Capítulo 4
Después del incidente con Ron, Harry y Ginny se habían encargado de llevarlo a casa y el resto de los invitados se estaban esforzando por no hacer la noche más incómoda. Así que, contra todo pronóstico, la reunión había continuado siendo alegre y cálida.
-Me disculpo en nombre de mi hermano, Hermione -había dicho Ginny cuando volvieron.
-Sabes que no tienes que hacerlo.
-¡Es que es un idiota! -Ginny seguía furiosa. Lo cierto es que, Hermione sabía que también estaba triste-. No debió hablarte así. No debería hablarle a nadie así, pero, mucho menos a ti.
-Estoy bien, Ginny. Disfrutemos la celebración-. Hermione le sonrió a su amiga con amabilidad, le tendió un vaso de ponche y la encaminó hacia la rueda de amigos que platicaban alegremente.
Hermione no pudo evitar notar que durante el resto de la noche Draco constantemente se encontraba a su lado y cuando no estaba platicando con ella, sentía un frío perfectamente reconocible y al alzar la vista o girarse, lo descubría mirándola.
La chica había aprendido a sostenerle la mirada a distancia con los años, mirada que antes evitaba. Para ser honestos, la ponía muy nerviosa ser observada por Draco, pero, competitiva como era, sentía que al evitarlo él ganaba algo, ni siquiera sabía qué o en qué, pero dejó de huir de aquella mirada a la distancia, el tenerlo de frente... ese era otro tema.
Además de las miradas, Draco y Hermione pasaron toda la cena uno frente al otro, bromeando y riendo, cada segundo parecían más apartados del resto y más cerca entre ellos, como si fueran cómplices de algo mayor que nadie más entendía.
Hermione estaba consciente de que eso le traería preguntas incómodas más tarde, principalmente de Ginny y Blaise, reconocía a la perfección sus miradas e incluso los atrapó lanzándose una sonrisa cómplice después de que Draco le extendiera su trago favorito. Justo así había pasado el último año en Hogwarts, cuando empezó a acercarse a Malfoy, aunque esta vez no le importaba tanto.
Hermione estaba realmente feliz.
Después de la guerra, su vida y la de aquellos a quien quería había cambiado radicalmente y, aún con ciertos recuerdos amargos, se había decidido a que esa noche fuera lo mejor posible, esa noche celebraría que podía estar con su gente, incluso después de lo de Ron.
Simplemente se iba a mantener como un imán a la felicidad y, el día de hoy, la felicidad llevaba el nombre de Draco, aunque le costara admitirlo.
Después de la cena, pasaron a los regalos. Hubo regalos realmente buenos, aunque, el que conmovió a todos fue el que Luna le dio a Theo, una pequeña chambrita de colores extravagantes, pero que trajo felicidad a todo el grupo. Hermione se conmovió aún más cuando Draco se levantó y abrazó a su amigo a modo de felicitación.
La noche seguía pasando de la manera más agradable que nadie se hubiera imaginado, juntar a los Slytherin, Gryffindor, Hufflepuff y Ravenclaw no había sido tan mala idea después de todo.
Era un poco ya de madrugada cuando Hermione salió al jardín, fue ese pequeño momento donde sus sentimientos negativos brotaron después de tener unas copas encima y acordarse de sus padres. ¿Dónde estarían? ¿Cómo estarían pasando esta Navidad? ¿Los encontraría alguna vez? Era difícil aferrarse a la esperanza que todos le decían que conservara...
Escuchó unos pasos acercarse.
-¿Intentas pescar un resfriado?
-Solo necesitaba despejarme -Hermione le sonrió amablemente.
-¿O solo buscas oportunidades para que te dé mi saco? -Draco repitió la acción y le echó a Hermione su saco para cubrirla del frío.
-Claro... Me atrapaste, es que, intento crear una nueva tradición entre nosotros, ¿sabes? la de llorar no me gusta mucho.
-Excelente. No me gusta verte llorar...
La puerta de la casa se abrió y escucharon a un Blaise, algo ebrio y muy alegre, correr detrás de Pansy, quien también reía:
-¡Vamos, chica, que no sería la primera vez!
-¡Basta, Blaise! Eres un tramposo y no pasará...
-¡Es la tradición! ¡No puedes ignorar un muérdago en Navidad! -la chica rodeó la casa y su amigo la siguió hasta perderse entre el jardín con algo en la mano.
-Es como un niño chiquito -dijo Hermione-, jamás se detiene, siempre alegre.
-Se detendrá y dejará de reír tanto si sigue persiguiendo a Pansy, seguro le termina echando algún encantamiento que le hará sufrir de forma graciosa, la conozco.
-Tal vez se lo merece -bromeó Hermione.
-¿Estás así por tus papás? -la pregunta tan directa desconcertó a Hermione.
-Pastel de frutos rojos, eso es lo que comía, sin falta, cada navidad. Mi mamá lo prepara cada año. Hoy es navidad y no he comido de ese pastel pero eso no importa, porque ni siquiera sé dónde están.
-Escucha... hace un momento, adentro de la casa... bueno, todos repartimos regalos a nuestras personas importantes y... yo no te di nada.
-No te preocupes, Malfoy. Nada pasa -la chica creyó, por un momento, que había incomodado a Draco con su recuerdo y este estaba cambiando de tema.
-Espera, déjame terminar.
-De acuerdo -lo miró extrañada y respondió con curiosidad.
-Desde que la guerra terminó y cuando todo empezó a volver a la normalidad, he estado intentando ayudarte con esta investigación. No te dije nada porque sé lo obstinada que puedes llegar a ser, así que, simplemente me esforcé por avanzar por mi cuenta -la chica veía como Draco intentaba encontrar las palabras correctas, así que guardó silencio, esperando-. Bien... Hace unos meses... Hermione, tú sabes lo que fui, estuviste... estuviste en mi casa -le había costado tanto decir eso y ni así pasó por alto el escalofrío que recorrió a Hermione, maldijo mentalmente a su tía Bellatrix y continuó-. Sabes la clase de personas que se reunían ahí y que conozco gente.
-Lo sé... -susurró. La chica realmente no entendía nada.
-Hace un tiempo me llegó un rumor, en realidad me lo contó Lucius en una de las visitas que le hice. Se enteró que los mortifagos no solo tenían un grupo de gente vigilando a magos y criaturas, resulta que también seguían a ciertas familias de muggles, a aquellas que les podían ser útiles en el futuro como soborno. Eres la mejor amiga de Potter, tu familia estaba en esa lista.
-¿Draco, qué quieres decir? -Hermione había intentado permanecer callada, pero Draco comenzaba a asustarla... si los mortifagos habían encontrado a su familia... si algo les había pasado... no se perdonaría el haberlos puesto en peligro.
-Fuiste demasiado inteligente y valiente al ocupar ese encantamiento con ellos, los mortifagos nunca dieron con tus padres, sin embargo, se acercaron. Hermione, he estado haciendo viajes a Australia desde que los cargos en mi contra fueron omitidos y, los últimos meses me mantuve dando vueltas por la dirección que conseguí a través de ciertas... personas indeseables, ayer regresé de allá y, esta vez, no estoy seguro pero, creo que los encontré - Draco se acercó a ella para sacar algo de la bolsa del saco y le extendió un pequeño pedazo de papel a Hermione: era una foto.
-Tú... has estado investigando -dijo la chica despacio y después de un largo silencio donde no hizo nada más que observar la foto donde se veían dos personas y que ella pudo identificar como sus padres, estaba conmovida-. El caso de mis padres... ¿todo este tiempo? -Draco asintió con la cabeza-. ¿Incluso cuando aún no éramos amigos?
-Si... Bueno...
-Y ahora los encontraste -Draco sonrió en el momento en que ella corroboró que esas personas eran sus padres. Hermione comenzaba a sentir las lágrimas acumularse en sus ojos.
-Te puedo llevar con ellos maña... -Draco enmudeció.
Hermione se le había echado encima, abrazándolo por el cuello. Draco sintió cómo la calidez que Hermione le proporcionaba con un simple toque se apoderaba de él.
No fue hasta que las voces de Pansy y Blaise se escucharon de nuevo que logró reaccionar, se aclaró la garganta y continuó:
-Te puedo llevar con ellos mañana mismo, si así lo deseas.
-Muchas gracias, Draco Malfoy.
Hermione fue desvaneciendo su abrazo lentamente, no habían llegado a soltarse por completo cuando la voz de Blaise se escuchó más cerca.
-¡Ustedes! ¡Ustedes dos! -ambos lo voltearon a ver, se acercaba gritando y tan alegre como siempre- ¡Ya es hora de que se dejen de tonterías!
-Blaise...
-Cállate, Draco. Intento ayudarte... -su amigo llegó hasta ellos y cuando estuvo enfrente, alzó su mano y colocó una rama de muérdago por encima de sus cabezas-. Vamos, saben las reglas.
-Blaise, no deberías... -Draco había deslizado su vista del muérdago a su amigo, un poco molesto, pensando en la incomodidad que Hermione debía estar pasando, comenzaba a regañarle cuando sintió las manos de Hermione tomarle el rostro con nerviosismo y girarlo hacia ella, apenas la pudo ver un segundo antes de cerrar sus ojos porque ella ya lo estaba besando.
Hermione se había acercado a él y lo estaba besando.
Lo estaba besando.
Besando.
Notaba lo nerviosa que ella estaba, entonces volvió a abrazarla, y al tiempo que Hermione se relajaba, pudo escuchar el grito de victoria de Blaise.
Ese maldi... tendría que agradecerle después.
-De acuerdo, chicos, he quitado el muérdago... -podían escuchar a Blaise, pero solo como un susurro- ¿chicos? De acuerdo...
Hermione estaba feliz y agradecida. De alguna manera, ese beso se sentía como encontrar la pieza perdida de un puzzle. Además, estaba consciente de que había tardado mucho en volver a Draco.
-¡Me he ganado el derecho de ser el padrino de sus hijos! ¿escucharon? -la voz de su amigo se iba desvaneciendo, seguro estaba yendo hacia dentro de la casa-, Que si me escucharon... ¿Qué van a andar escuchando ahora ese par?
Hermione sentía que nada podía ir mejor. Había pasado la navidad con personas que quería, acaba de ver una foto de sus padres donde se les veía bien, Draco le había dicho que mañana mismo la podía llevar con ellos y, ahora, estaba colgada de su cuello por una tontería de Blaise. Sentía que podía morir de felicidad.
Se separaron despacio, cuando Hermione encontró los ojos de Draco le sonrió con timidez, después de todo, ella era la que había iniciado el beso.
-Blaise... es un tramposo -comentó. Draco le sonrió.
-Ahh sí, claro que sí. Y un buen amigo, también.
Ambos se quedaron viendo, ya sin decir nada más. Draco seguía sintiendo el calor del beso con Hermione y era bastante curioso cómo se complementaban, pues Hermione empezaba a acostumbrarse al escalofrío que Draco tenía el poder de hacer aparecer en ella con la simple mirada. Justo como ahora, que la observaba con tanta intensidad y cariño que sentía que moriría.
-Deberíamos entrar, ¿verdad? -Draco no dijo nada, entonces ella empezó a caminar hacia la casa, cuando sintió el abrazo de Draco por la cintura.
-Hermione...
-No me apartaré de nuevo, Draco -le aseguró, recordando la última vez que se habían visto a solas, antes de Navidad.
-Lo sé, es solo que, estoy feliz aquí, contigo -Hermione sonrió-. Además, ¿estás preparada para escuchar a Blaise? Su ego estará por los cielos.
-Tienes razón, pero, podremos con él -bromeó-. La verdad, quisiera contarle a Ginny y a Harry lo de mis padres, también estoy feliz.
Hermione tomó la mano de Draco, le sonrió y caminó con él hacia la casa, pensando que, definitivamente, su navidad había sido la mejor.
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Sí has llegado aquí, tengo dos cosas que decirte:
1. ¡Muchas gracias!
2.¡Feliz Navidad! (un poquito tarde). Espero estas fechas te traigan momentos bonitos.
He decidido publicar (al fin) este fic que ha estado en las notas de mi celular desde hace años y si te ha gustado, agradecería profundamente un comentario, es mi primera historia publicada aquí y me emociona.
