Capítulo 1

Nadie sabía cómo se las habían arreglado para estar todos en el mismo sitio. Estudiantes de Slytherin, Hufflepuff, Ravenclaw y Gryffindor, juntos ¡y en Navidad!

Además, porque ellos así lo habían decidido, no era cosa del colegio.

Era el primer año después de que Ginny, Hermione, Draco y algunos otros como Nott y Blaise, habían concluido sus estudios en Hogwarts, las riñas ya no estaban tan marcadas, pero, a decir verdad, tampoco eran todos muy amigos.

-¿Qué cosa dices, Hermione? ¿Te has vuelto loca? -así había reaccionado Ron cuando ella les comentó que Luna y Nott estaban planeando dar una celebración por Navidad en su casa, que estaban todos invitados y que ella pensaba asistir.

-Ron, es Navidad y es la gente con la que hemos crecido, las cosas han cambiado y...

-¡Son de Slytherin! ¡No puedo creer que estés pensando en ir allá a celebrar con ellos como si fuéramos todos amigos!

-¿Slytherin? Ya ni siquiera estamos en Hogwarts, es más, tú ni siquiera volviste el último año.

-Y aquí viene el cuento de nuevo...

-Si hubieras vuelto, sabrías que las cosas cambiaron radicalmente.

-Créeme, sé perfectamente que hubo cambios radicales -Hermione hizo una mueca y se arrepintió de inmediato de lo que había dicho. Ron se levantó del sillón y salió por la puerta-. Principalmente en ti.

Hermione se sintió muy mal. Ron no perdía la oportunidad de echarle en cara el que lo hubiese dejado al poco tiempo de iniciar su relación. Al principio, ella estaba segura de que en algún punto de la vida se volverían a encontrar de manera romántica, pero, por un tiempo, creía que lo mejor era seguir siendo amigos y solo amigos. Con el tiempo, entendió y le dolió entender que Ron y ella nunca podrían ir en la misma dirección, sus sentimientos de pareja se habían aplacado al punto de ser inexistentes y, al no tener a Harry y a Ron con ella, había descubierto nuevas cosas, nuevas expectativas, nuevas personas.

-No te preocupes, Hermione, iremos todos -le había dicho Ginny después del portazo que había soltado su hermano.

-Ron no tendrá más opción que asistir también -dijo Harry con una sonrisa cómplice a su amiga.

-Es tan testarudo, lo dudo.

-Mis padres se irán de vacaciones, no consiguen quedarse en casa, por Fred...

-Luna ha convencido a George de asistir a esa reunión, se han vuelto tan amigos después de la guerra que ha aceptado.

-Me alegra -Hermione sonrió, Luna era increíble.

-Y nosotros ya le hemos confirmado también. Ahí estaremos todos, hasta mi hermano y sus quejas -Ginny rodó los ojos y después sonrió a Hermione con amabilidad.

A Hermione le alegró saber que irían, no podría pasar una navidad sin ellos. Era lo que le quedaba, ya que las investigaciones para encontrar a sus papás seguían en curso.

Pero, lo cierto era que, del último año en Hogwarts a la fecha, había hecho nuevos amigos, había personas a las que quería ver en estas fechas y gracias a Luna y Theo, eso era una realidad próxima.

Entraron a la casa de Theo, definitivamente el hecho de que Luna ya viviera ahí se notaba al instante, todo lucía demasiado colorido y alegre como para ser la decoración de un ex mortífago.

Harry y Ginny se movieron hacia la cocina, a encontrarse con los anfitriones y a saludar a George que ya se encontraba ahí, ayudándolos.

Hermione avanzó por la casa y observó alrededor, estaba tan feliz de estar ahí. Blaise divisó a Hermione y se encaminó a ella, muy entusiasmado.

-¡Hermione! -la abrazó por la cintura y la elevó unos centímetros del piso-, estaba preguntándome a qué hora llegaría mi Gryffindor favorita.

-Blaise -Hermione río un poco, aún sin tocar el piso- ¿Cómo has estado, eh?

Blaise pudo ver como detrás de ellos se encontraba un muy enfurecido Ron Weasley, eso definitivamente le impedía bajar a Hermione.

-Tu ex noviecito quiere matarme con los ojos -Blaise le estaba susurrando en el oído a Hermione y ella lo conocía muy bien como para saber que solo quería hacer enfurecer más a Ron.

-Apuesto a que sí, no soporta que seamos tan amigos.

-Entonces seamos algo más, Hermione -la chica soltó una risita, Blaise jamás dejaría pasar la oportunidad de bromearla así.

-Vamos, Blaise, bájame antes de que se desate otra guerra, vayamos con los demás.

-Has roto mi corazón, otra vez -bromeó mientras la bajaba, por fin.

-Iremos por ponche, Ron, ¿quieres venir con nosotros?

-No -soltó con desagrado-, no quiero ir con ustedes.

Blaise pudo ver como Hermione se sentía incómoda por la respuesta de su amigo, así que le dedicó una mirada de asco a Ron e hizo que la chica caminara hacia la mesa de bebidas, para restarle importancia.

En el camino se encontraron con varios conocidos que saludaron con un movimiento de cabeza y con algunos otros que eran más amigos como para entablar una pequeña charla, hasta que se quedaron en el jardín, a disfrutar su ponche.

Hermione a veces se seguía sorprendiendo de la increíble amistad que había formado con Blaise, resulta que el chico era muy divertido y, al contrario de lo que muchos creían, tenía un gran corazón, simplemente era como un niño chiquito.

-Bien, solo… No me regañes, pero… He vuelto al cigarro.

Hermione estaba por contestar cuando...

-¿Por qué molestas a Granger con tus problemas? -La chica se quedó estática al escuchar la voz detrás de ella.

-Déjanos tranquilos, Draco -le dijo Blaise a su amigo, fingiendo molestia.

-¿Para que sigas aburriendo a Granger con tu charla? Si he venido a salvarla… -Draco Malfoy, vestido con un traje, camisa, zapatos y corbata negra, rodeó a Hermione y se colocó a lado de ambos, llevaba el pelo alborotado y un trago en su mano derecha. Hermione sintió que el aire le faltaba por unos segundos.

-Hermione está muy bien y tú…

-Granger -Draco hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo.

Hermione no podía, él tenía que dejar de verla así, le odiaba, odiaba esa miradita.

Respiró.

-Malfoy -le sonrió.

-¡Ay! Por favor, sí que son patéticos ustedes dos -Blaise le dio un gran sorbo a su vaso y le arrebató a Hermione el suyo ya vacío-. Iré por más de esto. Aprecia mi gesto de amabilidad, Draco.

Y se encaminó a la casa, dejándolos a los dos solos.

-Has traído a tu mascota, Granger -Draco le señaló levemente con la mano ocupada con el vaso a Ron, quien apresuradamente comía algunos bocadillos.

-¿Es lo mejor que se te ha ocurrido, Malfoy? -La chica lo miró con desagrado y se arrepintió de inmediato, había estado huyendo del contacto visual porque, casualmente, cuando chocaban miradas, a Hermione le parecía el ambiente más frío, como si un hechizo de nieve le estuviera cayendo encima, no había otra forma de explicar el repentino escalofrío que sentía cada vez que se lo encontraba. Él solo le sonrió como respuesta.

-¿Tienes frío?

-No -Hermione se dio cuenta en ese momento que inconscientemente se había abrazado a sí misma, no es que realmente el ambiente estuviera frío, era la presencia de Draco y lo que le provocaba.

-Tuve un perro que mordía a cualquiera que se me acercara, hasta que lo entrené.

-¿Qué?

-Veamos si tu mascota está entrenada -Draco actuó más rápido de lo que ella pudo entender.

El chico se quitó el saco y se lo echó encima de los hombros. Pero, no solo eso, sino que lo ajustó a su pequeño cuerpo y, para ello, Draco estaba prácticamente abrazando a Hermione. Ella se quedó estática ante la acción. Giró su cabeza hacia él y el frío no se esfumó nada. No podía, es que no podía con la mirada de Draco en ella.

Aun con todo eso, su mente captó el mensaje en las palabras de Draco. Giró hacia la casa, divisó el lugar de la fuente de golosinas y pudo ver a Ron, les estaba lanzando decenas de maldiciones con la mirada.

-No cambias, Malfoy -Hermione se soltó de su agarre y le devolvió el saco, lista para irse.

-No te vayas, Granger -le dijo apenas dio un paso a la casa. Y la vio dudar un segundo, casi nada, casi todo.

-¡Hermione! -Luna había asomado la cabeza por la puerta trasera de la cocina-. ¡Necesitamos tu ayuda!

-¡Ya voy! -Hermione caminó sin siquiera voltear a ver a Draco, pero, lo escuchó maldecir a susurros.