Un final un inicio. Con imagenes en Wattpad.
Prologo
Las dunas del pasado.
El tic tac del reloj me acompaña. Lo único audible es el sonido de fricción de mi lápiz sobre el papel. Llevo en este lugar ya casi dos años. Por mucho el lugar más seguro que he encontrado.
Los recuerdos de mi vida siempre asechan. Mi vida no ha tenido un buen inicio después de todo.
Tuve que huir de mi propio país debido a las amenazas de muerte que recibí. Solo recordarlo me hacía tener escalofríos, el gobierno no nos otorgó protección; en cambio, tuve que escapar de todo ojo público por unos años.
Todo parecía la conspiración de un loco.
Incluso mis colegas tuvieron que huir para salvar sus vidas, pero lamentablemente, todos ellos acabaron traicionados por sus propias familias.
«Fue un accidente.» Dijeron los noticieros de mi país encubriendo la realidad, mientras que a mí me declararon como terrorista.
Escribo y escribo, quiero escribir esta historia, quiero colocar mi vida aquí. Para que, cuando lo haga público todos lo sepan, aun si estoy muerto.
Escape de mi país y me fui a la otra punta del mundo; a Japón, en un pueblo alejado de las ciudades principales, por un tiempo estuve siendo perseguido como un fugitivo, el invento que hicimos hubiera cambiado por completo la forma de usar el combustible.
El material de producción era tan eficaz, que incluso podía alimentar una ciudad entera solo con una pequeña máquina que construí.
He estado huyendo desde entonces, abandone toda mi vida allí. Ahora, solo soy un cuerpo esperando su final. Siempre he pensado que debí morir allá en mi país.
Cuando me doy cuenta veo que solo estoy rayando la hoja. Aprieto mis dientes con fuerza, la ira dentro de mí no me dejaba concentrar.
Mi habitación es un completo desastre. No tengo mucho dinero y apenas puedo sobrevivir realizando trabajos para estudiantes universitarios.
Con el poco dinero que tenía, logré alquilar un taller que pertenecía a unos abuelos. El cuarto estaba lleno de polvo y suciedad; mi escritorio era iluminado por una sola lámpara que apenas iluminaba la mitad del espacio. Sobre él, se amontonaban mis trabajos en pilas que no seguían ningún orden lógico.
«Aunque siento un poco de pena por las personas que están aquí» Miro mi celular. Una notificación es lo único que se asoma, "Ya salió el último capítulo del arco 6 de Re:zero."
Una de las pocas historias que sigo. Curiosamente, la conocí gracias a los abuelos que viven aquí.
Estos abuelos están increíblemente apasionados con la historia, incluso son ellos quienes me dicen cuando salió un nuevo capítulo.
Los abuelos que me alquilan también perdieron a su hijo. Este despareció exactamente igual que la historia y tenía el mismo nombre; claro, no tardé en descubrir que uno de sus familiares les pidió hacer una historia en memoria de su hijo.
Los abuelos sorpresivamente aceptaron. El autor hizo una historia que rápidamente se hizo popular en todo el mundo. Esa historia es Re:zero.
«Un isekai eh…»
La indiferencia del mundo te hace querer ver historias en las que puedes escapar e ir a un lugar donde tienes diferentes posibilidades, donde puedes tener poder y disfrutar tu vida a pesar de las adversidades. Un lugar donde no estas atado a tu pasado, donde tu eres el centro del mundo y este gira en torno a ti.
Yo quizás no soy diferente, después de todo el lugar más seguro para mí sería otro mundo. Sin embargo, si tienes algún talento este mundo te recompensa. Mientras tengas poder este es el mejor lugar para vivir, incluso mejor que cualquier otro mundo.
Como ingeniero, tengo múltiples conocimientos que podría aplicar en otro mundo. Aunque no es solo por ser ingeniero, si no porque he estado encerrado y mi único hobbie es investigar cosas sobre maquinas antiguas. No se si podría luchar así bestialmente pero tampoco he descuidado mi cuerpo.
Caprichosamente, mientras pienso en que sería de mí en otro mundo. Este responde a mi llamado.
"¡Marco!"
Un grito profundo resuena en mi cabeza. Con él, una sensación de tristeza y dolor recorren mi pecho. En mi cabeza, casi como su fuera parte de mi vista vi un tubo de metal, atravesando mi pecho.
La sangre brota de mi pecho, mientras que debido a mis convulsiones mi vista se nubla, pero puedo ver que hay personas peleando con todas sus fuerzas, el sentimiento de inutilidad recorre mi cuerpo mientras este se desvanece. Por último, un grito.
Entonces la visión se detiene.
— ¡Ahg! — Jadeo por la impresión del momento.
No entiendo que acabo de ver. Quizás ya me estoy volviendo loco.
La ansiedad en mi empezó a incrementarse, un sentimiento profundo arremetió en mi cuerpo, mi corazón empezó a latir con rapidez. Apreté mi pecho y miré las cámaras que estaban instaladas.
"Se ha detectado una presencia"
Otra vez, después de dos largos años. Por fin pensé que había escapado, me fui a otra parte del mundo, a una finca en un lugar remoto. No salí y todas mis cuentas eran falsas.
Pude ver como cinco hombres saltaban las vallas del exterior de la finca. Todos con trajes negros semi militares, sus mascaras parecían de algún plástico extraño y estaban armados con fusiles.
Me dirijo rápidamente a mi escritorio, abro el cajón inferior y saco una pistola, tomo el cargador y con un clic esta queda cargada.
«¿Cómo me descubrieron?» No puedo pensar nada, no hay nadie que me conozca, cambie mi peinado e incluso me hice una cirugía facial clandestina. Incluso cree una identidad falsa por lo que no debería ser conocido.
No tiene caso pensar más. Saco mi laptop y la dejo cargando el código, tengo que darle tiempo para que todo salga bien. Una lastima que no podré colocar mi historia. Al menos, quería no ser simplemente un terrorista.
Salí rápidamente para buscar a los abuelos. Solo mi cuarto tenía esa apariencia descuidada, ya que por fuera la casa tenía su clásico estilo japones antiguo. El piso de madera, el papel tapiz. Cuando vine me parecía hermoso, ahora solo es una decoración más.
los hombres estarán aproximadamente en unos diez minutos así que tengo que sacarlos por la ruta de escape.
Paso a paso la presión se hace más grande, después de todo ellos no saben que acogieron a un terrorista. Tengo que pensar algo lógico, pero tampoco es que sepa que se puede decir.
Cuando a la sala, una típica sala japonesa con un sofá que compre para ver la televisión me recibe. En el sofá estaban ambos abuelos, apreciando una foto de su hijo, el cual no ha vuelto desde entonces.
Trago saliva en intento poner toda mi fuerza en mi voz.
— ¡Tenemos que irnos ya! — Intento ser lo más fuerte posible, mi voz siempre ha sido bastante grave por lo que se escucha con facilidad.
Ambos me miran, dándome una sonrisa junto a una mirada de relajación , contrastando con mi mirada de desesperación y miedo.
Entonces Kenichi me mira y sonríe.
— Parece que gané la apuesta. — Este pone su mano junto a la de su esposa, sin mostrar señal de temor alguno.
Naoko solo sonríe, ella por una enfermedad a causa de la vejes perdió la voz. Por lo que se comunicaba por su lenguaje corporal y también usando el lenguaje de señas.
— ¡No hay tiempo que perder! ¡Yo puedo cargar a Naoko, si tomamos la ruta de escape.! — Miré a ambos desesperado, preocupado por la vida de quienes me han cuidado con cariñó.
Burr, Burr.
Mi celular vibra descontroladamente. En mi ruta de escape se detectó movimiento hostil. Si entraron también por mi ruta de escape entonces puedo reducir la lista a unas dos personas. Sin embargo no será fácil para ellos salir de allí.
A pesar de esto, también soy consciente de que no hay una forma de escape segura. Los temblores de mi celular coinciden con mis pequeños espasmos, el sudor empapa mi frente y mi cabeza comienza a sentirse pesada por el estrés.
Me siento tentado a rendirme, después de todo, estoy cansado de huir, pero no puedo permitir que estas personas arriesguen su vida por mi culpa. Su amor puro y sincero merece algo mejor que esto.
— ¿También la ruta de escape? — Dijo Kenichi con una sonrisa.
Kenichi sabe de mis rutas porque fue el quien me ayudo a construirlas, yo solo fingí ser alguien paranoico pero el no tuvo ningún problema. Si tenían las dos rutas entonces podía escapar por la ultima ruta, el problema es que no los podía llevar a ellos.
— Ya sabía quién eras. No te preocupes por nosotros, he vivido una vida con un único arrepentimiento. Siempre he sido el mejor en todo lo que hago, pero no pude proteger a mi único hijo. — El hombre entonces suelta una única lagrima de arrepentimiento y abraza a su esposa.— Nosotros nos quedaremos, al menos tu debes vivir.
Intento hablar, doy un paso pero puedo ver su determinación. Ellos ya están dispuestos a terminar aquí. Verlos así, personas que nunca se habían rendido, siempre con la esperanza de volverlo a ver. Aún no puedo encontrar un motivo, pero no puedo dejar que mueran en este lugar.
Empiezo a mover mis manos intentando decir algo coherente, no se me ocurre nada, pero quizás les puedo dar algo de esperanza.
Podemos escapar, lo haré posible. Ustedes me dieron hogar, me trataron bien por lo que no puedo dejarlos morir por mi culpa. — Refute su negativa desesperado.
Kenichi me mira, a pesar de tener ahora más de cincuenta años, su cuerpo está en forma y es capaz de realizar cualquier actividad física sin problemas. Un cuerpo prodigio sin duda alguna.
Ambos hacen una sonrisa satisfecha, como si de alguna forma hubiesen cumplido su objetivo. Kenichi mira por un instante la foto de su hijo antes de decir:
— Te hospedamos aquí porque sentimos en ti una conexión con nuestro hijo, de alguna forma, a pesar de ser alguien de otro país pude sentir en ti una conexión. Ya sabes, los sentidos de los padres no se comparan con nada.
Naoko me mira con calidez. Con unas señas con las manos me pide que me acerque. Ella tampoco se veía preocupada, en cambio su rostro era de una relajación extrema, casi aceptando su destino.
Camine hacía ellos sintiendo toda la presión de la situación, cuando estoy lo más cerca posible Kenichi me obliga a agacharme. Ambos juntan sus brazos alrededor mío en un cálido abrazo, su calidez era algo que no sentía desde la última vez que vi a mi padre.
No pude evitar pensar en él.
«¿Qué será de mi viejo?»
Unos segundos después Kenichi me da un empujón, me mira con firmeza y me grita que debo irme.
— ¡Aprovecha la salida de la cocina, tienes que irte ahora o será demasiado tarde.!
Mientras ambos se despedían de mí, una fuerte explosión sacudió la puerta del lugar, llenando la sala de escombros y polvo. Rápidamente, comenzaron a escucharse pasos fuertes y voces en inglés que ordenaban asegurar la zona.
— Aseguren la zona. Maten a todos menos al objetivo. — Dice una voz desconocida.
Ahora esta claro. Vienen por mí. El hecho que no quieran mi vida significa que quieren robar todo lo que tengo.
En un acto instintivo, aun con la vista obstruida, tomo mi pistola y disparo ante la primera señal de movimiento.
Ante el disparo un cuerpo cae al suelo. Los hombres al instante se alertaron y arremetieron en disparos hacia la ubicación del sonido. Tomo cobertura y arriesgándome corro hacia la cocina. Al llegar, quito el horno que estaba bloqueando la puerta.
El gas empieza a salir pero cierro la pluma al instante. Los disparos seguían taladrando en el ambiente. El polvo ha bajado un poco por lo que se puede distinguir mejor.
Mientras los hombres disparaban pude escuchar una voz.
— ¡Ni crean que les dejaré seguir! — Kenichi arremete contra los hombres, rápidamente toma del cuello a uno y lo utiliza como rehén.
Los hombres le apuntan pero este no se inmuta. Kenichi tenía en su mano el arma de su rehén, apuntándole a todos. Es una simple finta, pero es el tiempo suficiente para poder iniciar la trampa.
Abro mi celular, mientras lo hago una sonrisa se empieza a dibujar en mi rostro. Quizás no tenga que huir, quizás pueda salvarlos. Agradeciendo mi desconfianza al instalar todo esto inicio el programa.
Torretas instaladas salen de la pared, con una inteligencia artificial estas reconocen a Kenichi y a Naoko. Las torretas no eran más que subfusiles, estas empiezan a disparar a los hombres armados en una lluvia de balas, matando a varios de los presentes.
En un momento, me detuve y pensé que tal vez no necesitaría escapar sin ellos, así que decidí esperar. Los hombres que habían entrado por mi ruta de escape probablemente también habían sido eliminados. Solo tenía que esperar.
Las balas dejaron de sonar y todos los hombres en la habitación estaban muertos. Mi rostro se relajó un poco y rápidamente me emocioné. Intenté dirigirme a la sala, pero en ese momento una granada comenzó a rodar por el suelo.
Mis ojos se encontraron con los de Kenichi por un instante y él me sonrió por última vez. Con un gran impulso este corre hacia Naoko para abrazarla en una última prueba de amor.
Eso fue lo último que pude ver.
¡BOOOM!
La explosión retumbó con fuerza, los escombros cayeron del techo y la cocina se vio afectada, dejándome sin aliento. Me agaché instintivamente para protegerme, mientras que mis oídos zumbaban por el estruendo ensordecedor.
Cuando me puse de pie, la desolación me invadió al ver que la ruta de escape estaba obstruida por los restos de la explosión. La desesperación se apoderó de mí al pensar que el sacrificio de ambos había sido en vano.
No quiero ver la sala, no quiero ver las consecuencias de mis acciones. No estoy seguro de poder soportarlo de nuevo. Aprieto mis labios con fuerza y corro hacia mi habitación, consciente de por qué los hombres estaban allí: quieren los planos para crear la máquina y monopolizar el mercado de la energía. Pero no voy a dejárselos tan fácilmente.
Mi mente trabajó a toda velocidad, buscando una solución en medio de la incertidumbre. Al llegar a mi habitación, me encontré con dos hombres armados revolviendo todo el lugar. Sin pensarlo dos veces, apunté y les disparé a la cabeza, cayendo al instante al suelo.
Rápidamente me dirijo hacia mi portátil, lo inicio y escribo el comando para publicar los planos en la Deep Web y hacerlos accesibles al público en general.
No daré la posibilidad a ningún país de quedarse con ellos, o todos lo tienen o nadie lo tiene. Si un país consigue esto podría causar un desequilibrio mundial; o peor una tercera guerra mundial. Pero si todos lo tienen no tendrán otra opción que seguir adelante; utilizar o banear dicha tecnología sería otro cuento.
No iba a permitir que mi trabajo y el sacrificio de mis colegas y seres queridos fueran en vano. Estoy decidido a luchar hasta el final.
Justo cuando estoy por presionar la tecla enter lo escucho.
— ¡Arriba las manos! — Me grita un hombre apuntándome con un fusil. — ¡Tenemos a Marco Luz!, los otros eran simples civiles, cambio. — Dice el hombre a través de su radio.
El hombre avanzó hacia mí con su arma en mano, y aunque sabía que mi hora había llegado, una extraña sensación de paz invadió mi ser en lugar del miedo. En ese instante, mi vida entera pareció desfilar ante mis ojos como un rápido flashback: los recuerdos de mi infancia y adolescencia, mis sueños de convertirme en un gran inventor y crear algo que cambiara el mundo.
De repente, una voz desconocida y madura resonó en mi cabeza: "Te amo". Era un tono alegre y a la vez melancólico, como si fuera un reencuentro fortuito que me causara una sensación de profunda tristeza. No entendía de dónde venía esa voz, pero de alguna manera me reconfortó en este momento tan difícil.
"Marco."
Vi la imagen de una chica de cabello plateado y rostro pálido, con una apariencia angelical. Ella parece querer decirme algo, pero rápidamente, la imagen se desvanece cuando un cuchillo atravesó su pecho, bañándome en una lluvia roja.
El hombre se acercó cada vez más y mi mente volvió al presente. Me di cuenta de que él también estaba hablando, pero no lograba prestar atención a sus palabras. Sabía que tenía que actuar rápido si quería sobrevivir y proteger lo que tanto me había costado crear. Me armé de valor y presioné instintivamente la tecla "enter" en mi portátil.
En un instante todo cambió, giré rápidamente y apreté el gatillo de mi arma con todas mis fuerzas, pero fallé, mi disparo apenas y roso su cara. El hombre se sobresaltó ante mi reacción y aprovechó la oportunidad para disparar.
La bala impactó mi hombro y me hizo caer al suelo, retorciéndome de dolor. A pesar de que no sentía miedo, la ira se apoderó de mi ser mientras la sangre fluía encharcando el suelo.
— ¡Maldito bastardo! Alégrate que no te puedo asesinar. — El hombre toma impulso y me da una patada en el estómago. — No te basta con los civiles que estaban aquí, tenías que arriesgarlo todo, por tu culpa mi familia tuvo que morir.
Cierro los ojos con fuerza, tratando de controlar el dolor que se intensificaba en mi hombro. Al abrirlos de nuevo, mi vista se nubla por una extraña neblina que se arrastra por el suelo, rodeando mis pies y extendiéndose hacia el hombre que me apuntaba con su arma.
— ¿¡Has liberado los datos al mundo entero!? — El hombre gritó furioso al enterarse del supuesto error. Él se quitó la máscara y me mostró un rostro contorsionado por la ira.
«¿John?» Mi mente no podía creerlo. John, uno de los colegas que vi morir esta en frente de mí.
John no parece notar la neblina y sigue hablando por su radio, ajeno a lo que estaba sucediendo a su alrededor. Me doy cuenta de que la neblina me está envolviendo por completo, cubriendo mi cuerpo como un manto invisible.
Le di una sonrisa de satisfacción y él inmediatamente me apuntó con su rifle. A pesar de la situación, no sentí desesperación. La neblina apenas me permitía ver el rifle, pero en el último momento pude distinguir algo más: un campo abierto, lleno de la misma neblina, y al final, una sombra desconocida. Por alguna razón, esa sombra me hacía sentir calmado y feliz.
Cierro los ojos con fuerza mientras siento que la vida se me escapa. Mi mente se llena de pensamientos mientras la oscuridad comienza a invadir mi visión. Pude vencer al sistema, pude luchar contra ellos y hacerles frente, pero al final, no fui lo suficientemente fuerte para salvar mi propia vida.
Un sentimiento de tristeza profunda se apodera de mí, no por mí mismo, sino por las personas que se sacrificaron por mí. Mis amigos, mi familia, todas aquellas personas que lucharon a mi lado. Me pregunto si iré a verlos. Aunque lo más probable es que si existe un Dios.
Este me mande al infierno.
Si alguna vez tengo otra oportunidad, espero tener una vida pacífica y tranquila. Que pueda vivir sin el miedo constante de ser perseguido, sin la necesidad de luchar por la supervivencia día tras día. Me gustaría tener la oportunidad de amar y ser amado, de disfrutar de las pequeñas cosas que la vida tiene para ofrecer.
Al final deseo tanto un isekai como cualquier niño.
Finalmente, me rindo a la oscuridad y dejo que todo se desvanezca. Ya no siento dolor ni miedo, solo una sensación de paz y tranquilidad.
Capítulo 1.
Una segunda oportunidad.
Los sonidos de varios pasos resuenan en la distancia, y un escalofrío recorre mi cuerpo. Siento una extraña mezcla de alivio y temor, preguntándome si los pasos que oigo pertenecen a amigos o enemigos. No siento dolor alguno, así que debo estar muerto.
Escucho voces que poco a poco se empiezan a hacer claras hasta que.
— ¡Oye! ¿Estas bien.?
Una mano comienza a sacudirme con fuerza, sacándome de mi letargo. Abro mis ojos lentamente, sin saber lo que esperar. De repente, una luz deslumbrante me ciega por completo, dejándome temporalmente aturdido.
Cuando mi vista vuelve a enfocar, me doy cuenta de que hay un hombre parado frente a mí, vestido con una armadura. El hombre no llevaba casco, lo que me permitía ver su rostro, que estaba lleno de preocupación y ansiedad.
— ¿Estas bien? — El hombre me mira preocupado; su rostro similar a un rostro europeo, como un francés. Me hace pensar que estoy imaginando cosas.
Mi mente empieza a correr tratando de entender lo que estaba sucediendo. ¿Cómo había llegado allí? ¿Quién era ese hombre? ¿Era un amigo o un enemigo?
— Debo estar en el limbo. — Suspiro al aire.
Mientras miro a mi alrededor, empiezo a darme cuenta de que este lugar no es como el mundo que conozco. Giro mi cabeza desesperado, viendo que me encuentro en alguna especie de plaza. Las edificaciones, la vestimenta y las criaturas que veo son completamente desconocidas para mí. Me siento desorientado, como si hubiera sido arrojado a un universo paralelo.
El hombre de la armadura me mira con preocupación y me pregunta si estoy bien. Trato de hablar, pero mi voz apenas sale en un susurro. Mi mente está en blanco, intentando procesar lo que está sucediendo.
De repente, un pensamiento se me ocurre: ¿esto es real o estoy en un sueño? La idea me hace sentir aún más confundido y asustado.
«¿Estoy en el infierno?»
Camino recorriendo diferentes lugares, tratando de pensar bien toda la situación. Por algún motivo esto me recuerda a algo, pero no logro sacarlo de mi cabeza; No sé si morí, no sé si esto es un sueño pero puedo sentir dolor.
También… La herida en mi hombro no está.
Definitivamente me acaba de pasar algo inaudito.
Mientras camino, veo que la gente viste harapos, prácticamente no era ropa de calidad, eso lo podía ver a simple vista. Pero, ver hombres perro, gato, ver dragones.
Su apariencia, a diferencia de lo que uno pensaría era grotesca. Nada como las series e incluso renders. Definitivamente su apariencia da bastante temor, se siente extraño.
Miro a mi alrededor sin comprender aún, había un lugar con carteles así que me acerco. Ya se que puedo entender sus palabras por algún motivo, pero no sé si puedo leer. Cuando llego hacía los carteles veo un montón de símbolos indescifrables.
Se que no estoy en mi mundo, después de todo este tipo de seres no pueden existir.
No se que sea de aquí, pero no debo tomar esto a la ligera. Si voy caminando estúpidamente terminare con peores problemas así que debo pensar.
Contengo mi nerviosismo, la situación no es tan mala, si de verdad fui a otro mundo significa que estoy vivo, que logré escapar de mi destino y ahora tengo uno nuevo, lleno de esperanza.
«Quizás pueda ser feliz aquí.» Pienso inocentemente. No quiero mostrar mucho pero de seguro puedo subsistir aquí, tengo bastantes conocimientos y también… .
Saco de mi bolsillo mi celular, miro que este está cargado pero no muestra señal alguna, intento usar una aplicación de mapa pero esta me muestra error.
Puedo usar todo a mi disposición para hacerme rico, incluso conseguir una posición prestigiosa y tener todas las libertades que quiera. Mis posibilidades son infinitas en este momento.
En ese instante soy sorprendido por un hombre de cabello verde, un adulto grande y fornido que me miraba con seriedad.
El hombre de cabello verde se inclina hacia mí con una mirada fuerte y penetrante. Siento su presencia imponente y puedo ver sus músculos tensos bajo la piel, como si estuviera siempre alerta. Trago saliva y me preparo para lo que pueda venir.
— Tú, chico. ¿Quieres una manzane? — El hombre me mira directo a los ojos mientras extiende su mano mostrándome una manzana.
¿Manzane? Pensé en mi interior, ese nombre me es familiar, incluso el hombre que tengo en frente me es familiar, como si ya supiese sobre él.
— Disculpa. ¿En dónde estamos? — Mire al hombre mientras mis manos temblaban.
Si mis recuerdos no me engañan entonces… .
— ¿Eh? ¿Acaso te hiciste daño? Esta es la capital de Lugunica, ahora, ¿Quieres una manzane, o me estás haciendo perder el tiempo? — Ese hombre agita su mano, señalándome la manzana.
No, no ,no ,no. Esto no es real.
Me alejo corriendo de este hombre, tratando de huir de mi destino. Lugunica, manzane, esto solo puede venir de ese lugar. Lo recuerdo bien porque es de las únicas cosas que leo.
Esto es la misma novela que leí, sí, estoy en una historia.
— Tiene que ser una broma. — Dije al aire desesperado.
Me refugio en un callejón, buscando un momento de paz y tranquilidad para asimilar lo que está sucediendo. Sin embargo, la realidad me golpea de lleno y el miedo empieza a invadirme. ¿Cómo podré sobrevivir en este mundo? ¿Cómo voy a hacer algo si no tengo ningún poder?
De todo lo que podía suceder, de todas las situaciones caigo en este mundo, un mundo donde todo es más fuerte que tú. Tengo entrenamiento militar, después de todo mi universidad fue una militar así que tengo entrenamiento, pero de que sirve entrenar si soy de todas formas débil.
Se que necesito un plan si quiero sobrevivir en este mundo. No puedo simplemente confiar en mi entrenamiento militar. Me pregunto si hay otros que como yo, que han caído en este mundo.
Si esto es "Re:zero", tendré que tomar las precauciones adecuadas.
Ensimismado en mis pensamientos, intento crear un plan adecuado para seguir adelante. Si de verdad estoy vivo o no, es irrelevante con respecto a lo que estoy viendo y sintiendo.
Esta es mi realidad ahora.
Mi tren de pensamiento se ve interrumpido por una voz chillona y desagradable.
— ¡Hermanito!, deja de pensar tanto y empieza a soltar tus cosas.
A mi vista se asoman un grupo de personas que recuerdo claramente, un enano, un chico delgado y un hombre fornido. El trio de ladrones cliché, mi realidad.
Miro a los tres sin reaccionar, todavía no puedo pensar claramente.
— ¿Nos está ignorando? — Dice el hombre delgado, mostrando una cara molesta mientras se acerca a mí.
El hombre frente a mí no luce saludable. Su clavícula se destaca claramente, su rostro alargado y su piercing llama mi atención. Este me muestra su lengua, evidenciando su arrogancia.
A su lado derecho se encuentra un hombre corpulento, alto y con una expresión aterradora que aprieta los puños con fuerza. Y finalmente, el chico con ojos inhumanamente grandes y un peinado tipo hongo que se asemeja a un pequeño enano de fantasía.
No puedo creer que esté sucediendo, pero la única opción que tengo es creer. "Una segunda oportunidad en un mundo infernal", el hecho de que estén aquí confirma mi sospecha de que estoy dentro de una historia.
Aunque quiera tomar un camino seguro, si no llego a un destino, me sucederá lo mismo que a Subaru en la historia alterna, y si tengo que volver al inicio después de una vida... solo el pensarlo me provoca escalofríos.
— No tengo ningún problema con darles lo que quieran, solo no me hagan dañó. — Alzo mis manos rindiéndome ante los hombres.
Ellos sonríen, satisfechos por mi respuestas se acercan sin temor alguno, el pequeño me empieza a requisar los pantalones mientras que el grande me sostiene.
El pequeño saca de mi bolsillo mi celular. Este mira con cautela mi celular y los otros dos se distraen por un breve tiempo.
— Chico… ¿Qué es esto? — El grandulón me mira enojado, como si el hecho de no conocer algo le sacase desquicio.
Hago una gran sonrisa y digo:
— Ese es un metía, ¡Si! Un metía muy caro. — Señalo al celular, haciendo que sus miradas se posen en él. — Si presionas el botón en su lateral se enciente, solo hazlo con cuidado.
Los tres se miran a los ojos, dudando de si hacerlo o no. Después de todo los metías pueden ser algo peligroso. El pequeño parece no querer dudar más y lo presiona. La pantalla se enciente y los tres se quedan atrapados en mi fondo de pantalla.
— ¡Ahora viene lo bueno.! — Me lanzo hacia el grandulón y tomo un gran impulso para dar un gancho directo a su mandíbula. El golpe resuena con fuerza y mi puño se conecta con precisión.
El hombre retrocede, sorprendido por el impacto, y cae al suelo. Un golpe en la mandíbula puede hacer que el cerebro se mueva bruscamente y choque contra el cráneo, lo que posiblemente le ha dejado inconsciente. El hombre cae boca arriba y levanta una nube de polvo del suelo.
— ¡Qué diablos! ¡Oye! — El chiquillo grita al grandulón, este no es capaz de reaccionar cuando ya estoy acercándome a él.
Justo cuando estoy por patearlo el hombre delgado intenta taclearme, cuando este se aproxima retrocedo, haciendo que su tacleo falle y este caiga al suelo.
— ¡Dame el metía! — Amenazo al chiquillo, este me mira con temor, sus piernas temblaban pero en un instante su mirada de temor cambio a una de alegría.
— ¡Eso dolió! — El grandulón me da un puñetazo en mi espalda, el golpe es tan fuerte que me hace rodar por el suelo.
Un dolor punzante recorre mi espalda. El golpe fue demasiado fuerte. Me levanto a duras penas. Pensando sobre que tengo que hacer ahora.
— ¡Parece que quieres una paliza! — Dijo el chico mediano, sacando de su cintura dos cuchillas y lamiéndolas arrogantemente.
Los tres hombres me miran furiosos mientras yo apenas logro ponerme de pie. Siento un calambre recorriendo todo mi cuerpo tras ese golpe en la columna. Aunque había logrado derribar al grandulón, nada sirve si se levanta tan rápido.
Ese golpe que le di debió dejarlo fuera de combate por un tiempo. No importa quien sea mientras no sea un peleador profesional estaría fuera de combate por más de diez minutos.
Ahora solo me queda una opción.
— ¿Acaso no saben quién soy yo? — Los miro con arrogancia, intentando enderezar mi columna y señalarlos. — Yo soy alguien importante, ustedes mugres ladrones no se pueden meter con alguien como yo.
Con toda la confianza del mundo los miro, esperando sus reacciones. Ellos se miran a los ojos por unos segundos pero entonces:
— ¡JAJAJAJAJA! — Gritan en carcajadas los tres al unisonó, pateando el suelo y riendo a todo pulmón.
Al ver su reacción, rápidamente desprendí mi chaqueta y la usé para envolver mi brazo herido. Puedo huir en este momento si quiero, pero perder mi teléfono y evitar este evento podría tener un gran impacto en el futuro. Necesito al menos asegurarme de conocer a Emilia para cambiar por completo este mundo, aunque eso signifique enfrentarme a la Bruja de la Envidia.
«¿Cierto?» Pregunto en mi mente, esperando una respuesta que nunca llega, solo un profundo vacío.
Ir con Crusch o Anastasia podría ser una mejor opción, ya que podría tomar posiciones estratégicas y acabar más fácilmente con el culto, pero también significaría que siempre estaré por debajo de ellas.
Si voy con Emilia, sé que podré apuntar más alto, incluso si es más difícil. Entonces recuerdo el último momento de Kenichi, nunca dudó, siempre se esforzó al máximo por su hijo. Fue más fuerte que nadie.
Aunque todavía estoy en shock y todo lo que ha sucedido me abruma, es hora de tomar las riendas. Amarré mi chaqueta de cuero alrededor de mi brazo y rápidamente adopté una postura de combate.
Los tres me miraron con sonrisas en sus rostros, pero mi mirada desafiante les hizo cambiar a una expresión de enojo.
— ¡Bastardo!— Exclamaron los tres al unisonó.
El hombre delgado agitó sus dagas, tratando de intimidarme, pero no mostré señales de temor. Ya escapé de la muerte una vez, y lo haré de nuevo si es necesario.
— ¡Vengan! — Los espero a los tres.
Aunque el callejón estrecho limita mi movilidad, sé que mis agresores no buscan matarme, sino intimidarme. Al frente de mí está el hombre fornido, cuyos grandes brazos representan un peligro real si logra asestar un golpe.
Observo a mi alrededor, esperando ver a Felt corriendo hacia mí, pero recuerdo que en esta realidad no ha sucedido aún. Si no me equivoco aquí venía Felt corriendo, sin embargo… Ha pasado ya bastante tiempo como para que no haya sucedido.
El hombre se abalanza hacia mí con un swing, pero logro esquivarlo y aprovecho su inercia para sostener su brazo y empujarlo en la misma dirección de su golpe, lo que lo hace perder el equilibrio y caer al suelo, golpeando su rostro con fuerza.
El otro hombre, armado con una daga, intenta atacarme. Rápidamente, utilizo mi chaqueta para bloquear su brazo derecho y le propino una patada en el estómago cuando intenta mover el izquierdo. El hombre retrocede, escupiendo saliva y clavando su mirada llena de odio en mí.
— ¡Bastard... do! — El hombre mediano se agarra el estómago, jadeando e intentado tomar respiración.
Estos hombres no han tenido entrenamiento alguno. En el ejercito practicábamos constantemente defensa personal y teníamos batallas cuerpo a cuerpo. No me quedo atrás en esos aspectos, después de todo lo tengo grabado con sangre.
— ¡Dame el metía! — Miré al enano con una mirada amenazante, inmediatamente tomé impulso para ir hacia el pero este pensó más rápido.
— ¡Lo rompo si te mueves! — El enano alza su brazo, en su mano estaba el metía, este me miraba con temor y furia a la vez.
Si el rompe mi celular no tendré forma de repararlo. Aún si soy un ingeniero, tener en la mente los planos es otra cosa, puedo desarrollar cosas de mi época pero cosas viejas que guarde por hobbie son más útiles.
No puedo dejar que sea destruido.
Me detengo y lo miro seriamente, su mirada hacia parecer que estaba a punto de llorar. Si dejaba que actuara más de verdad lo podía romper.
— Chico, ahorrémonos problemas, si me das el celular todo estará bien. — Le muestro mis palmas, dejando caer la chaqueta al suelo. — Te prometo que no le diré a mi gente que te ataque.
No puedo dejar que haga algo, si le hago pensar que estoy con alguien hay más posibilidades que me lo entreguen.
Ese metía tiene un rastreador, una persona muy importante me lo encargo y si se lo roban o lo destruyen estarán en serios problemas. — Calmo mi voz para que este también se empiece a calmar.
Este baja su brazo lentamente y mira el celular. Cierra los ojos y se acerca para entregármelo.
Camino hacia el con calma, sin hacer movimientos bruscos. Cuando estoy frente a el tomo el celular.
Un error muy grave.
— ¡El metía estará bien pero no se tu cuerpo! — El hombre fornido me agarra de los hombros y me alza con su fuerza.
Al instante me voltea y azota contra el suelo de espalda. Sostengo el celular por inercia y mi cuerpo rebota con el suelo.
Mi cuerpo se siente como si estuviera en llamas y mi cabeza da vueltas sin control. En el suelo, recibo patadas en las piernas y costados que hacen que el dolor recorra todo mi cuerpo, pero mi mente no está presente. Todavía sigo pensando que esto es un sueño, que no puede ser real. No tiene sentido alguno.
«Tal cosa es imposible.» Digo para mí mismo, buscando escapar de la ilusión.
Las patadas se intensifican y los insultos resuenan en el ambiente. Mi mente se desvanece poco a poco mientras las siluetas de los tres ladrones se vuelven cada vez más oscuras.
— ¡Toma esto! — Escupe el grandulón apuntando a mi cara con una gran patada.
La veo volar hacia mí, lentamente. El grandulón contorsiona su rostro con sangre de su nariz por la caída. Su enojo viaja directo hacia mi cara.
Ese golpe si no me mata me dejará gravemente herido.
Los otros dos se dan cuenta e intentan detenerlo pero este los empuja. Lentamente, el golpe viaja hasta estar a un pie de golpearme.
Cierro los ojos deseando despertar pero.
— ¡Detente, villano! — Una voz agraciada resuena en el ambiente, acompañada por un sonido seco el grandulón grita de dolor.
Abro mis ojos lentamente, miro hacia donde estaba el grandulón pero este había desaparecido. Giro mi cabeza y veo que una bola de hielo rueda por el suelo.
— ¡AGHH! ¡Maldita zorra! — El grandulón grita hacia aquella persona con enojo.
Otra vez la realidad me golpea, pero me resisto a aceptar que esto no es una novela.
Volteo mi cabeza hacia la fuente de la voz y ahí está ella. Emilia, parada en la entrada del callejón, con su mano extendida y su magia de hielo iluminando el área.
Su expresión es tranquila y segura de sí misma, como si estuviera acostumbrada a encontrarse en situaciones peligrosas.
A pesar de ello, su belleza es impresionante y parece estar por encima de cualquier preocupación mundana.
Me quedo cautivado por su belleza, olvidándome de cualquier dolor que siento por ese mismo instante.
Su cabello plateado y largo, el cual cae en suaves ondas a su espalda. Sus ojos son grandes y de un color violeta intenso. Su piel pálida y suave como la seda. Su figura es esbelta y elegante, con curvas delicadas y un porte regio.
En mi vida había visto algo así. Ahora entiendo un poco al protagonista de la novela, con una mujer tan hermosa, casi como algo divino. Es imposible no querer enamorarse.
— Tu… — Mire a Emilia, mi último golpe de realidad; yo no me creo capaz de imaginar algo así.
Definitivamente esto no es un sueño.
Intento decir más palabras pero entonces:
Oscuridad…
Vuelvo a sentir. Mi cuerpo esta adolorido y no se cuánto tiempo ha pasado, mi cabeza me duele pero aún sostengo con fuerza mi celular. Mientras pienso una sensación peluda recorre mi nuca.
Casi como si estuviera acostado sobre un peluche.
Ugh… No pensé que esto tuviese que pasar también.
— ¿Estas despierto? — Escucho una voz aguda, levemente distorsionada.
— ¿Estas bien? — Escucho la voz de Emilia, haciendo contraste con la de probablemente Puck.
En ningún momento Felt apareció; Por algún motivo no sucedió tal cual como debía pasar.
Dejo de darle importancia y abro los ojos, siento mi cuerpo fresco, como si aquel dolor no fuese más que una mentira.
Al abrir mis ojos veo un cuerpo de un gato gigante. A diferencia de verse tierno su apariencia era como ver algo de una película de terror. Un peluche gigante con ojos extremadamente filosos.
— Yo… — Me levanto lentamente, viendo que mi chaqueta estaba sobre mis piernas. Esta cae al suelo y Emilia me mira preocupada.
— No te muevas mucho, tenías tu cuerpo con demasiados moretones. — Ella hace una mímica para que me acueste pero empiezo a estirar mi cuerpo.
No recuerdo todos los sucesos, tengo que aprovechar mi celular para releerlo todo y anotar todos los datos importantes y relevantes.
Ahora lo que sigue es… Confirmar que robaron su insignia.
— ¿Me curaron? — Hago una gran sonrisa.— ¡Muchísimas gracias! Esos ladrones me empezaron a golpear buscando robarme.
Agradecí el acto lo mejor que pude, sin ser invasivo y siendo cordial.
Puck me mira sin decir nada. Mi acto no es una mentira, estoy agradecido de verdad por lo que no se va a dar cuenta de mi objetivo.
— Si hay algo en lo que te pueda ayudar… Lo hare con mucho gusto.
Sobreactuando un poco enlazo mis manos y las pongo cerca de mi rostro, mostrándole mi agradecimiento.
Emilia no duda ni un segundo, esta me cambia su expresión a una mirada sería. Antes de hablar hace un símbolo con su mano, confirmando mis sospechas.
— ¿Has visto una insignia como de este tamaño? — Emilia me muestra su mano, su rostro se mostraba preocupado por la situación. Su mano un poco temblorosa me decía que era algo importante.
Aunque son cosas que ya se.
Cierro mis ojos para fingir pensar. Decir que no sé qué es va a hacer que Puck me descubra, por lo que mi única ruta es decir que lo vi.
Puck va a ser un dolor de cabeza.
Abro mis ojos, viendo directamente hacía una Emilia preocupada. Sonrío para darle una buena señal, haciendo que sus ojos se iluminen.
— Si, lo vi de una pequeña de cabello dorado. — Mi mente podía imaginarlo, la chica con la insignia.
Tengo que superar esta situación. Después de todo yo no sé si tengo el retorno por muerte. Si no lo tengo entonces estoy arriesgando mi vida de una forma muy estúpida.
Empiezo a dudar. Irme con Crusch o Anastasia no es un mala idea. Pero en la situación que estoy me es imposible llegar con ellas, no tengo ningún dinero ni conocimientos, no se leer o escribir el idioma de este lugar.
Si voy con Crusch esta me va a preguntar por cómo se tantas cosas, sospechará de mi al no tener ninguna clase de trasfondo. Quizás pueda convencerla de alguna forma; aprovechando su habilidad para medir mentiras, pero no es un personaje que conozca muy bien por mucho que sienta congeniar con ella intelectualmente.
Anastasia sin duda sería una buena opción. Desarrollar una industria sería una posibilidad considerando su gran capital y sus conexiones, el problema es que ella buscaría aprovecharse de mí. En especial porque no tengo absolutamente nada ahora.
Decir que vengo de otro mundo podría ser una opción, después de todo; Si la magia es real entonces debería ser algo posible. Tengo formas de demostrarlo así que funcionaria para hacerles entender que deben tratarme con cuidado.
Emilia es por mucho la peor opción si lo veo ahora, el capital es de Roswall y aunque por el momento tendría su apoyo, también significa pasar sus estúpidas pruebas a causa del libro de la sabiduría.
Sin embargo, si lo veo a futuro. Emilia morirá por el culto. Puck intentaría destruir el mundo y Roswall se suicidaría al ver que nada salió bien.
Si eso sucede, si por algún motivo eso cierra las tornas del futuro. Si por algún motivo no es el resultado que Satella quiere y me regresa hacia el inicio.
Aprieto mis manos, aun cuando tengo que tomar la peor elección posible, tendré que hacerla menos insufrible. Con mis conocimientos puedo crear materiales para hacer dinero, puedo hacer armas para protegerme. Puedo cambiar las tornas y hacer una organización.
Emilia se acerca hacia mi emocionada y me toma de los hombros.
— ¿¡En serio!? — Esta me sacude emocionada; su fuerza es de otro mundo. Con cada movimiento siento que me va a romper los hombros. — Te lo dije Puck.
Su cara alegre parece olvidar el hecho de que está aplastando mis hombros, intento moverme pero soy interrumpido por Puck.
Vas a romperle los hombros a este paso. — Dice Puck ya transformado en su forma normal.
Emilia se detiene. Mira mi rostro lleno de dolor y me suelta inmediatamente, esta empieza a mover sus brazos en varias direcciones y agacha su cabeza.
— ¡Perdón! ¡Perdona! ¡Es que…! — Emilia se sonroja y sus orejas se empiezan a colocar rojas.
Tranquila, no hay ningún problema. — No puedo evitar sonreír al ver su actuación emocionada sincera, sin poder ocultar sus emociones.
— ¿Dónde lo viste? — Pregunta Puck acercándose a mí con una expresión neutra.
Puck parecía estar presintiendo algo. Tengo que pensar muy bien que lo que voy a decir.
— Yo… — Intento pensar una respuesta adecuada, pero si digo que lo vi mientras me atacaban los hombres del callejos Puck se dará cuenta.
Puck se acerca más, lentamente se va hacia mí pero intento no demostrar más que incomodidad.
— Puck, no asustes al chico. — Emilia toma a Puck y lo atrae hacia ella. — Perdón, es que a veces es sobreprotector.
Puck sonríe al ver mi expresión y se pone en la cabeza de Emilia.
— No lo estaba asustando, solo estaba viendo que es un rostro extraño para estas tierras. — Puck empieza a agitar su cola mientras me mira a los ojos.
— ¡Hmpf! ¿Me podrías decir en qué dirección fue la chica? — Emilia me mira preocupada, su nerviosismo volvió a flote mientras sobaba lentamente sus manos.
Puck parece desconfiar de mí, si mi plan falla tendré que hacer otra cosa.
— Claro. Incluso, déjame agradecerte por salvarme. — Sonrío suavemente. — Soy bueno como detective, puedo ayudarte a encontrar el camino.
No puedo decir cuál es el camino, eso sería demasiado sospechoso. Emilia me mira mientras parece pensarlo, esta duda por varios segundos pero Puck habla primero.
— Tres cabezas piensan mejor que una. — Puck empieza a flotar hacia mí.— No siento malas intenciones en él. Podrías usarlo como escudo si algo llega a pasar, además que de seguro no morderá la mano de quien le salvo la vida.
Esas ultimas palabras caen con un peso sorprendente sobre mí.
Emilia parecía resignarse a las palabras de Puck. Como si no quisiese que yo la acompañase.
Supongo que tienes razón, parece un poco perspicaz así que podría ayudar. — Emilia muestra una sonrisa. — Entonces, déjame agradecerte.
Emilia extiende su mano y me mira directo a los ojos, no sé qué está pensando pero debe ser extraño para ella mi actitud. Después de todo ignoré por completo el hecho de que es igual a la bruja de la envidia.
— Digo lo mismo, muchas gracias por salvarme. — Estrecho su mano con delicadeza, su piel era suave y fina, una sensación de otro mundo.
Ambos decidimos partir. No hay mucho tiempo así que voy directo a la persona más probable que pueda dar información sin que yo tenga que decir algo.
Pero primero debo completar una tarea.
El hombre de cabello verde me mira con enojo, probablemente por haberme escapado hace varios minutos.
— ¿¡Ah!? ¿Por qué debería decirte? — El hombre se acerca a mí, intentando intimidarme pero yo no tenía temor de él.
Después de todo ya había completado el primer evento.
— ¡Papi! — Una niña de cabello verde corre hacía el hombre. Alegre por ver a su padre.
El hombre sonríe y carga a su hija. La mujer rápidamente nos agradece nuevamente. Esto hace que el hombre se sorprenda, la mujer empieza a explicarles y este se disculpa con nosotros.
Le di un giño a Emilia y esta sonríe al ver que su acto de buena voluntad acaba de rendir frutos.
— Jeje, lo supe desde un comienzo. — Dice Emilia orgullosa.
El hombre nos dice que podemos buscarla en el bazar de los barrios bajos. Ambos nos miramos mutuamente y empezamos a acelerar el paso.
Mientras caminábamos pude ver que no era tan tarde, el sol todavía estaba y aparentaba faltar poco para el atardecer.
Los barrios bajos no eran tan sorprendentes, he visto este tipo de lugares en mi país. Por supuesto, el olor es bastante fuerte, la arena se levanta con el movimiento del viento y todas las personas parecen tener miedo al vernos.
— Es un poco triste ver tal contraste. — Miro a mi alrededor, al fondo se puede ver el castillo y múltiples casas bien arregladas mientras que aquí todo parece estar por caerse.
— Es triste… — Dice Emilia haciendo mis mismos movimientos.
En ese momento Puck sale del cuello de Emilia, este se dirige hacia mí rodeando mi cabeza.
— ¡Ahora que lo pienso! No nos hemos presentado. — Puck vuela por los aires, antes de detenerse y hacer una pose linda. — Soy Puck, un espíritu artificial. Mucho gusto.
Miro a Puck, en su forma pequeña sin duda parece un peluche que podrías comprar en una máquina, pero sus ojos son bastante filosos.
Emilia parecía estar pensativa, así que decido presentarme primero que ella.
— Mucho gusto a ambos. Soy Marco Luz. — Hago una reverencia, intentando imitar las de la época medieval.
Emilia y Puck se miran a los ojos por unos segundos.
— No te ves sorprendido por mi existencia, mucha gente se asusta cuando me ve. — Puck se acerca hacía mí.
— No se mucho sobre estas cosas, pero no te ves tan terrorífico. — Lentamente subo mi mano y lo acaricio como si de un gato se tratase.
Sin considerar el hecho que se puede transformar en un monstruo gigante, Puck quizás no es tan malo. Mientras no le haga nada a Emilia claro está.
Puck parece estar a gusto mientras lo acaricio. Miro a Emilia la cual parece ensimismada en sus pensamientos, intentando pensar que decir.
— Yo… — Emilia mira a su alrededor. Para no hablar muy en voz alta, esta me lleva hacia un pequeño puente que se veía en la lejanía.
Los labios de Emilia tiemblan, pero su mirada fulminante muestra que trata de decirlo lo más serio posible.
— Mi nombre es… Satella. — Emilia me mira, esperando la reacción que estoy por hacer.
Si huyo ahora sería totalmente valido, no habría ningún problema ya que dijo tal cosa. Ya sé que va a pasar y no quiero estar metido en esto realmente.
— Satella… Es un nombre curioso, en mis tierras no se usa pero es bastante bonito. — Extiendo mi mano para estrechar la suya.
Emilia me mira sorprendida, su rostro no parece mostrar emoción alguna, como si estuviera totalmente en shock.
— Mi nombre es Satella. ¿Lo escuchaste? — Emilia me mira sorprendida. Probablemente no sabe que pensar.
Puck no puede evitar sorprenderse por lo que Emilia estaba diciendo, por lo que también pone una mirada seria.
— Si, lo escuche… — Mire a Emilia a los ojos antes de fingir una expresión de temor. — Espera. ¿Al escuchar tu dulce nombre ahora tendré que morir? — Miro a mi alrededor rápidamente.
Emilia se queda con la boca abierta por reacción, sin saber que decir. Puck no soporta la risa y empieza a soltar carcajadas.
— ¡Puck! — Emilia le grita Puck pero este no deja de reír, aligerando el ambiente. — ¡No te rías! — Emilia lo toma de la oreja haciendo que este gima de dolor.
Emilia al darse cuenta de que sigo aquí se sonroja levemente, esta cambia su expresión a una sonrisa y toma mi mano.
— Soy una medio elfo. — Emilia me mira esperando que sienta repulsión.
— Lo noté, si me permite decirlo, esa es la razón de su gran belleza. — Le di una sonrisa sincera.
Emilia se queda en silencio un tiempo, sus orejas se ponen un poco rojas lo que hace que esta se agache y me dé la espalda.
— ¡Alcornoque.!— Emilia gira su cabeza y sonríe sinceramente aun estando sonrojada, su expresión tierna y pura no tienen presión alguno.
Al ver su expresión quiero dejar de pensar, pero ahora que hice esto no hay vuelta atrás. El dulce momento es rápidamente pasado por la tensión al estar por llegar al lugar. Cuando estamos en frente al bazar lo reconozco con claridad.
Una casa grande, llena de cajas en frente y sus ventanas rotas. Da la sensación de que no hay nadie viviendo en este lugar.
Felt no estuvo conmigo. Así que… ¿Y si nada de esto va a suceder?
— Sea lo que sea deben apurarse, pronto se pasará mi hora. — Le recuerda Puck a Emilia.
Puck explica que, como espíritu, tiene un tiempo determinado de operación. Ambos nos miramos a los ojos. Emilia parecía estar dudando pero rápidamente pongo mi mano en su espalda.
— Vamos, ya estamos aquí tenemos que ir hacia el final. — La miro directo a los ojos. Intentando darle determinación.
Y a mi también.
— Pero, puede ser peligroso deberías irte, yo me encargaré desde aquí. — Me devuelve una expresión preocupa.
— Ya estoy aquí, tengo que cumplir el favor hasta el final. — Camino hacia la puerta y toco con fuerza.
Toque tres veces más, la tercera vez golpeo el aire. En mi frente, estaba aquella chica de cabello dorado. Su rostro era pálido y era bastante bonito a pesar de la suciedad que tenía.
— ¿Quién eres? — Dice la chica.
Esta se percata que detrás mío hay alguien y se asoma con precaución. Al ver que quien estaba era la persona que había robado su cara se tornó pálida.
Ella intenta cerrar la puerta pero la detengo con mis manos. Esta hace un retroceso hacia atrás.
— ¡No te voy a dar nada. Lárgate! — Su voz era exactamente como la de una niña. Por algún motivo esperaba algo diferente pero es bastante común.
— Devuelve lo que robaste y no habrá problemas. — Indica Emilia sin temor alguno.
En ese instante se puede ver a un gigante detrás, un hombre alto y musculoso que parecía tener más de dos metros de alto.
— Sera mejor que se vayan si no quieren problemas. — Rom agarra su maso y lo abalanza para intimidarnos.
Emilia reacciona y en un instante se pone delante de mí, ella me mira diciendo que me aleje. Yo retrocedo y dejo que sigan su pelea.
Tengo que vigilar que Elsa no aparezca por ninguna parte.
Puck sale del cabello de Emilia, lo que torna aún más tenso el ambiente.
Rom dirige su mirada hacia a Felt. Parece que sabe que no puede contra un usuario espiritual.
Felt, entrega lo que robaste.
— ¡Viejo Rom! ¡Sabes que no puedo hacer eso! — Felt pone la insignia en su pecho, negándose a hacerle caso.
Puck entonces hace aparecer varias estacas en forma de amenaza, lo que hace que Rom se ponga en posición de batalla.
El ambiente era tenso, Emilia estaba lista para sacar de combate a ambos. Emilia es muy fuerte, aunque carezca de experiencia sus habilidades no son para reírse. Su sentido para el combate es extremadamente alto.
En la penumbra, podía distinguir un contador al frente, al otro lado de la entrada. El edificio debe haber sido originalmente algo así como una posada. Parecía como si trataran de usar la zona del bar del primer piso sin mayores cambios.
En la parte superior, así como de detrás del mostrador, que probablemente servía de algo así como un escritorio… Había una gran cantidad de diferentes elementos desordenados muy juntos. Había pequeñas cajas y ollas, espadas y objetos metálicos baratos, y muchos otros artículos variados.
Estaba claro que todos estos artículos fueron robados, basado en las etiquetas de madera que estaban adjuntos a todos ellos.
Rom suelta el maso, haciendo un pequeño estruendo al golpear el suelo. Felt al verlo se sorprende pero comprende que no es una situación en la que tengan alguna ventaja.
— Hay una razón por la cual no podemos entregarlo. — Dice Felt.
— Me gustaría escucharla entonces. — Emilia parecía un poco molesta, sus palabras no se iban con ningún rodeo. — Sea lo que sea robar está mal.
Nosotros nos sentamos y Felt empezó a explicar su situación, diciendo que fue contratada por una persona poderosa para robar la insignia y que esa persona le había ofrecido mucho dinero.
— Eso no es importante. — Interrumpí su explicación. — Es algo que robaste, eso no es nuestro problema.
Necesito que se apure, si Elsa llega y mi plan no funciona estoy muerto. Pongo mi mano en el hombro de Emilia, ella me dirige la mirada.
— Tenemos que apurarnos, siento que algo no va bien. Toma la insignia y vámonos.
Como si se tratase de una mala broma; una cruel y tonta broma. Una voz madura empieza a hacer eco dentro de las sombras.
— ¡Vaya! No creo que eso sea una buena idea.
Un pequeño destello se vislumbra por el aire. Ambos estábamos sentados por lo que pateo la silla donde estaba Emilia.
La kukri viaja por el aire y corta la mesa, clavándose en el suelo.
Emilia ve la situación y se levanta en un instante, poniendo una pose de batalla y sacando varios cristales de hielo.
Entonces, de nuevo, desde las sobras baja una mujer. Describir a Elsa es complejo, es una mujer hermosa pero el aura que exuda es diferente.
Cosas como la sed de sangre y demás, ese tipo de sensaciones son cosas que no sientes a menudo. Sin embargo, por algún motivo esa mujer hace que mi corazón quiera salir del lugar.
Esta sonríe arrogantemente, teniendo completa fe que no va a tener ningún problema.
Es una sorpresa que reaccionara así un desconocido, pero bueno, supongo que podre deleitarme con sus entrañas de todas formas. — Elsa lame la kukri que tenía en su brazo derecho.
Emilia no dice nada, sin darle tiempo empieza a disparar estacas de cristal hacia Elsa. Mientras Emilia la distrae tomo una decisión rápida.
— ¡Niña! — Agarro del brazo a Felt.
— ¡No soy una niña! — Exclama ella aún en shock por la situación.
No hay tiempo para eso, mientras ella lucha tu tienes que llamar a los guardias. Probablemente haya uno rondando por el lugar.
Rom me mira y entiende que quería decir, este toma el maso y lo aprieta con fuerza.
— ¡Pero! ¡No quiero dejar solo al viejo Rom! — Felt parece asustada pero también esta determinada.
Rom la mira y sonríe.
— Has lo que dice el chico, parece que ya sabía que esto iba a suceder.
Felt mira la situación, Emilia y Puck están batallando por retener a Elsa. Con una lluvia de estacas Elsa tiene poca movilidad así que se ve atrapada por un instante.
— ¡Corre! — Empujo a Felt.
Ella es la persona más rápida del lugar así que deberá hacer su rol.
Felt intenta salir del lugar pero Elsa lanza su kukri rápidamente. Rom reacciona y abalanza su maso sobre la kukri en movimiento, cambiando su dirección.
— Se esta tornando molesto esto. — Elsa saca sus pies congelados y empieza a moverse veloz mente en varias direcciones, atacando a Emilia y a Puck a gran velocidad.
Debido al poco espacio, hay mucho puntos donde apoyarse y esquivar por lo que Emilia cambiaba veloz mente la dirección de sus ataques.
Rom se une a la batalla, intentando encerrar los movimientos de Elsa este se pone a abalanzar su maso. Elsa esquiva los ataque del hombre por un tiempo.
— ¡Este es el final! — Puck carga su ataque hacia Elsa. Esta intenta moverse pero en la otra dirección Rom agita su maso.
Puck lanza una gran estaca a una velocidad increíble, a tan corta distancia que vuela por completo la mitad de su cuerpo, siguiendo de largo y golpeando, quebrando la pared de detrás.
— Lo siento, esto es todo lo que puedo hacer. — Puck desaparece en ese mismo instante.
— Gracias, Puck. — Emilia toca levemente el cristal en su pecho, para luego mirar con seriedad el cuerpo de Elsa.
La mitad inferior estaba en el suelo, expulsando pequeñas cantidades de sangre ya que se estaba congelando a causa de la magia.
Emilia suspira y se voltea en mi dirección.
Me acerco hacia ella, con una sensación extraña, como si hubiese algo que se me olvidaba.
Rom también parece más relajado, este suelta su garrote y se dirige hacia Elsa.
— Perdona por meterte en esto. — Emilia me mira preocupada por si me sucedió algo.
«¿Tal fácil?» « ¿Será que pensé más de lo necesario?»
— Tranquila, no hice nada. — Le sonrío.
El sentimiento de ansiedad no desaparece. No puedo creer que eso se calmara tan fácilmente.
— No es cierto, me salvaste cuando ella lanzo ese cuchillo. — Emilia toma mis manos, ejerciendo magia de curación en mi a pesar de no estar herido. — Debió ser una experiencia fuerte.
La sensación del maná es refrescante, como su entraras en un sauna después de tener mucho frio.
Sin embargo ese sentimiento de ansiedad no cesaba.
Miré su mano, intentando calmar mis emociones puse la insignia en su mano.
Entonces, con esto se acabó.
En el instante que lo digo sangre me salpica en el cuerpo. Aun sosteniendo sus manos, levanto mi mirada y lo veo.
Como aquella imagen que vi antes.
— Mar…Co. — Emilia mira su pecho sorprendida. La kukri había atravesado su corazón y se asomaba a través de su pecho.
Emilia cae al suelo y sin darme tiempo de pensar salgo disparado hacia el mostrador. Choco con los estantes, destruyéndolos en el acto.
Mi vista se nubla pero apenas puedo ver que Rom empezó a atacar a Elsa descontroladamente. Elsa simplemente parecía estar jugando con él, sin sentir ningún temor.
Mi instinto de supervivencia se activa e intento levantarme.
— ¡Buarh!
Escupo una bola de sangre que cae al suelo. Intento mirar hacia abajo, lentamente presintiendo mi situación empiezo a sentirme desesperado.
Cuando bajo mi cabeza veo que un tubo de un metro ha atravesado mi pecho. Intento tomar arcadas de aire pero soy incapaz, siento como mis pulmones se llenan de líquido. Mi cuerpo intenta tomar aire pero nada es recibido.
Escupo y escupo sangre mientras que mi vista se nubla más y más. Lentamente, siento como mi cuerpo empieza a abandonar el calor. El frio se apodera primero de mis piernas, subiendo lentamente.
Mis ojos dejan de darme luz; abrazando la oscuridad que merezco. Al final, mi segunda vida también causo la muerte de personas. Al final mi codicia volvió a hacerme hacer estas cosas.
«Quizás merezco esto… El sufrimiento por hacer sufrir a tantas personas por mis ambiciones»
Lentamente escucho menos, presintiendo el final, resigno mi cuerpo y dejo de intentar hacer fuerza.
— ¡Detente! — Grita un hombre desconocido.
El ultimo sonido que escucho era mi esperanza.
«Bastardo… Llegaste tarde.»
Capítulo 2.
La dulce realidad.
Una sensación de tranquilidad rebosa en mi mente. El increíble dolor y la desesperación dejaron mi cuerpo por este instante.
Incapaz de reunir fuerza, mis pies seden y caigo al suelo, mi vista sigue nublada. Lentamente, aquel frio es reemplazado por una sensación de calor. De pies a cabeza mis nervios empiezan a activarse, haciéndome sentir el flujo sanguíneo en mi cuerpo.
— ¡Marco!
Suena la voz de una mujer, a pesar de escucharla se escucha distante. Aún no soy capaz de ver.
— ¡Marco!
Entonces una sensación externa toca mi cuerpo. Mis ojos lentamente empiezan a recibir los rayos de luz. Mi vista regresa y en frente esa una chica, de cabello plateado y ojos amatista.
Su expresión preocupada la hacían ver linda.
— Satella… — Susurro hacia la chica, aún con la mirada perdida.
En ese instante, sentado en el suelo, con mis manos en el suelo varios recuerdos empiezan a invadir mi cabeza.
Como un tren, este ingresa a mi cabeza sin siquiera pedir permiso. El recuerdo de estar luchando contra los ladrones viene junto a todo el dolor de la pelea. Mi cuerpo reacciona instintivamente y mis manos presionan el suelo.
— "¡Mar…Co!"
El olor a sangre invadió mi nariz. El sentimiento de adrenalina comprimió mis músculos. Los recuerdos atravesaron mi cabeza y se grabaron con fuerza.
— ¡Agh! — Grito por un instante.
Mi cuerpo entonces, como si despertase de un sueño me devuelve a la realidad. El aire fresco mueve mi cabello. El rostro preocupado de Emilia se ve claro y fuerte.
Mi cuerpo tiembla por lo sucedido, pero ahora se siente como un deja-bu.
Tomo la mano de Emilia para levantarme. Trato de digerir lo que esta sucediendo mientras Emilia sigue preguntando si estoy bien.
Entonces siento que algo golpea mi mejilla.
— ¡Marco! — Puck me da un golpe con su cola, este se mostraba extrañado al igual que Emilia por la situación.
Al verlos no me queda de otra que tomar un gran tramo de aire.
Lo siento, de un momento a otro me quede en blanco. — Mire mi pecho, en busca de confirmar lo sucedido.
La emoción de haber vivido algo, de sufrir tal dolor, esa sensación que te dice que dudes de esta realidad.
Puedo recordar el dolor, puedo recordar la desesperación. Puedo recordar el sacrificio de ellos.
Mi segunda vida se acabo en un abrir y cerrar de ojos.
Ahora tengo que abrazar la tercera.
— ¿Estas bien? — Emilia toma mis manos para intentar comprobar si hay algo en mi cuerpo.
Su rostro con cambio, preocupada su cabello ondeaba mientras expulsaba magia de sanación en mí, el brillo de esta hacia que su rostro ya hermoso tuviera un aura angelical. Su cutis era fino, no mostraba ningún poro a simple vista.
Si me pusieras una super modelo al lado, esta tendría que decirse fea a sí misma en frente de Emilia.
— Si… — Muevo mi mano hasta mi pecho. — Solo fue algo momentáneo.
Entonces eso lo confirma, tengo el poder de volver de la muerte y estoy en el mundo de esa novela. No se como o porque, no se incluso de si el hecho que una novela se vuelva realidad signifique que incluso esta realidad es una novela.
Pero el dolor es real, la desesperación es real.
— No deberías de seguir, tranquilo, yo iré y vendré cuando obtenga la insignia. — Emilia mira para seguir el camino, su mirada mostraba determinación a la par que se preocupaba por mí.
Pero yo no estoy preocupado por ella, mucho menos por su vida.
— Te diré mi nombre antes de irme.
Emilia, dándome la espalda me dice:
— Me llamo Satella, soy una medio elfa.
Ella se queda parada. Se que esta esperando mi reacción, deseando que me quede a pesar de escucharle.
Pero, cuando me di cuenta ya estaba a varios metros de ella. Corrí, empecé a correr alejándome de ella. No estaba pensando, no estaba considerándola.
Simplemente estaba siendo honesto conmigo mismo.
«Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento.»
Mis piernas no paraban, paso a paso me alejaba a toda velocidad, levantando polvo del suelo y dejando un rastro de pasos.
Huir, huir de todo. Escapar de mis problemas y de las personas que me querían matar.
Ese sentimiento me hizo sentir en la tierra de nuevo. Escapando de los militares, escapando de los mercenarios, escapando y recluyéndome en lugares como un ermitaño.
Al final, incluso voy a dejar morir a esa chica que me salvo la vida; como dejé morir a los abuelos, como no pude evitar la muerte de mis colegas, de mi familia.
Como una inmunda basura.
¿Entrenamiento militar? ¿Vivir siempre bajo la muerte?
Que importa todo lo que viví, el sentimiento de haber muerto es indescriptible. Desperdiciar mi vida solo por una persona.
Que estúpido soy.
Es más fácil si voy con Anastasia o Crusch. En el peor de los casos tendré dinero para vivir cómodamente.
Que importa si me regresan, mientras pueda estar cómodo, mientras no tenga que huir como en la tierra.
Cuando me percato estoy en la salida de los barrios bajos, en frente de mi se veían ya casas normales; grandes y decoradas. Las personas me veían con indiferencia, simplemente estaban siguiendo su vida.
«Hui.»
Deseche la vida de las personas del bazar por la mía. Pero no siento tanto remordimiento, al fin y al cabo no los conozco. No tengo ninguna conexión con ellos.
«Hui.»
Me quedo de pie, viendo como las personas siguen su vida con normalidad. Inmóvil, solo puedo pensar mi proyecto de vida.
«Hui.»
Ahora será más fácil irme con Crusch, solo tengo que descubrir donde queda su mansión y decir que vengo para trabajar con ella. Mostrarle lo que se y empezar a construir mi vida.
Si ella no me deja entonces iré con Anastasia, será más difícil pero si logro llegar tendré una vida asegurada.
Mi estomago estaba revuelto, lo único que me invade es esa sensación de arrepentimiento.
«Siempre huyendo.»
¿Hay algo malo en huir? No lo creo, al final huir es un instinto primario que tenemos al peligro. Es lo que me mantuvo vivo hasta el final.
Las horas pasan y sigo de pie, viendo como las luces se encienden con cristales mágicos.
Habían menos personas pero por algún motivo se sentía como ver una película.
Huir me ha llevado a donde estoy.
«A la muerte de todos tus seres queridos.»
Pienso eso pero a su vez se que es estúpido. ¿Qué iba a hacer.? Varias veces estuve por dar mi vida pero no fui capaz.
No traicione a nadie, pero de cierta forma estoy involucrado con su muerte.
Mire mis manos, estas aun temblaban pero también querían hacer algo. En este mundo, tengo que ser diferente.
Si sigo huyendo entonces pasará lo mismo otra vez. Llegará un punto donde no haya escapatoria alguna.
Las personas de este lugar viven su vida igual que en la tierra, viven llenos de esperanzas y deseos. Viven deseando una segunda oportunidad para hacer la cosas de una mejor manera.
Yo tengo esa oportunidad pero soy demasiado cobarde.
Aprieto mis manos con fuerza, intentando sacar energías. Quizás ya es demasiado tarde o quizás no, no lo se.
La noche estaba iluminada por la luna llena, que brillaba con una intensidad casi mágica. La luz de la luna se posaba sobre mí, como si me estuviera llamando a hacer algo, algo que pudiera cambiar mi destino. Mi cuerpo temblaba, lleno de miedo e incertidumbre, pero mi corazón me pedía que hiciera un esfuerzo, que no me rindiera ante las adversidades.
Mientras caminaba por las calles, veía a la gente seguir con sus vidas cotidianas, sin saber lo que estaba sucediendo en mi interior. Caminaban llevando a sus hijos, siguiendo sus metas, las casas eran iluminadas por las farolas de magia, y todo parecía normal.
Pero detrás de mí estaba la prueba que sabía que tenía que tomar si quería cambiar mi vida para mejor.
Si quiero cambiar entonces tendré que esforzarme.
Después de varias horas, por primera vez en toda mi vida, di media vuelta y comencé a correr. Pero a diferencia de antes, no corría para huir, corría para enfrentarme a mis miedos y a mi pasado.
En los barrios bajos, la luz de la luna era la única que iluminaba el ambiente, pero no me importaba, no necesitaba nada más. Corrí pateando la arena, sintiendo la brisa nocturna en mi cara, y sabía que solo podía seguir adelante y enfrentarme a mí mismo.
A lo lejos, vi aquel puente, el mismo en el que abandoné a Emilia. Pensé que estaría allí, pensé que podría decirle que la ayudaría, pero ella no estaba ahí. Después de todo, ¿por qué iba a esperar por un cobarde como yo?
Corrí con la esperanza de llegar a tiempo, pero con cada paso mis pensamientos se hacían más caóticos. ¿Sería capaz de hacerlo? ¿Moriría otra vez?
Finalmente llegué, y pude ver que el bazar mostraba signos de batalla. Había cristales de maná en el suelo, las ventanas estaban rotas. ¿Había llegado demasiado tarde? Quizás sí, pero no me iba a rendir. Aún había una oportunidad de cambiar mi destino, y estaba dispuesto a luchar por conseguirlo.
Entonces…
¡BOOM!
La mansión explota con un estruendo ensordecedor, lanzando escombros en todas direcciones. Una onda de frío recorre el lugar y me impacta, haciéndome caer al suelo. La nieve comienza a caer, cubriéndolo todo con su manto blanco. Sé lo que esto significa: he llegado tarde.
Los gritos de las personas son aterradores. El caos se ha apoderado del lugar y yo no puedo hacer nada más que mirar hacia delante, paralizado.
Veo cómo, de lo que antes era la mansión, emerge un monstruo gigante. Una criatura semejante a una mezcla entre el pelaje de un gato y la apariencia de un león. Su sola presencia es imponente y me hace entender, una vez más, que he llegado demasiado tarde.
El monstruo ruge al aire con una fuerza que hace temblar el suelo, mientras el frío me invade cada vez más.
"¡Marcooo!" grita Puck, transformado en un monstruo frente a mí. Su sed de sangre es tan intensa que me hace querer correr, pero no tengo adónde escapar, así que no me queda más remedio que esperar mi destino.
La criatura baja la cabeza y me mira directamente con una expresión de ira.
— ¿Lo sabías? ¿Sabías que esto iba a pasar y por eso huiste.?— Me pregunta con un aliento caliente, que contrasta con el frío que me congela por dentro. Su voz refleja el dolor y la furia.
— Sí. Lo sabía.—Le respondo, aceptando la realidad de la que no puedo escapar.
El monstruo grita con furia y lanza un pisotón a mi lado, arrojándome y haciéndome chocar con una pared. Las casas cercanas están congeladas, y caigo cerca del puente por el que había escapado, como si fuera una llamada del destino a mi cobardía.
No puedo sentir mi cuerpo, mi cabeza da vueltas. Intento hacer fuerza pero mi cuerpo no responde a ningún impulso.
— No podía hacer nada. No estoy con los malos simplemente si les decía no me iban a creer. — Le digo a Puck, mirándolo a los ojos. No estoy mintiendo.
Tengo miedo, pero al mismo tiempo me siento tranquilo. De alguna forma, saber que no voy a morir me alivia. No tengo necesidad de huir, aunque me gustaría evitar el dolor. Ya no hay necesidad de huir.
Puck me gruñe en la cara, poniendo toda su ira y dolor en mí.
Emilia. Te atreviste a dejarla morir. Quien más me importa, un simple humano desconocido como tú la dejo morir. — Su tono me hacia entender su arrepentimiento, el tampoco pudo hacer nada por ella.
— Pagare mi pecado. Los salvaré, así que… mátame.— Le digo con determinación, mirándolo fijamente. Al escuchar mis palabras, Puck alza su pata.
— Bastardo. Entonces, sí podías hacer algo.— Dice con resentimiento, mientras veo cómo su pata se mueve rápidamente hacia abajo, en cámara lenta.
No tengo miedo, es más, estoy calmado. Creo que veo un camino, escoger la salida fácil fue lo que me llevo al fracaso, entonces esta vez tomare la salida difícil y haré más fuerte.
Miro hacia arriba y todo lo que puedo ver es la pata de Puck, que está por alcanzarme.
— ¡Detente.!— Grita una voz desconocida.
«Otra vez... Llegas tarde.»
Siento que mi cuerpo es aplastado por la pata de Puck, dejándome como una masa de carne y huesos.
Capítulo 3.
Una palabra, un destino.
Rápidamente volví en mí, a diferencia de antes estas ves recordé inmediatamente lo sucedido. La sensación de los recuerdos y el dolor eran incrementados. Un dolor de cabeza severo ataco mi mente.
Pero no hay tiempo que perder, tengo que seguir, tengo que avanzar. Me demostraré a mi mismo que no voy a repetir mis mismos errores.
Y todo va a comenzar ahora.
— Mi nombre es Satella. — Emilia me mira, esperando la reacción que estoy por hacer.
Tu mirada parece la de alguien que esta por cometer un asesinato. — Digo a Emilia con una sonrisa.
Ella me mira atónita. No esperaba que mis palabras fuesen positivas pero tampoco esperaba que bromease como ahora.
Puck; como si de seguir un guion se tratase, cae en carcajadas para romper el ambiente tenso.
Emilia toma a Puck de los cachetes y los estira.
— ¡Puck! ¡No te burles! — Emilia mira a Puck entre sonrojada, molesta y alegre.
Tantas emociones en una sola expresión. Probablemente para ella soy de las pocas personas que no la han juzgado por su apariencia.
— Hablando en serio, es un bueno nombre. — Miré a Emilia directo a los ojos.
— Soy una medio elfa. — Dice aún con Puck intentando escapar de sus manos.
Me acerco un poco hacia ella, tratando de no incomodarla pero quería ver bien. Ella me salvo por interés. Yo la salvaré por lo mismo.
Incluso, ahora que lo recuerdo. ¿El punto de guardado original de la novela era este? Creo que no. ¿Sera porque somos personas diferentes.?
— Tiene sentido, solo los elfos podrían tener facciones tan hermosas. — Actuó como si analizara su cuerpo.
Me siento un poco estúpido haciendo esto.
— Yo… Eh… — Emilia se queda sin palabras. Suelta a Puck y rápidamente me da la espalda.
Sus orejas delatan sus sentimientos, estas estaban levemente rojas. Quizás, si las dejaba más tiempo como en una novela estas empezarían a expulsar humo.
Puck se lanza hacia mí, dándome un pequeño golpe suave en el cachete.
En contraste con la vez anterior, este golpe se siente lleno de calor. Como si estuviera emocionado.
— ¿Eh? ¿A que viene eso? — Miro como Puck sigue con su pata en mi cachete.
Puck entonces empieza a flotar a mi alrededor.
— No es nada malo, solo quería hacer algo con este hormigueo. — Puck empieza a soltar pequeñas risas.
Emilia sostiene su cabeza, sin saber como reaccionar. Supongo, que después de todo tiene esa misma mentalidad.
En un puente pequeño de piedra. En los barrios marginados del país de Lugunica, esta chica recibe el primer cumplido de un desconocido.
Supongo que es valido su comportamiento.
— ¿Estas bien? — Me agacho a su lado, intentando ver si ya nos podemos ir.
Con esto tendré un poco más de su confianza.
Emilia me mira y se rueda dándome la espalda. Aún roja como un tomate, probablemente no sepa que hacer.
— Si le dices que es linda no va a tener como reaccionar, es tu culpa. — Dice Puck.
— Pues, no puedo mentirme, la verdad es la verdad. — Digo mirando la espalda de Emilia, haciendo que esta reaccione poniéndose más roja.
Quizás estoy por ver humo de verdad.
Aunque, mejor para otro momento.
— Se va a hacer de noche pronto, mejor nos apuramos. — Dije con una voz más seria. — No sabemos si van a haber peligros.
Mire a Puck, dándole a entender que debe estar atento. No puedo dejar que se repita de nuevo, tengo que ganar esta batalla.
Emilia entiende mis palabras, a pesar de estar sonrojada se levanta y corre delante mío. Impidiendo que vea su rostro.
— Vamos. — Dice Emilia, dando unos pocos pasos antes de detenerse.
Emilia entonces da media vuelta, pero a diferencia de mi no era para escapar. Ella da media vuelta y me muestra una sonrisa de oreja a oreja.
— Mucho gusto Marco.
Su sonrisa brilla, brilla como aquella estrella que nunca duerme. Ella cierra sus ojos y arquea un poco su cabeza, su cabello se mueve junto a ella. Sin duda alguna era la sonrisa más hermosa que había visto en toda mi vida.
Mi rostro intento sonreír en consecuencia, pero no es momento de eso.
— Si, mucho gusto. — Di unos pasos largos y me puse junto a ella.
Empezamos a caminar, mientras veíamos como todos parecían tener miedo de nosotros: De Emilia probablemente. Tengo que pensar, tengo que pensar el porque del ataque.
La hora del ataque es probablemente porque Roswall sabe a que hora Puck no puede hacer nada. Así que si eso es cierto, ella atacará siempre al atardecer.
¿Entonces si voy solo podría llegar a conseguir la insignia?
Eso no es posible, si voy solo tendré que enfrentarme a ambos ya que no hay forma de hacer algo. Sacrificar mi celular es sacrificar mi estancia y mis ambiciones.
Tengo que pensar algo mejor.
Incluso, es probable que Elsa nos este viendo a escondidas ahora mismo. Ella lo haría, probablemente espera el mejor momento para atacar así que este suceso es ineludible.
Lentamente nos acercamos, desde aquí ya podía ver el bazar. No había signos de batalla, simplemente esta ahí. Sin embargo, mi cuerpo sabe que es hora de enfrentarme a esta prueba.
Lentamente ambos avanzamos.
— Debes estar preparada, no sabemos que nos espera.
Emilia al ver mi rostro intenta decir algo, pero la detengo.
— No me voy a ir, vamos a terminar esto.
Me poso frente a la puerta, si Elsa nos esta viendo entonces que sepa que estoy listo. Toco la puerta con fuerza. Mis emociones, mi temor, mi vida, mi pasado. Ahora estoy en un mundo nuevo, ahora tengo que ser alguien nuevo.
Felt abre la puerta, asomando su rostro un poco molesto por el hecho de haber tocado tan fuerte.
— ¡Te escucho! ¡No tenias que tocar tan fuerte! — Felt me mira molesta, ignorando la persona que tenía detrás.
— Lo siento, quizás toque un poco fuerte. — Le di una sonrisa a Felt, señalando a Emilia con mi pulgar.
Felt dirige su mirada a Emilia, haciendo que su expresión de enojo cambie a una de temor. Emilia intenta tomar el brazo de Felt, pero esta en un abrir y cerrar de ojos estaba dentro del lugar, al lado de Rom.
Rom al ver la expresión de Felt se da cuenta de la situación. Toma su maso y nos intenta intimidar dándole pequeños golpes al suelo.
Devuelve la insignia y todo estará bien. Si tienes algún problema te podemos dar protección, después de todo ya el dueño esta aquí. — Extiendo mi mano, intentando que Felt entre en razón.
— ¡No me importa! — Exclamo Felt, escondiéndose detrás de Rom. — Con ese dinero iba a poder iniciar un negocio, mejor vete de aquí si no quieres volverte carne picada.
Rom actúa acorde de las palabras de Felt y cambia la posición de su maso a su hombro. Emilia entonces entra al lugar y sonríe.
— Entonces tendremos que llegar a un acuerdo.
Puck sale dentro del cabello de Emilia, haciendo que la expresión confiada de Rom cambie a una de temor.
— No tenemos que forzarnos, mejor dejemos evitemos problemas. — Miro hacia mi alrededor, intentando hacerle entender mis palabras. — ¿No? Elsa.
Al decir eso el ambiente se torna pesado, el aire se vuelve denso y en un instante un kukri viaja hacia mi estómago. Ruedo en el suelo para esquivarlo y Emilia como habíamos acordado lanza múltiples estacas de hielo en dirección del ataque.
Una sombra se mueve a toda velocidad, esquivando estaca por estaca sin ningún problema.
— Vaya, parece que la pequeña ladrona es una inútil después de todo. — Elsa rompe con su kukri múltiples estacas de hielo, sus movimientos eran mágicos, casi como si estuviera danzando.
Felt aprieta su puño, su cara se contorsiona en una espiral de emociones. Esta claro que por algún motivo esas palabras la afectaron en su interior.
— Ahora que la dueña está aquí supongo que solo me queda matarlos a todos. — Ella me lanza una mirada fulminante.
Yo le sonrío directo a sus ojos, intentando esconder mi temor.
— ¡Ja! De todas formas los ibas a matar. — Mire a mi alrededor si había algún arma que podía usar.
No iba a atacar, es estúpido considerando su habilidad sobre humana, lo que haré será otra cosa. Después de todo la mejor arma que tengo es mi cabeza.
Elsa empieza a reír a la par que esquiva las estacas de Puck. Su risa resuena y cambia de posición, sin embargo su todo es similar, dando a entender que no les cuesta ningún esfuerzo lo que esta haciendo.
— Me descubriste, chico. — Elsa fija por un instante su mirada en mí. — Eres un factor completamente desconocido incluso por mi contratista… Interesante,
— Te mueves bien para ser una simple niña. — Puck ataca con más firmeza, los ataque parecían perseguir a Elsa pero ninguno era capaz de darle.
— Un pequeño espíritu me ha elogiado. Supongo que debería sentirme honrada por ello.
Elsa cambia su dirección hacia nosotros. Rápidamente Rom arremete contra ella, blandiendo su maso en un arco descendente. Con una fuerza descomunal Rom intenta aplastar a Elsa, pero esta en un instante se posa encima del maso de Rom.
Elsa intenta actuar pero Puck lanza múltiples estacas hacia ella. Elsa salta hacia el techo, con un giro pone sus pies en el techo y intenta atacarme. Por un breve instante nuestras miradas conectan, podía sentir su enojo, pero también podía sentir su emoción por la situación.
— Debe ser difícil tener frio. ¿No? Pequeña vampira — Dije mirándola con confianza.
Por un instante esta pareció dudar de mis palabras, ese instante fue suficiente para esquivar su ataque y que una estaca de hielo se clave en su hombro.
— ¿Me ignoras a mí? Vaya, parece que tengo que entretenerte mejor.
Puck arremete contra Elsa, esta retrocede para remover la estaca de hielo y se detiene.
— ¿Me conoces tanto? Vaya… Eso es una sorpresa. — La expresión de su rostro cambia, su sed de sangre se incrementa.
Elsa mira a Puck, conociendo que sus ataques se estaban debilitando esta quiere terminar con el primero.
— ¿Te hice sentir mal? Entonces déjame darte la atención que mereces antes que desaparezcas.
— Parece que no me he presentado, señorita. Mi nombre es Puck. Me gustaría que al menos recuerdes mi nombre, mientras te despides de este mundo.
Elsa aprovecha los huecos entre disparos para esquivar, básicamente cualquier cosa la usaba como punto de apoyo para acercarse. Sin embargo, cuando estaba por dar un tajo a Emilia esta usaba su magia de hielo para crear una barrera y protegerse.
Felt parecía esperar una oportunidad para hacer algo pero podía ver como aún estaba temblando. Probablemente esas palabras le afectaron aún más.
Pongo mi mano en el hombro de Felt, haciendo que esta se sorprenda y me mire directo a los ojos. La aprieto con fuerza, intentando poner mi autoridad sobre ella. Necesito que lo entienda rápido, sin quejas ni dudas.
— Vas a huir y buscar ayuda, escucha. Probablemente haya un caballero que esta rondando por aquí. Si lo ves pídele ayuda y dile que se apresure a venir. — Mire a Felt sin duda alguna.
Esta vez, esta vez necesito que llegue a tiempo. Después de todo lo que he hecho necesito hacer más tiempo para que llegue.
Felt me mira sorprendida. Intenta decir algo pero Rom la interrumpe.
— Ve, debes llamar a alguien que nos pueda ayudar en esta situación. No te preocupes por nosotros. — Rom le sonríe a Felt.
— Rom, debemos protegerla mientras escapa. — Agarro un escudo que estaba tirado en el suelo.
El escudo era un broquel, un escudo pequeño pero al estar hecho de metal me iba a proteger de su kukri.
Felt entiende. Ella nos mira a ambos y me dice:
— Tienen que sobrevivir para que les entregue la insignia. — Felt empieza a correr para escapar, pero se detiene al ver que Puck está por hacer algo.
Elsa intenta avanzar pero Puck parece haber cargado ese ataque. Los pies de Elsa quedan atrapados en el hielo. Puck había congelado el suelo y esta listo para cargar su ataque.
— ¡Vaya!, parece que me atrapaste. — Dice Elsa con una sonrisa en su rostro.
— Culpa la brecha entre nuestras edades. Hay muchas razones para felicitarte después de aguantar tanto, pero ya es momento de dormir así que, buenas noches.
El pecho de Puck empieza a Iluminarse. Puck parece haber cargado una gran cantidad de maná, es tan así que el cabello de Emilia ondea de forma ascendente. Ese es el ultimo movimiento de Puck, el poder mágico estaba concentrado y el brillo era casi como si de una linterna se tratase.
Puck sonríe y lanza el ataque. Más que una estaca o algo solido una ventisca arremetió contra el lugar. El suelo, el techo y todos los objetos se estaban congelando a su paso. En un abrir y cerrar de ojos la mitad del bazar quedo teñido en blanco. El antes olor a humedad fue reemplazo por un frio que lastimaba la nariz.
La presión fue tan fuerte que las ventanas se rompieron. Felt vio su oportunidad para huir, aún no sabían si eso la derrotó así que decidió escapar.
Rom pensó que eso bastaba así que se distrajo pero yo sabía que no era así.
— No puede ser… — Dijo Puck.
Una kukri de hielo viajó por los aires yendo directo en la trayectoria de Felt. Normalmente eso habría sido su final pero yo ya lo había predicho.
Aproveche el suelo congelado para tomar impulso, con la fricción disminuida pude alcanzar la kukri y con mi broquel le di un fuerte parry, haciendo que esta tome otra dirección y se estrelle con una pared.
— ¡Eso fue genial hermanito! — Dijo Felt antes de salir por la ventana.
Debido a la inercia, mi cuerpo sigue el movimiento así que termino chocando fuertemente con la pared. Use mi brazo para soportar el golpe pero aun así dolió bastante.
— Por supuesto que puede ser. — Elsa corto la neblina helada con un swing de su kukri. — Ah, eso fue increíble. Pensé que moriría allí, siendo como la sangre fluye por mi cuerpo. Aunque claro, quizás la diferencia de edad no es tan importante después de todo.
Elsa se mofa de Puck, sus pies sangrantes demuestran su determinación.
— Eso no es algo que una chica deba hacer. — Dice Puck con una voz neutra, no se sentía molesto por su burla, simplemente parecía no estar feliz.
Elsa toma dos pedazos de hielo, los mira por unos segundos y se los coloca en sus pies. Como si se estuviera rompiendo el aire el vapor del hielo se mezcla con gotas de sangre de sus pies. Con una sonrisa esta asiente y usa su kukri para darle la misma forma que la planta de sus pies.
— Por suerte no tuve que cortarme los pies. — Elsa taconea el suelo con los pedazos de hielo en sus pies, como si de probar unos zapatos se tratase.— En cambio, gane un nuevo par de zapatos. Gracias.
— Eso debió doler. — Dice Puck.
En respuesta a las palabras de Puck. Elsa asiente y lame su kukri, el vapor salía de los pies de ella indicando que aún con eso sus pies estaban siendo constantemente quemados.
Solo yo se que el dolor que siente es más grande que eso, ya que sus terminales nerviosas deben estar dañándose y reparándose constantemente por su habilidad como vampira.
— ¿Puedes aguantar? — Emilia mira a Puck preocupada, pero puck lo niega con la cabeza.
— Lo siento, use todo lo que tenía en ese ataque. — Puck me lanza una mirada. — Se que me dijiste que estuviera atento pero te encargaré a mi hija.
Puck me guiña el ojo, se que es sarcasmo pero no esta equivocado con sus palabras. En este momento tengo que ganar esta batalla, por mi futuro en este mundo.
— ¡Puck! No bromees en esta situación. — Emilia refunfuña a Puck, este le da una sonrisa y desaparece.
— Eso fue desagradablemente hermoso. — Elsa rompe el ambiente y ambos nos centramos en ella.
Pongo mi escudo en frente mío, todo lo que puedo hacer es defenderme. Atacarla es básicamente morir. Aunque… .
El techo esta congelado, eso significa que ahora es más pesado.
Con una nueva idea, veo las posibilidades de cambiar las tornas de la batalla.
Me pongo al lado de Emilia, esta estaba decidida a acabar con Elsa a como de lugar.
— ¿Tienes maná suficiente?
Una pregunta estúpida, es Emilia después de todo.
— Si, lo tengo.
Elsa arremete contra nosotros sin querer dejarnos pensar, pero Rom lanza el taburete del bar en contra de ella y empieza a atacarla.
— Escucha… Dispara estacas de hielo haciendo una línea recta hacia las paredes, que sean gruesas y que atraviesen las paredes. Y en el techo has la forma de un cuadrado. ¿Eres capaz de hacerlas desaparecer cierto?
— Si, puedo hacerlo pero. ¿Con que objetivo? Eso no va a servir de nada.
Doy un pequeño puño al hombro de Emilia. Mi mirada lo dice todo, tiene que confiar en mí.
— Estoy contigo, no estás sola. Déjame demostrarte de que estoy hecho.
Emilia me mira sin saber que decir por un instante, pero rápidamente ve que a Rom se le dificulta seguirle el paso a Elsa.
— Está bien, tienes razón.
Chocamos nuestros puños, ambos estamos determinados a salir de esta. Saldremos y festejaremos haber sobrevivido. Mientras que Emilia esta luchando junto a Rom, yo hago el análisis.
El hielo debió endurecer la madera, ahora que es pesada si hacemos más peso en un punto esta va a caer.
El suelo debajo estaba congelado. A pesar de que Elsa se deslizaba para esquivar los ataques al apoyarse en las paredes esta parecía tener un pequeño contratiempo por la falta de fricción.
Los golpes de Rom destruían todo a su paso, incluso la pared parecía estar quebrandose por la dureza de estos ataques. Después de todo, aunque la madera es dura ahora por estar congelada también la hace bastante frágil.
Tomo una masa en el suelo y empiezo a hacer mi plan.
Emilia y Rom arremetían con diferentes tipos de ataques. Cuando Elsa se acercaba a Rom este respondía con su masa. Rom nunca da su espalda a Emilia.
— Tienen buena coordinación. ¿No será que esto estaba planeado? — Elsa sonríe mientras abalanza su kukri hacia la cabeza de Rom.
— ¡Ja!, es solo que soy buen compañero de baile.
La kukri rebota al chocar un una de las estacas de hielo. Elsa aprovecha la oportunidad y logra darle una patada en la cara a Rom pero este no se inmuta y en cambio lanza un izquierdazo hacia Elsa.
Elsa usa la kukri para apuñalar la mano de Rom pero, inesperadamente este no detiene el ataque y logra enviarla a volar para estrellar con la pared.
Solo necesito detener a Elsa por un instante, si la sorprendo lo suficiente esta titubeará y podremos salir del bazar.
Subo al segundo piso, dejando a ambos luchando en contra de Elsa. Rápidamente clavo varias espadas en el suelo, intento que algunas atraviesen pero varias se rompen en el acto. Sin embargo, será suficiente para hacer daño.
Los preparativos están hechos así que es momento de actuar. En el momento que Emilia lance la gran estaca hacia el techo todo funcionará.
— ¡Muere! — Grita Emilia desde el piso inferior, aunque no puedo ver la batalla se que Elsa debe estar preguntándose donde estoy.
Ese sentimiento de sorpresa lo aprovecharé.
Una gran estaca de hielo atraviesa el piso del segundo piso. La madera tiembla a la vez que el piso se congela. El segundo piso tenía más basura de la que esperaba. Empiezo a tirar todo lo que veo alrededor de la gran estaca.
Las pequeñas estacas hacían un cuadrado, mientras que en el centro del cuadrado había una estaca gigante. Si coloco el suficiente peso los laterales van a ceder y caerá directamente el suelo sobre Elsa.
Amontone todo tipo de armaduras y armas oxidadas. Rom ya debe estar agotado y Emilia ha utilizado mucho maná. Si no actuó ahora puede que todo salga mal. Me subo hacia unas cajas. Estoy mas alto que la estaca gigante en el medio.
Es ahora o nunca, tengo que demostrarlo.
Que soy suficiente para sobrevivir a este mundo.
Salto de las cajas, salto tan alto que casi choco con el techo. Mientras bajo pongo el escudo en frente de mí. Con mis ojos puestos en mi objetivo, choco la punta de estaca con mi escudo. El retroceso del golpe me revuelve todas mis entrañas.
Siento dolor, siendo miedo, pero también quiero sobrevivir.
Para sobrevivir a este mundo no puedo huir, para sobrevivir tengo que luchar.
El piso cede, los laterales caen junto a los objetos que estaban. El piso no se quiebra en varios pedazos si no que cae por completo en un cuadrado. Mientras caigo puedo ver el rostro de Emilia, atónita por ver lo que esta sucediendo pero.
— ¡Ahora! — Grito con todas mis fuerzas.
Elsa intenta retroceder y evitar ser aplastada por el techo cayéndole pero Emilia aprovecha su distracción para congelar sus pies. Elsa entonces toma su kukri, con toda su fuerza lo abalanza sobre la estaca de hielo.
Pero eso era parte del plan. El cristal era débil de base, le había dicho a Emilia que usase poco maná en él. En el momento que la kukri de Elsa toca el cristal este se quiebra en diminutos pedazos.
En ese instante puedo ver los ojos de Elsa. Su mirada no tiene precio alguno. Se había logrado salvar de la estaca pero detrás de ella estaba yo. Aún cayendo. Quizás no sea tan fuerte como las personas de este mundo pero sin duda alguna puedo jugar con la física a mi favor.
Caigo a toda velocidad sobre ella, intento usar mi brazo derecho, el que tenía el escudo para aplastar su cabeza pero este no me responde.
«Mierda.»
Ella no podía usar su brazo con la kukri por que no le daría tiempo, pero en este momento me percato. Elsa sonríe y con su mano izquierda hace la forma de una lanza, intentando clavármela en el aire. En el momento que su mano esta por tocar mi estomago un sonido metálico suena a flote.
Los dedos de Elsa se quiebran al instante.
— ¡Quien ríe de ultimo ríe mejor vieja bruja! — Abalanzo mi brazo izquierdo para clavarle una masa de púas en la cabeza.
Casi como romper una sandia su cabeza estalla por el ataque. Caigo al suelo con fuerza. El estruendo del golpe levanta polvo y escarcha por todos lados.
Me siento mareado pero esto no es todo. Habrá unos segundos antes que Elsa reviva. Ella no puede mover su cuerpo si su cabeza no existe pero en el momento que se regenere atacara con todo.
— ¡Salgan del lugar! — Grito a Rom y Emilia.
Estos sin dudar corren afuera. Rom atraviesa la pared con facilidad mientras que Emilia sale por una ventana. El hueco que crea rom hace una reacción en cadena, las estacas que clavo Emilia a lo largo de las paredes desaparecen. Al tener todo el peso superior el bazar cede, empezando a caer.
— ¡Marco.! — El grito de Emilia resonaba con desesperación.
El daño fue más grande del que esperaba. Mi brazo esta dislocado y creo que tengo unas costillas rotas.
«Quizás tenga que repetir.» Pensé en ese instante. Pero mi cuerpo ardió con furia, diciéndome que debo vivir, que todo el esfuerzo debe tener un resultado.
Los escombros empiezan a caer, el techo se quiebras mientras que las paredes al estar congeladas se parten como si fueses vidrio. La magia de Puck es de verdad de otro nivel.
No miro hacia atrás, camino con todas mis fuerzas sobre los escombros, a fuera estaba la victoria. Estoy cerca de ello pero entonces…
—¡Marco! — Grita Emilia, ella estira su mano y sus ojos, sus ojos parecían querer llorar.
Miro hacia arriba y veo como un gran trozo de la casa viene cayendo hacia mí. No había forma de evitarlo.
Emilia intenta crear una gran pieza de hielo pero el tiempo no es suficiente.
Justo cuando creo que es el final entonces.
— ¡JA! — Un gran grito suena, el grito de ese hombre que había llegado tarde todas las veces.
Una cuchilla de aire viaja hacia el escombro, haciendo que este explote. Con mis ultimas fuerzas salto hacia afuera y toda la casa cae en pedazos.
El estruendo resuena y una pila de polvo se mueve por los aires obstaculizando la vista de todos.
Caigo rodado sin control por el suelo. Estrellándome ante los pies de Emilia.
Ella se agacha completamente estupefacta por lo que acaba de suceder. Mi cuerpo me duele como nunca. No puedo mover mi brazo, mi pecho duele y siento que todos mis huesos casi se rompen.
Pero no es suficiente.
— ¡Ahora, Congela todo el bazar.! — La miro a los ojos con determinación.
Emilia inmediatamente se levanta y juntando mana esta intenta crear un pilar de hielo. Sin embargo, por la aparición de esa persona el pilar solo se crea a la mitad.
— El maná… — Emilia mira sus manos, para luego mirar a su alrededor.
Ella al verlo entiende lo que acaba de suceder.
Entonces aparece el, la persona que llevo esperando desde que vine a este lugar.
Un hombre imponente y cautivador, con su cabello carmesí y sus ojos azules que parecen brillar con la luz de la luna.
Su presencia sola puede generar una sensación de presión en su entorno. Es como si fuera una fuerza de la naturaleza, capaz de enfrentar cualquier desafío que se le presente.
En su cinturón porta la poderosa espada dragón, la cual emana una presencia abrumadora y poderosa, lo que demuestra su habilidad en el combate. En su brazo derecho porta la daga de Felt, dándome a entender que le debo la vida a ella.
Cuando Reinhard se posa al lado de nosotros, es como si todo se detuviera para prestarle atención. Su presencia imponente y su habilidad innata lo convierten en un verdadero héroe de leyenda.
Pero ese bastardo.
«Llegaste tarde dos veces»
— Llegas tarde… — Mientras hablo mi garganta expulsa pequeñas gotas de sangre.
Capítulo 4.
Un nuevo mundo.
Sentí que estaba por desmayarme, ahora que me siento calmado mi cuerpo deja de responderme. Pero entonces una sensación cálida me envuelve. Como si fluyera dentro mí, puedo sentir una corriente caliente.
Emilia estaba poniendo su mano en mi pecho, ejerciendo magia curativa en mí. Su rostro se veía agotado, supongo que también estuvo gastando mucha magia, el hecho que me siga curando es por su espíritu noble.
— Gracias.
Emilia me mira a los ojos y me saca la lengua.
— Eres un tonto. — Dice ella con un tono dulce.
Le regalo una pequeña sonrisa a Emilia, mientras experimento la extraña sensación de ser curado por su magia. Es como si me hubieran anestesiado el cuerpo, el dolor desaparece completamente, como si nunca hubiera existido.
La magia es realmente sorprendente, y me hace pensar en cómo sería el mundo en miles de años, o si en nuestro mundo existiera algo así. Probablemente nos habríamos autodestruido sin duda.
— Reinhard, tu… . — Emilia mira a Reinhard, ella no se esperaba que el estuviera por este lugar.
Reinhard mira con detenimiento el bazar destruido. Supongo que se estará culpando por no llegar a tiempo.
— Estaba patrullando por el lugar, cuando esta chiquilla vino a mí. — Reinhard se da un giro y muestra a Felt.
Se había logrado ocultar completamente con el ambiente. Detrás de Reinhard, su expresión parecía temerosa, como cuando un niño se mete en problemas.
Reinhard mira a Emilia, este le pide que le cuente lo sucedido. Emilia le va contando mientras me cura, mi cuerpo se siente como nuevo, sin embargo esta vez la fatiga no desapareció.
Reinhard pareció pensar por un momento antes de hablar:
— La cazadora de entrañas. — Reinhard vuelve a darle una mirada al baza. — Tendré que investigar si sigue con vida.
No creo que haya muerto. No sé en qué condiciones vive, pero definitivamente se recuperó de eso. De hecho, probablemente hubiese atacado si Reinhard no aparecía, luchar en un lugar cerrado es una cosa pero en este campo abierto ella no tiene oportunidad.
Tampoco la tendría en un lugar cerrado.
No sé cómo sentirme al respecto. Estoy relajado por haber superado este desafío, pero no puedo olvidar que estoy aquí gracias al sacrificio de tantas personas.
No permitiré que nadie más muera. Me esforzaré al máximo para no volver a cometer los mismos errores. Eso es lo que quiero decirme a mí mismo, pero en el fondo, sigo siendo el mismo.
— Gracias por esa salvada al final Reinhard. — Me levanto, Emilia reacciona intentando que siga acostado pero la detengo. — Estoy bien.
— Tenías muchas heridas, deberías descansar. — Emilia me mira con una expresión preocupada.
— Ya habrá momento para ello. — Miro a Felt. — Tienes una promesa que cumplir cierto.
Felt me mira con ojos bien abiertos, como si esperara que no le dijera nada o que me olvidara de lo que pasó.
Camina con la cabeza baja y una mano cerrada, consciente de que la casa de Rom fue destruida y casi murieron todos, sin tener donde hacer negocios ni dinero para reparaciones.
Pero el destino va a cambiar para ella, espero que sea para mejor.
Finalmente, Felt llega frente a Emilia y levanta la cabeza para verla.
Gracias por cuidar al viejo Rom.
— Si, no fue nada. — Dice con una sonrisa al ver la actitud tierna de Felt.
Felt entonces abre su palma, al abrirla, se puede ver como el cristal de la insignia brilla con fuerza. Reinhard al verlo se sorprende y la toma del brazo.
— ¡Suéltame! — Felt intenta zafarse pero le es imposible.
— ¡Suéltala! — Rom se acerca y lanza un puñetazo hacia Reinhard pero este lo detiene con una mano.
Reinhard entonces de un toque en su cuello hace que Felt se desmaye. Rom se enoja pero entonces lo agarro del brazo.
— ¡Detente! — Dirijo mi mirada a Reinhard. — Reinhard, ¿No la vas a arrestar o sí?
Reinhard me mira un momento, como si estuviese pensando.
— Tu eres… — Reinhard me lanza una mirada desconfiada.
Para ser sincero no recuerdo que habilidades tiene Reinhard, si de casualidad puede leer mi mente entonces eso va a ser un problema.
— Soy Maco Luz. — Miro a Reinhard a los ojos. — Gracias por salvarme nuevamente.
«No te recomiendo que veas más» «No soy malvado, pero me gustaría que respetases mi privacidad» «Te contare todo cuando sea el momento»
Si Reinhard puede leer mi mente es mejor que le de la advertencia de una vez.
No se cuál es el límite de su poder.
— Reinhard Van Astrea, a tus servicios. Tranquilo, solo estoy haciendo mi deber. — Reinhard se inclina levemente. — A tu pregunta. No, no la voy a arrestar pero si tengo que llevármela. — Reinhard le da una mirada a Rom. — No le voy a hacer nada malo, solo tengo que verificar algo.
Rom parecía desconfiar. No, de hecho. Parece que odia el simple hecho de estar en frente de Reinhard. Rom aprieta sus puños con fuerza.
— Un Astrea tenias que ser. — Escupe Rom con furia al suelo.
¿No lo puedes llevar también? Ellos dos son como familia, no creo que sea bueno separarlos. — Al menos quiero que no se vaya a repetir lo de la reunión de la selección.
— Si, no es justo separar a una familia. — Emilia mira a Reinhard con determinación, como si lo fuera a regañar si no lo permitía.
Reinhard mira a Rom y asiente con la cabeza.
— No habrá ningún problema. El señor puede venir conmigo. — Reinhard se inclina ante Emilia.
— Entonces esta bien. — Emilia sonríe, viendo que ya tiene la insignia en su mano.
Rom se pone de mala gana al lado de Reinhard. Reinhard no parece tener problema con eso así que lo ignora.
Reinhard ve que ambos queremos estar a solas, por lo cual decide hablar primero.
Entonces, ha sido un placer verlos. Se que nos volveremos a ver.
Reinhard se inclina nuevamente, antes de darnos la espalda y empezar caminar junto a Rom.
Tengo que decir algo.
— ¡La próxima vez déjame invitarte unas copas como agradecimiento!
— Sera un placer. — Dice Reinhard dándome una ultima mirada.
Emilia y yo esperamos a que tomen su distancia. La única fuente de luz era la luna brillando en lo alto. Comenzamos a caminar, ya que no era seguro quedarnos en ese lugar.
Me hubiese gustado confirmar si Elsa está muerta, pero si no lo está entonces es mejor alejarnos.
Ambos esperamos a estar por fuera de los barrios bajos. A pesar de ser de noche, los bares seguían abiertos y las calles estaban bien iluminadas, lo que nos brindaba un poco de seguridad.
Encontramos una banqueta frente a una fuente de agua, iluminada por un faro de luz, y decidimos sentarnos allí para hablar en paz.
— Fue una experiencia intensa. — Suspiro calmado. — No se me pasaba por la cabeza que iba a ser tan caótico.
Una clara mentira.
Emilia agacha la cabeza, probablemente sintiéndose culpable por lo sucedido. Desde su perspectiva debe sentir que todo lo que paso es por su irresponsabilidad.
Que no es mentira claro.
— Lo siento. No debí dejar que me acompañaras. — Dice Emilia con una voz levemente quebrada. — ¡Si hay algo que puedo hacer por ti! — Emilia levanta su cabeza y me mira a los ojos.
Tras un leve silencio comento:
— Gracias por salvarme de los matones. Ya me has dado suficiente. — Miro hacia la fuente.
Emilia se queda mirándome. No encuentro realmente una forma de decirle para quedarme con ella, todas serían demasiado sospechosas.
Emilia entonces sacude su cabeza en una negativa.
— No, no. Tu pusiste tu vida en peligro solo por hacerme un favor. No, de hecho salvaste mi vida. — Emilia me toma de la mano. — Tiene que haber algo que pueda hacer por ti, por favor.
Emilia me mira fijamente, sus ojos brillan deseando que le comente algo que pueda hacer.
Pero todavía no es momento.
— Realmente no se quien eres, solo sé que eso parecía algo importante. — Me levanto de la banca y libero de su agarre con delicadeza. — Muchas gracias por todo, supongo que el destino nos conecto de alguna forma. Ojalá nos volvamos a ver.
Empiezo a caminar lentamente. Necesito que ella me cuente quien es en realidad.
— ¿¡Qué vas a hacer ahora!? — Emilia se levanta de la banca.
— No lo sé, no tengo hogar o dinero así que tengo que ver que hago. — Sigo avanzando, lentamente, para darle tiempo.
Entonces escucho pasos fuertes a mi espalda, justo después Emilia agarra mi chaqueta de cuero. Ella se queda quieta unos instantes, como si estuviese pensando.
—¿Pasa algo? — Me volteo para verla.
Su rostro no mostraba felicidad o tristeza, solo parecía estar mirando a lo lejos.
Supongo que de verdad desconfía, es probable que Puck le dijese algo para que este tan desconfiada.
— Yo… — Emilia me vuelve a tomar de las manos. — Yo te diré quien soy, pero…
Ella hace un poco de presión con sus manos.
— No, si no quieres no tienes porque hacerlo. — Le digo con suavidad.
Me has salvado, sin ti no se qué hubiera pasado así que como mínimo tengo que hacer algo por ti. — Ella asiente con la cabeza, cambiando su expresión a una alegre.
Emilia motivada me dice:
— Puedes quedarte en mi casa por un tiempo.
Ella se queda pensando lo que dijo, para luego sonrojarse por sus palabras. Sus orejas se pusieron rojas y soltó mis manos para tapar su rostro.
— No, no es eso. Mi representante tiene una mansión, ya que eres mi benefactor te puedes quedar allí un tiempo si no sabes que hacer. — Ella me mira con ojos brillosos, entre sonrojada y emocionada.
Yo finjo pensarlo. Como si me costase decidir, después de todo, si acepto muy rápido y ella le dice a Puck hará que este sospeche más.
Me quedo pensando en blanco, para ser sincero no quiero hacer más que acostarme a dormir.
— Yo…
Soy interrumpido por Emilia.
— ¿No quieres? — La expresión de Emilia decae un poco, como su hubiese cortado sus expectativas.
Estiro mi mano para formar un apretón de manos.
— Al contrario, tendré que agradecerte por la oferta. — Le doy una sonrisa sincera.
Sus orejas se alzan un poco y su expresión da un giro en 180 grados para tomar mi mano emocionada.
— ¡Gracias.!
Emilia da un pequeño brinquito de felicidad. Su expresión no tiene precio, es como la de una niña a la cual le acabas de comprar un juguete o su comida favorita.
Tenía tiempo de no ver algo así.
Hoy, bajo la luz de la luna, he tomado la decisión de cambiar mi vida. Tomar el camino fácil me llevo al fracaso, entonces, abrazare el camino difícil y me encargaré de superar todos los obstáculos que se me atraviesen.
Camino junto a Emilia por las calles, donde había poca gente debido a la hora, pero algunos negocios seguían abiertos.
Me encuentro en un mundo medieval con magia, lo que me hizo suspirar resignado, ya que sabía que este mundo no era bonito y que no me esperaban cosas fáciles.
En especial…
Veo a la chica de cabello plateado, Emilia estaba mirando al frente con una expresión satisfecha.
Ella se percata que la estoy viendo y me mira de vuelta.
— ¿Pasa algo.? — Emilia me mira confundida, pero sin borrar su sonrisa.
— No pasa nada. — Miro al frente, sin decirle más.
No sé si tomé la decisión correcta. No sé qué cambios se avecinan o cómo se desarrollarán las cosas a partir de ahora. Me siento muy débil en este momento.
Lo extraño es que, a pesar de haber perdido a los abuelos y de haber vivido traumatizado por la persecución durante años, esos recuerdos se sienten como algo vago, como si hubiera ocurrido hace mucho tiempo.
En cambio, siento que mis regresos me acechan en cada momento. Es insoportable... ¿Cómo hizo Subaru para sobrellevar esto?
Suspiro sabiendo que lo suyo es solo una historia… Aunque, de alguna forma.
¿Qué será de Natsuki Subaru? El real claro está.
De repente, me doy cuenta de que estamos frente a un puesto de carrozas. Nos acercamos a una en particular donde se encuentra Ram, quien parece preocupada mientras camina de un lado a otro, con un gesto de molestia en su rostro.
Emilia se detiene por un momento, como si tuviera miedo de lo que le van a decir por llegar tan tarde. Parece nerviosa ante la reacción de Ram.
— ¿Pasa algo Satella.? — Toco el hombro de Emilia.
Esta se sobresalta, sorprendida por escuchar el nombre que le acabo de decir.
— ¿Satella? Ah, perdón. — Emilia mira a Ram. — Espera un momento.
Después de hacerme una señal con la mano, Emilia da un pequeño trote hacia Ram. Desde la distancia no puedo escuchar lo que dicen, pero por la apariencia molesta de Ram parece estar regañándola.
Emilia agacha la cabeza, como pidiendo disculpas, pero Ram resopla con enojo. Tras unos segundos, parece haberse calmado y entonces Emilia me señala.
Ram me mira con desconfianza, como si viera a un acosador.
— ¡Marco, ven! — Emilia me hace señas con las manos para que vaya a donde esta ella.
Camino lentamente, pensando como voy a reaccionar a Ram.
Cuando estoy lo suficientemente cerca Ram me mira a los ojos, para luego suspirar resignada.
— Entonces, este es el vagabundo que rescataste. — Dice Ram con un tono arrogante mientras se encoje de hombros.
Emilia aprieta un poco las manos.
— No es un vagabundo, fue el quien me ayudo y me salvo y quiero agradecerle por ello. — Emilia mira a Ram con una expresión fulminante.
Toco la espalda de Emilia levemente, intentando calmar la situación.
— Mucho gusto señorita. Mi nombres Marco Luz, la señorita Emilia me ofreció hospedarme por un tiempo en la mansión de su representante, pensando que su honorable representante mostrara una buena voluntad ante su pedido. — Me inclino levemente, mostrando respeto.
Adular a Roswall es el secreto para sobrellevar a Ram.
Ram parece pensar por unos segundos pero entonces empieza a hablar:
— ¡Hmpf! Supongo que al menos sabes agradecer como es debido. — Ram abre la puerta del carruaje. — La señorita Emilia me explico un poco la situación, supongo que es pertinente que el señor Roswall escuche sobre ello y decida que hacer contigo.
Emilia me mira con una gran sonrisa e inmediatamente toma las manos de Ram.
— ¡Si! Gracias Ram. — Emilia mira a Ram con una expresión de felicidad.
Por otra parte Ram muestra una incomodidad que hasta me hace sentir pena por Emilia. Supongo que por lo menos es bueno que no se diera cuenta.
Emilia me llama para que entre a la carrosa. Esta será mi primera vez en una carrosa, supongo que será una nueva experiencia de muchas más.
Al sentarme la carroza empieza a andar. Ram la estaba conduciendo así que Emilia y yo estábamos solos. La carrosa era una lujosa, bastante espaciosa y acolchada. No era tan cómoda como un sillón o las sillas de un coche pero esta bastante confortante.
Una vez nos alejamos más de la ciudad doy un vistazo a la ventana trasera, mi corazón empieza a latir profundo. Quizás todavía puedo regresar a mi mundo.
Esas ideas son borradas de mi rápidamente, mi mundo ya no me acepta. Volver es regresar a tener que huir.
Al final, lo único que puedo extrañar es haber dejado a mi viejo. Mi padre, que ya estaba en las puertas de la muerte. Al menos me hubiese gustado despedirme de él.
Pero por culpa de esos malditos no pude ir a verlo. Hacer cosas buenas no hace que te pasen cosas buenas.
Un sentimiento de nostalgia abraza mi corazón.
El cielo estrellado es hermoso, debido a la poca contaminación soy capaz de ver las constelaciones a su pleno brillo. Quiero grabar esa imagen en mi corazón, ya que este va a ser el cielo que vere de ahora en adelante.
Saco mi celular para tomarle una foto desde la carroza, el movimiento de esta es tan brusco que me es complicado.
—¿Qué es eso? — Emilia se pone a mi lado para ver el celular.
Sorprendido, me hecho hacia atrás casi cayendo al suelo del carruaje. Emilia me ve y se empieza a reír.
— Oye Marco. ¿Sabes? — Emilia me mira y entrelaza sus dedos. — ¡Muchas gracias por salvarme!
Emilia entonces me muestra una sonrisa, detrás de esta estaba la profunda constelación.
¡Clic!
Suena mi celular al activarse el Flash y tomar una foto sin pensarlo. Esta foto, esta foto significa que por fin pude proteger a alguien. Por fin pude protegerme a la vez que evité la muerte de alguien.
Emilia reacciona luego de que tome la foto.
— ¿Qué hiciste? — Emilia se acerca a mí y le muestro mi celular. — Eso es… ¿Un metía.?
Miro con una expresión seria a Emilia. Después de todo mi plan depende de lo que voy a decir.
— Tengo algo importante que decirte.
Al ver mi expresión Emilia piensa que estoy por decir algo malo y reacciona intentando calmarme.
— Espera, pasa algo. ¿Dije algo que no debía? — Emilia me mira preocupada.
Yo niego con la cabeza.
— No, ahora que estamos los dos seré sincero contigo.
Emilia al escuchar mis palabras intenta silenciarme con sus manos, moviéndolas desesperadamente.
— Espera, yo también tengo que decirte algo. — Ella baja su cabeza y sus orejas se decaen un poco. — La verdad es que. — Ella pone sus manos en sus piernas y las presiona en forma de puño. — ¡Te mentí con mi nombre!
Dice gritando sin mirarme a los ojos. Por unos segundo ella se queda mirando sus piernas pero al ver que no respondo alza su mirada lentamente.
Cuando por fin me mira a los ojos hablo:
— Ya lo sabía.
Emilia piensa un instante y luego hace una reacción sorprendida.
— ¡Eeehh! ¿Estas hablando en serio? — Ella me mira entre sorprendida y asustada.
Si. Nadie dice su nombre con una mirada tan sería. Supe al instante que no era tu nombre, además, Puck te llamo Lia durante la batalla ¿No? — Le señalo. — Lia, ¿Ese es tu nombre?
Emilia se queda pensando unos segundos, ella entonces da un largo suspiro, expulsando todo el nerviosismo que tuvo por nada.
— Pero si mi actuación fue impecable. — Ella hace un puchero. — Es culpa de Puck, ¡Hmpf!
Emilia entonces sonríe.
— Mi nombre no es exactamente Lia. — Ella me mira directo a los ojos. — Es un placer conocerte Marco, mi nombre es Emilia. Solo Emilia.
En solo este día he visto múltiples veces la sonrisa de Emilia, sin embargo no me puedo cansar de verla. Su ternura es hipnotizante.
Una pena que no sea particularmente mi tipo.
— Este nombre me gusta más. Te pega, el nombre es tan tierno como tú. — Le giño mi ojo derecho en una broma
Emilia entonces hace una sonrisa nerviosa, lentamente se pone roja y lanza un suave puño a mi pecho. Uno, dos, tres, ella empieza a pegar con delicadeza. Insultándome en múltiples formas.
Me sorprende que actúa así con alguien que apenas conoce, supongo que de verdad se ha sentido sola como para acercarse tanto a un desconocido.
— ¡Tonto! ¡Payaso! ¡Lechuguino! — Emilia termina con un insulto que en mi vida había escuchado.
Al haberse liberado empieza a jadear cansada, pero su expresión sigue mostrando esa sonrisa nerviosa.
Tengo que probarlo, si funciona podre seguir con mi plan, si no lo hace entonces tendré que pensar en una estrategia en el trayecto a la mansión. Antes de hacerlo en la mansión tengo que asegurarme de que puedo decirlo. Si funciona solo tendré que hacer que me crean.
— Emilia. — Sostengo sus manos, haciendo que esta me mire a los ojos sorprendida.
Ella no dice nada, simplemente espera a que hable, su mirada se dirige hacia mi en pequeños lapsos y luego mira otra cosa.
— Te voy a decir algo muy importante. El motivo por el cual no tengo donde ir, no tengo dinero, y el motivo por el cual tengo este aparato desconocido es porque…
Si vas a comerte mi corazón entonces hazlo rápido.
— Sí… — Emilia me mira esta vez con una expresión seria, comprendiendo que no es momento de juegos.
La razón por la cual tengo estas ropas extrañas, tengo este dispositivo extraño, y no parezco venir de este lugar es porque… .
No quiero decirlo, por algún motivo tengo temor de hacerlo. Emilia parece ver que me cuentas hablar e intenta decir algo pero yo soy más rápido.
— Vengo de otro mundo.
Miro a Emilia a los ojos sin ninguna muestra de broma.
— ¿Eh.?
Silencio…
Hola, soy el creador de Re:Empezando la Vida en otro Mundo desde Cero.
Los que han leido mi historia se preguntarán el porque de un Remake. El motivo es simple, la razón por la cual no suelo escribir constate es porque me desmotivaba tener los primeros capitulos tan mal escritos. No solo eso, si no que siempre que quería volver a leer mi historia me encontraba con mis novatadas.
Ahora que se escribir un poco mejor creo que puedo hacer de esta historia algo memorable para todos. Si les gusta no duden en mostrar su apoyo, si ven errores tambien diganme.
Hasta la otra semana.
