Sin un Mañana

Capítulo 5: Un Paisaje de Ruinas

Reo se despertó con lentitud y suavidad sobre su cama king side… pero cuando estaba medio incorporada ya sobre el piso a un lado del mueble para dormir recordó todo lo acontecido con Hiyori y esas dos extrañas que la secuestraron…

– Hiyori, no pudimos protegerte… le fallamos a tus madres…

Susurró Reo ya parada y se puso a inspeccionar la habitación… Lo raro era que efectivamente se trataba de su dormitorio (todo estaba igual a cuando lo dejó por última vez en su casa). ¿Acaso habían vuelto al "mundo normal"? Aquello parecía improbable porque era demasiado bueno para ser verdad…

– Mai… ¿dónde estará Mai…? ¡Mai! ¡Mai…!

Reo salió de su pieza o dormitorio que estaba bien iluminado por la puerta que daba al pasillo del segundo piso de lo que debería ser su casa… Pero una vez en el pasillo se dio cuenta de que sus esperanzas de haber vuelto milagrosamente a la normalidad fueron vanas: el pasillo estaba completamente a oscuras por lo que se vio obligada a activar la linterna de mano que llevaba alcanzando a distinguir que el haz de luz no alcanzaba a alumbrar el final del mismo en ambos extremos (si es que no los había). Dicho extenso pasillo estaba como los del hospital en su versión de pesadilla que habían visitado hace poco.

– Mai… ¿dónde estás…?

Reo se revisó los bolsillos de su pantalón y campera distinguiendo que conservaba el cuchillo de cocina pero aquella era la única arma que tenía encima en esos momentos. Si llegaba a tener un encontronazo con algún monstruo la rubia estaba segura de que lo mejor sería huir. Pero primero debía hallar a Mai… y por fortuna eso no tardó demasiado en concretarse…

– ¿Reo?

Reo volteó cuando otro haz de luz la iluminó tratándose de la linterna pechera de Mai.

– ¡Mai, qué bueno verte!

Reo, contrario a su costumbre, no estuvo a la defensiva para con su novia (definitivamente no era el momento para disimular molestias o para tenerlas con todo lo que les estaba pasando aunque a Reo le costara lo suyo dejar de molestarte por "nimiedades"). Las novias se abrazaron.

– Yo digo lo mismo, Reo. Hace poco desperté, por raro que parezca, en mi habitación de cuando iba a la secundaria. Por un momento pensé que de alguna forma habíamos escapado de… ese otro mundo tan extraño…

– Entonces nos pasó lo mismo… pero por desgracia seguimos atrapadas en este mundo demoníaco o lo que sea… Pero hablando de Hiyori… ¿tienes alguna idea de quiénes la secuestraron…? A esas minas jamás las había visto en mi vida…

– Yo tampoco sé quiénes son… Pero primero tenemos que volver a la mansión Matsubara si es que eso nos es posible…

Así pues, siguieron caminando con cuidado por ese interminable pasillo y al rato vieron que a ambos lados del mismo empezaba a haber puertas tan oxidadas como el resto del sitio… Las novias se miraron, Reo se armó con su cuchillo y Mai con su tubería de acero… Mai quiso abrir la puerta cercana de la derecha pero estaba trabada así que hizo lo propio con la del lado izquierdo logrando abrirla… Pero sólo se trataba de un mugriento y ensangrentado baño público donde no había nada de interés, volvieron a los pocos pasos al pasillo y al ratito al seguir avanzando distinguieron ya no un par de puertas una a cada lado del pasillo sino toda una hilera de puertas (como una veintena o más) a ambos lados del mismo.

– ¿Tendríamos que revisarlas todas…?

Le preguntó Reo a Mai. Mai por su parte no sabía bien qué pensar. Es decir, les llevaría mucho tiempo revisar qué había detrás de cada puerta suponiendo que todas se pudieran abrir. Pero parecía que el pasillo era infinito así que Mai decidió que su mejor oportunidad de salir de allí antes de morir de sed o de hambre sería revisar las puertas. Pudo abrir la más cercana a la derecha donde las novias accedieron a lo que parecía una cancha de basquetbol hecha de rejas oxidadas.

– ¿Cómo puede ser que haya una cancha aquí si la puerta de al lado estaba a como nomás dos metros de esta…?

Mai se preguntó esto en voz baja cuando recorrieron toda esa zona sin hallar ni una sola salida u otras puertas ni ventanas.

– Sí, Mai, todo esto es sumamente raro pero creo que ya no tiene sentido preguntarse por cada rareza que presenciemos, ¿verdad?

– Bueno, ahí te doy la razón.

Volvieron al pasillo para luego abrir la puerta de la izquierda frente a la de la cancha de basquetbol. Esta otra puerta daba a un mini súper deteriorado con todas las estanterías vacías pero cerca de la máquina registradora había un paquete de pilas en buenas condiciones además de unas tres bebidas isotónicas.

– Bien, por lo menos tenemos para las linternas por un buen rato.

Mencionó Mai pero apurándose junto a Reo para salir de vuelta al pasillo. Las siguientes cuatro puertas por ambos lados estaban trabadas pero a la siguiente a la derecha ingresaron a un bar en buen estado y bien iluminado que les recordó a las novias a sus propios dormitorios donde habían despertado... pero lo malo es que había cuatro cadáveres humanos (todos sentados e inclinados hacia delante sobre la barra). Estaban tan desfigurados que no se alcanzaba a distinguir si eran hombres o mujeres aquellos muertos. Pero lo peor fue que cuando se acercaron a los cadáveres detrás de la barra surgieron volando una especie de mezcla entre mosquitos y murciélagos que seguramente se estaban alimentando de esos cuerpos sin vida. Eran com criaturas de pequeño tamaño que aunque les dieron un ligero susto a las novias estas lograron matarlos a todos con sólo impactarles una sola vez en sus cuerpecillos para luego rematarlos pisándolos una vez que estaban moribundos sobre el piso. Tras esto siguieron explorando lo que pudieron de aquel bar y aunque había en extremos opuestos una puerta a cada lado y un gran ventanal las puertas estaban firmemente cerradas y el ventanal ni se podía abrir ni romper…

– Mai, esto es muy frustrante… Creo que no podemos simplemente probar a entrar en todas las puertas del pasillo para acceder a lugares inverosímiles…

– Es verdad… pero no nos queda de otra… ¿O acaso en serio se te ocurre algo mejor…?

– Bueno, yo…

Reo parecía que se iba a poner a lagrimear ahí mismo en el centro del bar pero Mai la abrazó por la espalda.

– Ya, ya, Reo, no estoy molesta. Sólo tenemos que seguir intentándolo porque lo único que no podemos permitirnos es quedarnos quietas. O sea, dudo mucho que alguien más venga a rescatarnos porque yo nunca creí en cuentos de hadas demasiado típicos.

– ¿Pero no confías en Yuuna y en Nanami…?

Reo se dio la vuelta mirando a los ojos a su novia.

– Claro que sí, pero ellas ahora mismo deben estar pasándola tan mal como nosotras así que sería poco realista esperar que incluso las Matsubara nos pudieran ayudar mucho en este caso.

– Parece que siempre tienes una respuesta para todo…

Se sorprendía Reo. Mai ya agarraba el pomo de la puerta que daba al pasillo oscuro y oxidado cuando dijo lo siguiente:

– Sólo uso un poco la lógica y soy positiva ante lo adverso. Es decir, no hago nada que de verdad no supieras ya de mí, ¿verdad, amor mío?

Mientras tanto en la Mansión Matsubara…

Ginga seguía sosteniendo de forma nupcial a una inconsciente Cinque y aunque tenía muchas ganas de tratar de despertarla era mejor intentarlo ya una vez en el interior de la mansión. A tal efecto Yuuna ya metía la llave en la cerradura del portón que daba al patio delantero de su mansión cuando se volvió a dejar oír aquella sirena de bomberos y las tres presenciaron nuevamente como todo a su alrededor cambiada de estado deteriorándose en muy pocos segundos… El concreto se convertía en metal enrejado y oxidado… Las esposas ahora sabían que su casa tampoco era un sitio del todo seguro pues su hogar se terminaba de convertir de pronto en una porción más de la versión de pesadilla que venían sufriendo desde hace rato. Ginga casi se cae pero Nanami la sostuvo.

– Ginga-San, protege a tu amada en todo momento… Ya no estamos seguras en parte alguna en esta pesadilla.

Le decía Nanami influyendo valor y determinación en la joven entrada en sus veinte. Yuuna sabía que su esposa era valiente cuando la situación lo requería y aquello la llenaba de orgullo por haber escogido para casarse a una mujer tan maravillosa como Nanami. Claro, normalmente sería al revés (Nanami elogiando verbal o mentalmente a Yuuna pero ambas se tenían mucho respeto para que todo el amor fuese sólo casi unilateral). Como no tenían otro lugar o sitio al que ir decidieron ingresar o tratar de ingresar a la mansión… Yuuna abrió con algo de esfuerzo el portón oxidado pero ya en el patio delantero (cuyo pasto corto a los lados fue reemplazado por más piso oxidado) había un quinteto de monstruos de aspecto simiesco pero sin nada de pelo y de músculos tonificados o marcados que tenían como una segunda cara en medio del pecho por la que también emitían sus mini rugidos de mono. Esta nueva especia de monstruo media como un metro con ochenta de altura y por lo que se veía a veces estos "simios" caminaban tanto en dos como en cuatro patas sin dificultad alguna. Yuuna lamentaba que se le hubiese agotado la munición de la pistola con "Jail Scaglietti" porque dos de estos ruidosos y rugientes simios se quedaban bípedos enfrente de la puerta principal de la mansión mientras que los otros tres se desplazaban sin parar aparentemente al azar por el patio de rejas oxidadas.

– Mierda…

El matrimonio estaba en una situación complicada y riesgosa porque además de no poder evitar un enfrentamiento cuerpo a cuerpo debían proteger a las veinteañeras… Ginga obviamente estaba muy limitada para luchar con Cinque entre sus brazos. Pero no hubo más tiempo para pensar en alguna posible estrategia porque uno de los tres monos más cercanos pegó un "gran salto" hacia donde estaba Yuuna pero Nanami, queriendo proteger con todo lo que tenía a su esposa le empezó a dar impactos en la espalda con la tubería de acero que tenía asida con ambos manos. El monstruo-simio al verse atacado por detrás cayó boca abajo retorciéndose del dolor pero Yuuna terminó con su sufrimiento rematándolo con un fuerte golpe de su palo de golf en la cabeza pero lo malo de eso fue que el palo se torció volviéndolo inútil como arma de melé. Así pues intentaron la misma estrategia con los otros dos simios pues Yuuna se les acercó intencionalmente para llamar su atención mientras Nanami daba un rodeo silencioso. Aquello resultó en parte pues pudieron matar a un segundo simio del mismo modo que al primero pero de nuevo lo malo fue que el tercer simio pese a ser obligado a retroceder (pues Yuuna le había clavado su cuchillo de cocina en el cuello) es que la rubia se torció parcialmente la muñeca dejando caer en el proceso la arma blanca. El simio herido corrió en tres patas sosteniéndose la herida sangrante del cuello con la mano o pata libre chocándose de lleno contra los otros dos que estaban como custodiando la puerta principal de acceso a la mansión. Aquello desestabilizó al cuarto y quinto simio que empezaron a comportarse más como los otros tres sin dejar de armar ruido y alboroto trotando al azar por el patio oxidado. Aquella era su oportunidad, Yuuna dio la señal para que todas corrieran hacia la puerta y nadie fue lenta ni perezosa para acatar la urgente orden. Una vez estuvieron todas del otro lado de la puerta la cerraron de golpe y Nanami hacía peso con ambas manos para mantenerla cerrada adelantándose a que uno o dos de los simios intentara abrirla de par en par de un porrazo la puerta principal. Luego de unos cuantos segundos que pareció ser un buen rato los dos o tres simios dejaron de aporrear la puerta y sus rugidos se oían cada vez más lejanos… Aquello era buena señal dentro de todo. Ya con aquella urgencia resuelta las tres vieron a su alrededor… todo estaba en deprimente estado (los muebles estaban todos cubiertos con sábanas blancas muy sucias y ensangrentadas, y desde el piso al techo todo el interior era del ya conocido metal oxidado. Pero no perdieron mucho tiempo contemplando aquella miseria en la que se convirtió el hall principal puesto que Yuuna tuvo la idea de dirigirse a su habitación nupcial para buscar el cuaderno con los "cuatro sitios indicados" puesto que de momento no recordaban cuáles eran los otros dos lugares que debían visitar… Aquello en sí mismo (seguir ese juego que ya parecía bien planeado no tenía mayor sentido pero sin más pistas no les quedaba de otra). Ya casi cerca de su dormitorio las tres tuvieron un encontronazo con dos maniquíes sin cabeza. Nanami, sabiendo que Yuuna por su muñeca torcida, no podía luchar bien, se adelantó hundiéndole con su tubería distintas partes de sus huecos cuerpos a los maniquíes. Al final pudo rematar a ambas criaturas cuando estas estaban tiradas sobre el piso de metal.

– Mi Nanami, sabía que eras una mujer valerosa.

Yuuna la abrazó con su brazo sano por detrás a Nanami y esta le agarró la mano con la que ella misma tenía libre.

– Ejem, muy linda su escena de cariño pero tenemos que seguir avanzando…

Las esposas, que estaban a punto de besarse, se separaron un poco un tanto sonrojadas ante el comentario de Ginga… Pero al instante siguiente Nanami abrió la puerta del dormitorio. Allí, como en todo el resto de la casa, sus muebles estaban recubiertos con sábanas manchadas de sangre… pero lo importante es que Nanami agarró el cuaderno sobre la cama que ahora tenía sobrescrito un mensaje con letra en rojo carmesí:

"Sigue la senda del Sello de Metatrón para encontrar la Verdad Absoluta".

– Supongo que es otra pista… un tanto vaga para mi gusto…

Mencionó Yuuna cuando Nanami le pasó el cuaderno. En ese momento Cinque se empezó a despertar entre los brazos de Ginga.

– ¡Cinque, por fin! ¡Qué bueno que estás bien!

– Uh… ¿Ginga…?

– Sí, soy yo, ¿ya sos capaz de caminar?

– Me parece que sí… ¿Qué… nos… estuvo pasando…? ¿Y qué es este lugar tan tétrico…?

Preguntaba Cinque mientras miraba a su alrededor aun siendo sostenida por un brazo por Ginga.

– Sería muy largo de contar… Sólo digamos que, por más que suene descabellado o ridículo; que estamos atrapadas en una dimensión de pesadilla de la que todavía no sabemos cómo escapar.

No tenía sentido de momento contarle a Cinque que la representación monstruosa de su padre la estuvo controlando y que casi mataba a su propia novia en el proceso. Cinque no discutió por más que tenía muchas preguntas para hacer…

Mientras las novias charlaban las esposas inspeccionaron mejor su dormitorio. En el baño Nanami halló un botiquín y Yuuna despegó una nota ensangrentada que estaba sobre la ventana de rejas oxidadas que decía:

"¡Muy abajo! ¡Al fondo hallarás la Verdad Absoluta!".

– Mmm, nuestra casa no tiene sótano… pero mejor revisemos otra vez el primer piso con más cuidado.

Sugirió Yuuna y Nanami encabezó la marcha bajando las escaleras. Cuando revisaron todas menos una sola sala o parte del primer piso ya habían hallado dos cartuchos más de pistola en diferentes puntos del piso 1. Nanami agarró y cargó la pistola pasándole su tubería para que la tuviera con su mano sana su esposa rubia. La parte que aún les faltaba revisar era en verdad el garaje. Una vez que ingresaron notaron que el mismo estaba casi vacío (sin su auto ni su bicicleta ni con sus otras cosas que guardaban allí). Además el "garaje" era mucho más amplio que en su versión normal. Las cuatro de pronto vieron a uno de esos monstruos humanoides que parecían estar hechos de partes diferentes de dos metros de altura de los que ya habían visto dos en el hospital… Este en concreto estaba armado con un hacha corta que sostenía con su mano de hombre (pero todo el resto del brazo era de mujer). Nanami le disparó apenas lo tuvo lo suficientemente cerca, el monstruo cayó eructando boca abajo y la valiente pelirroja le pegó casi a quemarropa un último tiro en el cráneo reventándoselo. Pero apenas avanzaron unos metros vieron una gran puerta doble que estaba "insertada" en el piso oxidado. La puerta tenía grabada en rojo un extraño símbolo que más tarde todas identificarían como el "halo del sol". Nanami apenas se acercó un poco más y la puerta se abrió de un portazo… Esa puerta daba un hoyo del que no se alcanzaba a ver el fondo pero parecía ser que por ahí tenían que seguir avanzado si querían hallar aquella Verdad Absoluta. Aunque lo único que les interesaba a las esposas era reunirse con Mai, Reo e Hiyori. El matrimonio confiaban en que sus amigas podrían llegar a proteger a su hija hasta que volvieran a juntarse todas.

– ¿Acaso insinúan que nos tenemos que arrojar al vació…? Eso es una locura…

Alegaba Cinque pero al rato la hicieron entrar "en razón". Las cuatro decidieron, puesto que no había escalera ni ascensor para bajar, arrojarse todas juntas al mismo tiempo hacia donde quiera que "teletransportara" ese hoyo oscuro. Ya habían visto muchas rarezas en los últimos tiempos así que su capacidad "de asombro" se iba limitando un tanto…

Tal y como acordaron se arrojaron las cuatro juntas…

En otro lado…

Hiyori despertó sólo para darse cuenta de que estaba atada de pies y manos a una silla de ruedas en lo que parecía una sala de hospital en su versión de pesadilla. Ella estaba en el centro de aquella sala y todas las esquinas estaban ocupadas con camillas, mesas de luz y colchones ensangrentados (pero todo parecía estar tirado en vez de ordenado además de presentar mucha suciedad pero al menos la habitación en la que se encontraba estaba bien iluminada). La nena intentó en vano librarse de sus ataduras pero ni siquiera sabía cómo emplear sus poderes especiales para zafarse así que llegado un buen rato dejó de intentarlo. Aunque sólo tenía diez años Hiyori sabía que seguramente no debía gritar por ayuda… pero de quedarse así mucho más tiempo no le quedaría de otra. La infante recordó que había sido secuestrada por dos mujeres a las que no reconocía pero lo que más la asustaba era que hubiesen matado a sus tías para lograrlo. Hiyori se entristeció… ni ella ni las adultas sabían bien lo que les estaba pasando pero la chica suponía que DEBÍAN saberlo para poder escapar de esta pesadilla viviente que las había absorbido. Hiyori luego oyó unos pasos cercanos, se abrió la única puerta de la sala o habitación viendo que una enfermera de como de unos cincuenta y tantos años se le acercaba con una mirada que la pequeña no podía descifrar.

– Hola Hiyori, así es cómo te llamas ahora, ¿verdad? Bueno, no tiene caso que intentes escaparte porque te inyectamos una potente droga que suprime tus esplendorosos poderes especiales. Al rato te inyectaré un poco más por si las dudas.

– ¿Qué quieren de mí? ¿Y qué les hicieron a mis tías? ¿Ustedes fueron las que nos dejaron atrapadas a todas en este mundo malévolo?

La enfermera le dio un cachetazo para enseguida reprender a la menor:

– Pendeja impertinente, no me aburras con tus preguntas.

Hiyori, pese al dolor y al miedo iba a responderle pero la cincuentona Chiaki Takao ya estaba saliendo para luego cerrar la puerta del otro lado con llave.

– Tías Mai y Reo… Mamis… por favor vengan a rescatarme pronto…

Fin del Capítulo 5

Comentarios del Autor: creo que este capítulo no me salió tan bien como parecía al menos en mi mente… Uh… pero sigo sin ser taaan bueno xD. ¡Saludos, lectores yuristas!