Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del webtoon y la novela "La emperatriz divorciada" de Alphatart y con arte de Sumpul, yo solo busco entretener y que más personas conozcan esta historia.


Capítulo 41. La Favorita De Reina (2)

Irina estaba enredada en una red de emociones complicadas. Estaba agradecida de que Jasper la protegiera. Por supuesto, el Emperador sabía desde un principio que era una esclava fugitiva, pero su deseo de salvaguardarla le había obligado a encubrirla incluso después de que el asunto fuera revelado. ¿Cuántos otros hombres le habían susurrado dulcemente su devoción antes de abandonarla, usando sus identidades como escudo? Irónicamente, fue Jasper, el hombre más poderoso del imperio, quien no lo hizo.

Pero el miedo al pasado todavía le pisaba los talones. Justo cuando apenas se había sacudido los grilletes, justo cuando la gente comenzaba a mirarla como "Irina" en lugar de "esclava", fue cuando su identidad volvió a agarrarle de los tobillos. Si no fuera por el amor de Jasper, su sueño habría muerto a causa de Vulturi.

Pero, ¿qué hay de las personas que alguna vez se aferraron a cada una de sus palabras y sonrisas? ¿Qué harían ahora? Estaba preocupada. Aún no se había reunido con los otros nobles desde que se supo la verdad, y temía que esas caras sonrientes se convirtieran en rechazo.

Irina se acarició el brazalete de ámbar en su muñeca, pero su corazón no se calmó.

No, incluso si Irina era una esclava, Irina es ahora la concubina del Emperador. No será lo mismo que antes...

Irina abrazó una muñeca que Jasper había diseñado para ella, una cosa suave hecha de tela y algodón. Entonces, la puerta se abrió y la vizcondesa Clearwater entró en la habitación con una expresión incómoda en su rostro.

—Señorita Irina, el vizconde Vulturi vino a verla... ¿Qué debo decirle?

—¿El Señor?

En la confusión del momento, Irina usó el mismo título que había usado en el pasado. La vizcondesa Clearwater parecía sorprendida, pero no dijo una palabra.

La expresión de la vizcondesa fue reemplazada por una amable sonrisa, pero Irina estaba segura de que la otra mujer debía estar riéndose de ella. Si la vizcondesa sabía de la relación de Vulturi con Irina, entonces debió haberlo rechazado. ¿No era el trabajo del subordinado mantener a los demás fuera del camino? Irina estaba segura de que, si la vizcondesa todavía estuviera trabajando para la Emperatriz, ella habría sido más responsable.

Irina se mordió el labio. Si hubiera sabido esto, se habría acostado en la habitación del Emperador y fingiría estar enferma. Fue un error regresar aquí para organizar sus pensamientos sola.

No, no— el problema era que el Emperador permitió que el vizconde se moviera libremente en primer lugar. ¿Por qué el Emperador no lo expulsó? ¿Por qué no mató al vizconde él mismo o lo encarceló? ¿No era Jasper capaz de hacer algo?

Irina contuvo las lágrimas calientes mientras daba una orden a la vizcondesa Clearwater.

—Dile que se vaya.

Sin embargo, la vizcondesa Clearwater vaciló.

—¡Dile que se vaya!

Irina gritó esta vez, pero la vizcondesa Clearwater todavía no se movió. ¿Ahora también me ignora? Irina quería decírselo con rabia. La vizcondesa continuó con voz temblorosa.

—Bueno... dijo que, si no lo dejabas entrar, te arrepentirías...

—¿Dijo eso?

—Sí.

La ira le dio coraje a Irina, y ella apretó los dientes.

—Entonces dile que entre. Déjame ver su cara desvergonzada.

Ella estaba decidida a darle un frío tazón de abuso.

Sin embargo, cuando él entró, con una sonrisa ominosa en su rostro, sus insultos murieron en sus labios.

—Señorita Irina. Felicidades. Eres la concubina del emperador.

La vizcondesa Clearwater, que miraba alternativamente a Irina y al vizconde Vulturi, salió corriendo de la habitación cuando ella la miró ferozmente.

Irina se giró para mirar al vizconde Vulturi, que se sentó en una silla vacía. —Muy bien, me gusta—dijo con satisfacción.

—¿Por qué estás aquí?

Irina imitó el tono severo de la Emperatriz. La propia voz de Irina era perfecta para personas encantadoras, pero carecía de autoridad. El vizconde soltó una risita.

—Te has convertido en toda una dama, Irina.

—No digas mi nombre sin pensar. Ya no te dirigirás a mí simplemente como Irina.

—Estoy seguro de que eso es cierto... por un período definido.

—¿Período definido?

—Sabes cuántos años permanece una mujer como concubina de un emperador?

—!

Irina se mordió el labio ante el comentario agudo del vizconde. Él estaba golpeteando los dedos contra la mesa, moviendo su cabeza al compás, cuando notó el brazalete en la muñeca de Irina.

—Oh, que hermoso. ¿Está hecho de ámbar? ¿Hm? Déjame ver.

Irina retiró su mano detrás suyo. El vizconde Vulturi frunció el ceño por un segundo, y luego sonrió.

—El Emperador me ordenó corregir mi afirmación errónea de que eras una esclava fugitiva. Ahora estoy siendo tratado como un tonto que ni siquiera puede reconocer la cara de una persona. Si tu secreto será revelado o no, depende de mí. Estoy agradecido por el oro y la plata, pero no es suficiente.

—¿Eh?

Irina lo miró salvajemente.

—¡Entonces no deberías haber dicho eso desde el principio! ¡Eres un desvergonzado! Sólo estás ocultando que soy una esclava fugitiva porque el Emperador te lo ordenó. No estás haciendo esto por mí.

Una sonrisa insidiosa se extendió por el rostro del vizconde Vulturi.

—Bueno, entonces, ¿por qué no dije nada sobre el bebé que abandonaste?

Irina palideció.

—Bebé…

La sangre corrió a su rostro nuevamente, y ella apretó los puños. El blanco de sus ojos estaba rojo de sangre.

—¡Cómo te atreves a mentir! ¡Mataste a mi bebé!

La ira inundó cada poro de su cuerpo. La forma en que él tan despreocupadamente afirmó que ella abandonó a su bebé resonó con odio en su oído, pero cerró la boca por miedo a que la vizcondesa Clearwater los escuchara.

El vizconde Vulturi dijo —¿Bien? —Y abrió mucho los ojos en un círculo exagerado. Finalmente, Irina se puso de pie.

—No puedes amenazarme con un bebé que ya se ha ido.

El vizconde Vulturi se río entre dientes.

—Ido... ¿qué quieres decir, Irina?

Era una risa ordinaria, pero Irina sintió un escalofrío por su columna vertebral. La expresión de Vulturi se endureció de repente y su tono se volvió burlón.

—No mataría a mi propio nieto, mi propia sangre.

—¡Estás... estás mintiendo! ¡Vi el cuerpo con mis propios ojos...!

—Si no me crees, ¿quieres que te lo traiga?