N-A: ¡Hola! 🎆¡LES DESEO UNA MUY FELIZ NAVIDAD A TODOS! 🎆 🎄 Espero que disfruten de este maratón de actualizaciones que estuve preparando para estas fiestas como regalo. Durarán hasta el 7 de enero y descuiden, todas las historias serán actualizadas. 😁

¡BUENA LECTURA!

Fin de N-A.

Disclaimer: El Anime/Manga de Sekirei, así como la franquicia de Harry Potter no me pertenecen, solo juego con sus personajes para mi entretenimiento y el de mis lectores.

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Capítulo 2: El Sekirei de la Tierra.

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Willow Potter se despertó con el canto de los pájaros y el sol entrando por la ventana de su habitación. Se estiró perezosamente y se levantó de la cama, dispuesta a comenzar un nuevo día en la ciudad de Shinto Teito. Tomó una relajante ducha y al terminar se puso un vestido verde claro, una chaqueta negra y unas botas marrones. Se recogió sus rojos cabellos en una coleta y se colocó los lentes de contacto que había comprado para no continuar usando gafas. Llevaba consigo su varita de acebo y la varita de Saúco escondidas debajo de las mangas de su chaqueta, guardadas en sus fundas para varitas de piel de dragón.

A su mente llegó el recuerdo de cuando trató de deshacerse de las Reliquias de la Muerte. Para su más grande sorpresa e irritación, la leyenda de los tres hermanos no fue solo eso, una simple leyenda. Realmente se había convertido en la Ama de la Muerte, para diversión y molestia de dicha deidad que se había introducido en su vida un par de meses después de que se deshizo de la Varita de Saúco y la Piedra de la Resurrección.

La Muerte, mientras la miraba con leve curiosidad le había dicho que era la primera persona en querer mantener las Reliquias lo más lejos posible de ella sin querer utilizar sus poderes, no obstante, eso no era posible, pues también era la primera persona en reunir las tres Reliquias al mismo tiempo y ahora debía conservarlas de por vida.

A regañadientes, Willow las aceptó de vuelta, y las mantuvo con ella, ya que no tenía sentido intentar deshacerse de las Reliquias otra vez, pues la Muerte le advirtió que éstas volverían a ella sin importar qué.

Luego de aquel encuentro Willow comenzó a notar durante sus entrenamientos de duelo mágico que su magia se iba volviendo más poderosa, también cuando se hacía alguna herida estas sanaban más rápido, incluso que las de los magos cuya magia los ayudaba a acelerar su curación a diferencia de los humanos normales, así mismo, podía detectar cuando había algún fantasma cerca, al igual que a los animales o criaturas mágicas que estuviesen vinculadas a la muerte como los cuervos y los Thestrals, a los que por accidente notó que podía controlar a cierto nivel.

Algo alterada, en su siguiente visita le preguntó sobre todo aquello a la deidad, quien solo se encogió de hombros y le dijo que se fuese acostumbrando, pues poco a poco dejaría de ser del todo mortal, a causa de su nueva posición como su Ama, desarrollando, a su vez, nuevas habilidades como las antes mencionadas y tendría que lidiar con el incremento de su poder mágico.

Había maldecido al director Dumbledore y a Voldemort por continuar jodiendo su vida después de muertos. Tras 8 meses de tratar con todo lo que estaba sucediendo con ella, al fin se resignó y continuó con su vida, ya no deseando torturar más su mente con todas las implicaciones que la Muerte le dio a entender en su breve charla, pues la idea de ir perdiendo su humanidad con los años la aterrorizaba de sobremanera.

Sacudiendo la cabeza, salió de esos oscuros pensamientos y guardó su Capa de Invisibilidad en uno de los bolsillos de su chaqueta, el cual tenía un hechizo de fondo extensible, pues nunca se sabía cuando podría necesitarla.

Con todo listo, satisfecha, la pelirroja bajó las escaleras y se encaminó al comedor, encontrándose con Yuki a mitad de camino.

-Buenos días, ama Willow -la saludó el viejo elfo, tan educado y formal como siempre.

-Buenos días, Yuki -le respondió Willow con una sonrisa-. ¿Qué hay de desayunar?

-Yuki ha preparado arroz, sopa de miso, pescado a la parrilla y té verde para la ama Willow -dijo el elfo con orgullo.

-Suena delicioso, Yuki. Gracias -dijo la joven bruja, siguiendo al elfo hasta el comedor, donde la esperaban Sora y Ren, los otros dos elfos, que eran más jóvenes y llevaban unos uniformes de color negro con el escudo de armas de la familia Black.

-Buenos días, ama Willow -dijeron al unísono, haciendo una reverencia.

-Buenos días, Sora, Ren -les devolvió el saludo la pelirroja, sentándose a la mesa.

-Sora y Ren han limpiado la mansión y han regado el jardín para la ama Willow -informó Sora, una elfina de pelo castaño y ojos marrones.

-Sí, y también han preparado el bolso de la ama Willow para su paseo por la ciudad -añadió Ren, un elfo de pelo rubio y ojos azules.

-Son maravillosos, Sora, Ren. Se los agradezco mucho -dijo la ojiesmeralda, tomando un sorbo de té.

-Es un placer servir a la ama Willow - dijeron los elfos, sonriendo.

La joven Potter-Black disfrutó de su desayuno, charlando con los elfos sobre sus planes para el día. Tenía pensado visitar algunos lugares de interés de la ciudad, como el parque Ueno, el templo Sensoji y el museo Edo-Tokyo.

Terminó de desayunar y se levantó de la mesa. Se despidió de los elfos y tomó su bolso, donde ellos le guardaron una cámara, su cartera, un mapa, un paquete con bocadillos y su teléfono celular. Salió de la mansión y se apareció en un callejón apartado, luego, discretamente se mezcló con la multitud de muggles, que ya andaban por las calles del centro de Shinto Teito.

Sus ojos verde esmeralda brillaban con interés al ver los productos que ofrecían las llamativas tiendas de la zona. Willow hizo a un lado uno de sus mechones rojos, pues le cubría la vista, y sin querer rozó su distintiva cicatriz en forma de rayo. Actualmente se notaba muy poco, siendo ya una irregular línea delgada bastante pálida. La pelirroja la odiaba, y por eso siempre la tapaba con un hechizo o con su flequillo.

-Quizás debería quitarme esta cosa de una vez -se dijo la joven ojiesmeralda-. Seguro que hay algún hechizo o poción que pueda hacerlo. O tal vez por medio de métodos muggles. Sería más fácil así.

La joven Potter-Black suspiró y siguió caminando, sin darse cuenta de que alguien la estaba observando desde lejos. Era un hombre alto y delgado, de cabello plateado desordenado y ojos grises, vestido de negro, razón por la cual resaltaba una bufanda naranja que se envolvía alrededor de su cuello y hombros. Tenía un aspecto serio y frío, y una espada colgada de su cintura. Este hombre era el Sekirei Número 05, Mutsu.

Él era uno de los 108 Sekirei, seres con poderes especiales que habían sido descubiertos por un científico loco llamado Hiroto Minaka, actual director ejecutivo y fundador de la poderosa corporación llamada MBI. Los Sekirei tenían la misión de encontrar a sus Ashikabi, personas con las que podían formar un vínculo especial al besarlas y, de esa forma, podían despertar el verdadero poder de los Sekirei. El MBI había iniciado el Plan Sekirei, un juego en el que los Sekirei y sus Ashikabi debían luchar entre sí hasta que solo quedara uno. El ganador obtendría un gran premio, y el resto sería eliminado.

Mutsu no había estado interesado en el Plan Sekirei, ni en encontrar a su Ashikabi. Él solo quería vivir en paz, y evitar los conflictos. Aún estaba muy marcado dentro de él su tiempo como parte del primer Escuadrón Disiplinario y las miles de vidas humanas que extinguió, a fin de proteger a sus hermanos y hermanas de los humanos codiciosos que buscaban capturarlos para sus propios horribles fines. Por eso, se había mantenido al margen de las batallas,, bagando por la ciudad solo, desde que fue liberado de MBI, hasta que hace unos minutos atrás su cuerpo empezó a reaccionar de una forma extraña. Sintió un tirón en su pecho, como si algo le llamara desde lejos. Su corazón se había acelerado y su respiración se agitó. El peliplata había detenido su andar y, seguidamente había procedido a colocar su mano sobre su pecho, confundido y alarmado. Fue una sensación extraña y desconocida, que le había hecho mirar a su alrededor. No había visto nada fuera de lo normal, solo lo mismo de siempre, personas ocupadas en sus propios asuntos y muchos autos circulando por las calles, a pesar de ser tan temprano. Pero el tirón siguió ahí, cada vez más fuerte y más insistente. Mutsu se había dado cuenta con un huelco en el estómago de que era su reacción, la que indicaba que su Ashikabi estaba cerca. Él se sorprendió y se asustó. No deseaba tener un Ashikabi, no ansiaba formar un vínculo con nadie y perder su libertad y su independencia. Quería escapar, pero el tirón lo atraía como un imán. Mutsu se resistió, pero fue inútil. El tirón lo había guiado hasta una bella mujer pelirroja que caminaba despreocupadamente a unos metros de él. Y así es como había terminado en su actual situación.

Solo al verla, él sentía que su corazón latía aún más rápido y que su cuerpo se calentaba. Era la primera vez que sentía algo así por alguien. Se dio cuenta de que esa chica era su Ashikabi, la persona destinada a ser su pareja.

Gimió para sus adentros. Él, que había renegado de su destino ignorando el deseo de buscar a su Ashikabi se la había encontrado simplemente así sin más.

Plasmó una leve mueca de disgusto al pensar que siempre sí estaría unido a un ser humano, aunque la mera idea le molestara. Por un lado quería alejarse sin mirar atrás, no obstante, el anhelo que iba creciendo en su pecho por acercarse a ella aumentaba a cada segundo. Mutsu se encontraba en un verdadero dilema. Los sentimientos de confusión, miedo y euforia se mezclaban dentro de él. Era la primera vez que experimentaba esas sensaciones, y no sabía cómo manejarlas. Pero una cosa estaba clara, debía tomar una decisión ahora o nunca.

Mientras Mutsu debatía consigo mismo qué hacer, Willow se dio cuenta de que alguien la estaba mirando. Se giró y vio a un hombre de cabello plateado y ojos grises, que la observaba con una expresión seria y calculadora. El hombre era sobrenaturalmente guapo. Emanaba un aura tranquila y, a su vez, peligrosa que le decía a todos que él no era alguien con quien meterse.

Al prestarle más atención, con asombro, la pelirroja se percató de que la presencia de dicho sujeto era similar, aunque más fuerte, que las presencias dispersas que había estado persibiendo por la ciudad.

Repentinamente el atractivo hombre puso una mirada decidida y comenzó a caminar en su dirección. En breves segundos él estaba frente a ella con su mirada fija en su persona. Willow no pudo evitar sonrojarse, ya que de cerca, el peliplata era mucho más atractivo y el hecho de que él la estuviese mirando con tanta atención no ayudaba. Se sentía como una estúpida adolescente. "¡Por más increíblemente atractivo que fuese el sujeto seguía siendo un extraño, por el amor de Merlin!"

Aplastó todas esas emociones y recuperó el control de sí misma. -Quién eres tú -le preguntó seria al tipo, el cual continuaba observándola sin cambiar su expresión.

-Yo soy... Mutsu. El Sekirei Número 05. -respondió el hombre, con una voz grave y profunda.

-¿Sekirei? -cuestionó confundida. "Serán seres mágicos similares a las veelas?" Reflexionó.

-Sí, Sekirei -le dijo-. Y tú eres mi Ashikabi.

Willow se quedó boquiabierta. No entendía lo que le acababa de decir. "¿Su Ashikabi? ¿Qué era eso?"

-Disculpa, ¿tu qué? -preguntó ella, confundida.

-Mi Ashikabi -repitió el peliplata-. Significa que eres mi pareja destinada.

-¿Eh? ¿te refieres a que yo soy tu alma gemela? -preguntó incrédula la ojiesmeralda.

-Podría decirse que sí -fue lo único que dijo, encogiéndose de hombros-. Me dirías tu nombre? -le preguntó el ojigrís.

-Me llamo Willow Potter-Black -respondió ella con cautela. La pelirroja presentía que aquella conversación no debía hacerse tan en público, donde cualquiera pudiera escucharlos. Así que decidió buscar un lugar más privado para hablar con Mutsu.

-Ven conmigo -le dijo, tomándolo de la mano.

-¿A dónde vamos? -cuestionó Mutsu, sorprendido por el repentino contacto. El Sekirei de la Tierra ya estaba haciendo un esfuerzo monumental para controlar su reacción hacia ella y no arrojar toda precaución al viento y besar a la hermosa pelirroja como tanto anhelaba y dicha acción de su parte no ayudaba a su estado.

-A un parque que conozco. Allí podremos hablar tranquilamente -respondió Willow, guiándolo por las calles.

Mutsu no opuso resistencia y la siguió, deleitándose con el suave tacto de su pequeña mano.

Afortunadamente el parque se encontraba vacío a esa hora de la mañana. Entraron en una zona arbolada, donde había un banco de madera, pero ninguno de los dos tomó asiento. ella se giró nuevamente quedando frente al estoico peliplata, liberando suavemente la mano de éste. Casi al instante ambos se quedaron extrañando el toque del otro, sin embargo, ninguno de los dos lo mostró exteriormente.

-¿Qué quieres de mí exactamente? -le preguntó sin rodeos Willow, ya imaginándose por donde iba la cosa, tras haber tratado con varios seres mágicos y el tema de las almas gemelas, pero buscando una respuesta clara de Mutsu.

-Formar el vínculo de Ashikabi y Sekirei.

-¿El vínculo?

-En efecto. Es lo que nos une, y nos hace más fuertes. Se forma con un beso.

-¿U... un beso? -inquirió nerviosa la hermosa pelirroja, sintiendo como miles de mariposas comenzaban a revolotear dentro de su estómago.

-Sí -le respondió éste, sin rodeos.

La joven bruja se sonrojó. No esperaba que el atractivo hombre fuese tan directo y que el vínculo se formara de tal forma, pese a ello, un beso no era nada si lo comparaba con tener relaciones sexuales como ocurría con otros tipos de rituales de Almas Gemelas. Tenía sus reservas ante la idea de besar a un extraño, pero a la vez, iba creciendo en ella una fuerte atracción hacia él. Además, tenía curiosidad por saber qué pasaría si lo hacía, y qué significaba ser su Ashikabi.

-Bien, hagámoslo -le dijo Willow, con todo el valor que pudo reunir tras decidirse al fin.

Mutsu se acercó más a ella y con delicadesa levantó suavemente su mentón y cortando la distancia entre ellos, unió sus labios en un suave beso que provocó en los dos un placentero escalofrío que les recorrió todo el cuerpo y los hizo gemir de deleite. En segundos el casto beso se volvió más intenso y profundo. La pelirroja rodeó con sus brazos el cuello del Sekirei atrayéndolo más contra ella y él rodeó su pequeña cintura con los suyos, mientras degustaba su dulce boca.

La joven bruja nunca se imaginó sentir algo como aquello con ningún hombre, era como si una fuerza irresistible la atrajera hacia él, como si fuera la pieza que le faltaba a su rompecabezas. Willow a duras penas notó la sobrenatural luz brillante que los envolvió a ambos, al igual que las majestuosas alas color bronce que brotaron de la espalda de Mutsu, las cuales los cubrieron totalmente. Estaba completamente perdida ante las maravillosas sensaciones que estaba experimentando por primera vez en su vida.

Las hermosas alas se disolvieron en brillantes motas de luz, creando una imagen encantadora y mágica en el lugar. Cuando se separaron un par de minutos después, ambos estaban sin aliento. Se miraron a los ojos con intensidad. Willow no entendía cómo era posible, pero sabía que Mutsu era suyo, y ella era suya. Y que nada ni nadie podría cambiar eso.

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Fin del Capítulo.