Su madre no estaba. Su padre también se había ido. Y Kyle no estaba a la vista. Ike temía que la única compañía que iba a tener fuera la de su tía; o peor: ¡su primo Kyle! Eso y su teléfono. Intentó ponerse en contacto con Kyle, luego con Wendy. Ni siquiera ella contestó. Ya que no podía hacer nada más, se metió en Tik Tok.
Allí encontró la explicación al silencio del grupo. Un amigo suyo, Paul, estaba haciendo un directo. Mostraba un primer plano de su cara llena de granos y detrás de él, la calle atestada de gente que gritaba y agitaba el puño en el aire.
— ¡Muerte a los Colegas de la Libertad, sí! ¡Les vamos a dar una buena!
Ike ahogó un grito, soltó el teléfono e intentó quitarse de encima todos esos cables y tubos que lo ataban a la cama.
— Eh, ¿qué te crees que estás haciendo?—un enfermero lo vio y corrió a impedírselo.
— ¡Tengo que irme!
— ¡No puedes!
— ¡Estoy bien, déjeme en paz!—protestó Ike, pero fue empujado de vuelta a la cama.
— ¡He dicho que no estás aún en condiciones de que te den el alta, sigues teniendo heridas que se te abrirán si te mueves!—Ike no podía nada contra un hombre tan corpulento y tuvo que obedecer—. Si eres paciente, saldrás de aquí en poco tiempo, ¿de acuerdo, amigo?
— ¡No soy tu amigo, compañero!—replicó Ike, molesto.
¿Era eso todo lo que podía hacer? ¿Mirar a través de una pantalla cómo sus vecinos hacían pedazos a su hermano y a sus amigos?
Los Colegas de la Libertad vacilaron; los habitantes de South Park no.
El primer impulso de Token fue agarrar a sus compañeros y teleportarse muy lejos de allí. Pero parecía ser que la turba contaba con que lo haría. Carl Denkins y Darryl Weathers le dispararon a él primero, antes de que tuviera la oportunidad de conseguirlo. Weathers erró el tiro por unos pocos centímetros, pero Denkins llegó a rozar un lado de su cabeza, rompiéndole el casco y haciéndole sangrar tanto que sintió que le había volado la mitad de la cabeza. Tan sólo pudo teletransportarse unos pocos metros a un lado a tiempo de evitar que los amigos paletos de Weathers volvieran a intentarlo.
Timmy trató de convencerlos de que se fueran, pero eran demasiados. Sus mentes estaban demasiado excitadas y tenían demasiado ruido mental como para que sus intentos de meterse dentro y retorcerlas tuvieran éxito.
— Debo...Debo...volver a casa con...Sharon...y ver...Cobra Kai...—Randy trató de caminar hacia él, pero esos pensamientos intrusivos le estaban conduciendo en dirección opuesta. ¡Estaba haciéndose con el control de su cuerpo!
— ¡No nos violarás las mentes, puto monstruo cabezón!—Garrison le dio a Timmy un puñetazo en la cara, y otro más que le derribó de la silla. Ahora que Randy estaba libre de su influencia, se unió a él para patearlo en el suelo.
— ¡Matémosle antes de que nos haga suicidarnos!—gritó mientras le daba patadas con entusiasmo.
— ¡Papá! ¡Papá, por favor, vámonos a casa!—Karen intentó evitar que su padre se uniera al tumulto, agarrándole de un brazo.
— ¡Hay cosas que uno debe hacer, Karen, así que ve ahí y rompe algunos dientes; la gente te está mirando!—respondió él, metiéndose de todas formas.
— Karen, cielo, después de lo que hiciste la gente espera que hayas aprendido algo—Carol se detuvo para posar sus manos sobre las mejillas de su hija para hablarla de muy cerca—. Si el pueblo entero quiere cortar cuellos y ahorcar a alguien, tú cortas cuellos y ahorcas a alguien, ¿entiendes? Es lo mejor para ti. Cuando veas a Mysterion, no lo dudes.
Ya que Karen seguía sin moverse, Carol la arrastró agarrada por la muñeca hacia la carnicería. Karen se resistió.
— ¡Kenny! ¡Kenny!—llamó, buscando a su hermano entre aquellos héroes impotentes, pero no lo vio.
— ¡Hostia pu-pu-pu-pu...!—fue todo lo que Jimmy pudo decir acerca de lo que estaba viendo. Estaban jodidos, bien jodidos, así que pensó que la única forma en que podrían salir de esta era huyendo. Estaba a punto de correr a agarrar a Token, cuyo casco estaba roto y amenazaba con revelar su cara, cuando lo agarraron a él. Él y su atacante, el señor Esclavo, cayeron al suelo.
— ¡Lo tengo! ¡Lo tengo!—gritó su en otro tiempo profesor asistente mientras lo agarraba con fuerza.
Y Mujer Fuerte hizo lo que todas las madres habían deseado hacerle a Pasorraudo cuando salió a la luz su escándalo: le golpeó una y otra vez en el estómago con todas sus fuerzas, las cuales eran muchas, igual que si fuera un saco de boxeo. Nathan y Mimsy la animaron.
— ¡Rápido! ¡Antes de que se transforme!—gritó David Rodríguez. Él, Bill Allen, Fosse McDonald y Thomas, el chico con Tourette (¡todos compañeros de clase!) se lanzaron sobre Scott. Él no tenía azúcar a mano para metamorfosearse, no pudo hacer nada salvo dejar que lo agarraran de brazos y piernas y sentir cómo tiraban como si quisieran desmembrarlo.
Incluso con aquella algarabía, Sheila pudo sentir la vibración de su móvil dentro del bolsillo. El pueblo entero sabía qué había que hacer a esa hora, así que supuso que lo que la señora Cartman tenía que decirle era importante.
— ¿Diga? ...¡¿Dónde?! ...Pero está vivo, ¿verdad? No lo ha matado, ¿cierto? ...¡Muy bien! ¡Voy ahora mismo para allá!
Colgó y volvió la cabeza hacia su marido. Sabía que él la habría acompañado de haberlo sabido; después de todo, Ike también era hijo suyo. Pero esto era algo que tenía que hacer ella. Era algo que sólo una madre podía comprender. Y necesitaban a Gerald allí. Así que se abrió paso entre la multitud sin decirle nada. En cambio, se lo dijo a Heidi, la cual estaba a su lado.
— Ven conmigo—le ordenó.
Heidi no podía apartar los ojos del linchamiento que tenía justo enfrente. Tuvo que hacer un esfuerzo por seguir a Sheila y dejar eso atrás, negarse a mirar...
Y mientras su mujer y su nuera se marchaban, Gerald, junto con el Gran Gay Al, Red, Lexus, el Doctor Mephesto y Lola habían arrinconado a Wendy contra una pared. Ella había sacado su palo selfie aunque sabía perfectamente que no podría usarlo contra ellos, así que el único uso que le pudo dar fue usarlo como una frágil, casi imaginaria barrera entre ellos. Los vio sacar los móviles. Meterse en Twitter.
Cazaputas42. Su corazón dio un vuelco.
Entonces comenzaron a volcar toda la bilis que fueron capaces de producir en el hashtag #EscortFuera. El palo resbaló de sus manos.
Lu Kim se acercaba a Tweek con una espada en la mano. El señor Mackey, con un bate de béisbol por la izquierda. DogPoo por la derecha. Y detrás de él, sus propios suegros, los Tucker.
— Ya te tengo, hijo de la gran puta...—gruñó Thomas. Portaba un cuchillo de cocina, seguro que el más grande que había podido encontrar.
— ¡Oh, cielos...Oh, Dios...!—se estremeció Tweek. Estaba tan asustado que temía que volviera a pasar lo de la última vez, cuando electrocutó a toda aquella gente en el colegio. Respiró hondo, intentó encontrar una salida, pero estaba rodeado, ¡no podría salir sin hacerle daño a alguien!
Volvió la cabeza hacia Craig, esperando que él supiera qué hacer.
— ¡¿Os habéis vuelto todos locos?!—gritaba él, apartando a Stuart cuando se abalanzó sobre él, y luego se quitó a Toallín de la cara.
— ¡¿ESTÁS CRIMINALIZANDO A LAS PERSONAS CON TRASTORNOS MENTALES?! ¡VALE, ESTO YA ES EL COLMO!—rugió el Director PC, y se lanzó sobre él.
Aunque el director estaba bastante mazado, Craig tenía la ventaja de poseer una fuerza sobrehumana. Librarse de él fue tan fácil como quitarse un bicho de encima. Sus hijos corrieron a ayudarle a levantarse.
— ¡A por él, Papá!—lo animó Emory.
— ¡Ni de flash!—Classi trató de arañarle la cara con sus largas uñas, y Craig le hizo caer de culo. Eso sólo la enfureció lo suficiente como para volver a intentarlo con más furia. También el director. El señor Turner se unió. Después de él, Mark Cotswolds. Cuanto más los apartaba, más los enfurecía y con más violencia lo intentaban. Más y más gente iba hacia él, dándole más de qué defenderse.
— ¡Esperen! ¡No, esperen! ¡Cálmense todos!—Barbrady se abrió paso entre la gente, trató de detenerlos, pero ni siquiera se oía lo que decía. Sin la placa, después de todo, no era nadie.
— ¡Ahí está, deprisa!—Jimbo señaló a Clyde, que volaba sobre sus cabezas, y de inmediato él, Ned y los paletos locales le dispararon sin apuntar.
Clyde consiguió que una farola se llevara los tiros, pero había estado muy cerca. Sólo podía escapar escondiéndose por los tejados. Los hombres se apresuraron a seguirlo. Bebe vio cómo Clyde volaba de diferentes maneras para intentar evitar los tiros, pero no pudo evitar que algunos perdigones le arañaran la piel.
— ¡Oh, Dios mío!—exclamó, perdiéndose su voz entre aquellos gritos animalescos—. ¡Parad! ¡Parad, por favor!
Fue entonces cuando vio a Wendy.
«Zorra», «Puta», «Guarra», «Bruja», «Fea». Todas esas palabras alimentaron al monstruo de Internet. Cada una de ellas fue como una bala en el pecho. Se encontró sin aire; ni siquiera boqueando pudo conseguir el oxígeno que necesitaba. Las piernas no la pudieron sostener más. El grupo no sintió ninguna lástima por ella. Sus insultos se volvieron más viles. Gerald usó toda su hiel. Ser una criatura de Internet implicaba que su vida dependía de su vida digital..., y él era el amo de su destrucción. No podía decir que no estaba disfrutando con todo eso.
— ¡Wendy!—gritó Bebe, y corrió hacia ella.
¡Se estaba muriendo! Podía ver cómo perdía fuerzas, cómo terminó retorciéndose de dolor en el suelo.
¡Stan!, fueron las últimas palabras de Wendy antes de perder el conocimiento.
Era una locura salir en su defensa ante aquella turba, ¡pero no podía dejar morir a su amiga!
— ¡PARAD! ¡PARAD, POR EL AMOR DE DIOS!—gritó Bebe con todas sus fuerzas, interponiéndose con los brazos abiertos. Luego se arrodilló frente a Wendy y la sostuvo en sus brazos, sacudiéndola, tratando de arrancar una reacción—. ¡Wendy! ¡Wendy! ¡Oh, por favor, Wendy!
— ¿Cómo?—el Gran Gay Al miró a su alrededor para encontrarse con gente tan confusa como lo estaba él. Al oír ese nombre, su marido, el señor Esclavo, volvió la cabeza hacia la heroína caída, murmurándolo.
— ¡Despierta! ¡Por favor, despierta!—Wendy necesitaba aire. Bebe le quitó el antifaz a Wendy y le tocó la cara, blanca como un folio de papel.
Eso hizo que Red y Lola soltaran un grito.
— ¡¿Wendy?!
— ¡Oh, Dios mío! ¡¿Qué?!
Gerald se quedó con el dedo rozando el botón de 'Enviar', atónito. ¿No era ésa...? ¡¿Wendy?! ¡¿Wendy Testaburger?!
El estómago de Jimmy probablemente se había quedado como fuagrás; el señor Esclavo sujetándolo era lo único que lo mantenía en pie. Mujer Fuerte, aunque fuera fuerte, tenía que parar un momento y respirar, así que le quitó el casco para escupirle a la cara. Cuando su cara quedó expuesta, vieron que era una bastante familiar...
Quizás eso fuera lo mejor, pensó Tweek...
Thomas intentó darle una puñalada en el corazón. Sólo consiguió hacer un corte en su uniforme, ya que Tweek se apartó a tiempo, pero por poco no le hizo una herida...¡De haberlo hecho, sus poderes le habrían protegido y habría matado a todos los que se encontraban a su alrededor! Vio que no le quedaba otra...
— ¡Thomas! ¡Por favor, detente! ¡Somos nosotros!—gritó, y se quitó la máscara.
Thomas y Laura se quedaron boquiabiertos.
— ¡¿...Tweek?!—exclamaron al unísono.
— ¿Tweek Tweak?—exclamó el señor Mackey también, dejando caer su bate.
— Sí, Papá, Mamá—Craig se acercó a Tweek y se quitó su máscara enfrente de sus padres—. Somos nosotros.
— ¡Craig!—exclamó Laura.
— ¡¿Qué coño haces vestido de Super Craig?!—gritó Thomas.
— ¡¿Tú qué crees, Papá?!—dijo Craig, poniendo los ojos en blanco con gesto exhasperado.
Randy se puso de cuclillas para quitarle la máscara a Timmy también, en vista de que no parecía estar en condiciones de devolver los golpes.
— ¡Hostia, si el Doctor Timothy es amigo de Stan!—exclamó.
— ¡Chúpate esa, bicho raro!—el tipo que solía meterse con los de cuarto en el colegio estaba destrozando lo poco que quedaba del casco de Token con un bate de beisbol con clavos incorporados. Clyde corrió a detenerlo antes de que lo desenmascarara y liquidara, y fue golpeado por un rastrillo lanzado por Nichole, cayendo al suelo.
Token tenía un pitido insoportable en el oído en el que le habían disparado, pero logró poner su mente a trabajar y se teleportó junto a Clyde.
— Venga, levanta, colega...—le dijo. Jimbo, Ned, Denkins y Weathers se acercaron listos para acabar con ellos. Token agarró a Clyde con fuerza.
Ni siquiera se dio cuenta de que su casco se desmoronó por completo, pero los demás sí. Se oyó un alarido.
— ¡ALTO! ¡DETENEOS! ¡ESE ES MI HIJO! ¡ES MI HIJO!—Steve se abrió paso a empujones y se lanzó a proteger a Token.
— ¡Wendy! ¡Oh, no, Wendy!—el señor Testaburger también corrió hacia su hija en cuanto la vio tirada en el suelo. ¡Aún tenía pulso, pero era débil! Él y su mujer trataron de arrancarle una reacción, la llamaron sin descanso.
— ¡DADLE UN ME GUSTA! ¡UN ME GUSTA, RÁPIDO!—gritó Bebe con angustia.
— ¡¿Wendy es Escort?! ¡¿Lo sabe Stan?!—Sharon también se acercó con la mano en el pecho.
— ¡Tweek Maravilla es en realidad Tweek!—exclamó Francis, sinceramente sorprendido.
— ¡Laura y yo te queremos, te acogimos en nuestra familia y así nos lo pagas!—la revelación pareció hacer que Thomas se sintiera más disgustado con Tweek.
— ¡Nunca creí que fueras una amenaza para la sociedad, Tweek!—Richard se encaró con su vástago.
— ¡No lo es! ¡Fuisteis vosotros quienes le acorralásteis y no le dejasteis más remedio que defenderse! ¡Habéis venido a matarnos!—Craig contestó por él, ya que estaba tan ansioso que ni podía articular palabra.
— ¡Porque heristeis a gente!
— ¡Vosotros nos heristeis primero!
— ¡Porque heristeis a gente!
— ¡Por favor, Papá, vosotros no entendéis...!— Tweek fue por fin capaz de hablar.
— ¡Vamos, ya son vuestros! ¡Los tenéis delante!—exclamó Bailey.
Pero nadie parecía querer seguir peleando contra ellos...
— ¡Siguen siendo los Colegas de la Libertad! ¡Deben pagar por su horrendo comportamiento!—dijo Harper.
— No podemos, ¿saben? ¡Conocemos a estos chicos! ¡No son mala gente!—el señor Mackey ayudó a Timmy a volver a su silla.
— ¡Conozco bien a mi hijo y no puedo creer que hiciera las cosas de las que acusan a Pasorraudo!—dijo Ryan, acercándose a Jimmy.
— Claro que n-n-no, Papá...—respondió él.
— ¡Mentiroso!—le gritó River.
— ¡Dice eso porque es su padre!—replicó Harper.
— Timmy...—comenzó a decir Timmy, con la nariz seguramente rota y una conmoción notable que le impedía dirigirse a ellos telepáticamente.
— ¡Tú cállate, que eres un asesino!—le interrumpió Emory, apuntándole con un dedo acusador.
Dios odiaba las mentiras y el falso testimonio. La señora Harrison no pudo más y dio un paso al frente para decir:
— Pues, yo estaba allí el día en que mató a Ackroyd y debo decir que mi hija y yo habríamos muerto de no ser porque el Doctor Timothy le paró los pies.
— Sí, Ackroyd se lo buscó—declaró Bob White.
— La sección 46 del Código de Procedimiento Criminal—intervino su hija Crystal—dice que la policía puede hacer uso de la fuerza con resultado de muerte si fuera preciso para arrestar a la persona acusada de un delito castigable con pena de pena capital o de cadena perpetua.
— Está estudiando para ser policía—dijo Bob a los que tenía alrededor, hinchado de orgullo por su niña.
— ¡Tú cállate, zorra! ¡Cómo no ibas a defender a este racista de mierda! ¡Él no es poli!—replicó Riley.
— De todas formas, dudo que algún tribunal vaya a castigar a un hombre con una discapacidad mental por algo que hizo en defensa propia—dijo Victoria.
— ¡Puede que tenga diversidad funcional, pero sigue siendo blanco, tiene más privilegios que Ackroyd, y por eso...por eso...!
Los niños PC comenzaron a ponerse más y más nerviosos, porque no encontraban ningún apoyo a su alrededor.
— Pero...¡¿Pero es que vais a dejar que se salgan con la suya?!—exclamó Bailey.
Scott se levantó del suelo y miró a su alrededor. Temía que volvieran a atacarlos en cualquier momento. Pero se encontró con caras amables. Algunos posaron sus manos sobre él para mostrarle apoyo. Su madre se abrió paso entre el gentío para abrazarlo.
— Después de todo lo que han hecho por nosotros estos últimos años..., sí, creo que sí—dijo la enfermera Gollum. Miró en derredor y vio que algunos asentían.
— Podemos pasar por alto algunas cosas. Es decir, nadie es un santo—dijo Skeeter.
— ¡¿Pasar por alto?! ¡Los que hacen cosas malas no se merecen consideraciones de ninguna clase! ¡Deben...!—dijo River.
— ¿Por qué le hacemos caso a estos lloricas? ¡Vaya pérdida de tiempo! ¡Buscáos una vida, renacuajos cansinos!—dijo Garrison, mirando a los niños con desprecio.
— Sí, yo no tengo ningún problema con los CL—dijo DogPoo.
— ¡Ni yo!—dijo el Gran Gay Al—. Supongo que todos nos sentimos un poquito presionados para que nos metiéramos en esto...
— ¡Yo pensaba que todo el pueblo me iba a comer hasta el higadillo si no venía!—dijo Jimbo.
¡Y yo!, admitía más y más gente.
— ¡Teníamos miedo de acabar como el señor Mojón!—dijeron los dos granjeros.
— ¿Por qué nos dejaríamos llevar por cinco putos críos que no han hecho una mierda nunca por nadie?—dijo Classi.
— ¡No es verdad! ¡Estamos cambiando el mundo para mejor!—Riley no pudo contener las lágrimas y corrió, junto con sus hermanos, a los brazos de sus padres.
— Token, pero...¿por qué no nos lo dijiste? ¿Desde cuándo...?—Steve usó su propia chaqueta para tratar de cortar la hemorragia de Token. Su mujer, mientras tanto, sostenía la mano del chico.
— Emm, ¿recordáis cuando casi la palmé hace dos años? ...En cierto modo...me dio...superpoderes...—Token evitó mirar a su padre a la cara.
— Espera, ¿qué?—exclamó el señor Stevens.
— ¿Eso significa...que todos los que recibisteis la descarga...?—Roger miró a su hijo Clyde con los ojos muy abiertos.
— ¿Stan también?—exclamó Jimbo.
— ¿Cómo?—Randy soltó una risa nerviosa, sacudiendo la cabeza—. No, imposible...Stan...
Pero la forma en que lo miraron Token y Clyde hizo que la sonrisa se esfumara.
— ¡¿...En serio?! ¡¿Stan?! ¡¿Mi Stanley?!
Sharon ahogó un grito, tapándose la boca con ambas manos.
— ¡La puta!—exclamó Shelley, y eso fue todo lo que pudo decir; no sabía muy bien cómo sentirse al respecto.
— No jodas...¿Habéis oído eso?—Michael volvió la cabeza hacia sus amigos góticos.
— ¿El machote es un superhéroe también?—Pete alzó las cejas—. ...Guao, no podía ser más patético y conformista...
— ¡Kyle también se subió a esa atracción!—Gerald se acercó a Randy.
— ¡Y Kenny!—Stuart se les unió.
— Kenny es Mysterion, Papá...Por eso...No quería que viniérais y...—admitió Karen con timidez.
— ¡¿Kenny?! ¡¿En serio?! ¡¿Y tú lo sabías?!—Carol miró a su marido—. ¡Stuart!
— ¡Oh, ¿me estás tomando el puto pelo?! ¡¿Todos estos años nos ha estado dando pesadillas nuestro propio hijo?! ¡Y ese mierdecilla nos ha exprimido de lo lindo! Lo voy a matar...—se quejó Stuart.
— ¡Cállate, imbécil, casi nos cargamos a nuestro propio hijo!—replicó Carol.
Cuando Gerald se dio cuenta de algo, dejó escapar una exclamación. Casi parecía el anuncio de un infarto.
— ¿Kyle es...es como vosotros?—preguntó al grupo.
— Sí...—Jimmy se acercó, necesitando sus muletas más que nunca.
— ¿...Cuál es su alias de superhéroe...?—Gerald temía preguntar.
— Cometa Humana...—respondió Clyde.
Ahora sí que parecía que el corazón de Gerald se había parado.
— ¡Sheila! ¡SHEILA! ¿S-Sheila?—comenzó a buscar a su mujer entre el gentío.
— Mi hijo y mi nuera son superhéroes...—musitó Sharon, tan chocada que parecía estar muy, muy lejos de allí.
— Sí...¡Va a venirle genial al negocio!—exclamó Randy.
— ¿Dónde están Kenny, Stan y Kyle?—murmuró Karen, mirando a su alrededor. ¿Habían escapado, dejando allí a sus amigos? No, imposible...
— No estamos muertos...Es...Es un alivio...—Scott se echó a reír con nerviosismo, aunque aún estaba dolorido.
Quizás había hablado demasiado pronto. Unos disparos repentinos le hicieron dar un brinco. No, no era eso. Eran bombillas de las farolas al explotar. Una por una, reventaron, dejando al final la calle a oscuras. Los habitantes de South Park miraron alrededor, confusos.
— ¡Calma, todo el mundo!—exclamó Barbady.
Dejó escapar un grito al verse sorprendido por un rayo que cayó sobre el tejado de un edificio cercano.
— ¡Mirad!—gritó alguien.
Una persona se encontraba justo donde había caído el rayo. Llevaba una capa que ondeaba con el viento. El trueno retumbó justo cuando Butters mostró su cara a la multitud.
— ¿Esperabais encontrar monstruos esta noche? ¡Pues aquí estoy!
