Resultados treceava rifa: Harold. Stacie, Zee, Tyler, Anee María, Jo
A. Patinando sobre hielo (Harold x Tyler)
Tyler se quedó hasta el final de las pruebas… y un poco más, sólo un poco más, en lo que agarraba valor para decirle a su papá que lo habían rechazado del último equipo deportivo de la escuela. Siempre podía regresar al equipo de ajedrez, ahí nunca rechazaban a nadie… aunque siempre lo dejaban en la banca en los torneos, lo que era raro considerando que al parecer era la única escuela con una banca en su equipo de ajedrez.
Un chico flaco y pelirrojo con la cara llena de pecas se dejó caer a su lado para amarrarse los patines.
—Lo siento, hermano, pero las pruebas para el equipo ya terminaron —le deja saber Tyler, porque Tyler es un buen chico.
El pelirrojo lo voltea a ver con expresión de confusión.
—Sí… fueron hace una semana. Y yo ya estaba en el equipo, no necesitaba hacer la prueba —le explica.
Ahora es el turno de Tyler de estar confundido.
—Pero yo acabo de hacer la prueba… ¿O es que llevo una semana aquí? ¿Qué fecha es? —preguntó Tyler sobresaltado.
—Lo dudo mucho, es la primera vez que te veo aquí —contestó su interlocutor—. Aunque siempre existe la posibilidad de que se abriera un agujero espaciotemporal en esta banca y te haya hecho saltar una semana de un momento para otro.
—¿En serio? —preguntó Tyler abriendo mucho los ojos.
—Bueno, es de menos del .00001%, pero sí, siempre existe la posibilidad.
—¡Harold, sal a la pista, ya! —ambos escucharon el grito de una mujer grande pero con el cuerpo muy tonificado al centro de la pista.
—Bueno, debo ir a entrenar. Espero que tus padres no te hayan mandado poner en los cartones de leche debido a tu pequeña travesía interdimensional— le dijo el chico, que ahora sabía que se llamaba Harold, mientras se ponía de pie.
—Si lo hicieron espero que al menos hayan elegido una foto en la que me vea guapo.
Harold sonrió y entró a la pista. Y a pesar de lo aterrador del prospecto de haber estado desaparecido durante una semana, Tyler se sentía mucho mejor. Sabía que ya debía irse a su casa, pero algo dentro de él lo hizo permanecer pegado a la banca mientras veía como la entrenadora, definitivamente no la misma persona que le había hecho la prueba, daba un par de instrucciones y el grupo de chicos y, sobre todo, chicas empezaba a dar vueltas en la pista.
Sus movimientos eran suaves y fluidos, muy distintos a los de los jugadores de hocky con los que se había enfrentado en las pruebas. No fue hasta que vio como la entrenadora pasaba al centro para dar vueltas sobre su propio eje y después a una de las chicas pasar a intentar imitarla que se dio cuenta de lo que estaba pasando. Eso era patinaje artístico, uno de los deportes para los que ni siquiera había considerado audicionar porque creía que eran exclusivos para niñas. Pero no sólo había hombres en el equipo, si no que uno de ellos, Harold, parecía hacerlo mucho mejor que todos los demás.
Claro, si Tyler hubiera contado se habría dado cuenta de que se caía más veces que el promedio… muchas más veces. Aunque era posible que fuera justamente eso lo que lo tenía tan fascinado, ver como caía y volvía a intentarlo para al final lograrlo. Tyler encontró sus movimientos hipnotizantes y no podía dejar de mirarlo. Así que antes de que se diera cuenta el entrenamiento había terminado y él no había regresado a casa.
—Así que, viajero del espacio-tiempo, ¿acaso descubriste que tu universo original es completamente distinto a todo lo que alguna vez habías conocido? —se acercó a preguntar Harold genuinamente consternado.
Tyler no entendió nada de lo que había dicho, pero sabía que lo quería volver a ver patinar.
—¿Crees que pueda ser el aguador de su equipo? —preguntó Tyler.
Los del equipo de soccer y ping-pong se lo habían ofrecido después de que casi se había puesto a llorar después de que lo habían rechazado, otra vez, este año, pero la mirada de Harold hacía pensar que probablemente esa no era una opción ahí.
—Déjame ver lo que puedo hacer— le contestó Harold, al ver la mirada de cachorrito que el chico de la banca estaba poniendo.
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Tyler le dijo a su papá que había entrado al equipo de ajedrez, otra vez, porque sabía que así no se ofrecería a ir a verlo a sus competencias. Pensó en decirle que había entrado al de patinaje artístico, lo que era técnicamente cierto, pero no sabía cuáles eran sus políticas respecto a ese deporte (si era uno digno de ir a ver o no) así que no podía arriesgarse.
—¡Auch! —exclamó Tyler mientras agitaba su dedo y una diminuta gota carmesí escurría por él.
—¡No vayas a manchar de sangre mi traje! —exclamó una chica de rostro anguloso y cabello oscuro agarrado en una cola de caballo mientras le arrancaba de las manos el traje rosa que Tyler había estado bordando—. ¿Qué tipo de puntadas son estas? ¡Entrenadora!
Josee, la estudiante de último año que junto a su pareja, Jacques, había ganado medalla de plata en cada uno de los torneos escolares de la provincia, salió corriendo de las gradas. Tyler suspiró.
—No te preocupes, no importa lo que le diga, la entrenadora está feliz de tener un bordador de tiempo completo. Normalmente tenemos que estar convenciendo a nuestras mamás o abuelas de que ellas los borden —le aseguró Harold—. No van a despedirte.
—Ni siquiera había considerado la posibilidad de que me despidieran —confesó Tyler—. Creí que me iban a mandar a la banca o algo así… aunque no sé como se puede mandar a la banca del equipo de costura de trajes… sobre todo cuando eres el único miembro.
—Quizás el próximo año puedas intentar entrar al equipo de patinaje de verdad, ¿sabes? —le sugirió Harold, sentándose a su lado y recargando su hombro contra él.
—En realidad no estoy seguro de que el patinaje artístico sea lo mío —confesó Tyler.
La verdad era que desde que había empezado a bordar los trajes de los patinadores había intentado imaginarse a si mismo en uno de ellos; dando vueltas y deslizándose por el hielo. Pero simplemente no podía. Había algo mágico y misterioso en la forma en la que todos los patinadores, pero sobre todo Harold, se movían sobre el hielo que sentía se perdería si él intentaba hacerlo.
—¿Y cómo vas a saberlo si no lo intentas? —insistió Harold, dándole un golpecito en el hombro.
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La primera vez que Tyler entró a una pista de hielo con Harold fue en un centro comercial. Harold lo tomó de ambas manos y patinó hacia atrás como todo un profesional mientras lo guiaba alrededor de la pista. Habían decidido que iba a ser así para que Tyler se sintiera menos presionado, para que toda la connotación se sintiera como algo más bien casual que deportivo. Casi se sentía como una cita.
Las manos de Harold se sentían cálidas entrelazadas con las suyas y aunque los lentes entorpecían un poco la vista, era fácil perderse en sus lindos ojos verdes. Cuando Tyler se dio cuenta de lo que estaba pensando se puso completamente rojo y entró en pánico, se intentó separar de Harold demasiado rápido y terminó cayendo de cara contra el suelo, pero lo peor de todo fue cuando la pareja de atrás se tropezó con él y le terminó cayendo encima.
Tuvieron que perder los otros 45 minutos de tiempo de patinaje que habían pagado porque no había forma de que Tyler pudiera regresar ahí. Así que ahora estaban los dos sentados en las sillas de una heladería mientras el chico sostenía una bolsa de hielo contra su ojo.
—Tyler, ¿estás bien? —preguntó Harold.
—Sí, bueno, duele, obviamente, pero…
—No me refería a los golpes —Harold suspiró—. Todo iba tan bien y te pusiste raro de repente.
Tyler evadió su mirada. No era la primera vez que se descubría a si mismo teniendo pensamientos del tipo romántico hacia Harold, pero siempre había sido muy bueno convenciéndose a si mismo que eran tonterías, que en realidad no era posible que estuviera sintiendo eso. Quizás si se lo decía en voz alta a Harold él le podría confirmar que era una locura, era muy listo después de todo.
—Es que… te vas a reír… es sólo que me puse un poco nervioso por un segundo porque… medio me sentí como si esto fuera una cita.
Ahora fue el turno de Harold de sonrojarse y mirar hacia otro lado.
—La verdad es que… yo había asumido que esto era una cita —confesó.
Estoy conflictuada con este one-shot porque me emocionaba mucho la pareja y creo que en 1500 palabras no tuve el tiempo de desarrollarlos como me hubiera gustado hacerlo. Espero que aún así les haya gustado, diría que algún día me voy a dar el tiempo de desarrollarlos como se merecen pero con todos los proyectos que tengo y lo lento que escribo últimamente lo veo difícil. Hablando de eso tenía la esperanza de acabar este proyecto antes de que acabara este año, pero creo que también ya está imposible. Eso sí, esperen al menos un one-shot más antes del 2024. ¡Feliz Navidad por mientras!
Los quiere: yo.
