Todo estaba tranquilo. Muy, muy tranquilo...Qué extraño...Incluso con Cartman en la cabeza, haciendo que se pusiera furioso sólo con pensar en él, Kyle no pudo evitar darse cuenta de ello. Aun así, decidió enfocarse solamente en Cartman. Lamentaba pensar que, de haberlo tenido vigilado, nada de esto hubiera pasado...¡Debió haber supuesto que uno nunca podía fiarse de Cartman, ni aunque fuera un zorrón sin cerebro! Voló un poco bajo, a sabiendas de que así se estaba exponiendo, para ver si le encontraba.
Se detuvo de repente y descendió para avisar a Stan y a Kenny, los cuales andaban saltando sobre los tejados para buscar desde distintas localizaciones.
— ¡Lo he encontrado!—les gritó.
Estaba a las puertas del Hipopótamo de Menta. Un día más llevaba aquella falda corta de cuero que no dejaba ni un trozo de carne grasienta a la imaginación, y meneaba su culo para atraer a algún hombre. Fingía que iba a lo suyo.
Los tres aterrizaron frente a él. Cartman volvió la cabeza idiotizado, como una vaca asustada.
— Hola, Cartman—habló Kenny. Aunque su voz era normalmente suave y melódica, en ese momento parecía el gruñido de un tigre.
— ¡Hola, superhéroes! ¡Vosotros guapos! ¡Yo quiero vosotros!—exclamó Cartman, esbozando una sonrisa y abriendo los brazos.
— ¿Te alegras de vernos, Cartman? Nosotros también nos moríamos de ganas de verte...—Kyle dio unos pasos hacia él.
— ¡Kahl! ¡Yo quiero judío circuncidado!—Cartman se acercó para buscar la forma de desabrocharle los pantalones. Kyle le agarró del cuello, o más bien de la papada, ahogándolo.
— ¡So cabronazo, te atreves a fingir delante de nosotros después de habernos apuñalado por la espalda!
— ¿Ah? ¿Aaaah?—Cartman se comportaba como un auténtico idiota, confuso, sin seso, y eso irritó aún más a Kyle, Stan y Kenny.
— ¡Deja de fingir, gilipollas! ¡Sabemos que fuiste tú quien empezó todo esto!—le amenazó Stan, presionando uno de sus dedos en su pecho.
— ¡Y vas a pagar por ello!—Kyle le apretó el cuello, deseando de veras que se partiera...Lo habría conseguido de no haber sido tan gordo.
Todos ellos querían reducirlo a un pegote en el suelo, incluso se habrían peleado por ser el primero, pero entonces una voz habló a sus espaldas.
— Qué típico de vosotros, echarle la culpa automáticamente al bueno de Eric...
Sabían que Cartman era un ventrílocuo excelente, pero no podía haber truco en el lugar de donde provenía la voz: ¡realmente estaba detrás de ellos! Se dieron la vuelta y en ese instante fueron rociados con algo en la cara. A Stan le entró en la boca y a Kyle y a Kenny en los ojos.
Kenny fue el primero en identificar qué era por el olor, pero no pudo hacer nada, ya estaba en su torrente sanguíneo.
— ¡Qu...!—musitó Stan, tambaleándose.
Parecía como si de repente estuvieran perdiendo todas sus fuerzas, el mundo diera vueltas a su alrededor; no pudieron permanecer más tiempo en pie, pero tuvieron la oportunidad de ver por un instante aquella marioneta en la mano de Cartman...solo que no en la de Eric.
Abre los ojos. Abre los ojos. ¡Levántate!
Lo intentaron, pero no fueron capaces. Los músculos no les respondían. Los párpados les pesaban demasiado, tanto que no podían mantener los ojos abiertos más de dos segundos como mucho. Cada pequeño movimiento se les hacía tan duro que tan sólo pensar en intentarlo les agotaba. Sólo pudieron sentir cómo les arrastraban uno por uno dentro de un coche, sin poder ofrecer resistencia.
— Me habéis decepcionado, chicos. Pensaba que iríais a ver a Eric mucho antes. No pensé que os hubierais olvidado de él. Aunque, claro, teníais tanto en que pensar, ¿verdad?...No debe de ser fácil mantener una doble identidad...
Sólo podían oír lo que estaba ocurriendo. Aquella voz que les hablaba con delicadeza. Aquella voz que años atrás les había ofrecido galletas, había sido extremadamente atenta durante las fiestas de pijamas, observaba con deleite cómo iban creciendo a medida que pasaba el tiempo.
— Puede que os hayáis hecho hombres, pero me temo que seguís portándoos como unos niños egoístas—Liane cerró la puerta trasera, se sentó en el asiento del conductor y se puso el cinturón de seguridad—. Oh, no os preocupéis, no os he dado nada malo. ¿No lo reconoces, Stan? Es el Tegridad especial de Mardi Gras de tu padre, disuelto en agua. Una buena dosis y te olvidas de todos tus problemas y te deja tan relajado que no puedes hacer nada de nada...
En verdad se sentían como marionetas sin hilos, indefensos, sin energía, pero, a pesar de la niebla mental, seguían siendo conscientes de lo que estaba ocurriendo y pudieron atar cabos.
— Mami. Mami—Eric sonreía como un niño pequeño en el asiento del copiloto.
— No te preocupes, amorcito. Mamá no habría dejado que te hicieran daño, por supuesto—Liane le acarició la cara como siempre había hecho, y arrancó el coche, después de mirar a los tres jóvenes a los que sólo mantenía sentados el cinturón de seguridad.
¡Por mucho que lucharan, no podían ni mover un dedo...!
— Podríais haber dejado jugar a Eric...Ser un superhéroe era uno de sus sueños de toda la vida...Siempre se le estaban ocurriendo argumentos, y superhéroes y guiones. Los he leído y me parecen buenos. A la gente les habrían encantado. Y cuando ocurrió lo de la feria, cuando la descarga no os mató pero alteró vuestro ADN, por fin tuvo la oportunidad de convertirse en uno. En uno de verdad. Él hizo los uniformes que ahora lleváis puestos, os dio retos para que probarais vuestro valor. Yo estaba orgullosísima de él. Le entusiasmaba tanto todo esto...Compartió todos sus planes conmigo...Al contrario que vosotros y vuestras madres, nosotros no tenemos secretos el uno para el otro...Me encantaba verlo tan implicado, las tramas que se le ocurrían para meteros a todos y haceros mostrar todo vuestro potencial...¡Le daba tanta vida! ¡Era tan bonito de ver! ...¿Por qué teníais que dejarle fuera? ¿Es porque no tiene superpoderes de verdad? Hay muchos superhéroes que no tienen superpoderes. Batman no tiene y que yo sepa es uno muy bueno—Liane meneó la cabeza—. No quisiera pensar que es que no queréis que Eric vaya con vosotros...
Los miró a través del espejo retrovisor y Kyle, Kenny y Stan, los cuales nunca habían oído a la señora Cartman pronunciar una palabra más alta que la otra, se sobrecogieron al verla mirarlos con tanta frialdad.
— Aunque...Habéis demostrado no ser unos buenos amigos, eso está claro...Después de todo, sólo hay que ver lo que le habéis hecho...
Parecía que a Cartman le causaba dolor físico no tener las partes íntimas de alguien en las manos. Gruñía, removiéndose en su asiento, y Liane le acarició el pelo para reconfortarlo.
— Ya, ya, mi niño...Son tus amigos, ¿recuerdas? Kenny, Stan y Kyle. Tus amiguitos del colegio. Los que te llamaban gordo, bastardo, puta bola de grasa, ¿eh? Los que siempre te estaban decepcionando y no dejaban escapar la oportunidad de humillarte. ¿Recuerdas?—Liane volvió un poco la cabeza para hablar de nuevo a los chicos—. Está tardando mucho, pero creo que Eric está volviendo a su sano juicio. He probado de todo y creo que ya lo tengo. Estamos cerca. Sólo hace falta un pequeño empujón y se enfocará. Pronto se dará cuenta de lo que está pasando.
Se sentó bien y miró a la carretera.
— Me habéis decepcionado, chicos...Creía que los cuatro formabais una pandilla estupenda...Inseparable...Pensaba teníais un vínculo que nunca se rompería...
Kenny sólo consiguió que su garganta produjera un leve gruñido.
— Es posible que penséis que soy un monstruo...Pero no es cierto. Dios sabe lo paciente que he sido...Yo...siempre ponía una sonrisa cada vez que la gente hablaba mal de mí...Fingía no oír que me llamaban puta y mala madre...Pero llega un momento en que una se cansa, ¿sabéis?...Y esto que le habéis hecho a Eric es pasarse de la raya...Lo que he hecho no es más que justicia...No he hecho nada que vuestros padres no nos hubieran hecho antes. Propagar rumores feos sobre nosotros, exponer las cosas malas que hemos hecho, nuestros secretos más íntimos, nuestros errores...Pusieron a todos en contra nuestra antes de que llegaran a conocernos...Pero ahora...¡ah, ahora serán ellos los que serán conocidos por ser los padres de una panda de engendros! La verdad es que no ha sido complicado. Todo el mundo puede hacerlo, incluso una mami. Tan sólo hay que localizar a cinco niños tontos con fuertes convicciones, animarlos a que piensen que sus argumentos y sus emociones son válidas, darles un vehículo para que se expresen, una cucharadita de presión social y esperar a ver qué ocurre...Internet lo ha hecho tan fácil...Hace que cinco parezcan quinientos mil.
Liane calló. Ninguna reacción por parte de los de la parte de atrás. Bien. Le gustaba el público callado. Así que siguió hablando. Siguió hablando como si hubiera esperado mucho tiempo para hacerlo y por fin hubiera tenido la oportunidad de abrir la puerta y dejar que saliera todo lo que había estado acumulando dentro.
— ...Esperaba de veras que se portarían bien, por ser el padre de Eric quien era...Pensaba que me apoyarían o que al menos tendría un poco de comprensión...Pero estaba completamente sola, y me miraban como si fuera una zorra y Eric, basura...Protegieron a Jack y a nosotros nos despreciaron...Como a un error...Como a algo sucio...En esos tiempos no había redes sociales, y no los necesitaban para arruinar la reputación de la gente. Chef era quizás el único con el que podíamos contar y con quien podíamos hablar..., pero nos dejó. Creía, cuando vosotros y Eric os hicisteis amigos, que podría tener algún vínculo con vuestras madres...Ser una más...—Liane suspiró—. Esperaba que fueras empático, Kenny, porque tú sabes lo que es: todo el mundo siempre se ha metido contigo por la situación de tu familia, te ha menospreciado...Eric siempre te consideró su mejor amigo..., pero ya veo que has preferido ponerte de parte de aquellos a quienes no les importas...No sabéis cuánto me duele hacer esto, chicos. Os he visto crecer. Os quiero como si fuérais mis propios hijos.
¡Vamos, muévete! ¡Muévete!, gritaban a sus cuerpos. Todo en vano. La droga los había relajado tanto que no podían moverse ni aun queríendolo.
— ...¿He dicho que me duele? Bueno...No del todo...Verás, Kyle (y espero que esto quede entre nosotros), yo siempre he odiado a la estúpida de tu madre...Odio a la gente como ella, que siempre tiene que tener la razón y cree que el mundo entero debe amoldarse para complacerlos, aunque estén equivocados...La manera en que siempre me ha mirado, como si tuviera que pedir perdón por no estar casada con un abogado, ni tener una casa estable y cuidada, y tiempo para hacer labores para la comunidad, y convicciones sólidas en las que cimentar mi vida y a las que poner por encima de las necesidades de mi familia...Yo he tratado no mezclarte con ella, pero de tal palo, tal astilla. Y después de nuestra conversación en casa el otro día...No dudaste en robarle la chica a Eric, en mentirme a la cara, actuar como si no hubieras tenido nada que ver con que Eric esté así...Es como si no pudieras ser feliz si Eric lo es. Quizás sea verdad eso que dicen de que los judíos sois unos traidores...De todas formas, la sangre de Sheila corre por tus venas, eso explica mucho. Y es perfecto...
Agarró el teléfono sin apartar los ojos de la carretera, e hizo una llamada. Cuando la otra persona descolgó, su voz cambió para parecer agitada.
— ¡Sheila! ¡Oh, gracias al cielo! ¡L-Le he encontado! ¡A la Cometa Humana! ¡Que-Quería hacer daño a Eric, conseguí golpearle con...no sé ni con qué, estaba tan nerviosa que ni sabía lo que hacía! Lo he dejado en el suelo, cerca del MFC...Sí...Sí, no se mueve, y te he llamado a ti porque tú...Sí...D-De acuerdo...Por favor, Sheila, ten cuidado, ¡puede recuperar la consciencia de un momento a otro!
Colgó y todo el miedo en su voz se esfumó.
— ¿Qué os decía? Ni me ha preguntado si yo estaba bien...—murmuró.
Detuvo el coche en el aparcamiento del Medicinal Fried Chicken. Un cartel en la puerta indicaba que Toallín y sus trabajadores habían echado el cierre antes de lo acostumbrado.
Liane bajó del coche y abrió la puerta para sacar a Kyle afuera.
— Ups. Lo siento—se disculpó cuando golpeó el asfalto con la cabeza.
«¡Kyle! ¡No, Kyle!», Stan sólo podía pensar, las palabras no llegaban a su boca, ni tampoco podía mover los brazos para salvar a su amigo.
Liane dejó a Kyle en el suelo y se agachó para mirarlo. Los párpados de Kyle temblaron, pero siguió sin poder levantarlos. Sin embargo, pudo verla a través de un pequeño resquicio, la forma en que lo miró. Qué hermosa parecía en ese momento, cuando lo miró fría como el hielo, cruel, despiadada, indiferente. En ese momento comprendió perfectamente por qué todos los hombres hacían cola para hacerle el amor, cómo conseguía siempre lo que quería..., y cuán retorcida debía ser una para ser la madre de Eric Theodore Cartman.
— Lo siento mucho, Kyle...—dijo—. Yo ya he llorado bastante por mi hijo...Es hora de que tu madre llore por los suyos...
Antes de irse, le dejó un besito cariñoso en la frente.
Volvió a meterse en el coche y se volvió para mirar a Stan y a Kenny.
— No temáis, niños, no me he olvidado de vosotros. Tengo una cosita en casa para vosotros.
Luego volvió la cabeza hacia su hijo y lo besó en la mejilla.
— También tengo para ti, Eric, por supuesto. La mejor, sólo para ti...
