Extra: Regreso a casa
Twilight llegó a su casa alrededor de las siete de la tarde, llevando dos de sus trajes en una mano y una bolsa en la otra. Abrir la puerta no fue difícil para él, a pesar de que se requería de cierta habilidad, y era porque él tenía bastante.
Una vez adentro, notó un silencio inusual. Con un giro calculado, lanzó su sombrero al perchero, un truco que había desarrollado el año pasado.
Su lado de espía también quedó colgado junto al sombrero.
Miró hacia la sala de estar y notó con un brillo la escena que llenaba el lugar. Yor y Anya dormían en el sofá, con la televisión encendida sintonizada en el canal de Spy Wars. Bond, por otro lado, comenzó a estirarse y mover su cola con entusiasmo al verlo llegar.
Era un día como cualquier otro para la familia Forger, pero para Twilight tenía un significado especial. Después de liberar sus manos de lo que había traído, esbozó una sonrisa mientras se acercaba silenciosamente al sofá, tratando de no despertar a Yor y Anya, susurrando con complicidad.
—Fue un día largo para ellas, ¿verdad? Deben estar muy cansadas para quedarse dormidas aquí.
—Borf —ladró Bond con un tono bajo, mirando con interés a su dueño.
—Ya prepararé tu comida —le contestó Loid y volvió la vista hacia el sillón, donde notó la mirada somnolienta de su esposa clavada en él. Supuso que había escuchado su llegada.
—Parece que llegaste, ¿eh? —murmuró Yor, sabiendo que incluso a alguien como su esposo, era imposible que ella no lo detectara.
Loid asintió, apartando algunos mechones oscuros que caían sobre el rostro de su esposa.
—Estoy en casa —anunció él.
Yor lo miró y le ofreció una sonrisa ante su respuesta. Se apartó del lado de Anya y le susurró al oído, mientras que la niña se acurrucó más. Después, se incorporó y le dio unas palmaditas a Bond, quien interpretó esto como una señal para quedarse al lado de la niña y dejar a los adultos solos.
—¿Hiciste algunas compras? —preguntó Yor al ver los trajes sobre la mesa—. ¿Necesitas ayuda?
—No te preocupes —expresó él—. Quiero que descanses.
—Al menos déjame acomodar las compras —respondió ella después de una pausa—. Pero será mejor que me avises si necesitas más ayuda.
Loid asintió y llevó los trajes a su habitación mientras buscaba ropa cómoda. Afortunadamente, notó que Yor había colocado algunas prendas sobre su cama. Meses atrás, había tomado la decisión de permitir que su esposa ingresara, siempre y cuando tomara las precauciones necesarias con respecto a sus cosas de espía. Sin embargo, desde hacía una semana, ya compartían el mismo espacio.
Una pequeña sonrisa se formó en su rostro al darse cuenta de cuánto habían cambiado las cosas.
Después de ponerse una camiseta simple y unos pantalones de chándal negros, salió listo para preparar la cena, pero Yor lo sorprendió en el pasillo. Tenía una expresión de mucha curiosidad.
—¿Pasó algo en el trabajo? —le preguntó—. Has estado algo distraído.
Twilight soltó un suspiro mientras pensaba. Era evidente que su problema con Nightfall le había arruinado el regreso a casa.
—Es verdad —confesó Loid acercándose a ella con naturalidad—. Los pacientes son difíciles en esta época del año.
Yor no pudo evitar sonreír, sabía que era verdad. Siempre hay complicaciones en cualquier trabajo, y ella lo entendía por la cantidad de encargos que había tenido en las últimas semanas. Si tuviera que elegir un momento con más encargos, sería este.
Sin embargo, no lo mencionó y prefirió observar con atención los mechones cortos de cabello que su esposo trataba con cansancio. Eran pedazos más pequeños que los dedos del jefe sindical que había eliminado la noche anterior.
Sabía que no debía tener esos pensamientos en ese momento, pero estaban ahí.
«Oh, Loid…».
Como si hubiera respondido a sus pensamientos, él dio unos pasos más cerca de ella. Esto asustó a Yor, quien dio un paso hacia adelante, chocando y haciendo que ambos se cayeran. Las manos de Loid se aferraron instintivamente a la cintura de ella para suavizar la caída. Mientras tanto, Yor se agarró a la camisa él como si dependiera de ello.
Tomaron un momento para recuperarse. Yor levantó la cabeza y miró a Loid. La manera en que él la abrazaba la hacía sentirse como si estuviera en el cielo, perdida en esos ojos azules que solían entrar en su alma.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó Loid suavemente. Si no estuvieran tan avanzados en su relación, ese tipo de preguntas podrían haberla puesto nerviosa—. Creo que también estás pasando por un momento complicado.
—Sí, un poco —respondió ella, mientras sus manos se movían sobre su pecho. Se dio cuenta de que sus piernas estaban entre las de Loid, creando fricción. Una fricción que le enviaba escalofríos por todo el cuerpo—. ¿Te gustaría?
—¿A qué te refieres? —dijo él con voz ronca cerca de su oído. Luego, deslizó sus manos por sus brazos, y una sonrisa divertida se formó en su rostro—. Podríamos tomarnos unos minutos.
Yor asintió, tomando una respiración profunda. No se sentía cómoda hablando tan abiertamente sobre ese tema. Aunque había pasado casi una semana desde que confesó sus sentimientos, le resultaba difícil. Estaba segura de que siempre era Loid quien debía dar el primer paso, incluso si ella lo insinuaba.
Miró a su esposo y no pudo evitar sentir una firmeza en la zona baja de sus cuerpos. Ese era el primer paso de Loid que estaba buscando.
—¡Anya tiene hambre! —logró decir una pequeña voz sin sonar demasiado impaciente.
—¡Borf! —secundó otra voz, o más bien, un ladrido.
La pareja se puso de pie de inmediato al escuchar las voces. Loid se apoyó en la pared, tratando de ocultar el problema con sus pantalones, pero resultó imposible con Yor cerca. Ella tampoco estaba en las mejores condiciones, teniendo que acomodar el suéter que su esposo había empezado a subir.
—Mm, bueno —indicó Yor mientras miraba a Loid con su mejor expresión neutral, aunque no había mucho de neutral dado su aspecto desordenado—. Debemos preparar la cena primero, el postre vendrá después.
Al escuchar ese comentario, Loid se giró bruscamente. Como era de esperar, Yor se dio cuenta demasiado tarde de lo que insinuaba y gritó antes de encerrarse en la habitación.
Loid se mantuvo tranquilo, pero por dentro estaba al borde de los nervios. Sabía que la relación con Yor podría causar situaciones incómodas, pero esto era otro nivel. Tal vez tendrían que abordar la tensión más tarde. Pero eso solo sería posible si lograban terminar la cena primero.
«Debo llegar al postre… », fue la única conclusión que alcanzó la mente de Twilight mientras volvía a la cocina, tratando de que el agua salpicada en su cara fuera suficiente para calmar los pensamientos inapropiados que lo agitaban.
La cena de la familia Forger debía transcurrir con normalidad. Después, habría tiempo para que el matrimonio disfrutará de su vida privada que apenas estaba comenzando.
Nota de la autora: ¡Actualización navideña! Y sí, la tensión aquí entre Loid y Yor es elevada, por lo que pueden imaginar que el tercer y último extra será centrado en ellos.
Quiero avisar que esta será la última actualización del año. Me voy de vacaciones.
Ciao.
