.

—Bueno… claro que, tendremos que pensar en eso… aunque su hijo hace que me den ganas de tener uno propio— pronunció Gumi con algo de dificultad mientras que se intentaba de deshacer del sonrojo intenso de la cara entera.

—Podríamos adoptar— dijo ahora Lily sin detenerse por tartamudeos, pero igualmente sonrojada que su pareja, rascando un poco su nuca.

—…De hecho… me gustaría tener la experiencia completa— replicó Gumi con un susurro, haciendo entender a su novia lo que significaba esa experiencia completa. Pero antes de que le pudiera replicar, o de que se pudieran poner a discutir acerca de todo lo que esto implicaría, el pequeño Vigo comenzó a lloriquear de la nada.

—¡Oh, debe de tener hambre!— se asustó Len al instante, haciendo que su hermana lo levantara con rapidez y se lo pasara a las manos, mientras que Rin comenzaba a desabotonar su camisa y a bajarla de uno de los lados, muy para la incomodidad de sus compañeras, comenzaba a sacar uno de sus pechos, presionándolo un poco y sintiendo como su leche materna estaba a punto de salir.

El bebé comenzó a llorar mucho más fuerte, provocando que las dos compañeras se taparan los oídos, provocando también que las personas que estaban en la cocina salieran.

—¡Por Dios santo, callen a ese maldito bebé!— Gritó Luka mientras salía de la puerta de la cocina, seguida por Gakupo muy de cerca —¿No pueden bajarle el volumen?— preguntó para después ver con asco y horror como veía a Rin con la mitad de la camisa abajo.

—Ya voy, tengo que hacer que comience a mamar— comenzó a poner a su bebé frente a su pecho, y lo hizo comenzar a chupar de manera suave desde el área que se encontraba alrededor del pezón mientras se sostenía de este.

—Listo, así es como se alimenta un bebé— susurró Len a todos como para no querer molestar a su hijo. Pero Luka no parecía comprender que se requería calma en ese lugar.

—Rin… por favor…— comenzó la peli rosada con voz lenta y con ira cargada —¡Vete a hacer tus porquerías a otro lugar!— soltó el grito fuertemente, pero sin hacer que se inmutaran ni la madre ni el niño —Esta es una casa decente… no para que te andes desnudando por donde quieras y hagas… ¡eso!— comenzó a regañar con más y más fuerza.

—Claro, un lugar decente, por eso mismo Kaito se la pasaba desnudo solo con su bufanda caminando por los pasillos— expresó Len con incredulidad —Luka, no pienso iniciar contigo la discusión de porque amamantar no es algo que debería de ser censurado o prohibido, o de porque tu opinión con respecto al asunto nos importa tan solo un carajo, así que solamente, te pediré que cierres la boca, si nadie pide tu opinión— y tras decir esto, y pese a que la ofensa parecía haber ido más hacia Gakupo, por la forma en la que este había reaccionado, Luka solamente soltó un lamento de ira y se fue en la misma dirección por la que había llegado, seguida por Gakupo.

—Bien hecho, Len, parece ser que somos todo un equipo— le dijo Rin con sinceridad mientras que sonreía y recargaba su cabeza contra el hombro de su esposo, reafirmando su agarre sobre su bebé contra su pecho y siendo abrazada por la cintura por su gemelo.

Y aquella fue tan solo la primera tarde. Unos días después, ya se habían acostumbrado a darle de comer al bebé, es decir, específicamente amamantarlo solamente cuando estuvieran solos, descubrieron que así el pequeño podía comer más.

De nuevo, dormir se volvía de lo más exigente, sin contar las veces en las que tenían que salir. Le pusieron un poco de ropa normal conforme fueron pasando los días, un short de color azul rey que se ajustaba sobre el pañal sin causarle molestias y una sudadera pequeña de manga corta con un gorrito y una agradable marca de color blanco con forma de una huella de perro, debido a que Len decía que era su cachorrito. Eligieron, para los tiempos de ese verano soleado, llevar siempre una sombrilla, y eventualmente, decidieron salir, siempre cargando al bebé en sus brazos protectores.

Les agradaba pensar que muy en el fondo, esas eran sus pequeñas aventuras, las primeras de su vida, como la primera ocasión en la que lograron hacer que pisara en suelo, o cuando vio por primera vez a su padre aterrado al ser perseguido por un ganso de gran tamaño.

Esperaban a que las cosas permanecieran de esa manera, al menos por un tiempo, pues la rutina de cuidar al bebé no les había cansado ya llevando tres meses seguidos con esta, pero era un problema llevar tanto tiempo de esta manera, pues al día siguiente tendrían que comenzar a trabajar de nuevo.

Ya recostados los dos en la cama, se habían asegurado por enésima vez, de que su bebé estuviera respirando. Se abrazaron fuertemente, y por primera vez en mucho tiempo, se sintieron demasiado cansados siquiera para intentar complacer sus instintos sexuales al menor volumen posible.

—Parece raro pensar en como han cambiado las cosas— comentó Rin mientras que juntaba ambas manos en el pecho de su gemelo. Tomando un fuerte respiro mientras se cubría con una sabana ligera, sintiendo ya el calor del inicio del verano.

—Si, pero creo que ha sido para bien— opinó Len sabiendo que de hecho, su hermana no diferiría ni un poco en su misma opinión —No quiero hablar de más, sabiendo que hasta ahora no hemos visto ni una pequeña parte de lo que es ser padres— se sintió un poco mortificado, pensando en lo que seguiría, y cómo vendría siendo cuando el bebé comenzara a caminar, o a tener que comer otras cosas que no fueran simplemente leche materna. Y ese era solamente el comienzo.

El papá se removió sobre la cama, y abrazó un poco más a su esposa, tomándole de la mano.

—Todo es tan diferente, a se lunes azul en el que nos enteramos de que estaba embarazada— comentó Rin mientras respiraba hondo —Estaba tan asustada en ese instante… de verdad pensé que todo había acabado…—

—Y en lugar de eso, algo completamente diferente ha comenzado— completó Len la frase mientras que daba una rápida mirada a la cuna de su bebé, como si tratara de percibir si algo había cambiado —Créeme, que yo no puedo creer cómo tuve la valentía para haber tomado toda la responsabilidad… no puedo olvidar el miedo que tenía— siguió mencionando mientras se sentía temblar un poco, recordando la fuerte impresión que había tenido aquél día como en carne presente.

—Pero lo logramos, tenemos la familia que queríamos tanto— Rin suspiró como con cansancio al decir aquello —Ahora sólo queda hacer un buen trabajo— seguía simplemente diciendo aquello con ironía.

—Y pensar que casi todo se pudo haber terminado… si es que hubieras seguido el consejo de Meiko— Len sintió la necesidad de decirlo, sin temor a las represalias que pudiera tener esa sola frase, o la sensibilidad del tema, pero quería abordar otro punto, si es que salía con vida de ese.

—Sé que lo hizo con la mejor de todas las intenciones— dijo Rin con lentitud —Pero no lo habría hecho… así de simple— pegó un poco sus labios contra la camisa de dormir de su hermano —Sé que hay mujeres quienes lo hacen, y que para ellas no hay problema, que pueden superarlo, o simplemente no les importa… pero ahora, teniendo realmente fuera de mi, y viéndolo de verdad, puedo darme cuenta de que no hubiera sido lo mío, no al menos sabiendo que tu y yo lo concebimos con amor— y sintió entonces una inmensa alegría por haber dicho aquello de manera tan directa.

—Si, hicimos un buen trabajo ese día…— Len se gritó contra ella rápidamente y la abrazó con amor, cubriéndola con sus brazos y acariciando todo el espacio de su espalda que podía abarcar —Si crees que estuvo bien hecho de esa manera… quizá podríamos hacer otro— susurró en el oído de la rubia, dejándola por completo sonrojada.

—¿Quieres otro?— preguntó Rin con nerviosismo mientras que miraba a Len directamente a los ojos, sintiendo como el calor de su cara, pegando su pecho a él.

—Bueno… cuando dijiste eso de tener la familia que queríamos… recordé que yo siempre he querido tener tres hijos— dijo con tranquilidad y sin ninguna clase de pena, viendo que Rin se impresionaba más y más —Y una casa, de preferencia de dos pisos, en un lugar en donde haya muchos árboles— admitió con los ojos cerrados mientras que se imaginaba la hermosa visión que había tenido desde hace meses.

—Se nota que lo has planeado todo… y de alguna manera no me siento sorprendida…— entonces le dedicó una mirada completamente sincera, una mirada que demostraba una conexión como solo ellos dos podían hacerlo.

Así había terminado la primera parte de la aventura de los Kagamine, pues realmente, aquello tenía todo lo que ellos podían pedir de una aventura como las que habrían leído de niños. Una invitación que llegaba sin advertencia más que un simple papel, que los hacía ir a un territorio desconocido, a conocer gente nueva, y a hacer cosas de las cuales no tenían idea alguna, sin la promesa de que sus vidas volverían al mismo hábito de siempre, sino todo lo contrario, y que ellos dos como personas, cambiarían, crecerían, y seria todo diferente.

Todos pensaron que sería el final de la vida de los gemelos, pero al final, fue un inicio de algo nuevo y hermoso. El bebé no lloró en todo el resto de la noche, por suerte.