BLANK SPACE

Por Light of Moon


DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: RESIDENT EVIL Y SUS PERSONAJES PERTENECEN A CAPCOM, ÚNICAMENTE LA TRAMA E IDEAS ORIGINALES DE ESTA HISTORIA SON DE MI AUTORÍA.


Nota de la autora: ¡Hola amigos! Vuelvo a saludarles esperando que hayan pasado una Navidad increíble al lado de sus seres queridos, deseándoles lo mejor hoy y siempre, ya saben. Y bueno, entregando al límite el fic de este reto creativo, el cual verdaderamente ha sido como tal para mí, ya que regularmente yo escribo fluff, romance con parejas y personajes que domino y hoy me salí totalmente de mi zona de confort, escribiendo este pesudo-romance casual con un par de personajes que casi no he retratado en mis historias y la cereza del pastel, con una canción de Taylor Swift que, con todo el respeto que me merecen los swifties, ese estilo de música no es mi fuerte, quienes me conocen saben que amo el rock y me es más fácil escribir y sentirme identificada con esas melodías, pero bueno, por algo fue un reto. Así que espero haber podido hacer algo decente con lo que me tocó, y bueno, aquí vamos.

Espero que lo disfruten.


ONE SHOT: BLANK SPACE

Las luces del gigantesco candelabro de cristal decoraban el salón elegantemente. Uno de los casinos más exclusivos de la ciudad hoy cerraba sus puertas para una fiesta privada, de esas de las que no valía la pena —o la vida—, preguntar por el anfitrión o la razón. Sólo se asistía y ya. Aunque claro está, en estas reuniones no podía acudir cualquier persona.

Mirando entre el conglomerado de personas, se preguntaba dónde estaba su contacto; ¿sería acaso uno de los sujetos de mala pinta y trajes costosos que estaban cerca de las mesas de blackjack? o, ¿sería alguno de los caballeros de edad madura que compartían con jovencitas visiblemente más jóvenes que ellos?

Por la trayectoria, pericia y habilidad con la que habían descrito a esa persona, era una indudable eminencia en su ramo y, por ende, sería complicado encontrarle en semejante convivio.

"Va a ser una noche larga". Pensó para sí mismo mientras se acercaba a un tumulto de gente y socializar con ellos, a la par que bebían licores caros.

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Por otro lado, en la zona donde se llevaba a cabo el elegante baile, estaba sentada a solas en la barra, mientras degustaba un martini de fresas, observando a todos los asistentes, estudiando el panorama con los ojos entrecerrados a través de su antifaz de pedrería dorada. Enfundada en un vestido rojo carmesí que se ajustaba perfectamente a sus curvas y mostraba su muslo derecho, hacía un contraste hermoso con su piel pálida, a juego con los zapatos de tacón alto y grueso abrigo de piel, la dama escarlata no desentonaba de entre la elegancia de la reunión, al contrario, era como si hiciera uno mismo con la pompa y distinción del evento, como si hubiera sido hecho especialmente para ella. Y en efecto, tal aparición no pasaba desapercibida de entre los caballeros asistentes, quienes pese a ofrecerle el mundo entero, ella rechazaba uno a uno, como si no le interesara entablar conversación con nadie, o, mejor aún, estuviera esperando a "alguien".

Continuaba en su burbuja personal de tranquilidad cuando miró acercarse a un sujeto que vestía un traje color negro a tres piezas, con solapas y chaleco en tonos chocolate y camisa blanca que sin duda, favorecían a su piel morena; sin embargo, el cabello desaliñado y la barba incipiente sin afeitar, le daban un aspecto desenfadado, sumado a que la máscara que llevaba esa noche, era una especie de alusión al fantasma de la ópera, cubriendo únicamente la mitad de su rostro.

"Extravagante pero atractivo". Pensó para sí misma sin dedicarle más allá de una mirada de reojo, continuando en sus cavilaciones internas.

—Buenas noches, señor. ¿Puedo ofrecerle algo de beber? —Comentó el barista al recién llegado.

—Dame un coñac.—Respondió con un marcado acento español. Después de su vana búsqueda, estaba sediento y tenía que aprovechar ahora que podía darse el lujo de beber y trabajar.

—¿Alguno en especial?

—Dudo que en esta reunión no tengan algo que yo pudiera pedir. Así que, ¡sorpréndeme!

El bartender asintió y antes de retirarse a buscar el trago, preguntó:

—¿Algo más que se le ofrezca, señor?

Y poniéndo más énfasis en la voz, contestó:

—¿Tienes tabaco? —Habló mirando fijamente a los ojos al empleado.

El interpelado iba a responder algo, cuando la dama de junto se le adelantó:

—Tu favorito.

Y sacando de su bolso una cajetilla de cigarros, volteó a mirar a la dama que le estaba ofreciendo cigarillos, estando visiblemente sorprendido.

El bartender se retiró y el recién llegado dio una mirada arriba a abajo a la mujer que acababa de conocer. Ella era su contacto.

—¡Vaya! Esta sí que ha sido una sorpresa. —Dijo tomando un cigarro a la vez que sacaba un encendedor del bolsillo.

—No veo por qué. —Contestó ella sin inmutarse.

—No esperaba encontrarme con una dama. Un gusto conocerle. —Dijo mientras sostuvo su mano derecha y depositó un suave beso en ella, a lo que a la musa escarlata no pareció molestarle, al contrario, parecía complacida. —Permítame presentarme, yo soy…

—Luis Serra Navarro, científico español de la división europea de Umbrella.

El hombre enarcó una ceja sorprendido. Estaba sumamente intrigado e interesado por la mujer que tenía enfrente; en cambio, ella parecía leerlo como si fuera una revista. Dejó el cigarro en el cenicero, increíblemente, no le apetecía seguir fumando.

—Al parecer no eran rumores lo que se dice de usted, señorita.

—Me alegra que hayas oído hablar de mí. Aunque, tengo la certeza de que esperabas a cualquiera de esos gorilas que retozan con las jovencitas ingenuas. —Comentó con suspicacia.

—No es exacto; en realidad, no esperaba que mi contacto se viera justamente como mi siguiente error amoroso. —Dijo mientras le guiñaba un ojo a la espía de rasgos asiáticos.

Ella sonrió de medio lado, Luis comenzaba a caerle bien.

"Adulador". Pensó

—Soy Ada Wong.

—No te creo nada, pero si así quieres que te llame, yo encantado.

—Confórmate con eso.

Diciendo lo anterior, se escuchó el sonido de un bandoneón rompiendo el bullicio del lugar; los músicos empezaron a tocar las primeras notas de un tango, a la vez que iban apagando las luces, envolviendo a las parejas presentes en una atmósfera de misterio y romance.

—¿Bailamos? —Preguntó mientras estiraba su mano para realzar las intenciones de su invitación.

—¿Viniste a bailar o a hablar de negocios? —Espetó

—¿Por qué no ambas? ¿O acaso crees que no puedo jugar tu juego?

Sin decir nada, colocó su copa de martini en la barra, dejando marcados sus labios cereza en el cristal.

—¿Quieres jugar? Juguemos entonces. —Dijo poniéndose de pie y aceptando el gesto caballeroso de Luis a la vez que le ayudaba a dejar su abrigo blanco de piel en el perchero, dejando al descubierto su escote y la espalda totalmente desnuda. Notó la mirada contemplativa de Luis sin sorprenderse, era consciente de su belleza y si estaba enfrente de un casanova, sabría manejarlo mejor que él.

"Vaya que es guapa." Pensó Luis mientras la tomaba por la cintura y estrechaba su mano con la suya.

Ambos se movieron al ritmo de la música con una sincronía casi perfecta; como si hubiesen ensayado la coreografía con algún tiempo de anticipación, Ada se movía con gracia y Luis era un bailarín nato.

—Entonces, supongo que seremos socios. ¿Puedo saber los pormenores de la misión? —Preguntó Serra mientras le daba una vuelta a la espía.

—No me pagan por darte información. —Contestó sin dejar de hacer sus ademanes elegantes.

—Bien dicho. Supongo que lo sabré en su momento.

—Sólo dedícate al ámbar, cariño. Si sabes lo que te conviene.

Luis la acercó más a su cuerpo para poder hablarle al oído.

—¿Ahora sabes lo que me conviene?

La espía de rojo dio una vuelta, zafándose de su agarre para luego volverse a acercar con posesión.

—Sé muchas más cosas que tú. —Dijo mientras se acercaba a su pecho con un movimiento rápido.

—Entonces, ¿qué puedes enseñarme?

—¿Tú que puedes enseñarme a mí?

Luis continuó bailando mientras guiaba a la asiática por el salón.

—Magia, locura, el paraíso…

Y acercándose a uno de los jarrones que estaban cerca, tomó una de las rosas rojas que estaban allí y se la colocó en la boca.

—Y el pecado. —Terminó mirándola seductoramente.

Ada se acercó a su boca y le quitó la rosa de los labios con los suyos rozando suavemente, en seductor juego de poder.

—Interesante. Pero yo, vine a trabajar. —Dijo soltándose de su agarre y tomando la rosa con sus manos, para cortar un trozo del tallo y colocar la flor en el traje de Luis.

—Yo también, pero quiero que seamos amigos. —Contestó sonriendo de medio lado, volviendo a atraerla hacia sí para continuar con la pieza.

—¿Crees que voy a caer en la palabrería barata de un Don Juan?

Al oír esto, Serra hizo un movimiento rápido al bailar colocando su pierna entre las de ella, a lo que la dama de rojo levantó la misma hasta alcanzar la cintura de su acompañante, obteniendo que con este movimiento de tango, sus rostros quedaran a centímetros de distancia.

—Don Quijote, me gusta más que Don Juan. —Respondió guiñandole el ojo y agregó: —En todo caso, ¿por qué caería yo los encantos de una pesadilla disfrazada de un dulce sueño?

Este sujeto la estaba retando; jugando con sus mismas cartas, pero lo que Luis no sabía es que Ada era una experta y él, probablemente un aficionado más.

—Puedo lograr que los chicos malos sean buenos un fin de semana. —Susurró contra su oído de una manera tan seductora, que provocó que la piel del cuello de Luis se erizara, deleitándose con su aftershave amaderado. Serra sonrió de medio lado.

—¿Quieres una copa?

—Solo bebo en ocasiones especiales.

—Te garantizo que será inolvidable. —Prometió con seguridad, aunque no tuviera idea de qué rumbo debía tomar con esta mujer, él le habría prometido la galaxia entera de habérselo pedido.

La pieza musical terminó y la mujer escarlata caminó de regreso a la barra. Entonces, como si fuese el canto de las sirenas, la siguió sin decir absolutamente nada. Caminando tras de ella, estaba pensando en decir algo ingenioso cuando un sujeto de traje blanco y rostro soberbio se acercó a ella con suficiencia, rodeado de sus guaruras.

—Buenas noches, Ada. No esperaba encontrarte aquí. —Saludó el hombre, ignorando campalmente a Luis.

—Ser un incauto es parte de tu personalidad, Derek. —Respondió sin hacerle mucho caso y sentándose en su lugar frente a la barra.

—No cambias, querida. Y eso me gusta más. —Dijo en tono seductor y acariciándose el bigote, mientras la observaba de pies a cabeza.

La dama escarlata puso los ojos en blanco con semblante aburrido por la galantería barata del sujeto en cuestión.

—Tú tampoco has cambiado, Simmons. Y eso me aburre más.

Luis que miraba todo aquéllo de manera expectante, se preguntaba quién rayos era ese hombre que hablaba con tan poca caballerosidad a su contacto, pero a pesar de que no tenía idea de su nombre, estaba seguro de haberlo visto en algún lado, en periódicos o tal vez en televisión, quién sabe. De todas maneras, al encontrarse allí, no tenía duda de que fuera alguien importante, tal vez demasiado.

Al parecer, Derek Simmons no iba a darse por vencido tan fácilmente y rápidamente chasqueó sus dedos; de manera inmediata, uno de sus hombres abrió el portafolio que llevaba bajo el brazo y sacaron de allí una especie de cofre de tamaño considerable, el cual uno de los hombres lo sostuvo, a la vez que otro lo abría para revelar su contenido.

"¡A la mierda!" Pensó Luis cuando observó el contenido de aquel portafolio, al mismo tiempo que le daba un enorme sorbo a su coñac.

Se trataba de un diamante del tamaño de una nuez de castilla, de una extraña coloración azul, que colgaba soberbio de un collar del cual, no se necesitaba ser un joyero experto para saber que su valor era incalculable.

Hope no es el diamante más grande del mundo, ni tampoco el más refinado. —Explicó Simmons mientras tomaba la gema con sus manos toscas. —Pero sin duda alguna, es el único diamante que posee este color azul intenso con tonalidades en rojo sangre que, sin temor a equivocarme, le vendrían de maravilla a tu hermosa piel, corazón.

Ada observó el diamante con aire altivo, indudablemente, la joya era increíble; sin embargo, ella no era una mujer fácil de deslumbrar. Por otro lado, Luis entendió que, más que una demostración de una situación económica privilegiada, lo que ese hombre pretendía, era demostrar poder.

—Se cree que este diamante fue robado de la India en tiempos remotos, perteneciendo originalmente a una deidad de la región; por lo que además de su belleza y valor económico inconmensurable, Hope también contiene una maldición; aquél que lo posea lo perseguirá la desgracia y la mala fortuna, tal y como le sucedió a Luis XVI y María Antonieta que no fueron dignos…

—Tanto preámbulo comienza a aburrirme. Estoy en una fiesta, no en el museo de Louvre.

Simmons dio una media sonrisa.

—Creo firmemente que este diamante da un presagio de muerte a sus portadores porque ninguno ha sido digno de él, ya que como dije, este pertenecía a una deidad, por lo que sólo una diosa como tú, está destinada a poseerlo.

—Pierdes tu tiempo, no volveré a trabajar contigo. —Respondió con desinterés, mientras sacaba un cigarrillo de su bolso y lo colocaba en una boquilla larga. —¿Tienes fuego, cariño?

Luis, que hasta ese momento sólo había sido espectador, sacó su encendedor y prendió fuego al cigarrillo de la dama escarlata, conteniendo sus ganas de preguntarle a aquél hombre si él podía tomar el puesto de Ada en lo que sea que hubieran trabajado juntos, a cambio de la joya de Cartier.

No obstante, también Derek Simmons era un hueso duro de roer y no iba a rendirse a la primera.

—Oh, no, no. Yo no te estoy pidiendo eso, amor. Sólo te estoy pidiendo una noche a cambio. ¿Qué dices?

Ada tomó una profunda calada a su cigarrillo y sacó el humo con la cara hacia arriba, mirando el enorme candelabro del salón, para luego mirar fijamente a los guardaespaldas de su interlocutor.

—Querido, a mis amantes los escojo yo, por lo que no hay dinero ni joyas en el mundo que puedan comprar una noche conmigo. Yo me voy a la cama con quien me gusta y, en todo caso, me gustan más tus mozos que tú. — Respondió con suficiencia, a lo que los guaruras del aludido, no pudieron evitar ponerse de mil colores por el halago. —Así que guarda tus joyas, que conmigo no te sirven.

Luis al presenciar la escena, no pudo evitar esbozar una sonrisa burlona ante la elegante manera en que Ada había mandado al carajo al tal Simmons, disfrutando a cada instante de la humillación de ese sujeto; no obstante, Derek no había tomado a bien el rechazo.

Le dio bruscamente la joya a uno de sus empleados y se plantó frente a la espía, visiblemente irritado.

—Tú no vas a burlarte de mí.

—Ya lo hice.

—Ah ya entiendo, sigues bajo el mando del maldito de Wesker, ¿no es así? —Reclamó.

—Eso a ti qué te importa. —Continuó ignorándolo mientras seguía fumando su cigarrillo.

—Yo puedo darte lo mismo o más de lo que te ofrece ese bastardo pretencioso. —Insistió alzando la voz.

—No estoy interesada.

Perdiendo totalmente la paciencia ante la actitud reacia de Wong, intempestivamente la tomó del brazo y la obligó a mirarlo a los ojos.

—Escúchame, maldita zorra…

—¡Suéltala!

Luis, que se había mantenido como un espectador ante la conversación de Ada y Derek Simmons, al escuchar que el desconocido la había insultado no pudo evitar ponerse de pie y empujarlo para que la soltara inmediatamente. Aunque su plan inicial había sido el de no intervenir debido a que, observó que Ada manejaba la discusión con diplomacia y sabía de sobra que ella podría arreglárselas sola, cuando ese imbécil se estaba portando impertinente, su naturaleza le impidió que continuara indiferente, muy a su pesar de que odiaba la violencia.

La reacción de Serra había sido tan repentina que sorprendió a la propia espía y a los guardaespaldas, que no pudieron evitar que su jefe cayera al suelo de espaldas.

—¡Pero quién demonios te crees que eres! —Aulló el presuntuoso individuo mientras sus guaruras lo ayudaban a levantarse.

—Me creo el hombre que jamás permitirá que le falten al respeto a las damas.

—Ahora te enseñaré quién soy yo.

Rápidamente, el más alto de los guardaespaldas tomó a Luis por las solapas de su traje y lo levantó como si fuera un trapo viejo, sólo esperando la orden para masacrar al científico de Umbrella. Serra instintivamente cerró los ojos; pese a que tenía los conocimientos básicos para defenderse, no dejaba de ser un hombre de ciencia y no un buscapleitos o un agente entrenado.

El de cabello castaño, esperó para recibir el primer golpe que seguramente sería inmisericorde; empero, este no llegó. Abrió los ojos con inseguridad y lo primero que vio fue a la musa escarlata apuntando directamente a la frente de Derek Simmons, decidida a cortar cartucho en cualquier momento, ante la mirada expectante del resto de los invitados.

—Dile a tus gorilas que lo suelten. —Dijo con voz tranquila pero mirada amenazante.

—No te atreverías a hacer un escándalo aquí.—Repuso Simmons con ambas manos en alto.

—Ponme a prueba. —Retó mientras acercaba la mano al gatillo.

Con un ademán, ordenó a su empleado que soltaran a Luis, el cual fue liberado en cuanto se dio la instrucción, retrocediendo un paso para intentar alisar las marcas que ese salvaje había dejado en su camisa.

—Ahora vete, estás acabando con mi paciencia. —Siguió solicitando con tranquilidad, aunque esta vez también apuntó a los guaruras del funcionario de gobierno.

Con el orgullo herido y profundamente irritado, Simmons no tuvo más remedio que irse, ante las miradas y murmuraciones de los presentes.

Una vez que se hubieran marchado, Ada guardó su arma en el bolso y sacó un lápiz labial rojo junto con un espejo, para retocar nuevamente el carmesí de sus labios.

—Vaya, parece que de defender a damiselas en apuros, pasé a ser la chica en aprietos. —Dijo con su característico humor ácido el español.

—Un simple "gracias" es suficiente. —Comentó mientras seguía coloreando sus labios.

—No creo que te conformes con un simple "gracias." —Respondió.

—En eso tienes razón. —Comentó mientras guardaba los cosméticos en el bolso costoso. —Pero hoy tienes suerte y me prometiste un trago. ¿Vamos? —Habló poniéndose de pie y colocándose nuevamente su abrigo.

—Entonces, ¿seré uno más en tu lista de amantes? —Comentó mientras le ofrecía el brazo y caminaba con ella hacia la salida, haciéndole mención de la conversación con Derek Simmons.

—Hay un espacio en blanco en esa lista. —Contestó con coquetería.

—Entonces me sentiré honrado por ser elegido por encima de una joya de Cartier.

En eso tenía razón, ya que Ada no era mujer fácil de convencer; sin embargo, él se había percatado que a diferencia de Simmons, Ada lo había escogido él y no él a ella. Y por otro lado, desde el primer momento, a la espía le había agradado el trato de Luis; era el único que la trataba como una dama sin subestimarla; no como Leon que era tenía complejo de héroe sobreprotector; Wesker, que no era capaz de preocuparse en nadie que no fuera él o el idiota de Simmons, que pretendía que ella fuera uno más de sus trofeos. Indudablemente, Luis se había ganado su atención y con el tiempo, quizás algo más.

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Los primeros rayos del sol se filtraban a través de las cortinas, evidenciando que ya era muy de mañana o, probablemente ya pasaba de medio día. Despertó con pesadez y observó que estaba solo en el dormitorio, con la cama hecha un desorden y su ropa esparcida por el suelo. Después de lo ocurrido anoche, no esperaba menos.

Se levantó colocándose una sábana que cubriera la parte inferior de su cuerpo y caminó directo al baño para lavarse la cara y al mirarse en el enorme espejo, observó que tenía manchas de lápiz labial rojo en los labios y algunas partes del rostro, además de llevar escrito con el mismo cosmético las palabras "buen chico" en el pecho, enmedio de los pectorales. Esa mujer le había dado la mejor noche de su vida y se encargó de dejárselo bien en claro.

Luis sonrió y no pudo evitar dar una carcajada al pensar que de cazador pasó a ser cazado por su socia y ahora también amante, cosa que no le molestaba en absoluto. Él, que pretendía darle clases de galantería, locura y pecado a la espía, terminó siendo instruido por quien fuera su mejor maestra hasta el momento; de un chico malo, lo convirtió en una dócil paloma, aunque fuera por un fin de semana, como ella lo había dicho.

Se pasó una mano por el cabello que también estaba hecho una maraña y observó un pequeño pedazo de papel que estaba junto al lavabo del baño y, al tomarlo entre sus manos, leyó la caligrafía elegante

"Nos volveremos a ver, Don Quijote."

Sonrió entonces, porque sabía de sobra que Ada Wong siempre cumplía sus promesas. Ambos eran jóvenes, impulsivos; no necesitaban una etiqueta o un lugar definido en la vida del otro, simplemente eran un espacio en blanco en el cual, estaban destinados a escribir sus nombres.


FIN


Ya está hecho, hace mucho que tenía ganas de hacer algo de Luis y Ada por "Separate Ways" que, aunque como dije al principio, es algo que no domino, me gustó el ship y lo venía prometiendo hace mucho. Traté de hacer algo semi-canon o al menos como yo me imaginé que se daría la interacción entre ambos, decidiendo incluir a Simmons en la ecuación para que se notara la diferencia de trato entre él y nuestro chico español favorito.
La escena de la joya, hace mucho que también tenía ganas de meter una referencia a esa anécdota que, si alguien conoce ese cameo y de dónde surgió, díganmelo en los comentarios, para ver si son observadores.
En fin, espero haberle hecho justicia a la canción de Taylor Swift y al LuisxAda, me gustaría saber su opinión is me lo permiten, me motiva mucho.

En fin, ¡felices fiestas a todos y nos estamos leyendo!